domingo, 26 de enero de 2014

"El coleccionista apasionado" - Philipp Blom


Anagrama nos deleita una vez más con una deliciosa obra de lectura, consulta y referencia, esta vez sobre el arte del coleccionismo. Se trata de una obra un tanto arriesgada para este mundo virtual en el que todo está cambiando para poder ser representado por ceros y unos, y el único tacto al que se aspira es al de la pantalla, fría, indolente y manoseada.

El encargado de guiarnos entre estantes y expositores es Philipp Blom, historiador hamburgués que ya figuraba en los catálogos de Anagrama con los ensayos “Encyclopedie”, “Años de vértigo” y “Gente peligrosa”. ¿Quién no ha sentido alguna vez la pulsión de coleccionar y codiciar objetos de cualquier índole y condición?


Una pulsión innata

Todo comienza en la niñez, cuando el instinto natural de poseer y almacenar objetos inanimados se ve alimentado por el bombardeo de publicidad que provoca que el niño sienta deseo por determinados artículos y haga todo lo posible por conseguirlos.

Es así como se fabrica un nuevo consumidor en esta sociedad mercantilizada, desde la más tierna infancia: álbumes de cromos, muñecos con la etiqueta “coleccionable”, piedras, sellos, quizá pequeños insectos... todo vale. Según Philipp Blom (que observa el coleccionismo desde multitud de puntos de vista obteniendo una obra poliédrica y genial) se colecciona, entre otras cosas, para atesorar algo que permanezca, y vencer o ahuyentar así a la muerte, “para un más allá anticipado, como si la muerte no existiera, o quizá para convencerse de que no existe”. En este sentido, relata la historia personal de un bibliófilo empedernido que cuando se acercaba al límite de su esperanza de vida comenzó a desprenderse de sus libros, como técnica de preparación personal a su posible muerte inminente.

Volviendo a la idea del coleccionismo en este mundo actual tan lleno de interferencias, el simple gesto de romper y tirar el dispositivo informático personal, con todo su contenido, y tirarlo a la basura, serviría para desprenderse en un solo gesto de toda una vida de almacenaje de libros, discos, fotografías, cartas de amigos y amantes y cualquier cosa susceptible de ser almacenada en impulsos eléctricos (o en un sucedáneo de sí misma, por tanto): hasta este punto es práctico el humano moderno.

Philipp Blom afirma que coleccionar es también “llenar el vacío”: que ese vacío presione los límites del alma, el aire de una estantería o los circuitos de un disco duro, es otro asunto: cada uno sabe bien dónde le duele.


Grandes coleccionistas

“Toda colección es un teatro de recuerdos.” 

Esta historia del coleccionismo se articula siguiendo la estela de grandes coleccionistas reales, más y menos conocidos, como Walter Benjamín, filósofo y bibliófilo alemán cuyas reflexiones sobre el orden y el caos aplicadas al coleccionismo ilustran algunas de las mejores citas de esta obra; la colección de curiosidades, obras pictóricas, medallas, plantas y libros de Sir Thomas Browne, que incluía libros sobre el arte del coleccionismo; William Randolph Hearst, estadounidense magnate de la prensa y caprichosísimo coleccionista y que inspiró a Orson Wells el personaje protagonista de “Ciudadano Kane”, atesoraba miles de objetos de los que apenas disfrutaba; el botánico Carl von Linneo implantó la organización sistemática en su clasificación vegetal, y gran parte de esa colección de plantas aún permanece en un sótano fortificado de Burlington House, Picadilly.

Y así, miles de coleccionistas a lo largo del mundo satisfaciendo sus deseos adquisitivos en la medida de sus posibilidades, o de la incontinencia de sus propios impulsos.

También se habla aquí de los falsificadores, que habitan en una cercanía incómoda con los coleccionistas. De la pérdida repentina de interés al conseguir el objeto de deseo. De que el objeto más importante de una colección es siempre el siguiente. Lo que hace Philipp Blom, a fin de cuentas, es sacar a la luz los trapos sucios de la intimidad del ser humano, de ahí el subtítulo del libro. Las colecciones son una extensión del coleccionista, que deposita en ella sus miedos, sus deseos, sus pasiones, sus instintos y su más meticuloso cuidado.


El coleccionismo como excusa

Philipp Blom expresa una idea que flota como una sombra a lo largo de todo el libro: la del coleccionista que ve cumplido en el desarrollo de su tarea el deseo de permanecer en soledad. Así, el coleccionismo es observado desde otra perspectiva, más psicológica y en la que podremos vernos más o menos reflejados.

Hay pocas personas inmunes al culto a los antepasados y a la magia de la proximidad física  a lo largo del tiempo: tener una moneda romana en la mano mientras nos preguntamos qué habría podido comprarse con ella; visitar lugares históricos; ver el violín de Mozart, un manuscrito de Beethoven, un poema manuscrito de Shelley, las pantuflas de Churchill, una pelota de béisbol con el autógrafo de Babe Ruth o una carta escrita por un gran hombre sobre cuestiones superficiales e íntimas. Estos objetos parecen contener el pasado, son testigos mudos de la historia, y llevan con ellos la inmediatez del tacto preservada a lo largo de los años y siglos.

Son estas reflexiones tan literarias y humanas las que hacen de este libro algo más que una simple historia del coleccionismo: un libro magnífico al que no se le puede sacar ninguna pega.

lunes, 20 de enero de 2014

"Librerías" - Jorge Carrión


“Librerías” es algo más que un ensayo sobre la evolución de las librerías y las características que las identifican según el lugar en el que se encuentren situadas: es también, y sobre todo, un libro de viajes (temática que ya ha trabajado este autor en otras publicaciones) en el que Jorge Carrión ha ordenado sus librerías favoritas geográficamente. ¿Quién puede resistirse a acompañarle a visitarlas?

Publicado hace tan solo unos meses, “Librerías” fue finalista del Premio Anagrama de Ensayo 2013, resultando ganador “Naturaleza de la novela” de Luis Goytisolo. Carrión ha publicado en algunas de las editoriales punteras como “Teleshakespeare” en Errata Naturae, “Los muertos” en Mondadori, “Australia: un viaje” en Berenice, etc. También, se han publicado traducciones suyas en DVD y Proa y colabora en otro buen puñado de libros como editor y prologuista.

Libros around the world

Para aquellos que desconfíen de la calidad u oportunidad de los libros premiados, aclaro que leí “Librerías” con cierta desconfianza inicial: pensaba que quizá fuera un libro oportunista enfocado a aquellos lectores que gustan de leer metaliteratura para regodearse en la creencia de que forman parte del minúsculo grupo selecto de gente que lee. Nada más lejos.

Jorge Carrión ha tenido el interés de buscar la documentación sobre librerías que sostiene el hilo argumentativo de este libro. Pero además, y esto es lo realmente envidiable, ha tenido la oportunidad de viajar a multitud de lugares del planeta y visitar en persona estos templos del conocimiento. Desde esta perspectiva tan rica en matices ofrece sus impresiones dividiendo este ensayo en base a la geografía terrestre: de forma muy acertada, comienza su exposición en la cuna del conocimiento: Atenas y las librerías más antiguas del mundo. Es ya en estos primeros capítulos donde advertimos el lujo de detalles ricamente documentados que contiene y comenzamos a disfrutar de anécdotas del mundo del libro más y menos conocidas.

En ellas [las librerías] percibimos restos de los dioses culturales que suplantaron a los religiosos, porque desde el Romanticismo hasta ahora las librerías, como los cementerios, como las ruinas arqueológicas, como ciertos cafés y tantas bibliotecas, como más tarde los cines y los museos de arte contemporáneo, han sido y siguen siendo espacios rituales (…)

El viaje continúa con una detallada visita a la ya mítica Shakeaspeare & Companies y sus posteriores réplicas, un capítulo con multitud de datos y curiosidades acerca de las reuniones de personalidades de la cultura beat que albergaron estos locales.

Libros impresos en grafías indescifrables abarrotan los estantes de los viejos locales de oriente, Jorge Carrión relata sus hallazgos y sus regateos en estos lugares remotos.

Más tarde, América es recorrida de norte a sur y de este a oeste en busca de tesoros bibliográficos y de pasillos abarrotados de anaqueles entre los cuales buscar refugio. Las imágenes de las tarjetas de visita que forman parte de la colección personal del autor se alternan con numerosas reflexiones tan subrayables, que no pueden sino ser fruto de un auténtico bibliófilo.

El imaginario de la librería anticuaria como depósito de extrañezas bascula entre los referentes reales y los escenarios de la imaginación, como todo lo que afecta a ese impulso humano que llamamos ficción. La librería Flourish & Blotts, en el callejón Diagon, de acceso secreto y justo detrás de la londinense Charing Cross Road, es uno de los establecimientos donde Harry Potter y el resto de estudiantes para mago acuden a surtirse de material escolar al inicio de cada curso. Para el rodaje de la versión cinematográfica se utilizó como escenario la Livraria Lello & Irmão de Oporto.

Las librerías del resto de España quedan un tanto empequeñecidas ante la especial mención de las librerías catalanas (algo comprensible si nos atenemos a la procedencia del autor), además, creemos que la selección de locales madrileños, que por aquí conocemos un poco mejor, podría estar infinitamente mejor realizada, puesto que acudir a lugares comunes no suele dar nunca los mejores resultados: pero para gustos los colores.

Entre el libro y el lector

Además de un lugar físico que propicie el encuentro, entre el libro a la venta y el lector potencial ha de existir un librero que sirva como guía para localizar los títulos que el cliente necesite en ese momento. Según Carrión, la relación “artesanal” entre librero y cliente pasa a un segundo plano desde que el librero es tan solo el dependiente con chaleco de serie que suministra títulos de forma automática, modelo de profesional que las grandes cadenas imponen.

Bien es verdad que uno comienza ilusionado a vender libros en lugares como Fnac y enseguida es reprendido por recomendar títulos en lugar de ofrecer la tarjeta de cliente, que es de pago y reporta mayores beneficios que la venta de libros. A esto se suma el hecho de que es ya un tema tan manido que tras un chaleco se parapeta un ignorante que por tanto cualquiera así ataviado es tratado como tal. Luego uno visita otras cadenas como La Central y aprecia que los dependientes en su mayoría exhiben indumentaria de una nueva tribu urbana con pitillo remangado y gafas de pasta. Entonces es comprensible que el cliente más serio se vuelva suspicaz al respecto.

Es complicado. Según Carrión, las librerías son escenario habitual de felices encuentros que han dado como resultado brillantes relaciones de todo tipo. Pero el lector optimista que encuentra en el librero un confidente suele percatarse al final de que lo que parecía una relación de amistad sigue siendo una relación comercial, cuando descubre que lo ignora absolutamente todo sobre la vida privada de su librero de cabecera. Afirma Carrión que “la librería, pese a las apariencias, nunca ha tenido claro sus propios límites”, y es que además de vender libros en todo tipo de formatos, cd’s, dvd’s y artículos de merchandising, son lugares de tertulia, intercambio de favores disfrazados de amistad entre editories, escritores, distribuidores y libreros, lugar de préstamo, escenarios de nuevos lanzamientos, firmas de ejemplares e incluso puntos secretos de comercio de publicaciones prohibidas.

“Librerías” puede usarse como obra de consulta y referencia, como obra literaria al igual que un libro de viajes y, lo que desde luego ha conseguido, es asegurarse un lugar privilegiado en los estantes de novedades y libros destacados en la multitud de librerías que cita, la mayoría de grandísima importancia. Pese a la reticencia inicial este libro me ha conquistado por sus propios méritos, y confío en que será un éxito de ventas tanto por la calidad de sus contenidos como por la publicidad que, ufanas, le deberían dedicar todas las librerías que aparecen citadas en él.


domingo, 19 de enero de 2014

"Vindicación de los derechos de la mujer" - Mary Wollstonecraft


“Espero que mi propio sexo me disculpe si trato a las mujeres como criaturas racionales en vez de halagar sus encantos fascinantes y considerarlas como si estuvieran en un estado de eterna infancia, incapaces de valerse por sí mismas. Deseo de veras mostrar en qué consiste la verdadera dignidad y la felicidad humana. Deseo persuadir a las mujeres para que intenten adquirir fortaleza, tanto de mente como de cuerpo, y convencerlas de que las frases suaves, la sensibilidad de corazón, la delicadeza de sentimientos y el gusto refinado son casi sinónimos de epítetos de la debilidad, y que aquellos seres que son sólo objetos de piedad, y de esa clase de amor que ha sido denominada como su hermana, pronto se convertirán en objetos de desprecio.”

Existen muchos motivos para descubrir y admirarse con el pensamiento de esta gran mujer, si uno todavía no tiene la suerte de conocerla. No sólo fue una luchadora por la igualdad de géneros, sino que lo fue en una época absolutamente aciaga: nació en 1759 y murió en 1797. 

Se trata por tanto de una de las pioneras del movimiento feminista, que escribió una serie de textos exponiendo sus opiniones sobre este tema de la forma más honesta y sencilla que uno pueda imaginarse, argumentando con sinceridad y muy buen tino cada una de sus posturas. 

“Deseo persuadir por la fuerza de mis argumentos en vez de deslumbrar por la elegancia de mi lenguaje.”

Su método consiste en elaborar sus teorías girando en torno a aquellas otras con las que está en desacuerdo, y así, da al traste con multitud de afirmaciones de autores a los que había leído y que a lo largo del tiempo se habían esforzado en explicar por qué la mujer era naturalmente inferior al hombre y debía servirle siempre.

"Se me puede acusar de arrogante, pero, pese a ello, debo declarar que estoy firmemente convencida de que todos los escritores que han abordado el tema de la educación y la conducta femeninas, desde Rousseau hasta el doctor Gregory, han contribuido a hacer de las mujeres los caracteres más débiles y artificiales que existen y, como consecuencia, los miembros más inútiles de la sociedad. Podría haber expresado esta convicción en un tono más comedido, pero me temo que habría parecido un fingido lloriqueo, no la ferviente expresión de mis sentimientos, extraídos del resultado evidente de la experiencia y la reflexión.”

Wollstonecraft establece que el gravísimo problema de desigualdad entre géneros radica en la base, que es la educación, puesto que desde que nacen, las niñas (o mejor: las bio-mujeres, como diría Beatriz Preciado) son tratadas como seres débiles y frágiles, y en ellas se suelen acentuar supuestas virtudes (que para Wollstonecraft son defectos) como la delicadeza y el postureo, haciendo de ellas seres dóciles e inútiles, enseñados desde el principio a situarse por debajo del yugo masculino: por ello crecen precisamente de ese modo: no han nacido así, han sido enseñadas. Hay que destacar que estas ideas proceden del siglo XVIII, y que después de doscientos años seguimos igual, si no peor.

Sin ir más lejos, sigo soportando a diario que a la feliz pareja que espera un retoño del género femenino, su círculo bombardea con exclamaciones del tipo: “Oh, qué bien, una princesita, para peinarla y ponerle vestiditos”; “Id comprando ropita rosa”; “Os regalaremos muñequitas para que juegue”. O la resignación de mujeres adultas que, conviviendo con un hombre, buscan pequeños refugios de ocio en los momentos en que él está trabajando, o ha hecho planes previamente por su cuenta. Así, hay millones de ejemplos a cual más estúpido y deshonroso para con el género femenino.

De este modo jamás se conseguirá la igualdad, mientras la mayoría de mujeres vivan cómodas en su aceptada inferioridad. Siendo mujer menor de 30 años, aún no me he acostumbrado (y me temo que ya nunca lo haré) a los comentarios extrañados de quienes se asombran de que me guste vivir libre e independiente. Incluso he tenido que soportar el juicio de bio-mujeres pseudo-feministas que decían valorar la valentía de las luchadoras pero se escudaban en su debilidad para evitar volar del nido, aún teniendo medios para poder permitirse escapar y vivir su propia vida; o, teniendo la posibilidad de trabajar y vivir por su propia cuenta, escudarse asimismo en su debilidad o en mil otras excusas y permanecer viviendo mantenidas.

Mary Wollstonecraft era una mujer sabia, y entre otras muchas cosas dejó escrito que a las niñas se les debe decir siempre la verdad, puesto que las eternas mentiras disfrazadas de recato o de mentiras piadosas son mucho más dañinas siempre: es una lástima que sus dos hijas no fueran educadas bajo su filosofía, ya que murió tras el segundo parto y fue el padre de las niñas quien se encargó de su educación, bajo otros métodos. 

Sobre la mentira, enfocada en este caso a la traición de pareja, opinaba lo siguiente: “Las artes que debe practicar para engañarlo la convertirán en el más despreciable de los seres humanos; y, en cualquier caso, las estratagemas necesarias para preservar las apariencias mantendrán su mente en aquel trajín infantil o vicioso que destruye toda su energía”. Luego queda claro que la mentira queda erradicada de la personalidad de quien queramos educar, siguiendo sus pautas.

Mary Wollstonecraft
Su redacción es impecable y clara, y despojada de todo adorno, como ella misma aclara al principio del texto. Sin embargo, en unos pocos fragmentos nos podemos topar con tesoros como este: “Pero me he adentrado desprevenida en tierra de hadas, sintiendo la brisa perfumada de la primavera acariciándome sigilosamente, aunque noviembre frunce el entrecejo.”

Este libro está enriquecido con multitud de citas extraídas de obras de Shakespeare; además, captada al azar, una frase del capítulo en que censura a los escritores que han hecho de las mujeres objetos de piedad, sienta la base fundamental sobre la que varias decenas de años después Guy Debord nos deslumbrara con sus teorías sobre “La sociedad del espectáculo”, y que otros pocos años después Vargas Llosa plagió descaradamente en “La civilización del espectáculo”. El fragmento en cuestión comienza a lo Ginsberg y termina, como decíamos, a lo Debord:

“Veo a los hijos y a las hijas de los hombres persiguiendo sombras y gastando ansiosamente sus poderes para alimentar las pasiones que no tienen adecuado objeto –si el mismo exceso de estos impulsos ciegos, mimados por esta mentirosa pero constantemente confiada guía, la imaginación, no hiciera, preparándoles para otro estado, a los miopes mortales más sabios sin su propia concurrencia, o, lo que viene a ser lo mismo, cuando estaban persiguiendo algún imaginario bien presente.
Tras ver los objetos bajo esta luz, no sería muy caprichoso imaginar que este mundo era un escenario en el que se representa cada día una pantomima para el entretenimiento de seres superiores. Cómo se distraerían al ver al hombre ambicioso consumirse a sí mismo persiguiendo a un fantasma y “buscando la engañosa reputación en la boca del cañón que le iba a reducir a la nada”: pues cuando la conciencia se pierde, no importa si montamos en un torbellino de aire o descendemos en la lluvia.”

La idea del mundo como escenario procede de “As You Like It” (“Como gustéis”), de Shakespeare, autor a quien Wollstonecraft cita a menudo de una forma muy inteligente y apropiada a cada ocasión.

Una de las primeras ideas que se expone en este libro es la de que las mujeres procedentes de círculos enriquecidos son educadas con mayores dificultades, lo cual en principio sorprende puesto que debería ser al contrario, ya que, se da por hecho, cuentan con los medios materiales para proporcionarse educación de calidad, si así lo desean. Pues bien, precisamente al proceder de familias acomodadas, han sido criadas con todos los lujos y están corrompidas por la riqueza, los títulos y la propiedad, por lo que ya no se encuentran en un estado natural que facilite una educación basada en unos pilares básicos de humildad y humanidad.

Hay que tener en cuenta que cuando uno lee a Wollstonecraft hay muchos años de tiempo entre medias, por lo que es necesario evadirse a pesar de que se trate de un texto excepcionalmente actual (precisamente porque en este ámbito no se ha evolucionado apenas nada) y con un lenguaje perfectamente comprensible hoy día: pero, por ejemplo, recomendaría obviar las referencias al catolicismo a los lectores ateos, tal y como yo he hecho (y no por ello he disfrutado menos del texto, lo aseguro), o, sobre todo, establecer en aquellos lugares donde sea necesario el término “sexo”, que ella sin distinción utiliza, por “género”, muchas veces más preciso y adecuado.

Por todo esto y por todo lo demás que queda a la espera en las páginas del libro para quienes deseen saber más, pienso y afirmo que, sin lugar a dudas, Mary Wollstonecraft es rock’n’roll, auténtico y genuino.

miércoles, 15 de enero de 2014

"El lector" - Pascal Quignard


" Liberalidad de rareza que se reduce a la apariencia de una materia desenrollada u hojeada, canastilla de boda o bien denarios de Dios siempre ennegrecidos y cerrados; que atiende a las necesidades de su munificencia y de la sobrepuja de su miseria gracias al corazón y al cuerpo del lector, igual que ella le despoja y sacrifica, le sustenta e inunda con los trastornos pródigos de la muerte: el libro mantiene en vilo, pone un nudo en la garganta, hace latir excesivamente el corazón, empalidece el rostro o lo hace arder de fiebre, arranca los sollozos vanos, ahonda los rasgos inmóviles del rostro, retuerce el centro del vientre, hincha el sexo, y haciendo caso a todas las emociones y a todos los simulacros hace que el cuerpo se agriete, vaya a la ruina. Hace que se marchite y se estremezca. Tiemble. Que desaparezca.

Pasa la Palabra, Hermana



Hechizo de W.I.T.C.H.
(Women's Independent Taxpayers, Consumers, and Homemakers)

Doble, burbuja, guerra y escombros.
Cuando te enredas con mujeres te metes en líos.
Somos condenadas por asesinato si se planea un aborto.
Condenadas por vergüenza si no tenemos un hombre.
Condenadas por conspiración si luchamos por nuestros derechos.
Y quemadas en la hoguera cuando nos levantamos para luchar.
Doble, burbuja, guerra y escombros.
Cuando te enredas con mujeres estarás en líos.
Maldecimos tu imperio para poder hacerlo caer.
Cuando te enfrentas a una e nosotras ¡te enfrentas a todas!

Pasa la Palabra, Hermana.


W.I.T.C.H. Conspiración Terrorista Internacional de las Mujeres del Infierno
La Felguera editores, 2013, 3ª ed.
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