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miércoles, 1 de mayo de 2024

"El último ramo de flores y otras historias" - Marjorie Bowen

 


Nunca había oído hablar de la escritora Marjorie Bowen, como tampoco de otras autoras oscuras de los siglos XIX – XX como Sophie Wnzell Ellis o Marie Corelli, hasta que Impedimenta recogió algunos de sus mejores relatos en una antología hace unos años.

Y por supuesto tampoco había oído antes los nombres de Joseph Shearing, George R. Preedy, John Winch o Robert Paye, que son algunos de los nombres de señor que Marjorie Bowen tuvo que adoptar como pseudónimos para poder publicar su obra en la opresiva sociedad eduardiana.

Marjorie Bowen nació en el sur de Inglaterra, en una pequeña isla de Hampshire al este de Portsmouth en 1885. Sus novelas históricas de misterio fueron pioneras en un mercado literario que cada vez demandaba más cantidad y variedad de relatos. Aunque sus libros de terror gótico son hoy muy buscados en todo el mundo, por el momento en España no nos resulta fácil acceder a sus obras traducidas al castellano, por lo que he podido comprobar. Así pues, celebro que se haya traducido al castellano esta pequeña colección de cuentos, a cargo de Shaila Correa y de la mano de la editorial La biblioteca de Carfax.

En estos cuentos encontramos elementos de terror sobrenatural pero también otros donde lo terrible proviene de lo más oscuro y profundo del alma humana, sin que el misterio finalmente tenga nada que ver en la trama. Una sucesión de atmósferas inquietantes, personajes oscuros y giros inesperados narrados con la delicadeza y el gusto por el detalle propios de su tiempo. Hay quienes han querido o han sabido ver entre líneas una fascinación de Bowen por el ocultismo y la magia oscura, detectando pistas que hacen pensar que quizá estaba interesada por el misticismo y lo desconocido más allá de utilizarlo como un juego literario o un ingrediente clave para añadir a sus historias y que estas se vendieran bien.

Como decía al principio, el hecho de que Marjorie Bowen fuera una mujer en una época en la que predominaba la misoginia y el sexismo en la industria editorial (tampoco hemos avanzado demasiado, en cualquier industria), hizo que tuviera que recurrir a escribir bajo pseudónimos masculinos para poder publicar con éxito y ser tomada en serio, algo que era una práctica común para muchas autoras de su tiempo. Como la mayoría del público lector es femenino y actualmente existe una conciencia generalizada de haber sido educadas, literariamente hablando, a través de la obra de señores en un desmesurado porcentaje, hay una tendencia a rechazar las obras de autores masculinos y elegir, esta vez sí libremente, fundamentalmente obras de mujeres. Esto hace que las editoriales hayan empezado poco a poco a priorizar la publicación de obras firmadas por mujeres y que unos pocos señores oportunistas hayan adoptado pseudónimos femeninos para firmar sus libros. Pero no os dejéis engañar por señores disfrazados. La experiencia de nacer y crecer como mujer en un mundo misógino y patriarcal no nos la van a venir a explicar quienes lo han tenido todo a su favor naciendo y creciendo como hombres en un mundo que les favorecía desde el principio en todos los aspectos. Eso sí que es sobrenatural. Y terrorífico.


miércoles, 25 de abril de 2018

"Estabulario" - Sergi Puertas


Sergi Puertas (Barcelona, 1971) ha publicado novelas y poemarios. En la información sobre el autor que se puede leer en “Estabulario”, Puertas se nos presenta como un artista multidisciplinar: escritor, periodista, poeta, músico y guionista de novela gráfica en la actualidad, además de haber desempeñado su carrera profesional en la industria editorial en el pasado.

El libro que tengo entre manos es una rareza difícil de clasificar, que se divierte provocando en el lector algún que otro dolor de cabeza: la inquietante imagen que ilustra la cubierta (un tótem de estética hindú con máscaras que observan desafiantes) ya vaticina un contenido extraño y desalentador, que en absoluto está reñido con la buena calidad, como veremos a continuación. Las referencias que lo avalan, invitan sin duda a la lectura.


El encanto de lo grotesco

“Estabulario” ha conquistado a la crítica española, y ha sido comparado con Ballard, Lem, Chirbes y Cronenberg, además de con la maravillosa serie británica “Black Mirror”. Con estas referencias es imposible que como mínimo no llame nuestra atención.

Se compone de seis relatos con las temáticas más descabelladas que quepa imaginarse. Por ejemplo, en el primero tenemos un restaurante especializado en cocinar patos, donde los cocineros son budas obesos con el uniforme de carne adherido a su ADN. La narración no es fácil ni amable, sino extraña y un tanto críptica, es fácil perder el hilo. La ciencia ficción juega a mimetizarse con la realidad en este experimento en el que su autor no buscaba fama y sigue extrañado por haber cosechado éxitos, ya que su intención era más bien explorar los límites del cuento como género literario.

El resultado es una compilación en la que Puertas rinde homenaje a los autores que le sirven de inspiración a la vez que trata (a su manera) temas complejos y de actualidad que le inquietan, como la religión, el islamismo, la era de Internet, la sociedad parapetada tras una pantalla, las consecuencias espantosas que se derivan del mal uso de la tecnología, etc. La excusa es escoger una serie de personajes y someterlos a distorsiones de la realidad para ver cómo se comportan, exactamente como ratas en un laboratorio.

Precisamente, la idea del título, según ha comentado el propio autor, surgió a partir de una conversación con un amigo que trabajaba en un animalario o estabulario con ratas de laboratorio. No conocía ese término y le gustó tanto que finalmente sirvió de título a este volumen. A partir de ahí, Puertas tiró del hilo y pensó qué pasaría si le hiciera algo parecido sobre el papel a seres humanos ficticios.


Nuestra canción

El penúltimo cuento y que más me ha gustado, “Nuestra canción”, es tan inquietante y extraño como el resto pero, además, posee una estructura especial que le confiere un ritmo hipnótico, es un cuento que no se puede leer una sola vez, impacta. Es una metáfora con personajes cambiantes, donde se ponen sobre la mesa temas tan maltratados y complejos como el racismo, el machismo, las normas sociales de convivencia, los choques culturales entre personas de diferentes procedencias, la desnaturalización de la vida humana en las ciudades industrializadas, la pérdida de lo esencial, la hostilidad del capitalismo que nos devora, incluso podemos encontrar ecos hacia la contaminación y la destrucción del planeta.

Todo esto en un relato que bien podría ser cantado, y que se configura en pequeñas estrofas encabezadas con colores y números que en cada nuevo punto y aparte sufren metamorfosis al más puro estilo de la manipulación transgénica. En este cuento nos damos cuenta de que quizá no hace falta alterar la realidad para someter a los humanos a situaciones distópicas o extremas para ver cómo reaccionan… sino que, más bien, somos los propios humanos los que hemos sido desnaturalizados, y que ya somos absolutamente incapaces de desenvolvernos y reaccionar con normalidad en un medio perfectamente natural, virgen.

Lo más destacable de “Estabulario” no es tanto su capacidad de encontrar belleza en lo grotesco, ni siquiera lo mejor o peor escrito que esté: es que tiene la valentía de ponernos enfrente un espejo sin la capacidad distorsionadora de un filtro de Instagram, y así, nos brinda el desafío de luchar contra esa realidad que nos incomoda: toda esa mierda que, como sociedad, solemos barrer y esconder bajo el felpudo.

El arte no es arte si no sacude, si no incomoda, si no consigue que salgamos de su influjo habiendo alterado algo dentro de nosotros. La técnica, la belleza, los referentes, las etiquetas, los movimientos, las épocas, los estilos… no son más que excusas. Precisamente “Estabulario” ni tan siquiera se encuentra dentro del estilo propio de la editorial que lo apadrina, Impedimenta, me pregunto si fue una apuesta editorial azarosa (“por si cuela, por si el boca a boca”, etc.), o es que Enrique Redel y su equipo pretenden explorar otros estilos diferentes a aquellos más amables y convencionales a los que nos tienen acostumbrados. Estaré pendiente, esta apuesta me ha cautivado.

A su favor: la valentía de salirse de lo convencional y explorar nuevas formas de hacer literatura siendo atrevido, mordaz, irreverente, grotesco y salvaje. Incomoda al lector y se divierte jugando con su inteligencia, poniéndole contra los límites de sus propias convicciones.

Y, si hay que buscarle alguna pega, requiere un esfuerzo extra de concentración por parte del lector, así que es una buena elección para que los más acomodados se entrenen para escalar hacia otras formas de literatura que se rebelan contra las normas de lo establecido. No apto para cobardes.

martes, 20 de marzo de 2018

"La princesa de las remolachas y otros cuentos populares inéditos" - Franz Xaver von Schönwerth

Este libro es una rareza por varios motivos. Cualquiera conoce la labor de los hermanos Grimm, pero lo cierto es que ha habido y hay muchos más rapsodas en el mundo que a lo largo del tiempo se han dedicado a transcribir y organizar los cuentos que se transmitían por vía oral.

“La princesa de las remolachas y otros cuentos populares inéditos" es un libro raro porque no se dirige a un sector claro de lectores: es una recopilación que se incluye en una colección de libros para adultos pero el contenido es juvenil con tintes infantiles. Además, las transcripciones están sin alterar y adolecen de muchos errores, por lo que su uso parece más enfocado al análisis filológico que al puro entretenimiento.

La figura de Schönwerth también es curiosa. ¿Alguien había oído hablar antes de él? Según se nos cuenta en la introducción, fue una folclorista llamada Erika Eichenseer quien en 2009 localizó más de 500 cuentos inéditos en el archivo municipal de Regensburg, todos ellos de F.X. Schönwerth (1811-1886). También se indica que los hermanos Grimm admiraban su labor y así lo hicieron constar en algunas de sus cartas que aún se conservan. Sin embargo, debido a la enorme popularidad que alcanzaron los hermanos, la labor de su colega quedó siempre relegada a un oscuro segundo plano.

Schönwerth mostró interés por la historia de Baviera y las lenguas germánicas desde muy joven. Eran años en los que el pueblo alemán buscaba su identidad para poderse definir como nación y, en este sentido, los escritores románticos se volcaron a la búsqueda de los tesoros de la antigua poesía alemana, que se creían perdidos. La poesía era el alma del pueblo y por eso se hacía necesario recopilar los testimonios perdidos de las literaturas populares. La zona de recopilación se extendió por todo el Alto Palatinado, sobre todo por el este, por las zonas limítrofes con los bosques de Bohemia. Schönwerth recogió estas historias directamente de la gente sencilla: campesinos, sirvientes o narradores populares poco o nada versados en cuestiones lingüísticas.

En estos cuentos observamos diferencias formales: algunos están redactados de una forma muy poética y cuidada, y otros sin embargo, tienen errores de concordancia y están escritos con prisa y sin atender a los detalles. Es en estos últimos donde más se detecta el origen oral de los mismos: quizá se transcribieron de una forma apresurada con la idea de retocarlos más tarde y esto nunca se hizo, o se perdió la copia corregida.

Los hermanos Grimm tomaron los cuentos de la tradición popular y los retocaron a placer para hacerlos aptos al público infantil, también modificaron la redacción para borrar los defectos del habla y transformarlos a una forma más aceptable para su presentación escrita. De este modo, dejaron que se perdiera el sentido original de los cuentos. Sin embargo, los que tenemos entre manos en “La princesa…” están sin alterar, y en ellos encontramos todo tipo de barbaridades: robos, calumnias, enredos, asesinatos, etc., además de los consabidos conjuros, seres feéricos y todos los personajes arquetípicos que podamos imaginar. Así pues, estos cuentos se presentan tal y como fueron transcritos, con toda su crudeza y realidad.

Hay mucha más igualdad en lo que respecta al género de los protagonistas ya que aún no se había ejercido sobre ellos el poder patriarcal (¿quién puede imaginar hoy en día una Cenicienta masculina, o hijos varones maltratados al igual que tradicionalmente lo son las niñas en los cuentos infantiles?). La mayor rareza de este libro, en fin, es que por primera vez se ofrecen al lector cuentos en estado puro, sin revisiones, alteraciones o reescrituras posteriores.

Hay más de 70 cuentos organizados por temáticas: cuentos de amor y magia, cuentos de animales, cuentos de criaturas del bosque, leyendas religiosas, farsas y cuentos de la naturaleza. Los elementos se repiten y se alteran a placer, al final el imaginario colectivo da lugar a mil versiones partiendo de una misma idea.

Sobre todo se repiten mucho, con pequeñas variantes, las historias de personajes que han sido hechizados y que a través de algunas argucias consiguen volver a su forma humana gracias a la ayuda de otro personaje que más o menos pasaba por allí, colmándole de regalos en agradecimiento.

También, observamos que es muy común el casamiento como gesto político o social, más que un símbolo entre dos personas que se quieren. Los matrimonios se suceden constantemente entre personajes de distinto género, y pocas veces es necesario el consentimiento de la mujer para que se lleve a cabo.


Hay que destacar la maravillosa ilustración de cubierta, a cargo de Engelbert Süss. El diseño de las guardas, que también juegan con la forma de la remolacha, terminan de hacer de este libro una joyita para cualquier bibliófilo que se precie.

lunes, 19 de febrero de 2018

Bienvenidos al Sabbath. Antología de relatos de satanismo y brujería


“Bienvenidos al Sabbath” es una recopilación de relatos cortos cuya temática gira en torno a la filosofía oculta. Desde H.P. Lovecraft hasta Pilar Pedraza, pasando por Joris-Karl Huysmans, tenemos representaciones del Maligno en sus diferentes formas a través de los tiempos.

Los relatos están organizados en subdivisiones: “Brujas”, “Sabbath”, “Pacto satánico”, “El diablo” y “Otros ritos”, y todos ellos poseen las características idóneas para crear el ambiente de horror, bruma y misterio que tan felices nos hacen a los amantes de lo oculto. El hecho de que se agrupen por temáticas concretas, resta un poco de la magia de lo inesperado: si bien es evidente que en todos los relatos vamos a encontrar elementos demoníacos, esta organización rompe el factor sorpresa de en qué forma exacta van a aparecer. Sin embargo, al mismo tiempo, esta decisión editorial dota a la antología de un orden y una rigurosidad que resultan tranquilizadoras.

Llegué a este libro porque recibí un hilo de Twitter donde una lectora contaba una anécdota: mientras iba leyendo un ejemplar de “Bienvenidos al Sabbath” en el transporte público, dos monjas se escandalizaron al descubrir el título y comenzaron a persignarse compulsivamente. ¡Tengo que leerlo!, pensé. Y no me defraudó.

La recopilación incluye un texto de J.K. Huysmans, cuya novela “A contrapelo” es una de mis favoritas de todos los tiempos. Descubrir que le citaban en el relato “El Santuario” de E.F. Benson me entusiasmó, y más adelante darme cuenta de que también se incluía un de sus relatos, “Cena en casa del campanero”, me hizo una ilusión tremenda (quería dejarme sorprender así que no había curioseado el índice de autores antes de zambullirme en la lectura).

Uno de los cuentos más brillantes es “El diablillo de la botella”, del mundialmente conocido R.L. Stevenson. Tiene añadido el componente de la vertiginosidad, que lo hace especialmente brillante: trata de una botella encantada que pasa de mano en mano concediendo cualquier deseo a su poseedor, pero en contra de todo pronóstico, nadie se la quiere quedar mucho tiempo. Para pasar a otras manos, es necesario que el dueño legítimo la venda por menos valor del que pagó por ella, de modo que los últimos precios posibles son tan solo módicos hasta llegar a un céntimo (momento en el que no se podrá volver a vender). Debido a la naturaleza de la botella, sobre ella pesa una maldición, y los personajes tendrán que hacer gala de todo su ingenio para quedar libres de ella. Oscuro y divertido, un diez.

Otra de las piezas, “El relato de Nectario”, de Anatole France, tiene connotaciones mitológicas, si bien la mayoría de cuentos que aquí se incluyen se enmarcan en la tradición oral derivada del diablo cristiano y su folklore popular propio del siglo XVI en adelante, cuando la histeria colectiva derivó en la detención y ejecución pública de miles de mujeres acusadas de brujería. Por este motivo, poseen elementos que de uno u otro modo todos conocemos, incluso quienes no hayan frecuentado la literatura gótica pero hayan prestado un mínimo de atención a los cuentos populares (los cuentos que aprendemos de niños son un buen ejemplo de esto).

Tenemos casas encantadas, utensilios diabólicos, personajes poseídos que no están ni vivos ni muertos, paisajes inquietantes, todo lo necesario, en fin, para disfrutar de la lectura con luz de vela mientras miramos de soslayo a nuestro alrededor para comprobar que estamos a salvo.


También hay lugar para un cuento, “Las conjuraciones irrespetuosas”, de Edward Gorey, que se desmarca del resto porque está narrado íntegramente a través de una serie de 14 viñetas, cada una acompañada de un par de frases cortas.

Pero hay más lugares para la ilustración, cada uno de los bloques de cuentos se inicia con una hermosa página ilustrada, y al final de cada uno de los relatos nos encontramos con una pequeña ilustración inquietante. La edición, de pequeño formato y tapas duras, con guardas escarlata, terminan de hacer un libro que, como objeto, es delicioso. Hace perfecto honor a la cuidadosa presentación que siempre acompaña a los volúmenes de Valdemar, que nunca defraudan.


Este volumen de cuentos es perfecto para aprendices de filosofía oculta que quieran entretenerse unas horas con buena literatura sin alejarse demasiado del objeto de su estudio, pero también para cualquier lector que quiera empaparse de literatura de calidad y no tenga miedo de la oscuridad.

viernes, 6 de noviembre de 2015

"La niña gorda y otros relatos inquietantes" - Marie Luise Kaschnitz



Este magnífico volumen de cuentos se lanzó en octubre, coincidiendo con los preparativos de la famosa noche de Halloween, o Samhain para quienes celebran la festividad celta; pero si partimos de que cualquier día es adecuado para disfrutar de buena literatura con matices inquietantes, podemos decir sin duda que este libro es una magnífica recomendación para cualquier día del año.

Breve y muy selecto, este volumen nos deleita con una sucesión de personajes que deambulan por la Alemania de mediados del siglo XX pero cuyas historias podrían desarrollarse en cualquier otro momento y lugar, ya que tienen matices que las convierten en intemporales; sus peripecias podrían sucedernos a cualquiera de nosotros. Solo esperemos no encontrarnos nunca en sus zapatos.


Una selección de sobresaliente
Marie Luise Kaschnitz fue una escritora muy prolija, que nos legó una maravillosa producción literaria. En España pocas editoriales han mostrado interés en sus obras, tanto es así que actualmente solo disponemos de cuatro de sus libros en circulación. La editorial Pre-Textos publicó “Lugares” y “Aún no está decidido” en 2007 y 2008, respectivamente, y la editorial Minúscula hizo lo propio con “La casa de la infancia” en 2009. Desde entonces, un gran silencio, hasta el volumen que hoy os propongo, que viene de la mano de la editorial Hoja de Lata.

Sin duda, queda mucho camino por recorrer en este sentido, y sería una gran noticia que el público demandase su literatura (plagada de premios y reconocimientos en otros países) y se apostara en firme por su obra. Escribió multitud de relatos, pero también nos dejó algunas novelas y poemas. Su obra es el producto de la necesidad de aferrarse a la palabra escrita para dar sentido a una vida que no encajaba dentro de los cánones sociales establecidos.

“La niña gorda y otros relatos inquietantes” se presenta con una deliciosa edición que me ha fascinado por las siguientes características: físicamente, las cubiertas se presentan en dos texturas diferentes (de cartón más rugoso con algunas partes satinadas) y la ilustración principal es delicada, misteriosa, muy cuidada y llamativa, obra de una verdadera profesional (Marta Orlowska), creadora de obras tan inquietantes como atrayentes, reflejo perfecto del contenido de este libro.

En el interior, tras la estupenda selección de doce relatos, se encuentra un epílogo muy esclarecedor, que aporta información muy valiosa acerca de la vida de la autora, de su personalidad, el ambiente en el que creció y las influencias que marcaron su estilo literario.


Las causas del miedo y otros argumentos perturbadores
Si hay que definir con un solo adjetivo estos relatos, sería el de inquietantes, porque en ningún caso se trata de literatura de terror, o de género fantástico. La narración parte siempre de situaciones más o menos mundanas para dar enseguida un giro ligeramente siniestro (esa sensación de contemplar una estatua que de repente se mueve un poco, como lo define la escritora Pilar Pedraza), que deja al lector confuso y atrapado irremediablemente en el devenir del argumento.

Un elemento muy común en todos estos cuentos es la dudosa cordura de los personajes. No siempre queda clara su salud mental, en contraposición al resto de personajes o la situación a la que debe enfrentarse. Por ejemplo, en “El tarado” tenemos un funcionario de Tráfico que recibe ese mote por parte de sus compañeros porque gradualmente su trabajo le va obsesionando hasta alcanzar límites poco saludables: pero cuenta con la justificación de trabajar en un puesto que supone un pulso continuo con la mismísima Muerte, luego su locura, ¿acaso no está justificada? Esto queda a juicio del lector, así como en el relato “Sí, mi ángel”, una penosa historia en la que una anciana se abandona a sí misma debido a una malsana obsesión por su huésped, que a su vez se aprovecha de ella.

También las identidades confusas juegan un importante papel en las tramas. Así, en “La niña gorda” encontramos un manejo del tiempo tan sutil que nos hace cuestionarnos quién es quién, o si los personajes son reales o tan solo fabulaciones, o apariciones fantasmales. Algo similar sucede en “Osos polares”, sin duda uno de los mejores cuentos de toda la recopilación y que da comienzo al libro. En él, una mujer habla con su marido en una situación extraña que podría ser real… pero de pronto, no solo el marido no es lo que creíamos, sino que el final, onírico y siniestro, tampoco nos deja muy claro quién era ella.


El verdadero fondo del ser humano: las motivaciones de Kaschnitz
Una de las cosas que más me han gustado es la capacidad de Kaschnitz para extraer los sentimientos más oscuros y enterrados de los personajes, como hace a la perfección en el relato “El paseo”. Se trata de un relato profundamente visual, que podemos imaginar con facilidad en forma de corto cinematográfico. Una pareja feliz pasea por el campo, hasta que de pronto se sabe perdida. Entonces, por la mente de la chica comienzan a atravesarse pensamientos de una gran frialdad, que muestran a la perfección sus miedos y sus verdaderos sentimientos.

También se cuestiona la capacidad del ser humano para intervenir en las vidas ajenas, como en “Un hombre, un día” o “Conversaciones lejanas”, relatos que dan lugar a reflexiones existenciales y que nos obligan a replantearnos conceptos tan complejos y amplios como el destino, la maldad o los convencionalismos sociales que nos apartan de nuestra naturaleza animal.

Como bien nos explican en el epílogo de este libro (breve y conciso, plagado de datos interesantes), Marie Luise Kaschnitz no disfrutó de una vida fácil. Su personalidad era compleja y retraída, desde niña fue hipersensible y para colmo creció en la Alemania de la primera mitad del siglo XX. Plasmó en forma de palabras el desasosiego que sufrió y vio en quienes la rodeaban. Las sombras del miedo y la angustia, que no llegan a revelarse nunca de una forma clara, planean como una bandada de buitres entre las líneas de sus textos, al acecho. La escritura era el único medio a su alcance para reproducir una realidad paralela a la de su día a día: una existencia que no conseguía entender en su totalidad y de la que era preciso escapar.


sábado, 7 de marzo de 2015

"Los dientes del corazón" - Ramón J. Soria Breña


Nos encontramos ante una recopilación de relatos muy particular, puesto que tiene como leitmotiv la comida, desde el punto de vista de un escritor especialmente exquisito en cuestiones culinarias que, con esta colección de relatos un tanto hedonista, ha sabido unir a la perfección dos de sus mayores pasiones, que son la literatura y la cocina. “Los dientes del corazón” reúne más de cuarenta relatos breves y cada uno de ellos juega a ser una receta, aunque lo que encontramos al empezar a leer es mucho más que eso: la explicación de un plato rodeado de una situación, un hilo argumental, de la vida misma.

Ramón J. Soria Breña es el responsable de un blog en el que encontramos los textos culinarios que componen este libro, y otros muchos más. Este blog existe desde 2008 y navegando por él podemos encontrar absolutamente cualquier tipo de receta que deseemos, y junto a ella, una historia que difícilmente nos defraudará. Ramón también ha escrito novelas de aventuras y prepara nuevos proyectos literarios relacionados con la comida.

Recetas noveladas

Según cuenta el propio Ramón J. Soria en una entrevista, le resulta imprescindible dedicar tiempo y esfuerzo a salvaguardar la cocina tradicional del desdén y el olvido al que se está viendo abocada en los tiempos de superficialidad que por desgracia vivimos. Cada vez se dedica menos tiempo a cocinar buenos platos elaborados a base de productos frescos. Por un lado, la calidad de todos los productos se ve disminuida porque la necesidad de abastecer a una población tan exageradamente grande implica manipular de forma artificial animales y plantas para que sean comercializables rápidamente.

Por otro lado, la popularización de la comida rápida (también conocida como comida basura y no sin motivo), y la falta de tiempo de la población sobreexplotada en sus trabajos, da al traste con la más mínima posibilidad de dedicar tiempo a disfrutar de la elaboración y la degustación de buena comida casera. Desde la noche de los tiempos, comer era un acto social que implicaba muchas otras cosas beneficiosas para la sociedad; ahora (imagínense una triste ciudad dormitorio) se trata de un acto que muchas veces se realiza en soledad, con productos de mala calidad, precocinados, envueltos en plásticos, de procedencia dudosa… mientras, para colmo, se ven en televisión concursos de cocineros atacados de los nervios que para nada transmiten el amor por la buena mesa.

Ramón J. Soria Breña es antropólogo y especialista en cuestiones alimenticias, trabaja como crítico culinario y también es experto en técnicas de supervivencia. Pensamos que ha cumplido con creces su objetivo al escribir estos relatos si pretendía activar de nuevo en el lector las ganas por preparar su propia comida artesana cuidando cada detalle.

Algunos ingredientes de más

Cuando uno se enfrenta al reto de comentar una obra tan especial como esta, puede caer rápidamente en el error de propasarse con el empleo de metáforas culinarias haciendo juegos de palabras del tipo: “este libro les dejará satisfechos”, “no esperen al postre para probarlo”, “relatos jugosos en su punto justo de sal”, “una lectura que no empalaga”, “para todos los paladares”, etc., todos ellos horrorosos, innecesarios y pueriles. Pues bien, los dos prólogos de los que podría prescindir este libro son exactamente así, y pueden ustedes obviarlos, si les parece oportuno seguir mi ejemplo.

Dicho lo cual, hay otro aspecto, en este caso propio ya de los relatos, que no quiero dejar de afear, sin menospreciar en absoluto la obra en su conjunto, que me parece una delicia. Se trata de la exagerada relación que el autor establece entre la comida y el sexo. Quizá si solamente encontrásemos unos pocos cuentos en los que los personajes jugasen a mezclar sexo y comida, podría aceptarlo y darlo por bueno, pero la realidad es que termina resultando molesto, por la insistencia.

Y es una lástima, porque los textos, insisto, poseen una gran calidad. Sin embargo, el personaje principal, que suele encajar en el mismo esquema en la mayoría de casos (hombre heterosexual de mediana edad, con gran gusto por la buena mesa, saber hacer en la cocina, con fuertes inclinaciones intelectuales y muy mujeriego) suele protagonizar multitud de escenas en las que conquista a una mujer preparando para ella algunos platos especiales y las escenas sensuales y/o sexuales se entremezclan en demasiadas ocasiones con la comida. Independientemente de los gustos personales de cada posible lector, la realidad es que tal insistencia, en la literatura (y perdón por la licencia en el juego de palabras) empalaga.

Regreso a los orígenes

Este libro destaca porque logra contagiar al lector las ganas por la buena cocina. Además, el lirismo que desprende su prosa sencilla y directa es una reminiscencia a los orígenes: con una descripción simple y nada engolada de una escena familiar en la que la cocina es el punto alrededor del cual gira todo lo demás, es capaz de transportarnos al mundo que nos está siendo arrebatado y en el que verdaderamente querríamos vivir.

Lo que nos propone es el lugar del que procedemos, es decir, el que existía antes de que una pantalla de cristal se interpusiera entre nuestros ojos y la realidad desde que nos despertamos hasta que nos volvemos a dormir. Vivimos en una burbuja irreal, creamos necesidades que sólo pueden satisfacer impulsos binarios y nos alimentamos de compuestos químicos que seríamos incapaces de imaginar. ¿Por qué? Toda esta pérdida de calidad de vida se lleva a cabo en nombre del progreso, y el progreso nos anima a pensar que es lo mejor que nos puede pasar. Así la rueda nunca deja de girar, pero podemos detenernos un instante y dejar que los relatos, tan sencillos y sabios de Ramón J. Soria nos sacudan por los hombros y nos griten la verdad.


sábado, 31 de enero de 2015

"Cuentos reunidos" - Clarice Lispector


Necesito hablaros de Clarice Lispector.

La razón por la que empecé a leerla es porque dos periodistas a quienes admiro y respeto, ya que poseen un bagaje cultural envidiable y un gusto cultural exquisito, no solo adoran y recomiendan la literatura de Clarice Lispector, sino que directamente querrían ser ella. Y esta afirmación, tan rotunda y definitiva, derrumba por completo cualquier atisbo de duda o pereza que tuviera antes de sumergirme de lleno en su mundo.

Es cierto que no se trata de una lectura para masas y que quizá puede costar un poco adaptarse a su discurso, pero también es cierto que a medida que van pasando las primeras páginas llega un momento en que esto sucede sin que uno se dé cuenta, y que luego no hay vuelta atrás.

"Esta vez era un amor más realista, nada romántico; era el amor de aquel que ya ha sufrido por amor."

No existe en el mundo entero literatura de calidad que sirva para no pensar. Cualquier librero que se precie os explicaría por qué está harto de que le hagan esa consulta que todos odian, “quiero un libro para no pensar”. ¿Quién querría un alimento que no le nutriese, quién un amor que no le inspirase? La lista de comparaciones sería infinita. Con Clarice Lispector pensaréis, eso puedo asegurarlo, y eso es maravilloso.

Existe una estupenda edición de sus relatos, editada por Siruela en 2013, con la que es muy fácil comenzar a disfrutar de esta gigante de las letras. Se titula sencillamente “Cuentos reunidos” y contiene 74 joyas en forma de cuentos ordenados cronológicamente por fecha de publicación original. Aquí podemos encontrar tesoros como el cuento titulado “El huevo y la gallina” en la que Lispector filosofa de forma magistral sobre este pequeño animalito poco frecuente en la literatura, y que sin embargo es relativamente recurrente a lo largo de sus cuentos (se termina adorando la figura de la gallina una vez que Lispector te la explica…) La figura de la mujer, su soledad y desolación, la pérdida de ilusión y energías por culpa del machismo patriarcal, también está perfectamente representada, y es el motivo principal por el que Lispector es autora de cabecera de los feministas más leídos. Solo alguien con su fuerza y sensibilidad puede crear textos atrevidos y rompedores para su época (nació en 1920), y que reflejen tan bien la realidad femenina, siempre tan menospreciada, ridiculizada y vapuleada en pos de los intereses masculinos.

Leyendo un poco acerca de su vida, descubrimos que entre sus referentes literarios más influyentes se encuentran genios de la talla de Queiroz, Hesse o Dostoievski. Sin duda, su principal aportación a la Literatura es el discurso interior sin concesiones, siempre profundo y en ocasiones enfermizo, si se me permite la expresión: quiero decir que explora zonas de la mente humana que tienden a permanecer inexploradas, por un lado no se atreve cualquiera a introducirse en ellas y por otro, hay que ser muy bueno para plasmar por escrito todo eso. Siempre con una serenidad y un pulso envidiables, logra transmitir todo aquello que desea seleccionando en cada instante la palabra exacta: es una de esas pocas elegidas que sabe sacar partido a las penosas limitaciones del lenguaje. Diosa Lispector.

Pero será mejor que cada uno saque sus propias conclusiones. A continuación, dos cuentos, uno con la primera infancia y otro con la adolescencia como excusas... para contar además otras muchas cosas en los espacios que quedan en blanco entre letra y letra.

Clarice Lispector


FELICIDAD CLANDESTINA

Ella era gorda, baja, pecosa y de pelo excesivamente crespo, medio pelirrojo. Tenía un busto enorme, mientras que todas nosotras todavía éramos planas. Como si no fuese suficiente, por encima del pecho se llenaba de caramelos los dos bolsillos de la blusa. Pero poseía lo que a cualquier niña devoradora de historias le habría gustado tener: un papá dueño de una librería.

No lo aprovechaba mucho. Y nosotras todavía menos: incluso para los cumpleaños, en vez de un librito barato por lo menos, nos entregaba una postal de la tienda del papá. Para colmo, siempre era algún paisaje de Recife, la ciudad donde vivíamos, con sus puentes más que vistos. Detrás escribía con letra elaboradísima palabras como “fecha natalicia” y “recuerdos”.

Pero qué talento tenía para la crueldad. Mientras haciendo barullo chupaba caramelos, toda ella era pura venganza. Cómo nos debía e odiar esa niña a nosotras, que éramos imperdonablemente monas, delgadas, altas, de cabello libre. Conmigo ejercitó su sadismo con una serena ferocidad. En mi ansiedad por leer, yo no me daba cuenta de las humillaciones que me imponía: seguía pidiéndole prestados los libros que a ella no le interesaban.

Hasta que llegó el día magno de empezar a infligirme una tortura china. Como por casualidad, me informó de que tenía El reinado de Naricita, de Monteiro Lobato.

Era un libro grueso, vágame Dios, era un libro para quedarse a vivir con él, para comer, para dormir con él. Y totalmente por encima de mis posibilidades. Me dijo que si al día siguiente pasaba por su casa me lo prestaría.

Hasta el día siguiente, de la alegría, yo estuve transformada en la misma esperanza: no vivía, nadaba lentamente en un mar suave, las olas me transportaban de un lado a otro.

Literalmente corriendo, al día siguiente fui a su casa. No vivía en un apartamento, como yo, sino en una casa. No me hizo pasar. Con la mirada fija en  la mía, me dijo que le había prestado el libro a otra niña y que volviera a buscarlo al día siguiente. Boquiabierta, yo me fui despacio, pero al poco rato la esperanza había vuelto a apoderarse de mí por completo y ya caminaba por la calle a saltos, que era mi manera extraña de caminar por las calles de Recife. Esa vez no me caí: me guiaba la promesa del libro, llegaría el día siguiente, los siguientes serían después mi vida entera, me esperaba el amor por el mundo, anduve brincando por las calles y no me caí una sola vez.

Pero las cosas no fueron tan sencillas. El plan secreto de la hija del dueño de la librería era sereno y diabólico. Al día siguiente allí estaba yo en la puerta de su casa, con una sonrisa y el corazón palpitante. Todo para oír la tranquila respuesta: que el libro no se hallaba aún en su poder, que volviese al día siguiente. Apenas me imaginaba yo que más tarde, en el transcurso de la vida, el drama del “día siguiente” iba a repetirse para mi corazón palpitante otras veces como aquella.

Y así seguimos. ¿Cuánto tiempo? No lo sé. Ella sabía que, mientras la hiel no escurriese por completo de su cuerpo gordo, sería un tiempo indefinido. Yo había empezado a adivinar, es algo que adivino a veces, que me había elegido para que sufriera. Pero incluso sospechándolo, a veces lo acepto, como si el que me quiere hacer sufrir necesitara desesperadamente que yo sufra.

¿Cuánto tiempo? Yo iba a su casa todos los días, sin faltar ni uno. A veces ella decía: Pues el libro estuvo conmigo ayer por la tarde, pero como tú no has venido hasta esa mañana se lo presté a otra niña. Y yo, que no era propensa a las ojeras, sentía cómo las ojeras me ahondaban bajo mis ojos sorprendidos.

Hasta que un día, cuando yo estaba en la puerta de la casa de ella oyendo silenciosa, humildemente, su negativa, apareció la mamá. Debía de extrañarle la presencia muda y cotidiana de esa niña en la puerta de su casa. Nos pidió explicaciones a las dos.

Hubo una confusión silenciosa, entrecortada de palabras poco aclaratorias. A la señora le resultaba cada vez más extraño el hecho de no entender. Hasta que, esa mamá buena, entendió al fin. Se volvió hacia la hija y con enorme sorpresa exclamó: ¡Pero si ese libro no ha salido nunca de casa y tú ni siquiera quisiste leerlo!

Y lo peor para esa mujer no era el descubrimiento de lo que pasaba. Debía de ser el horrorizado descubrimiento de la hija que tenía. Nos observaba en silencio: la potencia de perversidad de su hija desconocida, la niña rubia de pie ante la puerta, exhausta, al viento de las calles de Recife. Fue entonces cuando, recobrándose al fin, firme y serena le ordenó a su hija: Vas a prestar ahora mismo ese libro. Y a mí: “Y tú te quedas con el libro todo el tiempo que quieras”. ¿Entendido? Eso era más valioso que si me hubiesen regalado el libro: “el tiempo que quieras” es todo lo que una persona, grande o pequeña, puede tener la osadía de querer.

¿Cómo contar lo que siguió? Yo estaba atontada y fue así como recibí el libro en la mano. Creo que no dije nada. Tomé el libro. No, no partí brincando como siempre. Me fui caminando muy despacio. Sé que sostenía el grueso libro con las dos manos, apretándolo contra el pecho. Poco importa también cuánto tardé en llegar a casa. Tenía el pecho caliente, el corazón pensativo.

Al llegar a casa no empecé a leer. Simulaba que no lo tenía, únicamente para sentir después el sobresalto de tenerlo. Horas más tarde lo abrí, leí unas líneas maravillosas, volví a cerrarlo, me fui a pasear por la casa, lo postergué más aún yendo a comer pan con mantequilla, fingí no saber dónde había guardado el libro, lo encontraba, lo abría por unos instantes. Creaba los obstáculos más falsos para esa cosa clandestina que era la felicidad. Para mí la felicidad siempre habría de ser clandestina. Era como si ya lo presintiera. ¡Cuánto me demoré! Vivía en el aire… Había en mí orgullo y pudor. Yo era una reina delicada.
A veces me sentaba en la hamaca para balancearme con el libro abierto en el regazo, sin tocarlo, en un éxtasis purísimo.

Ya no era una niña más con un libro: era una mujer con su amante.



NIÑO DIBUJADO A PLUMA

¿Cómo llegar alguna vez a conocer al niño? Para conocerlo tengo que esperar a que se deteriore; sólo entonces estará a mi alcance. Helo allí, un punto en el infinito. Nadie conocerá su hoy. Ni siquiera él mismo. En cuanto a mí, miro, y es inútil: no consigo comprender algo que sólo es actual, totalmente actual. Lo que conozco de él es su situación: el niño es aquel a quien acaban de nacerle los primeros dientes y es el mismo que será médico o carpintero. Mientras tanto, allí está él sentado en el suelo, con una realidad que he de llamar vegetativa para poder entenderla. Treinta mil de esos niños sentados en el suelo, ¿tendrían la oportunidad de construir otro mundo, que tuviese en cuenta la memoria de la actualidad absoluta a la cual ya pertenecemos? La unión haría la fuerza. Allí está sentado, empezando todo de nuevo pero para su propia defensa futura, sin ninguna oportunidad verdadera de empezar realmente.

No sé cómo dibujar al niño. Sé que es imposible dibujarlo a carbón, pues hasta la pluma mancha el papel más allá de la finísima línea de actualidad extrema en que él vive. Un día lo domesticaremos hasta hacerlo humano, y entonces podremos dibujarlo. Pues eso hemos hecho con nosotros mismos y con Dios. El propio niño contribuirá a su domesticación: se esfuerza y coopera. Coopera sin saber que la ayuda que le pedimos está destinada a su autosacrificio. En los últimos tiempos incluso se ha entrenado mucho. Y así seguirá progresando hasta que, poco a poco –por la bondad necesaria mediante la que nos salvamos–, haya pasado del tiempo actual al tiempo cotidiano, de la meditación a la expresión, de la existencia a la vida. Realizando el gran sacrificio de no ser un loco. No soy loco por solidaridad con los miles de nosotros que, para construir lo posible, también han sacrificado esa verdad que sería una locura.

Pero, entre tanto, helo allí sentado en el suelo, inmerso en un vacío profundo.

Desde la cocina la madre se cerciora: ¿sigues allí quietecito? Convocado al trabajo, el niño se levanta con dificultad. Se tambalea sobre las piernas, con toda la atención vuelta hacia dentro: su equilibrio entero es interno. Conseguido esto, ahora toda la atención es hacia fuera: observa lo que el acto de levantarse ha provocado. Pues el incorporarse ha tenido consecuencias y más consecuencias: el suelo se mueve incierto, una silla lo supera, la pared lo delimita. En la pare está el retrato de El Niño. Es difícil mirar ese retrato alto sin apoyarse en un mueble, para eso todavía no se ha entrenado. Pero he aquí que su propia dificultad le sirve de apoyo: lo que lo mantiene de pie es justamente la atención que pone en el retrato alto, mirar hacia arriba le sirve de grúa. Pero comete un error: parpadea. Pestañear lo desliga por una fracción de segundo del retrato que lo estaba sustentando. Se deshace el equilibrio: en un único movimiento total, el niño cae sentado. De la boca entreabierta por el esfuerzo de vida escapa una baba clara que escurre y gotea hasta el suelo. Mira la gota muy de cerca, como si fuera una hormiga. El brazo se alza, avanza en arduo mecanismo de etapas. Y de golpe, como para sujetar lo inefable, con inesperada violencia aplasta la baba con la palma de la mano. Parpadea, espera. Finalmente, pasado el tiempo necesario de espera de las cosas, aparta cuidadosamente la mano y examina en el parqué el fruto del experimento. El suelo está vacío. En una nueva y brusca etapa se mira la mano: la gota de baba está pegada en la palma. Ahora también de esto sabe. Entonces, con los ojos muy abiertos, lame la baba que pertenece al niño. Piensa en voz alta: niño.

–¿A quién llamas? –pregunta la mamá desde la cocina.

Con esfuerzo y gentileza él mira la sala, busca a quien la mamá dice que está llamando, se voltea y cae hacia atrás. Mientras llora, ve la sala distorsionada y refractada por las lágrimas, el volumen blanco crece y se le acerca –¡mamá! –, lo absorbe con brazos fuertes, y he aquí que el niño está de pronto muy alto en el aire, muy en lo caliente y lo bueno. Ahora el techo está más cerca; la mesa, debajo. Y, como no puede más de cansancio, empieza a desviar las pupilas hasta que las va hundiendo bajo la línea del horizonte de los ojos. Los cierra sobre la última imagen, los barrotes de la cama. Se duerme agotado y sereno.

El agua se ha secado en la boca. La mosca aletea en el cristal. El sueño del niño está surcado de claridad y calor, el sueño vibra en el aire. Hasta que, en repentina pesadilla, sobreviene una de las palabras que ha aprendido: se estremece violentamente, abre los ojos. Y para su terror no ve más que esto: el vacío caliente y claro del aire, sin mamá. Lo que piensa estalla en llanto por toda la casa. Mientras llora va reconociéndose, transformándose en aquel que la mamá reconocerá. Casi desfallece de tanto sollozar, tiene que transformase urgentemente en algo que pueda ser visto y oído porque si no se quedará solo, tiene que volverse comprensible porque si no nadie lo comprenderá, si no nadie se acercará a su silencio, si no dice y cuenta nadie lo reconoce, haré todo lo necesario para ser de los demás y que los otros sean míos, brincaré por encima de mi felicidad real, que sólo me traería abandono, y seré popular, hago trampa para que me amen, es totalmente mágico esto de llorar para recibir a cambio: mamá.

Hasta que el ruido familiar entra por la puerta y el niño, mudo de interés por lo que es capaz de provocar el poder de un niño, para de llorar: mamá. Es mamá, no se ha muerto. Y su seguridad consiste en saber que tiene un mundo para traicionar y vender, y que lo venderá.

Es mamá, sí, mamá, con un pañal en la mano. No bien ve el pañal, él se echa a llorar de nuevo.

–¡Pero si estás todo mojado!

La noticia lo sorprende, se renueva la curiosidad, pero ahora es una curiosidad cómoda y garantizada. Mira con ceguera la humedad propia, en una segunda etapa mira a la mamá. Pero de pronto se estira y escucha con todo el cuerpo el corazón latiendo pesado en la barriga: ¡pii-pii!, lo reconoce de golpe con un grito de victoria y de terror. ¡El niño acaba de reconocer!

–¡Claro que sí! –dice orgullosa la mamá–. Claro que sí, mi amor, es el pii-pii que ha pasado por la calle, le contaré a papa que ya lo has aprendido. Y vaya si no se dice así: ¡pii-pii, mi amor! –dice la mamá tirando de arriba abajo y después de abajo arriba, levantándolo  por las piernas, echándolo hacia atrás, tirando de nuevo de abajo hacia arriba. En todas las posiciones el niño conserva los ojos bien abiertos. Secos como el pañal nuevo.


domingo, 23 de noviembre de 2014

"Quisiera tener la voz de Leonard Cohen para pedirte que te marcharas" - Oscar Sipán


El último libro de relatos de Oscar Sipán (Huesca, 1974) merece que vuelva a abrir la puerta de este blog con sonido chirriante de fondo y abra para ventilar mientras me quedo mirando un rato los post que cuelgan de las paredes.

Los relatos de Oscar Sipán son carne de concurso no amañado, su fuerza reside en las metáforas y en las historias que no pueden dejarte indiferente si las lees; en las vueltas de tuerca y en el forzado inteligente de situaciones. Lo que no son los relatos de Oscar Sipán, desde luego, es una colección de relatos más, eso por descontado. Aunque tenemos un formato típico con título y cita inteligente de escritor renombrado al comienzo de cada relato, también encontramos otros elementos que los distinguen de las colecciones de cuentos más tradicionales. Por ejemplo, el título del libro no corresponde a ningún cuento del interior. Quizá parece algo insustancial pero es algo que un lector que sabe apreciar los detalles, agradece. El título es el del libro, y nada más. Encontramos también guiños entre cuentos que los encadenan de alguna manera (sin ser unos continuación de otros) y que aportan consistencia y madurez al conjunto. Son trucos de escritor con tablas y saber hacer.

Por otro lado, los cuentos son breves y gozan de una precisión de cirujano, consiguiendo con un pequeño puñado de frases crear el efecto deseado en el lector: uno termina de leer con las cejas alzadas y la mirada recorriendo de lado a lado los muebles de la habitación, pensando acerca de la historia que acaba de leer, dudando si continuar rápido a por el siguiente o detenerse un poco más en los muebles de la habitación con el dedo entre las páginas del libro.
Son buenos, son muy buenos, no sabría cómo explicarlo mejor.

Acerca de Oscar Sipán, conviene añadir que invirtió el dinero recaudado en premios literarios para cofundar su propia editorial, que se llama Tropo y que a día de hoy sigue funcionando, y que ha publicado algunos libros interesantísimos entre los que se encuentra uno que últimamente sale casi a diario en la televisión, aquel en el que un soldado joven denuncia la podredumbre del esqueleto del ejército español. El libro, del que ya se han vendido miles y miles de ejemplares, se titula “Un paso al frente” y lo último que oí hace unos días es que el joven teniente L. G. Segura había sido detenido por órdenes de los bestias de sus superiores, que siguen enfadados por no haber sabido inculcar el miedo a denunciar en uno de los reclutas a los que domesticaban. Se ha organizado una protesta multitudinaria para la próxima semana.

Los cuentos de Sipán, por su parte, siguen recorriendo las mesas de los jueces de concursos literarios a día de hoy: la última noticia es que fue uno de los cinco finalistas del premio Gabriel García Márquez con “Quisiera tener la voz de Leonard Cohen para pedirte que te marcharas”. Habrá que seguirle la pista a partir de ahora, y enviarle la acostumbrada enhorabuena de sal desde este mar recién ventilado.

viernes, 28 de diciembre de 2012

Una tienda de sueños


—Si desea ver un sueño, he de dejar la tienda a oscuras —me explicó sosegadamente el hombre, que hizo girar el interruptor, se acercó a una ventana por la que entraba la luz de las farolas de la calle y corrió una cortina.

(...)

—Deseo llevarme este sueño —dije—, y quizá también este otro. ¡Encienda la luz!

(...)

Un mes murmuró al fin, tachando sus cálculos con una raya firme.
Yo me reí en su cara.
Alisándose las solapas, el hombre explicó:
Hablo en serio. Quizá esperaba poder pagar con dinero, pero sepa usted que en ningún sitio se compran con dinero los sueños. Debe pagarlos con tiempo. Los sueños cuestan tiempo; algunos, mucho tiempo. Tenemos un sueño (puedo enseñárselo si quiere) por el que pedimos una vida.

(...)

Aquella tarde caminé de un lado a otro por la ciudad. Los cierres metálicos de los escaparates bajaban con estrépito. Delante de cada tienda tenía un sobresalto, porque temía haber llegado, sin querer, a la que estaba buscando y rehuyendo a la vez.

Otras muchas tardes sufrí el mismo tormento  camino de mi casa, hasta que, un día, decidí poner fin a mis angustias. Volvería a la tienda a preguntar por el sueño y trataría de convencer al hombre de que rebajara el precio que yo no estaba dispuesto a pagar.

O quizá sí lo pagara.

Cuando avisté el edificio en el que sabía que estaba la tienda, ya desde lejos, distinguí un andamiaje que llegaba hasta el tejado. En la acera había baldes de cal y cubos de mortero, y donde antes estaba la oscura tiendecita, llena de paquetes, se veían ahora unas paredes limpias y desnudas. No habían dejado ni el escaparate.



                                                  










Ingeborg Bachmann
Ansia y otros cuentos
Editorial Siruela, 2005

martes, 9 de octubre de 2012

Rueda de prensa de "Mala índole"

Javier Marías en la rueda de prensa de presentación de "Mala índole: cuentos aceptados y aceptables" y de la reedición de "Vidas escritas", acompañado de Pilar Reyes.

Esta mañana se presentaban mediante una rueda de prensa en el Círculo de Bellas Artes de Madrid los nuevos libros de Javier Marías que Alfaguara ha publicado estos días, a saber: los cuentos escogidos para su recopilación en "Mala índole: cuentos aceptados y aceptables" y las semblanzas de algunos de los escritores venerados por Marías en una estupenda reedición de su ya mítico "Vidas escritas". 

Ambos libros verán publicada su correspondiente reseña en el Mar de Tinta en los próximos días y, como siempre, también en estas aguas saladas, donde se reflejarán las sabias palabras sobre la Literatura que esta mañana el autor nos dedicó a los asistentes. Como siempre, un honor, y un placer.

miércoles, 3 de octubre de 2012

Nuevo libro de Javier Marías: "Mala índole"


Alfaguara publica "Mala índole: Cuentos aceptados y aceptables", un libro que pretende recopilar las páginas que Javier Marías le ha dedicado al cuento, reuniendo para ello la casi totalidad de los cuentos que hasta ahora han visto la luz en diferentes recopilaciones independientes, como "Mientras ellas duermen" y "Cuando fui mortal". En "Mala índole...", encontraremos también cuentos ya imposibles de localizar, ni siquiera entre las librerías de viejo, por lo que este libro, por tanto, puede ser ya considerado un tesoro.

Según Javier Marías:

"Dado lo poco que he frecuentado el noble arte del cuento en los últimos tiempos, es posible que ya no escriba más y que lo que aquí se ofrece acabe siendo la totalidad aceptada y aceptable de mi contribución al género."

Desde estas aguas saladas cruzamos los dedos para que estas palabras no se hagan realidad: deseamos un Marías incombustible que siga apostando por la brevedad y la intensidad del cuento. Recordemos que tras la publicación de "Los enamoramientos" también declaraba sus intenciones de dejar a un lado la novela (consideraba "Tu rostro mañana" una obra que ya no podría superar) y sin embargo en posteriores declaraciones comentó brevemente, casi en voz más baja, que existía una nueva idea para una novela que empezaba a tomar forma sin que él mismo supiese dónde iba a llevarle. 

Continúe, por favor, Don Javier....

A la vez, se reedita "Vidas escritas", sin cambios. Este fabuloso libro de breves semblanzas de otros escritores míticos es ya un volumen imprescindible en las bibliotecas de los seguidores de Javier Marías, así como de cualquier lector apasionado de la literatura y de las vidas casi siempre fascinantes de los literatos.

Octubre de novedades literarias y en las calles, hojas secas.

jueves, 7 de junio de 2012

"Del enebro" - Jacob Ludwig & Wilhelm Karl Grimm


Fascinante y delicadísima edición del cuento "Del enebro" de los hermanos Grimm, a cargo de la editorial zaragozana Jekyll & Jill. Demostrando que los cuentos infantiles son en su mayoría terribles (aunque los censuren y retoquen), este cuento trata temas tales como el canibalismo, los doppelgänger, los celos, el rencor, la venganza, la violencia y el horror.

Oscuro, retorcido, gótico, aterrador, es un relato que horroriza y hechiza a partes iguales.

Traducido por Jessica Aliaga Lavrijsen directamente del bajo alemán o Niederdeutsch, el volumen incluye también la versión original del texto, publicado por primera vez en 1812 en el volumen recopilatorio "Cuentos para la infancia y el hogar": los hermanos Grimm transcribieron este relato directamente de la tradición oral para incluirlo en el recopilatorio.

Hoy, 200 años después, vuelve a crearse una deliciosa confusión con respecto al público al que va dirigido este cuento: aunque el contenido es indudablemente para adultos, la presentación formal, de estética clásica y pulcra, con prolijas ilustraciones delicadas y bellas, parece, a primera vista, enfocada a un público infantil.

Por eso los padres deberían leer siempre, antes, lo que dan a sus hijos.


O quizá no. A mí me hubiese encantado leer este cuento siendo menor de edad.




Imágenes seleccionadas desde el blog de la editorial, aquí.

lunes, 4 de junio de 2012

"Magia para lectores" - Kelly Link


Magia para lectores es una recopilación de cuentos que realmente hechiza e ilusiona: historias dentro de otras historias, mundos perfectos que caben dentro de un bolso de mano, experiencias oníricas con tintes mitológicos, príncipes azules que reciben su justo castigo, parajes que sólo son un reflejo, princesas que se alzan majestuosas... bienvenidos a la fantasía.

Quienes han leído estos cuentos comparan la literatura de Kelly Link con la de Neil Gaiman o J.K. Rowling y son comparaciones que me parecen bastante acertadas, sobre todo para que quienes aún no la conozcan puedan hacerse una idea aproximada; no obstante, para mi gusto, especificaría un poco más: es comparable con Gaiman en tanto en cuanto la realidad mágica que trata en los cuentos contiene a veces elementos propios de la mitología, o remiten a ella, pero de una forma simbólica, no tan patente y clara como hace el genial escritor británico; y con respecto a J.K. Rowling, podríamos compararla teniendo en cuenta que los textos tienen fragmentos de literatura juvenil (aunque sin duda son más recomendables para un público ya adulto), y porque se trata igualmente de una magia muy bien llevada a la narración, fluida y siempre coherente. Sin embargo, Kelly Link es mucho más tenebrosa narrando de lo que Rowling alcanza a serlo en Harry Potter, también es más retorcida y menos clara. De hecho, algunos de los cuentos incluidos en Magia para lectores confunden porque giran repetidamente sobre sí mismos, y se alargan a través de más y mas páginas avanzando a un ritmo quizá demasiado lento.

Hay dos cuentos que son gloriosos, los mejores de todo el volumen: se trata de "El bolso de las fadas" y de "Camelia, Azucena, Azucena, Rosa". 
"El bolso de las fadas" es una impresionante historia donde se nos pide que no creamos nada de lo que se nos va a contar. Se trata del caso de un poblado entero que, ante la inminencia de un ataque de asaltadores, decidió trasladarse a un mundo creado dentro de un bolso de mano de color negro, custodiado por una de las habitantes que prefería quedarse fuera. El tiempo transcurre de forma diferente dentro y fuera del bolso, ambos mundos se comunican y hasta aquí voy a contar.
"Camelia, Azucena, Azucena, Rosa" es un cuento que me maravilla por varios motivos: por el tema que trata y por el pulso narrativo y la estructura de los elementos que componen el texto. Es la historia de un hombre que muere y desde el lugar extraño en el que se encuentra intenta rellenar con esfuerzo las enormes lagunas que se han formado en su memoria con respecto a la vida que acaba de abandonar. Todo ello presentado casi como una canción, con estructuras y fragmentos que se van repitiendo de forma periódica, delicada y sutil que de veras encandila (intercala el discurso del muerto reciente con el de un narrador omnisciente, en cursiva, y añade frases que se van repitiendo y preguntas que tienen su propia melodía). "Camelia, Azucena, Azucena, Rosa" es un cuento tétrico, mágico, inclasificable y con una carga simbólica muy fuerte, sin embargo es una de las historias de amor más bonitas que recuerdo haber leído nunca.

Añadiría también el cuento "Viajes con la Reina de las Nieves" porque es un precioso homenaje a la literatura fantástica juvenil y a los primeros cuentos mágicos que escuchamos cuando éramos niños. También, "El fantasma de Louise", un estupendo relato donde aunque varios personajes se llamen igual jamás se pierde el hilo de la narración, y donde Kelly Link juega magistralmente al despiste con el lector.

Por lo visto, éste es el primer libro de Kelly Link publicado en España, aunque en Estados Unidos existen al menos otros dos más. Cuando vi por primera vez este libro en la mesa de novedades de las librerías, hace meses, su título me jugó una mala pasada y pensé que sería uno de esos libros que tanto detesto, que desde el principio buscan la conmiseración del lector aludiendo de forma clara al hecho de leer. Me explico. Ese tipo de libros que sólo buscan enganchar a esas personas que creen que por leer mucho se es un bicho raro único en el mundo, o cuanto menos, una especie en peligro de extinción. Libros que no van más allá, y que casi nunca cuentan realmente nada. Por eso agradezco tanto que me sacaran de mi error. Leerlo ha sido una experiencia preciosa, y volveré sobre él.

Como ya dije por ahí estos días: a partir de ahora, en alerta por si encuentro el bolso de las fadas.

Realmente, magia.

domingo, 6 de mayo de 2012

"Cuentos negros" - Ambrose Bierce


Éste ha sido mi primer acercamiento en firme a la obra de Bierce, escritor del que conocía de oídas el Diccionario del diablo. Leí hace mucho tiempo Aceite de perro (cuento que abre esta recopilación) en una revista de minorías especializada en literatura fantástica: como primera lectura, no puedo haberme llevado mejor impresión. 

Leer ahora estos cuentos me ha emocionado y me ha encantado, porque mientras leía me he divertido como hacía mucho y, aunque suene extraño, también me he horrorizado a la vez. Lo explicaré. Ambrose Bierce utiliza como protagonistas de sus relatos a seres atormentados o de dudosa normalidad y los sitúa en un ambiente enrarecido, haciendo que actúen con aparente cordura, como si no fueran capaces de percibir lo enfermizo de las situaciones en que se encuentran. Después, expone tramas cargadas de brutalidad, violencia y mal gusto, pero con una prosa impecable, descripciones muy precisas y refinadas y un tono general tranquilo y sosegado: como si estuviera relatando una historia mundana y apacible: ahí es donde radica su mérito, maestría y genialidad.

Esta pequeña edición que Alianza publica ahora es un pequeño tesoro: no sólo es que los cuentos tengan una calidad innegable sino que, al principio, el traductor, Aitor Ibarrola-Armendáriz, hace una presentación del autor cargada de datos biográficos, que permite entender mucho mejor los cuentos que vienen a continuación, sin desvelar nada de la trama. Al final hay un epílogo donde el traductor hace un estudio breve pero profundo acerca del significado de los cuentos, sus influencias, situación en el contexto de su época y análisis preciso y muy bien escrito. Se nota que para traducir a Bierce se ha empapado de su obra, expone los problemas que ha planteado la traducción (motivados en su mayor parte por la cantidad de frases irónicas con múltiples sentidos y significados) y ayuda al lector a entender aún mejor los cuentos, una vez leídos.

Ambrose Bierce nació a mediados del s. XIX y desapareció a los 71 años sin que ya nunca nadie supiese jamás su paradero. Se cree que se esfumó por voluntad propia, y esto ayuda a intensificar la leyenda. Sus cuentos están muy influenciados por las circunstancias que marcaron su vida: desde pequeño sólo conoció el horror y la brutalidad ya que sus padres le trataban muy mal y más tarde estuvo en la guerra, con todo lo que ello conlleva. Se formó una idea del ser humano absolutamente negativa y utilizó la ironía y el humor negro para expresar en su literatura todo lo que pensaba. En este sentido, su obra más representativa es el Diccionario del diablo (también de reciente publicación en Alianza), libro en el que Bierce define una larga lista de términos bajo su particular y oscuro punto de vista. En lo que respecta a las figuras paternas, en la gran mayoría de estos Cuentos negros aparecen en segundo plano unos personajes, padres del protagonista que, o bien son buenas personas y por eso no han conseguido medrar y viven pobremente, o son despiadados y egoístas y disfrutan de riqueza y posición social, aunque siempre se dejan llevar por los más bajos instintos y tienen un final aciago.

Hay que leer estos cuentos en su contexto y analizando a fondo cada frase, porque nada está escrito al azar (esta estupenda traducción facilita mucho ese análisis). Aunque en apariencia por las tramas de los relatos podría confundirse con género negro nada tienen que ver estos cuentos con lectura de entretenimiento en la que sólo importa quién es al final el asesino, no deben leerse bajo ese prisma en ningún caso. Hay en ellos tanto de autobiográfico como, sobre todo, de denuncia y de crítica social, frustración y lucha interior. Es gore, es soez, es brutal, pero es brillante.

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