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viernes, 29 de mayo de 2020

"Días en blanco" - José Luis Sampedro


Cuando supe que Plaza & Janés iba a publicar un volumen con la poesía completa de José Luis Sampedro, no me lo podía creer. Es uno de esos regalos de vida que una ya no espera: el maestro murió en abril de 2013 y de eso han pasado ya siete años (quién lo diría: es verdad que el tiempo vuela). ¿Por qué ahora? Y, sobre todo: ¿por qué no en vida? Las fechas que acompañan a los poemas indican que los más recientes fueron escritos en el ya lejano 1985. Hasta 2013, ¿acaso no hubo tiempo y oportunidades de publicarlas? Es obvio que sí, lo que también parece indudable es que el autor nunca las consideró dignas de ser publicadas. Entonces, ¿por qué los herederos de su obra deciden ahora sacarlas a la luz, a pesar de que esto contradiga visiblemente la voluntad de su legítimo autor? Según Olga Lucas, porque de lo contrario las habría destruido en vida:

"Las obras que de verdad no se desean [sic] que vean la luz tras el fallecimiento, no se dejan ahí, al albur de lo que decidan los demás. Salvo en caso de muerte repentina en edad temprana, resulta difícil entender que un autor conserve manuscritos hasta el final de sus días, si está seguro de que no deben ser publicados. (...) Los estudiosos y seguidores de la obra de José Luis Sampedro deben conocerla".

Es cierto que me siento afortunada de tener este libro entre las manos. Pero a la vez me sobrevuela la duda del oportunismo editorial y el dilema ético me reconcome. La excusa de que el autor las guardó con demasiado cuidado para no querer publicarlas me parece floja, más aún cuando se contradice explicando que tuvo ofertas editoriales firmes "cuando ya era conocido y admirado...". A pesar de mis reticencias, el libro ya está conmigo y no voy a evitar perderme entre sus páginas.

José Luis Sampedro era un hombre muy sencillo a pesar de ser una eminencia en áreas muy diversas del conocimiento, así como una mente adelantada a su época y profundamente bondadosa y libre. Así son sus textos poéticos: naturales, sinceros, inocentes. Extasiados ante una naturaleza que observa sin descanso y con reverencia. También anota pensamientos recurrentes acerca del amor (casi siempre ensoñado, no vivido), en general encontramos grandes celebraciones por la existencia de cosas muy pequeñas. Contemplación y recuerdo de caricias, el susurro de voces revividas, un adiós entre las manos, niños jugando, la primera sonrisa, etc.

He tenido la sensación de que la primera parte (que corresponde al ciclo de la Guerra Civil española) es un poco más débil, literariamente hablando. Probablemente esté condicionada por la ordenación cronológica de los textos, que en este caso me han parecido pruebas de escritura, desahogos muy sencillos, quizá incluso el resultado de una técnica de "calentamiento" antes de ponerse a escribir prosa, que es el formato en el que se sentía cómodo y se había profesionalizado. También, pareciera a veces cuaderno de viajes e impresiones a vuela pluma, da la impresión de ser escritos in situ cuando la inspiración desencadena un pensamiento, o viceversa.

Hay una obsesión por la primavera durante todas sus fases vitales. El inverno es observado como una opresión, un enemigo al que hay que soportar inevitablemente, a disgusto. La primavera, en cambio, es la plenitud, la felicidad.

Se trata en general de poemas muy descriptivos, prosa poética del instante, en ocasiones. Personalmente prefiero una poesía que comience con versos llanos y de pronto se transforme en palabras vertiginosas, casi surrealistas, oníricas, con tintes épicos. Pero estos poemas no parece que traten de impresionar a nadie, simplemente son el testimonio de la palabra sincera de su autor, diría incluso la prueba de su nobleza. En esa sencillez he encontrado pruebas de su buen hacer literario, con perlas como este fascinante "yo no le digo al mar que el viento es siempre verde en la rama del sauce" (p.133):


[A veces]

A veces,
quisiera ser humilde: solo cosa pequeña.
Pluma de golondrina o caracola.
Algo limpio y menudo, para toda una vida
sin dolor, sin problemas.

Por eso, yo no le digo al mar
que el viento es siempre verde en la rama del sauce.
Yo no le digo al mar
que hay ríos entre árboles.

No le digo que el agua
es a veces espejo
de unos seres tan tiernos, tan sencillos,
como ala de paloma, como mano de niño.


Quizá sea casualidad, no lo sé, pero el poema de la página 128, por donde abrí por casualidad el libro la primera vez, se ha convertido en mi favorito de lejos. Pertenece al ciclo de Melilla en 1938, un año en plena Guerra Civil española, y sin duda evoca los horrores de la guerra y es una profunda, terrible y hermosa reflexión sobre la muerte. "Has muerto, niño, como lo querías. Ya pueden apagarse las estrellas..."


[Niño. La muerte prematura]

1.
¿Qué visiones terribles presenciaste en el mundo
que te quedó la boca tan llena de ceniza,
niño?

Viste de pronto
                      ¿qué?
¿La espalda de la luna?
¿Tu alma entre las manos de los hombres?
¿Viste la decadencia de tus alas?
¿Por qué esa prisa, di, por qué esa prisa
de quererte morir?

Solamente querías
morir, morir. Igual que si temieras
que todo fuera próximo a caerse
sin que tuvieras tiempo de morir.
¡Morir aprisa, aprisa! Que se muere
lo bello antes que yo.

Has muerto, niño, como lo querías.
Ya pueden apagarse las estrellas.
¡Y gracias por haber brillado tanto
y tan bien, mientras él
vivía y las contaba!

2.
¿Qué ángel te reveló todo el secreto?
¿Tenías alas más blancas que los otros?
¡Tan blancas, sí, sin duda,
que al conocer de pronto los reveses,
te quisiste morir!
Tan blancas, que no pudo ser posible
el verlas marchitarse y caer sus plumas
como pétalos viejos.
Tan blancas que por eso fue preciso
enseñarte de golpe como una desgarradurael secreto mortal.

Y, ¿para qué vivir, si lo sabías?
Si sabías que tan solo se vive
para morir, y todo lo demás
es una interrupción, es un obstáculo.
Perdiste
la fuerza de vivir, que es el querer
vivir.

Pero aún me maravilla
cómo pudiste verlo así: tan fácil,
tan claro. Inapelable.

Solo así pudo ser. Toda tu vida
se volvió contra ti.
Y tu pulso latió para morir
solamente. Y tus músculos
le decían un sí, con sus esfuerzos
a la próxima muerte.
Tus labios se secaban, en la angustia
de repetir tu profesión de muerte.
Yo me quiero morirSin llegar a morir tan deprisa
como querías.

3.
Ya has muerto, niño, como querías.
Como querías, sí. Pero
                                   ¿Acertaste?
Ese mismo secreto que tú sabes
lo aprendí yo también, pero despacio.
Rompiendo con los dientes la amargura
de esa sabiduría.

Tú no me entenderías. Pero el mundo
no es nada solamente hecho de blanco.
No es nada, si no sabes
que solo en el dolor somos hermanos
los hombres con los vientos y los mundos.
No es nada si no sabes
que nada es tan igual como un pájaro muerto
al puñito crispado de tu afán de morir.

¿Acertaste? Es posible que la vida no sea
sino compensación a los que no tenemos
las alas tan excelsas.
Y así no somos dignos de morir enseguida.

Dejando a cada cual el dilema moral por la conveniencia o no de esta obra póstuma, cualquier lector incondicional de Sampedro puede estar de enhorabuena, si deja a un lado los prejuicios éticos y se decide por la lectura. Personalmente, considero que incorporo una pequeña joya atemporal a mi biblioteca, mientras me permito emocionarme una vez más recordando el instante en que tan cariñosamente cogió mis manos entre las suyas aquella feria del libro de hace ya tantos años, en otra vida.

miércoles, 14 de febrero de 2018

El amor, tal como yo lo entiendo: libertad, bondad, magia, intensidad, deseo y admiración



Cada libro, un concepto; en cada página, una emoción. Y, para cada uno, una sensación imposible de comprender, si no se siente.

EL AMANTE LESBIANO
José Luis Sampedro


Al igual que sucede con todas las cosas, las preferencias sexuales no vienen marcadas por la sociedad, sino que suelen amoldarse a ella. Quien las determina es la Naturaleza, y todo el mundo sabe que es un error llevarle la contraria. “El amante lesbiano” es la herramienta perfecta para derribar los muros de la ignorancia (si existieran) y cambiar el color del cristal con el que miramos dentro de nosotros mismos: el que usamos para vernos reflejados en otros.
José Luis Sampedro, (padre literario, mago de las palabras, sabio viejo), nos deja escuchar aquí su voz tan templada, poblada de frases cargadas de significados que se multiplican hasta hacerse infinitas. Sexo. Género. Qué son.

“El amante lesbiano” es la libertad.


MOMO
Michael Ende


Momo es la criatura que le recuerda a los niños la enorme importancia de usar la imaginación. Y vivir, muchas veces, dentro de un mundo creado con fantasía. Les enseña a jugar. Es también quien devuelve a los adultos el tiempo que les han robado, arrebatándolo de manos de los hombres grises, unos seres fantasmagóricos, malvados y sin voluntad, cuyo único alimento es el tiempo malgastado de aquellos que se dejaron vencer antes de presentar batalla. Siempre hay que presentar batalla.
Momo se rodea de seres mágicos e inolvidables como el Maestro Hora, la tortuga Casiopea, Beppo Barrendero, Gigi Cicerón… El objetivo vital de Momo parece ser el disfrute de la vida misma, sin artificios. Hay mucho más ahí fuera.

“Momo” es la bondad.


STARDUST
Neil Gaiman


En un lugar lejos de este tiempo, existe un muro que separa dos mundos muy diferentes, y sólo se abre una vez cada nueve años. De un lado, el pueblo de Wall, tradicional, basado en la campiña inglesa; del otro lado, Faerie, un sitio en el que impera la magia, y donde yo juraría que habita Gaiman entre un lago y un árbol blanco.
Tristran Thorn consigue cruzar el misterioso umbral para ir en busca de una hazaña y encuentra lo inesperado. Personajes y situaciones increíbles y maravillosas, mezclados con todos los ingredientes necesarios para hacer un cuento de hadas para adultos absolutamente delicioso y sutil. ¿Quién iba a pensar que las estrellas eran así...?

 “Stardust” es la magia.


DESEO DE SER PIEL ROJA
Miguel Morey


Una de las características del ideal romántico es vivir todo intensamente, ya se trate de acontecimientos alegres o tristes. Así, experimentar la dicha y la amargura llevadas al extremo serán lo único que nos indicará en el lecho de muerte que hemos estado vivos y que hemos sabido aprovecharlo.
La pérdida de alguien muy querido como leitmotiv de la narración, permite a Miguel Morey hacer un recorrido por un sinfín de aspectos vitales de gran importancia, en los que podrá verse reflejado todo aquel que porte un corazón caliente en el pecho. Es una introspección muy sorprendente y un tanto extraña, de una belleza exagerada y con una facilidad pasmosa para enganchar al lector.

“Deseo de ser piel roja” es la intensidad.


RELATO SOÑADO
Arthur Schnitzler


Esta novela aborda las fantasías sexuales desde un punto de vista bastante retorcido y muy novedoso, además, para la época en que fue escrito. Arthur Schnitzler es el padre del monólogo interior, y aquí construye un personaje atormentado por su imaginación y sus propias contradicciones. Consigue que el foco de atención no sea la culminación de las fantasías propiamente dichas, sino el proceso de tormento y dudas, la capacidad de la mente para dibujar situaciones irreales intensificando la desesperación y la angustia.
Fue la chispa que generó la película “Eyes wide shut” (1999). Ambos productos son magistrales, aunque no deben ser comparados. Crean escenarios igual de misteriosos y oscuros, imágenes impactantes y poderosas, difíciles de olvidar.

“Relato soñado” es el deseo.


LA DAMA DE SHALOTT
Alfred Tennyson


Estos poemas, que datan de mediados del s. XIX, suponen un homenaje perfecto a la fascinación por todas las cosas bellas. La Dama de Shalott, melancólico personaje extraído de las leyendas artúricas, es quien inicia el recorrido por el ideario (abstraído y extasiado, abrumado en su contemplación) íntimo y refinado de Alfred Tennyson.
Encantados de acompañar a la dama mientras se desliza por las aguas río abajo, a punto de culminarse su maldición, nos envuelve el ambiente hechizante y mágico de las tierras de Camelot, el mismo que tan bien supo plasmar John William Waterhouse en su cuadro “La Dama de Shalott” (1888), grabado a fuego (níveo, inmaculado, intocable) ya para siempre en nuestras retinas.

“La dama de Shalott” es la admiración.


miércoles, 8 de noviembre de 2017

Desde el sur - José Luis Sampedro



José Luis Sampedro (Barcelona, 1917 - Madrid, 2013) habría cumplido cien años en este 2017, y es por eso que su viuda y herederos están rescatando y transcribiendo algunas de sus conferencias pronunciadas en los últimos años de vida. En este caso edita Mapas Colectivos, una iniciativa que encabeza la editora Maribel Tabuenca Borobia bajo la colección MicroBooks.

La idea es publicar “conferencias que plantean la toma de conciencia crítica de nuestra cultura y de su estado actual de transición”. En este caso, “Desde el Sur” fue pronunciada por Sampedro en 1992 dentro del Encuentro sobre la cooperación para el desarrollo alternativo en América Latina.

Lo elemental es lo más importante
Sampedro era economista, novelista y humanista. Pero ante todo era una persona buena. En su presencia, sus ojos tan vivos desprendían inmensa luz y vida. Jamás perdió de vista que por delante de las banderas y de los intereses económicos, están las personas en tanto seres humanos: algo muy sencillo que hoy más que nunca es patente que los pueblos olvidan, más preocupados por partirse la cara en su intento salvaje por demostrar qué bando tiene razón (y ninguno la tiene).

No hay que perder de vista lo esencial, lo atávico. Poner por delante lo que nos une siempre por delante de lo que nos separa. A partir de este pilar tan antiguo como el mundo, Sampedro establece similitudes entre los países del Sur, un área que se situaría “por todo el Mediterráneo desde Grecia y, pasando por el Atlántico, hasta América Latina, desde el Río Grande del Norte hasta la Patagonia”.

Según él, hay una forma de entender la vida que es común a las diferentes culturas que se extienden por todo ese territorio. Y es que, en contraposición a los países del norte, el sur:

(…) conserva un sentido de la comunidad que es muy importante como fuente de solidaridad y para dar sentido a lo que uno es. Por otra parte, frente a esta idolatría de la técnica que se tiene en el Norte, al producir por producir, el Sur mantiene la idea de la vida, de la sabiduría. Y la sabiduría es mucho más amplia y mucho más importante que la ciencia. Se puede vivir con poca técnica pero no se puede vivir bien sin sabiduría.

Plantea la necesidad de unión de todos esos pueblos precisamente porque son débiles, y por tanto serán quienes harán progresos porque “los poderosos nunca quieren perder el poder” y “nunca han querido transformar nada”.


El camino que lleva al sur
La propuesta de Sampedro, que antepone un regreso a la convivencia y a la idea de comunidad en contraposición a la desigualdad social y la productividad empresarial, me recuerda a la búsqueda del camino que conduce hacia el sur en la preciosa novela breve de Ana María Matute, “Aranmanoth” (2001). Cuando las cosas van mal y asistimos a batallas campales de hordas abanderadas, no hay nada mejor que cerrar los ojos e imaginar que José Luis Sampedro y Ana María Matute se acercan de la mano para susurrarnos: tranquilx, todo va a salir bien.

Según Sampedro, el desarrollo se ha basado históricamente en preceptos economicistas y cuantitativos (en producir cada vez más bienes y servicios), y según él, esta tendencia no puede continuar mucho tiempo más. Se han dejado completamente de lado aspectos importantes como mejorar al ser humano o proteger el medio ambiente. Él invita a tomar las piezas sobre las que se construye la Teoría Económica para desmontarlas y estructurarlas de una manera nueva que tenga en cuenta otros valores.

Para ello, se sitúa en una perspectiva de pasado, imprescindible para entender el presente e intuir el futuro (creo que esto es clave porque incluso el pasado más inmediato siempre se olvida con demasiada rapidez):

Todos ustedes saben lo suficiente del tema como para convenir que la física de 1850 no tiene nada que ver con la física de nuestro tiempo. Ha cambiado por completo, son unos conceptos diferentes. Ha sido preciso reformar la visión del mundo para poder ocuparse de cosas que no han cambiado. Ha tenido que cambiar la visión del científico. En cambio, en las ciencias sociales seguimos con ideas del siglo XVIII y llamamos a eso neoliberalismo.

Sampedro, aún vigente
Las ideas de Sampedro aún son válidas en este mundo que le relegó en 2013. Sobre todo, sus palabras todavía nos ayudan a replantearnos la realidad, y hacernos preguntas es básico para poder llegar a sacar nuestras propias conclusiones. En cuanto a las políticas del cuidado que se desprenden de la visión del Sur que nos muestra en estas páginas, aún hace poco que empiezan a despuntar, tímidamente.

Podríamos comparar norte-producción/sur-ser humano con el ejemplo de los abuelos: el norte los llevaría a asilos para que los miembros productivos de la familia pudieran seguir en activo a tiempo completo, y el sur los cuidaría de otra manera más cercana, estableciendo políticas de conciliación laboral y familiar, amparadas por leyes y con la cooperación de los ciudadanos y las empresas. Precisamente en esta línea se encuentran las propuestas de Silvia Federici (Italia, 1942), autora feminista de libros como “Calibán y la bruja” (Traficantes de Sueños, 2010),  o “Revolución en punto cero” (Traficantes de sueños, 2013).

Para continuar avanzando en la dirección correcta, lo mejor es partir del pensamiento que nos brindan los sabios, tal y como dijo Sampedro en esta conferencia: “Se puede vivir con poca técnica pero no se puede vivir bien sin sabiduría”. Todos sus libros están llenos de ella, denles una oportunidad si tienen tiempo.



lunes, 24 de octubre de 2016

Diccionario Sampedro



Se cumplen ya tres años de la irreparable pérdida de José Luis Sampedro (1917-2013), literato, docente, economista y miembro de la Real Academia Española que legó una obra prolija y multidisciplinar en la que su preocupación por el ser humano se aprecia desde una perspectiva múltiple.

Sus herederos han seleccionado una recopilación de textos que definen de forma resumida algunos de los conceptos clave de su obra. Así, un paseo por este “diccionario” sería algo similar a coger al azar sus obras y curiosear entre aquellos fragmentos que otros han subrayado durante su lectura.

Sampedro comprimido
Este volumen encierra las claves principales de la obra del maestro Sampedro, y se presenta bajo una sucesión de 50 términos ordenados alfabéticamente (Agua, Alma, Amistad, Amor, Androginia… y así sucesivamente, hasta llegar al último, Violencia). En cada uno de los apartados, encontramos una selección de citas bibliográficas donde se desarrolla cada uno de los términos en cuestión, de una forma más o menos directa. Los textos proceden tanto de sus novelas como de sus ensayos económicos, charlas y conferencias transcritas, etc.

Así pues, este libro es adecuado para quienes quieran adentrarse de una forma suave en el pensamiento de Sampedro, pero también para sus lectores más incondicionales, puesto que también ellos encontrarán  algunos textos de origen más inaccesible que a lo mejor no conocían. En cualquier caso, es uno de esos libros que conviene tener cerca para poder consultar en un momento dado la opinión de un hombre sabio sobre algún aspecto que nos preocupe o nos interese.

Lucidez y sabiduría
Tal y como se nos indica en este libro, la figura de Sampedro es una de las más respetadas y queridas de la historia reciente de España; y no es para menos. Ha quedado plasmado en su obra y lo transmitía cada vez que hablaba: no sólo se trataba de una persona extremadamente inteligente, formada y muy culta, sino que (y esto es lo que hace que definitivamente brille) era un hombre profundamente bueno. El cariño y la empatía que emanaban de su mirada, son difíciles de explicar con palabras.

Muchos de los términos que aparecen en este “diccionario” se centran en la preocupación de Sampedro por la igualdad, por la importancia de ser quien cada uno realmente es, sin importar las convenciones sociales de cada entorno. Por ejemplo, fue el creador de un término, “Ipsoterapia”, sobre el que merece la pena detenerse: significa ayudar a cada cual a vivir de acuerdo con su ser auténtico y su derecho a realizarse, sin más restricciones que el respeto a los demás.

Sampedro sostenía que los prejuicios y el entorno entorpecían el desarrollo personal de los individuos, y que por eso en muchas ocasiones se complica vivir una vida satisfactoria y plena. También señalaba a las imposiciones morales y religiosas como piedras represoras en el camino de las personas, ya que no sólo entorpecen el progreso, sino también la libre elección de los límites de forma personal por cada individuo, dando por hecho que no se pueden contemplar como aberrantes hechos que existen y se dan en la naturaleza, y que lo que insisten en llamar pecados no es más que la vida misma.

En este sentido, novelas inolvidables como “La vieja sirena” y “El amante lesbiano” son grandes cantos a la libertad individual transgrediendo todos los límites y derribando todas las barreras que la sociedad impone, y viviendo plenamente con el único precepto de no hacer jamás daño a nadie. Leerlos, sin ninguna duda, ayuda a respirar mucho más profundo.

Cuando decimos que “el tiempo es oro”, que es como decir “el dinero es la medida de todas las cosas”, estamos reduciendo todo a lo que da el oro, al dinero, a términos económicos. El tiempo no es oro, el tiempo es vida. Y reducir el tiempo a dinero, es reducir vida a dinero. Equivale a decir “lo que no da el dinero, lo que no vale dinero, no importa, no es vida”, lo cual es un reduccionismo economicista absolutamente aberrante; es confundir una economía de mercado con una sociedad de mercado. Vivimos en una sociedad que da valor a lo que tiene precio en el mercado y no valora lo que no lo tiene.
No soy enemigo del mercado, soy enemigo de que se mercantilice toda la vida humana.
José Luis Sampedro, maestro.

lunes, 30 de diciembre de 2013

2013, las mejores lecturas

Permitid que paladee este momento, que lo observe sonriendo mientras se arroja desde el futuro al pasado – haciéndome al pasar un guiño¹.

Me propongo reducir al máximo la lista de libros estupendos leídos en este año que termina: incluir en ella solo aquellas lecturas-amuleto, solo libros que hacen temblar.

Ojeo la lista de libros leídos y me doy cuenta de que sobre la mitad de ella se cierne una sombra negra. A pesar de ello, y como no podía ser menos, de ese tiempo oscuro emerge enseguida una luz cegadora: la de “El enamorado de la Osa Mayor”, de Sergiusz Piasecki. Este extrañísimo autor redactó esta novela mientras se encontraba encarcelado por traficar con mercancías entre fronteras y por actuar como espía. En ella, relató sus peripecias utilizando un lenguaje sublime y delicadísimo, que precisamente contrasta con el medio tan hostil que evoca. Aunque había sido condenado a pena de muerte, fue este libro el que le salvó de tan funesto destino. Una vez en libertad, nada más se supo de él. Murió en 1964, y ahora lo único que podemos hacer para sentirlo un poco más cerca es observar la Osa Mayor y percibir su guiño.

Mientras un escalofrío recorre hasta la última de mis escamas al revisar esas fechas en orden cronológico, otro maestro acude al rescate, con una obra profundamente psicológica, violenta y descarnada: David Vann, con “Tierra”. Primero fue “Sukwan Island”, un libro que agita como la peor de las noticias recibida al despertar. A este siguió “Caribou Island” y David Vann se reafirmó como ese arcángel despiadado que tras su aspecto embaucador esconde un serrucho oxidado, como ya dije alguna vez. “Tierra” reafirma a este increíble autor como tejedor de tramas que brotan de una pequeña semilla y crecen y se expanden y te atrapan en una enredadera de angustia y claustrofobia... de la que no puedes escapar. Lo leí en el peor momento posible, y sin embargo lo disfruté igual que si las nubes no estuvieran surcando mi frente, amenazando con quedarse.

Hay libros en los que te reconoces, aunque sólo sea en un momento muy puntual de tu vida y luego sólo se conviertan en un bonito recuerdo. “Rosas en diciembre” de Daniel G. Sanguino fue un libro-bálsamo que durante algunas semanas tuve que llevar encima en todo momento como si de un talismán se tratara.

De sus tres poemarios publicados hasta la fecha, es sin duda el más depurado y brillante, augurio de una obra estupenda: sin poder evitar un destello de emoción, desde aquí le doy las gracias.


A continuación, una de las amazonas que me enseñan y me impulsan a diario, Pilar Pedraza, maestra feminista y maestra de feministas con la que compartí un viaje al pasado y aprendí todos los secretos de la Esfinge, de Medusa y de Pantera en “La bella, enigma y pesadilla”.

Se trata de un ensayo sobre la figura de la mujer desde un punto de vista mitológico, que conforma una trilogía con los libros “Espectra: descenso a las criptas de la literatura y el cine” y “Máquinas de amar”, todos ellos increíblemente buenos.

Un poemario más. Aunque no todos los libros enumerados hasta ahora están exentos de lírica: yo no me atrevería a asegurar que Piasecki no fue un poeta. Celan, Celan... Paul Celan. Con no uno sino dos libros magníficos que consiguieron evadirme por completo y trasladarme a un sitio donde sí quería seguir viviendo: “De umbral en umbral” y “Amapola y memoria”. La poética de Paul Celan, profundamente simbólica, teje una suerte de laberinto extraño en que el lector se ve inmerso desde los primeros versos: sin saber muy bien por dónde continúa el camino y qué forma tienen los setos que lo circundan. Sin embargo, una vez hallada la clave para asimilar los poemas, todo fluye de una forma maravillosa: el único secreto es dejarse llevar y abrirse, ponerse en sus manos, como suele suceder siempre con la buena poesía. Sus poemas son en gran medida fruto de las vivencias de su autor en el holocausto alemán: pero que nadie busque poesía narrativa donde se relaten sus experiencias, porque no la va a encontrar. Lo que plasmó Celan es el resultado de su tragedia personal, su alma herida tras los acontecimientos que se vio obligado a sufrir.

Este libro que comparto ahora es muy especial para mí, por la sencilla razón de que me salvó la vida. Pues, como bien me explicó el gran amigo que me lo tendió a tiempo como un flotador en el alta mar embravecida, se trata de un libro que hace eso: salva vidas. “El deseo según Gilles Deleuze” de Maite Larrauri. Una introducción sencilla y gráfica a las teorías de Deleuze, que forma parte de la colección “Filosofía para profanos” en la que también hay introducciones al pensamiento de Foucault, Hannah Arendt, Spinoza o Nietzsche, entre otros. Gracias a este libro también comencé la aventura Deleuze, que aún continúa y que me ha dado a conocer valiosísimas enseñanzas de este filósofo y de otros como Giorgio Agamben, Felix Guattari o José Luis Pardo. Bocanada vital de aire fresco en medio de aquel aliento pestilente... una huida hacia delante. Línea de suerte, línea de cadera, línea de fuga. ¿Cómo no emocionarse ahora al recordarlo?


Me doy cuenta, mientras hago este repaso, que este año incluye una cantidad de relecturas mayor a lo acostumbrado: “La caverna” de Saramago, “Negra espalda del tiempo”, “Literatura y fantasma” y “Los enamoramientos” de Javier Marías, “Butes” de Pascal Quignard, “Cómo liberar tigres blancos” de Isabel García Mellado, “Deseo de ser piel roja” de Miguel Morey o “La sonrisa etrusca” de José Luis Sampedro, entre otros. Todos ellos libros que forman parte de mí, o más bien, libros gracias a los cuales soy quien soy, y que necesito retomar cada cierto tiempo en una suerte de ritual que me confirma el paso del tiempo y marca etapas en mi vida.


Como mi intención inicial era reducir los buenos libros leídos a un pequeñísimo porcentaje, añado sólo un libro más y a continuación aplazo este resumen anual hasta finales del próximo diciembre: por ahora, me despido con William Faulkner y su “Visión en primavera”, el libro que me descubrió al Faulkner poeta y que supuso algo así como añadirle una velita al altar que ya presidía este autor en mi olimpo personal. Tan onírico, nocturno, misterioso y genial como sólo pueden serlo los maestros de la palabra como lo fue Faulkner. Estos poemas rebosan inspiración, dedicación y talento.

2013 llega a su fin y lo despido como después de haber compartido un éxtasis alcanzado sólo tras unos comienzos torpes y poco afortunados: el final ha sido estupendo, pero quiero que se vaya.

Un año menos en mi haber y tantos miles de palabras, tanta literatura y nada, absolutamente nada que contarte.

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¹ Deseo de ser piel roja. Miguel Morey. Anagrama, 1999

miércoles, 10 de abril de 2013

José Luis Sampedro


Barcelona , 1 de febrero de 1917 – Madrid , 8 de abril de 2013

Recuerdo que una vez le di la mano entre lágrimas y eso, ahora, es suficiente.
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