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miércoles, 8 de noviembre de 2017

Desde el sur - José Luis Sampedro



José Luis Sampedro (Barcelona, 1917 - Madrid, 2013) habría cumplido cien años en este 2017, y es por eso que su viuda y herederos están rescatando y transcribiendo algunas de sus conferencias pronunciadas en los últimos años de vida. En este caso edita Mapas Colectivos, una iniciativa que encabeza la editora Maribel Tabuenca Borobia bajo la colección MicroBooks.

La idea es publicar “conferencias que plantean la toma de conciencia crítica de nuestra cultura y de su estado actual de transición”. En este caso, “Desde el Sur” fue pronunciada por Sampedro en 1992 dentro del Encuentro sobre la cooperación para el desarrollo alternativo en América Latina.

Lo elemental es lo más importante
Sampedro era economista, novelista y humanista. Pero ante todo era una persona buena. En su presencia, sus ojos tan vivos desprendían inmensa luz y vida. Jamás perdió de vista que por delante de las banderas y de los intereses económicos, están las personas en tanto seres humanos: algo muy sencillo que hoy más que nunca es patente que los pueblos olvidan, más preocupados por partirse la cara en su intento salvaje por demostrar qué bando tiene razón (y ninguno la tiene).

No hay que perder de vista lo esencial, lo atávico. Poner por delante lo que nos une siempre por delante de lo que nos separa. A partir de este pilar tan antiguo como el mundo, Sampedro establece similitudes entre los países del Sur, un área que se situaría “por todo el Mediterráneo desde Grecia y, pasando por el Atlántico, hasta América Latina, desde el Río Grande del Norte hasta la Patagonia”.

Según él, hay una forma de entender la vida que es común a las diferentes culturas que se extienden por todo ese territorio. Y es que, en contraposición a los países del norte, el sur:

(…) conserva un sentido de la comunidad que es muy importante como fuente de solidaridad y para dar sentido a lo que uno es. Por otra parte, frente a esta idolatría de la técnica que se tiene en el Norte, al producir por producir, el Sur mantiene la idea de la vida, de la sabiduría. Y la sabiduría es mucho más amplia y mucho más importante que la ciencia. Se puede vivir con poca técnica pero no se puede vivir bien sin sabiduría.

Plantea la necesidad de unión de todos esos pueblos precisamente porque son débiles, y por tanto serán quienes harán progresos porque “los poderosos nunca quieren perder el poder” y “nunca han querido transformar nada”.


El camino que lleva al sur
La propuesta de Sampedro, que antepone un regreso a la convivencia y a la idea de comunidad en contraposición a la desigualdad social y la productividad empresarial, me recuerda a la búsqueda del camino que conduce hacia el sur en la preciosa novela breve de Ana María Matute, “Aranmanoth” (2001). Cuando las cosas van mal y asistimos a batallas campales de hordas abanderadas, no hay nada mejor que cerrar los ojos e imaginar que José Luis Sampedro y Ana María Matute se acercan de la mano para susurrarnos: tranquilx, todo va a salir bien.

Según Sampedro, el desarrollo se ha basado históricamente en preceptos economicistas y cuantitativos (en producir cada vez más bienes y servicios), y según él, esta tendencia no puede continuar mucho tiempo más. Se han dejado completamente de lado aspectos importantes como mejorar al ser humano o proteger el medio ambiente. Él invita a tomar las piezas sobre las que se construye la Teoría Económica para desmontarlas y estructurarlas de una manera nueva que tenga en cuenta otros valores.

Para ello, se sitúa en una perspectiva de pasado, imprescindible para entender el presente e intuir el futuro (creo que esto es clave porque incluso el pasado más inmediato siempre se olvida con demasiada rapidez):

Todos ustedes saben lo suficiente del tema como para convenir que la física de 1850 no tiene nada que ver con la física de nuestro tiempo. Ha cambiado por completo, son unos conceptos diferentes. Ha sido preciso reformar la visión del mundo para poder ocuparse de cosas que no han cambiado. Ha tenido que cambiar la visión del científico. En cambio, en las ciencias sociales seguimos con ideas del siglo XVIII y llamamos a eso neoliberalismo.

Sampedro, aún vigente
Las ideas de Sampedro aún son válidas en este mundo que le relegó en 2013. Sobre todo, sus palabras todavía nos ayudan a replantearnos la realidad, y hacernos preguntas es básico para poder llegar a sacar nuestras propias conclusiones. En cuanto a las políticas del cuidado que se desprenden de la visión del Sur que nos muestra en estas páginas, aún hace poco que empiezan a despuntar, tímidamente.

Podríamos comparar norte-producción/sur-ser humano con el ejemplo de los abuelos: el norte los llevaría a asilos para que los miembros productivos de la familia pudieran seguir en activo a tiempo completo, y el sur los cuidaría de otra manera más cercana, estableciendo políticas de conciliación laboral y familiar, amparadas por leyes y con la cooperación de los ciudadanos y las empresas. Precisamente en esta línea se encuentran las propuestas de Silvia Federici (Italia, 1942), autora feminista de libros como “Calibán y la bruja” (Traficantes de Sueños, 2010),  o “Revolución en punto cero” (Traficantes de sueños, 2013).

Para continuar avanzando en la dirección correcta, lo mejor es partir del pensamiento que nos brindan los sabios, tal y como dijo Sampedro en esta conferencia: “Se puede vivir con poca técnica pero no se puede vivir bien sin sabiduría”. Todos sus libros están llenos de ella, denles una oportunidad si tienen tiempo.



lunes, 24 de octubre de 2016

Diccionario Sampedro



Se cumplen ya tres años de la irreparable pérdida de José Luis Sampedro (1917-2013), literato, docente, economista y miembro de la Real Academia Española que legó una obra prolija y multidisciplinar en la que su preocupación por el ser humano se aprecia desde una perspectiva múltiple.

Sus herederos han seleccionado una recopilación de textos que definen de forma resumida algunos de los conceptos clave de su obra. Así, un paseo por este “diccionario” sería algo similar a coger al azar sus obras y curiosear entre aquellos fragmentos que otros han subrayado durante su lectura.

Sampedro comprimido
Este volumen encierra las claves principales de la obra del maestro Sampedro, y se presenta bajo una sucesión de 50 términos ordenados alfabéticamente (Agua, Alma, Amistad, Amor, Androginia… y así sucesivamente, hasta llegar al último, Violencia). En cada uno de los apartados, encontramos una selección de citas bibliográficas donde se desarrolla cada uno de los términos en cuestión, de una forma más o menos directa. Los textos proceden tanto de sus novelas como de sus ensayos económicos, charlas y conferencias transcritas, etc.

Así pues, este libro es adecuado para quienes quieran adentrarse de una forma suave en el pensamiento de Sampedro, pero también para sus lectores más incondicionales, puesto que también ellos encontrarán  algunos textos de origen más inaccesible que a lo mejor no conocían. En cualquier caso, es uno de esos libros que conviene tener cerca para poder consultar en un momento dado la opinión de un hombre sabio sobre algún aspecto que nos preocupe o nos interese.

Lucidez y sabiduría
Tal y como se nos indica en este libro, la figura de Sampedro es una de las más respetadas y queridas de la historia reciente de España; y no es para menos. Ha quedado plasmado en su obra y lo transmitía cada vez que hablaba: no sólo se trataba de una persona extremadamente inteligente, formada y muy culta, sino que (y esto es lo que hace que definitivamente brille) era un hombre profundamente bueno. El cariño y la empatía que emanaban de su mirada, son difíciles de explicar con palabras.

Muchos de los términos que aparecen en este “diccionario” se centran en la preocupación de Sampedro por la igualdad, por la importancia de ser quien cada uno realmente es, sin importar las convenciones sociales de cada entorno. Por ejemplo, fue el creador de un término, “Ipsoterapia”, sobre el que merece la pena detenerse: significa ayudar a cada cual a vivir de acuerdo con su ser auténtico y su derecho a realizarse, sin más restricciones que el respeto a los demás.

Sampedro sostenía que los prejuicios y el entorno entorpecían el desarrollo personal de los individuos, y que por eso en muchas ocasiones se complica vivir una vida satisfactoria y plena. También señalaba a las imposiciones morales y religiosas como piedras represoras en el camino de las personas, ya que no sólo entorpecen el progreso, sino también la libre elección de los límites de forma personal por cada individuo, dando por hecho que no se pueden contemplar como aberrantes hechos que existen y se dan en la naturaleza, y que lo que insisten en llamar pecados no es más que la vida misma.

En este sentido, novelas inolvidables como “La vieja sirena” y “El amante lesbiano” son grandes cantos a la libertad individual transgrediendo todos los límites y derribando todas las barreras que la sociedad impone, y viviendo plenamente con el único precepto de no hacer jamás daño a nadie. Leerlos, sin ninguna duda, ayuda a respirar mucho más profundo.

Cuando decimos que “el tiempo es oro”, que es como decir “el dinero es la medida de todas las cosas”, estamos reduciendo todo a lo que da el oro, al dinero, a términos económicos. El tiempo no es oro, el tiempo es vida. Y reducir el tiempo a dinero, es reducir vida a dinero. Equivale a decir “lo que no da el dinero, lo que no vale dinero, no importa, no es vida”, lo cual es un reduccionismo economicista absolutamente aberrante; es confundir una economía de mercado con una sociedad de mercado. Vivimos en una sociedad que da valor a lo que tiene precio en el mercado y no valora lo que no lo tiene.
No soy enemigo del mercado, soy enemigo de que se mercantilice toda la vida humana.
José Luis Sampedro, maestro.

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