Pero el recorrido no comienza en Boston, sino en Irak. Y de ahí se pasará (esta vez sí) a Boston, para seguir por Australia, luego a la ciudad de Iqaluit, donde se visitará a los esquimales; después será el desierto del Sahara, más tarde China y, finalmente, una breve visita a Alaska como colofón a este recorrido inmenso e inquietante.
Uno vive en su burbuja y se siente un completo analfabeto en todo lo referente a otras culturas después de leer estas brevísimas y sabrosas pinceladas que le abren los ojos ante lugares y gentes que parecen tan lejanas pero que están ahí, en alguna parte. Y aparece la ilusión por conocer algún día todo lo que se ha leído. Porque estos artículos, escritos tras visitar físicamente todos los lugares mencionados más arriba, tienen la facultad de transmitir la historia, las costumbres y también ricas descripciones de las personas que R. M. encontró en esos lugares y todas ellas en un breve librito de menos de 200 pp.
De todos y cada uno de estos artículos hay párrafos muy esclarecedores y llamativos. Pero, como muestra, transcribo un fragmento del relativo a Boston, lugar donde la autora ha vivido y conoce bien:
"(...) El domingo de Resurrección asisto a misa en una iglesia episcopaliana de Boston, porque tengo curiosidad por conocer los oficios protestantes. La iglesia está adornada con guirnaldas y colgaduras, muy bonita. Unos acomodadores te sientan en tu sitio y te ofrecen el programa del acto que vas a ver, o sea, la misa.
(...) Comienza al fin la cosa y hay primero un desfile festivo con niños y adultos disfrazados: conejitos de Pascua, animales de fieltro y una bailarina envuelta en gasas a lo Isadora Duncan que cierra la procesión dando airosos y volanderos saltos (el nombre de todos ellos consta en el programa, por supuesto). Después, un cachito de misa propiamente dicha, o de liturgia. Luego un trompetista de jazz interpreta un solo. Más misa. Cantos corales. La homilía, llena de chistes y anécdotas, en un perfecto estilo de entertainment a lo Johnny Carson. Un magnífico concierto de Bach, con toda una orquesta instalada en los escalones del altar. Final de la función, grandes aplausos. A la salida, los acomodadores reparten flores a los asistentes. Ha sido un bonito espectáculo, de eso no hay duda: los norteamericanos dominan ese negocio como nadie. O sea, que Hollywood ha dejado su impronta también en los registros religiosos. Pero no se me malinterprete: puestos a elegir, prefiero mil veces este sentido alegre y juguetón de lo divino que la liturgia tradicional católica (espectáculo también, pero en antiguo), llena de llanto y de crujir de dientes, de miedo, de penumbra y sacrificio.
Me parece uno de los párrafos más significativos porque así es el libro, o así lo he entendido yo: sabiamente, R.M. no se limita a asombrarse ante todo lo que va encontrando, lo que le resulte novedoso o chocante, no. Además, compara todo eso con la cultura española (o con otras culturas, en otros casos) de forma que establece unas relaciones de las que se desprenden los motivos por los que en cada lugar se hacen las cosas de una manera, esto es, un breve estudio sociológico de la influencia que la historia (sobre todo) y con ella, las costumbres, han tenido sobre cada población para que actualmente se comporten como lo hacen; nada es fortuito, nada surge de la nada. Las nuevas generaciones solo van modificando las costumbres de sus antepasados de forma que las adapten a los nuevos tiempos, pero en esencia todo les ha sido transmitido. Así y todo, le da a uno la sensación de que la globalización impera, y en muchos casos parece estar ganando la batalla.
martes, 30 de diciembre de 2008
domingo, 28 de diciembre de 2008
"No he venido aquí a hacer amigos: Desventuras de un consultor IT" - Jaime Miranda
"No he venido..." es una divertida sátira sobre el trabajo de los oficinistas modernos. Tecnología, despachos, portátiles, impresoras, café de máquina, material de oficina, reuniones de trabajo... todo ese universo se mezcla con la muerte del jefe y el suicidio de un compañero, para dar lugar, en contra de lo que pudiera parecer a simple vista, a una historia fresca que hace sonreír en más de una y de dos ocasiones.
Lo cierto es que el día a día en la oficina está muy bien reflejado y, como muestra, un fragmento:
"(...) Cuando entré tenía ganas de hacer cosas nuevas. Cuando llevaba un año las había perdido para siempre. Ahora me siento en el sitio y hay días en los que no hago nada, y nadie parece darse cuenta, supongo que porque ellos están también disimulando."
A raíz de los trágicos sucesos que le ocurren al jefe y al compañero, se da lugar a un derroche de imaginación y fantasía con los que la historia toma un rumbo inesperado. Se convierte así en una aventura, sin caer en el error de la monotonía de un oficinista hastiado que sólo relatara su malestar y sus quejas.
Además, la realidad se encuentra reflejada con acierto, en temas como la dificultad de los jóvenes en la búsqueda de empleo, en lo raro que resulta trabajar en algo relacionado con los estudios realizados... Cuando termina la carrera uno cree encontrarse en la cumbre (¡licenciado!) y no es más que el último eslabón de la cadena cuando se incorpora a un trabajo: hay que empezar otra vez desde cero. El caso del protagonista es también habitual: seleccionado para un trabajo del que ni siquiera sabía su existencia; obligado a acompañar a su jefe en uno de sus primeros días haciéndose pasar por un profesional en... lo que no es, etc., etc. La realidad siempre supera a la ficción. Pasen y vean.
Lo cierto es que el día a día en la oficina está muy bien reflejado y, como muestra, un fragmento:
"(...) Cuando entré tenía ganas de hacer cosas nuevas. Cuando llevaba un año las había perdido para siempre. Ahora me siento en el sitio y hay días en los que no hago nada, y nadie parece darse cuenta, supongo que porque ellos están también disimulando."
A raíz de los trágicos sucesos que le ocurren al jefe y al compañero, se da lugar a un derroche de imaginación y fantasía con los que la historia toma un rumbo inesperado. Se convierte así en una aventura, sin caer en el error de la monotonía de un oficinista hastiado que sólo relatara su malestar y sus quejas.
Además, la realidad se encuentra reflejada con acierto, en temas como la dificultad de los jóvenes en la búsqueda de empleo, en lo raro que resulta trabajar en algo relacionado con los estudios realizados... Cuando termina la carrera uno cree encontrarse en la cumbre (¡licenciado!) y no es más que el último eslabón de la cadena cuando se incorpora a un trabajo: hay que empezar otra vez desde cero. El caso del protagonista es también habitual: seleccionado para un trabajo del que ni siquiera sabía su existencia; obligado a acompañar a su jefe en uno de sus primeros días haciéndose pasar por un profesional en... lo que no es, etc., etc. La realidad siempre supera a la ficción. Pasen y vean.
miércoles, 24 de diciembre de 2008
"Breve tratado de la ilusión" - Julián Marías
"El mundo de Sofía", de Jostein Gardner; "Más Platón y menos Prozac", de Lou Marinoff; "Encyclopédie", de Philipp Blom... todos ellos intentos fallidos de acercarme a la filosofía. Tenía que ser el padre del genial Javier, como un soplo de aire fresco quien, con su "Breve tratado de la ilusión" diera por satisfecha con creces mi intención de disfrutar con un texto filosófico.
Por un lado, más que filosófico es ante todo filológico, al menos se parte de esa base, pero además de ser un estudio sobre el origen, formas y significados de la palabra "ilusión", existe todo un conjunto de pensamientos sobre la implicación que dicha palabra ha tenido en la sociedad y, como reflejo de ésta, en la literatura.
En tiempos de prisas e imprecisión, sorprende muy gratamente la calidad de la escritura de Julián Marías, en la que cada frase está hecha a base de palabras insustituibles, sabiamente seleccionadas y aun mejor ordenadas. Como muestra, algunos fragmentos:
"¿Cómo se pasa del sentido etimológico, originario, presente en todas las lenguas, de engaño (o esclarecimiento), a este otro nuevo, próximo a la esperanza y el entusiasmo, pero distinto de ellos, por el cual se desliza una nueva manera de sentirse en la vida?"
"Me pregunto si los pueblos que no poseen la palabra ilusión más que en acepción negativa son capaces de ilusión en la misma medida que los que hablan español, desde hace siglo y medio."
Por un lado, más que filosófico es ante todo filológico, al menos se parte de esa base, pero además de ser un estudio sobre el origen, formas y significados de la palabra "ilusión", existe todo un conjunto de pensamientos sobre la implicación que dicha palabra ha tenido en la sociedad y, como reflejo de ésta, en la literatura.
En tiempos de prisas e imprecisión, sorprende muy gratamente la calidad de la escritura de Julián Marías, en la que cada frase está hecha a base de palabras insustituibles, sabiamente seleccionadas y aun mejor ordenadas. Como muestra, algunos fragmentos:
"¿Cómo se pasa del sentido etimológico, originario, presente en todas las lenguas, de engaño (o esclarecimiento), a este otro nuevo, próximo a la esperanza y el entusiasmo, pero distinto de ellos, por el cual se desliza una nueva manera de sentirse en la vida?"
"Me pregunto si los pueblos que no poseen la palabra ilusión más que en acepción negativa son capaces de ilusión en la misma medida que los que hablan español, desde hace siglo y medio."
sábado, 20 de diciembre de 2008
"Ghostgirl" - Tonya Hurley
Con bastante más decoración y marketing que calidad literaria, "Ghostgirl" no brilla más allá de lo que lo hacen los reflejos fucsias de sus cantos, pero lo cierto es que es un libro bien simpático.
No he leído la popular saga de Stephenie Meyer pero, al parecer, si Tonya Hurley, la autora de "G.G.", ha conseguido éxito ha sido en parte gracias a haber seguido su estela. Los tiros de la literatura juvenil actual van por lo romántico enmascarado de gótico, vintage y todo lo que huela a muerte, a retro y a raro, a vampiros, castillos y magos (léase: Harry Potter) y ahora que el citado H.P. ha terminado ("Los cuentos de Beedle el Bardo" son sólo un último intento para estas navidades, pero lo pasado, pasado) otros saltan a la palestra de los mostradores y escaparates libreros utilizando similares ingredientes con el fin de hacer la mejor caja posible.
Pero centrémonos en G.G. Un libro en el que la muerte de la protagonista es solo el comienzo de la historia. El resto se entra en cómo consigue la niña ver cumplido su último deseo antes de poder pasar al fin al otro lado. Cada comienzo de capítulo contiene alguna estrofa de grupos actuales y reconocibles y, como muestra:
How can you see into my eyes like open doors
Leading you down into my core
Where I´ve become so numb without a soul
My spirit sleeping somewhere cold
Until you find it there and lead it back home
- Evanescence
De esta manera y con alusiones a temas muy actuales, se busca la complicidad del lector adolescente, que va de duro pero en el fondo es tan romántico como lo han sido los adolescentes por los tiempos de los tiempos. El resto no es más que la consabida y manida historia de jóvenes norteamericanos: la popular y perversa animadora, sus sosas y superficiales amigas que la traicionarían si hiciera falta, su perfecto y deportista novio, su hermana la "rarita" (que casi desde el principio se convierte en uno de los personajes más alentadores para continuar con la lectura), etc.
Da gusto tener entre las manos un libro con una maquetación y una presentación tan cuidada, la verdad. Es agradable que brille un destello fucsia cada vez que se gira una página. Y que la cabecera de todas las páginas aparezcan ilustradas. Para qué negarlo.
Por último, me ha hecho mucha gracia el ¿Fin? que aparece en la última página. ¿Debo pensar que se trata de una puerta abierta a una segunda parte de "G.G."? En todo caso, dependerá de cómo vayan las ventas estas navidades, de si hacen o no la película...
No he leído la popular saga de Stephenie Meyer pero, al parecer, si Tonya Hurley, la autora de "G.G.", ha conseguido éxito ha sido en parte gracias a haber seguido su estela. Los tiros de la literatura juvenil actual van por lo romántico enmascarado de gótico, vintage y todo lo que huela a muerte, a retro y a raro, a vampiros, castillos y magos (léase: Harry Potter) y ahora que el citado H.P. ha terminado ("Los cuentos de Beedle el Bardo" son sólo un último intento para estas navidades, pero lo pasado, pasado) otros saltan a la palestra de los mostradores y escaparates libreros utilizando similares ingredientes con el fin de hacer la mejor caja posible.
Pero centrémonos en G.G. Un libro en el que la muerte de la protagonista es solo el comienzo de la historia. El resto se entra en cómo consigue la niña ver cumplido su último deseo antes de poder pasar al fin al otro lado. Cada comienzo de capítulo contiene alguna estrofa de grupos actuales y reconocibles y, como muestra:
How can you see into my eyes like open doors
Leading you down into my core
Where I´ve become so numb without a soul
My spirit sleeping somewhere cold
Until you find it there and lead it back home
- Evanescence
De esta manera y con alusiones a temas muy actuales, se busca la complicidad del lector adolescente, que va de duro pero en el fondo es tan romántico como lo han sido los adolescentes por los tiempos de los tiempos. El resto no es más que la consabida y manida historia de jóvenes norteamericanos: la popular y perversa animadora, sus sosas y superficiales amigas que la traicionarían si hiciera falta, su perfecto y deportista novio, su hermana la "rarita" (que casi desde el principio se convierte en uno de los personajes más alentadores para continuar con la lectura), etc.
Da gusto tener entre las manos un libro con una maquetación y una presentación tan cuidada, la verdad. Es agradable que brille un destello fucsia cada vez que se gira una página. Y que la cabecera de todas las páginas aparezcan ilustradas. Para qué negarlo.
Por último, me ha hecho mucha gracia el ¿Fin? que aparece en la última página. ¿Debo pensar que se trata de una puerta abierta a una segunda parte de "G.G."? En todo caso, dependerá de cómo vayan las ventas estas navidades, de si hacen o no la película...
domingo, 14 de diciembre de 2008
"El trabajo os hará libres" - Espido Freire
Definitivamente, he decidido que me gustan más las novelas que los volúmenes de cuentos de Espido Freire. Estos últimos son un tanto flojos (tanto en este caso como en volúmenes anteriores, como "Juegos míos", por citar un ejemplo). Para mi gusto les faltan muchos ingredientes: tensión, interés (temas) o incluso mejor redacción en ocasiones.
En "El trabajo..." hay un par de cuentos: "La venta de las novillas" y "Viaje de regreso", que sí evocan la esencia más propia de sus novelas, una EF al más puro estilo, podría decirse. Quizá sea una coincidencia, que no creo, pero en estos dos casos a los que me refiero la extensión es mayor que en el resto de cuentos, lo que da más tiempo para presentar la trama y a los personajes, de crear un clima. El resto de cuentos, más breves, son insusos en su mayoría y parece que se quedan a la espera de que llegue la mejor parte, cuando acaban. Por eso decidí que la brevedad no favorece los textos de esta autora.
En "El trabajo..." hay un par de cuentos: "La venta de las novillas" y "Viaje de regreso", que sí evocan la esencia más propia de sus novelas, una EF al más puro estilo, podría decirse. Quizá sea una coincidencia, que no creo, pero en estos dos casos a los que me refiero la extensión es mayor que en el resto de cuentos, lo que da más tiempo para presentar la trama y a los personajes, de crear un clima. El resto de cuentos, más breves, son insusos en su mayoría y parece que se quedan a la espera de que llegue la mejor parte, cuando acaban. Por eso decidí que la brevedad no favorece los textos de esta autora.
jueves, 11 de diciembre de 2008
"El capote" - Nikolái Gógol
Me gusta pensar en este cuento como en una personificación de la injusticia y de la pobreza, más que como en una metáfora. Sería algo así como la forma de darle voz a todos aquellos que son sometidos a todo tipo de injusticias y que no se pueden defender.
Es innegable que se ha convertido en todo un clásico, y esta nueva edición de Nórdica Libros así lo confirma. Además, se agradece encontrar una presentación tan buena y cuidada, que parece casi un cuento infantil por su formato, tipo y tamaño de letra e ilustraciones.
Me ha encantado la presencia del fantasma, espíritu disconforme y rebelde que regresa tras su muerte para vengar todas las ofensas sufridas en vida, vengando así de alguna manera a quienes siguen sin poder defenderse, o murieron sin haberlo hecho.
Es innegable que se ha convertido en todo un clásico, y esta nueva edición de Nórdica Libros así lo confirma. Además, se agradece encontrar una presentación tan buena y cuidada, que parece casi un cuento infantil por su formato, tipo y tamaño de letra e ilustraciones.
Me ha encantado la presencia del fantasma, espíritu disconforme y rebelde que regresa tras su muerte para vengar todas las ofensas sufridas en vida, vengando así de alguna manera a quienes siguen sin poder defenderse, o murieron sin haberlo hecho.
miércoles, 10 de diciembre de 2008
V
Míralos, ahí están: "de facing", ordenados en columnas por cubiertas (los colores tienen mucha importancia, fíjense que van alternados), haciendo todo lo posible para llamar la atención. Son nuevos, brillan y los estantes situados más al alcance de la mano nunca deben encontrarse vacíos. En la FNAC se decía: si pusiéramos un zapato en ese mostrador, seguro, seguro, que alguien se lo compraba. Esos libros suponían el 80% del total de ventas, ¿no es escalofriante?
martes, 9 de diciembre de 2008
"El demonio te coma las orejas [1997-2008]: Poesía de no ficción" - David González
Se trata de una reedición de uno de los primeros trabajos de D. González, donde se incluyen nuevos textos y se amplía y mejora el resto.
Lo más destacable es la autobiografía, ya que ningún poema es ficticio: se advierte el desahogo del sufrimiento en las palabras. Pero no, eso sería lo segundo más destacable: lo primero es lo bien escrito que está.
Sin pretender compararlos, y solo para ilustrar levemente la forma en que está escrito: al igual que en la prosa de Javier Marías se advierte un evidente (y precioso) ritmo poético, la poesía de David González tiende hacia la prosa por la falta de rima en los versos y, sin embargo, posee una fuerza y una cadencia que ya quisieran para sus poemas muchos que se hacen llamar poetas.
Muchas de mis impresiones ya las recoge el prólogo, prolijo y bien documentado, que no se deja (títere con cabeza) por el camino ningún detalle. Una de esas ideas a las que me refiero es que la experiencia de la lectura de este libro es comparable a la de haber visto una película. En cualquier caso, mientras lo lees te fijas con pena cómo cada vez van quedando menos páginas (así que más te vale que echen humo...), que ya lo vas a terminar y que sin embargo por más que lo intentas no eres capaz de leer ni siquiera un poco más despacio, solo quieres más, solo quieres que no se acabe.
No me gusta repetir y esto lo dice todo aquel que comenta la obra de David, y es que es una gran verdad: su poesía es perfecta para todos aquellos que nunca leen poesía. Porque les encantará, en todos los sentidos de la palabra. Y porque no van a encontrar la poesía convencional que esperan.
Cubierta (que no portada) de
la primera edición de "El demonio...".
Lo más destacable es la autobiografía, ya que ningún poema es ficticio: se advierte el desahogo del sufrimiento en las palabras. Pero no, eso sería lo segundo más destacable: lo primero es lo bien escrito que está.
Sin pretender compararlos, y solo para ilustrar levemente la forma en que está escrito: al igual que en la prosa de Javier Marías se advierte un evidente (y precioso) ritmo poético, la poesía de David González tiende hacia la prosa por la falta de rima en los versos y, sin embargo, posee una fuerza y una cadencia que ya quisieran para sus poemas muchos que se hacen llamar poetas.
Muchas de mis impresiones ya las recoge el prólogo, prolijo y bien documentado, que no se deja (títere con cabeza) por el camino ningún detalle. Una de esas ideas a las que me refiero es que la experiencia de la lectura de este libro es comparable a la de haber visto una película. En cualquier caso, mientras lo lees te fijas con pena cómo cada vez van quedando menos páginas (así que más te vale que echen humo...), que ya lo vas a terminar y que sin embargo por más que lo intentas no eres capaz de leer ni siquiera un poco más despacio, solo quieres más, solo quieres que no se acabe.
No me gusta repetir y esto lo dice todo aquel que comenta la obra de David, y es que es una gran verdad: su poesía es perfecta para todos aquellos que nunca leen poesía. Porque les encantará, en todos los sentidos de la palabra. Y porque no van a encontrar la poesía convencional que esperan.
Cubierta (que no portada) de
la primera edición de "El demonio...".
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