jueves, 24 de agosto de 2017

Cuando la vida te da un martillo - Kate Tempest


Kate Tempest es una joven promesa de las letras británicas, con 32 años posee una carrera que comenzó en el mundo del rap, continuó con la poesía y actualmente se centra en la composición de obras de teatro y novelas.

En este caso tenemos una novela que se desarrolla en un Londres bastante hostil, ya que los escenarios elegidos para el desarrollo de la trama son tugurios de mala reputación, callejones en barrios de las afueras y un ritmo de vida poco saludable, por decirlo de alguna manera.

Harry y Becky
En la línea de la normalización y visibilidad del colectivo oprimido LGTBI, Kate Tempest elige en este caso a dos chicas y dos chicos cuyas vidas se cruzan por casualidad, de modo que seguimos desde los inicios las diferentes relaciones entre los cuatro y, más concretamente, la evolución de la química que surge entre las dos chicas, Harry y Becky, que a pesar de las circunstancias que les ha tocado vivir, literariamente son unos personajes bastante potentes, de modo que mantienen casi por sí solas una trama que por lo demás no es muy interesante (drogas, palizas, prostitución, etc.)

“Cuando la vida te da un martillo” es una novela con una temática controvertida, que por un lado nos presenta un puñado de jóvenes atrayentes, interesantes y llenos de vida, pero que por otro lado la viven pisoteándola. Es el reflejo de una realidad que existe pero también puede funcionar como consejo de lo que no debería de hacerse, o también, asimilarse como una influencia bastante negativa. Las conclusiones en todo caso las tendrá que extraer el lector que se acerque a estas páginas.

Becky tiene veintiséis años, pero se siente en las últimas. Está apoyada contra la barra, a su alrededor todo son monstruos, gilipollas y putillas chillando y gritando para hacerse notar. Tiene los hombros firmes y echados hacia atrás. Su aspecto es desafiante, pero no lo hace adrede: es su pose natural. Tiene el don de poseer esa clase de postura erguida y de relajación de las extremidades que dan como resultado un amor por el movimiento, una fluidez física que convierte la danza en su goce primordial. Es intimidante, sarcástica y, en ocasiones, malintencionada. Un cuchillo en medio de toda esa carne. La clase de mujer que siempre desata el caos entre desconocidos.

Más allá de la primera impresión

Algo que sin duda puede extraerse leyendo entre líneas, y que es aplicable a la vida de cualquier lector, es que hay que entender a los demás teniendo siempre en cuenta sus circunstancias, en el caso concreto de los personajes de esta novela les influye poderosamente su entorno familiar más cercano, y sólo conociendo esos detalles pueden explicarse sus formas de enfrentarse a la vida. Aunque el día a día de estos protagonistas es muy superficial y sólo se centra en la fiesta y las drogas, con la reconstrucción en parte de su árbol genealógico y algunas anécdotas esclarecedoras, podemos atisbar un poco más allá en qué les pasa por la cabeza y por qué lo hace.

Cuando ella le contó lo que hacía para ganar dinero, a él le costó asimilarlo. Pero, teniendo en cuenta todo su pasado, había que comprender que el sistema de valores de Becky fuera distinto al suyo. (…) Es como dice mi tía Linda ―le contaba―. Lo que para un hombre es el destello de un relámpago que desgarra el cielo a su paso, para otro es una estrella fugaz que apenas alumbra.

La pareja de amigos Harry y Leon, se conocen desde la infancia y en la novela se van desgranando muchas de las situaciones que han vivido juntos y que han forjado esa confianza irrompible que los une ahora: conociendo solamente su presente difícilmente podría entenderse cómo son capaces de confiar a ciegas el uno en el otro en violentas situaciones con camellos y todo tipo de personajes del underground con quienes se juegan literalmente la vida.

La noche pasada se resiste a abandonarlos. Se sienta con ellos, les pasa el brazo por encima y apoya sobre sus hombros su cabeza ensangrentada.

Son los tres personajes que he citado, Becky, Harry y Leon quienes dan un poco de brillo y mantienen el interés dentro de una trama que por lo demás resulta bastante gris e insípida. La redacción, siendo formalmente correcta, no llega en ningún momento a llamar demasiado la atención del lector. Sólo he leído esta obra de Tempest, por lo que no puedo juzgarla más allá, pero mi impresión es que se trata de una novela que parece salida de una de esas fábricas de libros o talleres literarios que son tan populares desde hace unos años. Que a partir de la segunda mitad las tildes se hayan puesto en huelga dando lugar a una cantidad ingente de erratas tipográficas tampoco me ha gustado nada. No trasgrede, no emociona (dudo que se convierta en el libro de cabecera de nadie). Solamente entretiene, que en todo caso ya es mucho más de lo que se puede decir de muchos libros.


jueves, 3 de agosto de 2017

Eres culpable e ilegal: cógelo todo



MÁS RAZONES PARA LA ESCRITURA
Qué inmensa la tristeza de un cuerpo que has amado,
qué abandono tan cruel su peso entre las sábanas
señalando inequívoco las ausencias futuras:
la muerte, el desamor, la enfermedad, el tiempo.
Perfecto en su belleza de un instante. Inasible.
No hay modo
de retenerlo así. Ni las palabras
podrían suspender esa condena
de la fugacidad: escribe y calla.
Que un verso lo sostenga en el vacío,
que milagrosamente se eternice
cuanto vas a perder.
            No es suficiente
que hayas amado mucho y hasta el fondo.
Antes de que la luz se apague, escribe.
Escribe, escribe, simplemente escribe.

JOSEFA PARRA
Cádiz, 1965

   *

ALGUIEN SALVAJE
                      ¿A quién quieres resistirte?
                      Álex Gil
No ves que el virus entra
ya en los cuerpos, viene
cabalgando en los hombros
de todos nosotros. No temas,
si no es el virus será el tiempo, el dinero,
o el otro quien te tuerza. Deja de invocar
al plástico o a tus cremas para negarte
a ser una vieja vencida en un resort turístico.
Las listas de los más vendidos
se hacen sin ti, niñas limpias ocupan
tu puesto bajo tus esposos. Pero
también, date cuenta por fin,
si estás fuera de foco serás libre,
nadie mira más allá de los programas
televisados;
ahora puedes entrar a donde quieras,
eres culpable e ilegal: cógelo todo.
Que el barro de las lluvias
ácidas y ralas de este clima huraño oculten
la huella hendida que vas dejando
tras tu paso.

CRISTINA MORANO
Madrid, 1967


   *

UN RECUERDO
Nos decían que tuviésemos cuidado, que al menor descuido los hombres nos harían cosas malas. Esa expresión llevaba en su sonido el agua de las alcantarillas, algo sucio, y oscuro, como los senderos del bosque. Sin embargo, la dejábamos posarse en nuestras bocas para sentir la viscosidad de lo desconocido.
En los portales, tendidas bajo débiles bombillas, nos traspasaba las nalgas la dureza fría de las losas, y apretábamos las piernas una contra otra para descubrir el brillo de la perla rosada. Nos examinábamos las lapas de los pechos. Chupábamos cucharillas.
A continuación, nos ajustábamos los calcetines blancos y corríamos de calle en calle con la cartera de la escuela en volandas. Nuestras rodillas eran palomas confiadas; los lazos del pelo, señuelos deseosos.
Y no decíamos ni palabra. Dejábamos que los días pasaran tan solo, y nos llegase la edad de dejarnos tocar.

UNA REVELACIÓN
He encontrado un gato muerto atrapado en el sótano. Su piel parecía un retal de terciopelo arrugado. Estaba ya hueco por dentro, pero se distinguía la cabeza acurrucada entre las patas.
Tocar ese cadáver con la punta del pie me ha revelado la forma en que quiero morir.
Ha tenido una triste muerte el animal, triste pero limpia: se ha deshecho de su envoltorio con total discreción.
También de la gaviota que anidaba en el tejado y obstruía con sus plumas y su mierda el canalón no quedó más que el plumaje vacío.
No quiero sillas a mi alrededor del día de mi agonía, ni dedos palpándome el pulso, ni aliento de dudas atando con su ancla al nombre a punto de escapar: ¿ya? c’est fini? ¿y ese parpadeo?
Muera yo como una bestia humilde en la médula de la soledad.
Para después resecarme, endurecerme y vaciarme sin manchar con mi imagen las pupilas de los que amo.

MIREN AGUR MEABE
Lekeitio (Vizcaya), 1962

   *

II
Éste era el sentido
de la profanación
éste el sabor de lo que tanto tiempo
habías masticado. No hacerse
sino
deshacerse.
No hablar
sino callar.
El que espera.
El que recibe.
Besa primero al huésped y le brinda
un espacio
        ofrece
pero no
violenta no atosiga.
Para desmoronarte
así
te habías construido.
-sólo
lo inflexible se rompe-.
Ahora desaprendes la trampa
del lenguaje.
        Lo que dice
tu cuerpo no tiene
boca.

ADA SALAS
Cáceres, 1965
  
(Tras)lúcidas
Poesía escrita por mujeres (1980-2016)
 
Edición de Marta López Vilar
Bartleby Editores


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