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miércoles, 14 de febrero de 2018
El amor, tal como yo lo entiendo: libertad, bondad, magia, intensidad, deseo y admiración
Cada libro, un concepto; en cada página, una emoción. Y, para cada uno, una sensación imposible de comprender, si no se siente.
EL AMANTE LESBIANO
José Luis Sampedro
Al igual que sucede con todas las cosas, las preferencias sexuales no vienen marcadas por la sociedad, sino que suelen amoldarse a ella. Quien las determina es la Naturaleza, y todo el mundo sabe que es un error llevarle la contraria. “El amante lesbiano” es la herramienta perfecta para derribar los muros de la ignorancia (si existieran) y cambiar el color del cristal con el que miramos dentro de nosotros mismos: el que usamos para vernos reflejados en otros.
José Luis Sampedro, (padre literario, mago de las palabras, sabio viejo), nos deja escuchar aquí su voz tan templada, poblada de frases cargadas de significados que se multiplican hasta hacerse infinitas. Sexo. Género. Qué son.
“El amante lesbiano” es la libertad.
MOMO
Michael Ende
Momo es la criatura que le recuerda a los niños la enorme importancia de usar la imaginación. Y vivir, muchas veces, dentro de un mundo creado con fantasía. Les enseña a jugar. Es también quien devuelve a los adultos el tiempo que les han robado, arrebatándolo de manos de los hombres grises, unos seres fantasmagóricos, malvados y sin voluntad, cuyo único alimento es el tiempo malgastado de aquellos que se dejaron vencer antes de presentar batalla. Siempre hay que presentar batalla.
Momo se rodea de seres mágicos e inolvidables como el Maestro Hora, la tortuga Casiopea, Beppo Barrendero, Gigi Cicerón… El objetivo vital de Momo parece ser el disfrute de la vida misma, sin artificios. Hay mucho más ahí fuera.
“Momo” es la bondad.
STARDUST
Neil Gaiman
En un lugar lejos de este tiempo, existe un muro que separa dos mundos muy diferentes, y sólo se abre una vez cada nueve años. De un lado, el pueblo de Wall, tradicional, basado en la campiña inglesa; del otro lado, Faerie, un sitio en el que impera la magia, y donde yo juraría que habita Gaiman entre un lago y un árbol blanco.
Tristran Thorn consigue cruzar el misterioso umbral para ir en busca de una hazaña y encuentra lo inesperado. Personajes y situaciones increíbles y maravillosas, mezclados con todos los ingredientes necesarios para hacer un cuento de hadas para adultos absolutamente delicioso y sutil. ¿Quién iba a pensar que las estrellas eran así...?
“Stardust” es la magia.
DESEO DE SER PIEL ROJA
Miguel Morey
Una de las características del ideal romántico es vivir todo intensamente, ya se trate de acontecimientos alegres o tristes. Así, experimentar la dicha y la amargura llevadas al extremo serán lo único que nos indicará en el lecho de muerte que hemos estado vivos y que hemos sabido aprovecharlo.
La pérdida de alguien muy querido como leitmotiv de la narración, permite a Miguel Morey hacer un recorrido por un sinfín de aspectos vitales de gran importancia, en los que podrá verse reflejado todo aquel que porte un corazón caliente en el pecho. Es una introspección muy sorprendente y un tanto extraña, de una belleza exagerada y con una facilidad pasmosa para enganchar al lector.
“Deseo de ser piel roja” es la intensidad.
RELATO SOÑADO
Arthur Schnitzler
Esta novela aborda las fantasías sexuales desde un punto de vista bastante retorcido y muy novedoso, además, para la época en que fue escrito. Arthur Schnitzler es el padre del monólogo interior, y aquí construye un personaje atormentado por su imaginación y sus propias contradicciones. Consigue que el foco de atención no sea la culminación de las fantasías propiamente dichas, sino el proceso de tormento y dudas, la capacidad de la mente para dibujar situaciones irreales intensificando la desesperación y la angustia.
Fue la chispa que generó la película “Eyes wide shut” (1999). Ambos productos son magistrales, aunque no deben ser comparados. Crean escenarios igual de misteriosos y oscuros, imágenes impactantes y poderosas, difíciles de olvidar.
“Relato soñado” es el deseo.
LA DAMA DE SHALOTT
Alfred Tennyson
Estos poemas, que datan de mediados del s. XIX, suponen un homenaje perfecto a la fascinación por todas las cosas bellas. La Dama de Shalott, melancólico personaje extraído de las leyendas artúricas, es quien inicia el recorrido por el ideario (abstraído y extasiado, abrumado en su contemplación) íntimo y refinado de Alfred Tennyson.
Encantados de acompañar a la dama mientras se desliza por las aguas río abajo, a punto de culminarse su maldición, nos envuelve el ambiente hechizante y mágico de las tierras de Camelot, el mismo que tan bien supo plasmar John William Waterhouse en su cuadro “La Dama de Shalott” (1888), grabado a fuego (níveo, inmaculado, intocable) ya para siempre en nuestras retinas.
“La dama de Shalott” es la admiración.
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jueves, 6 de abril de 2017
El arte de pedir - Amanda Palmer
Amanda Palmer es uno de esos regalos geniales que el mundo se ha hecho a sí mismo. Para todos aquellos que aún no la conozcan, diré que se trata de uno de esos personajes a los que me gustaría no conocer aún, por el simple hecho de volver a tener la ocasión de descubrirla de nuevo: es única.
Amanda se hizo popular gracias a su música, que va mucho más allá que una colección de cd’s: letras reivindicativas, ausencia total de tapujos, performances teatrales en los conciertos, una estética punk rock muy rompedora que mezcla vestigios del cabaret y de la estética circense. Pero sobre todo, la música de Amanda transmite a la perfección la poderosa energía de su autora, una mujer con un alma grande, preciosa y resplandeciente.
En realidad, a nadie le puede pasar desapercibido el hecho de que desafina mucho, si uno se fija bien puede preguntarse, ¿acaso ella no se está dando cuenta? A continuación, la pregunta es ¿lo sabe perfectamente, pero está representando un papel? Creo que la respuesta es que lo sabe perfectamente y que le importa tan poco que incluso lo exagera, puesto que a través de su voz, su música y la puesta en escena (independientemente de la afinación, o gracias a que ésta sea incorrecta) consigue transmitir al público exactamente lo que quiere.
En este libro autobiográfico hay un fin principal, que va más allá de reunir un buen puñado de anécdotas: se trata de transmitir al lector la idea de que todo lo que nos han inculcado sobre la prudencia y el pudor a la hora de pedir algo que necesitamos (ya sea emocional o material), es erróneo. Es decir, con su ejemplo pretende demostrar que ser vulnerables nos hace más fuertes, y que el amor y la empatía son bienes que no se gastan por más que los demos y recibamos, sino todo lo contrario.
Muchas veces me preguntan: “¿Cómo puedes confiar tanto en la gente?”Porque es la única forma de que las cosas funcionen.Cuando aceptas la ayuda que alguien te brinda, sea comida, un lugar donde dormir, dinero o amor, hay que confiar en esa ayuda. No se pueden aceptar las cosas a medias y entrar en casa de alguien con las espadas en alto.Cuando confías abierta y radicalmente en la gente, ellos no solo cuidan de ti, sino que se convierten en tus aliados, en tu familia.A veces la gente no está a la altura de la confianza que depositamos en ellos.Cuando eso ocurre, la reacción correcta no es:-¡Mierda! ¡Si es que no se puede confiar en nadie!La reacción correcta es:-Hay gente que da pena.Y seguir adelante.
Hay montones de anécdotas en este libro, todas ellas narradas con un estilo despreocupado y directo que desprende franqueza. Aprendemos muchos detalles de los inicios de la artista como camarera y estatua humana callejera, así como todo lo relativo a su carrera musical. También se incluyen datos sobre su relación con el magnífico escritor Neil Gaiman, que actualmente es su marido y padre de una hermosa criatura feérica. Quienes ya conocíamos a la pareja por separado, la noticia de su relación amorosa, cuando se hizo pública, nos conmocionó casi hasta las lágrimas: era tan perfecto que parecía irreal, y ahí siguen…
Las redes sociales han marcado la relación de Amanda con sus seguidores, así como la confianza que tiene en la magia de ayudar a los demás y también pedir su ayuda cuando es necesario. Asistimos aquí a la llegada de internet a la vida de la artista, cuando comenzó una comunicación directa con sus fans y cómo, por ejemplo, fue una de las pioneras del crowdfunding. A día de hoy, sigue muy activa en redes y así por ejemplo, el día en el que escribo esto vi a los pocos minutos de publicarse, un vídeo (con casi 45.000 reproducciones y 129 comentarios) en el que Amanda se grababa frente al tiovivo que hay al pie de las escaleras del Sacré-Coeur de Montmartre, un escenario muy famoso gracias a la película de Amelie.
Me gustaría aclarar que este libro no tiene nada que ver con uno de esos horribles manuales de autoayuda, que establecen ejercicios y marcan las pautas para que el lector las siga de forma rígida con tal de lograr sus metas. Nada que ver. “El arte de pedir” es una autobiografía, que incide en el acto del intercambio desinteresado de favores, precisamente porque es algo que ha marcado profundamente la vida y obra de su autora (y porque, de seguir su ejemplo, esto es algo que en nada puede perjudicar a nadie, sino todo lo contrario). En todo momento, ella expone su experiencia y es el lector quien saca sus propias conclusiones.
Mi conclusión es que Amanda es una estrella luminosa, y que su arte gamberro me inspira un millón de cosas buenas.
A veces era como si Neil fuera de otro planeta en el que la gente nunca pedía ni compartía nada personal sin antes disculparse por extenso. Él me aseguró que sencillamente era británico. Y que nosotros los estadounidenses —con nuestra excesiva tendencia a compartirlo todo a gritos, la necesidad de abrazar a cualquiera y las confesiones a gente que acabamos de conocer sobre heridas infantiles profundas y traumáticas— le parecíamos igual de extraños.Cuando empezó a tenerme más confianza, me contó que durante mucho tiempo había creído que en realidad la gente no se enamoraba. Que todos fingían.
—No puede ser. Eres escritor —dije yo— y has visto mil películas, has leído mil libros y memorias, y conoces a personas de carne y hueso que están sinceramente enamoradas. ¿Qué me dices de John y Judith? ¿Y de Peter y Clare? ¿Piensas que actúan? Tú has escrito libros enteros, cuentos y escenas en los que los personajes están profundamente enamorados. Quiero decir… que no me lo puedo creer. ¿Cómo podías escribir sobre el amor si no creías que existiera?
—Justamente, querida —me dijo—. Los escritores se inventan las cosas.
viernes, 18 de julio de 2014
"El océano al final del camino" - Neil Gaiman
No nos vamos a engañar, “El oceáno al final del camino” no es la mejor novela de Neil Gaiman, ni siquiera hará falta dejar pasar el tiempo para que el texto termine de asentarse en los estantes y adquiera su propia personalidad. Pero sí late el imaginario de Gaiman tras cada palabra, y eso para los amantes de su literatura es suficiente. Como una dosis calmante, aunque la sustancia no sea de la mejor calidad (siempre comparando con otras obras del mismo autor) pero calma la ansiedad.
Gaiman, también en esta ocasión, se erige como el intermediario entre el “aquí” y el “allá” concediéndonos la gracia de asistir a acontecimientos de corte fantástico redactados con su ya habitual fluidez y plagados de conceptos preciosos que debíamos saber. Precisamente en estos días en los que celebro que un día aprendí a volar y no sé cómo explicarlo, leo entusiasmada que Gaiman va más allá y establece la forma de respirar debajo del agua y de aterrizar en el aire. La realidad, tal y como nos han enseñado a interpretarla con las puertas de la percepción cerradas, se desmorona según avanza esta novela, o más bien, se reinterpreta añadiendo elementos a la composición: mundos paralelos en los que las leyes naturales a las que estamos acostumbrados no ejercen ningún poder… lugares y existencias muy antiguas que sólo puede comprender la mente aún pura de un niño.
El componente mágico procede principalmente de tres mujeres (abuela, madre, hija) que viven en una granja y a las que sería demasiado obvio e incorrecto tildar de brujas. Como dice Gaiman en algún momento de la novela, no lo son, el término bruja no las define. Serían las Tres Edades personificadas en las Moiras (mitología griega; Parcas en la romana), puesto que no son diosas pero de alguna manera intervienen, y tienen mucho poder. Ellas son capaces de enfrentarse a los causantes de los extraños sucesos que agitan la paz de la pequeña localidad en la que está situada su enorme y decadente granja. Y un niño, ajeno a cualquier otro mundo maravilloso paralelo, será el protagonista de una historia que con el tiempo recordará o no recordará, o ambas cosas al mismo tiempo.
Precisamente lo que Gaiman establece es que todo puede suceder si sucede dentro de nuestra cabeza: es ahí dentro cuando de alguna manera todo toma forma, luego es real. ¿Por qué no puede caber el océano en un pequeño estanque de jardín? ¿Y quién asegura que nosotros no podemos volar sin alas? Esto es solo el principio.
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lunes, 16 de junio de 2014
Las ratas del Retiro
Termina un año más la FLM sin que esta vez haya tenido que trabajar en ella (nunca más, te lo prometo, nunca más, me repito como una letanía, una nana apaciguadora). El recuerdo del frío de la interminable edición de 2013 me hace temblar sólo un instante y olvido que la feria existe. Tuvo que llegar la promesa de las firmas de gigantes como Pilar Pedraza, Neil Gaiman, Javier Marías... y una compañía inmejorable para que cediera a abandonar mi refugio en el norte y poner rumbo a ese lugar de recuerdos y perdición, aparcar el corcel en la tantas veces atravesada puerta del parque frente a la boca del metro de Ibiza y... ratas.
Las mismas caras, los mismos estantes combados, el mismo mal olor, el mismo calor, los mismos libros en la mayoría de expositores, el mismo polvo de siglos sobre las cubiertas, el mismo sopor negro apagado y mate, las mismas actividades sin imaginación, algunos kilos de más y la sombra de unas ojeras que antes no estaban, o acaso es que el año pasado no las supimos ver.
Los busco, pero no encuentro ni un solo segundo de la vida que perdí entre esas paredes de contrachapado. El revuelo se centra como siempre en las casetas donde firman los que no saben hacer la o con un canuto. Concursantes de programas de televisión, presentadores trasnochados, farsantes disfrazados.
Miro al pasar a los escritores desconocidos que esperan el primer libro para firmar: el brillo desesperado de sus ojos contrasta con su gesto despreocupado ensayado frente al espejo. Sigo caminando y veo también los rostros-máscara de los habituales del underground literario... y ratas por doquier.
Por suerte, un tic-tac, toc-toc de color rosa que ondea sujeto con pinzas, golpea suavemente en mi contradictoria cabeza, me despierta de la ensoñación y vuelvo a sonreír, esquivando curiosos y lectores.
Caminando de puntillas con cuidado... con brújula pero sin mapa conseguimos charlar con las chicas de las librerías feministas, aprendemos, intercambiamos direcciones de contacto, compartimos y llenamos la mochila de energía (cada día que pasa me reafirma más en que la vida es un maldito videojuego).
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Mestre, mágico y multicolor |
Las pinceladas de Juan Carlos Mestre se elevan y vuelan sobre los techos de las casetas y bañan el parque entero de destellos y luces multicolores; el increíble e inigualable Frank G. Rubio me consigue una camiseta de Valdemar mientras ante su regocijo prometo erigirle una estatua junto a la del Ángel Caído del Retiro; el barquillero grita; un niño deja caer para siempre la bola de su helado al suelo; alguien compra por casualidad un libro de Deleuze en Traficantes de Sueños sin saber que en ese instante algo enorme en su vida cambia; el cuarteto de cuerda interpreta Nothing else matters a la sombra; en Huerga y Fierro ya no hay latas de cola para Leopoldo María Panero (DEP, maestro de tinieblas); alguien sonríe de medio lado mientras lee un libro de Tiqqun apoyado contra un árbol; una historia antigua que habita dentro de un poema (como los fantasmas de Morey, lanzándose desde el futuro al pasado) me guiña al pasar un ojo; el gato de Gaiman sigue protegiendo el brazo de las cosas buenas; en el lago del Retiro un remo golpea una botella con un mensaje dentro...
...y en ese mensaje...
Está escrito tu nombre.
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Gracias, Frank. |
domingo, 1 de enero de 2012
2011. Las mejores lecturas.
Es inevitable, llega esta noche y nadie escapa a la melancolía. La euforia de la gente en la calle, el colorido que anula el poco frío que hace y el sonido de los petardos atronadores hacen que de alguna forma uno se obligue a hacer recuento, uno, de lo que sea. Por alguna razón somos incapaces de evitar tener la sensación de que algo termina para dejar paso a algo nuevo... que será mejor, queremos pensar que siempre será mejor.
Mi recuento es acerca de los libros que he ido comentando aquí a lo largo del año (ya de por sí, mis favoritos). Los que me han gustado tanto, tanto, como para convertirse en inolvidables, emocionantes y geniales, son los siguientes...
La poesía de Leopoldo María Panero fue un hallazgo espectacular, leerle supone transitar por caminos muy oscuros pero cargados de sabiduría y de referencias magistrales, por eso fue un honor poder estrechar su mano cuando firmaba ejemplares en la caseta de la Feria del Libro.
Asco y Vivir y morir en Lavapiés, del zamorano Barrueco, dos novelas que se han publicado con muy pocos meses de diferencia y que harán las delicias de todos aquellos quienes disfruten de la literatura de la nueva generación de escritores que sabe lo que hace, que escribe por absoluta vocación y dedica a la escritura muchas horas de cada uno de sus días, llenando páginas de historias encantadoras y muy bien escritas detrás de las cuales se agazapan multitud de referencias de la más alta calidad literaria.
Qué decir de Cărtărescu... probablemente sea el autor que he descubierto que más me ha impactado este año. Su forma de narrar es indescriptible, magistral, evocadora, sutil, onírica... increíble y perfecta. Cegador me encantó pero Lulu me marcó de una forma especial, fue un descubrimiento realmente genial.
Independientemente de que Los enamoramientos haya sido considerada por muchos medios la novela del año o no, para mí siempre es una fiesta cuando se publica una obra nueva de Javier Marías, y en este caso no iba a ser menos. Como seguidora acérrima, incansable y voraz de Marías desde hace ya 10 años, esta novela no se encuentra entre mi trío de favoritas teniendo en cuenta el resto de su obra (que he leído completa) y, aun así, me parece que es una gran novela, está maravillosamente bien escrita y merece todos y cada uno de los premios y reconocimientos que le han otorgado desde su publicación, en estos meses.
También han sido un hallazgo otros libros, y me han deparado muchas horas de compañía y me he reconocido en sus líneas. Por ejemplo, he leído varios libros de Robert Walser, aunque no los haya reseñado todos, y me han parecido estupendos. Es un escritor magistral, de los grandes.
Leyendo a Vila-Matas pensé seriamente que podría haberse convertido en mi escritor favorito si hace años no hubiera descubierto a Javier Marías, que ocupó ese lugar sin remedio. Vila-Matas tiene en su literatura muchas de las características que encuentro en la de Marías y que me hacen adorarla: es sobre todo la consistencia y la coherencia a lo largo de toda su obra, los paralelismos que establece en artículos y novelas, son señas de identidad que los incondicionales reconocemos y nos hacen sentir dentro, como si de alguna forma perteneciésemos a ella. No sé explicarlo de otra forma, supongo que hay que leerlo y darse cuenta.
Querría poder habitar los mundos que surgen de la imaginación de Gaiman: oníricos, mitológicos, irreales y perfectos. El libro del cementerio, Stardust, American Gods y la mítica e impresionante The Sandman son obras que pertenecen a la más alta literatura y que se han instalado para siempre en mi imaginario de género fantástico (en todos los sentidos, esta vez). Adoro a este tipo, y no sé de nadie que después de leerle y de conocer también la obra musical de su pareja, Amanda Palmer, no planee alguna artimaña para engañarles y llevarles a vivir a su salita de estar para siempre.
Mi propósito para 2012: leer más.
Besos mil.
Mi recuento es acerca de los libros que he ido comentando aquí a lo largo del año (ya de por sí, mis favoritos). Los que me han gustado tanto, tanto, como para convertirse en inolvidables, emocionantes y geniales, son los siguientes...
La poesía de Leopoldo María Panero fue un hallazgo espectacular, leerle supone transitar por caminos muy oscuros pero cargados de sabiduría y de referencias magistrales, por eso fue un honor poder estrechar su mano cuando firmaba ejemplares en la caseta de la Feria del Libro.
Asco y Vivir y morir en Lavapiés, del zamorano Barrueco, dos novelas que se han publicado con muy pocos meses de diferencia y que harán las delicias de todos aquellos quienes disfruten de la literatura de la nueva generación de escritores que sabe lo que hace, que escribe por absoluta vocación y dedica a la escritura muchas horas de cada uno de sus días, llenando páginas de historias encantadoras y muy bien escritas detrás de las cuales se agazapan multitud de referencias de la más alta calidad literaria.
Qué decir de Cărtărescu... probablemente sea el autor que he descubierto que más me ha impactado este año. Su forma de narrar es indescriptible, magistral, evocadora, sutil, onírica... increíble y perfecta. Cegador me encantó pero Lulu me marcó de una forma especial, fue un descubrimiento realmente genial.
También han sido un hallazgo otros libros, y me han deparado muchas horas de compañía y me he reconocido en sus líneas. Por ejemplo, he leído varios libros de Robert Walser, aunque no los haya reseñado todos, y me han parecido estupendos. Es un escritor magistral, de los grandes.
Leyendo a Vila-Matas pensé seriamente que podría haberse convertido en mi escritor favorito si hace años no hubiera descubierto a Javier Marías, que ocupó ese lugar sin remedio. Vila-Matas tiene en su literatura muchas de las características que encuentro en la de Marías y que me hacen adorarla: es sobre todo la consistencia y la coherencia a lo largo de toda su obra, los paralelismos que establece en artículos y novelas, son señas de identidad que los incondicionales reconocemos y nos hacen sentir dentro, como si de alguna forma perteneciésemos a ella. No sé explicarlo de otra forma, supongo que hay que leerlo y darse cuenta.
Querría poder habitar los mundos que surgen de la imaginación de Gaiman: oníricos, mitológicos, irreales y perfectos. El libro del cementerio, Stardust, American Gods y la mítica e impresionante The Sandman son obras que pertenecen a la más alta literatura y que se han instalado para siempre en mi imaginario de género fantástico (en todos los sentidos, esta vez). Adoro a este tipo, y no sé de nadie que después de leerle y de conocer también la obra musical de su pareja, Amanda Palmer, no planee alguna artimaña para engañarles y llevarles a vivir a su salita de estar para siempre.
Mi propósito para 2012: leer más.
Besos mil.
lunes, 29 de agosto de 2011
"El libro del cementerio" - Neil Gaiman
Personalmente, me encanta la parte donde Neil cuenta cómo surgió la idea para este libro:
"(...) Fue mi hijo Michael quien me inspiró este libro. Comencé a pergeñarlo cuando él tenía dos años, viéndolo circular con su pequeño triciclo por entre las tumbas un día de verano. Luego sólo me ha llevado veintitantos años sentarme a escribirlo.
Una vez que me decidí (empecé por el capítulo 4), tan sólo la insistencia de mi hija Maddy, que quería saber qué más pasaba después, me empujó a continuar después de las primeras dos páginas."
Se rumorea que falta poco para que esté lista la película basada en el libro: mezclando la parte de acción que tienen muchas escenas junto con la maravillosa estética presente a lo largo de todo el libro y un guión escrito por Neil Gaiman, darían como resultado una película excelente.
Esperando con impaciencia.
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viernes, 25 de marzo de 2011
"Stardust" - Neil Gaiman y Charles Vess

Stardust es una novela escrita por Neil Gaiman e ilustrada por Charles Vess en cuyas páginas habitan seres atemporales, envueltos por una capa de fantasía, magia, irrealidad y sueño. Se trata de una historia de amor con todos los componentes del cuento clásico pero dirigida al público adulto.

El universo de Gaiman es maravilloso y único, un mundo paralelo en el que a muchos nos gustaría habitar (por eso sus obras tienen ese componente evasor tan necesario en los tiempos que corren), situado entre el Reino de Faerie y la campiña inglesa, ambos divididos por un muro infranqueable que sólo permite el paso una vez cada nueve años; además, la narración es extraordinaria, la escritura de Gaiman posee un altísimo valor literario.
Las ilustraciones de Vess, por otra parte, son un complemento perfecto a la narración; se intercalan y se enlazan con el texto por lo que Stardust es, además, un gran trabajo de maquetación.

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