Imagen: Mar (el mar de letras)
lunes, 28 de octubre de 2013
sábado, 26 de octubre de 2013
Sir Gawain y el Caballero Verde
Hay libros que, por su propia naturaleza, parece que nos llegan directamente de manos de seres mágicos. Sir Gawain y el Caballero Verde es uno de ellos. No en vano, si ha llegado hasta nuestros días ha sido en gran parte gracias a la intervención inestimable de J.R.R. Tolkien, quien precisamente era una criatura procedente de un mundo mágico, perteneciente a una raza que él mismo creó: los hobbits.
En su afán de proveer a Inglaterra de una mitología propia, buscó y estudió cuidadosamente los textos antiguos, convirtiéndose en un experto en leyendas artúricas. Como bien explica Luis Alberto de Cuenca en el genial prólogo de este libro, Tolkien transcribió la leyenda de Gawain (que estaba escrita en forma de poema y con letra del último tercio del s. XIV, por un autor desconocido) al inglés moderno, para que el gran público tuviese acceso y pudiese gozar de ella.
La historia de Sir Gawain acontece por un hechizo de Morgana (supongo que desvelar los pormenores de una leyenda de hace más de seiscientos años es como hacerlo con los hitos de la historia moderna, no se trata de un spoiler pues cualquiera podría, o debería, conocer el desenlace). Morgana, hechicera y hada de las aguas, ejecuta el encantamiento que somete al Caballero Verde, y es a través de éste como se pone a prueba Sir Gawain. El Caballero Verde irrumpe en las celebraciones de Año Nuevo de la corte artúrica y, ante sus requerimientos, es Sir Gawain, sobrino del rey, quien de entre todos los caballeros se ofrece participar en el reto.
Esta decisión le llevará a visitar el territorio del Caballero Verde justo un año después, tal como queda pactado entre ellos. Una vez allí, y sin ser consciente de ello, el honor de Sir Gawain será puesto a prueba a través de la esposa del Caballero Verde, ya que, formando parte del juego, le visita a solas declarándose enamorada de él. Sin embargo, Sir Gawain demuestra su honor negándose a participar en el engaño, que le hubiera convertido en un tipo despreciable y ruin: mantiene su honor y su caballerosidad y solamente acepta de ella un regalo, un pañuelo verde que le protegerá en batalla. Por tanto, su único "desliz" es cometido con el fin de proteger su propia vida, algo que el Caballero Verde fácilmente disculpa y comprende. En sus propias palabras:
Pero aquí fallasteis un poco, señor, y os faltó lealtad; aunque no os hizo caer la astuta malicia ni el deseo de amor, sino el apego a vuestra vida; cosa que es más disculpable.
Tal y como está configurada la sociedad actualmente, Sir Gawain sería considerado tonto hoy día por negarse a disfrutar de los placeres que le ofreciera cualquier amable señorita. Participar del engaño y traicionar no tendrían ninguna importancia puesto que todo estaría hecho en nombre de los deseos carnales. Sería un triunfador, un machote: es entonces cuando sería un caballero. Aún más, sería ella la tonta si hubiera sido engañada; o un ser despreciable si hubiese sido ella la que traicionase. Si ese hubiera sido el caso. La fabulosa historia de Sir Gawain y el Caballero Verde nos demuestra cómo han cambiado los tiempos, o mejor, cómo se han estropeado las personas.
Además de la finalidad moralizadora, el relato goza de una estética literaria propia de un gigante de las letras, como bien aprecia Luis Alberto de Cuenca en su prólogo. Las descripciones de los lugares y del invierno, momento en que se desarrolla la acción, son sublimes. La acción está sabiamente expuesta intercalando escenas de lucha y acción con otras de recogimiento y paz, manteniendo de ese modo intacta la atención del lector.
En ocasiones es bueno huir del ruido de la actualidad y del bombardeo de la publicidad de los lanzamientos de libros nuevos, que además de ser inabarcables no están asentados en la historia de la literatura y la gran mayoría nacen siendo ya cadáveres llenos de letras. La lectura de las leyendas artúricas es un poco como un regreso a los orígenes, algo muy positivo si se hace cada cierto tiempo, para no perderse de uno mismo.
sábado, 19 de octubre de 2013
Adiós
¡Ya es otoño! Pero por qué añorar un eterno sol, si hemos iniciado el descubrimiento de la claridad divina, lejos de las personas que mueren en las estaciones.
El otoño. Nuestra barca elevada en las brumas inmóviles vira hacia el puerto de la miseria, la ciudad enorme cuyo cielo está sucio de fuego y lodo. ¡Ah, los harapos podridos, el pan empapado de lluvia, la embriaguez, los mil amores que me han crucificado! ¡Nunca terminará esta reina vampira de millones de almas y de cuerpos muertos que serán juzgados! Nuevamente me veo con la piel roída por el lodo y la peste, los cabellos y las axilas llenos de gusanos, y el corazón de gusanos aún más gordos, tumbado entre desconocidos sin edad, sin sentimientos... Habría podido morir ahí... ¡Qué atroz evocación! Detesto la miseria.
¡Y temo el invierno porque es la estación del bienestar!
A veces veo en el cielo playas sin fin cubiertas de blancas naciones jubilosas. Sobre mí, un gran buque dorado agita sus banderas multicolores bajo las brisas matinales. He creado todas las fiestas, todos los triunfos, todos los dramas. He intentado inventar nuevas flores, nuevos astros, nuevas carnes, nuevas lenguas. He creído adquirir poderes sobrenaturales. ¡Pues bien, he de enterrar mi imaginación y mis recuerdos! ¡Una hermosa gloria de artista y de narrador arrebatada!
¡Yo! ¡Yo que me creí mago o ángel, exento de cualquier moral, he sido devuelto al suelo para buscar un deber y abrazar la rugosa realidad! ¡Campesino!
¿Estoy equivocado? ¿Será para mí la caridad hermana de la muerte?
En fin, pediré perdón por haberme alimentado de mentiras. Y adelante.
¡Pero ni una mano amiga! ¿Y dónde buscar auxilio?
Sí, la hora nueva es, como poco, muy severa.
Porque puedo decir que me ha sido concedida la victoria: el crujir de los dientes, el chisporroteo del fuego, los suspiros apestados se apaciguan. Todos los recuerdos inmundos se borran. Mis últimas añoranzas se disipan, celos de los mendigos, los bandidos, los amigos de la muerte, los retrasados de todo tipo. Condenados, ¡si yo me vengara!
Hay que ser completamente moderno.
Nada de cánticos: mantener lo ganado. ¡Dura noche! ¡La sangre reseca humea en mi cara, y detrás de mi solo tengo ese horrible arbusto!... El combate espiritual es tan brutal como la batalla de los hombres; pero la visión de la justicia es el exclusivo placer de Dios.
Sin embargo, es la víspera. Recibamos todos los influjos de vigor y de ternura real. Y, con la aurora, armados de una ardiente paciencia, entraremos en las espléndidas ciudades.
¡Qué decía yo de mano amiga! Una buena ventaja es que puedo reírme de los viejos amores engañosos, y llenar de vergüenza a esas parejas mentirosas -allá vi el infierno de las mujeres-; y me será factible poseer la verdad en un alma y un cuerpo.
El otoño. Nuestra barca elevada en las brumas inmóviles vira hacia el puerto de la miseria, la ciudad enorme cuyo cielo está sucio de fuego y lodo. ¡Ah, los harapos podridos, el pan empapado de lluvia, la embriaguez, los mil amores que me han crucificado! ¡Nunca terminará esta reina vampira de millones de almas y de cuerpos muertos que serán juzgados! Nuevamente me veo con la piel roída por el lodo y la peste, los cabellos y las axilas llenos de gusanos, y el corazón de gusanos aún más gordos, tumbado entre desconocidos sin edad, sin sentimientos... Habría podido morir ahí... ¡Qué atroz evocación! Detesto la miseria.
¡Y temo el invierno porque es la estación del bienestar!
A veces veo en el cielo playas sin fin cubiertas de blancas naciones jubilosas. Sobre mí, un gran buque dorado agita sus banderas multicolores bajo las brisas matinales. He creado todas las fiestas, todos los triunfos, todos los dramas. He intentado inventar nuevas flores, nuevos astros, nuevas carnes, nuevas lenguas. He creído adquirir poderes sobrenaturales. ¡Pues bien, he de enterrar mi imaginación y mis recuerdos! ¡Una hermosa gloria de artista y de narrador arrebatada!
¡Yo! ¡Yo que me creí mago o ángel, exento de cualquier moral, he sido devuelto al suelo para buscar un deber y abrazar la rugosa realidad! ¡Campesino!
¿Estoy equivocado? ¿Será para mí la caridad hermana de la muerte?
En fin, pediré perdón por haberme alimentado de mentiras. Y adelante.
¡Pero ni una mano amiga! ¿Y dónde buscar auxilio?
Sí, la hora nueva es, como poco, muy severa.
Porque puedo decir que me ha sido concedida la victoria: el crujir de los dientes, el chisporroteo del fuego, los suspiros apestados se apaciguan. Todos los recuerdos inmundos se borran. Mis últimas añoranzas se disipan, celos de los mendigos, los bandidos, los amigos de la muerte, los retrasados de todo tipo. Condenados, ¡si yo me vengara!
Hay que ser completamente moderno.
Nada de cánticos: mantener lo ganado. ¡Dura noche! ¡La sangre reseca humea en mi cara, y detrás de mi solo tengo ese horrible arbusto!... El combate espiritual es tan brutal como la batalla de los hombres; pero la visión de la justicia es el exclusivo placer de Dios.
Sin embargo, es la víspera. Recibamos todos los influjos de vigor y de ternura real. Y, con la aurora, armados de una ardiente paciencia, entraremos en las espléndidas ciudades.
¡Qué decía yo de mano amiga! Una buena ventaja es que puedo reírme de los viejos amores engañosos, y llenar de vergüenza a esas parejas mentirosas -allá vi el infierno de las mujeres-; y me será factible poseer la verdad en un alma y un cuerpo.
Abril-agosto de 1873.
Arthur Rimbaud. Una temporada en el infierno. Alianza, 2011. Traducción de Julia Escobar.
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lunes, 14 de octubre de 2013
"La tercera persona" - Álvaro de la Rica
Álvaro de la Rica (Madrid, 1965), en esta brevísima y extraña novela compuesta por tres pequeños textos que se unen entre sí, concluye que en toda relación ha de existir una tercera persona que la mantenga a flote y la dirija en la dirección correcta. Puede deducirse que en una relación monógama tradicional es positiva la existencia de la tentación para dar coherencia y mayor sentido a todo lo demás, puesto que los miembros de la relación renunciarán libremente a ella y reforzarán así el vínculo que los mantiene unidos. No sé. Partiendo de la base de que las relaciones de a dos, tradicionales y convencionales, son un producto artificial y en gran medida, impuesto por la sociedad, la fidelidad no es más que otra de las reglas del juego que pueden establecerse antes de echar la partida. Hacer trampas es divertido, no tanto cuando te piden por favor que no las hagas mientras asistes en silencio a todo un muestrario de exhibiciones cutres de ases en la manga.
Obviamente, este libro contiene un sinfín de lecturas por su propia temática y por el entramado de historias y personajes que plantea. Su conclusión, en todo caso, no es válida para personas inmaduras que establezcan las reglas del juego descuidadamente, a sabiendas de que las incumplirán. Además, y a pesar de que el mensaje principal es el de la tercera persona como pilar fundamental para sostener a la pareja propiamente dicha, la novela se centra en la relación de miembros de una pareja con esa "tercera" persona suya, dándole más importancia y sirviendo al final como revulsivo para determinar que las relaciones de pareja de los personajes son insatisfactorias, o acaso lo sean sus vidas con todo lo que tienen dentro.
Álvaro de la Rica (profesor en la Universidad de Navarra) utiliza un lenguaje elegante y depurado propio de un profesor de universidad clásico. Si esta novela, por su breve extensión, deja al lector con ganas de continuar, desde la editorial informan de que "La tercera persona" es sólo la primera parte de una serie que publicará próximamente.
Para terminar, es muy probable que la presencia intocable de una tercera persona sea positiva para que una pareja se mantenga y evolucione: en todo caso, lo principal es ser sincero con el otro, y para eso, hay que ser antes sincero con uno mismo. Y es ahí donde los más débiles fracasan.
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domingo, 13 de octubre de 2013
"Cartas de amor de la monja portuguesa Mariana Alcoforado"
He podido comprobar que últimamente este libro sigue, o
vuelve a estar, de moda, a pesar de datar de 1669: la mismísima editorial
Acantilado lo editó en 2009, y Libros del Zorro Rojo incluye en su catálogo de
este año una edición ilustrada del mismo. El que yo he leído es de Círculo de
Lectores, en una edición cuidadísima que incluye la reproducción de la portada
original, guardas ilustradas a la antigua y relieve en las tapas, entre otros
detalles.
Portada original, ed. Círculo de Lectores |
Precisamente lo que me llamó la atención fue no tanto el título como
la presentación formal del libro. De haber caído en mis manos la edición del
Zorro Rojo no creo que me la hubiera llevado a casa: la ilustración de la
cubierta representa a la monjita con gesto aún más excitado que la niña de
Crespúsculo en las películas, y según he podido comprobar en su catálogo de
Internet, una de las ilustraciones del interior contiene a la monja
masturbándose con la toga puesta: un reclamo publicitario que no se corresponde
para nada con el contenido del libro y que por tanto no demuestra muy buen
gusto.
Guardas, ed. Círculo de Lectores |
En la edición de Círculo (2000), la traducción y el prólogo
son de Carmen Martín Gaite y como epílogo tenemos un artículo de Emilia Pardo
Bazán que data de 1889: ambas autoras explican el contenido de las cartas con
un gusto exquisito y ofrecen al lector multitud de datos para contextualizar la
obra su a su (supuesta) autora.
En cuanto a las cartas, que sólo son cinco y más bien
breves, presentan el testimonio, verídico o inventado (¿qué más da eso a estas
alturas?) de una monja que se obsesiona con un tipo le promete amor verdadero y
luego pasa de ella: en resumen, la típica historia. Ni es la primera monja que
desoye sus votos de castidad, ni la primera niña que según sale del colegio de
monjas se enamora del primer gilipollas que le ríe la gracia.
Al menos, a la monja portuguesa se le cae la venda de los
ojos a la quinta carta: existen multitud de casos de señoritas que ni con el
paso de los años dejan de comportarse como abnegadas madres con el objeto de sus
desvelos, conformándose con migajas, viviendo a su sombra y además, agradecidas
de que su Don Juan de barrio tenga la deferencia de indicarles cómo tienen que
vivir su vida. Patético pero verídico, y es que hay quienes hacen del maltrato
una forma de placer, si no cómo se explica que a tantas almas femeninas se le
mojen hasta las ideas con las 50 sombras del maltratador de moda.
En todo caso, las cartas son apasionadas pero en ningún caso
eróticas (que nadie se lleve a engaño), y si llaman la atención del lector no
es por el “Cartas de amor” del título, sino por la coletilla “...de una monja
portuguesa”. Una vez resuelto el asunto de la curiosidad, el libro en realidad
no es para tanto.
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sábado, 12 de octubre de 2013
Promoción de postales de libros de Javier Marías
Algunos títulos de Javier Marías publicados en Debolsillo incluyen una colección de diez postales con las imágenes que han usado para ilustrar las cubiertas de sus libros: me temo que esta promoción solamente puede encontrarse en tiendas Fnac (que no son santo de mi devoción, pero para una vez que se pone a la venta merchandising del Rey de Redonda...), pero no he localizado información por Internet al respecto (ni siquiera en la propia web de Fnac, o no he sabido mirar o ellos no lo han anunciado).
En la parte posterior de cada postal está impresa una frase correspondiente a cada uno de los diez libros, que son: "Donde todo ha sucedido", "Pasiones pasadas", "Faulkner y Nabokov: dos maestros", "El siglo", "Negra espalda del tiempo", "Vidas escritas", "Todas las almas", "Mientras ellas duermen", "Mañana en la batalla piensa en mí" y "Los enamoramientos".
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Alabanza de la lejanía
En la fuente de tus ojos
viven las redes de los pescadores del falso mar.
En la fuente de tus ojos
cumple el mar su promesa.
Aquí arrojo
un corazón que estuvo entre los hombres,
mis ropas y el fulgor de un juramento:
Cuanto más negro estoy en lo negro, estoy más desnudo.
Sólo si soy desertor soy fiel.
Soy tú cuando soy yo.
En la fuente de tus ojos
derivo y sueño un rapto.
Una red capturó una red:
nos separamos entrelazados.
En la fuente de tus ojos
estrangula la soga un ahorcado.
Imagen de cabecera: boceto de Leonardo Da Vinci.
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viernes, 11 de octubre de 2013
A propósito de Pascal Quignard
Pascal Quignard es un literato sublime, de una sensibilidad que impresiona y estremece. Sus textos están marcados siempre con la huella de la delicadeza y las palabras que los forman se unen con un lazo de nota musical.
En todos sus libros late una melodía y una forma de proceder absolutamente personal, original y única, que los convierten en pequeñas obras de artesanía: delicatessen para los lectores que huyen de la literatura más comercial y buscan entre los estantes obras más personales e íntimas, eruditas y muy alejadas de la acostumbrado.
En los últimos años varias editoriales han apostado por sus libros en España: Galaxia Gutemberg cuenta con varios títulos en su catálogo, pero también se unen al fenómeno Quignard otras como Espasa, Minúscula y la siempre encantadora Sexto Piso. Así, disponemos aquí, por suerte, de una gran cantidad de títulos suyos traducidos al castellano, aunque su obra es especialmente prolija y tener acceso a toda es casi imposible.
La Música
Es la música y la cultura clásica lo que determina la literatura de Quignard. Una de las cosas más importantes que hay que tener presente antes de zambullirse en su obra es que se trata de una de las experiencias literarias más parecidas a escuchar la melodía de una orquesta o, por qué no, de una cascada.
Este escritor procede del seno de una familia de larga tradición musical a nivel profesional. No en vano, desde muy joven se inició en el estudio de la Música y, en concreto, del violonchelo, llegando a fundar el Festival de Ópera y Teatro Barroco de Versailles, en el que ocupó el puesto de director hasta que decidió dejar a un lado la música de forma profesional para centrarse en la literatura.
Siendo niño sufrió fases de autismo y anorexia, trastornos que contribuyeron a que el lenguaje tomase forma dentro de su cabeza de una forma completamente diferente a como lo hubiera hecho de haber gozado de un desarrollo sano y normal. Según él mismo ha declarado, ese silencio forzado fue lo que le llevó hasta la escritura, “pude hacer el siguiente trato: estar en el lenguaje callándome”.
Aunque, como comentaba, en todos y cada uno de sus libros la música tiene un lugar muy especial, quizá sea en “Todas las mañanas del mundo” donde encontramos más elementos en este sentido, puesto que se trata de una pequeña novela que se centra en la historia de una familia compuesta por un maestro de viola, viudo, y sus dos hijas. Su prodigiosa forma de tocar y componer música llega a oídos del rey, quien le reclama para su corte, creándose un conflicto entre la posibilidad de lograr un puesto tan importante y el hecho de abandonar una vida sencilla y plena en la naturaleza y sin apenas contacto con la sociedad.
Este libro contiene también una pequeña historia de componente sobrenatural (secundaria en la trama, pero muy importante para el conjunto del libro), que se desarrolla de una forma muy fluida y sencilla, sin dramatismo ni efectismo fácil... con la delicadeza propia de un escritor sutil y sabio. Existe una película basada en esta novela, titulada exactamente igual y protagonizada por Guillaume Depardieu.
La mitología, la magia
Enlazando con esas pinceladas de misterio y ensueño, es muy importante destacar la faceta mitológica, clásica y antigua de Quignard. Apasionado por las leyendas y los personajes mitológicos, también ha dedicado parte de su obra a plasmar sus conocimientos en este precioso ámbito de la cultura. Por ejemplo, existe un pequeño libro suyo, un ensayo titulado “El sexo y el espanto”, que hace un recorrido completísimo y muy bien documentado a lo largo de la Historia y la Mitología en cuestiones sexuales y sociales.
Es uno de esos libros suyos que él denomina “pequeños tratados”, en los que la ficción se mezcla con sus propias reflexiones. La hipnótica frase inicial “Llevamos en nosotros el desconcierto de haber sido concebidos” da paso a cuestiones sociológicas y de costumbres acaecidas en tiempos remotos en materia sexual, que, junto con la introducción de pinturas de arte clásico y personajes extraídos de la mitología, hacen de este libro una obra de consulta además de lectura de entretenimiento y aprendizaje: una auténtica joya, en suma.
Otro de sus libros mágicos imprescindibles es “Butes”. Es un libro cuyo recuerdo hace siempre sonreír, una vez leído: está compuesto de frases inolvidables entrelazadas, que nos llevan directamente al mar, donde nos esperan todos los marineros que se sintieron alguna vez atraídos por la música de las Sirenas... así, Orfeo, Ulises o Jasón navegan y naufragan mientras ellas, aladas, con cabeza de mujer y gargantas sorbrenaturales, cantan.
“Me aproximo al secreto. ¿Qué es la música originaria? El deseo de arrojarse al agua.”
Butes es también un recorrido por las pasiones humanas (y sobrehumanas, o lo que de sobrehumano habita, quizá, en algunos los hombres, tocados con esa ¿bendición?)
La mitología griega recorre las páginas de este libro con sabor a sal, y los datos académicos se mezclan con las reflexiones más puramente personales de su autor, tal y como comentábamos que sucede en “El sexo y el espanto”, por ejemplo, solo que en “Butes” la parte pulsiva y emocional está mucho más presente.
Humano y antiguo
Otra faceta del Quignard novelista son los relatos centrados en personajes un tanto solitarios, tocados por la huella de la melancolía y con un marcado deje antiguo que los hace irresistibles. En este sentido, tenemos por ejemplo “Las escaleras de Chambord”, novela sobre un comerciante y coleccionista de juguetes antiguos en miniatura, o “Las soledades misteriosas”, que trata de una pareja de hermanos con una relación que va más allá de lo fraternal y hace pensar en un complejo enamoramiento truncado.
Edouard Furtfooz, protagonista de “Las escaleras de Chambord”, colecciona amores al igual que objetos minúsculos: su forma tan egoísta de proceder produce continuamente un enorme dolor innecesario a las personas que utiliza para sentirse siempre idolatrado... un pensamiento infantil que no logra desentrañar le lleva a guiarse de una forma errante e insana por el mundo, con una sensación de frío permanente propia de quienes han sido abandonados a su suerte y nada hay capaz de ampararles.
En “Las soledades misteriosas” tenemos un personaje femenino que abandona una vida profesional estable para reencontrarse con su pasado y vivir en lo sucesivo de una forma extraña y estancada en esos recuerdos y esa forma de vida. Es un relato, al igual que “Las escaleras de Chambord” ligeramente desquiciado, delicado pero muy inquietante, misterioso e intrigante, que fascina por su rareza y por la forma tan elegante de estar escrito.
Como decía al principio, la obra de Quignard es extensísima, por lo que cualquiera puede ser el título que caiga en sus manos... y cualquiera será perfecto para empezar si aún no le han leído.
No lo olviden: puede que leerle sea una de las experiencias literarias más parecidas a escuchar la melodía de una orquesta o, por qué no, de una cascada...
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jueves, 10 de octubre de 2013
Alice Munro, Premio Nobel de Literatura 2013
Enhorabuena a Alice Munro (Duchess of Ontario del Reino de Redonda para más datos), que acaba de ser premiada con el Nobel de Literatura 2013. Como locos a buscar sus libros... sea cual sea, siempre es buena la excusa para buscar libros.
martes, 8 de octubre de 2013
Madrid, jueves 10 de octubre
Presentación en Madrid de los poemarios "Optimístico" de Iñaki Echarte Vidarte y "Tratado de ornitología" de Antonio Jiménez Paz, ambos publicados por Baile del Sol.
En concreto, recomiendo desde aquí el poemario de Iñaki, que acabo de leer (a Jiménez Paz no le he leído nunca así que tendrán que juzgarlo ustedes mismos), y aprovecho para compartir un poema extraído de su libro. Si pueden, no se pierdan el acto.
por el presente documento
prescindo de forma voluntaria
de las vísceras del cerebro del corazón
de los músculos largos y perezosos
prescindo también
de las ideas los pensamientos
las palabras los silencios
la mirada los recuerdos
de la orina el semen los excrementos
las legañas la saliva los mocos
el pelo el cabello las uñas
de la sangre
de la voz el olfato el tacto
la vista el oído
de las lágrimas
prescindo de todo lo que nace
o termina en mi cuerpo
de todo lo que tengo en mi interior
me quedo
con la piel
nada más
para seguir caminando por las calles
y parecer presente
cuando soy ausente
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viernes, 4 de octubre de 2013
"La canción del pirata" - José de Espronceda
Con diez cañones por banda,
viento en popa a toda vela,
no corta el mar, sino vuela,
un velero bergantín;
bajel pirata que llaman
por su bravura el Temido
en todo el mar conocido
del uno al otro confín.
La luna en el mar riela,
en la lona gime el viento
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y ve el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
Y allá a su frente Estambul:
-Navega, velero mío,
sin temor
que ni enemigo navío,
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.
Veinte presas
hemos hecho
a despecho
del inglés
y han rendido
sus pendones
cien naciones
a mis pies.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad;
mi ley, la fuerza y el viento;
mi única patria, la mar.
Allá muevan feroz guerra
ciegos reyes
por un palmo más de tierra,
que yo tengo aquí por mío
cuanto abarca el mar bravío
a quien nadie impuso leyes.
Y no hay playa
sea cualquiera,
ni bandera
de esplendor,
que no sienta
mi derecho
y dé pecho
a mi valor.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad;
mi ley, la fuerza y el viento;
mi única patria, la mar.
A la voz de ¡barco viene!,
es de ver
cómo vira y se previene
a todo trapo a escapar:
que yo soy el rey del mar
y mi furia es de temer.
En las presas
yo divido
lo cogido
por igual:
sólo quiero
por riqueza
la belleza
sin rival.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad;
mi ley, la fuerza y el viento;
mi única patria, la mar.
¡Sentenciado estoy a muerte!
Yo me río:
no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena
colgaré de alguna antena
quizá en su propio navío.
Y si caigo,
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di
cuando el yugo
del esclavo
como un bravo sacudí.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad;
mi ley, la fuerza y el viento;
mi única patria, la mar.
Son mi música mejor
aquilones,
el estrépito y temblor
de los cables sacudidos
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.
Y del trueno
al son violento,
y del viento,
al rebramar,
yo me duermo
sosegado,
arrullado
por el mar.
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad;
mi ley, la fuerza y el viento;
mi única patria, la mar.
José de Espronceda
Publicado por primera vez en la revista "El Artista", en 1835.
Por todos los piratas que quisieron ser.
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miércoles, 2 de octubre de 2013
"Protocolos para un apocalipsis" - Frank G.Rubio y Enrique Freire
Inauguramos la temporada literaria otoñal con un libro ecléctico, apocalíptico y conspiranoico. No combina con la ideología que vomita la televisión a diario ni tampoco con las creencias populares establecidas. Es un libro que nada a contracorriente, que se atreve a exponerse (solitario y por lo tanto, vulnerable) ante una avalancha de versiones contrarias sobre la misma historia.
En este mundo egoísta y cruel, hay que posicionarse y decidir de qué forma vivir: ajeno a todo pero formando parte del rebaño (o sea, del sistema), ajeno y en contra del sistema pero de verdad (Thoreau lo intentó, pero por poco tiempo) o participando activamente del sistema (de una forma más o menos disimulada) y sacando tajada de ello.
Este libro explica los tejemanejes ocultos del sistema, que Enrique y Frank creen atisbar aislando fragmentos de la avalancha de información que nos envuelve y embrutece (pues no con otro fin nos es lanzada).
No obstante, no hay que ser muy listo para darse cuenta de que vivimos en una sociedad que está muy lejos de ser puramente democrática, libre, y que hace todo lo posible por el bienestar de sus miembros: nada más lejos. Lo primero que siempre se recorta al máximo es la educación, bien es sabido que una masa iletrada es muchísimo más fácil de dirigir y controlar para el bienestar de unos pocos. El acceso a la cultura cada vez es más difícil (no hay becas para los estudiantes, no hay dinero para las bibliotecas, el IVA de los productos culturales cada vez es más alto y prohibitivo, etc.) Según Enrique y Frank: “Tanto la cultura media como las aptitudes intelectuales están cayendo en picado en el planeta entero”.
Enrique y Frank avisan de los peligros del embrutecimiento que se sufre embobándose delante de la televisión, que elimina la facultad de hacer otras cosas y además introduce cantidades ingentes de información basura en la cabeza del televidente. Se puede vivir sin ver la televisión, doy fe de ello. Y es tan liberador... supongo que quienes consiguen dejar de fumar experimentarán una sensación similar a la de desenchufar el dichoso aparato. Uno llega a preguntarse de dónde sacan tiempo para ver la TV quienes lo hacen. Son tantas horas desperdiciadas que nadie les devolverá... es para planteárselo, cuanto menos.
Krugman se dio cuenta de que la actividad eléctrica cerebral cambiaba con un incremento de las ondas Alfa, en detrimento de las ondas Beta, las que se emiten en un estado de conciencia normal. Curiosamente, cuando la persona dejaba de ver la televisión y leía un texto escrito, todo volvía a la normalidad, aumentaba el número de ondas Beta, las ondas de la zona consciente de nuestro cerebro. Algunos investigadores asocian las ondas Alfa con la meditación y algunos fenómenos derivados de ella: inmovilidad, respiración superficial...
Y, según Jerry Mander:
Siempre ha sido más fácil hipnotizar a alguien en un espacio confinado donde la realidad exterior ha sido eliminada. Si usted decide mirar la Televisión no hay otra alternativa que aceptar la corriente de imágenes electrónicas, tal y como vienen.
Desde hace algún tiempo, lo que se pretende es que los miembros del gran rebaño leamos en... una pantalla. Saquen sus propias conclusiones. (Y que se lea cada vez menos, a poder ser, y que se lean gilipolleces).
Al hilo de todo esto, Enrique y Frank citan una intervención brillante de José Saramago (QEPD):
La manipulación de las conciencias ha llegado a un punto intolerable... Forma parte de una operación de banalización que es cultivada sistemáticamente. Revistas que antes eran de reflexión y pensamiento ahora son frívolas; la televisión, que puede ser un elemento de educación extraordinario, se ha convertido en eso que algunos llaman muy bien “telebasura”. Y hay gente muy interesada en ello, en que sea así. En el fondo esto no es nuevo. Ya en la época de los romanos se daba la política de “pan y circo”. Un golpe de efecto genial de las sociedades modernas ha sido convertirnos a todos en actores. Todo hoy es un gran escenario. Es la panacea universal porque ha hecho que todos queramos aparecer como actores (...) Vivimos en un espectáculo bochornoso en el que se muestra en directo la muerte, la humillación...
Texto que requiere, obligatoriamente, que haga una pausa para recomendar “La sociedad del espectáculo” de Guy Debord en este blog, una vez más...
Siguiendo con el embrutecimiento que se consigue situando al individuo delante de una pantalla: “El MP3 convirtiendo el ruido generalizado de nuestra vida cotidiana en un video clip fashion (eso sí, personalizado, “al gusto de cada uno”), el móvil como símbolo de ubicuidad y de control (y por ende de esclavitud) o las sempiternas gafas de sol, mas que un elemento de protección visual una metáfora de la pantalla que nos roba unas cuantas horas al día y que nos permite observar sin ser observados (...) Si alguien se resiste ya se le convencerá.”
¿Gafas de sol? MATRIX...
Hay un gran interés en convertirnos en rebaño idiotizado, sí, por parte de una pequeña parte de la población exageradamente enriquecida y poderosa, integrante de gobiernos, iglesias y fuerzas de seguridad. Esto es algo muy antiguo pero precisamente por eso cada vez está mejor diseñado y es más sutil. También el rebaño debería haber evolucionado e ideado formas para combatir los abusos, maldita sea.
Cito a Enrique y Frank:
El temor ha sido una de las armas de sometimiento que a lo largo de la historia ha sido impuesta a la sociedad, aunque sus efectos en la misma han ido variando con el paso del tiempo. Mientras que el miedo, hace unos cuantos siglos era un arma de control social puro, actualmente el temor se inscribe en una sensación de inseguridad permanente que, encontrándose instalada en nuestras sociedades consumistas, hace que nos rodeemos de “cosas” con la sensación de un vacuo sentimiento de disfrute en función de que “todo se acaba”.
En este libro también se tratan otros aspectos de la dominación, se habla de religiones, de gobiernos dentro de gobiernos que ordenan manteniéndose en la sombra, de altos mandos de las fuerzas de seguridad que ya no colaboran con los terroristas, sino que ejecutan ellos mismos los actos supuestamente terroristas calculando las pruebas que ellos mismos van a encontrar y elaborando previamente las comunicaciones al pueblo por parte de los poderes políticos... parecen tramas más propias del cine, pero es que, de todos es sabido que la realidad supera a la ficción.
“No es para encerrar a Dios sino para encerrar a los fieles, para religarlos, para lo que se construyen los templos.”
Pero ni Frank ni Enrique pretenden inculcar a toda costa su visión de la situación tan cual: lo que pretenden es ofrecer otro enfoque, otra forma de aprender a ver las cosas que nos ponen delante de los ojos. Quieren que la gente piense por sí misma y esto les convierta en seres libres:
Lector, lee entre líneas y no apliques la mentalidad que utiliza el hombre común ante los materiales propuestos por los mass media, donde la credulidad más borreguil se alía con la predisposición condicionada, tras muchas horas de “apredizaje”, a encontrar lo que han puesto claramente ante sus narices para ser encontrado.
En este libro se incluye un último apartado que recoge artículos más antiguos de Enrique y Frank ya publicados en otros medios, que hacen relación a los mismos temas tratados en el libro y que aún son bastante actuales y oportunos.
Este no es el mejor ni el peor libro sobre asuntos conspiranoicos, pero es uno más para ayudar a liberar la mente de la morralla con la que se nos intenta tapar la boca a diario.
USA es el “policía malo”, todo músculo; Europa, el soft power, el “policía bueno” que quiere negociar e intervenir humanitariamente en todo. Mera división del trabajo. Objetivo táctico: absorber al Islam fagocitándolo. Método: dureza USA, comprensión europea. Látigo y azúcar. Fundamentalismo “violento y maléfico” cuidadosamente elaborado en los circuitos de Inteligencia y de Operaciones Encubiertas para hacer surgir dialécticamente “Islam moderado” a raudales, democrático, amigo y dispuesto a ir a la guerra contra China y Rusia si hace falta. (Frank G. Rubio)
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