sábado, 30 de diciembre de 2023

"Trilogía de Cophenhague" - Tove Ditlevsen (fragmentos)

 



"  La infancia es larga y estrecha como un ataúd, y no se puede escapar de ella sin ayuda. Está ahí todo el rato y todo el mundo la ve con la misma claridad que el labio leporino de Ludvig el Guapo. Ocurre con él lo mismo que con Lili la Guapa, que es tan fea que cuesta imaginar que tuvo madre algún día. De todo lo que es feo o desafortunado se dice que es bonito, y nadie sabe por qué. Nadie escapa de la infancia, que se te adhiere como un olor. Lo notas en otros niños y cada una tiene su propio aroma. El tuyo no lo conoces y a veces temes que sea peor que el de los demás. Estás hablando con otra niña con una infancia que huele a ceniza y carbón y, de pronto, retrocede al percibir el hedor de tu propia infancia. Estudias a hurtadillas a los mayores, que llevan su infancia dentro, andrajosa y agujereada como una manta vieja y apolillada que ya ni recuerdan ni necesitan. A simple vista no se les nota que han tenido una infancia y no te atreves a preguntarles cómo consiguieron superarla sin que les dejara el rostro marcado de hondas cicatrices. Sospechas que se han servido de un atajo secreto y han adoptado su forma adulta muchos años antes de que llegara su hora. Lo hicieron un día que estaban solos en casa y la infancia les oprimía el corazón como los tres aros de metal del Juan de Hierro de los hermanos Grimm, que no se rompen hasta que su señor es liberado. Pero cuando no conoces ese tipo de atajos, hay que soportar la infancia e ir desgastándola hora tras hora por espacio de un número de años incalculable. Morir es lo único que puede liberarte de ella, por eso piensas mucho en la muerte y la imaginas como un ángel complaciente vestido de blanco que una noche bajará a besarte en los párpados para que no se abran más.


Con la mañana, llegaba la esperanza. Como un resplandor fugaz, se posaba en la melena negra y lisa de mi madre, que yo jamás me aventuraba a tocar, y se quedaba en la punta de mi lengua mezclada con el azúcar de las gachas tibias, que me comía despacio y sin perder nunca de vista sus manos finas entrelazadas, inmóviles sobre el periódico, con su gripe española y su tratado de Versalles.


viernes, 27 de octubre de 2023

"Las gratitudes" - Delphine de Vigan



Había visto los libros de Delphine de Vigan mil veces en librerías pero nunca me había llamado la atención nada en ellos para empezar a leerlos y descubrir a esta autora. Hace un par de días, vi una recomendación de “Las gratitudes” de forma fortuita y me llamó la atención la excusa de la trama (el concepto de agradecimiento) así como los otros dos temas que trata de forma directa (el envejecimiento y el lenguaje). Así que me hice con “Las gratitudes” y lo leí en un ratito, porque es cortísimo.

Este libro ni de lejos se convertirá en uno de mis favoritos: vaya esto por delante. Pero tiene una serie de elementos que lo hacen digno de análisis en este blog, bastante descuidado por cierto.

La novela comienza cuando trasladan a un geriátrico a Michka, una mujer que está experimentando los primeros síntomas de la afasia y ha sufrido una serie de pequeños accidentes caseros que impiden que pueda continuar viviendo sola de forma segura.

Recientemente conocíamos la triste noticia que relaciona a Bruce Willis con la incapacidad de expresarse verbalmente (¡el tiempo no es importante, solo la vida es importante!); el caso de Michka en concreto sería una parafasia lexical, que le hace sustituir puntualmente algunas palabras por otras, con la particularidad de que la palabras elegidas, aunque erróneas, a menudo suenan de manera similar a las que originalmente quería decir. Delphine de Vigan juega muy bien con esto, eligiendo no solo palabras fonéticamente similares, sino que tienen una carga semántica que da pie a juegos muy interesantes, literariamente hablando, como en el fragmento a continuación:


 Durante unos instantes, Michka permanece sumida en sus reflexiones.

—Debería estar prohibido envejecer. Pero, bueno, ya que estás aquí, aprovecho para decirte algo: me gustaría que me abreviaran.

—¿Cómo?

—Para mi falaral. Una abreviación…, unos canapés y se acabó. Como la señora Crespin, parece que estuvo muy bien la cosa.

—¿Quieres decir una incineración?

—Eso es. Pero que sean de sermón los canapés, no de paté.

—¿De salmón? Bueno, vale, me lo apunto, pero no corre prisa, supongo, no es algo inminente.


He leído que De Vigan confeccionó una guía de traducción para que los traductores conociesen perfectamente la intención de la elección de cada palabra “errónea” que emite Michka y pudieran así localizar la palabra precisa en el idioma de destino. Me parece que esto habla muy bien de alguien que se toma su trabajo muy en serio. Dicho lo cual, tampoco esperéis virguerías léxicas, quiero decir que como ejercicio literario está bien ejecutado pero tampoco es algo como para tirar cohetes. La gracia es que, al leer rápido, a veces involuntariamente “intercambias” algunas palabras por otras cuando no toca. Es decir lees algo y de momento crees que es una palabra que Michka ha malapropismeado y la lees pensando que es otra (realmente lees “otra” en tu imaginación) y resulta que no, que nos hemos adelantado y el término que realmente consta escrito no era ningún “error”, no había que sustituirla... Esto da lugar a caminos infinitos o mini subtramas que duran un segundo. Recuerdo que me pasó por ejemplo con “evolución” y “elocución” pero pueden darse miles de casos.

Para mí el fallo fundamental de este libro es que no tiene alma. A ver si me explico. Hay libros que durante las primeras páginas nos hacen creer que estamos ante un autor nuevo mínimamente prometedor, al que de entrada parece que dan ganas de seguirle la pista en lo sucesivo. Pero, tras leer un par de páginas más, nos damos cuenta de que es un producto editorial “perfecto”, diseñado a medida para el gran público y para hacer la película que también entre dentro de esos cánones establecidos… y terminamos la lectura solo porque nada indica que el libro esté “mal”, pero nos hemos tragado un producto, no una novela. Y que en lo sucesivo cuando alguien nos diga que ese es uno de sus autores favoritos sabremos que eso es algo que no habla demasiado bien de la persona como lectora. Que podía ser mucho peor si leyeran a Paulo Coelho o a Ruiz Zafón pero que esa persona no sabemos si le exige mucho a la vida pero desde luego no a la literatura. Con estas editoriales grandes suele pasar: a veces publican libros pero la mayoría de las veces publican oportunidades editoriales (textos sin ninguna calidad pero que tratan un tema popular en redes sociales o cuyo autor tiene muchos seguidores, ya sean humanos o bots) o subproductos que en el mercado funcionan porque los lectores cada vez tienen menos criterio. La sociedad está idiotizada y el coeficiente intelectual está disminuyendo muy rápido en las nuevas generaciones, pero este es otro tema y no es cuestión de ponernos aún más pesimistas.

Volviendo a los aspectos interesantes de la novela, la reflexión sobre el paso del tiempo (el envejecimiento) y el concepto de gratitud son dos temas que se entrelazan en esta obra, como sucede en la vida real en ocasiones. Michka ve cómo sus facultades se desvanecen como arena entre los dedos y busca aprovechar el tiempo que le queda para resolver asuntos pendientes que no dejan de rondarle por la cabeza. Solicita ayuda para tratar de localizar a unas personas que le ayudaron en un momento extremadamente delicado de su vida, para tener la oportunidad de darles las gracias ya que no lo hizo en su momento.

Esto irremediablemente nos invita como lectores a reflexionar sobre nuestra propia vida y revisar si hemos dejado algo sin decir o si hemos expresado gratitud a quienes lo merecen, antes de que sea demasiado tarde. (Ya sabéis, cuando los aviones se estrellaron contra las Torres Gemelas que yo sepa ninguna de las llamadas telefónicas de los que estaban a bordo fue de odio y venganza; todas fueron mensajes de amor). Podemos tener muchas conversaciones pendientes pero que merezcan la pena quizá no tantas. Es decir, no vale de nada retomar la relación o tener una última conversación con quienes ya aprendimos que no funciona, tras demasiados intentos fallidos. Tampoco vale de nada tener una última conversación con alguien a quien no creeríamos lo que nos dijera porque nos mintió constantemente mientras estuvo en nuestra vida, dejándonos el corazón en mil pedazos. En el contexto de la familia, las relaciones a veces suponen mucha complejidad, ¿siempre hay que perdonar a los progenitores por el simple hecho de serlo, aunque nos dañen irremediablemente, aunque definitivamente sean malas personas? A veces una idea que surge de una buena intención puede derivar en desastre.

Este libro trata también, sutilmente, el tema de la perdurabilidad de las penas infantiles: el logopeda que atiende a Michka, especializado en geriatría, reflexiona cómo en su experiencia trabajando con ancianos y lenguaje ve a través de sus recuerdos cómo el dolor del niño sigue ahí. Intacto. Puedo leerlo en sus caras y escucharlo en sus voces. Y es que la infancia es el patio donde jugamos el resto de nuestra vida.

“Las gratitudes” es un pequeño reflejo luminoso de la condición humana, una llamada a la introspección personal y emocional a través de sus páginas. Si bien la novela no me ha conquistado en su conjunto, sus juegos de palabras y la delicadeza con la que aborda temas esenciales, como la inevitable fragilidad que acompaña al envejecimiento, la convierten en una respetable elección literaria. La escritura puede ser un faro que ilumine las profundidades de nuestra existencia y nos invite a reflexionar sobre las complejidades de la vida y de las relaciones humanas. Si os interesa leer una obra breve que aborde estos temas, esta novela puede ser una buena elección.


 

domingo, 22 de octubre de 2023

Louise Glück (Nueva York, 22 de abril de 1943 — Cambridge, 13 de octubre de 2023)

 



Porque fuiste suficientemente estúpida para amar un lugar,
ahora eres una vagabunda, una huérfana
en una sucesión de refugios.
No te preparaste a ti misma lo suficiente.
Ante tus ojos, dos personas se estaban haciendo viejas;
te podría haber dicho que dos muertes estaban llegando.

Nunca ha habido un padre
que se haya mantenido vivo por el amor de un niño.

Ahora, por supuesto, es demasiado tarde 
estabas atrapada al idilio de la fidelidad.
Continuabas volviendo atrás, aferrándote
a dos personas que apenas reconocías
después de lo que ellos habían soportado.

Si por una vez hubieras podido salvarte a ti misma,
ahora que el tiempo ha pasado: fuiste obstinada, cegada al cambio
de una manera patética. Ahora no tienes nada:
para ti, el hogar es un cementerio.
Te he visto presionar tu cara contra las lápidas de granito 
eres el liquen, tratando de crecer ahí.
Pero no crecerás,
no te permitirás
borrar nada.


*


Because you were foolish enough to love one place,
now you are homeless, an orphan
in a succession of shelters.
You did not prepare yourself sufficiently.
Before your eyes, two people were becoming old;
I could have told you two deaths were coming.

There has never been a parent
kept alive by a child's love.

Now, of course, it's too late 
you were trapped in the romance of fidelity.
You kept going back, clinging
to two people you hardly recognized
after what they'd endured.

If once you could have saved yourself,
now that time's past: you were obstinate, pathetically
blind to change. Now you have nothing:
for you, home is a cemetery.
I've seen you press your face against the granite markers 
you are the lichen, trying to grow there.
But you will not grow,
you will not let yourself
obliterate anything.


Sufriemiento adulto / Adult Grief
The Triumph of Achilles (1985)


lunes, 24 de julio de 2023

"Matar la geografía de los cuerpos de piedra" - Laura Sanz Corada

 



Dejar los pies suspendidos
en un avión o en un acantilado
dejarme llevar por el temblor
del tiempo

cruzo un límite y mis manos
cambio de estación y mis ojos

asomado al borde del mundo
mi cuerpo
                           deja de tener rostro
en esta madrugada en la que mira
la noche curva sobre el mundo

mi cuerpo des pe da
            
                                        za        do

/ se reacomoda
nadie sabrá nada
del asco ni del amor
el nexo de las partes
quedará sin definir
pero mi cuerpo mirará la noche
curva sobre el mundo
y en el color del horizonte
se velará la pertenencia.


Conocí este poemario a la vez que a su autora, gracias a una presentación virtual que hicieron las chicas de Espacio Grieta convocando a través de Instagram, donde creo que han empezado hace poco. El encuentro fue una delicia y espero poder asistir a muchos más en el futuro.

He seleccionado algunos poemas porque además de ser hermosos y funcionar muy bien técnicamente, me he visto reflejada en ellos. El arte está para que conectes con cualquiera de las formas que adopta, también de alguna manera para cambiarte, sacudirte, obligarte a hacerte preguntas, evaluar cómo te sientes con las respuestas que te das, quizá destruir o alterar tus certezas, a veces afianzarlas.

"Dejar los pies suspendidos..." me ha llevado de vuelta instantáneamente a mis viajes en solitario, cuando necesitaba que mi alma se expadiese en espacios más allá de las 4 paredes de los lugares conocidos. Nunca huyendo de nada (eso es imposible), siempre queriendo encontrarme a mí. El final del camino, tras ubicar muchas cosas en su sitio, debía ser vivir junto al mar y así ha sido.


Si yo le diera a usted mi camino
si rompiera el lenguaje
si inventara mi origen, pasaporte lejano
de un país sin latidos
si conociera la sal y su tierra de ortigas

sería fácil

si usted fuese mujer
si sonriese menos y cambiase
de acento para las ideas tristes
si acertase en la respuesta: no, no,

en esta tierra, no

entonces los muslos
las armas que nombra
el escozor de la última duda
morirían.


Definitivamente, no puedes poner todo de ti en las manos de cualquiera: lo va a destruir, te va a destruir. Otro aprendizaje tan obvio como imprescindible: no debes mostrar quien no eres, nunca debes esforzarte por gustar. He visto tanta gente errante representando un papel (en este teatro que es la vida). Quizá lo entenderéis cuando seáis mujeres, o cuando volváis a nacer. Y por si acaso tatuarse un arma blanca entre otros mil amuletos de significados olvidados.


CÓMO ES EL MAPA DE ESTA MUJER

en la mudez cartográfica

posibilidad o                            borrón


¿cómo encuentra la ruta

de su migración hacia el agua?


Avanzar con brújula pero sin mapa (a lo Javier Marías). Perder el sendero y entre la espesura del bosque darse cuenta de que la brújula no funciona. Avanzar a tientas, tropezarse sin parar. Y aun así seguir caminando en cualquier dirección porque cualquier salida mientras sea salida será válida y hagas lo que hagas será muy dolorosa. Pintar el mapa sobre este cuerpo de mujer. Recordar que... la vida sigue creciendo alrededor. Rizoma, Deleuze.


All afternoon it rained, then

such power came down from the clouds

on a yellow thread (...)

Mary Oliver


Toda la tarde llovió, y luego

en el recuerdo previo al agua,

una figura blanda

se entregaba al aire.


Sí       me acuerdo      llovió

Y después, en la humedad,

con el pasto envuelto en alas,

el cuerpo se convirtió en fábula.


Los versos de Mary Oliver inspiraron el inicio de este poema de Laura Sanz, a partir de una traducción libre. No podía dejar de ponerlo porque es una dulzura y porque dio lugar a unos momentos preciosos durante la presentación virtual que mencionaba al principio: desde Grieta propusieron que cada chica escribiera algunas líneas a partir de este increíble comienzo, "Toda la tarde llovió, y luego  /  en el recuerdo previo al agua...". Os dejo con el pequeño texto que nació de todas.


Toda la tarde llovió, y luego

en el recuerdo previo al agua...

me encontré abrazada a la tierra mojada

buscando un refugio para esta cuerpa exhausta,

oliendo la tierra, 

a la frontera del vuelo de la libélula,

escuchando el latido del río

mientras en el vientre nace la calma

el reflejo del sol brilló 

y un latido se escuchó nacer

en la tierra húmeda

el vientre rompió el latido

tomaron el vuelo las libélulas

.a tierra se hace latido

libélula, acompaña ahora

el nacimiento de una frontera.





domingo, 19 de febrero de 2023

"La canción de la luciérnaga" - El adiós del gran David González Poeta (1964-2023)



Hace unos días nos dejaba David. David González Poeta.

El 6 de febrero se hacía dolorosamente real esa última palabra del último poema de su último libro publicado: Fin.

Durante los últimos meses, David había compartido por redes sociales la situación tan dura que estaba viviendo, con un cáncer inoperable que le estaba consumiendo. Como no podía ser de otra manera, lo hacía a su estilo, bravo, directo, transmitiendo una energía que no sé de dónde la sacaba. Genio y figura, David, genio y figura. 

Algunos libros de David González, tesoros de mi biblioteca y testigos de unos bonitos años

Su forma de luchar contra la enfermedad, cómo no, era la escritura. Escribía durante todo el día a pesar de las limitaciones físicas que sufría. Decía a sus seguidores, entre otras cosas, que él no era ningún valiente, que no podía luchar porque no tenía las herramientas para hacerlo: que no podía operarse a sí mismo ni inyectarse los medicamentos. Él, decía, solamente resistía las perrerías que le hacían los médicos intentando salvarle la vida. Restando heroicidad a su situación y manifestándose en contra de esa valentía que suele ir asociada a los enfermos de cáncer. Algo que sin querer convierte en cobardes a quienes no luchan, y es que esa idea es muy cruel. Precisamente el gran sentido de la justicia y las ideas tan claras es algo que perdemos con la marcha de David, y es que David rompió el molde.

...libre y bravía como el mar

Me da muchísima pena estar escribiendo esta despedida, llevaba días posponiéndolo porque no me veía capaz.

David era alguien más que un escritor al que admiras.

Leo sus libros desde que era una cría que iba al instituto y de eso han pasado muchos, muchos años. Durante un tiempo, mientras vivía en Madrid, no me perdía ninguna de las presentaciones de libros o recitales a los que él se desplazaba. Atesoro con mucho cariño una carpeta con sus emails en mi correo electrónico. 
En esas misivas virtuales me hablaba de libros por supuesto, de su desencanto con el mundo literario, de política, de todo un poco. Incluyó una reseña mía en el libro "El lenguaje de los puños". Alguna vez me envió algún libro adjunto en PDF, en esos emails. Con toda la confianza. Eso no lo hace nadie, joder. David era un colega. Era un gran tipo.

Quiero recordarle con esta preciosa foto que creo que es de 2013, o por ahí, donde se ve a David en Oviedo besándose con la Regenta.

A mí me parece que en esta foto es la Literatura la que besa a David, porque creo que eso fue lo que le pasó en la vida.

Quienes conozcan su historia y sepan cómo descubrió la poesía y cómo se convirtió en el poeta maldito de su generación, sabrán de lo que hablo.

Siempre me ha resultado imposible leer cualquier cosa escrita por él sin escuchar a la vez su voz resonándome. Releía ahora algunos poemas, algunos correos y le estaba escuchando hablarme al oído. Creo que a cualquiera de sus lectores le sucederá igual.


Si he de morir...

"Para mí la poesía, y voy a decirlo claramente, es como un sol que sale de noche. La poesía debe iluminar los rincones del alma. Están muy bien los poemas de amor, pero la poesía debe iluminar el lado oscuro del hombre. 

(Minuto 12:10 de este increíble vídeo que ya compartí por aquí hace tiempo).

No tengo nada que decir sobre la literatura de David que no haya dicho ya en todos estos años. Su mensaje, potente, irrepetible y sus palabras, poderosas, están en sus libros. Leedlos.

Su obra está repartida en una inmensidad de editoriales y colecciones tan caótica que no siempre es fácil localizarlos, pero algunos de los títulos son relativamente fáciles de conseguir.

Las luciérnagas tienen una vida muy corta. Pero mientras viven irradian una preciosa luz propia, y eso fue lo que hizo David, brillar. "La canción de la luciérnaga" es el canto de una poderosa luz que ya se apaga. Es la despedida de un poeta que sabe que se va. Ahora, el mar Cantábrico ya no verá nunca más a David afanado en su escritura tras la ventana de su estudio, como un vigía en tierra, observando y escribiendo desde el lugar más alto de la Plaza de la Soledad.

Que la tierra te sea leve, mi querido David. Tu amiga, forever, con un abrazo fuerte y solidario, agradecido, enorme.


domingo, 27 de noviembre de 2022

"84, Charing Cross Road" - Helene Hanff

 


Supongo que corría el año 2008 o 2009 cuando leí por primera vez “84, Charing Cross Road” porque hacía poco tiempo de mi estreno en la carrera de Biblioteconomía. Las lecturas que nos pautaban solían estar relacionadas con los libros, no exactamente metaliteratura sino más bien libros para bibliófilos. En general las recomendaciones eran muy buenas y esta fue una de las mejores. Hay libros que he leído que no recuerdo, pero este se quedó conmigo para siempre, contiene demasiados ingredientes maravillosos como para olvidarlo. Reviso ahora con benevolencia los títulos de los libros sobre los que escribía en los inicios de este blog, hace ya tantos años, y no encuentro a Helene Hanff, nunca es tarde.

Desde que mi querida amiga Ana me recomendó escuchar “Jardines en el bolsillo” no hay sábado que falle al desayuno con auriculares. Disfruto especialmente escuchando la sección de Elena Medel, siempre tan delicada, exacta y sabia. Hace un par de programas, Ana Rossetti, otra de las colaboradoras, recuperaba esta preciosa historia y me faltó tiempo para correr a la estantería en busca de este librito para releerlo estos días. Qué delicia me sigue pareciendo. 


Placa conmemorativa en 84, Charing Cross Rd., Londres


El título de este librito “84, Charing Cross Road” hace referencia a la ubicación que en Londres tenía una librería muy especial, Marks & Co. Hace años que cerró, pero existe una placa en la fachada que la recuerda (por si pasáis por allí y “queréis depositar un beso en mi nombre”). Asimismo, uno de los edificios de apartamentos donde Hanff vivió en Nueva York se renombró como Charing Cross House con su consiguiente placa, manteniendo unidos de algún modo esos dos puntitos del globo terráqueo, aunque su tiempo ya haya pasado. ¿La razón? Este libro es la colección de cartas que Hanff cruzó desde 1949 y durante unos veinte años con los libreros de Marks & Co., pidiéndoles que le consiguieran ejemplares de libros que para ella eran difíciles de encontrar. Esta correspondencia y la peculiar forma de ser de sus protagonistas, hizo que se forjara una bonita y también peculiar amistad entre ellos.

Tiene gracia que Rossetti hablase de este librito porque la Helene Hanff que se aprecia en las cartas tiene algunos paralelismos con su forma de ser, o eso me parece a mí. Las dos escriben, son muy cultas y tienen un arranque y una mala leche contenida que no podía dejar de remarcar, la imagino igual de exigente escribiendo a un librero del otro lado del charco, y también haciéndose amiga de él.


Placa conmemorativa en Charing Cross House, 305 East 72nd St., Nueva York


Ahora que ya no se escriben cartas, se llama poco por teléfono y lo que es peor, las formas y la educación están cayendo en el olvido, esta lectura acude en rescate de la nostalgia y nos trae de vuelta algunas cosas que en el pasado fueron mejores. Una historia que difícilmente podría repetirse hoy en día. Compramos por internet, en las librerías ya casi no quedan libreros, solo a veces es buena idea hacerse amiga de ellos.

Helene Hanff malvivió escribiendo por encargo, sus obras literarias nunca tuvieron éxito y con unos cincuenta años decidió recuperar aquella colección epistolar para intentar darle forma y convertirlo en una obra literaria, adivinando que contenía una historia que el público podría apreciar. En su mente no estaba la idea de publicar un epistolario sin más, pero así es como quiso publicarlas el editor a cuyas manos fueron a parar, y así es como han llegado hasta nosotros. El éxito inmediato hizo que por fin Hanff pudiese viajar hasta Londres, si bien la librería ya había cerrado y los libreros también poco a poco habían ido desapareciendo. Su ubicación, tan céntrica, por desgracia ha producido grandes cambios en los edificios y ya es imposible respirar aquel lugar de modo que nos haga soñar con aquel tiempo pasado, por muy sugestionada que una pasee por allí. Recuerdo lo frío e impersonal que me pareció aquel tramo de Charing Cross Rd. la primera vez que fui a Londres, por suerte hay otros miles de rincones por los que poder seguir rastros literarios, que es la mejor manera de viajar que se me puede ocurrir.

No tiene nada que ver con la navidad pero creo que es una historia muy navideña a su modo, por aquello de la ilusión, la ternura, los seres queridos en la distancia, el intercambio de paquetes, las extrañas coincidencias con otras personas, la magia de las historias reales…

11 abril 1969
Querida Katherine:

Interrumpo la tarea de limpiar mis estanterías y me siento en la alfombra, rodeada de libros por todas partes, para escribirte unas letras y desearos un buen viaje. Espero que tú y Brian lo paséis muy bien en Londres. El otro día me preguntó por teléfono: "¿Vendrías con nosotros si tuvieras dinero para el viaje?", y a mí se me saltaron las lágrimas.

Pero... no sé..., tal vez sea mejor que nunca haya estado allí. Soñé tanto con ello y durante tantísimos años... Solía ir a ver películas inglesas sólo para familiarizarme con las calles. Recuerdo que años atrás un muchacho al que conocía me dijo que las personas que viajaban a Inglaterra encontraban exactamente lo que buscaban. Yo le dije que buscaría la Inglaterra de la literatura inglesa, y él asintió y me dijo: "Está allí."

Tal vez sea cierto, o tal vez no. Porque ahora, al mirar a mi alrededor en la alfombra, siento una certeza: está aquí.

El hombre, ¡dios lo bendiga!, que me vendió todos mis libros murió hace pocos meses. Y el dueño de la tienda, el señor Marks, ha muerto también. Pero Marks & Co. sigue allí todavía. Si por casualidad pasas por el 84 de Charing Cross Road, ¿querrás depositar un beso en mi nombre? ¡Le debo tantísimo...!

Helene

Helene Hanff en 84 Charing Cross Road, en 1971 (1)

Helene Hanff en 84 Charing Cross Road, en 1971 (2)


Marks & Co. en la película de 1987 con Anne Bancroft como la escritora Helene Hanff y Anthony Hopkins como el librero Frank Doel



domingo, 30 de octubre de 2022

"Eros y otros trazos [Un ensayo lírico]" - Sílvia Ardévol

 



Descubrir el universo literario de Sílvia Ardévol es una de esas cosas bonitas que suceden a veces en las redes sociales. Creo que hará algo más de dos años que sigo esa mirada suya tan característica desde donde muestra sus lecturas junto al mar o los estantes abarrotados de su biblioteca. Me gusta su intensidad y su elegancia y por supuesto el tipo de lecturas que elige, cómo no también siempre intensas y elegantes. Suelen interesarme siempre los textos que subraya tan efusivamente y que luego fotografía para prender la mecha en alguien, siempre la llama surge aunque sea en el lugar más inesperado. 


Pág. 34 Hay veces que los libros que uno está leyendo vienen a salvarle la vida.

La intimidad de sus libros amontonados en precioso desorden, la naturaleza y los objetos artesanales, todo ese caos tan atractivo que conforma su mundo, vienen a convertirse o condensarse en este libro, que es mitad canto a la vida y mitad declaración de (literarias) intenciones.

Pág. 14 (…) el paseo propuesto a continuación lo planteo desde el compartir fragmentos de lecturas que me han regalado grandes dichas pero también grandes incomodidades. Trazos que me han seducido pero también otros que me han sobrepasado, que me han irritado, que me han hecho situarme al otro extremo de lo que venía pensando hasta entonces. Y son esos subrayados los que permanecen en conversación permanente con las supuestas convicciones. Sobre todo para desconvencerse, de una vez por todas, de la conveniencia de tenerlas.

Quizá por una especie de lírica simbiosis o porque los textos son verdaderamente hermosos, paso las primeras páginas de "Eros y otros trazos" y pronto echo en falta un lápiz con el que subrayar pasajes.

Inevitablemente marco algunos fragmentos sobre diferentes temas universales, que se ordenan en capítulos compuestos (sospecho) por las muchas notas de lectura tomadas al vuelo por Sílvia durante años de vivir entre libros, entreveradas de apreciaciones y reflexiones personales junto con alguna pequeña anécdota.

Pág. 42 Y la ventura exquisita de no intervenir en qué partes de lo leído deciden quedarse en nosotros para siempre (…)

Pienso en las amigas a las que recomendar esta lectura y creo que se trata de un libro del que disfrutar sin prisas (¿cuál lo es?), deleitándose y en ocasiones repasando más de una vez un mismo pasaje, a causa de esa intensidad que mencionaba antes. Las citas o parafraseos de los autores que admira se desdibujan con las palabras propias dando lugar a un texto tan especial como inclasificable. 

Pág. 54 Con lo bueno y bello que puede ser ir por ahí con un corazón que sepa latir éticamente, siendo contradictorios, incoherentes, humanos.

Los grandes temas universales se organizan en los bloques: identidad, libertad, eros, intelectualidad, espiritualidad y trascendencia, lenguaje y etiquetas y por último, verdad. Todo ello hilado por el concepto de “bienser” que no descifraré aquí para que quienes tengan curiosidad busquen entre las páginas de este libro. Quien busque respuestas quizá solo consiga plantearse más preguntas, pero es que de eso se trataba esto que llaman vivir.

Personalmente, no solo me ha hecho pasar horas de lectura muy agradables sino que la extensa bibliografía me ha dejado muchas y muy buenas recomendaciones para continuar leyendo libros que no conocía y otros que tenía pendientes y quizá ahora recupere, haciendo honor a esto que a veces se comenta y es que un buen libro te abre la puerta a otros muchos. Además por supuesto de hacerme reflexionar sobre estos grandes temas desde prismas nuevos y desde la mirada de otros, y esto siempre resulta enriquecedor. 

Más allá de la redundancia y obviedad de que se trata de un libro para lectores, creo que puede interesar a todas aquellas personas sensibles y cultas que disfruten de vivir poéticamente y hayan hecho un refugio literario donde resguardarse de las inclemencias del mundo real: en esos refugios algunos nos reconocemos a veces y el chispazo que brilla entonces es hermoso, aunque a veces duela.

Pág. 226 (…) lo cuenta poéticamente, que es como se tienen que contar las cosas cuando se las quiere abarcar al completo.


martes, 20 de septiembre de 2022

James Denham o lo que pudo ser y quizá fue


Cuando en 1989 Javier Marías inventó una biografía para su alter ego James Denham en “Cuentos únicos”, indicó que éste había escrito dos volúmenes de cuentos, una novela, un libro de semblanzas y un poemario. James Denham (o Jack o Jacobo o Jacques o Jaime o Yago Deza) habría escrito un libro de versos que llevaría por título “Vanishings” (desvanecimientos), un título quizá inspirado en aquella película de su idolatrado Hitchcock, “The Lady Vanishes”.

He de confesar que desde hace años pienso en el Javier Marías poeta; por qué no fantasear con una pieza más en el ya de por sí rico universo literario donde él tan a menudo desdibujaba la línea entre realidad y ficción. 

Solía imaginarlo escribiendo versos, por supuesto de noche, cómo no a la luz de las velas. Javier Marías era un gran lector de poemas y además tradujo la obra poética de autores como Faulkner, Navokov y algunos poemas de Yeats, contenidos en las “Mitologías”. El ritmo tan característicamente poético de su prosa también me hace pensar que Javier Marías podría haber flirteado con este género y que por algún motivo que desconozco nunca llegase a dar ni un solo verso a la imprenta.

Ahora camino en silencio por las noches atravesando la Plaza de la Villa y pensando en todo lo que pudo quedar en el cajón, abandonado o inconcluso; ahora que ya no está, sólo queda soñar en lo que pudo ser o ya fue, o quizá son nostalgias.






domingo, 18 de septiembre de 2022

Dos de noviembre


  No quiero

que mis muertos descansen en paz

tienen la obligación

de estar presentes

vivientes en cada flor que me robo

a escondidas

al filo de la medianoche

cuando los vivos al borde del insomnio

juegan a los dados

y enhebran su amargura


los conmino a estar presentes

en cada pensamiento que desvelo.


No quiero que los míos

se me olviden bajo tierra

los que allí se acostaron

no resolvieron la eternidad.


No quiero

que a mis muertos me los hundan

me los ignoren

me los hagan olvidar

aquí o allá

en cualquier hemisferio


los obligo a mis muertos

en su día.

Los descubro, los trasplanto

los desnudo

los llevo a la superficie

a flor de tierra

donde está esperándolos

el nido de la acústica.



 

"Los dones previsibles", Stella Díaz Varín. 
Editorial Cuarto Propio, 1992


lunes, 12 de septiembre de 2022

Javier Marías, 1951 - 2022

 


Cuando mueras yo te lloraré de veras. Yo me acercaré hasta tu rostro transfigurado para besarte con desesperación los labios en un último esfuerzo, lleno de presunción y de fe, para devolverte al mundo que te habrá relegado. Yo me sentiré herido en mi propia vida, y consideraré mi historia partida en dos por ese momento tuyo definitivo. Yo cerraré tus reacios y sorprendidos ojos con mano amiga, y velaré tu cadáver emblanquecido y mutante durante toda la noche y la inútil aurora que no te habrá conocido. Yo retiraré tu almohada, yo tus sábanas humedecidas. Yo, incapaz de concebir la existencia sin tu presencia diaria, querré seguir sin dilación tus pasos al contemplarte exánime. Yo iré a visitar tu tumba, y te hablaré sin testigos en lo alto del cementerio tras haber ascendido por la pendiente y haberte mirado con amor y fatiga a través de la piedra inscrita. Yo veré anticipada en la tuya mi propia muerte, yo veré mi retrato y entonces, al reconocerme en tus facciones rígidas, dejaré de creer en la autenticidad de tu expiración por dar ésta cuerpo y verosimilitud a la mía. Pues nadie está capacitado para imaginar la muerte propia.


Javier Marías, "El hombre sentimental"


Que la tierra te sea leve, maestro.

sábado, 16 de julio de 2022

“París. Un poema” – Hope Mirrlees

A finales de abril, Elena Medel publicó en su cuenta de Instagram una fotografía de este libro, que se acababa de publicar: automáticamente tuve un flechazo. Pasado un mes, tuve la suerte de recibirlo como regalo de cumpleaños y lo disfruté muchísimo.

Es un viaje al París intelectual de los años 1920 a través de la mirada y la pluma de Hope Mirrlees pero ese viaje viene acompañado además con las explicaciones y aclaraciones extremadamente prolijas y generosas de la traductora María Isabel Porcel García. De modo que una inicia el recorrido y la otra te acompaña guiándote de la mano por el mismo, poniendo el foco en todo aquello que no puedes perderte, haciendo que el viaje sea apasionante y precioso.

Esta mañana de insomnio, he tomado el café mientras me llevaba la grata sorpresa de que Elena Medel había llevado este libro a su sección poética en el programa de RNE “Jardines en el bolsillo”. Como siempre, ha sido un gusto escucharla hablar pero además esta vez me interesaba especialmente lo que tuviera que decir sobre este libro que ella misma me descubrió.

Junto a la excelente presentadora Pilar Martín, que ha dado pie a la idea de seguir el rastro de las grandes ciudades a través de los testimonios escritos, Elena se ha sumergido en este precioso librito (gigantesco en importancia pero breve en extensión, de ahí mi diminutivo: con sus 147 páginas de las cuales la mayor parte la componen las anotaciones de Porcel García). Hablaban de rastrear las grandes ciudades en la literatura porque Hope Mirrlees consigue unir Londres y París, como ahora veremos.

“París. Un poema” se publicó originalmente en 1919 en Hogarth Press, la editorial de Virginia y Leonard Woolf, anticipándose en su contenido a libros tan claves como “La tierra baldía” de T.S. Eliot o el “Ulises” de James Joyce. En cuanto a la unión de tertulias intelectuales de diferentes ciudades, Mirrlees es el puente que hermana el Bloomsbury londinense con la Rive Gauche parisina (de hecho, este libro fue originalmente escrito en inglés), mientras de fondo resuenan las voces de artistas de todas las nacionalidades, que se refugian en casas, bares y locales donde unos acogían a otros y el mundo parecía que aún podría convertirse en una cosa mucho más bonita de lo que, por desgracia, después fue.

“París. Un poema” no se parecía a nada de lo que se hubiera publicado hasta entonces. Mirrlees experimenta con imágenes e ideas que tienen ciertas similitudes con la poesía modernista en lengua inglesa que la había influido en aquellos tiempos. Sin embargo, el resultado es tremendamente innovador y enseguida se posiciona como un texto que va a inspirar a muchas otras plumas.

Hope Mirrlees nació en Inglaterra pero se educó en Escocia y en Sudáfrica, y su fascinación por África también la encontramos entre las páginas de este libro, que también tiene mucho de cinematográfico en su composición, con poderosas imágenes en rápido movimiento.

Resulta interesantísimo ahondar en la relación que existe entre París y la diosa egipcia Isis, y cómo la autora era consciente de ello y dejó mil pistas entre sus versos con solapadas cuestiones de género y referencias a su relación lésbica con su mentora y amante Jane Ellen Harrison. Da escalofríos pensar en monjes de la Edad Media adorando la figura negra de Isis amamantando a su hijo en el mismo lugar donde después se erigió Notre Dame… por favor investigad sobre ello.

Vais a disculpar que me auto-cite, pero ser consciente del contraste tan artificial del tratamiento del agua que se da en los aeropuertos, me descorazonó y me llevó a escribir esto en un viaje hace unos años, y mientras reflexionaba sobre estas antítesis lo he recordado: alane es un adjetivo en escocés, en inglés es muy similar alone, significa solo. Era uno de mis viajes en solitario a Escocia.

Siguiendo con las discordancias, paseamos por un París entre poderosas imágenes urbanas, carteles de anuncios, escaparates con maniquíes vestidos con trajes de comunión como pequeñas vírgenes niñas fabricadas en serie. El descarado expolio cristiano al paganismo es solo una de las tantas contraposiciones que podemos encontrar: lo industrial se mezcla con lo animal, el pasado camina junto al futuro. 

El juego de contrastes es constante. Lo tecnológico mira de frente a lo mitológico y el progreso resulta ser la decadencia contra-natura que tan magistralmente nos mostró Huysmans, autor del que también encontramos referencias. La bajada al metro como descenso alegórico al submundo de los muertos, al Hades y los misterios eleusinos.

 

(pág. 97)

 El Primero de Mayo

N

o

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e

 

Hubo una lucha ritual por su dulce cuerpo

Entre dos vírgenes –María y la Luna

 

La malvada luna de abril.

 

El silencio de la grève

 

Lluvia

 

El Louvre se vislumbra entre la niebla

 

Pronto se volverá transparente

Y a través de él brillarán los misteriosos jardines como isletas de la Place du Carrousel

 

El Seine, viejo egoísta, serpentea, imperturbable, hacia el mar,

 

Rumiando sobre malezas y lluvia…

Si a través de su sueño acuoso y aletargado surgen sueños

Son los fantasmas azules de los reyes pescadores,

La torre Eiffel es bidimensional,

Dibujada en cartulina blanca.

 

Poilus con uniformes celestes con petates de color de Terre de Sienne acampados alrededor de la esfinge gris de las Tuileries. Parece como si un artista de guerra fuera a hacerles un esbozo a carboncillo, para “venderlo” en la Rue des Pyramides a 10 francs la copia.


 

miércoles, 6 de julio de 2022

"Recuerdo de un sueño" - Danila Stoyánova

 


Buscaba un libro muy especial: quería sorprender a alguien que lee mucho, agasajar a esa persona y también, por qué no, marcarme un tanto encontrando una joya inesperada. Lo que no estaba en el plan inicial es que la destinataria de ese regalo también sería yo misma. Pero tras unos momentos de desconcierto me alegré muchísimo, porque habría sido difícil desprenderse de Danila Stoyánova tras haber hecho una lectura tan rápida la tarde antes de viajar: así, tendría todo el tiempo del mundo para leerla con calma.

Danila Stoyánova nació en 1961 en Sofía, Bulgaria. Con trece años fue diagnosticada con una leucemia fatal y poco después, en 1984, murió con tan solo veintitrés años. A través de un par de pinceladas biográficas leo que creció en un ambiente culto y literario, lo que, independientemente de la enfermedad, habría fomentado igualmente sus escritos tan precoces. Quizá no los temas, un tanto oscuros para esa edad pero los caminos de la intensidad son inescrutables, sobre todo en la adolescencia. La conciencia de su propia mortalidad, tan precoz a la fuerza, sin duda influyó en sus reflexiones naturales y espirituales. Y en esa madurez prematura que subraya cada verso con una solemnidad para nada pretenciosa.

Hay una despersonificación latente en su mirada a lo largo de todas las páginas: la autora parece elevarse y flotar sobre todas las cosas mientras juega con la vida o la muerte de pequeños animales, se disocia de sí misma para devenir diosa y ver el mundo desde arriba. Observa el paso del tiempo y juega con él, contrayéndolo, expandiéndolo, mirándolo todo a su antojo, mirando todo lo que le han arrebatado.


(pág. 127) Pero al final me sentaré

a la orilla del mundo,

las pesadillas pasajeras

del pasado

diluiré con una ramita,

—como las irisaciones nocturnas de un río,

despacio—

en diminutas esquirlas sin sentido

con la mirada inerte

en una sonrisa.


La naturaleza tiene un fuerte impacto en sus estados de ánimo y forma parte del relato en casi todas las descripciones: como en un haiku, Stoyánova incorpora pinceladas referentes a las estaciones o al paisaje de modo que sirvan de marco y detalle de aquello de lo que se está hablando. A veces, la naturaleza lo invade todo de modo que cobra más protagonismo que el sentimiento al que aparentemente solo está dando color:


(pág. 157) Te anhelaba como la humedad,

como a los sonidos de la tormenta

que desatan el miedo

y barren el entumecimiento;

en el silencio —relámpago lejano

con el que penetran lluvia y fresco viento—

quisiera estar mojada, destrozada,

ser la fuerza de la armonía

y del caos.


Te mezclaste con las nubes suspendidas,

viniste

y pasaste tan sólo

con unas pesadas, grávidas gotas

que cayeron dispersas y

dejaron suspendidas la esperanza,

ahogaron el polvo y

levantaron ahogo;

de nuevo respiro agobio y sofocante calima,

tormenta sin descargar.


Los poemas vienen acompañados de los textos originales en alfabeto cirílico, por lo que soy incapaz de transcribirlos. Es la primera vez que la voz de esta poeta se traduce al castellano: aunque el libro es de 2019, lo estoy descubriendo ahora y ha resultado perfecto para estas extrañas vacaciones de verano, donde las manifestaciones naturales no han resultado tan protagonistas pero sí las voces, como en ecos, procedentes del pasado.


sábado, 11 de junio de 2022

"Acúfenos" - María Rosa Maldonado

 


Dicen de sí mismos Kriller 71 Ediciones: “Un gruñido casi inaudible entre lo que las voces cantantes proponen para la época.” Y simplemente con esa frase ya tiene sentido que hayan publicado “Acúfenos”. María Rosa Maldonado ya había publicado este libro en 2017 una editorial argentina, Zindo&Gafuri. 

Cuando descubrí este título pensé que se trataría de una palabra inventada, ya que no recordaba haberla oído nunca. Pero sí existe y todos sabemos qué es, aunque no sepamos nombrarlo con su término técnico o científico. Se trata de esos ruidos o zumbidos que parecen provenir del exterior pero que realmente se crean dentro de la propia cabeza (o son imaginaciones), sin que haya ninguna fuente externa que los produzca. Suelen ser pitidos más o menos agudos o zumbidos graves que habitualmente son ocasionales pero también se pueden producir de forma crónica.

El significado no es muy halagüeño pero el significante es hermoso. Solo por regodearnos un momento más en este sonido: busco el origen etimológico de este término y encuentro que la palabra acúfeno está formada con raíces griegas y significa "sensación de oír un sonido sin que exista un estímulo acústico procedente del exterior". Sus componentes léxicos son: akoyein (oír) y phanein (aparecer, hacerse visible), más el sufijo –o (agente, el que hace la acción).

Así pues, una excusa u objetivo de María Rosa Maldonado en este libro es transcribir a palabras todas aquellas percepciones que no provienen de algo tangible o que podamos denominar “real”, puesto que no lo vemos.

(pág. 9) Tenemos un caracol dentro del oído. Lo sabemos. Ese caracol sirve para escuchar el mundo y no caernos. A veces sirve para caernos e inventar sonidos.

Mi impresión durante la lectura es que este libro se trataba de una traducción de lo invisible (intuiciones, percepciones) en un acto rayano en la mediumnidad, arrojando luz sobre lo que se encontraba oscuro, mirando con el tercer ojo o mirando desde otro lugar. 

(pág. 37) artemia franciscana
hecha de agua y de cenizas
enamorada de la luz
siempre de espaldas a su propia sombra
la artemia franciscana duerme en cuna de sal
desde el triásico
cuando aún no había flores sino bosques de niebla
epífitas helechos coníferas gigantes
y la tierra era un solo continente

ninfa con dos ojos compuestos y
un tercero naupliar
para entrar en el reino para observar el resplandor del reino
su cara no ha cambiado ni su forma
de producir corrientes de agua con sus delicados filopodios

infiltrada de levedad
toda ella cristal de roja o verde transparencia

(pág. 36) artèmia franciscana
feta d’aigua i de cendres
enamorada de la llum
sempre d’esquenes a la seva propia ombra
l’artèmia franciscana dorm a bressol de sal
des del triàsic
quan encara no hi havia flors sinó boscos de boira
epífites falgueres coníferes gegants
i la terra era un sol continente

nimfa amb dos ulls descompostos i
un tercer naupliar
per entrar al regne per observar l’esplendor del regne
la seva cara no ha canviat ni la seva forma
de produir corrents d’aigua amb els seus delicats fil·lopodis

infiltrada de levitat
tota ella cristall de vermella o verda transparència

También me ha parecido que se trataba de una búsqueda de la identidad a través de la descomposición de su autora: ya que para aprender algo muchas veces debemos desaprender previamente lo que ya sabemos, liberarnos de nuestras certezas para cuestionarlo todo y construir de nuevo.

Que hay algo más allá de lo tangible, debería de resultarnos obvio. Cuando creemos que algo poco claro, irreal, onírico o confuso se ha tratado de una intuición, una coincidencia o una causalidad… probablemente se trate de algo real, pero real quizá en otro plano, apenas perceptible para la mayoría. Hasta las propias sectas religiosas (las que han capitalizado la espiritualidad y reniegan de todo lo que no les interesa para sus fines lucrativos o de control social) hablan del “creador de lo visible y lo invisible”. 

Un acierto en este libro es la mezcla de terminología arcana y evocadora, con otra científica y actual: ese contraste realza la fuerza de las imágenes que se proyectan desde los versos. La presentación bilingüe catalán/castellano también me ha parecido un acierto, que seguro me permitirá aprender un poquito más de la lengua de este lugar donde he ido a llegar, donde no se trata al idioma como arma arrojadiza con intereses políticos y que está resultando ser tan dulce y acogedora.

(pág. 95) en mí las brujas entran sin llamar
no siempre estuve aquí
antes hubo otras almas: la de los minerales
y antes aun la del hidrógeno

tan antigua como el mal como el cero

aún más que el reloj de lava ardiente de alfa de centauro

nací en aguas someras
y salté sigilosa de la nada a lo real
con la belleza del guepardo
la blancura de un lobo de las nieves
o un macizo de adelfas más peligroso que el asbesto

brujas buenas y malas entran en mi casa sin llamar:

tuve antes de ser cuerpo –hacerme cuerpo–
dentro de mi pecho imaginario
debajo del sagrado esternón una tibieza dolorosa:
suave ceniza de la estrella
y la serenidad prometida de la transmutación:

lo que tú llamas muerte

(pag. 94) en mi les bruixes entren sense trucar
no sempre vaig estar aquí
abans hi va a ver altres ànimes: la dels minerals
i abans encara la de l’hidrogen

tan antigua com el mal com el cero

encara més que el rellotge de lava ardent d’alfa del centaure

vaig néixer en aigües someres
i vaig saltar sigil·losa del no-res a allò real
amb la belleza del guepard
la blancor d’un llop de les neus
o un macís d’adèlfies més perillós que l’asbest

bruixes bones i dolentes entren a casa meva sense trucar:

vaig tenir abans de ser cos –fer-me cos–
dins del meu pit imaginari
sota del sagrat estèrnum una tebiesa dolorosa:
suau cendra de l’estrella
i la serenitat promesa de la transmutació:

el que tu anomenes mort


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