Es imprescindible hablar de las
condiciones en que fue escrito este libro y de la leyenda que lo rodea, antes
de contar la historia que contiene y explicar por qué es tan especial. Se trata
de una historia real: Sergiusz Piasecki (1901-1964) fue encarcelado por delitos
derivados de sus actividades como traficante y espía, por lo que fue condenado
a la pena de muerte. Durante su reclusión, solicitó material de escritura y
escribió una obra maestra titulada “El enamorado de la Osa Mayor”, sin haber
recibido ningún tipo de formación literaria en toda su vida. Ahí reside uno de
sus principales reclamos.
Este libro no es una autobiografía, pero la vida del
protagonista sí contiene multitud de paralelismos con la de su creador. Al
parecer, una vez plasmado el punto y final de la novela, Piasecki se la entregó
a su carcelero sin darle mayor importancia, y éste, por suerte, la tuvo en
consideración e hizo que llegara a manos del juez. Así fue como Piasecki se
libró de la pena de muerte y como consiguió poco después, durante un traslado,
la ansiada libertad. Su libro se convirtió en un éxito de ventas y él se esfumó
sin que se sepa con seguridad dónde se perdió su rastro. Durante ese tiempo de
libertad escribió alguna algún otro libro basado en sus vivencias belicosas, y
también sátira política.
“El enamorado de la Osa Mayor” es uno de los más hermosos y
mejor escritos que he leído nunca. Se divide en tres partes de hipnóticos títulos: “Bajo las ruedas del
carro”, “Por los senderos de los lobos” y “Los fantasmas de la frontera”. Está
acompañado por una de las mejores introducciones de la historia de la
literatura, donde explica brevemente y con mucha intensidad y vitalismo sus
experiencias como contrabandista en la frontera rusa.
El primer capítulo comienza exactamente cuando el
protagonista, Władek, se enrola en la primera de sus rutas como contrabandista,
con una portadera a cuestas cargada con material para transportar de incógnito
y vender al otro lado de la frontera, junto con un grupo de piratas avezados
que le sirven de guía y le enseñan las claves del oficio. Con el paso de los
meses Władek sufre emboscadas de los soldados rusos, vive al límite, borra de
su mente la diferencia entre el bien y el mal y aprende a amar la libertad y la
naturaleza de una forma salvaje.
Precisamente este libro es una oda a la libertad. Władek
pronto se ve atraído por la fueraza de las estrellas y aprende a amarlas,
reconocerlas y dejarse guiar por ellas. Llega incluso a bautizar a cada una de
las siete estrellas que conforman la constelación de la Osa Mayor (o Carro
Mayor, de ahí el título del primer capítulo). No hay fajo de billetes por los
que cambie su vida al aire libre, ni palacio que le resulte más seguro que una
guarida en el bosque. Se siente más cómodo rodeado de pájaros, lobos y
salteadores de caminos que de ciudadanos en una gran urbe.
La magia proviene tanto del embrujo de la naturaleza como de
la forma de pensar de Władek: muestra un camino alternativo y asegura que otra
forma de vida es posible. Además, el hecho de ser un libro tan lírico y cuidado
contrasta con la historia que cuenta (salvaje, peligrosa, descarnada).
El argumento, trepidante, deja sin resuello al lector, no da
tregua. Sin embargo, a la vez el texto está plagado de frases sutiles y
delicadas, y descripciones gloriosas. Por todo ello, este libro es pura magia,
y una muestra perfecta de literatura de la más alta calidad.
«Camino a través del bosque hacia el sendero que conduce a
Zatyczno. En la lejanía, se oyen los suspiros sordos y pesados de los truenos.
Se acercan. Se desencadena un viento que corre por las alturas, por las
cúspides de los árboles, llenando el bosque de un rumor quejumbroso. Cierra la
noche. A duras penas me abro paso entre los árboles. De improviso, un largo
relámpago verde cae sobre el bosque. Abajo, casi en las entrañas de la tierra,
se oye el trueno que huye hacia las tinieblas en oleadas grávidas... Otro
relámpago, ahora amarillo, corta el aire... El tercero, rojo, explota como un
fuego de artificio... El cuarto, dorado, se entrelaza con la oscuridad en la
lotananza... El quinto, blanco, arranca la noche de la tierra y, durante un
rato, puedo ver con toda claridad cada tronco, cada rama, cada hoja... Después,
los relámpagos caen a puñados. Se entrecruzan, se esquivan... Uno corre en pos
del otro. Derraman torrentes de luz entre los árboles. El aire vibra... Los
árboles tiemblan... Un huracán... El viento rompe ramas y derriba árboles. Los
relámpagos hacen trizas los pinos, los abetos y los abedules más robustos. El
bosque se estremece... »