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domingo, 5 de enero de 2020
"Babel" - Patti Smith
hay una dulzura
en tu boca de muchachita
y las perlas que sujetas
en la palma de tu mano
siempre que extiendes esa mano
te vienes abajo fantaseas
estás circuncidada
agonizada
mortificada
coronada
crucificada
atravesada cuatro veces
sangra tu sagrado corazón
manando y manando
las mujeres lloran a tus pies
doce hombres te dan la vuelta
doce hombres te desean
(nubes de amoniaco tus axilas)
un pez estrella se estremece en tu vientre
y las flechas se desparraman
se desparraman se desparraman
y duelen los músculos de tu corazón
un pez contesta abofeteándote
y tú ruedas sobre ti misma ruedas
en los patios del santuario
con un tosco vestido negro
bendita sea tu caliente boca de virgen
tú serás judas
y el propio cristo
serías María Magdalena
la única mujer
que hizo llorar a nuestro salvador
pero te meterías mandrax
como la sagrada hostia
abandonándome por el sueño eterno
no te dejaré marchar. no.
desde luego que no. no te dejaré marchar.
no dejaré que se seque la miel
de tu dulce dulce caja
no dejaré que las muchedumbres se ruboricen y atraganten
mientras cargas con tu cruz
no dejaré que las niñas de las flores te abaniquen
tras un gran coche fúnebre negro
no dejaré que las perlas
se derrumben se derrumben
de tu boca de muchachita
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jueves, 2 de mayo de 2019
"El anzuelo del diablo: Sobre la empatía y el dolor de los otros" - Leslie Jamison (fragmentos)
(…) la pérdida es como un sistema radicular que se extiende y multiplica como un rizoma bajo la superficie de mi vida.
Te imagino en todas las direcciones posibles, y luego vuelvo sobre mis pasos y empiezo a imaginarte otra vez desde cero. A veces me resulta insoportable lo mucho que no sé de ti.
(…) un hombre con larga barba blanca me ofreció un zumo de naranja. Era como el dibujo de Dios que haría un niño. Recuerdo lo mal que me sentó que se negara a darme analgésicos hasta que hubiese comido un puñado de galletas saladas, pero se mostró amable. Su resistencia era una forma de cuidarme. Eso lo noté. Me estaba cuidando.
La empatía es una forma de velar por alguien, pero no es la única, y no siempre es suficiente.
(…) la oración no tiene nada que ver con las probabilidades, sino con el anhelo, con querer a alguien lo bastante para postrarte de rodillas y pedir que se salve. Cuando Dave lloró en esa capilla, no fue por empatía, sino por otra cosa. No se arrodilló para sentir mi dolor, sino para pedir que éste acabara.
El estudio viene a decir que la empatía debería nacer del valor, y no puedo evitar pensar que buena parte de mi empatía nace del temor. Temo que los problemas ajenos me pasen a mí, bien que los demás dejen de quererme si no adopto sus problemas como si fueran míos
Camino entre los jóvenes y sanos y soy más o menos como uno de ellos. Intento no sentir escozor. Intento no preguntarme si siento escozor. Intento saber apreciar mi propia piel. A veces el corazón me late demasiado deprisa, o una larva se instala bajo la piel de mi tobillo, o bebo demasiado, o estoy demasiado delgada, pero todo eso son breves estancias lejos de un reino que por lo general puedo considerar mío, un reino donde estoy bien, donde soy capaz de desear y ser deseada, donde no dudo ni por un instante de que tengo un lugar en el mundo. Pero cuando me marcho de la iglesia baptista de Slaughter Lane no consigo acallar las voces de aquellos que ya no creen encajar en ningún lugar. Paso un día en su reino y me marcho cuando me apetece. Se me antoja una traición salir a tomar el aire.
sábado, 7 de julio de 2018
"Encontraste un alma" - Edith Södergran (fragmentos)
DOS DIOSAS
Cuando viste el rostro de la felicidad te sentiste decepcionado:
esa mujer durmiente de rasgos vagos,
la más adorada y la más nombrada,
la menos conocida de todas las diosas,
que reina sobre los mares con calma,
los jardines en flor, los interminables días de sol,
y te decidiste a no servirla jamás.
De nuevo se te acercó el dolor con el abismo en los ojos,
la diosa jamás invocada,
la más conocida y menos comprendida de todas,
que reina sobre los mares tempestuosos y los navíos echados a pique,
sobre los presos con cadena perpetua,
y sobre las onerosas maldiciones que con los niños descansan
en el vientre de sus madres.
VIERGE MODERNE
No soy una mujer. Soy un neutro.
Soy un niño, un paje y una decisión valiente,
soy un rayo risueño de un sol escarlata...
Soy una red para todos los peces voraces,
soy un brindis en honor de todas las mujeres,
soy un paso hacia el azar y la ruina,
soy un salto hacia la libertad y el yo...
Soy el susurro de la sangre al oído del hombre,
soy la fiebre del alma, el deseo y la negación de la carne,
soy una señal de entrada a nuevos paraísos.
Soy una llama, buscadora e insolente,
soy agua profunda pero atrevida hasta las rodillas,
soy fuego y agua en comunión libre y leal...
LA PRINCESA
Todas la noches se dejaba acariciar la princesa.
Pero el que acaricia sólo acalla su propia hambre
y el deseo de ella era una mimosa tímida, un cuento con los ojos
muy abiertos ante la realidad.
Nuevas caricias llenaron de un sabor agridulce su corazón
y de hielo su cuerpo, pero su corazón aún quería más.
La princesa conocía cuerpos, pero buscaba corazones;
jamás había visto un corazón que no fuera el suyo.
La princesa era la más pobre de todo el reino:
había vivido de ilusiones demasiado tiempo.
Sabía que su corazón debía morir y desmoronarse por completo,
pues la verdad corroe.
La princesa no amaba las bocas rojas, le eran extrañas.
La princesa no reconocía los ojos embriagados con hielo al fondo.
Todos eran hijos del invierno, pero la princesa era del sur más
lejano y no tenía caprichos,
ni dureza, ni tapujos, ni astucia.
*
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martes, 1 de mayo de 2018
"El delirio — El dios oscuro" de "Claros del bosque", María Zambrano
"
(p. 43)
Brota el delirio al parecer sin límites, no sólo del corazón humano, sino de la vida toda y se aparece todavía con mayor presencia en el despertarde la tierra en primavera, y paradigmáticamente en plantas como la yedra, hermana de la llama, sucesivas madres que Dionysos necesitó para su nacimiento siempre incompleto, inacabable. Y así nos muestra este dios un padecer en el nacimiento mismo, un nacer padeciendo. La madre, Semelé, no dio de sí para acabar de darlo a luz nacido enteramente. Dios de incompleto nacimiento, del padecer y de la alegría, anuncia el delirio inacabable, la vida que muere para volver de nuevo. Es el dios que nace y el dios que vuelve. Embriaga y no sólo por el jugo de la vid, su símbolo sobre todos, sino ante todo por sí mismo. La comunicación es su don. Y antes de que ese su don se establezca hay que ser poseído por él, esencia que se transfunde en un mínimo de sustancia y aun sin ella, por la danza, por la mímica, de la que nace el teatro; por la representación que no es invención, ni pretende suplir a verdad alguna; por la representación de lo que es y que sólo así se da a conocer, no en conceptos, sino en presencia y figura; en máscara que es historia. Signo del ser que se da en historia. La pasión de la vida que irremediablemente se vierte y se sobrepasa en historia. Y que se embebe sólo en la muerte. El dios que se derrama, que se vierte siempre, aun cuando en los "Ditirambos" se dé en palabras. Las palabras de estos sus himnos siguen teniendo grito, llanto y risa al ser expresión incontenible. Expresión que se derrama generosa y avasalladoramente.
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miércoles, 28 de marzo de 2018
"Los muertos y los vivos" - Sharon Olds
La poesía de Sharon Olds me representa.
Quisiera soñar todas las noches que paseo por las habitaciones de su cabeza. El ritmo de su escritura marca el compás de mis pasos. Aspiro a vivir en un estado de ánimo del mismo color que esta poesía.
GRANDES AMIGAS
El día que mi hija cumplió diez años, pensé en esa
capa lacia, verdosa y brillante de tu
pelo dorado. En la última semana de
tu vida, cuando iba cada día después de clase,
solía escudriñar el sendero hasta tu puerta,
una pared impenetrable como tus cabellos. Intentaba
descifrar su arquitectura, torciendo el gesto
en busca de una señal.
El último día ―sin huella
alguna en el sendero, ni una piedra fuera de sitio―
las enfermeras no me dejaron entrar.
Teníamos nueve años. Nunca habíamos mencionado la muerte
o hacernos mayores. No te había imaginado
muerta
más que tú a mí
ser madre. Pero cuando tuve a mi hija
le puse tu nombre, como si te extrajese
por una grieta entre los ladrillos.
Ahora tiene diez años,
Liddy.
Te ha sobrevivido, con su pelo negro fulgente como
la tierra en la que se moldeó el camino,
el sendero hacia ti.
Olds es literatura de verdad: que brota desde los recuerdos más íntimos, de las vísceras y de los genitales; tan limpia y tan sucia como sólo puede serlo el ser humano. Precisamente, da la impresión de que a Olds no le asusta ser humana. Y esto no es tan habitual. Mientras la mayoría pasa de puntillas por su única oportunidad para pisar el mundo, Olds escarba la tierra con las uñas de pies y manos, le muestra los colmillos a cada nueva bocanada de aire.
EL SIGNO DE SATURNO
Algunas veces mi hija me mira con un
oscuro gesto de ámbar, como mi padre
a punto de desmayarse de indignación, y recuerdo
que ella nació bajo el signo de Saturno,
el padre que devoró a sus hijos. A veces
su oscura y muda nuca
me recuerda a él inconsciente en el sofá
cada noche, con la cara vuelta.
Algunas veces le oigo hablar con su hermano
con esa frialdad que en él pasaba por madurez,
esa rabia endurecida por la voluntad, y cuando ella se enfurece
en su habitación, y da un portazo,
puedo ver su espalda, vacía y vasta,
cuando él se desvanecía para escapar de nosotros,
y se tumbaba mientras el bourbon convertía su cerebro
en carbón. A veces veo ese carbón
ígneo en los ojos de mi hija. Al hablar con ella,
intentando persuadirla hacia lo humano, su carita
limpia se ladea como si no pudiera
oírme, como si estuviera atenta
a la sangre de su propio oído, en vez de a mí,
a la voz de su abuelo.
En “Los vivos y los muertos” hay lugar para sus padres y hermanos, una mirada a un pasado hostil; también, para su marido e hijos, su presente y sus recuerdos recientes. Palpita de vida cada verso, sangra cada palabra, casi se respiran los olores. El pasado se refleja cruel en las pupilas de sus hijos, pero Olds hace que el terror al paso del tiempo se convierta en arte cuando se detiene el tiempo suficiente para transformar la vida en poesía.
LA ÚNICA CHICA EN LA FIESTA DE LOS CHICOS
Cuando llevo a nuestra hija a la fiesta de la piscina
la dejo entre los chicos. Ellos dominan y
se agitan, ella allí elegante y pulcra,
con su sobresaliente en matemáticas desplegado en el aire.
Se quedarán en bañador, su cuerpo duro,
Indivisible como un número primo,
se tirarán en la parte que más cubre, restará
ella su altura de tres metros, lo dividirá por
miles de litros de agua, números
que rebotan en su cerebro igual que las moléculas de cloro
en el claro azul de la piscina. Cuando salgan,
su coleta, como un lápiz negro, le colgará
por la espalda, su apretado bañador de seda
con dibujos de hamburguesas y patatas fritas
relucirá en el aire festivo, y verán
su cara dulce, solemne y
sellada, factor de uno, y verá
sus ojos, dos por barba,
sus piernas, dos por barba, y las curvas de sus sexos,
uno por barba, y en la cabeza hará su
frenética manipulación, como las gotas
brillan y caen elevadas a mil desde su cuerpo.
martes, 20 de febrero de 2018
Hombres en sus horas libres - Anne Carson (fragmentos)
NIGHTHAWKS
Quería huir contigo esta noche
pero eres una mujer difícil
las normas que hay en ti…
Pasado y futuro giran a nuestro alrededor
ahora sabemos más ahora menos
en el instituto de las sombras.
En una calle negra como viudas
con nada que confesar
nuestras distancias nos hallaron
las normas que hay en ti…
mujer tan difícil
quería huir contigo esta noche.
*
SEGUNDO MARIDO, UN ERUDITO
Las raciones escaseaban, ella hacía cola para conseguir manzanas y cerillas.
Entretanto, en su frío apartamento, él seguía traduciendo textos babilonios.
Petersburgo ya no era la capital (sino Moscú). Húmeda oscuridad
detrás de los letreros.
Las manos rompían estatuas.
La gente saqueaba incluso los cementerios.
El “Consejo en apoyo a la vida de los artistas”
servía sopa barata y trozos de pan
a escritores nocturnos con botas y chales y orejas laponas.
Junto a la sopa más de uno le decía, Me dejas de piedra.
El perro ha envejecido, susurraba entonces Ajmátova.
En casa, entretanto, el erudito le había quitado la piel a
varias palabras desconocidas.
Sus incisiones producían un sonido azul y apagado como seda.
*
Por ejemplo, una página con un poema es menos atractiva que una página con un poema y una mancha de té. Porque la mancha de té añade un poco de historia.
Hombres en sus horas libres
Anne Carson
Traducción Jordi Doce
Editorial Pre-Textos
2007
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miércoles, 29 de noviembre de 2017
Manzanas robadas (antología) - Yevgeny Yevtushenko
Desde hace unos años se viene reivindicando la candidatura del poeta Yevgeny Yevtushenko para el Premio Nobel de Literatura. Con este “Manzanas robadas”, se nos antoja deudor y heredero de esa trayectoria romántica que hizo brillar a mediados del XIX a la literatura rusa.
Esta antología recoge poemas de amor, otros de carácter social y también algunos más orgánicos en los que la Naturaleza es protagonista: y son precisamente estos últimos los que lo hacen brillar por encima del resto y donde encontramos imágenes poéticamente más potentes. Hay que puntualizar que en la presente edición, 42 de los 47 poemas han sido traducidos de una edición intermedia con los poemas volcados del ruso al inglés, por lo que inevitablemente se habrá perdido parte de la esencia de los mismos en el largo proceso.
HERIDAS
Me han herido con frecuencia y con mucho dolor,
regreso a casa arrastrándome y abatido,
lastimado por lenguas venenosas,
es que se puede dañar hasta con el pétalo de una flor.
Y yo mismo me he herido sin ser consciente
por una casual ternura
y luego alguien sintió la herida
y fue como caminar descalzo como el hielo.
¿Por qué aumento las ruinas
de aquellos que me quieren y están tan cerca de mí?
¿Por qué yo, que puedo ser fácilmente herido
puedo dañar a otros casi hasta matarlos?
(1973)
LOS LIBROS PRESTADOS
Los libros también leen a quienes leen libros.
Los libros ven en nuestros ojos escondidos gritos y gemidos.
Los libros oyen todo lo que tememos y nos decimos.
Los libros aspiran lo que nosotros respiramos.
Nosotros fuimos unidos por los libros.
Anna Kareninafue nuestra Celestina suicida
cuando ella resucitó de los congelados rieles
y nos lanzó en nuestros brazos.
El silencioso retorno de los libros prestados
por quienes se aman los unos a los otros
no parece como un mutuo favor,
es como romper páginas en pedacitos:
es una separación irreversible.
Nosotros solamente podíamos devolvernos los libros,
pero no nuestros instantes secretos,
los cuales ocultábamos muy profundamente
para no ser detectados por ojos indignos.
Tomaste mis libros del baúl de tu carro
y lo dejaste abierto esperando de mis manos los libros tuyos,
apretándolos en tus pechos:
Pasternak, García Márquez, y el Diario de Anna Frank.
Mis brazos querían abrazarte mucho
pero ellos estaban cargados de libros,
como si estuviera protegido por Dostoyevsky, Faulkner
y los proverbios rusos.
Yo puse todos tus libros de vuelta en tu baúl
tratando de no mirarte a los ojos
y tú, como alguien arrastrándose en cámara lenta bajo unas ruinas,
comenzaste a devolverme los libros uno por uno.
Yo te rogué durante dos largos años
que encontraras y amaras a alguien,
y cuando ocurrió, yo respiré tranquilo,
pero mis dientes rechinaban con desesperación en las noches.
Yo nunca te pregunté con envidioso desdén el nombre de mi rival:
“¿Quién es?” “¿Qué edad tiene?”
Yo no supe si llorar o reír
cuando tú me respondiste: “18 años”.
En ese momento de separación,
tú, como la belleza de una virgen incorruptible,
me pediste, sin palabras, sólo con una mirada
que me acercara y te abrazara otra vez.
Pero yo contesté únicamente bajando la vista.
Tú me miraste como si estuvieras enamorada de nuevo.
Si yo te hubiera mirado a los ojos, todo podría haberse repetido.
¿Qué me lo impidió? ¿Cobardía? ¿Coraje?
¿O algo que aún no tiene nombre?
Las releídas, cansadas páginas de los libros,
ya estaban temblando en tus manos.
Tus aros tintineaban.
Tú estabas aturdida protegiendo tu alma con los libros,
apretados a tu corazón.
(1999)
PEQUEÑITAS CALLES DE BARCELONA
En Barcelona las calles son angostas
como pupilas de gatos angustiados.
Algunas calles están muy ocupadas con el amor, otras con penitencias,
a través de las ventanas se oyen palabras muy jugosas,
si alguien pica cebollas en el lado derecho
en el lado izquierdo alguien se pone a llorar.
Mujeres con enloquecidos ojos negros
ahora lanzan agua de una bañera sobre una vecina,
ahora salen por las ventanas, al aire libre,
cada una con sus peinados en desorden.
Y muertos de risa, desde el marco de las ventanas,
tirando los maceteros al suelo,
los niños entrecruzan
los chorros de sus meados.
¡Una pelea! Todos los maridos son unos cornudos
¡Los abismos se tragarán a los viciosos!
Y como cohetes sobre sus cabezas
largos hocicos de pájaros pasan volando.
Camino hacia el medio de las calles
y allí en el centro también todo es inseguro
los rostros enardecidos de la gente
sólo quieren comprar sardinas.
Me gustaría cantar alabando la vida común
o cantar a una simple rosa
aun cuando fuera una rosa artificial
pero que azotara mis mejillas.
Uno quiere por supuesto que la gente sea amable
pero en mi chaqueta, diseñada a la moda,
la parte derecha está manchada con algo que cayó de no sé dónde
y en la parte izquierda está pegado un gato con los pelos de punta.
Alguien al lado investiga, hace preguntas,
en la celda voces desconocidas gimen
pero, bueno, las amenazas del rival
lanzando ácido por los ojos pueden calmarse.
Y mientras la censura fascista
ahoga los pensamientos como gatos en una bolsa
alguien le grita a una mujer al estilo ruso: “¡Tetona imbécil!”
pero claro, se lo dice en lengua española.
La gente ya cansada y fastidiada
ventilan sus rabias a la nada
y se han convertido en represores los unos de los otros
olvidándose de los principales represores.
La paz está amenazada por escobas y cuchillos.
Y yo estoy por la paz, pero aquí, ¡Dios mío!
¡no hay ninguna manera de desplegar tus brazos!
Todo está amurallado desde la derecha hasta la izquierda.
En Barcelona las calles son angostas
como pupilas de gatos angustiados.
(1967)
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Yevgeny Yevtushenko
martes, 14 de noviembre de 2017
Mónechka - Marina Palei
Marina Palei (Leningrado, 1955) es una autora ecléctica y original, que dejó a un lado su carrera en la Medicina para dedicarse a tiempo completo a la Literatura. En “Mónechka” nos presenta a una protagonista tremendamente vital, de la que conoceremos sus peripecias a través de un hilo argumental un tanto deshilvanado. Es una novela muy breve (105 páginas) que sin embargo resulta suficiente para hacernos una composición del personaje, una mujer a la que le apasiona el sexo y que tiene una gran cantidad de amantes y aventuras. Su entorno no comprende ni aprueba su forma de vivir las relaciones íntimas, pero su prima, quien es la voz narradora en la novela, la adora y será quien la cuide cuando su salud se resienta.
“Mónechka” es un torbellino de vitalidad que arrasa todo aquello cuanto toca, y que incluso guarda la suficiente energía para dejar boquiabiertos a los médicos que no confiaban en su recuperación.
Marina Palei era hasta ahora inédita en España, donde ya podemos disfrutar de este pequeño soplo ruso de vida, que nos hace pensar en la fragilidad de la existencia humana y en la dicotomía entre felicidad y diversión.
Un fragmento:
Pero en esta vida me daba miedo ver su cuerpo. No lo había visto desde pequeñas y había tenido tiempo de olvidarlo. Antes de que ella tuviera que desnudarse para irse a dormir, yo me había adelantado imaginando sus ijares cascados y pecadores con señales recientes de impetuosa lujuria, esos ijares delgados, cianóticos como los de los alcohólicos, con moratones, arañazos, con una malla de venillas del color del permanganato, con pelos negros y gruesos escapándose a lo bruto por las fronteras del triángulo. Pero el cuerpo de Raimonda resultó blanco, limpio y, por extraño que parezca, lleno de vergonzosas líneas adolescentes, mientras que sus piernas eran atractivamente normales de arriba abajo, los edemas solo eran visibles en los tobillos (su corazón le molestaba bastante).
Raimonda tenía una relación ambigua con su cuerpo. Por un lado, como objeto y sujeto de pasión, o sea, como un recipiente pecaminoso, le venía muy bien y ella creía ―por lo visto con razón― que no era fácil encontrar a una como ella. Pero para todo lo demás era un apéndice pesado y engorroso del que no quería saber nada.
Por su parte, este apéndice cada vez exigía más atención. Le salió un asma cardíaca, tosía y hasta expectoraba sangre (“Va, al cuerno, algún vasito que ha reventado”. “¿Te has tomado los diuréticos?”, “Va, al cuerno”), pero resultaba que, con todo, si periódicamente se le echaba un puñado de píldoras multicolores, durante varias horas podía no recordarlo y vivir una vida normal, plena. “Vale, he bebido, pero muy poco, un coñac de marca, ¿y qué? Si después he evacuado hasta la última gota con un diurético”.
Lo de las gotas y el coñac eran trolas, claro ―su diapasón era lo más amplio, la verdad―, pero parece que sí decía la verdad sobre el diurético. Resumiendo, en todas las situaciones que no fueran el acto sagrado del amor, a Raimonda no es que se la refanflinfara la funda en la que de casualidad se había instalado su alma alegre, sino que más bien se relacionaba con ella mecánicamente (añadía por aquí, quitaba por allá) y puede que hiciera bien.
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martes, 5 de septiembre de 2017
De "Elogio a la mala yerba", Josefa parra Ramos
Libérame del hondo presagio de la muerte,
del olvido, del vacío, la desmemoria, el sueño.
Haz real mi existencia. Di mi enigma secreto,
antes de que la esfinge del tiempo me devore.
(Sé que sólo tus labios poseen la voz exacta,
la que desata nudos y atemoriza reinos,
la que derriba puertas más allá de la vida.)
Conjúrame delante de los dioses eternos;
ofréceles los dones de tu belleza límpida,
el desnudo perlado de tu pecho; levanta
los vasos de mezcladas esencias, y promete
lo que mi desventura y tu amor te inspiraren.
Quizá se compadecan de tu cuerpo marcado
con todos los estragos que a mí me corresponden.
Quizá, benevolentes, te susurren los justos
sonidos. Luego, amado, nómbrame, y viviremos.
*
A PROPÓSITO DE LA NOTICIA DE UN HOMICIDA NECRÓFAGO
No podríais entenderlo.
No cabía mi deseo en sus espacios,
la desbordaba como a un arroyuelo.
Yo, lluvia; yo, torrente.
Era desolador verla desnuda,
mínima y frágil, tras cada combate,
exhausta y triste carne de suspiros.
No bastaban sus pechos.
Me clavaba las uñas en las palmas
por no poder morder sus húmedas mejillas,
delirando de hambre.
La amaba de un amor ilimitado,
con dolor y con vértigo. La amaba;
no podríais entenderlo.
(Perlas graves,
sus ojos estallando entre mis dientes).
De "Elogio a la mala yerba", Josefa Parra Ramos
Visor, 1996
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jueves, 3 de agosto de 2017
Eres culpable e ilegal: cógelo todo
MÁS RAZONES PARA LA ESCRITURA
Qué inmensa la tristeza de un cuerpo que has amado,
qué abandono tan cruel su peso entre las sábanas
señalando inequívoco las ausencias futuras:
la muerte, el desamor, la enfermedad, el tiempo.
Perfecto en su belleza de un instante. Inasible.
No hay modo
de retenerlo así. Ni las palabras
podrían suspender esa condena
de la fugacidad: escribe y calla.
Que un verso lo sostenga en el vacío,
que milagrosamente se eternice
cuanto vas a perder.
No es suficiente
que hayas amado mucho y hasta el fondo.
Antes de que la luz se apague, escribe.
Escribe, escribe, simplemente escribe.
JOSEFA PARRA
Cádiz, 1965
*
ALGUIEN SALVAJE
¿A quién quieres resistirte?
Álex Gil
No ves que el virus entra
ya en los cuerpos, viene
cabalgando en los hombros
de todos nosotros. No temas,
si no es el virus será el tiempo, el dinero,
o el otro quien te tuerza. Deja de invocar
al plástico o a tus cremas para negarte
a ser una vieja vencida en un resort turístico.
Las listas de los más vendidos
se hacen sin ti, niñas limpias ocupan
tu puesto bajo tus esposos. Pero
también, date cuenta por fin,
si estás fuera de foco serás libre,
nadie mira más allá de los programas
televisados;
ahora puedes entrar a donde quieras,
eres culpable e ilegal: cógelo todo.
Que el barro de las lluvias
ácidas y ralas de este clima huraño oculten
la huella hendida que vas dejando
tras tu paso.
CRISTINA MORANO
Madrid, 1967
*
UN RECUERDO
Nos decían que tuviésemos cuidado, que al menor descuido los hombres nos harían cosas malas. Esa expresión llevaba en su sonido el agua de las alcantarillas, algo sucio, y oscuro, como los senderos del bosque. Sin embargo, la dejábamos posarse en nuestras bocas para sentir la viscosidad de lo desconocido.
En los portales, tendidas bajo débiles bombillas, nos traspasaba las nalgas la dureza fría de las losas, y apretábamos las piernas una contra otra para descubrir el brillo de la perla rosada. Nos examinábamos las lapas de los pechos. Chupábamos cucharillas.
A continuación, nos ajustábamos los calcetines blancos y corríamos de calle en calle con la cartera de la escuela en volandas. Nuestras rodillas eran palomas confiadas; los lazos del pelo, señuelos deseosos.
Y no decíamos ni palabra. Dejábamos que los días pasaran tan solo, y nos llegase la edad de dejarnos tocar.
UNA REVELACIÓN
He encontrado un gato muerto atrapado en el sótano. Su piel parecía un retal de terciopelo arrugado. Estaba ya hueco por dentro, pero se distinguía la cabeza acurrucada entre las patas.
Tocar ese cadáver con la punta del pie me ha revelado la forma en que quiero morir.
Ha tenido una triste muerte el animal, triste pero limpia: se ha deshecho de su envoltorio con total discreción.
También de la gaviota que anidaba en el tejado y obstruía con sus plumas y su mierda el canalón no quedó más que el plumaje vacío.
No quiero sillas a mi alrededor del día de mi agonía, ni dedos palpándome el pulso, ni aliento de dudas atando con su ancla al nombre a punto de escapar: ¿ya? c’est fini? ¿y ese parpadeo?
Muera yo como una bestia humilde en la médula de la soledad.
Para después resecarme, endurecerme y vaciarme sin manchar con mi imagen las pupilas de los que amo.
MIREN AGUR MEABE
Lekeitio (Vizcaya), 1962
*
II
Éste era el sentido
de la profanación
éste el sabor de lo que tanto tiempo
habías masticado. No hacerse
sino
deshacerse.
No hablar
sino callar.
El que espera.
El que recibe.
Besa primero al huésped y le brinda
un espacio
ofrece
pero no
violenta no atosiga.
Para desmoronarte
así
te habías construido.
-sólo
lo inflexible se rompe-.
Ahora desaprendes la trampa
del lenguaje.
Lo que dice
tu cuerpo no tiene
boca.
ADA SALAS
Cáceres, 1965
(Tras)lúcidas
Poesía escrita por mujeres (1980-2016)
Edición de Marta López Vilar
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viernes, 27 de enero de 2017
Pequeños tratados - Pascal Quignard
Una vez más, en Sexto Piso se encargan de rescatar parte de la prolífica obra de Pascal Quignard en una edición impecable. En este caso, se trata de una obra en dos volúmenes presentada dentro de un pequeño cofre de cartón forrado. Los “Pequeños tratados” proceden de un proyecto artístico que quedó interrumpido en la década de los 70 como explicaremos a continuación, y mantienen la vigencia en los temas que son característicos en el resto de obras del mismo autor.
Muchos conocimos a Pascal Quignard cuando en 2010 se presentaba la magnífica “Butes” a manos de Sexto Piso, una editorial de culto que camina con paso firme. La obra de Quignard se encuentra muy dispersa en multitud de publicaciones diferentes, y en concreto, estos “Pequeños tratados” no estaban disponibles en español hasta el momento. La traducción corre a cargo de Miguel Morey (“Deseo de ser piel roja”) y ese sin duda es un signo de calidad.
Ocho tratados barrocos
Esta obra está concebida como ocho tratados independientes que siguen de alguna manera un hilo común. La idea inicial fue publicar una tirada corta de lujo, que estaría ilustrada por un colega de Quignard, allá por los años 70. Por desgracia, Louis Cordesse, que así se llamaba el artista, murió antes de que el proyecto pudiera llevarse a cabo; una galería de arte publicó los tres primeros tomos y los otros cinco quedaron durante años en el cajón. Es por eso que la obra permaneció en el olvido y una de las pocas ediciones que podían encontrarse hasta ahora era una en francés en dos volúmenes y formato de bolsillo.
Quignard ha publicado en su mayoría obra ensayística, y el formato que nos encontramos aquí es un híbrido que lejos de encajar bajo la etiqueta de “citas filosóficas”, “pensamientos”, “pequeños tratados”, etc., se encuadra más rápidamente en el “estilo Quignard” que podrán reconocer sus lectores más fieles.
No existen lectores profesionales. No existen escritores profesionales. Lo que une a la madre con el hijo no es la relación del maestro con el aprendiz.
Se trata de ideas enlazadas que giran en torno a los temas que más le obsesionan. La escritura, el lenguaje y el silencio son algunas de las piezas clave de las que partir para empezar a comprender su obra, puesto que un trastorno relacionado con el autismo marcó sus años de juventud y la escritura fue la herramienta que le reconcilió con las palabras precisamente por no tener que pronunciarlas en voz alta.
Los límites del lenguaje
Encontramos por ejemplo muchas reflexiones acerca de la música, del origen de las palabras y sus significados bajo enfoques que difícilmente se nos ocurrirían, nos invita a pensar sobre los límites del lenguaje y el poder de los términos que usamos. También, por ejemplo, hay cabida para la historia del libro como objeto capaz de transmitir el lenguaje escrito, el origen de los signos de puntuación, o la relación de los hombres con los libros a través del tiempo, en un alarde de antropología, historia y sociología a la altura de la vasta cultura de este imponente autor.
Resulta difícil describirlo porque él mismo se esfuerza en resultar inaprehensible. Se trata de un virtuoso del lenguaje, un maestro con una cultura tan amplia que resulta abrumadora; alguien capaz de escribir casi sobre cualquier tema, trazar un sinfín de pensamientos errantes cazados al vuelo y no perder interés ni estilo en el intento.
Como referencia, podemos citar algunas de sus obras relacionadas como “El sexo y el espanto” o “El nombre en la punta de la lengua”, en las que también se recrea sobre las cuestiones relativas a lo que sucede antes de nuestro nacimiento y el secreto poder que encierran las palabras, temas que aparecen una y otra vez en sus escritos.
Por qué Quignard es uno de los grandes
Decimos que se trata de un autor genial, inclasificable y esquivo y como tal se refleja en una entrevista transcrita que recogen estos volúmenes: da la total impresión de encontrarse fuera del mundo real que los demás conocemos. Pero sin duda, lo que tenemos entre manos es un estallido de erudición, una cantidad ingente de referencias históricas, lingüísticas, mitológicas, antropológicas, etc., que consiguen dejar al lector exhausto. Por eso recomendamos leerlo en varias sesiones más cortas. Lleva al extremo el hablar con propiedad y es extremadamente cuidadoso en la selección de términos.
—¿Cuando escribe, piensa usted en la totalidad de los libros, en tal o cual biblioteca, en las estanterías en las que sus libros están ordenados?Pero por encima de todo, es absolutamente lírico, por lo que es una experiencia leerlo. Por eso la traducción en este caso era tan determinante. No es sólo que todo cuanto quede plasmado sobre el papel sea exacto sino que además posea sonoridad y ritmo. Magia. Por eso Quignard es uno de los grandes. Me fascina, y espero haber sabido transmitirlo.
—Pienso en un tono y una sombra. Y en una mirada que brilla, tal vez, atenta, en el fondo de este silencio. Como un animal que acecha una presa invisible. Y me engaño una y otra vez creyendo que destruyo la estantería a la que usted se refiere. Cuando escribo, me gustaría alimentar una ilusión como ésta: que presto oído al silencio que la lengua despliega por defecto, que renuncio a esta piel impregada de huellas y de sangres retóricas, que abandono la voz engrosada, la misma voz primera que abraza los timbres, las articulaciones y los ritmos convenidos (…)
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lunes, 19 de septiembre de 2016
El arte de conversar - Oscar Wilde (fragmentos)
Londres está lleno de niebla y de gente seria. No sé si la niebla produce a la gente seria o si la gente seria produce la niebla, pero todo el asunto me altera bastante los nervios.
El abanico de Lady Windermere
Para conocer la cosecha y la calidad de un vino no es necesario beberse toda la botella. Media hora debe ser suficiente para decidir si un libro vale la pena o no. Diez minutos deberían bastar si uno posee el instinto para la forma. ¿Quién quiere vadear todo un libro insulso? Con probarlo basta.
El crítico como artista
Después de tocar a Chopin me siento como si hubiese llorado pecados que nunca cometí, como si me hubiese dolido de tragedias que no eran mías. Siempre me parece que la música produce ese efecto: crea un pasado que ignorábamos y nos llena con la sensación de pesares que se han escondido de nuestras lágrimas.
El crítico como artista
SEÑORA ALLONBY: La luna está hermosa esta noche.
LORD ILLINGWORTH: Vayamos a verla. Hoy día admirar algo inconstante es encantador.
Una mujer sin importancia
Encuentra la expresión para una pena y te será querida. Encuentra la expresión para un placer y su éxtasis será más intenso.
El crítico como artista
Un recaudador de impuestos llamó una vez a la puerta de los Wilde en Tite Street.
–¡Impuestos! ¿Por qué debería pagar yo impuestos? –dijo Wilde.
–Pero, señor, usted es el propietario de la casa, ¿no es así? Usted vive aquí, duerme aquí.
–Ah, sí, ¡pero duermo muy mal!
(En conversación)
SEÑOR CARSON: Suponga que un hombre que no fuese un artista hubiese escrito esta carta. ¿Diría usted que se trata de una carta apropiada?
OSCAR WILDE: Un hombre que no fuese un artista no podría haber escrito esa carta.
SEÑOR CARSON: ¿Por qué?
OSCAR WILDE: Porque sólo un artista podría escribirla. Nadie más puede escribir con ese lenguaje a menos que sea un hombre de letras.
SEÑOR CARSON: ¿Puedo sugerir, por el bien de su reputación, que este “tus labios rojos pétalos de rosa” no tiene nada de maravilloso?
OSCAR WILDE: Depende en gran medida de cómo se lea.
SEÑOR CARSON: “Tu esbelta alma dorada camina entre la pasión y la poesía.” ¿Es esta una frase hermosa?
OSCAR WILDE: No cuando usted la lee, señor Carson: lee bastante mal.
(…)
SEÑOR CARSON: ¿Bebe usted champagne?
OSCAR WILDE: Sí, el champagne muy frío es una de mis bebidas favoritas, totalmente en contra de las órdenes de mi doctor.
SEÑOR CARSON: No nos importan las órdenes de su doctor, señor.
OSCAR WILDE: A mí tampoco.
(Del primer juicio)
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lunes, 14 de marzo de 2016
Las luces nómadas - Esteban Martínez Serra
CAMIONES
¿Qué leyes actúan en este raro mecanismo
de la memoria? ¿Cómo se explica que recuerde
aquel camioncito con las bombonas de butano (…)
y no recuerde, en cambio, un beso de consuelo
o el tacto reparador de las manos de mi padre?
¿A qué extraña razón responde esta impostura?
¿Será que en esto de recordar, o de olvidar,
la invención propone el sabotaje?
Hijos, cuando en unos años me inventéis de nuevo (…)
recordad que vuestro padre fue feliz, a veces (…)
MORADAS
Hay casas con gatos,
aunque nadie los haya visto
merodeando entre los muebles.
Y casas con pájaros
—hasta enormes bandadas—
sin que por ello el aire se inquiete
en los estrechos corredores.
Incluso, lo sé, hay casas con lobos
que aúllan niebla equinoccial
por el ojo de las cerraduras,
y casas con anacondas dormidas
y casas con tigres camuflados, expectantes.
En la nuestra, allá en la montaña,
sólo iridiscentes insectos de angustia
levantándose, algunas noches,
de los ojos inconcebibles de mamá.
CEMENTERIOS
¿Por qué aquí los cementerios
están en un lugar apartado y secundario,
a la intemperie de unos pocos hombres?
Yo quiero ciudades orgullosas de sus muertos,
que los dejen hablar libremente de sus cosas
en las plazas, bajo la sombra de un castaño,
en jardines familiares donde corre el vino
y los comentarios ociosos, pared con pared
de un centro comercial o de un teatro,
compartiendo patio con la escuela…
Si no es así, estar muerto será un agravio
y habrá que recordar que, ante la ley,
todos los hombres, sea cual sea su condición,
somos iguales.
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martes, 12 de enero de 2016
"El rumbo de los días" - Waldo Leyva
RETRATO DE LA EXTRAÑA
(óleo sobre tela)
Sentada, con un vestido negro
que le cubre
desde el cuello a los pies,
está la niña.
La escalera de piedra
va subiendo
de su cuerpo a la puerta
y a unas flores delante
del cristal de la ventana.
El rostro está de frente
pero la niña mira
hacia otra parte.
No es de tristeza el gesto
ni hay rastro de humedad
en las pupilas.
Acaba de llorar,
o está llorando aún, por dentro.
Hay un hueco
en el pecho de la niña
que se puede tocar.
*
COMO UNA SOMBRA MÁS
Todos piensan en su palabra amordazada,
en sus ojos huérfanos
y la quietud inexplicable de su rostro.
Para nadie resulta sospechoso
que recorras sola la ciudad
buscándote a ti misma,
o que el amanecer te sorprenda,
sin rumbo, frente al mar,
frente al espejo solo de tu cuarto,
frente a tu piel desnuda y quebradiza.
Tus ojos también pueden secarse.
Lo curioso, lo que no me explico,
es que prefieras seguir pasando al fondo.
Sus ojos huérfanos, lo sabes como yo,
con su mejor disfraz para salir al mundo
para que todos crean en su palabra amordazada.
En realidad, lo sabemos tú y yo,
desde hace mucho tiempo sólo le quedan gestos
con los que finge pequeñas y falsas muertes cotidianas.
Algunas veces sospecho de tu renuncia.
¿No puedes prescindir de ese juego de ausencias?
De tanto borrar tu imagen, en el espejo
hay solo una sombra desnuda y quebradiza.
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Waldo Leyva
martes, 23 de octubre de 2012
"Dibujos y fragmentos póstumos" - Charles Baudelaire
En esta recopilación se reúnen bocetos y notas realizados por Charles Baudelaire que permanecían inéditos en España hasta el momento: así, el legado del ilustre escritor francés se completa y por ello estamos de enhorabuena. Mundialmente conocido como poeta a pesar de haber publicado sólo un poemario (“Las Flores del Mal”), Charles Baudelaire, gran amante y conocedor del arte en todas sus formas, es una figura clave en la historia cultural francesa, acaso universal.
El material aquí recogido procede de ediciones francesas y de colecciones privadas: los cuadernos de Charles Baudelaire pasaron a manos de sus amigos en el momento de su muerte, y ellos se encargaron de reunirlos para publicar su contenido, aunque algunos se perdieron o desordenaron sin remedio. En ocasiones, eran también sus amigos quienes se afanaban en apuntar sus aforismos para que no se perdieran en el olvido. Gracias a estos esfuerzos, podemos tenerlos todos juntos ahora entre las manos.
Dibujos
Aparecen al comienzo del libro y son un total de 39 láminas con bocetos, retratos y letra manuscrita, de gran interés documental e, incluso, grafológico. Hay una serie de autorretratos que captan a la perfección los rasgos nobles del escritor, que ya conocíamos gracias a las fotografías que se conservan (una de las más bonitas, que presenta a un Baudelaire bastante joven a gran tamaño, es la encargada de abrir este volumen), pero también rostros de mujeres y de otros personajes, con diferente grado de detalle.
Era un enamorado del arte en todas sus expresiones, y no sólo se dedicó a plasmar sus ideas a través de palabras, sino que también acostumbraba a realizar dibujos que, lamentablemente, nunca vio publicados en vida y que sólo han visto la luz gracias a estos cuadernos recuperados y a colecciones privadas que han cedido parte de su material para su publicación póstuma.
La imagen en Baudelaire es imprescindible, tanto en su vida como en su obra. Nombre inevitable en el listado de celebridades adscritas al movimiento –categoría- dandi. Incluso en sus últimos años, arruinado ya y hastiado, cuidaba su atuendo hasta el detalle, aún sin disponer de recursos económicos. Vestía de forma impecable y, se dice, olía siempre maravillosamente.
Fragmentos
Quizá sea este apartado el más interesante del libro, por resultar más esclarecedor en lo concerniente a sus opiniones sobre muchos temas y sobre algunos personajes de su tiempo. Pero no sólo tenemos una colección impecable de aforismos: entre los textos más interesantes encontramos los ensayos de redacción de un posible prefacio a “Flores del mal” que finalmente nunca vio la luz: en ellos (hay varios intentos, similares pero con algunas diferencias). En ellos, él mismo explica la intención primigenia que derivó en la escritura del famoso poemario, unas claves que resuenan en nuestros oídos como voces de ultratumba, como un secreto a través del tiempo con el que ya nadie contaba. Como un regalo inesperado.
Otro texto delicioso es aquél en el que resume en unos pocos puntos principales los hitos que marcaron su vida y que no tienen desperdicio. Comienza con “Infancia: viejo mobiliario, Luis XVI, Antiguos, Consulado, Pasteles. Sociedad siglo XVIII” y termina con la pretensión de escribir sobre la influencia de la literatura en su vida: “Prosa y en la Poesía. ¿Qué es la Poesía? ¿Qué es la Prosa? De la relación perpetua, simultanea, del ideal con la vida.”
De estos fragmentos se desprende una de las claves más importantes del escritor, y es que dedicaba muchas horas del día a la escritura, lo que no es tan habitual entre quienes se dedican a la literatura como cabría esperar. Baudelaire tenía oficio: no sólo era un genio con multitud de ideas brillantes sino que dedicaba todo su esfuerzo a darles forma, como un artesano, y ése es el motivo de que obtuviese unos resultados tan magníficos, como poeta pero también como ensayista, crítico y traductor, facetas menos conocidas pero no por ello menos importantes (desde aquí recomendamos la lectura de sus ensayos dedicados a la obra de Edgar Allan Poe, así como las traducciones de sus relatos).
Intimidad
Es inevitable cuestionarse el derecho a la intimidad de Baudelaire tras leer de reojo, asomándonos disimuladamente, estas notas y bocetos que, recordemos, su autor nunca realizó con la intención de ser publicados. Por más que adoremos conocer más datos sobre su obra y poder completar así su imaginario, ya tan lejano, si nos situamos en su pellejo nos asalta la duda sobre la cuestionable moralidad de curiosear entre sus “chuletas” o anotaciones privadas. ¿Acaso el pudor se pierde cuando uno muere?
Los grandes artistas que se convierten en mitos acaban siendo investigados en todos los aspectos de su paso por el mundo: cada ínfimo detalle de sus vidas es relevante para sus seguidores, y reconstruir con fidelidad su paso por el mundo es el reto al que se enfrentan los biógrafos.
Entre los fragmentos más pudorosos encontramos anotaciones en pequeños textos del tipo “fundirlo, quizá, con antiguas notas”: apuntes que cualquiera de nosotros hacemos en un momento dado pero que leídos en estas circunstancias provocan ternura. En este sentido, también son interesantísimos los largos listados de posibles títulos para nuevas novelas, cuentos y obras de teatro que estaban en preparación.
Edición de lujo en todos los sentidos y con un contenido como caído del cielo: tras la apertura de una introducción informativa y esclarecedora de Ernesto Kavi, tenemos una prolija colección de material inédito. Un libro, como su autor, completamente impecable, que recomiendo sin ningún género de duda.
Charles Baudelaire
lunes, 13 de agosto de 2012
Las cavernas del Abismo de Helm
"-No las has visto, y te perdono la gracia -replicó Gimli-. Pero hablas como un tonto. ¿Te parecen hermosas las estancias de tu Rey al pie de la colina en el Bosque Negro, que los Enanos ayudaron a construir hace tiempo? Son covachas comparadas con las cavernas que he visto aquí: salas inconmensurables, pobladas de la música eterna del agua que tintinea en las lagunas, tan maravillosas como Kheled-zâram a la luz de las estrellas.
Y cuando se encienden las antorchas, Legolas, y los hombres caminan por los suelos de arena bajo las bóvedas resonantes, ah, entonces, Legolas, gemas y cristales y filones de mineral precioso centellean en las paredes pulidas; y la luz resplandece en las vetas de los mármoles nacarados, luminosos como las manos de la Reina Galadriel. Hay columnas de nieve, de azafrán y rosicler, Legolas, talladas con formas que parecen sueños; brotan de los sueños multicolores para unirse a las colgaduras resplandecientes: alas, cordeles, velos sutiles como nubes cristalizadas; lanzas, pendones, ¡pináculos de palacios colgantes! Unos lagos serenos reflejan esas figuras: un mundo titilante emerge de las aguas sombrías cubiertas de límpidos cristales; ciudades, como jamás Durin hubiera podido imaginar en sus sueños, se extienden a través de las avenidas y patios y pórticos, hasta los nichos oscuros donde jamás llega la luz.
De pronto, ¡pim!, cae una gota de plata, y las ondas se encrespan bajo el cristal y todas las torres se inclinan y tiemblan como las algas y los corales en una gruta marina. Luego llega la noche: las visiones tiemblan y se desvanecen; las antorchas se encineden en otra sala, en otro sueño. Los salones se suceden, Legolas, un recinto se abre a otro, una bóveda sigue a
otra bóveda, y una escalera a otra escalera, y los senderos sinuosos llevan al corazón de la montaña.
¡Cavernas! ¡Las cavernas del Abismo de Helm! ¡Feliz ha sido la suerte que hasta aquí me trajo! Lloro ahora al tener que dejarlas."
Las dos Torres
El Señor de los Anillos
J. R. R. Tolkien
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lunes, 29 de agosto de 2011
vacío
Dejar una vida. Dinamitar todo. No, no todo: dinamitar el metro cuadrado que uno ocupaba entre la gente. Más bien: dejar sillas vacías en las mesas que se compartían con las amistades, no a modo de metáfora, sino en verdad, dejar una silla, volverse un hueco para los amigos, permitir que el círculo de silencio en torno a uno se ensanche y se llene de especulaciones. Lo que pocos entienden es que uno deja una vida para empezar otra.
"Los ingrávidos", Valeria Luiselli
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