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miércoles, 11 de diciembre de 2019

"Mi Nueva York" - Brendan Behan



"Mi Nueva York" es un libro irreverente e inclasificable, al igual que su autor, quien poseía un sentido del humor muy fresco y cargado de ironía, en cuaquier caso muy personal y no para todos los gustos. Se definía a sí mismo como "un alcohólico con problemas de escritura" y digamos que esa frase de alguna manera lo dice todo. Define muy bien ese humor con toques oscuros y su ausencia de filtros para decir las cosas según le venían a la cabeza (o al menos esa es la sensación que se tiene leyéndole), también define la dosis de drama que el alcohol añadió a su vida, que fue excesivamente corta: murió a los 41años.

Que nadie busque en este libro una guía para visitar lugares destacados en Nueva York, porque no los encontrará. De hecho, hay tal saturación con los lugares que todo turista (que no viajero) aburguesado debe visitar en Nueva York, que lo mejor que puede hacer uno es irse a otra parte, y si termina yendo que se deje llevar por su instinto, en todo caso que no siga al rebaño turístico (gracias).

Lo que hace Behan es hablar de algunos de sus sitios de referencia y de por qué le resultan llamativos o destacados algunos aspectos de la vida en Nueva York, pero todo es una excusa para hablar de Irlanda y de cómo viven los irlandeses tan lejos de su isla. Deja al descubierto que cosas que se destacan como irlandesas en NY, jamás se han conocido en Irlanda. Que canciones supuestamente típicas irlandesas que se cantan en NY, jamás han sonado en un pub irlandés. Y así sucesivamente. Digamos que hace una autocrítica muy divertida, escrita de una forma fresca y ligera que se lee con gusto y muy rápido. Salta de forma anárquica de un tema a otro, mezcla anécdotas de juventud con sus platos preferidos de cualquier restaurante, o cuenta curiosidades de los irlandeses (como que nunca especifican la marca de cerveza cuando piden en los bares porque se da por hecho que la única cerveza es Guinness).

" Esta costumbre americana de no llevar bañador me resultaba en cierto modo molesta, no porque me diera vergüenza nadar desnudo, sino porque los demás podían ver que no era hebreo. Hoy ya no me molestaría, sin embargo, porque ese pequeño asunto ha sido ya rectificado, aunque sea un poco tarde en la vida.

Brendan Behan fue pintor, poeta, novelista y dramaturgo. Ahora que he terminado "Mi Nueva York" ya me esperan "Mi isla" (también editado por Marbot, y donde habla de Irlanda), y una edición del 72 de dos de sus obras de teatro traducidas al castellano, "Víspera de ejecución y El rehén" (de la editorial Cuadernos para el Diálogo, Edicusa). Escribió una obra muy extensa que lamentablemente no se encuentra traducida al castellano en su totalidad. Behan era muy alto y tenía cara de bonachón con unos rasgos típicamente irlandeses que salvando las distancias recuerdan a ese otro irlandés gigantón y adorable que fue Oscar Wilde.

Las ilustraciones de esta edición son de Paul Hogarth y resultan hipnóticas, me han encantado. Son tan abundantes como estupendas. Se trata de breves borradores de instantes de la vida en la ciudad que de tan cotidianos nos pasan desapercibidos, la excusa perfecta para detenerse en ellos y disfrutar de los detalles.

" Supongo que el Barrio Latino de París fue algo parecido al Village en algún momento del partido, en los días en que Sylvia Beach tenía una famosa librería allí. Sylvia era de Nueva York, una mujer muy noble y una honra para la especie humana, y amaba Nueva York, pero la amaba del mismo modo que yo amo Dublín, desde cierta distancia. Tres mil millas, en total. También fue la primera  persona de las que estaban en París en aquella época que se decidió a publicar las obras de James Joyce.
Joyce envió una de sus obras, titulada Exiliados, al Théâtre de l'Oeuvre, pero le fue devuelta. "Sr. Joyce" podía leerse en la hoja anexa, "acabamos de librar una Guerra Mundial y como resultado hay muchas viudas y huérfanos. Creemos que su obra resulta demasiado triste."
Supongo que debería haberle puesto a Richard una pierna de corcho o algo así para animar un poco las cosas le comentó Joyce amargamente a Sylvia Beach, y aparcó la obra para seguir escribiendo el Ulises, que tenía prácticamente terminado. Por mi parte pienso que un poco de animación no hace daño a nadie, de modo que he decidido titular mi próxima obra: Richard's Cork Leg [La pierna de corcho de Richard].



La edición de la que yo he disfrutado, además de contar la historia de Behan por Nueva York, cuenta su propia historia, ya que está destrozado tras sufrir un percance en una playa hace unos años. Las tapas están tremendamente arrugadas y las hojas tienen una ondulación caprichosa.

El tacto en conjunto resulta tan agradable que me resulta difícil describirlo con palabras. Es romo y blandito, muy acogedor. También tiene, si te fijas, un poquito de arena de playa entre las páginas, muy poca, la suficiente para que al pasar las páginas (delicadamente, están un tanto encajadas unas en otras, con sus ondulaciones) algunas briznas brillen momentáneamente, de forma inesperada y breve.

Todo pasó cuando la marea subió de foma repentina y Behan se encontró de pronto flotando junto a un pareo también olvidado en la orilla, como si quisiera alcanzar a nado su isla cruzando el Mediterráneo.


lunes, 19 de septiembre de 2016

El arte de conversar - Oscar Wilde (fragmentos)



Londres está lleno de niebla y de gente seria. No sé si la niebla produce a la gente seria o si la gente seria produce la niebla, pero todo el asunto me altera bastante los nervios.
El abanico de Lady Windermere

Para conocer la cosecha y la calidad de un vino no es necesario beberse toda la botella. Media hora debe ser suficiente para decidir si un libro vale la pena o no. Diez minutos deberían bastar si uno posee el instinto para la forma. ¿Quién quiere vadear todo un libro insulso? Con probarlo basta.
El crítico como artista

Después de tocar a Chopin me siento como si hubiese llorado pecados que nunca cometí, como si me hubiese dolido de tragedias que no eran mías. Siempre me parece que la música produce ese efecto: crea un pasado que ignorábamos y nos llena con la sensación de pesares que se han escondido de nuestras lágrimas.
El crítico como artista

SEÑORA ALLONBY: La luna está hermosa esta noche.
LORD ILLINGWORTH: Vayamos a verla. Hoy día admirar algo inconstante es encantador.
Una mujer sin importancia

Encuentra la expresión para una pena y te será querida. Encuentra la expresión para un placer y su éxtasis será más intenso.
El crítico como artista

Un recaudador de impuestos llamó una vez a la puerta de los Wilde en Tite Street.
–¡Impuestos! ¿Por qué debería pagar yo impuestos? –dijo Wilde.
–Pero, señor, usted es el propietario de la casa, ¿no es así? Usted vive aquí, duerme aquí.
–Ah, sí, ¡pero duermo muy mal!
(En conversación)

SEÑOR CARSON: Suponga que un hombre que no fuese un artista hubiese escrito esta carta. ¿Diría usted que se trata de una carta apropiada?
OSCAR WILDE: Un hombre que no fuese un artista no podría haber escrito esa carta.
SEÑOR CARSON: ¿Por qué?
OSCAR WILDE: Porque sólo un artista podría escribirla. Nadie más puede escribir con ese lenguaje a menos que sea un hombre de letras.
SEÑOR CARSON: ¿Puedo sugerir, por el bien de su reputación, que este “tus labios rojos pétalos de rosa” no tiene nada de maravilloso?
OSCAR WILDE: Depende en gran medida de cómo se lea.
SEÑOR CARSON: “Tu esbelta alma dorada camina entre la pasión y la poesía.” ¿Es esta una frase hermosa?
OSCAR WILDE: No cuando usted la lee, señor Carson: lee bastante mal.

(…)

SEÑOR CARSON: ¿Bebe usted champagne?
OSCAR WILDE: Sí, el champagne muy frío es una de mis bebidas favoritas, totalmente en contra de las órdenes de mi doctor.
SEÑOR CARSON: No nos importan las órdenes de su doctor, señor.
OSCAR WILDE: A mí tampoco.

(Del primer juicio)

viernes, 16 de septiembre de 2016

Tras los pasos de W.B. Yeats

Detalle de una puerta del castillo, Dublín, Irlanda

Fui a Irlanda para encontrar el rastro de W.B. Yeats, o esa fue la excusa. Hay muchos otros escritores nacionales de los que los irlandeses se sienten extremadamente orgullosos: James Joyce, Bram Stoker, Oscar Wilde, Bernard Shaw y muchísimos, muchísimos otros a los que yo ni siquiera conocía y que conviven en el Dublin Writers Museum (18 Parnell Square, Dublin) en un encantador edificio georgiano del siglo XVIII.

Allí se encuentran, por ejemplo, pases de mano de las obras de teatro de Wilde cuyo enorme éxito disfrutó en vida, anotaciones del puño y letra de los autores, objetos personales y primeras ediciones de las obras más emblemáticas, como esta de Drácula ante la cual me quedé sin aliento.

Primera edición, de "Drácula" de Bram Stoker
Pases de mano originales y ediciones antiguas de las obras de Oscar Wilde (1)
Pases de mano originales y ediciones antiguas de las obras de Oscar Wilde (2)
Pero volvamos a Yeats. La familia del escritor procedía de Sligo, una pequeña localidad de la costa oeste de Irlanda, y allí todo tiene su impronta. La moderna galería de arte The Model expone continuamente series de pinturas originales de Jack, el hermano de Yeats, y la entrada es gratuita. Junto al río y la oficina de turismo se encuentra un pequeño museo dedicado exclusivamente a la memoria del escritor, el Yeats Memorial Building, la entrada es asimismo gratuita y expone algunos retratos del autor, ediciones antiguas de sus libros autografiados por él mismo y algunas cartas y otros objetos que han sobrevivido al paso del tiempo.

Objetos personales de Yeats en el Yeats Memorial Building, Sligo, Irlanda (1)
Objetos personales de Yeats en el Yeats Memorial Building, Sligo, Irlanda (2)
Objetos personales de Yeats en el Yeats Memorial Building, Sligo, Irlanda (3)
Busto de Yeats, un tanto siniestro
Posee también una pequeñísima librería donde sin embargo se pueden adquirir algunas joyas editadas con un gusto exquisito, una cafetería con los poemas de Yeats escritos a modo de mural en las paredes, y una terraza encantadora con vistas al río. La visita es absolutamente recomendable.

Estatua de Yeats, de dudoso gusto, en las calles de Sligo, Irlanda
Murales con fragmentos de la obra de Yeats en Sligo, Irlanda (1)
Murales con fragmentos de la obra de Yeats en Sligo, Irlanda (2)
Murales con fragmentos de la obra de Yeats en Sligo, Irlanda (3)

Murales con fragmentos de la obra de Yeats en Sligo, Irlanda (4)

Yeats estaba tan enamorado de su tierra que escribió un poema, "Under Ben Bulben", en el que hablaba del lugar donde querría que estuviese situada su tumba por el resto de los tiempos, bajo el monte Ben Bulben en la parroquia de Drumcliff. Así pues, aunque murió en Francia en 1939, sus restos fueron repatriados a Irlanda años más tarde (existe controversia al respecto, no está claro que realmente esto se llevase a cabo). Y allí está.

La lápida de Yeats con el famosísimo epitafioCast a cold Eye On Life, on Death. Horseman, pass by! 

Under Ben Bulben

(…)
Under bare Ben Bulben’s head
In Drumcliff churchyard Yeats is laid.
An ancestor was rector there
Long years ago, a church stands near,
By the road an ancient cross.
No marble, no conventional phrase:
On limestone quarried near the spot
By his command these words are cut:
Cast a cold eye
On life, on death.
Horseman, pass by!

Estas palabras confirman mi opinión acerca de los cementerios, lugares de un valor incalculable por los que conviene pasear de cuando en cuando porque están llenos de energía positiva que te llena de ganas renovadas de seguir viviendo.

Aunque murió en Francia en 1939, los restos de Yeats fueron trasladados hasta este lugar siguiendo sus deseos. Drumcliff es ahora un pequeño lugar que atrae a curiosos, una capilla pequeña y humilde rodeada de un precioso cementerio de tumbas ya viejas, una tiendecita-café a pocos metros y nada más: la presencia del Ben Bulben cercano presidiendo todo.

La visita puede completarse visitando el lago Glencar, cuya impresionante cascada sorprende al llegar (está oculta por la vegetación y se accede por un camino que se aleja del lago). Este sitio sirvió de inspiración al poeta para escribir uno de sus poemas más representativos, Stolen Child. Si tienen suerte, su guía lo recitará con la solemnidad y musicalidad que solo los irlandeses, al más puro estilo hobbit, pueden otorgarle a un poema: su gusto y su facilidad para transmitir historias es maravilloso, y allí se hace palpable.

Cascada junto al lago Glencar, Sligo, Irlanda
The Stolen Child

(…)
Where the wandering water gushes
From the hills above Glen-Car.
In pools among the rushes
That scarce could bathe a star.
We seek for slumbering trout
And whispering in their ears
Give them unquiet dreams:
Leaning softly out
From ferns that drop their tears
Over the young streams.
Come away, O human child!
To the waters and the wild
With a feary, hand in hand,
For the world’s more full of weeping than you can understand

En Sligo también está enterrada la madre de Bram Stoker, pero el acceso al lugar está prohibido y sólo pude imaginarla: si se hubiera tratado de la tumba del escritor, saben los leprechauns que me hubiera atrevido a saltar la verja a medianoche armada con una linterna y la cámara de fotos.

Los escritos de Yeats están plagados de referencias feéricas, en más ocasiones he citado el maravilloso volumen “Mitologías” que publicó hace unos pocos años la editorial Acantilado, aunque también se pueden encontrar otras ediciones de estos cuentos de hadas de tradición oral transcritos por Yeats. Estas historias siempre tienen un componente divertido por lo irreal, pero a la vez solemne y respetuoso puesto que todos estamos hechos de las historias que nos han dado forma, y en el caso de Yeats había algo profundamente real en los cuentos que había escuchado desde niño.

Lago Gill rodeado de niebla y montes, Sligo, Irlanda
Es cierto que leer mucho llega a desarmarte ante la difícil tarea de discernir entre realidad y ficción llegado el caso. Predisposición, sugestión, hechizo, embeleso: puede explicarse de cualquiera de estas formas pero uno se queda atónito cuando la Naturaleza se impone, y entonces se entiende que a partir de ese entorno se hayan dado forma durante siglos a las historias y a las criaturas feéricas más inexplicables.

Cliffs of Moher, Doolin, Ireland
Los acantilados de Moher, las geométricas formaciones rocosas de las costas, los montes planos erosionados, la vegetación exuberante, los lagos con oleaje, las islas encantadas, los pueblos plagados de locales con música tradicional en directo y, cómo no, la amabilidad infinita y las ganas de reír que habitan en los ojos de los irlandeses.

Formaciones rocosas geométricas en los alrededores de Doolin, con los acantilados al fondo
Hay una cita de Oscar Wilde, que se encuentra en la desgarradora obra “De Profundis”, y que dice así:
Society, as we have constituted it, will have no place for me, has none to offer; but Nature, whose sweet rains fall on unjust and just alike, will have clefts in the rocks where I may hide, and secret valleys in whose silence I may weep undisturbed. She will hang the night with stars so that I may walk abroad in the darkness without stumbling, and send the wind over my foot prints so that none may track me to my hurt: she will cleanse me in great waters, and with bitter hebs make me whole.

Pues bien, un mural con un precioso poema de Yeats que no conocía, me hizo recordarlo de pronto desde el primer verso, e instantáneamente se convirtió en mi favorito y de alguna manera le dio sentido a todo:

The Song of Wandering Aengus

I went out to the hazel Wood,
Because a fire was in my head,
And cut and peeled a hazel wand,
And hooked a berry to a thread:
And when white moths were on the wing,
And moth-like stars were flickering out,
I dropped the berry in a stream
And caught a little silver trout.

When I had laid it on the floor
I went to blow the fire aflame,
But something rustled on the floor,
And some one called me by my name:
It had become a glimmering girl
With apple blossom in her hair
Who called me by my name and ran
And faded through the brightening air.

Though I am old with wandering
Through hollow lands and hilly lands,
I will find out where she has gone,
And kiss her lips and take her hands;
And walk among long dappled grass,
And pluck till time and times are done
The silver apples of the moon,
The golden apples of the sun.

Retazos de Yeats también en la playa de Strandhill, Sligo, Irlanda

De todas las fotografías en este post: 
© Todos los derechos reservados - Mar López, 2016 
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