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domingo, 2 de febrero de 2020

"Diecisiete relatos sobre la decepción y otros tantos sencillamente decepcionantes" - Naira Marco



Coincidiréis conmigo en que el título de este libro suena genial, especialmente para quienes abrazamos con frecuencia el lado oscuro de la vida. Al menos, es un título sugerente. Una vez en el índice, la calidad de los títulos pierde el brillo (“El militar aburrido”, “Concierto de navidad”, “El sobrino-nieto ingrato”, etc.) La redacción contiene algo así como una ironía intrínseca que nos habla de una autora que se toma todo a risa, o eso es lo que transmite: la imagino incapaz de escribir algo muy solemne o privado de sentido del humor.

El contenido de los relatos no es especialmente decepcionante (ni decepcionan en exceso ni tratan el tema en profundidad), el desencanto proviene de la monotonía de las vidas de los personajes que pululan por ellos, de la apatía o de la falta de estímulos. No llegan a ser relatos inolvidables pero las tramas ocurrentes y la redacción fluida equilibran las carencias para sacar un aprobado.

Me gusta cómo sus personajes se toman la justicia por su mano (prolifera la mala idea, la venganza, la travesura, la revancha). En el fondo son inofensivos, su maldad está muy acotada, controlada.
En el cuento “Caminando por Tegueste” (pág. 19) la autora explora un tema, el desdoblamiento, que me ha resultado muy interesante. Se trata de un personaje que suele realizar un recorrido de forma rutinaria y, el día que decide innovar, se ve a sí mismo a lo lejos, transitando por el camino de siempre. Con esta excusa, se revisitan las narraciones, se repiten las secuencias, que a base de repeticiones adquieren una entidad propia: es una forma muy sabia de dotar de magnificencia a los textos.

Si lo que realmente interesa son cuentos oscuros y de una excelente calidad, siempre nos quedará M.L. Kaschnitz, E.A. Poe o Arthur Schnitzler, verdadero maestro de la desesperación y la duda.


jueves, 2 de agosto de 2018

"La mujer que huye" - Anaïs Barbeau-Lavalette



Barbeau-Lavalette es una cineasta y escritora de Montreal que descubro a través de esta espectacular novela. En cada página me impresionaba más y más, leía boquiabierta, subrayando los pasajes particularmente brillantes. “La mujer que huye” está escrita no solo con un afán por la búsqueda constante de la belleza, sino también, con la energía de quien no tiene fuerza ni ganas de soportar ni un instante más de fealdad.

|Paseas por la Avenue du Parc hasta la montaña y la subes con paso perezoso. Bajas por el cementerio. Los muertos te hacen volver a ti, definitivamente viva.
Ahí es donde tus andares se vuelven más ligeros. Eliges varias tumbas al azar y recorres los nombres con la vista. A lo mejor encuentras uno para tu hijo. Estás embarazada.


Se trata de la reconstrucción, novelada, de la biografía de Suzanne Meloche, la abuela de la autora. Meloche (1926 – 2009) fue una artista perteneciente al movimiento artístico Automatismo surrealista (que se caracteriza por ser un reflejo del subconsciente), al que también se acogieron algunos artistas de su entorno como Paul-Émile Borduas, su marido Marcel Barbeau, Madeleine Arbour, Thérèse Leduc, Maurice Perron, Louse Renaud, Françoise Sullivan y muchos otros. Pintora y escritora, su obra más importante es la colección de poemas “Les aurores fulminantes”.

|Le dice a Musgo que parece un ángel. Ella le coge la mano. El fuego y el agua confluyen ahí, en la última planta de la torre de los locos. Ella es incandescente, él es acuático. Cada cual salva su pellejo como puede.

Su vida fue de todo menos convencional, el título hace alusión a una de sus características más predominantes, la que configuró su destino: era incapaz de mantenerse en un lugar, echar raíces, sentirse atada a algo o a alguien, ser leal a las personas de su entorno, etc. ¿Egoísmo, maldad? Quién sabe. La mente es muy compleja y juzgar de maldad lo que puede ser una personalidad poco convencional o los síntomas de algún trastorno psicológico, es erigirse dios o juez sobre lo humano, así que no está en mi mano llegar a esas conclusiones. Quizá es que no todo el mundo está hecho para vivir en este mundo. Quién sabe.

Suzanne Meloche junto a su familia

Lo cierto es que después de una infancia muy humilde, abandonó a sus dos hijos y vivió siempre de forma provisional, alojándose aquí o allá, siempre con lo puesto y nunca con un plan. Su nieta, Barbeau-Lavalette, no sin cierta idealización romántica de esta trayectoria vital, se propuso reconstruir de forma novelada esa vida errante que tanto influyó en el destino de su madre y en la suyo propia. Ante una misma historia, uno puede elegir cómo abordarla, desde qué estado de ánimo o desde qué perspectiva. Podría haber sido cruel y haber dibujado a su abuela fácilmente como una persona egoísta, no en vano abandonó a sus hijos y no se esforzó por mantenerlos a su lado. Sin embargo, Barbeau-Lavalette (en un gesto que le honra, y que aporta dulzura y armonía al mundo) decide detenerse a apreciar la poca o mucha belleza o, cuando menos, humanidad, que encuentra en cada uno de los pasos que descubre mientras sigue el rastro de su abuela. Y además es capaz de plasmarlo con una elegancia y una finura que convierte a la experiencia de la lectura en algo comparable a la contemplación de una hermosísima acuarela.

|Despunta el alba y nace la niña. Te la pones sobre el pecho para darle calor. Huele como el musgo de los bosques. Te refugias en ella. Sois dos supervivientes. (…) Te enseñan a lavar a tu hija. Tus manos febriles se familiarizan con los nuevos gestos. Le enjabonan la piel hasta que queda cubierta de espuma, guían el chorro de agua por ella, protegiendo un pedacito de cuello para conservar su olor a bosque húmedo. Tus manos sofocan los escalofríos nacientes. Están más vivas que nunca. Envuelven a tu hija, a tu Musgo de los bosques, la pegan a tu cuerpo rebosante de savia. Ahora tienes un refugio.

Es importante destacar que el libro está escrito en segunda persona, de modo que la voz narradora se dirige constantemente a la abuela, en una suerte de diálogo donde el receptor del mensaje está ausente, o un monólogo atípico. Lo destaco porque, en comparación con la forma tradicional de narración en las novelas (la tercera persona o narrador omnisciente), creo que de esta forma más original se consigue hacer una lectura mucho más inmersiva. Resulta inevitable sentirse aludido mientras se lee algo que hace alusión al “tú”, así es más fácil ponerse en el lugar de la abuela ausente y comprender los porqués de sus decisiones. Así, mientras se lee, de alguna manera el lector es la abuela. Creo que esa decisión formal le ha dado el toque estilístico definitivo.

|Te quedas dormida.
Un crujido. Te sobresaltas.
—¿Hola?
La voz del cura:
—Hija mía, ¿deseas confesarte?
Te yergues.
—Sí, padre.
—Adelante.
—He cometido actos obscenos, padre.
—¿Sola o con otra persona?
—Con usted, padre.
Sonríes. Te gusta el silencio que sigue.


La ilustración de la cubierta está realizada por la maravillosa artista Zaida Escobar, a quien ya conocía por “Desde las entrañas”, un poemario ilustrado en colaboración con la escritora Inma Luna. Esta ilustración tiene tantas lecturas que podría hacer una reseña paralela a ésta hablando de ella. Es una mujer y su reflejo, que está y no está al mismo tiempo. Inclina los hombros y el rostro bajo el peso de una carga que arrastra a duras penas, pero es que no conoce otra forma de seguir. Está compuesta por dos mitades perfectas que se contradicen continuamente, está condenada a convivir con las dudas y a arrastrar los pesados fardos del pasado. Las marcas sin tinta en su costado y las formas que dibuja su melena me recuerdan al bosque (ella es salvaje, pura), y los tonos turquesa de la composición son el toque definitivo. En conjunto hace forma de corazón, sus dos mitades latiendo a destiempo, y eso es porque está viva, está más viva que nadie.

Para mí ha sido el descubrimiento del verano en narrativa. Independientemente de una trama más o menos elaborada o interesante, me pueden las formas, y en este caso me pudo la delicadeza. Desde la ilustración de la cubierta, todo es acogedor en este libro: artesanal, profesional, sutil, elegante, humano. No tengo sino elogios para todo lo que rodea a esta publicación.

|En clase de dibujo, el profesor se aplica en enseñaros a dibujar una manzana y un sombrero.
Te cuestionas la pertinencia del dúo. ¿Por qué juntar una manzana y un sombrero?
Tienes que utilizar una regla, un compás y una goma de borrar. Es obligatorio, recalca el profesor.
Te esmeras.
Eres buena alumna.
Cuando acabas, el sombrero perfecto se encuentra al lado de una manzana perfecta. Contemplas tu dibujo perfecto. Sin duda alguna, tu madre lo colgará en la pared del salón. Te parece que no le iría mal un poco de color. Tienes un pedacito de piel levantada en el borde de una de las uñas de la mano derecha. Te lo arrancas. Sangra un poco. Extiendes la sangre sobre la manzana y el sombrero.
Ya está. Perfectos y rojos. Perfectos y ensangrentados.
El profesor está indignado. Tú, tan pulcra, tan perfecta.
Rasga tu ejercicio y te manda al pasillo a recapacitar.

domingo, 1 de abril de 2018

"Desde las entrañas" - Inma Luna & Zaida Escobar


“Desde de las entrañas” es un poemario ilustrado o un álbum con poemas: texto e imagen se nutren y complementan, y no se roban protagonismo en ningún momento. Son solo diferentes maneras de expresar una misma idea: por ejemplo, la reivindicación de la persona como ente que no se puede conocer sólo desde fuera o a través de su apariencia.

Luna y Escobar se unen aquí para crear una obra conjunta de texto e imagen: ambas artistas vuelcan sobre el papel ideas íntimas y viscerales, en una explosión muy efímera de arte y belleza que roba toda la atención del lector y que desde la estantería reclama ser admirado una vez más. Ahora veremos qué tiene de especial este hallazgo editorial.

La textura de los límites del ser humano
“Desde las entrañas” es una obra que en esencia transmite valentía, vitalismo y aceptación de los límites del ser humano: dar todo de sí sabiendo que habrá que parar o virar el rumbo. También transmite la idea de aceptación de nuestra propia condición de humanos, que es clave para, a partir de ahí, explorar los límites de cada uno.

Reivindica el derecho a la intimidad, a dejarnos fluir como animales sin poner trabas artificiales y asépticas a nuestra naturaleza. Todo esto, a través de ilustraciones y textos sinceros y descarnados en los que destacan las texturas muy bien conseguidas y la alusión que de forma continua se hace entre líneas a sacar el mayor rendimiento a los cinco sentidos.


Inma Luna y las palabras
En cuanto a los poemas, no son demasiado largos, son textos rápidos, como reflexiones cazadas al vuelo de un instante. Sigo de cerca la obra de Inma Luna desde hace algunos años y sé que se caracteriza por impulsos creativos: no son versos pulidos y revisados una y mil veces, sino que escribe guiada por la pulsión del momento transmitiendo así la idea en toda su crudeza, incluso aunque se trate de imágenes delicadas.

Luna es periodista y antropóloga, y hasta la fecha ha publicado la maravillosa novela “Mi vida con Potlach”, un libro de relatos titulado “Las mujeres no tienen que machacar con ajos su corazón en el mortero” y un buen puñado de libros de poemas.

En estos textos transita por las pasiones y los instintos, haciendo a veces un regreso al bosque o a lo ancestral como metáfora para despojarse de lo accesorio e indagar en el interior de sí misma con el fin del crecimiento personal. Los sentimientos y la idea de vivirlo todo al máximo, apasionadamente y sin miedo a transitar los límites, también están presentes en sus versos.

El mundo de colores de Zaida Escobar
La unión de la tinta y el papel que se han seleccionado para imprimir este libro, da lugar al maravilloso olor de las ceras Manley que todo lector que haya crecido entre los 80 y los 90 evocará con facilidad. Es un detalle más que convierte a este libro en una obra sensitiva a muchos niveles y que alude directamente a la posible bibliofilia de los lectores.

Las ilustraciones de Zaida Escobar son increíbles, me han encantado. En ellas destaca la textura, casi parecen estar en relieve, las figuras a punto de emerger del papel. Son diseños de rostros y cuerpos humanos, en los que destacan los fondos oscuros sobre los colores animales: ocres, pardos o sangre que contrastan con áreas azuladas.

Escobar es licenciada en Bellas Artes y Técnica Superior de Ilustración. En los últimos años ha expuesto su obra en galerías y ha experimentado diferentes campos como la ilustración, la obra plástica a gran formato o el live painting, su obra se caracteriza por poner siempre el foco en el cuerpo humano.

Me ha cautivado la unión de estos dos talentos: sencillamente, creo que es un álbum ideal para hacerse un homenaje y regalarse belleza.

jueves, 8 de marzo de 2018

¡Corre! - Santiago Carabias


Baile del Sol es una editorial muy prolífica, a la que apenas me da tiempo a seguir la pista en cuestión de novedades. Da voz a autores desconocidos o noveles, me gusta especialmente su selección poética pero también he descubierto grandes novelas y rarezas gracias a ellos. Es una editorial perfecta para lectores sin prejuicios, ya que ofrece la posibilidad de conocer voces nuevas por las que otras editoriales no están dispuestas a apostar.

En este caso, la obra que nos ocupa es una novela de género negro de Santiago Carabias (Segovia, 1977), un autor cuyo lugar de origen le ha inspirado para enmarcar la trama con un paisaje agreste de fondo. Carabias ha publicado otras dos obras con bastantes años de diferencia entre ambas, desconozco si se dedica a tiempo completo a la labor de escritura. A mí me ha entretenido bastante esta obra que sin embargo creo que no tiene opciones para mantenerse en las mesas de recomendados, ahora veremos por qué.

El único que pasas un buen rato es el lector
Es poco usual encontrar un título que incorpore signos exclamativos o interrogativos. Sin ellos, en este caso, creo que “¡Corre!” también estaría bien (aunque es cierto que así queda claro que se trata de un imperativo, sin exclamaciones podría pasar por presente y cambiaría el sentido), pero compro la idea, me parece divertida: se sale de lo común. Sí incluyen símbolos exclamativos los títulos de algunos libros de "autoayuda", muy exagerados habitualmente en sus diseños de cubierta, o excepciones de otros ámbitos como el tan popular “¿Quién se ha llevado mi queso?”

Dejando a un lado la información de cubierta, pasamos a dar la vuelta al libro y en el resumen se nos indican los ingredientes que le dan forma a la trama: un pueblo dormitorio cercano a la sierra, inquinas entre vecinos, calles solitarias, un perro, un crimen. Pero hay más: dos guardias civiles incompetentes y la promesa de un buen rato de lectura con esta frase definitiva con la que me he partido de risa: “Entre el fugitivo,  que no es precisamente Robinson Crusoe; y los perseguidores, que de sabuesos tienen como mucho las ojeras y el parecido a una salchicha, se desarrolla una historia en la que el único que pasa un buen rato es el lector.”

Honesto y divertido
“¡Corre!” es una novela sin grandes pretensiones. Está escrita de una forma muy fluida, la redacción es muy correcta, todo en ella incita a la lectura rápida. Tiene un comienzo brutal, el asesinato de un pato a sangre fría con todo lujo de detalles (no destripo nada que no suceda en la primera página). Lo que sigue no es mucho más amable, las escenas violentas o de incómoda supervivencia a la intemperie están descritas con detalle. En ese sentido se puede decir que el hilo argumental gira en torno a lo cutre, a los bajos fondos, a explorar el lodo atascado en los recovecos más oscuros del alma humana. Los del alma de un psicópata, en este caso, pero también de quienes se ven envueltos en los acontecimientos y tampoco están libres de maldad e instintos turbios.

Ya digo que a Defoe se le fue de las manos completamente lo de los animales domesticados; pero lo de la película “Naúfrago”, con Tom Hanks al frente, ya sí que es de capítulo aparte. No digo que el gordo Hanks, que empieza siendo un zote para la pesca, la caza y la supervivencia en general, no espabile a fuerza de hambre, y aprenda en unos años a buscarse el sustento; pero es que no se conforma con eso y termina haciéndose una barca con vela abatible, se mete dentista y si hubiera estado un par de meses más en la isla, habría terminado haciendo la declaración de la renta a las iguanas.

Entre Ávila y Segovia
La acción transcurre en zonas de la sierra, en un pueblo dormitorio con poca actividad y un bosque cercano. Este marco enlaza con la austeridad y los colores terrosos con los que imaginamos también a los protagonistas. La dureza del día a día del fugitivo recuerda ligeramente en la sensación de agobio a la novela “Hambre” de Knut Hamsun. Por su parte, el criminal es torpe y básico, pero no tiene mucho más interés. Pero los dos guardias civiles parecen salidos de una película de Pajares y Esteso.

Por un lado, es divertido que sean tan torpes incluso aunque sepamos que esos casos a veces se dan en la realidad entre las fuerzas y cuerpos, etc. Pero, por otro lado, aunque exista incompetencia entre los guardias, es difícil que a un agente que está siendo vigilado por prácticas sospechosas le permitan llevar a cabo una investigación por su cuenta sin detenerle, tampoco es creíble que él solo tome las riendas de una investigación para la que no ha sido designado sin ni siquiera tener recursos para ello, en este sentido se pierde el hilo de la trama, porque resulta muy increíble.

Tampoco es verosímil que ambos guardias averigüen datos clave por ciencia infusa, así como la sucesión de los últimos acontecimientos que dan lugar a un final rocambolesco. Es un corre que te pillo campo a través: ¿divertido para pasar un rato de lectura?, sí, lo es y mucho: pero se hace inverosímil y esto a la fuerza le resta calidad al conjunto.

Hay un paralelismo interesante que he extraído de la lectura, y es el siguiente: el del criminal encerrado en una celda VS el trabajador esclavizado por el sistema que se cree libre pero no puede escapar a su hipoteca, a su trabajo, etc.: falsa sensación de libertad en la que en realidad estamos todos atrapados.

Una lectura entretenida, en fin, que con más tiempo y el respaldo de una buena documentación periodística podría haber brillado mucho más. La recomiendo si quieren pasar un buen rato disfrutando de las irreverencias de los guardias civiles y de unas soluciones argumentales caídas del cielo. Engancha desde el principio y la redacción es muy fluida. Aunque se trata de un thriller tiene momentos de humor y se hace muy entretenido.

miércoles, 19 de abril de 2017

Yo no soy una mujer - Edith Södergran


Este libro es un rescate en el tiempo, muy oportuno para los tiempos que corren, cuando el activismo feminista ha conseguido que sus reivindicaciones lleguen a los medios y estén en boca de todos. Esta es la voz de una pionera, una chica que se replanteó la realidad y se formuló preguntas para las que su entorno no tenía ninguna respuesta. Les dio forma de poemas y este es el resultado.

Edit Södergran nació en San Petersburgo en 1892, creció observando la naturaleza invernal, fotografiando gatos, escribiendo y formándose en diferentes idiomas (alemán, ruso, inglés, francés), terminó escribiendo en sueco que era su lengua materna, enfermó de tuberculosis y murió con 31 años. Este último dato trágico, unido a sus versos controvertidos, hicieron que su nombre y su obra no se los llevara el olvido.

Finlandesa, pionera y controvertida
Södergran procedía de una familia burguesa de habla sueca, en 1902 ingresó en la Petri-Schule alemana en San Petersburgo. Le influyeron profundamente las obras de Heine y de Goethe, y sus primeros poemas fueron escritos en alemán, aunque poco después tomaría el sueco, su lengua materna, como idioma para la escritura, eso sí, con constantes germanismos.

Hacia 1909 contrajo la misma enfermedad que su padre, la tuberculosis; en el sanatorio Davos Dorf, en Suiza, que es el escenario de “La montaña mágica” de Thomas Mann, pasó Edith una temporada recibiendo el tratamiento para tuberculosos, cuando contaba con 21 años, y fue escenario de sus travesuras juveniles hasta que lo abandonó en vísperas de la Primera Guerra Mundial.

Unos años después consiguió publicar su primera colección de poemas bajo el título de “Dikter” (“Poemas”), y fue entonces estalló el escándalo: 1916 no era el momento idóneo para que una mujer escribiera versos tales como:

VIERGE MODERNE
No soy mujer, soy un ser neutro.
Soy una niña, un paje y una decisión atrevida,
soy el trazo sonriente de un sol escarlata…
Soy una red para todos los peces golosos,
soy un brindis en honor a todas las mujeres.
Soy un paso hacia el azar y la perdición,
soy un salto hacia la libertad y mi propio yo…
Soy la sangre susurrante que habla al hombre,
soy el escalofrío del alma, el deseo de la carne y su negación,
soy la señal de entrada a nuevos paraísos.
Soy una llama, franca e indagadora,
soy agua, profunda pero desafiante hasta las rodillas,
soy el fuego y el agua juntos en sincera unión libre…

Cómo ser valiente a principios del s. XX
Como se puede comprobar, ni siquiera el siglo XXI está totalmente preparado aún para recibir estos versos sin hacer una mueca de desprecio. La sociedad aún no ha interiorizado que no tiene que comprender algo para respetarlo. Södergran escribía lo que le daba la gana, y lo escribía bien. En su momento, la apoyaron poetas y escritores liberales, que tenían mentalidades modernas y abiertas. Se la considera revolucionaria de la poesía nórdica, sobre todo en lo relativo al impacto que produjo en el modernismo finlandés de los años veinte. Dejó un total de cinco libros escritos, el último de los cuales se publicó de forma póstuma. Un dato curioso es que después de su muerte, sus seguidores tomaron su antiguo lugar de residencia como lugar de peregrinación, al que acudían para realizar fotografías, hablar con su madre y llevarse de recuerdo algún pequeño objeto personal de la familia.

Descarada, aparentemente bucólica, lisérgica, soñadora, contemplativa. Tan terrible como le apetece en cada momento, temeraria ante la muerte, poderosa cuando el viento sopla en la dirección equivocada. Se mimetiza con los elementos naturales y observa a su alrededor con una mirada que contiene ciertos tintes mágicos a veces, “voy a cerrar los portales de la muerte”.

Hay muchas referencias recurrentes, se repiten a lo largo de los poemas: las nubes, el frío, las rocas, el agua, el otoño, el otoño, el otoño. La muerte como compañera de viaje, tan solo un elemento más de la Naturaleza, formando parte, con un pie aquí y el otro allá, etc., afirma que la vida y la muerte no son dos cosas diferentes. Hay sin duda una búsqueda incansable de la belleza (incluso hay un poema entero en el que se cuestiona insistentemente sobre el verdadero significado de la belleza), una mirada inquisitiva al mundo, con ojos interrogantes.

Una colección de versos otoñales con un siglo de antigüedad pero con la frescura intacta y los colores dorados y rojo fuego aún brillantes. Cuando Södergran murió, encontraron debajo de su almohada dos poemas. Entre ellos, este verso: “Muerte, ¿por qué te quedas en silencio?” A ella le fue concedido muy poco tiempo de vida y sin embargo supo aprovecharlo para alzar la voz y conseguir que llegara tan lejos como a este momento, perfecto para recoger su testigo, no se la pierdan.

viernes, 31 de marzo de 2017

En el nombre de los árboles - Karin Boye


Karin Boye es una de las escritoras suecas más laureadas. En Uppsala (Suecia) se nombró “Biblioteca Karin Boye” a una de las secciones de la biblioteca de la Universidad en 2004, y la asociación literaria Karin Boye sällskapet, que fue fundada en 1983, actualmente sigue funcionando y mantiene viva la obra de la escritora.

Además de una obra literaria en la que destacan la novela y la poesía, Karin Boye fue una pieza clave en la traducción al sueco de la obra de T.S. Eliot. También fue cofundadora de la revista literaria Spektrum, a través de la cual se introdujo en Suecia la obra de Eliot y de otros surrealistas de la época.

Té para cuatro
Leemos en la información biográfica que ofrece este poemario, que la vida de Karin Boye (1900-1941) no fue nada fácil. Hay que empezar por el final explicando que se suicidó con 41 años, que se había divorciado de su marido para vivir con la mujer a la que amaba, en un momento en el que la homosexualidad estaba prohibida en Suecia, y que el homófobo entorno de la poeta impidió que su mujer asistiera a los funerales.

Además, en este trío amoroso interviene alguien más, otra mujer llamada Anita Nathorst, quien había sido el amor platónico de Boye, y fue en las cercanías del centro psiquiátrico en las que Anita había sido ingresada, donde la poeta decidió poner fin a sus días ingiriendo una gran dosis de somníferos. Fue hallada por un granjero, yaciendo sobre una roca, y el hecho de elegir libremente ir a morir en el campo es un gesto definitivo que dice mucho de su especial conexión con la naturaleza.

En los poemas de Karin Boye todo gira permanentemente en torno a las referencias naturales. El crecimiento espiritual se refleja en los procesos de la Naturaleza, como por ejemplo en el poema titulado “Sí, es verdad que duele” (uno de los más populares de toda su obra), donde se transmite la sensación del dolor que sufren los brotes tiernos de las plantas, los capullos y las ramitas que con la llegada de la primavera estallan para crecer y transformarse en algo más sabio y más grande tras superar un proceso que produce dolor pero ofrece una recompensa a cambio.

Sí, es verdad que duele cuando los brotes se abren.
¿Qué otro motivo hay para que la primavera dude?
¿Por qué tiene que estar atada toda nuestra ardiente espera
al pálido helor amargado?
El refugio durante el invierno fue el capullo.
¿Qué novedad es esa que consume y estalla?
Sí, es verdad que duele cuando los capullos se abren.
Dolor para lo que crece
y lo que constriñe.
(…)

Por el contrario, en “Noche de valpurgis” afirma que si se queda donde está no le sucederá nada, es decir, que si se mantiene inamovible y se estanca (alterando el ciclo de la Naturaleza), impedirá que le pase algo malo pero tampoco obtendrá la recompensa del crecimiento.

Leer entre líneas o la importancia de los espacios en blanco
Karin Boye era muy simbólica y poco narrativa, si entre líneas hay fragmentos de sus pensamientos y emociones no tiene un gran interés por exponerlos abiertamente. En el poema “El camino es estrecho” describe a dos personas que avanzan juntas por un camino de obstáculos, esto puede tomarse como una alegoría de las dificultades e injusticias que sufrió a causa de su homosexualidad, en cualquier caso no es claro y sólo puede percibirse de esta forma tan obvia si el lector tiene en mente su trayectoria personal (y la biografía de los autores no es algo que los lectores tengan por qué conocer previamente, ni siquiera tiene por qué interesarles).

Pero siguiendo esta línea, hay que destacar que en los poemas se habla de humillación, ataduras, de su esfuerzo personal por no ocultar nunca nada, de castigos y de la libertad que pese a todo, permanece intacta en el fondo de su alma.

Da la impresión de escribir encerrada en un cuerpo, o en una celda, o en lo que sea que la atrapa y le impide tener la aprobación de su entorno mostrándose como realmente es. Se sabe incorrecta a los ojos de los demás. El poema “Pino inclinado”, crudo y desgarrador, es uno de los textos en los que se muestran de forma más contundente los sentimientos de frustración, lucha, agotamiento y también de esperanza.

Aquí bajo el eterno soplo
se alza de la piedra un pino inclinado,
se retuerce cansado,
se ata desafiante,
se inclina dominado.
Negros contra el cielo en tormenta
se dibujan contornos fantasmales.
Monstruos que sienten hastío
de monstruos.
Un quejido atraviesa las copas desgarradas:
Oh, poder mirar una sola vez
directamente  a la luz,
alzarse como un roble,
un joven abedul
un arce virgen.
Esconde tus sueños, tullido.
Aquí están los últimos escollos. Hasta donde la vista alcanza:
pino inclinado.

No es de extrañar que sea una autora muy valorada, ha sido una grata sorpresa descubrirla. Las traducciones en el terreno poético lo tienen mucho más complicado que la narrativa a la hora de captar todas las inflexiones del original a una lengua nueva, y si a pesar de eso los poemas siguen desprendiendo una fuerte luz propia, está claro que el original será increíble y que estamos ante literatura de gran calidad. Por eso, enhorabuena al traductor de estos poemas, Albert Herranz. “En el nombre de los árboles” es una obra muy recomendable que deja ganas de más, así que sin duda seguiré tras la pista del legado poético y narrativo de Karin Boye.

miércoles, 5 de octubre de 2016

Cómeme - Agnès Desarthe



La obra de Agnès Desarthe se encuentra muy dispersa entre varias editoriales en España: desde el año 2000, sellos como Random, Luis Vives o Corimbo han publicado algunos de sus títulos traducidos. En esta ocasión, Baile del Sol se suma a esta estela para darnos a conocer este título que vio la luz por primera vez en su idioma original en 2006. La obra de Desarthe está dirigida principalmente al público infantil, también traduce libros de otros autores y de forma más puntual también ha experimentado con el género ensayístico.

“Cómeme” es un sugerente título que hace referencia a la etiqueta de los famosos pastelillos con grosella de la Alicia de Lewis Carrol, una referencia literaria que en esta novela se utiliza para narrar el sentimiento humano de sentirte demasiado grande o demasiado pequeño frente a las situaciones del día a día. Además, la protagonista da un gran paso en su vida abriendo un restaurante, por lo que las alusiones gastronómicas del título, metafóricas y literales, son múltiples y resulta divertido advertirlas.

Myriam o cómo sacar fuerzas de flaqueza
Agnès Desarthe tiene un don. Esta novela es una minuciosa exploración de la personalidad caótica y compleja de Myriam, una mujer de mediana edad que es la personificación de la resiliencia, una superviviente a la que su pasado le persigue de cerca cada mañana para clavarle los colmillos del recuerdo.

Myriam nos es presentada en el momento en el que parece que ya no le queda nada que perder y quizá por ello decide hacer una locura para que su vida recobre el sentido: falsifica la documentación necesaria para que le concedan un crédito con el que iniciar su propio negocio, y este valiente y divertido gesto ya nos coloca ante un personaje cargado de recursos para burlar las cuchilladas del capitalismo, una mujer que sobrevive con lo puesto y que parece necesitar sólo el aire justo en los pulmones para tomar impulso y tirarse de cabeza hacia su futuro.

Por todo esto, las peripecias de Myriam suponen un ejemplo para los lectores que se acerquen hasta sus páginas. Además, la traducción de Iballa López Hernández es impecable, y hace posible que “Cómeme” se lea con una fluidez y una delicadeza que son el marco perfecto para una historia tan lírica, estimulante y agridulce como ésta.

Bébeme, rezaba la etiqueta del frasco de Alicia. La niña bebió y, como un telescopio que se repliega, notó que encogía. Cómeme, ponía en la galleta, Alicia comió y se estiró hasta alcanzar el tamaño de un abedul. Demasiado pequeña o demasiado grande, mi vida no guarda la proporción debida y nunca estoy a la altura de lo que decido hacer. Cuánto me gustaría recobrar mi tamaño original, el tamaño que me permitiría meterme en el guante del día y no sentir que me está grande ni estrecho.

Indigestión, ¿qué es eso?
Una crítica al respecto de “Cómeme” afirmaba que era un bocado tan delicioso como indigesto, esto aparece en la faja publicitaria de libro y creo que la editorial se ha hecho un flaco favor eligiendo ese fragmento que no es totalmente positivo, es contradictorio y además no estoy de acuerdo con el término “indigesto”: para nada se sentirá mal el lector que se acerque hasta estas páginas.

Hay libros que tienen la capacidad de revolver los estómagos más delicados e incluso algunos recios, se me ocurren “Carmilla” de Le Fanu o “Y el asno vio al ángel” de Nick Cave, entre tantos otros. Pero “Cómeme” precisamente tiene la facultad de dibujar sonrisas en la cara de quienes lo leen, es extraordinariamente sencillo empatizar con su protagonista desde el primer instante, admirar su fuerza y lamentar sus pesadillas, alegrarse por sus logros, etc.

Existen otros personajes en la novela, un pequeño puñado de preciosas personas que aparecen como salidos de la nada para acompañar a Myriam en el tramo de camino del que somos espectadores. Aunque sus personalidades no están en absoluto tan desarrolladas como la de la protagonista (a la que Desarthe se ha esmerado en dibujar para nosotros con todo lujo de detalles), sí resultan muy interesantes porque se trata ante todo de personas buenas, con sus propias circunstancias pero siempre con rasgos que los excluyen de alguna manera del grueso de la sociedad.

¿Acaso no ve la marca en mi frente, el estigma de la mujer con un corazón de piedra?

Los fantasmas pisándote los talones
Asistimos al momento en que Myriam se reinventa a sí misma sacando fuerzas de flaqueza, como ya he explicado. Pero no sabemos hasta más tarde de qué recuerdos huye, qué fantasmas la persiguen. No sabemos si es algo a lo que podrá sobreponerse, si se trata de una situación solucionable, si es quizá Myriam una delincuente, si es inocente o es culpable.

¿Qué pasó? Eso es algo que tendrá que descubrir cada lector: mientras avanza la trama, se van dando pequeñas pistas. De este modo, Agnès Desarthe teje sabiamente los hilos: por un lado, el presente que poco a poco avanza, por otro el pasado que al mismo tiempo se desvela. Se trata de una solución técnicamente muy inteligente para contar la historia, que mantiene aún más atrapado al lector que una narración lineal convencional.

Se atreve además a explorar un tema controvertido cuando detalla lo que sucedió hace años, algo que pondrá al lector contra las cuerdas de su propia ética y le hará situarse a favor o en contra de todos los personajes implicados. Finalmente, regala un final quizá un tanto previsible y esperado, pero igualmente emocionante.

Su inteligencia me fascina tanto como la ausencia de ruido en el cosmos.

Myriam resulta ser una mujer alocada pero llena de vida y energía, una de esas personas que resultan encantadoras por su forma original de apreciar los pequeños detalles, alguien que de forma innata sabe elegir el marco perfecto para cada foto, o decir la palabra exacta para conseguir que te sientas a su lado como en casa.

“Cómeme” es tan humano que devorarlo es casi un acto de canibalismo, un hallazgo que brilla con luz propia y que resulta una lectura perfecta para hincarle el diente incluso sin necesidad sin tener hambre.


domingo, 3 de julio de 2016

La muñeca rusa - Juan Miguel Contreras


"La muñeca rusa" es una lectura deliciosa, una novela corta que añade un éxito más al catálogo lleno de brillos de la editorial Baile del Sol. Como nos adelanta su título, se trata de una historia en la que las vidas de unos personajes influyen en otros y así sucesivamente, de modo que con el paso de los años siga de alguna forma latente aquello que vivieron otros.

También es una historia sobre locura y pasiones. Un agradable hallazgo escrito por Juan Miguel Contreras (Madrid, 1974), que ya ha publicado la novela “Cuando acabe el invierno” (homónima de la de Mary Ann Clark Bremer) en 2004 y también ha participado con éxito en algunos concursos de relatos.

Una sola decisión, y muchas vidas
El origen de la trama de esta novela se encuentra  en 1968, cuando las fuerzas del Pacto de Varsovia invaden Checoslovaquia. En ese momento, el protagonista, celador de un hospital, se preocupa por el bienestar de Irina, una de las pacientes del hospital psiquiátrico donde trabaja, de la que se ha enamorado.

A partir de este inicio tempestuoso, conocemos más a fondo a la frágil y misteriosa Irina y accederemos a los desagradables sucesos que le hicieron perder la cordura. Sufre manía persecutoria y teme que los agentes secretos que destrozaron su mundo vuelvan a por ella para seguir infligiéndole daño.

Todos desapareceremos sin dejar rastro, me dijo, todos desapareceremos y nada quedará de nosotros, pues así lo quiere ella. ¿Quién?, le pregunté. Irina se dio la vuelta y se desabrochó el pijama, dejando al descubierto su espalda. Tenía tatuada de manera un tanto torpe una Luna enorme y redonda, sonriente y llena de arañazos y cicatrices cubriéndole la totalidad de la espalda.

Esta novela explora la importancia que puede tener cualquier gesto nimio, cualquier pequeña decisión que tomemos sin darle importancia, para el devenir de nuestra vida y las implicaciones que puede tener en las vidas ajenas. Asistimos al paso de los años en unas pocas páginas y al modo en que aquello por lo que uno fue casi capaz de desvivirse ya es sólo una frágil colección de recuerdos que cabe en una caja de galletas deslucida.

La vida en una caja de galletas
Sin duda, la trama está muy bien construida y aunque de entrada parece ser un tanto compleja por la rareza de los acontecimientos y la prolongación en el tiempo durante generaciones, sin embargo es una lectura muy cómoda, con una prosa honesta y que mantiene el ritmo desde el principio.

Estoy haciendo bocetos para decidir cómo será la primera escultura que se llevará a la Luna.

Se aprecia un gusto especial por construir un libro a la altura del género, que quizá no sea una novela inolvidable pero que está repleta de frases que piden a gritos ser subrayadas, y fragmentos hermosos y delicados que transmiten el placer por un trabajo bien hecho.

Si uno se sitúa en el pellejo del protagonista principal, una vez que ha pasado el tiempo y recuerda su historia y cómo influyó una breve temporada de su juventud en el resto de su vida, es fácil que el lector se detenga a meditar al menos por un instante en su propia circunstancia, en las vidas ajenas que han marcado la suya y en los actos propios que han modificado el devenir de las personas de su entorno.

Es así como la literatura nos convierte en mejores personas, y creo sin duda que Juan Miguel Contreras transmite en “La muñeca rusa” un mensaje vitalista muy válido para los lectores afortunados que se atrevan a realizar un viaje espacial entre sus páginas.

sábado, 7 de marzo de 2015

"Los dientes del corazón" - Ramón J. Soria Breña


Nos encontramos ante una recopilación de relatos muy particular, puesto que tiene como leitmotiv la comida, desde el punto de vista de un escritor especialmente exquisito en cuestiones culinarias que, con esta colección de relatos un tanto hedonista, ha sabido unir a la perfección dos de sus mayores pasiones, que son la literatura y la cocina. “Los dientes del corazón” reúne más de cuarenta relatos breves y cada uno de ellos juega a ser una receta, aunque lo que encontramos al empezar a leer es mucho más que eso: la explicación de un plato rodeado de una situación, un hilo argumental, de la vida misma.

Ramón J. Soria Breña es el responsable de un blog en el que encontramos los textos culinarios que componen este libro, y otros muchos más. Este blog existe desde 2008 y navegando por él podemos encontrar absolutamente cualquier tipo de receta que deseemos, y junto a ella, una historia que difícilmente nos defraudará. Ramón también ha escrito novelas de aventuras y prepara nuevos proyectos literarios relacionados con la comida.

Recetas noveladas

Según cuenta el propio Ramón J. Soria en una entrevista, le resulta imprescindible dedicar tiempo y esfuerzo a salvaguardar la cocina tradicional del desdén y el olvido al que se está viendo abocada en los tiempos de superficialidad que por desgracia vivimos. Cada vez se dedica menos tiempo a cocinar buenos platos elaborados a base de productos frescos. Por un lado, la calidad de todos los productos se ve disminuida porque la necesidad de abastecer a una población tan exageradamente grande implica manipular de forma artificial animales y plantas para que sean comercializables rápidamente.

Por otro lado, la popularización de la comida rápida (también conocida como comida basura y no sin motivo), y la falta de tiempo de la población sobreexplotada en sus trabajos, da al traste con la más mínima posibilidad de dedicar tiempo a disfrutar de la elaboración y la degustación de buena comida casera. Desde la noche de los tiempos, comer era un acto social que implicaba muchas otras cosas beneficiosas para la sociedad; ahora (imagínense una triste ciudad dormitorio) se trata de un acto que muchas veces se realiza en soledad, con productos de mala calidad, precocinados, envueltos en plásticos, de procedencia dudosa… mientras, para colmo, se ven en televisión concursos de cocineros atacados de los nervios que para nada transmiten el amor por la buena mesa.

Ramón J. Soria Breña es antropólogo y especialista en cuestiones alimenticias, trabaja como crítico culinario y también es experto en técnicas de supervivencia. Pensamos que ha cumplido con creces su objetivo al escribir estos relatos si pretendía activar de nuevo en el lector las ganas por preparar su propia comida artesana cuidando cada detalle.

Algunos ingredientes de más

Cuando uno se enfrenta al reto de comentar una obra tan especial como esta, puede caer rápidamente en el error de propasarse con el empleo de metáforas culinarias haciendo juegos de palabras del tipo: “este libro les dejará satisfechos”, “no esperen al postre para probarlo”, “relatos jugosos en su punto justo de sal”, “una lectura que no empalaga”, “para todos los paladares”, etc., todos ellos horrorosos, innecesarios y pueriles. Pues bien, los dos prólogos de los que podría prescindir este libro son exactamente así, y pueden ustedes obviarlos, si les parece oportuno seguir mi ejemplo.

Dicho lo cual, hay otro aspecto, en este caso propio ya de los relatos, que no quiero dejar de afear, sin menospreciar en absoluto la obra en su conjunto, que me parece una delicia. Se trata de la exagerada relación que el autor establece entre la comida y el sexo. Quizá si solamente encontrásemos unos pocos cuentos en los que los personajes jugasen a mezclar sexo y comida, podría aceptarlo y darlo por bueno, pero la realidad es que termina resultando molesto, por la insistencia.

Y es una lástima, porque los textos, insisto, poseen una gran calidad. Sin embargo, el personaje principal, que suele encajar en el mismo esquema en la mayoría de casos (hombre heterosexual de mediana edad, con gran gusto por la buena mesa, saber hacer en la cocina, con fuertes inclinaciones intelectuales y muy mujeriego) suele protagonizar multitud de escenas en las que conquista a una mujer preparando para ella algunos platos especiales y las escenas sensuales y/o sexuales se entremezclan en demasiadas ocasiones con la comida. Independientemente de los gustos personales de cada posible lector, la realidad es que tal insistencia, en la literatura (y perdón por la licencia en el juego de palabras) empalaga.

Regreso a los orígenes

Este libro destaca porque logra contagiar al lector las ganas por la buena cocina. Además, el lirismo que desprende su prosa sencilla y directa es una reminiscencia a los orígenes: con una descripción simple y nada engolada de una escena familiar en la que la cocina es el punto alrededor del cual gira todo lo demás, es capaz de transportarnos al mundo que nos está siendo arrebatado y en el que verdaderamente querríamos vivir.

Lo que nos propone es el lugar del que procedemos, es decir, el que existía antes de que una pantalla de cristal se interpusiera entre nuestros ojos y la realidad desde que nos despertamos hasta que nos volvemos a dormir. Vivimos en una burbuja irreal, creamos necesidades que sólo pueden satisfacer impulsos binarios y nos alimentamos de compuestos químicos que seríamos incapaces de imaginar. ¿Por qué? Toda esta pérdida de calidad de vida se lleva a cabo en nombre del progreso, y el progreso nos anima a pensar que es lo mejor que nos puede pasar. Así la rueda nunca deja de girar, pero podemos detenernos un instante y dejar que los relatos, tan sencillos y sabios de Ramón J. Soria nos sacudan por los hombros y nos griten la verdad.


sábado, 29 de noviembre de 2014

Entrevista a Inma Luna a propósito de su novela "Mi vida con Potlach"


“Mi vida con Potlach” es una de las sorpresas editoriales de los últimos meses. Se trata de una novela que se aleja rotundamente de la mediocridad habitual gracias a la profesionalidad de su autora y la falta de aspiraciones engoladas: difícilmente dejará indiferente a los lectores de buen criterio literario. Su autora, Inma Luna (Madrid, 1966), es periodista y antropóloga. Antes había publicado una gran cantidad de producción literaria, siendo esta su primera novela. Acaba de reeditar su primer poemario, “Divina”, también con Baile del Sol, y otro de sus poemarios más recientes es “Cosas extrañas que sin embargo ocurren”, a cargo de la editorial Cangrejo Pistolero (2013). Atendiendo a su producción en prosa, existe un libro de relatos titulado “Las mujeres no tienen que machacar con ajos su corazón en el mortero” (Baile del Sol, 2008).

Esta entrevista surge por la gran calidad de la novela que tenemos entre manos: “Mi vida con Potlach”. Después de leerla, estábamos deseando conocer a Inma y preguntarle acerca de un buen puñado de cuestiones. Su predisposición para concertar una cita y realizar la entrevista fue inmediata, y comprobamos en persona que su amabilidad es tan grande como la sonrisa que luce en todas sus fotografías. Nos citó en un local absolutamente encantador, y tras un té de nombre evocador y la mejor música de fondo, esto fue lo que nos contó: 


“Mi vida con Potlach”, el proceso.

Pregunta: En primer lugar, hasta ahora conocíamos su trayectoria literaria a través de sus relatos publicados, pero principalmente por su poesía, que además nos parece muy íntima, muy femenina y muy personal (que se aleja un tanto de la poesía narrativa)… ¿cómo surge ese salto a la novela, qué sucede?

Respuesta: Aparte de poesía, siempre he escrito también relatos: para mí, la diferencia esencial entre escribir poesía y narrativa está sobre todo en lo que hay de ficción en cada cosa. En la poesía no hay nada de ficción, es decir, todo lo que pongo sobre el papel es lo que realmente pienso, lo que siento. Quizá no todo lo experimento, pero sí es mi visión del mundo. Ahí no hay nada ficticio, no hay ningún personaje creado. Para eso me habían venido muy bien los relatos, había conocido muchos personajes muy interesantes.

P: No ha caído en la trampa del poeta que de pronto irrumpe en la narrativa escribiendo prosa lírica o incluyendo poemas entre los capítulos… ¡y queremos darle la enhorabuena por ello! ¿Cómo ha sido la experiencia escribiendo narrativa?

R: Yo tenía una idea en la cabeza: quería contar cómo a veces, aunque nos cerremos a las sorpresas que la vida nos depara, la vida se empeña en irnos cambiando ese trayecto: cómo era casi inevitable que la vida fuese cambiando el camino que tú has elegido. Pero no sabía con qué historia iba a explicar esto. Entonces, como no tenía experiencia en novela, al principio empecé a redactar esquemas, a pensar por capítulos, a hacer la dinámica que puedes encontrar en cualquier taller de cómo escribir una novela. Bueno, pues fui incapaz de funcionar así. Entonces, empecé a escribir de una manera más intuitiva, y en ese otro comienzo surgió Luis, el protagonista de la novela, que en principio yo no sabía ni siquiera si iba a ser un hombre, no lo tenía nada claro.

Pero de repente aparece esta voz y me resulta muy potente. Entonces me dejé llevar absolutamente. Y de verdad que ha sido un personaje agradecidísimo porque me ha contado muchas cosas. Ha habido mucha parte mágica, porque realmente me dejaba llevar. Tenía todas las facetas que yo necesitaba para contar esta historia: esa cierta paranoia, esos problemas que tiene, cómo intenta que su vida se convierta en una cuadrícula para salvarse del dolor… que en realidad es por lo que yo creo que a veces nos volvemos un poco inmóviles, porque creemos que cualquier paso que demos puede hacernos daño. Si no tuviésemos miedo al dolor seríamos mucho más osados. Necesité un trabajo de constancia, que es lo que requiere esto por contra de la poesía, (que para mí no requiere ningún esfuerzo).

P: ¿Cómo describiría la experiencia al darle voz a un protagonista masculino?

R: Ha sido muy, muy, muy interesante porque en cada tesitura que Luis se encuentra yo tengo que pensar como él, y tengo que entender por qué él piensa así, por qué se relaciona de esa manera con las mujeres, qué le ha pasado para tener esos prejuicios cada vez que se enfrenta a una relación, qué miedos le atenazan y por qué… y ver esto desde un punto de vista masculino, cuando yo además he hecho una literatura muy femenina. Ponerme en la piel de Luis ha sido un ejercicio precioso, porque me ha servido a mí también de mucho. Ponerte en lugar del otro pero no de una manera paternalista. Y la verdad es que los lectores hombres me han dicho que le veían bastante real, que era un hombre sensible pero que no parecía algo impostado.

P: ¿Por qué le interesaba meterse en la piel de un personaje con problemas mentales? ¿Hay un por qué?

R: ¡Eso también fue cosa suya! (Risas). En principio tampoco tenía pensado que tuviese ningún problema mental. Me venía muy bien ese punto de inflexión en un momento de su vida, cómo él empieza con esa crisis brutal que tiene, para que se replantearse qué hacer. Ese aspecto es muy útil para indagar en esa mente, en su forma de ver la vida, y también para ver cómo se enfrenta a otra visión con la que él no está familiarizado, y sobre todo, cómo se da cuenta de que tiene sentimientos que desconocía: intentar ayudar a gente que no conoce, que le ayuden a él…

P: ¿En qué proyectos literarios está trabajando actualmente?

R: Estoy trabajando en otra novela, pero igual, con paso lento porque me cuesta, y además casi no corrijo, con lo cual cada página esta destilada absolutamente: tardo muchísimo en escribirla porque no me gusta lo superfluo en nada, ni en la poesía ni tampoco en la novela. No quiero contar cosas que no sean imprescindibles, por eso voy corrigiendo a la vez que escribo, el proceso es lento. Estoy escribiendo una novela que creo que tiene muy poco que ver con ésta tanto en el tono como en los personajes; quería en principio que fuese un poco más ligera porque ésta es un poco densa en algunas partes, pero… ¡no me está saliendo tampoco tan ligera como me gustaría! (Risas). También estoy haciendo un poemario que sacaré para el mes de julio con una editorial de Huelva que se llama Crecida.

- La escritora Inma Luna -

Feminismo en la literatura.

P: Actualmente existen movimientos de carácter feminista, de igualdad de géneros, tanto a nivel político y social como, concretamente, literario.  Por ejemplo, se está presentando por muchas ciudades el documental “Se dice poeta” de Sofía Castañón, que reivindica la igualdad de la presencia femenina en todos los ámbitos de la industria de la literatura, y en el que participan escritoras de tu círculo y/o generación. ¿Se siente identificada con estos movimientos? ¿Ha tenido que luchar con más fuerza en alguna ocasión dentro del ámbito literario por ser mujer?

R: Yo he tenido mucha suerte: cuando he querido publicar, he publicado. He escrito mucho de siempre, pero no he querido publicar hasta muy tarde porque todo lo que había escrito no me parecía digno de ser publicado. El primer poemario lo presenté a un concurso y gané la publicación, del que ahora ha salido la segunda edición (“Nada para cenar”). A partir de ahí casi todo me lo han ido pidiendo las editoriales.

Ahora bien: ¿qué le pasa a una escritora?, ¿qué le pasa a una mujer en general? Lo mismo, la misma dinámica que podemos experimentar en cualquier otro campo pasa en la literatura. Casi siempre somos un grupo aparte. No hay todavía un campo abierto de hombres y mujeres en nada: están los hombres, que ocupan la parte genérica de cualquier cosa (del arte, de la literatura…), la parte masculina es la que puede interesar a todo el mundo, siempre nos encontramos con esa barrera.

Me preguntan: ¿tú escribes para mujeres? ¡Pues no, nunca en mi vida he escrito para mujeres! ¿Escribo como mujer? Pues claro, escribo como mujer como pinto como mujer, como aprieto un tornillo como mujer… todo lo que hago en mi vida lo hago como una mujer, y además no reniego de eso para nada. Y lo que siento y experimento no me planteo si es femenino, es que es mío y sale de mí. Pero es que creo que ningún hombre se plantea si lo que hace es masculino. El problema que veo es que todo lo masculino es genérico, como ocurre con el lenguaje, y luego está lo femenino, que casi siempre son intereses que sólo corresponden a una parte de la sociedad. Parece que lo femenino no interesa en general, con ese choque te encuentras siempre. Tenemos que tener una alarma constante.

Por ejemplo, yo noto que me invitan mucho a festivales, a recitales. Pero a mesas redondas me invitan a muy pocas, esas casi siempre son de hombres… ¡salvo que hablen de literatura femenina! Entonces sí me llaman. Estoy segura de que quien lo organiza ni siquiera se acuerda. Tenemos que estar alerta. A veces no sabría decir si es discriminación… que sí que lo es… a lo mejor no voluntaria, pero existe, y se percibe.

Mi trabajo no sólo va destinado a las mujeres: hablo de la vida, que nos interesa a todos, y hablo de la maternidad porque me parece una experiencia relevante, pero no sólo para las mujeres. Este tema sólo se utiliza a nivel universal cuando interesa, es decir, cuando se trata de comprar cosas: si te interesa que los padres tengan en cuenta que tienen que comprar. En general parece que la maternidad es una cosa de la mujer, tanto para bien como para mal. Si quien diese a luz fuese un hombre, ¿te imaginas?, ¡tendría todos los privilegios del mundo! Y la maternidad no es una debilidad: es lo que hace que el mundo siga. El hecho de que ahora esté de moda hablar de algunos temas feministas me parece maravilloso.

Oigo a muchas mujeres más jóvenes que yo: “Soy feminista, pero no radical”. ¡Pero es que tienes que ser radical  hasta el máximo… radicalísima! Nos las cuelan, hay miles de cosas que no eres consciente que estás haciendo o te estás tragando en la tele y esto no tiene que ser así. Tenemos que ser muy radicales, claro que sí: muy radicales pero no en el sentido de ataque, es una cuestión de defensa.


Cuestiones sociales, literarias y más.

P: ¿A nivel global, qué opinión le merece el panorama literario actual de este país?

R: No estoy muy al tanto, pero lo que veo es que hay corrientes subterráneas, gente haciendo cosas que me parecen interesantes. De la literatura española contemporánea no me gusta casi nada. Hay excepciones, pero en general lo que llega a las librerías y lo que aparece en Babelia me parece malo, o por lo menos a mí no me interesa. Coordino un club de lectura y hemos leído cosas muy buenas y otras que te preguntas cómo se pueden publicar y vender durante tanto tiempo. Leímos “La alegría es un té contigo” de Mamen Sánchez… no puede estar peor escrito. Pero es que el último de Julia Navarro (que también lo leímos porque iba a venir a la librería) me pareció nefasto.

En poesía hay cosas que me encantan, y muchas son mujeres. Me encanta lo que están haciendo Ana Pérez Cañamares, Sofía Castañón, Sonia San Román… hay gente que está haciendo un trabajo muy bueno. Pero, ¿cómo está el panorama? Como todo, difícil, la cultura está en declive absolutamente. Luego hay grupúsculos semi mafiosos haciendo cosas de las que no participo, me muevo en ambientes mucho más gratificantes. La gente que he conocido en el campo de la literatura ha sido muy generosa conmigo.

Cuando me preguntan: “¿Vives de la poesía?”, digo: “Sí, vivo de la poesía porque es lo que me da la vida”. Recitar para la gente me encanta, porque hay un punto de conexión preciosa, es como un paso más del libro.

P: ¿Cuáles son sus principales referentes literarios?

R: Mi diosa es Clarice Lispector, es la escritora que más me gusta y más difícil me parece, pero siempre que la leo pienso: “Yo quiero hacer esto, quiero escribir con esta depuración”. Ella era una mujer que pensaba tanto en la literatura, que todo lo que ha escrito sobre literatura, yo lo firmaría. Es como si leyera lo que pienso, me encanta. Aparte, hay libros sueltos… me gusta volver a los libros de Juan Rulfo, “Pedro Páramo” y “El llano en llamas”, que son dos libros deliciosos; Yasunari Kawabata también me gusta mucho; algunas cosas de Gioconda Belli me parecen muy interesantes, las manos comerciales, quizá. En poesía me gustan Jaime Sabines, Laya…

P: Una de las grandes cualidades que ennoblecen a algunos de los personajes principales de esta novela, es su generosidad sin fisuras, ¿cree que es una de las grandes taras de la sociedad, la falta de empatía y de generosidad entre las personas?

R: Creo que no está perdido, que hay gente muy generosa, lo que pasa es que no sabemos mucho de ella. Esa gente no llega a los medios de comunicación, se ve mucho más la suciedad que nos rodea, que en esa no hay ninguna empatía, efectivamente.

El otro día fui a una Caixa, tienen un cuaderno con los pisos que venden, lo cogí y estaba lleno de dramas: cada piso de esos se lo han quitado a una familia y lo venden por una miseria. Es tan triste ver eso… ¡que te lo ofrezca una entidad que está ganando millones y millones, y tenga ahí esa exhibición del dolor! Es terrible, es horroroso. Se lo dijimos al director, “Estos son los pisos que quitáis a la gente”. Claro, no saben qué decir porque no pueden justificar eso.

Pero entre esa gente que han echado de los pisos estoy segura de que a su alrededor hay gente generosa que les está ayudando a sobrevivir, porque si no, ¡estarían las calles llenas! Así, hay una red de gente que está ayudando a los que estos están destruyendo. Ayer oía que la gente sigue aguantando gracias a la economía sumergida… mentira, siguen aguantando gracias a las familias, de las pensiones de los ancianos, de los 500 euros de la pensión, esa persona, sus hijos y sus nietos. Si eso no es empatía y generosidad… Esa gentuza nos está robando y además quiere hacernos creer que la culpa es nuestra. Viendo estos agujeros, ¿cómo pueden decir que es inviable la renta básica de Podemos? ¡Suma, suma todo lo que has robado!

P:  Esta novela nos transmite un gran mensaje de aliento, de la superación a pesar de las dificultades… ¿cuál es el mensaje principal que desea transmitir a los lectores?

R: Sobre todo me encantaría que pudiese ayudarnos a estar más abiertos a la vida. Aunque tiene momentos tristes, es esperanzadora. La sociedad está construida sobre unos cánones equivocados. Es un sistema que a veces se olvida de la persona, sólo mira lo superficial.

En la maternidad y la corresponsabilidad, ¿quién decide que una historia de una noche implique ya a dos personas de por vida? Es un tema muy interesante que va en paralelo a la novela. También estoy de acuerdo en lo que tú dices, es una novela de superación, y de descubrimiento. También de sentimientos. No hemos hablado de Potlach, pero no vamos a desvelar quién es… es un personaje que Luis no sabía que le iba a hacer tanta falta, y en realidad la novela es todo el tiempo que comparte con ese personaje, y cómo va formando parte de sí mismo. También es una novela de descubrimiento en ese sentido: cómo él descubre cómo pueden ser las mujeres, (no la que él tenía en su cabeza), cómo puede ser la gente, y cómo puede ser él mismo.

Todo le va haciendo a comprenderse a sí mismo para enfrentarse de otra manera al mundo. Creo que es una buena fórmula para todos: conocernos, entendernos, perdonarnos lo que nos tenemos que perdonar y tener esa visión un poco más relajada y optimista frente a lo que nos rodea.


Para saber más de Inma Luna, mantiene un blog de literatura y aquí encontramos una relación de su bibliografía.

martes, 8 de octubre de 2013

Madrid, jueves 10 de octubre


Presentación en Madrid de los poemarios "Optimístico" de Iñaki Echarte Vidarte y "Tratado de ornitología" de Antonio Jiménez Paz, ambos publicados por Baile del Sol.

En concreto, recomiendo desde aquí el poemario de Iñaki, que acabo de leer (a Jiménez Paz no le he leído nunca así que tendrán que juzgarlo ustedes mismos), y aprovecho para compartir un poema extraído de su libro. Si pueden, no se pierdan el acto.


por el presente documento
prescindo de forma voluntaria
de las vísceras del cerebro del corazón
de los músculos largos y perezosos

prescindo también
de las ideas los pensamientos
las palabras los silencios
la mirada los recuerdos

de la orina el semen los excrementos
las legañas la saliva los mocos
el pelo el cabello las uñas

de la sangre

de la voz el olfato el tacto
la vista el oído

de las lágrimas

prescindo de todo lo que nace
o termina en mi cuerpo
de todo lo que tengo en mi interior

me quedo
con la piel
nada más

para seguir caminando por las calles
y parecer presente
cuando soy ausente


martes, 16 de abril de 2013

Animales perdidos - Vicente Muñoz Álvarez


Este poemario es un estallido de realidad, honestidad y vida. Concentrado en poco más de cien páginas y dividido en tres estupendos apartados (Infierno, Purgatorio y Cielo) recoge las fases que atraviesa el poeta tras una ruptura sentimental. Poesía realista, de corte autobiográfico y de inmensa calidad, made in Spain.

Vicente Muñoz Álvarez, poeta de origen leonés, también ha escrito otros libros como “Canciones de la gran deriva” (ed. Origami), “Cult movies” (ed. Eutelequia), “Parnaso en llamas” (ed. Baile del Sol) o “Mi vida en la penumbra” (ed. Literatúrame), entre otros, además de dirigir la estupenda publicación underground “Vinalia Trippers”, dedicándose a la literatura con oficio y buen hacer desde hace muchos años.

Infierno y purgatorio

El poemario comienza precedido del prólogo a cargo del escritor José Ángel Barrueco. Es un texto que sirve para describir a la perfección el contenido del libro y además aporta interesantísimos paralelismos y posibles influencias literarias que vamos a encontrar en el mismo a lo largo de la lectura. Por ejemplo, la angustia bernhardiana presente en los poemas de “Infierno”, la influencia beatnik en los viajes por carretera del poeta mientras trata de ganarse la vida como comerciante, las jugarretas del subconsciente tan presentes en la obra de autores como William S. Burroughs o Céline, etc. Es un análisis estupendo que concluye afirmando que las grandes derrotas suelen dar como fruto grandes triunfos, como es el caso.

Como apunta Barrueco en el prólogo, “Animales perdidos” tiene similitudes con una novela, debido a la línea argumental que siguen los poemas y por el carácter narrativo de éstos. Precisamente este poemario entronca con la corriente poética realista y de corte autobiográfico en la que también se encuadran otros escritores como el mismo José Ángel Barrueco, el poeta David González, Gsús Bonilla, Mark Strand, Charles Bukowski, etc., todos ellos magníficos escritores que hacen de la poesía algo muy diferente a lo que suelen inculcar en las escuelas (rimas consonantes sobre el canto de los pájaros y el amor cortés).

Los poemas de esta primera parte, “Infierno”, son desgarradores y dolorosamente reales: el hecho de estar escritos de una forma tan honesta (dotando de esa forma al poemario de gran valor artístico, como siempre defiendo) provoca en el lector una mezcla de desasosiego debido a la empatía que se puede alcanzar recordando sin querer antiguos desengaños amorosos; por otro lado, estimula una suerte de alegría irracional el hecho de leer, descritos de una forma tan precisa y tan dolorosamente real, situaciones que a nadie pueden resultar ajenas.


La travesía de Vicente Muñoz

Los poemas de “Infierno” se presentan titulados y a menudo incluyen dedicatorias a otros músicos y escritores influyentes en la obra del poeta, y que definen sus gustos literarios (magistrales): entre ellos, los ya citados David González, José Ángel Barrueco, Burroughs y Céline, pero también Raúl Núñez, Philip K. Dick, etc.

Sin embargo, los poemas de “Purgatorio” se caracterizan por la ausencia de títulos y dedicatorias; son poemas de apariencia frágil y desprotegida, en los que el autor se muestra indefenso y agotado tras su travesía por la crudeza de los días que siguieron a su desgracia personal: son poemas de soledad y abandono, que versan sobre la dificultad de mantener la fe en la venida de tiempos mejores y sobre el desapego a todo lo que le rodea por culpa de su propio estado de ánimo.

Es una travesía necesaria para alcanzar días más luminosos, que da lugar a interesantes reflexiones sobre el conocimiento personal y la observación detenida del entorno. Esta segunda parte contiene infinitos destellos de genialidad atrapados en breves versos de apariencia gris.


Al final, siempre el infierno

Los poemas del último apartado son los de la calma, la plenitud personal y la felicidad. Comparten realismo y sinceridad con el resto de poemas del libro, pero carecen de la fuerza que el desagarro aporta a los textos de las dos primeras partes. Y es que es a través del dolor y de la desazón como siempre se han logrado mejores resultado en el arte.

En conclusión, Vicente Muñoz ha creado algo hermoso y muy bien construido a partir de sus propias cenizas y de cosas que ya estaban rotas. Además, con eso ha hecho un honesto homenaje a la “Divina Comedia” de Dante Alighieri, utilizando los mismos epígrafes en la división de la estructura del poemario.

Pueden convertirse en Virgilio por un día y acompañar a Vicente en su travesía, suponemos que tocado con capucha roja. Disfruten del trayecto e interioricen para siempre lo aprendido.

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