miércoles, 28 de agosto de 2013

OCD (Obsessive Compulsive Disorder) - Neil Hilborn



The first time I saw her...
Everything in my head went quiet.
All the tics, all the constantly refreshing images just disappeared.
When you have Obsessive Compulsive Disorder, you don’t really get quiet moments.
Even in bed, I’m thinking:
Did I lock the doors? Yes.
Did I wash my hands? Yes.
Did I lock the doors? Yes.
Did I wash my hands? Yes.

But when I saw her, the only thing I could think about was the hairpin curve of her lips..
Or the eyelash on her cheek.
the eyelash on her cheek.
the eyelash on her cheek.
I knew I had to talk to her.
I asked her out six times in thirty seconds.
She said yes after the third one, but none of them felt right, so I had to keep going.
On our first date, I spent more time organizing my meal by color than I did eating it,
or fucking talking to her...
But she loved it.

She loved that I had to kiss her goodbye sixteen times or twenty-four times or if it was Wednesday.
She loved that it took me forever to walk home because there are lots of cracks on our sidewalk.
When we moved in together, she said she felt safe,
like no one would ever rob us because I definitely locked the door eighteen times.
I’d always watch her mouth when she talked.
When she talked.
When she talked.
When she talked.
When she talked.

When she said she loved me, her mouth would curl up at the edges.
At night, she’d lay in bed and watch me turn all the lights off..
And on, and off,
and on, and off,
and on, and off,
and on, and off,
and on, and off,
and on, and off,
and on, and off,
and on, and off,
and on, and off,
and on, and off,
and on, and off.

She’d close her eyes and imagine that the days and nights were passing in front of her.
Some mornings I’d start kissing her goodbye but she’d just leave cause I was
just making her late for work...
When I stopped in front of a crack in the sidewalk, she just kept walking...
When she said she loved me her mouth was a straight line.
She told me that I was taking up too much of her time.
Last week she started sleeping at her mother’s place.
She told me that she shouldn’t have let me get so attached to her; that this whole thing was a mistake, but...
How can it be a mistake that I don’t have to wash my hands after I touched her?

Love is not a mistake, and it’s killing me that she can run away from this and I just can’t.
I can’t – I can’t go out and find someone new because I always think of her.
Usually, when I obsess over things, I see germs sneaking into my skin.
I see myself crushed by an endless succession of cars...
And she was the first beautiful thing I ever got stuck on.
I want to wake up every morning thinking about the way she holds her steering wheel..
How she turns shower knobs like she's opening a safe.
How she blows out candles.
Blows out candles.
Blows out candles.
Blows out candles.
Blows out candles.
Blows out…

Now, I just think about who else is kissing her.
I can’t breathe because he only kisses her once — he doesn’t care if it’s perfect!
I want her back so bad...

I leave the door unlocked.
I leave the lights on.


La primera vez que la vi…
todo en mi cabeza se silenció.
Todos los tics, todas las ideas recurrentes desaparecieron.
Cuando tienes Trastorno Obsesivo Compulsivo en realidad no tienes momentos en silencio.
Incluso en la cama estoy pensando.
¿Cerré las puertas? Sí.
¿Me lavé las manos? Sí.
¿Cerré las puertas? Sí.
¿Me lavé las manos? Sí.
Pero cuando la vi, la única cosa en la que pude pensar fue en la curva de horquilla de sus labios.
O la pestaña en su mejilla.
La pestaña en su mejilla.
La pestaña en su mejilla.

Sabía que debía hablar con ella.
La invité a salir seis veces en treinta segundos.
Ella dijo que sí después de la tercera,
pero ninguna de las veces que pregunté se sintió bien, así que tenía que seguir adelante.
En nuestra primera cita,
pasé más tiempo organizando mi comida por colores de lo que pasé comiéndola o hablando con ella.
Pero le encantó.

Le encantaba que tuviera que besarla para despedirme 16 veces, o 24 si era miércoles.
Le encantaba que me tomase todo el tiempo caminar hacia casa porque había muchas grietas en el suelo.
Cuando nos mudamos juntos ella dijo que se sentía segura,
como si nadie nos fuera a robar porque definitivamente había cerrado la puerta 18 veces.
Yo siempre veía su boca cuando hablaba.
Cuando hablaba.
Cuando hablaba.
Cuando hablaba.
Cuando hablaba.

Cuando me dijo que me amaba, su boca se curvaba hacia arriba en los bordes.
Por la noche, ella se acostaba en la cama y me veía apagar todas las luces, y encenderlas, y apagarlas, 
y encenderlas, y apagarlas, 
y encenderlas, y apagarlas, 
y encenderlas, y apagarlas, 
y encenderlas, y apagarlas, 
y encenderlas, y apagarlas, 
y encenderlas, y apagarlas, 
y encenderlas, y apagarlas, 
y encenderlas, y apagarlas, 
y encenderlas, y apagarlas, 
y encenderlas, y apagarlas, 
y encenderlas, y apagarlas.

Ella cerraba los ojos e imaginaba que los días y las noches pasaban frente a ella.
Algunas mañanas empezaba a besarla para despedirme pero ella se iba sólo porque la estaba haciendo llegar tarde al trabajo.
Cuando me detenía en las grietas del suelo, ella seguía caminando.
Cuando me decía que me amaba su boca era una línea recta.
Me dijo que le estaba ocupando demasiado tiempo.
La semana pasada empezó a dormir en casa de su madre.
Me dijo que nunca debió dejarme apegarme tanto a ella; que todo esto fue un error,
pero… ¡¿Cómo podría ser un error que no tenga que lavarme las manos después de tocarla?!
El amor no es un error, y me está matando que ella pueda huir de esto y yo no pueda.

No puedo.
No puedo salir y encontrar a alguien nuevo porque siempre pienso en ella.
Normalmente, cuando me obsesiono con algo, veo gérmenes introduciéndose en mi piel.
Me veo a mí mismo atropellado por una infinita línea de coches.
Y ella fue la primera cosa hermosa en la que me he estancado.
Quiero despertar todas las mañanas pensando en la manera en la que agarra el volante.
Cómo mueve la llave de la ducha como si estuviera abriendo una caja fuerte.
En cómo sopla las velas.
Cómo sopla las velas.
Cómo sopla las velas.
Cómo sopla las velas.
Cómo sopla…

Ahora sólo pienso en quién estará besándola.
Me deja sin respiración que la pueda besar una sola vez. ¡A él no le importa si es perfecto!
Deseo tanto que vuelva, que…

Dejo la puerta abierta.
Dejo las luces encendidas.

Este es el poema que Neil Hilborn, un joven estadounidense que ha causado furor en las redes sociales con su interpretación, presentó a la final del concurso "2013 Rustbelt Regional Poetry Slam". Su actitud, emotiva y divertida, añadida a la temática del poema (amor y trastorno psicológico) aportan luminosidad y frescura al panorama poético actual. Y su fuerza, sobre todo su fuerza...

martes, 20 de agosto de 2013

Ecos de Platón en "Matrix"


Tienes que comprender que la mayor parte de los humanos son todavía parte del sistema. Tienes que comprender que la mayoría de la gente no está preparada para ser desconectada. Y muchos de ellos son tan inertes, tan desesperadamente dependientes del sistema, que lucharían por protegerlo.

Morfeo (Matrix, 1999)

domingo, 18 de agosto de 2013

"Máquinas de amar" - Pilar Pedraza


<<La unión del cuerpo biológico y la máquina en un solo ser -cyborg-, al que la medicina actual ha llegado hace tiempo con el progreso de la biomecánica, es un viejo sueño del hombre, tan viejo como las prótesis: desde el hombro de marfil de Pélope para sustituir el que devoró Deméter, hasta el gancho del capitán Garfio o la pata del capitán Achab. En el cine, hay cyborgs poéticos y encantadores como Eduardo Manostijeras, terroríficos como Freddy Kruger, cabezotas como Terminator, justicieros como Robocop y, ya más evolucionados y finos, los androides y andreidas de Blade Runner. Y ayer mismo vimos por televisión un desfile de modas en el que transitó por la pasarela, sin ayuda alguna y con paso inquietante, luciendo un modelo de alta costura, una joven que había perdido las piernas en un atentado y las llevaba ortopédicas. En el ambiente futurista del desfile, creado por un diseñador para quien la moda no consistía únicamente en prendas de vestir, no faltaban brazos robóticos de los utilizados para pintar en las fábricas de coches, que pulverizaban in situ colores metalizados sobre vaporosas faldas de la nueva temporada.



(...) Un hombre puede amar a una muñeca, pero una mujer no puede amar a un muñeco, salvo en casos límite como el de Protesilao y Laodamia. No lo necesita. El esfuerzo de la cultura por crear a la mujer, como Pigmalión a Galatea, no puede tener como contrapeso un esfuerzo (¿de quién?) por crear al hombre para la mujer. La mujer no quiere hombres ideales, está dispuesta a abandonar a su padre y compartir su suerte con otra persona. ¿Qué sentido tiene repetir un error, aunque haya dado en el arte resultados tan espléndidos? Otra cosa es el travestismo artístico en la creación de personajes. Si Flaubert es Mme. Bovary, Emily Bronte es Heathcliff, y Patricia Highsmith es Ripley. En este sentido, la más profunda transubstanciación es la de Mary Shelley en la Criatura de Frankenstein, espejo de la desdichada condición de todos nosotros, hombres y mujeres.
Pero las cosas no son tan sencillas ni nosotros tan ingenuos. A estas alturas, los problemas no son sólo de género sino sobre todo de civilización. Estamos inmersos en un capitalismo proteico que, como el Océano de la novela de Lem, Solaris, recicla, imita y clona continua y automáticamente lo que le echen. El narcisismo inherente al mito de Pigmalión ha sido transferido por el sistema a las mujeres, en el sentido de impulsarlas a ser sus propias Galateas. El Body-Art actual es el ejemplo extremo, con sus endoscopias, liposucciones en público y operaciones de cirugía plástica para acercar el rostro vivo al pintado. Pero lo que en el arte es ironía y desmesura, en la vida real constituye una nueva claudicación: convertir los cuerpos en materia para que la industria del deseo nos proporcione los moldes de unas formas cada vez más caras y más estrechas.>>

En este estupendo libro, "Máquinas de amar", Pilar Pedraza nos ofrece un recorrido por la historia de las mujeres creadas, muñecas y derivados, muy prolijo y como siempre, muy bien documentado. Comienza con los ejemplos extraídos de la mitología (Pigmalión y Galatea), sigue con los muñecos autómatas y después hace un análisis exhaustivo de estas figuras en la literatura y el cine, de forma que decenas de maniquíes inundan las páginas, ilustradas también con fotogramas y dibujos explicativos.

La redacción del libro es académica (explicativa, precisa y clara), aunque también irónica y subjetiva en pequeñas apreciaciones a lo largo de todo el texto, pero es hacia el final del libro donde la autora expone sus conclusiones y su punto de vista radical sobre el tema abordado: precisamente, a lo largo del libro abundan más las sucesiones de ejemplos (salpicados de pequeños comentarios, eso sí), que las opiniones personales explícitas y feministas que uno busca, casi como una droga, en este tipo de libros.

Las conclusiones de Pedraza son claras, como se ve de forma condensada en los fragmentos que he seleccionado aquí: es el hombre quien crea mujeres de mentira, a la mujer no le hace falta crear hombres de juguete. (En este punto, habría sido interesante que Pilar reflexionara sobre aquellas mujeres que aborrecen del sexo masculino y para quienes el mercado pone a su disposición figuras fálicas con diferentes grados de realismo que consumen mientras continúan aborreciendo el sexo masculino). Ya sea debido a la pérdida de la mujer amada, a quien se sustituye por una réplica inerte, o bien por enfermedades mentales, el hombre crea mujeres artificiales que le aportan una serie de ventajas que una de carne y hueso no le puede ofrecer. O bien, construyendo una mujer de mentira tiene la posibilidad de evitarse los inconvenientes que una mujer de verdad le reportaría.

Siempre se tiende a generalizar,  y eso provoca errores y malos entendidos. Pero es cierto que muchos hombres sólo ven en la mujer un cuerpo que les excita: el hecho de que se trate de un ser humano es un problema secundario. Sí, generalizar quizá lo dificulte todo un poco. Pero acudamos a los datos objetivos y pongamos en una balanza el número de hombres violadores contra el de mujeres violadoras. ¿Y ahora?

Autoras estupendas como Pilar Pedraza, feministas de verdad, luchadoras y creadoras de opinión (no falsas feministas de boquilla que se ocultan bajo las faldas de mamá cuando las cosas se ponen feas), me reafirman en mi opinión de que una feminista jamás apoyaría a un hombre que juega, engaña y trata como utensilios a las mujeres. Y viceversa: como bien dice Pilar, en esta sociedad " los problemas no son sólo de género sino sobre todo de civilización".

Y es que existe mucha confusión en todos los ámbitos, hay demasiada gente, demasiada concentración y un bombardeo de información vacía y falsa que lo contamina todo. Recrearse en una mujer de juguete posiblemente sea sólo una forma enfermiza de escapar de una realidad que a algunos hombres (y a algunas mujeres) les viene grande. Pero qué es más enfermizo: apartarse de la humanidad  y convivir con una muñeca, o tratar como muñecas a mujeres (o a hombres) de carne y hueso. ¿Qué opción es más insana? ¿Y cuál la más extendida?

viernes, 16 de agosto de 2013

"Súbita mano de algún fantasma oculto..." - Fernando Pessoa


Súbita mano de algún fantasma oculto
entre los pliegues de la noche y de mi sueño
me sacude y yo despierto, y en el abandono
de la noche no diviso gesto ni bulto.

Pero un terror antiguo, que insepulto
traigo en el corazón, como de un trono
baja y se afirma mi señor y dueño
sin orden, sin meneo y sin insulto.

Y yo siento mi vida de repente
presa por una cuerda de Inconsciente
a cualquier mano nocturna que me guía.

Siento que soy nadie salvo una sombra
de un bulto que no veo y que me asombra,
y en nada existo como la tiniebla fría.


Fernando Pessoa, 1917

sábado, 10 de agosto de 2013

"Profanaciones" - Giorgio Agamben


"Profanaciones" recoge diez pequeñísimos ensayos de Giorgio Agamben, quien basa su línea filosófica en las enseñanzas de Michel Foucault, Martin Heidegger y Walter Benjamin, entre otros.

Con una maravillosa precisión ligüística a la hora de plasmar sus ideas, trata diferentes asuntos, desde las etimologías contradictorias del término "profano" hasta (siguiendo a Walter Benjamin) el fanatismo religioso aplicado al capitalismo, la relación magia/felicidad, etc.

El primer e hipnótico capítulo, "Genius", aborda la relación que cada hombre establece con su propio "genio", algo ajeno al Yo que no puede elegirse y nos viene dado, y que sin formar parte de nosotros mismos, nos acompaña (en la ideología cristiana, el genius se representa con un ángel bueno y uno malo; en la angelología iraní, con Daena, una preciosa niña que asiste a cada nacimiento y que después se presenta a la hora de la muerte con la imagen que los actos -buenos o malos- del moribundo la hayan modelado a lo largo de su vida).

Son especialmente brillantes las reflexiones sobre cuestiones literarias: Agamben cita a Robert Walser en varias ocasiones, también a Kafka, Becket... A propósito de Foucault, reflexiona acerca de qué engloba exactamente el término "autor". También define la línea del tiempo del concepto de "parodia", asistimos a su concepción literaria y observamos cómo ha evolucionado hasta convertirse en lo que por ese término conocemos hoy (lo contrario a "sagrado").

Debido a la brevedad de los textos, me he encontrado con que cada uno de los capítulos o temas tratados terminaba demasiado pronto, y en todos los casos me he quedado con las ganas de leer más: esta sería la única nota negativa del libro...

Quizá porque el niño es un ser incompleto, la literatura infantil está llena de ayudantes, seres paralelos y aproximativos, demasiado pequeños o demasiado grandes, gnomos, larvas, gigantes buenos, genios y hadas caprichosas, grillos y luciérnagas parlantes, asnos minúsculos que cagan monedas y otras criaturas encantadas que, en el momento peligroso, consiguen, como por milagro, salvar a la buena princesita o a Juan Sin Miedo. Son los personajes que el narrador olvida en el desenlace de la historia, cuando los protagonistas viven felices y contentos hasta el fin de sus días. De ellos, de esa "gentuza" inclasificable a la que, en el fondo, le deben todo, no se vuelve a tener noticia. Pero probad a preguntar a Próspero, cuando ha renunciado a todos sus encantos y vuelve, junto con los otros humanos, a su ducado, qué es la vida sin Ariel.

Un tipo perfecto de ayudante es Pinocho, la maravillosa marioneta que Geppetto quiere fabricarse para dar la vuelta al mundo con él y ganar así "un pedazo de pan y un vaso de vino". Ni muerto ni vivo, medio golem y medio robot, siempre a punto de ceder a todas las tentaciones y a prometer, un instante después, que "de hoy en adelante seré bueno". En la primera versión de la novela, antes de que el autor pensara en añadir un final edificante, este arquetipo eterno de la seriedad y de la gracia de lo inhumano, en cierto momento "estira la pata" y muere de la manera más vergonzosa, sin convertirse en un niño. También Mecha es un ayudante, con su "personita seca, enjuta y larguirucha, tal como la mecha nueva de un farol de noche", que anuncia a los compañeros el País de los Juguetes y ríe con estridencia cuando se da cuenta de que le han salido orejas de burro. De la misma pasta están hechos los "asistentes" de Walser, irreparable y tercamente ocupados en colaborar en una obra del todo superflua, por no decir incalificable. Si estudian -y parecen estudiar duro- es sólo para volverse un completo cero a la izquierda. ¿Por qué deberían ayudar a aquello que el mundo considera serio, visto que, en realidad, no es más que locura? Prefieren pasear. Y si, caminando, encuentran un perro u otro ser viviente, le susurran: "No tengo nada que darte, querido animal; te daría con gusto algo, si lo tuviera." Y, al final, se echan en un prado para llorar amargamente su "estúpida existencia de imberbes".

domingo, 4 de agosto de 2013

"Walden" - Henry David Thoreau


H. D. Thoreau, padre de la teoría de la "Desobediencia civil", desarrolla en "Walden" con todo lujo de detalles la forma en que llevó a la práctica sus propias teorías, materializadas en una forma de vida ya esbozada en "Cartas a un buscador de sí mismo", un libro también editado por Errata Naturae.

¿Por qué no escapar de las leyes de la sociedad que nos son impuestas por el mero hecho de haber nacido en su seno?¿Por qué no construir una existencia paralela con la que nos sintamos más cómodos e identificados? Thoreau quiso llevar a cabo este planteamiento escapando de impuestos, leyes y estructuras jerárquicas, en fin, tan rancias como inamovibles. Evaluó diferentes localizaciones y se estableció finalmente en un terreno junto a la laguna de Walden, cerca de Concord (Middlesex, Massachusetts), donde construyó una pequeña cabaña con sus propias manos, economizando al máximo los recursos y proporcionándose tan solo los útiles esenciales para su día a día. Hoy día, ese lugar es un atractivo turístico de la zona. En él se ha construido una réplica de la cabaña original (ya desaparecida). Este es el aspecto que presenta:


Y, en el interior...


Este libro, pues, es el resultado de aquella experiencia, que duró dos años (después, Thoreau volvió a vivir en sociedad). En él, no sólo queda plasmada la parte práctica de su huida a los bosques, sino también sus reflexiones filosóficas, producto de las meditaciones llevadas a cabo en el seno de la Naturaleza durante su estancia en Walden: interesantísimos puntos de vista sobre la inconveniencia de vivir en sociedad, apuntes medioambientales sobre el aprendizaje que le reportaba la observación diaria del bosque, su profundo amor por cualquier manifestación natural, tanto vegetal como animal (la afinidad que siento con las palpitantes hojas de alisos y álamos casi me corta la respiración), reflexiones sobre literatura, etc. Delicado, reflexivo y muy bien argumentado: en suma, una delicia.

Fui a los bosques porque quería vivir deliberadamente, enfrentándome solo a los hechos esenciales de la vida, y ver si podía aprender lo que la vida tenía que enseñar, no fuera que cuando estuviera por morir descubriera que no había vivido.

Leyendo Walden se es aún un poco más consciente de hasta qué punto el hombre es incapaz de dejar algo sin manipular, legislar, cuantificar o tasar. Todo está registrado y normalizado, vivimos una vida artificial y monótona, y lo peor, somos nosotros mismos los que nos hemos vetado la posibilidad de escapar de ella.

Llenamos de objetos inútiles el vacío de nuestro interior, provocado precisamente por habernos arrancado de lo esencial, teniendo cerrada la puerta de regreso a los orígenes desde antes, incluso, de haber nacido. Cuando uno de nosotros intenta escapar de este juego cruel, tal y como hizo Thoreau, se le toma por loco y se le convierte en objeto de museo, cuando realmente, regresar a la Naturaleza, debería ser la pulsión primordial e innata de todo ser humano... de todo ser vivo.

Observar la vida del bosque, navegar por Walden en una pequeña canoa de madera hecha con nuestras propias manos, leer, escribir y meditar rodeados de millas de silencio y paz, recibir amigos y charlar hasta el anochecer (o aún mejor, durante el anochecer) junto a la puerta de la cabaña... algo tan sencillo y tan inalcanzable a la vez. En un mundo feo, superpoblado y exageradamente mercantilizado, donde hasta la amistad tiene fecha de caducidad y etiqueta con el precio.


Laguna de Walden
O algo muy parecido a la felicidad

Con mi experimento aprendí al menos que quien avance confiado en la dirección de sus sueños y acometa la vida tal y como la ha imaginado recibirá a cambio una gratificación que no le otorgará el tiempo ordinario. Dejará atrás algunas cosas, cruzará una frontera invisible; leyes nuevas, universales y más tolerantes comenzarán a regir en su interior y a su alrededor; o se modificarán las antiguas, interpretadas en su beneficio, en un sentido más generoso, y vivirá con la libertad de la que gozan seres más elevados. Conforme simplifique su vida, las leyes del universo parecerán menos complicadas y la soledad ya no será soledad, ni la pobreza tal pobreza, ni la debilidad tal debilidad.

Que quienes se enorgullecen de vivir mantenidos y sin esfuerzo se queden muy lejos; que el falso amor y la falsa amistad permanezcan en sus barrios contaminados y mediocres; que el bosque impida la entra de todo aquello que sea impuro e indigno de él... ah, Thoreau, ¡cómo me gustaría poder irme contigo!

La luz que nos ciega es nuestra oscuridad. Sólo amanece el día para el que estamos despiertos. El amanecer sigue aún su curso. El sol no es sino una estrella de la mañana.

viernes, 26 de julio de 2013

"Edgar Allan Poe" - Charles Baudelaire


Poder leer lo que un escritor de prestigio universal pensaba acerca de otro al mismo nivel, cuando uno admira a ambos, es como asistir a un encuentro entre ambos en otra esfera.

Charles Baudelaire reflexiona acerca de la literatura y la persona de Edgar Poe, en una serie de textos en los que se refleja por un lado la delicadeza de la escritura de Baudelaire y la admiración (es casi palpable) que sentía por Poe.

Edgar Allan Poe nació en Baltimore en 1813. (...) Si alguna vez el espíritu del romance —¡espíritu siniestro y tempestuoso!— presidió un nacimiento, sin duda presidió el suyo.

Según Baudelaire, lo que dio prestigio a Poe desde el principio fue su originalidad, gracias a esa forma de escribir tan característica, personal y novedosa con que redactaba sus relatos. También hace hincapié en aspectos como la persecución incansable de la belleza, el gusto por al rima y la introducción de elementos matemáticos (muy importantes en la vida de Poe) en su literatura. El tipo de temas que trataba y su propio magnetismo personal (un halo misterioso en torno a su nombre perdura mucho tiempo después de su muerte), lograron que conociera la fama internacional, ya imperecedera. Este libro también contiene interesantes datos y anécdotas sobre la vida de Poe, y algunas descripciones sobre su trabajo y sobre el arte de la poesía en general, que resultan estremecedoramente bellas...

Es ese admirable, ese inmortal instinto de lo bello el que nos lleva a considerar la tierra y sus espectáculos como un compendio, como una correspondencia del Cielo. La sed insaciable de todo lo que está más allá, y que revela la vida, es la más viva prueba de nuestra inmortalidad. Es a la vez con la poesía y a través de la poesía, con la música, como el alma vislumbra los esplendores situados más allá de la tumba; y, cuando un exquisito poema lleva las lágrimas al borde de los ojos, esas lágrimas no son la prueba de un exceso de gozo, antes bien son el testimonio de una irritada melancolía, de una súplica de los nervios, de una naturaleza exiliada en lo imperfecto que querría adueñarse de inmediato, en la tierra misma, de un paraíso revelado.

Simplemente por estas reflexiones de Baudelaire sobre la poesía (independientemente de los comentarios acerca de Poe) hacen del libro una obra espectacular y hermosa. Se trata de textos extraídos de diferentes publicaciones, recopilados para la ocasión, pero igualmente tienen coherencia y fluidez. Una pequeña obra, secundaria por la tipología, pero esclarecedora y muy, muy agradable, en todo caso.

sábado, 13 de julio de 2013

Bye Bye Blondie - Virginie Despentes


Hace tiempo, comentaba aquí mis impresiones acerca de un libro estupendo, la Teoría King Kong de Virginie Despentes. Como decía entonces, en Teoría King Kong, Despentes reflexiona sobre la realidad femenina en la sociedad actual desmintiendo el mito de la mujer sumisa, dirigiéndose sobre todo a la mujer de clase media con destino sentimental prefijado, abriendo nuevas opciones a la mujer para imponer su voluntad y vivir según su criterio independientemente de los deseos masculinos que pretendan influirla.

Pues bien, hace pocas semanas, me topé por casualidad con otro libro de la misma autora, esta vez una novela, titulada Bye Bye Blondie. Es la primera vez que una editorial trae al castellano esta novela (Pol-len edicions), así que es una suerte (doble, además, porque el libro estéticamente es estupendo). Existen más libros de Despentes (en francés en el original) pero, al menos por el momento, no los tenemos todos disponibles en castellano, y varios están descatalogados y son muy difíciles de conseguir en el mercado de segunda mano: ojalá que Bye Bye Blondie sea en Pol-len el primero de muchos.

Bye Bye Blondie es la historia de amor entre dos adolescentes de estética punk en una pequeña localidad francesa, Nancy, a finales de los años 80. Con respecto al punk, ambos se sienten identificados con el movimiento gracias a la música y a la estética: tratándose de adolescentes, es comprensible que no encuentren reconocimiento en el calado social del mismo, pero tampoco lo hacen según crecen y pasan los años: ambos se conocen en un centro psiquiátrico por diferentes desórdenes mentales, y mientras la chica conduce su vida indefectiblemente hacia el fracaso, las drogas, el vagabundeo y las subvenciones sociales, él abandona la calle y reconduce su destino. 

Ella miró rápido al cristal de la marquesina y pensó que formaban una bonita pareja. Una punkita destroy y un skin psicópata, tenían presencia.

Su historia amorosa pasa por diferentes fases; en general, el libro es desgarrador y no voy a ocultar que leerlo es bastante duro. Sin embargo, encierra una cantidad ingente de frases subrayables e inolvidables, y Despentes se luce como la amazona que es, fuerte, salvaje, indomable pero con una capacidad apabullante para transmitir a través de las palabras.

También le gustaba ser una chica, sola en una pandilla de chicos, y que no le hicieran comentarios. Lo veía como una prueba de su valor “tú eres como un tío”. Cuando sólo era la prueba de que el mundo está mal hecho.

Como nexo de unión con la Teoría King Kong, tenemos a Gloria (alter ego de Virginie) peleando cuerpo a cuerpo con las autoridades que pretenden domesticar su cerebro para hacerlo afín a las convenciones sociales. Se rebela contra padres, profesores, psicólogos, policías y con todo aquel, en fin, que se le ponga por delante. Con una fuerte tendencia a la agresividad y la angustia, es incapaz de superar el comportamiento adolescente de negarse a todo porque sí con tal de imponer, por la fuerza y aunque a veces (sólo a veces) sea absurda, su voluntad. En este sentido, tenemos por un lado la injusticia que supone nacer en una sociedad en la que debes hacer exactamente lo que se espera de ti, y es genial que existan individuos que se rebelen y traten de cambiar el rumbo de esa costumbre establecida. Por otro, y como contrapartida, este es el caso perfecto de alguien que se rebela pero que acaba teniendo una existencia desagradable e insatisfactoria por no jugar con acierto sus cartas y perder toda la fuerza por la boca y por los puños. Al menos, el personaje de Gloria es alguien que lucha, no alguien que vive cómodamente a costa de otros y sin esfuerzo, y sólo dice o aparenta que lucha, como sucede en el mundo real tan a menudo.

A él no le gustaba su pelo rojo. Para empezar, había decretado que ella se afeaba y le preguntaba por qué, con tono de tío competente que ha pensado mucho. ¿Por qué hacía eso? ¿Acaso ignoraba que podía ser bastante bonita? Como carta de presentación, Gloria lo encontraba bastante desagradable. Cero sensación de ser fea, ni repulsiva, en realidad. Por otro lado, es verdad que no se dedicaba a ligar con viejos psiquiatras de pelo blanco... Uno no puede gustarle a todo el mundo, pero el hombre estaba convencido de que, como a él no le gustaba, no era lo correcto. Por una vez, por esa vez, pensó en cerrar el pico.
Él empezó a hacerle preguntas sobre sexo, mirándola fijamente, probablemente para evaluar la reacción. Le habría gustado subirse a la mesa y patearle la cabeza para enseñarle a vivir y que la dejara en paz. Pero evidentemente, ese no era el mejor momento.
Ni de coña hablarle de sexo a ese viejo verde, cero enrollado, bajo esa luz tamizada de amarillo y aquel silencio pesado. Balbuceaba algunas respuestas lacónicas, evitaba su mirada. Encantada de tener plena confianza en su inteligencia escolar, esa que permite satisfacer las preguntas de aquella clase de tipos. Si no, estaría aterrorizada.
"¿Por qué cree que está aquí?
-Ese es el problema: no tengo ni idea."
Mala respuesta. Uno de esos casos jodidos en los que la franqueza, en realidad, no es la mejor opción. Se humilló un poco más:
"Estoy aquí porque mi madre comenzó a chillarme y en lugar de callarme le respondí igual..."
Mala respuesta de nuevo, se leía inmediatamente en la cara del viejo.
"Y en su opinión, ¿por qué rechaza usted ser una mujer?"
Gloria pensó guardarse los comentarios. Así que, aceptar ser mujer era recibir golpes sin querer devolverlos. Vale, capullo, por supuesto.
Mientras, no había sabido muy bien qué responderle. Tenía unas tetas como para que las rodara Russ Meyer, un culo de escándalo, y cuando la dejaban vestirse, le gustaba ponerse faldas con mallas rasgadas, vale, y en sus botas rangers había puesto cordones rosas, no salía nunca sin maquillaje, los ojos muy rojos, los labios muy negros y las uñas pintadas de verde... Era la única chica que conocía capaz de saltar la tapia con tacones... El viejo había manchado de comentarios algunas páginas antes de volver a los temas que consideraba cruciales:
-¿Por qué se afea? ¿Por qué ese corte de pelo? ¿Y ese color?

Si hubiera sido cantante de un grupo, eso le habría dado para hacer una canción "SOS, encerrada con los locos, el doctor quiere que vaya a la peluquería". Pero allí no le servía para nada.
Una vez más, cerrar el pico ¡eh! viejo imbécil, esto se llama movimiento punk. Nada que ver con que tengo un coño, una polla o un par de alas.

Existe una película homónima, dirigida por la misma Despentes y por el momento no disponible en España, en la que los protagonistas se hacen de carne y hueso tras la pantalla. Por lo visto, la relación heterosexual entre los dos adolescentes punkies se convierte en lésbica por arte de birlibirloque.

Se sintió muy gilipollas, una tonta del culo. Por haber esperado con esa confianza. Por haberse sentido tan bien con él. Por haber creído, aunque fuera por un segundo, haber imaginado que eso le podía pasar a ella, una cosa bonita, luminosa y fácil. “Pobre gilipollas”, se repetía, “esto te enseñará a vivir, puta estúpida”.

viernes, 12 de julio de 2013

"Donde yace Visnú" - Frank G. Rubio


ESTRELLA DISTANTE

Esa vieja ramera que construyó el tiempo con las cenizas indómitas de la pluralidad...

Te invito a bailar
y disolver la trama
en la pista oscura,
para mejor impedir
el avance de las agujas
que parecen
tener arena
en sus soportes.

Más allá del relámpago
de la muerte
dirigiremos el silencio
ocultos
y exploraremos el Tiempo,
febrilmente
con una franca sonrisa.

Invado entonces
de forma deliberada
y acariciante
el reflejo contenido de tu anatomía:

el cosmos entonces,
hechicera,
nos parecerá un reflejo
que susurra sus principios
en la voluptuosa Rueda.

Desde los principios
del mundo:
una urdimbre
de lejanas estrellas.

La sociedad secreta,
fundiendo paisajes de un sueño,

y el Volcán,
busco apagar la luz
y
comienzo a musitarme,
mientras la ciudad duerme,
oscuros secretos...

Somos la Torre que habita en tus ojos.


APOTOLAKI

El gusano cortado perdona el arado.
William Blake

Con la pericia de las barracudas
despréndete de las cosas y de los rostros,
sé un extranjero delante del espejo y
lanza tu última mirada a un crepúsculo sin estrellas.

Hay una luna que me recuerda que las ciudades no existen
que me conduce jíbara,
con la perspectiva de las semillas,
a una playa sin idiomas, a un aire sin mundo...

Derrámate pues en la carretera
como una miríada alevosa de insectos y
búscate un lugar donde morir fosilizado
lejos del prisma de los minutos...

Dios es un lugar muy cercano que conduce
con exquisita violencia
hacia la Noche.

Dicen que los relojes buscan Allí
un sueño que nunca termina.

viernes, 5 de julio de 2013

Bartleby el escribiente y otros cuentos - Herman Melville


Mientras aprendo, embelesada, de las teorías de Gilles Deleuze, Bartleby se cruza de nuevo en mi camino. Releo en esta ocasión la ya mítica nouvelle de Herman Melville sobre este escribiente extraño en una deliciosa edición de Alianza, que incluye otros cuatro cuentos de Herman Melville que no conocía. 

Bartleby, un copista que decide empezar a declinar las tareas que le son encomendadas en su trabajo, es un personaje que encarna la imposibilidad de escapar a las leyes sociales estipuladas: cuando alguien se separa de la sociedad-rebaño, ésta le persigue hasta encerrarle o infringirle daño o castigo. Bartleby es un buen ejemplo de ello.

Del resto de cuentos me fascina “La veranda”, un cuento de tintes feéricos escrito con una sencillez y una delicadeza fascinantes. Versa sobre un tema encantador: la pátina de fantasía que muchas veces, casi sin querer, extendemos sobre la realidad para hacer del día a día algo más habitable y soportable. Es algo que hasta los humanos menos mágicos practican, aunque casi nunca se den cuenta. En este caso, el protagonista del cuento localiza una casa que se ve desde la suya en la lejanía, e imagina para ella un entorno mágico, mientras ese lugar le atrae y reclama cada vez con más fuerza: un cuento maravilloso. 


Volviendo a Bartleby, (que, por más veces que uno lo lea, insiste en seguir teniendo siempre el mismo maldito final) esta lectura me descubre detalles nuevos. Presto más atención a los otros dos copistas secundarios, Nippers y Turkey y al pequeño recadero Ginger Nut. Verdaderamente, añaden frescura al comienzo del relato y consiguen que no sea tan sombrío desde el principio. Poco a poco la atención se centra en Bartleby, delgado, pálido, silencioso. ¿Cómo no fijarse en él, como no sentir simpatía inmediata sobre alguien tan diferente al resto, cómo no dejarse llevar por la ternura? Bartleby encarna nuestros miedos y frustraciones, los lleva al límite, nos muestra qué sucedería si el terror o la inacción (o una producto del otro, o viceversa, sí, incluso viceversa) nos paralizasen y condenasen al fracaso nuestra existencia.

No existe justicia para Bartleby, esta sociedad no ha reparado en esos individuos que no desean someterse a ella, no hay lugar en el que refugiarse. Su final es injusto, injusto, injusto. 

Al respecto de Bartleby, Gilles Deleuze, Giorgio Agamben y José Luis Pardo tienen mucho que decir. Existe en la editorial Pre-Textos un libro magnífico que incluye el relato de Herman Melville sobre Bartleby más tres ensayos de los citados filósofos: “Preferiría no hacerlo”.

En este libro, Deleuze, (heterogéneo, prolijo en recursos, perspicaz y con una redacción impecable), reflexiona sobre el lenguaje analizando la sintaxis de la frase original I would prefer not to, una sentencia extraña que inquieta a todo aquel a quien vaya dirigida y que desestabiliza toda norma de comportamiento social establecido: “Pese a ser una construcción normal, suena como una anomalía”. A partir de sus reflexiones sobre las peculiaridades que provoca esa frase en cualquier idioma, expone algunas sentencias sublimes: 

A primera vista, podría parecer que la fórmula es una mala traducción de un idioma extranjero. Pero, a decir verdad, su propio esplendor desmiente tal hipótesis. Sucede más bien como si fuera la fórmula la que socavase la lengua con una especie de idioma extranjero (...) aún siendo cierto que las obras maestras de la literatura constituyen una suerte de lengua extranjera en el interior del idioma en que están escritas, ¿qué impulso de locura, qué inspiración psicótica ocupa el lenguaje en tales ocasiones?

Giorgio Agamben principalmente establece referencias históricas entre Bartleby y la forma de copiar textos en civilizaciones remotas, con ejemplos concretos, observando la acción de escribir desde un punto de vista metafísico. Acerca del personaje de Bartleby, comenta:

Como escriba que ha dejado de escribir es la figura extrema  de la nada de la que procede toda creación y, al mismo tiempo, la más implacable reivindicación de esta nada como potencia pura y absoluta. El escribiente se ha convertido en la tablilla de escribir, ya no es nada más que la hoja de papel en blanco. No es, pues, de extrañar, que se demore tan obstinadamente en el abismo de la posibilidad y no parezca tener la menor intención de salir de él.

José Luis Pardo, por su parte, examina la figura del escritor y del lector uniéndolas en una sola, convirtiendo a uno en otro, fundiendo ambas tareas en una misma y excluyendo de esta unión al copista que no comprende aquello que transcribe. 

El matrimonio entre lectura y escritura (que hace de todo lector un escritor in fieri y de todo escritor un lector in actu) es la clave de esa “invención reciente” que llamamos literatura.

También trata el asunto de la identificación entre el lector y la obra literaria, así como de otros muchos relativos a la figura de Bartleby cuestionándose multitud de aspectos (y exponiendo estas interrogaciones al lector para que construya pensamiento propio en base a ellas) con el fin de comprender mejor al personaje y sus motivaciones. Finalmente, asocia su figura con la del apóstol Bartolomé, estableciendo las conexiones y similitudes entre ambos, creando un vínculo inesperado, haciendo rizoma.

Devengamos en Bartleby, ¿por qué no? Hagamos línea de fuga: elijamos no hacerlo.

miércoles, 26 de junio de 2013

"Butes" - Pascal Quignard


CAPÍTULO IX

De pronto lo antiguo se precipita.
Lo antiguo cae de las nubes.
Es el rayo mismo.
El trueno es la voz de este animal enorme y extremadamente negro que se llama tormenta.
Los relámpagos saltan desde lo alto del cielo con el deseo de venir a tocar la tierra.


Butes, Pascal Quignard: Editorial Sexto Piso, 2011


Butes mantiene esta intensidad todo el rato, es la delicadeza, la magia. Es uno de los libros más especiales que he leído nunca.

Me aproximo al secreto.
¿Qué es la música originaria? El deseo de arrojarse al agua.

martes, 25 de junio de 2013

"Comentarios sobre la sociedad del espectáculo" - Guy Debord


Cuando leí "La sociedad del espectáculo" me quedé absolutamente encantada con las teorías de Guy Debord y su asombrosa lucidez (esto puede comprobarse aquí); pero no sabía que ese libro (tan pequeño, tan eterno) tenía continuación en este que leo ahora, "Comentarios sobre la sociedad del espectáculo", editado magistralmente, como es habitual, por Anagrama.

Estos "Comentarios..." tienen tanta relevancia y aplicación hoy día como los postulados de "La sociedad del espectáculo": sin embargo, se comprenderán mucho mejor habiendo leído antes este último. Los comentarios son mucho menos crípticos y abstractos que "La sociedad...", y mucho más reflexivos. No obstante, fueron escritos veinte años más tarde (1988), con un margen suficiente para observar la pertinencia de las teorías expuestas (en 1967) y su aplicación en la sociedad capitalista. Precisamente, hacia el final de estos "Comentarios..." Guy Debord alude a este hecho de la siguiente manera, autocomplaciente (con razón) y sin ambages: 

Me enorgullezco de ser un ejemplo, muy raro hoy día, de alguien que ha escrito sin quedar desmentido enseguida por los acontecimientos; y no digo desmentido cien veces o mil veces, como los demás, sino ni una sola vez. No dudo de que la confirmación que están encontrando todas mis tesis ha de continuar hasta el final del siglo y aún más allá. La razón es sencilla: he comprendido los factores constitutivos del espectáculo "en el fluir de su movimiento, y por tanto sin perder de vista su lado perecedero", es decir, encarando el conjunto del movimiento histórico que pudo edificar este orden y que ahora está comenzando a disolverlo.

Este libro que, como decía, reflexiona detenidamente sobre la repercusión de "La sociedad del espectáculo" en la propia sociedad del espectáculo, también aporta una buena cantidad de ejemplos prácticos (sucesos políticos y sociales que pusieron de manifiesto el acierto de sus teorías); también explica el porqué de la redacción inicial de "La sociedad del espectáculo" dentro del ambiente de aquella época (en el marco de la Internacional Situacionista, movimiento del que fuera fundador), e incluso ejemplifica la mala gestión cultural y la depauperación de la industria de la literatura en la sociedad del espectáculo con datos acerca de la traducción de su propio libro:

El trabajo intelectual asalariado tiende normalmente a seguir la ley de la producción industrial de la decadencia, conforme a la cual la ganancia del empresario depende de la rapidez de ejecución y de la mala calidad del material utilizado. Desde que esa producción tan resueltamente liberada de cualquier traza de miramientos para con el gusto del público ostenta en todo el espacio del mercado, gracias a la concentración financiera y, por consiguiente, a un equipamiento tecnológico cada vez mejor, el monopolio de la presencia no cualitativa de la oferta, ha podido especular cada vez más descaradamente con la sumisión forzada de la demanda y con la pérdida del gusto, que es momentáneamente su consecuencia entre la masa de la clientela.

Personalmente, me quedo con esos fragmentos en los que Debord ataca a las clases dirigentes sin concesiones, aludiendo a la falta de valores, de cultura y a la mala gestión política de la que somos víctimas:

El juicio de Fuerbach acerca del hecho de que su tiempo prefería "la imagen a la cosa, la copia al original, la representación a la realidad" se ha visto plenamente confirmado por el siglo del espectáculo, y eso en varios ámbitos en los que el siglo XIX había querido mantenerse apartado de lo que era ya su naturaleza profunda: la producción industrial capitalista. La burguesía difundió el espíritu riguroso del museo, del objeto original, de la crítica histórica exacta, del documento auténtico. 
(...)
El punto culminante se alcanza sin duda con la ridícula fascinación burocrática china de las grandes estatuas del enorme ejército industrial del primer emperador, que tantos hombres de Estado en sus viajes han sido convidados a admirar in situ. Lo cual demuestra, ya que ha sido posible burlarse de ellos tan cruelmente, que ninguno de ellos contaba entre la multitud de sus asesores con un solo individuo que entendiera de historia del arte de China ni de fuera de China. Es sabido que su formación es de otra índole muy distinta: "El ordenador de Su Excelencia no ha sido programado para responder sobre este particular". La constatación de que por primera vez se puede gobernar sin poseer el menor conocimiento de arte ni sentido alguno de lo auténtico y de lo imposible bastaría por sí sola para conjeturar que todos esos papanatas ingenuos de la economía y de la administración acabarán probablemente por conducir el mundo a alguna gran catástrofe, en el caso de que su práctica efectiva no lo hubiese ya demostrado.

Por último, una idea fundamental que por sí sola podría justificar la existencia de este libro: la constatación de la desaparición del concepto clásico del consejo de sabios como formato ideal de gobierno de un pueblo, así como de los grupos de debate e intercambio social y político:

Es que ya no existe el ágora, la comunidad general, ni tan siquiera unas comunidades limitadas a organismos intermedios o instituciones autónomas, a los salones o a los cafés, a los trabajadores de una sola empresa; no queda sitio en donde el debate sobre las verdades que conciernen a quienes están ahí pueda librarse a la larga de la apabullante presencia del discurso mediático y de las distintas fuerzas organizadas para aguardar su turno en tal discurso. No existe ya el juicio, con garantías de relativa independencia, de quienes constituían el mundo erudito; por ejemplo, de quienes antaño cifraban su orgullo en una capacidad de verificación que les permitía aproximarse a lo que se llamaba la historia imparcial de los hechos, o al menos creer que ésta merecía ser conocida. No queda ya ni verdad bibliográfica incontestable, y los resúmenes informatizados de los ficheros de las bibliotecas nacionales borrarán sus huellas con tanto mayor facilidad.

Las sentencias de Debord impresionan por su actualidad y acunan y acompañan en estos (en palabras de Javier Marías) tiempos ridículos.

Aquello de lo que el espectáculo puede dejar de hablar durante tres días es como si no existiera.


lunes, 24 de junio de 2013

"El sexo y el espanto" - Pascal Quignard


El taedium de los romanos se prolongo hasta el siglo I. La acedia de los cristianos apareció en el siglo III. Reapareció bajo la forma de melancolía en el siglo XV. Regresó en el siglo XIX con el nombre de spleen. Y regresó en el siglo XX con el nombre de depresión. No son más que palabras. Un secreto más doloroso habita en ellas. Del orden de lo inefable. Lo inefable es lo "real". Lo real no es otra cosa que el nombre secreto de lo más detumescente en lo profundo de la detumescencia. A decir verdad, no hay más lenguaje que el lenguaje. Y todo lo que no es lenguaje es real.

El sexo y el espanto. Pascal Quignard, Editorial Minúscula, 2006.


Quignard, como novelista, es asombroso: como ensayista, admirable.
Siento verdadera ansiedad por seguir consiguiendo libros suyos, pero eso me hace sentir bien.

domingo, 23 de junio de 2013

"Rizoma" - Gilles Deleuze


Quizá no sea yo quien (desde luego no todavía) para comentar ninguna obra de Gilles Deleuze. Pero algunos de los conceptos que él propone en sus libros me parecen tan increíbles y hermosos, que quiero darle voz en este espacio para extender su obra como un virus, para que este blog haga rizoma con el concepto de rizoma, para que lo haga con Deleuze.

Hablaré sólo del concepto de rizoma. Rizoma como planta que se extiende y se extiende... ocupando espacios de terreno favorables, contra la idea de árbol que enraíza profundamente en la tierra, un punto estático que crece tan solo hacia arriba, sin abarcar ningún otro espacio a su alrededor.

¡Haced rizoma y no raíz, no plantéis nunca! ¡No sembréis, horadad! ¡No seáis uno ni múltiple, sed multiplicidades! ¡Haced la línea, no el punto! La velocidad transforma el punto en línea. ¡Sed rápidos, incluso sin moveros! Línea de suerte, línea de cadera, línea de fuga. ¡No suscitéis un general en vosotros! Nada de ideas justas, justo una idea (Godard). Tened ideas cortas. Haced mapas, y no fotos ni dibujos. Sed la Pantera Rosa, y que vuestros amores sean como los de la avispa y la orquídea, el gato y el babuino.

El concepto línea de fuga aparece cuando una de las extensiones del rizoma ocupa un espacio de terreno que resulta no ser favorable. En ese momento, esa extensión se corta, lo que no significa que el rizoma al completo, ni ninguna otra de sus partes, se vea afectado. Supongo que esto tiene mucho que ver con alejarse de aquello que hace daño, o lo que es lo mismo, con el más puro instinto animal (...habrá que apoyarse directamente en una línea de fuga que permite fragmentar los estratos, romper las raíces y efectuar nuevas conexiones. Un rizoma puede ser roto, interrumpido en cualquier parte, pero siempre recomienza según ésta o aquella de sus líneas, y según otras).

En “Rizoma” (Pre-Textos, 2013), Gilles Deleuze y Félix Guattari introducen a dos voces intercaladas (rizomáticas) el concepto de rizoma que se completa en el libro “Mil mesetas: capitalismo y esquizofrenia” (Pre-Textos, 2010). Sin embargo, para disfrutar de una primera toma de contacto con las teorías de Deleuze, para los no iniciados, es muy recomendable el libro de Maite Larrauri, titulado “El deseo según Gilles Deleuze”, publicado en la colección “Filosofía para profanos” de Ediciones Tándem. En este libro, además del concepto de rizoma, también tenemos a los huracanes gozosos contra los huracanes resentidos, la desterritorialización (línea de fuga), la orquídea y la avispa...

El rizoma es una multiplicidad que cambia a medida que aumentan sus conexiones.

Libros que, ciertamente, son muy baratos: sirven para toda la vida.

martes, 18 de junio de 2013

"Agua" (un poema de Adriana Bañares)


Me han abierto el pecho en canal sin anestesia, y en
su interior no vi un ser humano: solo vi agua. Agua
densa y muy azul. Mi interior solo es gelatina que
ocupa cada recoveco de mi cuerpo. Mi alma es agua.
Variable, voluble, agua.
Por eso comprendí que en verdad era mi mente
quien ve, pues mis ojos son agua, parte de alma. El
concepto de satisfacción es un concepto auxiliar del
concepto de verdad. Soy una asignación insatisfecha,
incontingente, maleable, café mi sangre, de agua
hecha. Si lloro, es porque mi alma se desborda. Por
eso cuando llego al orgasmo siento literalmente que
me derrito. Todo mi cuerpo se hace agua.

No hay cuerpo, solo soy alma.


Adriana Bañares, Ánima esquiva, Editorial Origami, 2013

Adriana tuvo la amabilidad de dedicarme un ejemplar de "Ánima esquiva" en la feria del libro de Madrid hace unos días, y yo leí este poema vestida de azul, con armadura de escamas.

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