Mostrando entradas con la etiqueta Comentarios. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Comentarios. Mostrar todas las entradas

lunes, 16 de octubre de 2017

Los sentidos del sujeto_Judith Butler


"Los sentidos del sujeto" (Herder: Barcelona, 2016), es una colección de ensayos cortos que giran en torno a la función de las pasiones en la formación del sujeto desde un punto de vista fundamentalmente filosófico. Se trata de siete textos escritos entre 1993 y 2012 (bastante desactualizados por tanto, en la introducción se indica que la autora ha modificado, para esta edición, aquellas partes en las que actualmente ya no estaba de acuerdo con lo que había expresado) en los que Judith Butler (Cleveland, EEUU, 1956) critica los aspectos de varios autores con los que no está de acuerdo (Descartes, Marleau-Ponty, Spinoza, etc.), pero va más allá y también hace críticas de otras críticas (de Irigaray sobre Marleau-Ponty, de Kierkegaard contra Hegel, etc.). Entretenido, cuanto menos. No es una lectura fácil (a lo largo de párrafos y párrafos le da vueltas y más vueltas a conceptos muy concretos aportando pequeños cambios de puntos de vista y el lenguaje es muy académico) pero resulta enriquecedora y nos invita a pensar hasta qué punto el exterior afecta en la formación del sujeto, que es impresionable y vulnerable.

Judith Butler es autora de referencia en estudios de género, estableció las bases en sus libros más conocidos como "El género en disputa" (Paidós, 2001), "Cuerpos que importan" (Paidós, 2008), "Cuerpos aliados y lucha política" (Paidós, 2017) ó "Deshacer el género" (Paidós, 2008), pocos ensayos feministas actuales no la citan en algún momento. Algunos fragmentos brillantes de "Los sentidos del sujeto":

p.88 (...) los más variados actos de aparente autodestrucción tienen algo de persistente y de potencial autoafirmador de vida.

*

p.99 Mientras que el duelo parece versar sobre la pérdida de un objeto —la pérdida consciente de un objeto—, los melancólicos no saben qué lamentan. Y en algún punto se resisten a reconocer esta pérdida. Como resultado, padecen la pérdida como una pérdida de conciencia, es decir, de un yo cognoscente. Si este conocimiento es el que afianza al yo, este yo también se pierde, y la melancolía se convierte en un lento desfallecimiento, un deterioro potencialmente suicida. Este deterioro tiene lugar por medio del autorreproche y la autocrítica, y puede tomar la forma del suicidio, es decir, del intento de anular la propia vida debido al desprecio que se siente por esta.

*

p.161 Nos podríamos preguntar si no hay más alternativa que la fe o la desesperación. Según Kierkegaard, así es. La mayoría de los seres humanos viven en la desesperación, y ni siquiera saben que están desesperados. En realidad, el hecho de ignorar la propia desesperación es un síntoma de desesperación. La persona que ignora que tiene ante sí una tarea, que debe librar una batalla por afirmar su yo de este modo tan paradójico, se basa en una serie de suposiciones sobre la solidez de su propia existencia que permanecen sin cuestionar y, por lo tanto, al margen de la dificultad de la fe. Así que parece que existe otro camino hacia la fe que no es el de la desesperación. Pero para Kierkegaard, la fe no provee una solución a la paradoja del yo. De hecho, no hay nada que pueda proporcionar tal solución. El yo es una alteración, un constante ir de aquí para allí, una paradoja viva, y la fe no detiene ni resuelve esa alteración convirtiéndola en un todo armónico o sintético. Al contrario, la fe es precisamente la afirmación de que no puede haber solución. Y puesto que la "síntesis" representa la solución racional de la paradoja, y esta no se puede resolver, de ahí se sigue que la fe emerge precisamente en el momento en que la "síntesis" se demuestra una solución engañosa. Digamos que esta sería la última de las burlas de Kierkegaard a costa de Hegel.

*

p.193 ¿Y cómo funciona en la relación ética entre los sexos que Irigaray imagina y promueve y que entiende como el eje del proyecto de la filosofía feminista? Recordemos que, según ella, universalizar una norma, o sustituir una por otra, serían ejemplos de un procedimiento ético que presupone una posición simétrica de hombres y mujeres en el lenguaje. De hecho, si las mujeres y los hombres se ubicaran simétrica o recíprocamente en el lenguaje, entonces la reflexión ética consistiría en imaginarse a uno mismo en el lugar del otro y en extraer un conjunto de reglas o prácticas a partir de esa sustitución imaginada o imaginable. Pero en el caso de que hombres y mujeres se ubiquen asimétricamente, el acto de un hombre de sustituirse por una mujer en un esfuerzo por lograr una igualdad imaginada se convierte en un acto por el cual el hombre extrapola su propia experiencia a expensas de la propia de cada mujer. En este escenario, según Irigaray, el acto por el cual un hombre se sustituye por una mujer se convierte en un acto de apropiación y borrado; el procedimiento ético de la sustitución, pues, queda reducido, paradójicamente, a un acto de dominación. Por otro lado, si una mujer, desde su posición subordinada en el lenguaje, se sustituye por un hombre, esta se imagina a sí misma en una posición dominante y sacrifica su sentido de la diferencia respecto a la norma. En tal caso, el acto de sustitución se convierte en un acto de autoborradura o autosacrificio.
Podríamos concluir que, para Irigaray, dada su perspectiva, según la cual hombres y mujeres ocupan una posición asimétrica en el lenguaje, no puede haber relación ética.

*

p. 246 El "tú´" es anterior al nosotros, anterior al vosotros y anterior al ellos. Es sintomático que el "tú" sea un término que no encuentre un lugar en los desarrollos modernos y contemporáneos de la ética y la política. Las doctrinas individualistas ignoran al "tú", porque están demasiado preocupadas por enaltecer los derechos del yo, y el tú queda oculto en una forma de ética kantiana que solo es capaz de poner en escena un yo que se dirige a sí mismo como un "tú" conocido. El "tú" tampoco encuentra su lugar en las escuelas de pensamiento a las que se opone el individualismo, escuelas que, en su mayor parte, se ven afectadas por un vicio moral, que, para evitar caer en la decadencia del yo, evita la contigüidad del tú, y privilegia lo colectivo, los pronombres en plural. De hecho, muchos movimientos revolucionarios (que van del comunismo tradicional al feminismo de la sororidad) parecen compartir este curioso código lingüístico basado en una moralidad intrínseca de los pronombres. El nosotros siempre es positivo, el vosotros es un posible aliado, el ellos muestra el rostro del enemigo, el yo es indecoroso, y el tú, por supuesto, es superfluo.


domingo, 2 de diciembre de 2012

"Siempre hemos vivido en el castillo" - Shirley Jackson


La escritura de Shirley Jackson es hipnótica y deliciosa; lo que comienza pareciendo una novela muy típica para adolescentes pronto se convierte en un texto raro, diferente a lo habitual, maravillosamente escrito y con una capacidad de enganche que roza lo demente.

Shirley Jackson estaría incluida dentro del selecto grupo de la literatura gótica sureña (entre los más destacados de esta clasificación: William Faulkner, William Gaddis, Joyce Carol Oates –de quien se incluye un estupendo posfacio en esta edición– y Cormac McCarthy), con la salvedad de que ella vivió y desarrolló su carrera en el norte a pesar de proceder de San Francisco, en el sur de los Estados Unidos.

Su obra ha influido en la literatura oscura y de terror, y es referente de autores como Clive Barker, Stephen King, Richard Matheson o Jonathan Lethem. Escribe con una finura muy especial que destaca por las pinceladas de brillantez que se encuentran desperdigadas pero constantes a lo largo del libro.

Esta novela posee un comienzo un tanto desconcertante, con sutiles características que recuerdan a la literatura juvenil, y sólo se comprende mejor a medida que uno avanza en la lectura, aunque se trata de una prosa en ningún caso retorcida: es más, el libro se lee sorprendentemente rápido.

La voz en primera persona de la narradora corresponde a Merricat Blackwood, que vive junto con su hermana Constance y su tío Julian. Uno de los tres asesinó al resto de la familia seis años atrás, pero curiosamente ése no es un asunto imprescindible para que uno se enganche sin remedio a la novela: lo que atrae es lo bien escrita que está, y las referencias que constantemente se hacen al mundo mágico. De hecho, son precisamente ésos los toques de genialidad que otorgan calidad al libro. 

Aunque no se trata clara ni directamente el tema de la brujería, sí se cuenta que en ocasiones Merricat, la protagonista, lleva a cabo algunas liturgias menores que buscan favorecer los asuntos de su día a día. Se trata de pequeños gestos que ha inventado, que únicamente proceden de su instinto y que podríamos considerar rituales de magia simpática. En este sentido, también destacan las apreciaciones de Merricat con respecto a su entorno, como por ejemplo, cuando se asoma al cielo a través de un tejado derruido y dice ver, o creer ver, criaturas aladas sobrenaturales que planean sobre la casa mientras se entregan a sus quehaceres cotidianos; cuando trata de esconderse en el bosque y percibe cómo los árboles forman un círculo que la protegen (en lugar de situarse ella tras unos árboles que ya estuviesen situados formando un corro), o cuando entierra cerca del río la pluma de su tío, que tiene grabadas sus iniciales, para que el agua al pasar siempre cante su nombre.

Es en la descripción de estos momentos cuando las frases se tornan más bellas y la lectura aún más hipnótica, convirtiéndolo en un libro inolvidable.

lunes, 4 de junio de 2012

"Magia para lectores" - Kelly Link


Magia para lectores es una recopilación de cuentos que realmente hechiza e ilusiona: historias dentro de otras historias, mundos perfectos que caben dentro de un bolso de mano, experiencias oníricas con tintes mitológicos, príncipes azules que reciben su justo castigo, parajes que sólo son un reflejo, princesas que se alzan majestuosas... bienvenidos a la fantasía.

Quienes han leído estos cuentos comparan la literatura de Kelly Link con la de Neil Gaiman o J.K. Rowling y son comparaciones que me parecen bastante acertadas, sobre todo para que quienes aún no la conozcan puedan hacerse una idea aproximada; no obstante, para mi gusto, especificaría un poco más: es comparable con Gaiman en tanto en cuanto la realidad mágica que trata en los cuentos contiene a veces elementos propios de la mitología, o remiten a ella, pero de una forma simbólica, no tan patente y clara como hace el genial escritor británico; y con respecto a J.K. Rowling, podríamos compararla teniendo en cuenta que los textos tienen fragmentos de literatura juvenil (aunque sin duda son más recomendables para un público ya adulto), y porque se trata igualmente de una magia muy bien llevada a la narración, fluida y siempre coherente. Sin embargo, Kelly Link es mucho más tenebrosa narrando de lo que Rowling alcanza a serlo en Harry Potter, también es más retorcida y menos clara. De hecho, algunos de los cuentos incluidos en Magia para lectores confunden porque giran repetidamente sobre sí mismos, y se alargan a través de más y mas páginas avanzando a un ritmo quizá demasiado lento.

Hay dos cuentos que son gloriosos, los mejores de todo el volumen: se trata de "El bolso de las fadas" y de "Camelia, Azucena, Azucena, Rosa". 
"El bolso de las fadas" es una impresionante historia donde se nos pide que no creamos nada de lo que se nos va a contar. Se trata del caso de un poblado entero que, ante la inminencia de un ataque de asaltadores, decidió trasladarse a un mundo creado dentro de un bolso de mano de color negro, custodiado por una de las habitantes que prefería quedarse fuera. El tiempo transcurre de forma diferente dentro y fuera del bolso, ambos mundos se comunican y hasta aquí voy a contar.
"Camelia, Azucena, Azucena, Rosa" es un cuento que me maravilla por varios motivos: por el tema que trata y por el pulso narrativo y la estructura de los elementos que componen el texto. Es la historia de un hombre que muere y desde el lugar extraño en el que se encuentra intenta rellenar con esfuerzo las enormes lagunas que se han formado en su memoria con respecto a la vida que acaba de abandonar. Todo ello presentado casi como una canción, con estructuras y fragmentos que se van repitiendo de forma periódica, delicada y sutil que de veras encandila (intercala el discurso del muerto reciente con el de un narrador omnisciente, en cursiva, y añade frases que se van repitiendo y preguntas que tienen su propia melodía). "Camelia, Azucena, Azucena, Rosa" es un cuento tétrico, mágico, inclasificable y con una carga simbólica muy fuerte, sin embargo es una de las historias de amor más bonitas que recuerdo haber leído nunca.

Añadiría también el cuento "Viajes con la Reina de las Nieves" porque es un precioso homenaje a la literatura fantástica juvenil y a los primeros cuentos mágicos que escuchamos cuando éramos niños. También, "El fantasma de Louise", un estupendo relato donde aunque varios personajes se llamen igual jamás se pierde el hilo de la narración, y donde Kelly Link juega magistralmente al despiste con el lector.

Por lo visto, éste es el primer libro de Kelly Link publicado en España, aunque en Estados Unidos existen al menos otros dos más. Cuando vi por primera vez este libro en la mesa de novedades de las librerías, hace meses, su título me jugó una mala pasada y pensé que sería uno de esos libros que tanto detesto, que desde el principio buscan la conmiseración del lector aludiendo de forma clara al hecho de leer. Me explico. Ese tipo de libros que sólo buscan enganchar a esas personas que creen que por leer mucho se es un bicho raro único en el mundo, o cuanto menos, una especie en peligro de extinción. Libros que no van más allá, y que casi nunca cuentan realmente nada. Por eso agradezco tanto que me sacaran de mi error. Leerlo ha sido una experiencia preciosa, y volveré sobre él.

Como ya dije por ahí estos días: a partir de ahora, en alerta por si encuentro el bolso de las fadas.

Realmente, magia.

viernes, 16 de septiembre de 2011

"Caribou Island" - David Vann


Caribou Island” es la nueva novela de David Vann, quien el año pasado nos sorprendió con “Sukkwan Island”, una novela en la que un padre y su hijo adolescente, cuya relación está bastante deteriorada, deciden pasar un año viviendo juntos en una cabaña alejada de la civilización. La lucha contra la naturaleza y su propia lucha interna terminan en un desenlace... léanlo. Pues bien. Ahora, en “Caribou Island”, Vann retoma el tema del aislamiento de la civilización y las relaciones interpersonales tormentosas, solo que ahora se centra en el tema de las parejas. En ese tipo de parejas que, en realidad, no se quieren, y que conviven haciéndose daño día tras día.

Retrata a la perfección la desagradable situación de tener una pareja que no te valora ni te quiere de la misma forma, así como el día a día ocultando sentimientos para no empeorar la situación y la sensación de vacío y angustia cuando sabes que el lugar que ocupas en su vida es secundario. Vivir, a sabiendas o con la sospecha de que existe en la vida de tu pareja otra persona que ocupa el lugar que tú deberías llenar. Desde fuera parece fácil decidir que hay que huir, escapar de esa situación, abandonarla. Pero a veces no se tiene otro lugar al que regresar, y entonces uno se queda, sabiendo que la vida siempre será un poco peor. Es una historia devastadora. “Sukkwan Island” también relataba una historia dramática y dolorosa pero, al lado de “Caribou Island”, sería como comparar un suicidio (Sukkwan) a una muerte lenta y dolorosa (Caribou), según mi forma de verlo.

No obstante, es una novela que se sufre disfrutando, o que se disfruta sufriendo, porque propone unas situaciones realmente angustiosas pero está maravillosamente bien escrita. Las novelas de David Vann se han comparado con “The road” de Cormac McCarthy, y aunque parezca exagerado, porque McCarthy es muy bueno, yo estoy de acuerdo, y recomiendo esta novela brutal a todo aquél que se arriesgue a leerla. Espero opiniones.


martes, 13 de septiembre de 2011

"Deseo de ser punk" - Belén Gopegui


Leer "Deseo de ser punk" es una experiencia similar a escuchar una de esas canciones inmortales, desgarradas, salvajes, de las que "no suenan sino que te atraviesan por dentro". Con los ojos cerrados y el volumen muy alto.

Es la voz de una adolescente que no se centra exclusivamente en la revolución hormonal propia de la edad, en los chicos, cotilleos, amigas-barbie y centros comerciales, como es la tónica habitual en las secciones de libro juvenil actual (por no hablar de los elfos-fantasma que luego resultan ser vampiros). Al contrario; recrea a la perfección los pensamientos que todos hemos tenido al atravesar esa etapa de nuestra vida, cuando se buscan con anhelo aquellas cosas que te reflejen e identifiquen: amigos con gustos similares, la ropa, sobre todo la música y la literatura... o lo que es lo mismo, la búsqueda de un código, como lo define Gopegui a lo largo de toda la novela. Teniendo la música rock (referencias continuas a letras de canciones y temas míticos) muy presente en todo momento.

Me ha encantado que el libro me absorbiera ya en las primeras páginas con frases increíblemente bien escritas y cargadas de significado. Luego, cada personaje que aparece es memorable y brillante, si fueran actores en una película diría que todos, sin excepción, han estado tremendos.

Es un libro muy recomendable para adultos porque verán reflejada parte de su propia adolescencia y disfrutarán de literatura de buena calidad, pero también para niños que empiezan a interesarse por novelas que se encuentran a medio camino entre "juvenil" y "adulto", porque a esas edades es muy importante que no estropeen una etapa crucial en sus vidas leyendo textos de más que dudosa calidad como las "Canciones para Paula" por citar sólo un ejemplo, porque habrán errado el camino. Y una pequeña piedra en ese tramo puede suponer el abandono.

Sublime y sorprendente, en definitiva. Seguiré buscando a Gopegui en los estantes. Siguiendo una recomendación altamente fiable, el próximo será "El lado frío de la almohada".


Creo que el rock me está gustando porque vive con la muerte, la sabe.




jueves, 8 de septiembre de 2011

"Una novela francesa" - Frédéric Beigbeder



Frédéric Beigbeder me impresionó con “Windows on the World” y si he de recomendar un libro suyo por supuesto que ese sería el primero, pero también es cierto que “Una novela francesa” me ha parecido un libro bastante bueno y que también recomendaré sin ninguna duda (en segundo lugar, eso sí, detrás de “Windows...”).


En “Una novela francesa”, Beigbeder parte de un hecho reciente y traumático: una detención por consumir droga en la calle. Pasar varias noches encarcelado en celdas que describe como inhumanas le hizo pensar, recordar y recapacitar acerca de su pasado y de ahí surge esta colección de retazos de infancia y anécdotas curiosas. Es llamativo el hecho de que desde las primeras páginas reconoce no recordar apenas nada de su pasado, pero afirma que el hecho de ponerse a escribir sobre ello desencadena de forma mágica su memoria. También, a raíz de esta confesión, se pone en marcha ese pacto entre escritor y lector que siempre existe en los libros pero que se hace más palpable en las autobiografías, algo así como: Voy a contarte mi pasado, pero no será absolutamente verídico, ni completo... tú tampoco podrías recordar a la perfección el tuyo. A la hora de relatar estos fragmentos de su pasado, en ocasiones hace breves referencias literarias y cinematográficas muy interesantes que, para mí, aportan calidad al texto.


Me gusta la escritura de este tipo porque es fresca pero a la vez pausada y elegante, en general tiene mucha empatía con el gran público. Su literatura entretiene y se comprende con facilidad, pero además se disfruta en cada línea de cómo está escrito, y eso para mí, como lectora, cada vez es más importante.


Chloë no ríe cuando le hacen cosquillas en la planta de los pies o en las axilas. Sólo funciona el truco del “bicho que sube y sube”. Mi mano comienza su recorrido en el ombligo y avanza hacia el cuello sobre la punta de los dedos. Cuando se acerca, mi hijita intenta resistirse, se contrae, se retuerce en todas direcciones, aunque no demasiado enérgicamente, dado que espera aquello que teme, desea la tortura que no quiere, y el bichito formado por mis dos dedos continúa trepando hacia su largo cuello de cisne, y pronto llegará a la barbilla... En ese momento, es imposible no derretirse: su risa en cascada es mi medicina, debería grabarla para poderla escuchar una vez tras otra durante la noches de depresión. Si hubiera que definir la alegría de vivir, la felicidad de existir, sería esa explosión de risa, una apoteosis, mi recompensa bendecida, un bálsamo caído del cielo.


La amnesia es una mentira por omisión. El tiempo es una cámara, el tiempo hace desfilar fotografías. El único modo de saber lo que pasó en mi vida entre el 21 de septiembre de 1965 y el 21 de septiembre de 1980 es inventarlo. Es posible que me haya creído amnésico cuando simplemente era un perezoso sin imaginación. Nabokov y Borges vienen a decir más o menos lo mismo: la imaginación es una forma de la memoria.

lunes, 29 de agosto de 2011

"El libro del cementerio" - Neil Gaiman

         
Desde hace tiempo, en este blog se venera al escritor inglés Neil Gaiman. A partir de leer "Sandman", "Stardust" y "American Gods", y una vez superada la sorpresa inicial, le admiro de forma que en todo momento busco leer todo lo que de él pueda conseguir, sabiendo de antemano que será una maravilla. "El libro del cementerio" se engloba bajo esa definición: sabía que me iba a gustar y por eso tiene más valor que aún así me haya sorprendido tanto. 
Personalmente, me encanta la parte donde Neil cuenta cómo surgió la idea para este libro: 

"(...) Fue mi hijo Michael quien me inspiró este libro. Comencé a pergeñarlo cuando él tenía dos años, viéndolo circular con su pequeño triciclo por entre las tumbas un día de verano. Luego sólo me ha llevado veintitantos años sentarme a escribirlo.
Una vez que me decidí (empecé por el capítulo 4), tan sólo la insistencia de mi hija Maddy, que quería saber qué más pasaba después, me empujó a continuar después de las primeras dos páginas."

El niño protagonista de la novela, Nadie (Nobody) Owens, vive por azares del destino dentro de un cementerio. Son los muertos (y los no-muertos, fabulosos personajes) quienes cuidan de él, por lo que crece aprendiendo los modales y costumbres de épocas pasadas (un aspecto precioso del libro). Su "familia" se compone de personajes muy dispares, originarios de diferentes momentos del pasado, existiendo tanta variedad de personalidades como en el mundo de los vivos, a diferencia de los cuales, los muertos ya no tienen la posibilidad de cambiar nada en sus vidas ya pasadas por lo que, entre otras cosas estupendas, "El libro del cementerio" es un hermoso canto a la vida, una llamada desde el mundo de las sombras, la decadencia, la magia y el olvido a las ganas de seguir aprendiendo, de viajar, soñar, descubrir, investigar, amar... de vivir, en definitiva, apasionadamente.

Se rumorea que falta poco para que esté lista la película basada en el libro: mezclando la parte de acción que tienen muchas escenas junto con la maravillosa estética presente a lo largo de todo el libro y un guión escrito por Neil Gaiman, darían como resultado una película excelente.
Esperando con impaciencia.


domingo, 7 de agosto de 2011

"Luciérnagas" - Ana María Matute


Resulta complicado reseñar a Ana María Matute porque se parte de la premisa de que es una escritora magistral, y el lector curioso que busque en este texto argumentos que le inviten a su lectura, eso ya lo sabe.

Siendo objetiva, hay que resaltar que la historia que aquí se cuenta es muy dramática, no en vano reproduce situaciones de la guerra que Ana María Matute (Barcelona, 1925) pudo sufrir en persona (de hecho, el personaje femenino principal tiene obvias referencias a sí misma): por ejemplo, describe escenas bélicas de gran violencia como bombardeos, disparos, registros o detenciones. Pero, por otra parte, la forma de narrarlo es tan elegante y delicada, posee tanta finura, que el libro se disfruta y engancha. Está plagado de frases extraordinarias que diseccionan de forma muy sutil el alma humana, así como los deseos y anhelos de los protagonistas, es extremadamente refinada y dulce.

El personaje más llamativo es la protagonista principal, llamada Sol (un nombre luminoso en contraposición al realmente suyo, más oscuro, Soledad), es una chica de una sensibilidad y fragilidad muy acusadas que realza aún más, si cabe, el horror de la guerra, por sufrirlo ella, debido a su carácter, de una forma más honda y dolorosa.

Es importante destacar que "Luciérnagas" no se podía encontrar desde hacía mucho tiempo en las librerías, desde que se agotara la antigua edición de Destino, de 1993. Además, es una novela que en realidad data de 1949, pero que fue censurada y se revisó y pubicó en 1955 bajo el título de "En esta tierra". Por eso, esta edición que ahora publica Austral es la única que se podrá encontrar en las librerías. Es una suerte para sus seguidores puesto que no es sencillo encontrar ejemplares de los primeros libros de Ana María Matute, y es una ocasión inmejorable para que quienes no estén familiarizados con su obra la descubran y disfruten con ella. Además, esta edición de Austral, a pesar de ser en formato bolsillo, es muy manejable y cómoda de leer, con un tipo de papel y encuadernación que personalmente, me han gustado mucho.



viernes, 17 de junio de 2011

"La muerte de Bunny Munro" - Nick Cave


Ocurre con poca frecuencia pero, cuando sucede, es maravilloso: que leas algún libro de un escritor que desconocías, te encante y busques con interés e ilusión otros libros que haya publicado antes. Hace un tiempo tuve la suerte de toparme con uno de esas rarezas infrecuentes y geniales, titulada “Y el asno vio al ángel”, de Nick Cave. No hace falta decir que ahora acabo de leer “La muerte de Bunny Munro” porque la primera me pareció una obra maestra.

“La muerte...” es la historia de un tipo obsesionado con las mujeres, un vie-joven verde, alguien que sólo piensa en sexo, infiel a su mujer constantemente, capaz de encontrar la parte excitante incluso en el cadáver de ella cuando se suicida, un tipo que al quedarse viudo intenta desprenderse de su hijo, alguien totalmente deleznable del que sin embargo no quieres dejar de saber cosas, precisamente por la forma magistral con que está narrado este libro. Nick Cave posee un estilo brutal y único, sólo comparable a su voz y a las letras de sus canciones. Es despiadado y arrogante o eso parece querer aparentar, pero su escritura desprende veracidad y talento, y su pulso narrativo es impresionante.

Leer “La muerte...” sería comparable a ver una película americana, o por algún motivo a mí me ha recordado a eso, a pesar de que la acción transcurra en Inglaterra.

Es, para terminar, un libro que cuenta una historia desagradable que no puedes dejar de leer y que a pesar de ilustrar su cubierta con una fotografía horrible, tampoco puedes dejar de apreciar tener entre las manos, desde un punto de vista bibliófilo y literario.

Nota de la cuarta de cubierta: “Nick Cave vivirá sin duda eternamente porque tiene al diablo aterrorizado.” Rolling Stone.


martes, 17 de mayo de 2011

"Aranmanoth" - Ana María Matute


"Hijo mío, no ames como aman los humanos".

A veces es muy aconsejable (y a veces se hace imprescindible) dejarse llevar por la fantasía, abandonando los límites de la realidad y aceptando con naturalidad todo lo que nos encontremos más allá de esas fronteras.

Por eso, Aranmanoth es un oasis para refugiarse de la tonalidad gris y opresiva del mundo real, una historia fantástica para adultos a medio camino entre el cuento largo y la novela corta. Una delicia, en todo caso.

Ambientación medieval, un hada de agua, un caballero y un niño cuya existencia se encuentra dividida entre la naturaleza humana y la fantástica... ¿qué más se necesita para dejarse llevar?

No obstante, y a pesar de que en principio se trata de un cuento fantástico, es importante saber trasladar esta historia a nuestro mundo para constatar que en el fondo es una crítica social brutal que, envolviéndolo todo en ese halo fantástico, deja patente la injusticia que supone que la crueldad y la maldad sean más fuertes que la ilusión y la alegría de quienes no hacen daño a los demás y sólo quieren ser felices. En contraprestación, aquellos que se alimentan de dolor, jamás podrán tener la sensación de sentirse queridos, y ese (casi nada) es su castigo.


martes, 5 de abril de 2011

"Los enamoramientos" - Javier Marías

La nueva novela de Javier Marías, "Los enamoramientos", sigue la estela de la prosa perfecta a la que nos tiene acostumbrados: después de haber escrito joyas como "Mañana en la batalla piensa en mí", "Tu rostro mañana" o "Corazón tan blanco", el listón no puede estar más alto. Es ya muy difícil mejorar, quiero decir.

Estamos ante el que probablemente sea el mejor escritor vivo en lengua castellana -mucho más reconocido fuera que dentro de España-. Como lectora me siento afortunada y feliz de poder disfrutar de este genio en vida -lo que supone la posibilidad de esperar con ilusión y ganas cada vez un nuevo trabajo suyo, o los artículos de opinión semanales- y de poder apreciar su literatura en el mismo idioma en el que originalmente está escrita.

Al igual que sus otras novelas, “Los enamoramientos” no está repleta de acontecimientos y por lo tanto lo de menos es saber qué pasa, Javier Marías no necesita eso. Él extiende al máximo el instante, analiza con precisión y sin prisa cada detalle dotando a sus palabras del ritmo, la musicalidad, la rima interna y la genialidad que constituyen su sello personal.

La literatura de Marías (aparte de ser maravillosa) es un reflejo fiel de la vida: sus narradores no son omniscientes, como no lo podemos ser nunca nadie. Ellos asisten a los acontecimientos, forman parte de ellos, actúan en consecuencia... pero no pueden saber nunca, por ejemplo, qué piensan los demás, o qué hacen cuando no están delante de ellos: esto solo pueden suponerlo. La trama, por tanto, es un elemento secundario, un mero tablero o escenario en el que interactúan los personajes; ni siquiera se trata de desvelarlo todo (quién es el asesino, qué pareja se forma o cuál acaba rota, cuáles son las causas de los hechos) sino más bien, de mostrar las motivaciones que impulsan a actuar a los personajes; la incongruencia entre lo que decimos o hacemos y los pensamientos más íntimos que permanecen ocultos. Nada es totalmente blanco ni negro y al final a uno le configuran las circunstancias en las que se va viendo envuelto.

En esta novela volvemos a encontrar personajes que ya conocemos por otros relatos, son los mismos que protagonizan escenas en otras novelas o cuentos: para los lectores de Marías esto es un regalo, y es un detalle que hace que al leer uno u otro libro tengamos siempre la sensación de estar ante una misma obra inmensa. Personalmente, me ha gustado reencontrar a Ruibérriz de Torres y volverlo a imaginar en niki, aunque fuera otra su indumentaria; o a Luisa (Alday, esta vez); o descubrir al personaje al que curiosamente ha decidido llamar Javier (Javier Díaz-Varela).

En esta ocasión, la novedad reside en el hecho de que la voz narradora es femenina (María Dolz): se trata de una novedad porque los personajes a los que Marías hace hablar en primera persona siempre son hombres, salvo en uno de sus cuentos, “Menos escrúpulos”, donde la protagonista y narradora es una mujer que se presenta al casting de una película pornográfica por estar necesitada de dinero.

También en esta novela están presentes las largas digresiones, un elemento muy característico y reconocible en la literatura de Javier Marías, quizá el principal escollo para que muchos lectores se alejen de sus libros alegando perderse, o no entenderlo: como decía antes, ellos solo quieren saber qué pasa, y quién es al final el malo.

Que aparezca ahora esta novela es un alivio tras la posibilidad de que no fuera a escribir más, o que pasara al menos mucho tiempo antes de un nuevo trabajo, tras haber finalizado “Tu rostro mañana”; y sobre todo, es un regalo.


(...) Era como si hubieran adquirido la costumbre de darse un respiro juntos, antes de ir a sus respectivos trabajos, tras poner fin al ajetreo matinal de las familias con hijos pequeños. Un rato para ellos, para no desprenderse el uno del otro en medio del trajín y charlar animadamente, me preguntaba de qué hablaban o qué se contaban –cómo es que tenían tanto que contarse, si se acostaban y levantaban juntos y se mantendrían al día de sus pensamientos y andanzas-, su conversación sólo me alcanzaba en fragmentos, o en palabras sueltas. En una ocasión le oí a él llamarla “princesa”.

martes, 8 de marzo de 2011

"El valle de los avasallados" (L'avalée des avalés) - Réjean Ducharme


Pocas sensaciones son -literariamente hablando- tan placenteras como conseguir un libro que de antemano sabes que va a encantarte: que forma ya parte de tus favoritos aún antes de haberlo leído.

Conocí "El valle de los avasallados" a través de "Léolo", increíble película de Jean-Claude Lauzon en la que se cita el libro en varias ocasiones.

(...) Aparecemos al final de un callejón sin salida. Estamos perdidos, muy perdidos, pero que muy muy perdidos. Me río como una loca. ¿Qué podría temer? Todo esto es solo fingir al fin y al cabo. Todo esto está tan lejos del fin del mundo. Todo esto es a su vez tan loco. El coche negro que nos sigue muy despacito tiene en el techo una luz roja giratoria. Es la policía. ¡Corramos! ¡Corramos, Christian! Al menos finjamos.

-¿Adónde vais?
-¡Uno se descubre cuando le dirige la palabra a una dama!

Los policías nos dicen que no tienen malas intenciones. Necesitan nuestra dirección.

-Nuestra dirección, señores, es: Señor y Señora Hombre, Planeta Tierra, Sistema solar, El Infinito. ¡Quítense pues sus sombreros, groseros!

Hay una atmósfera maravillosamente templada en el automóvil, maravillosamente agradable. Hace tan agradable como en una noche de agosto. Estoy cansada, pálida, despavorida, estropeada. Hay algo entre mí y la tibieza del auto; como una capa. Llevo una gruesa capa de frío, de noche, de balastro, de petróleo. Mis manos completamente tiesas, completamente secas por arriba y por abajo se sienten desarraigadas del cielo y de la tierra. Yo misma me recuerdo a un pez que, completamente húmedo aún de mar, forcejea sobre la arena. Me apoyo contra Christian, me acurruco, le pido que coloque su brazo alrededor de mí. Cierro los ojos. El hombro de Christian es un madero en el fondo de una cala.

Es una novela hermosa y lírica en cuanto a su forma, destaca por la facilidad con que el autor juega continuamente con el lenguaje para contar la historia difícil y oscura de Bérénice Einberg.



lunes, 31 de enero de 2011

"Cosas que los nietos deberían saber" - Mark Oliver Everett

Se trata de una original biografía del líder de la banda EELS, escrita en tono de humor con un trasfondo trascendental que al principio pasa desapercibido pero que va ganando importancia a medida que se suceden las anécdotas que conforman sus recuerdos.

Mark se presenta a sí mismo como el típico niño rebelde que detesta ir a clase y pasa su juventud rodeado de drogas y malas compañías, hasta que consigue hacerse un hueco en la industria musical y grabar algunos discos.


Su discurso lo conforman frases cortas y muy rápidas, directas al grano y exentas de eufemismos, por lo que se trata de una lectura cómoda y muy dinámica.

Para mi gusto, el libro mejora a partir de la mitad aproximadamente, cuando una serie de tragedias familiares cambian por completo la forma que tiene Mark de vivir y de ver la vida; realmente, en esos capítulos da una lección sobre la posibilidad de sobreponerse a la desgracia y seguir adelante pese a todo buscando la parte buena en cada detalle de nuestra existencia.

Personalmente, prefiero sin duda el libro a su música, pero resulta muy curioso escuchar sus discos tras leer el por qué de cada uno de ellos y las anécdotas que se ocultan detrás de las letras de sus canciones.

Como muestra, un fragmento de uno de los acontecimientos más devastadores:

(...) Debía yo de tener doce años cuando un avión se estrelló en nuestro vecindario. Aquella noche estaba solo en casa, sentado en la alfombra de color vómito del salón viendo What's Happening en la tele. A través de las cortinas empezó a relumbrar una luz anaranjada. Luego oí una especie de aullido cada vez más cercano y ensordecedor. De repente hubo una enorme explosión de sonido. La casa tembló como si la hubiese sacudido un terremoto (experiencia que he tenido años más tarde). Las ventanas temblaron y Tut chillaba sin parar. Como vivíamos tan cerca de Washington DC, pensé que estábamos siendo bombardeados.

Tut subió corriendo las escaleras para esconderse y yo fui tras él con el corazón en la boca, sin saber muy bien qué estaba haciendo. Volví a bajar las escaleras y encendí la radio de radioaficionado que mi padre tenía en la repisa de la cocina, pero entonces se me ocurrió que quizá la casa estuviese ardiendo y que mejor sería salir a la calle.

Salí descalzo a la calle intentando entender qué estaba sucediendo, lo mismito que el programa que había estado viendo por la tele. Me acerqué corriendo a la enorme columna de humo recortada por las llamas y las luces de emergencia contra el cielo nocturno, y a mi paso vi asientos y ceniceros y cuerpos desmembrados y desperdigados por todo el vecindario. Una casa había quedado demolida por completo, y cerca de allí había varios cadáveres tendidos en el parque. Cuando mis pies descalzos tocaron el asfalto aceleré y pensé en toda esa gente que hacía un instante estaba viva y ahora estaba muerta, y en lo muy vivo que me sentía en ese momento.

lunes, 17 de enero de 2011

"Guarida de un animal que no existe" - Leopoldo María Panero

Descubro la literatura de un escritor que no había leído nunca pese a conocer su nombre y haberlo asociado siempre a un buen poeta; escucho con asombro su historia (gracias) y leo su “Guarida de un animal que no existe”, donde me sorprenden poemas aparentemente surgidos del más profundo inconsciente, plagados de imágenes tremendas, duras y contundentes.

Esperaré por ti en el ojo del huracán

el Diablo, dios del Trueno y de la Lluvia,

dejará caer su odio.

Muere en la ausencia el ciervo

y su mirada queda vagando

carcomida por los dientes de la página.

La selva, atrapada en el ojo del tigre,

resplandece en la perfecta simetría del poema

–en el tigre de mis ojos

en el labio de la página

adonde llego demasiado tarde.


Me encanta.


Sigo con los "Poemas del manicomio de Mondragón", hay algo a lo largo del libro que sitúa a tus pies en el centro del patio de un manicomio. Éstos son poemas más antiguos, las palabras se enlazan con más coherencia (pero no sé si ésa es la palabra). Igualmente, son poemas realmente oscuros, mente atormentada... Transmite emociones que quiero sentir, destellos en los que me reconozco, sé que seguiré buscando sus libros.



Danza en la nieve

mujer maldita

danza hasta que tus pies

descalzos sangren,

el Sabbath ha empezado

y en las casas tranquilas

de los hombres

hay muchos más

lobos que aquí.

Luego de bailar toca

la nieve: verás que es buena.

y que no quema tus manos

como la hoguera

en que tanta belleza

arderá algún día.

Partiendo de los pies

hasta llegar al sexo

y arrasando los senos

y chamuscando el pelo

con un crujido como de

moscas al estallar en la

vela.


Así arderá tu cuerpo

y del Sabbath quedará

tan sólo una lágrima

y tu aullido.



"...quedará tan sólo una lágrima y tu aullido." ... ¿no es extraordinario?

jueves, 9 de diciembre de 2010

"Circus girl" - Maite Dono

HAY nieve fresca en la nevera
Para cenar
Hay nieve fresca
Y unas gotas de sangre
En la botella de cristal
Que antes era del aceite
De oliva
Hay nieve fresca para cenar
Y unos muslos fríos en la cama
Esperando
Esperando

[...]

Las palabras de Maite Dono te abordan acariciándote con la calidez de un aliento o de una brisa y, mientras tanto, recorren con su bisturí tu piel sin que lo notes. Y comienza a sangrar la herida abierta y recta. Es entonces cuando también sientes el frío.

Se trata de al menos dos voces ante las que sencillamente no se puede permanecer impasible. Te hablan en tonos diferentes, una suerte de Dr. Jekyll y Mr. Hyde que, juntos, consiguen transmitir todo el dolor y toda la belleza.

Mi padre sangraba como un jodido cerdo

Y mi madre gritaba como una jodida histérica

Y yo los miraba perdidos

Y nada podía hacer salvo masturbarme

martes, 16 de noviembre de 2010

"Lamentaciones de un prepucio" - Shalom Auslander

(...) En lo alto, Dios va deslizándose hasta el borde de Su asiento y mira hacia abajo, los codos apoyados en las rodillas, el mando a distancia en la mano, el pulgar rozando la tecla de MATAR.

Lamentaciones de un prepucio es sin duda el libro más divertido que he leído en mucho tiempo; critica los ritos judíos con un humor inteligente y certero, descubriendo sin pudor lo absurdo de las costumbres judías. En primera persona, Auslander recuerda su infancia a través de anécdotas repletas de prohibiciones, frustraciones y deseos reprimidos y nos muestra, con humor, las carencias y aspectos negativos que recaen sobre un ser humano inocente -un niño- por nacer en el seno de una familia absorbida por una religión: el peligro que reside en la fina línea que separa la Fe del Fanatismo.

Por tradición, se llevan a cabo millones de acciones y ritos absurdos en el mundo cada día, que perjudican antes que benefician en modo alguno al ser humano. ¿Para qué reprimirse, abstenerse, prohibirse, sentir ante cualquier cosa, temor? ¿Quién asegura la existencia de ningún dios todopoderoso? ¿Por qué no liberarse y pensar -por dios- al menos una vez, con la cabeza?

En realidad, y a pesar del toque humorístico, resulta dramático que un niño deba esconderse, escaparse, sentirse culpable por comer una miserable gominola. Que crea que un ente abstracto le castigará por ello. Que sienta miedo. Deberían revisarse de una vez ciertas creencias y conceptos ya caducos.

jueves, 23 de septiembre de 2010

"Todos los caballos del rey" - Michèle Bernstein


"Todos los caballos del rey" es una rareza, una historia encantadora y delicada, muy sutil, sobre una pareja en la Francia de los '50 y su forma de entender el amor y de vivirlo. ¿Por qué no permitimos libertad a nuestras parejas? ¿Por qué no nos la permiten ellas? ¿Por qué nos sentimos tan inseguros siempre? (¿Por qué no hacer en cada momento sólo lo que se desea?)

Hay que entender este relato en el tiempo y lugar en que está escrito, en el ambiente político y cultural y sobre todo en las motivaciones de la autora para escribirla (se explica en el prólogo, buscaba financiación para la Internacional Situacionista). Pero a mí esto no me interesa tanto, hay que tener en cuenta que para bien o para mal, soy una romántica (yo no lo quise, no se me debe tener en cuenta).



(...) Cuando Gilles y yo nos fuimos, ellas seguían tocando, pero Gilles había quedado con Carole para la tarde del día siguiente.

Qué placer, ya cansada y un poco bebida, encontrarte, como en la canción, con una amplia cama blanca y dormir en ella con el chico del que estás enamorada. Por lo demás, también esa canción nos la había cantado la niña aquella, la de la felicidad para siempre jamás de un amplio lecho blanco, en cuyo centro es tan hondo el río que todos los caballos del rey podrían beber juntos. Éramos felices y estábamos muy enamorados. Enamorados de nosotros, enamorados de Carole, enamorados de una forma un tanto inconcreta; y, en verdad, era lo que tocaba entonces.

-¿Estás contento? -le pregunté a Gilles.

Asintió con la cabeza y me rodeó el cuello con el brazo. Yo también estaba contenta.

-¿Te gusta? -añadí.

Recibí la misma respuesta afirmativa. Era lógico. Porque, en fin, si a Gilles hubieran dejado de gustarle las mismas chicas que a mí, eso nos habría aportado un elemento de distanciamiento.



Geneviève y Gilles son una pareja en principio, hasta podría decirse, que convencional. Pero a veces se enamoran de otras personas, y a veces se enamoran a la vez de otras personas. Estas historias se van sucediendo y al final ahí están, ella y él, de nuevo. Por qué no serán las cosas así. En el mundo real, quiero decir. Por qué serán las cosas tan difíciles siempre.

XXIV

Mientras escribo algo en el metro para este blog, una señora escribe a su vez algo a mi lado. Ni siquiera había reparado en su presencia, pero ahora me fijo en lo que está escribiendo (mientras cubro, disimuladamente, lo mío).
Y leo.

Huevos
Cables
Suavizante ropa

Lo guarda y yo salgo del vagón y corro a encerrarme en un pozo con un bate de béisbol dentro. Una vez más, ha ocurrido: he depositado mi fe en un ser humano y

me he

trizado

los dedos.

lunes, 23 de agosto de 2010

"Bartleby el escribiente" - Herman Melville

"
Sí, Bartleby, quédate ahí, detrás del biombo, pensé; no te perseguiré más; eres inofensivo y silencioso como una de esas viejas sillas; en una palabra, nunca me he sentido en mayor intimidad que sabiendo que estabas ahí."

"Bartleby..." es una historia deliciosa. Pero no quiero escribir sobre ella, sino a partir de ella, es decir, no voy a cambiar mis costumbres ahora.

"
-Preferiría no hacerlo.
-¿No quiere ir?
-Lo preferiría así."

Preferir es una gran palabra, sin duda. El día discurre mientras nosotros tomamos una decisión tras otra, mientras cada decisión implica tomar la siguiente, que es distinta a la que habría sido caso de haberse preferido una cosa diferente en la disyuntiva anterior. También discurre el día mientras, sin ser conscientes del todo acaso, cambiamos sin parar las cosas de lugar. Vivir es algo así como un no parar de cambiar todo de sitio. Piénsenlo. Pero esa es otra historia.

¿Por qué la actitud de Bartleby nos resulta tan escandalosa? Es cierto que en el comienzo parece tratarse tan solo de una anécdota, una historia simplemente curiosa, pero sigue y sigue hasta tomar tintes un tanto dramáticos. Pero nos ceñiremos al comienzo, a las negativas de Bartleby ante su jefe.

¿Por qué se nos antoja Bartleby tan osado, altanero, atrevido, temerario, loco, disparatado, PROVOCADOR? ¿Por qué nadie o casi nadie nos hemos negado en alguna ocasión ante las peticiones de nuestros jefes, por muy disparatadas y alejadas de nuestras tareas asignadas que éstas fueran? ¿Por qué lo habitual es achantarse, agachar las orejas, tragar con todo, renunciar a los principios de uno mismo? [Por miedo... hay que conservar el trabajo, están las cosas tan malas. Por caer bien... y tampoco cuesta tanto ser un poco servicial, de vez en cuando. Por...]
¿Y por qué nos negamos muchas veces, sin embargo, cuando nos pide algo disparatado (y ni tan siquiera) alguien cercano, querido, y en quien no obstante vomitamos toda nuestra ira, cólera, irritación... sin tener casi siempre ni siquiera motivos? [Por la confianza, sí. Por no pensar en el daño que podemos causar, también. Por...]

Pero, ¿no deberíamos estar ya por encima de todo esto? ¿Es que no hemos aprendido nada?
De la edición ilustrada de Nórdica Libros.


Definitivamente, es una gran frase. Pero utilícenla con moderación. Nunca se sabe.

viernes, 6 de agosto de 2010

"La flor púrpura" - Chimamanda Ngozi Adichie


Hace poco vi, aquí, un vídeo del discurso de esta señorita en Oxford, 2009, y me maravilló su forma de hablar, el punto de vista tan interesante que daba a las cosas que decía, y sus ojos (no necesariamente en ese orden) así que me pareció que lo más sensato sería buscar sus libros.

Aunque C.N.A. es nigeriana, estudió en EE.UU. desde los 19 años y fue allí donde comprendió hasta qué punto África es una gran desconocida para el resto del mundo. Por ejemplo, a su compañera de habitación en la universidad le resultaba muy extraño que Chimamanda hablase tan bien inglés (o que no mostrase un aspecto desnutrido y enfermizo, supongo). Otro ejemplo es el de un alumno norteamericano que tras leer su novela interpretó que todas las familias nigerianas sufrían los mismos dramas que sus protagonistas (la respuesta de ella: "I told him that I had just read a novel called American Psycho...", no tiene desperdicio).

La flor púrpura no es autobiográfica, aunque se pueda pensar en un principio por haber nacido la autora en el mismo lugar que la protagonista, proceder como ella de una familia de clase media-alta y estar narrado en primera persona.

La novela gira en torno a la inestabilidad política de Nigeria y a los peligros que conlleva el fanatismo por cualquier religión, poniendo como ejemplo a un padre de familia que, aunque ayuda económicamente a sus vecinos, viste con las mejores telas a su mujer e hijos (y viven en una casa estupenda), hace donaciones (a veces incluso anónimas) y por supuesto no descuida su cita diaria con la misa, ¡ay! no se lo piensa dos veces antes de darle una paliza a su mujer, o a su hijo, o a su hija, en todo momento en nombre de un dios (por supuesto) en el que por algún motivo ha decidido creer... supongo que no confiaba en que, sin esa ayudita externa, su sano juicio (llámalo sentido común, llámalo sensatez, o llámalo equis) fuera suficiente para ser una buena persona.

Aunque este personaje es capaz de aparecer y provocarnos arcadas, también tenemos a Kambili, su hija, que nos cuenta su historia desde el principio deleitándonos con su timidez, su dulzura y su capacidad de observación y regalándonos frases tan deliciosas como ésta cuando, ya lejos del yugo opresor de su padre, se enamora de un sacerdote (enamora... realmente existen tantas formas de querer a una persona que, en fin):

«Me habría gustado decirle lo cálida que me resultaba su presencia allí y que mi color favorito había pasado a ser el tono marrón rojizo de su piel.»

Cada uno lo interprete a su manera.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...