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jueves, 11 de julio de 2024

Un poema de "La cierva implacable", de Ana Castro


PRIMERA CONVERSACIÓN CON LOKI


No puedo volver, ¿verdad? A mi línea temporal.

Me temo que yo tampoco, aunque a veces
[desearía saber
si algo podría haber sido diferente en la
[que era mi casa.

No disfruto haciendo daño. No disfruto.

Tampoco yo.
Esto no es venganza o redención.

Lo hago porque tengo que hacerlo. Tuve que hacerlo.

Escribo para recordar, como Kate Millet.
Lo escribo porque sucedió.
Tuve que alejarme de lo que me dañaba.

Es el truco elaborado y cruel conjurado por los débiles para infundir miedo.

Es lo que hacemos para sobrevivir:
cargamos todo el dolor dentro
y seguimos.

Un villano.

Una cierva,
superviviente implacable.

 
"La cierva implacable", Ana Castro. Editorial Almuzara, 2023


domingo, 30 de octubre de 2022

"Eros y otros trazos [Un ensayo lírico]" - Sílvia Ardévol

 



Descubrir el universo literario de Sílvia Ardévol es una de esas cosas bonitas que suceden a veces en las redes sociales. Creo que hará algo más de dos años que sigo esa mirada suya tan característica desde donde muestra sus lecturas junto al mar o los estantes abarrotados de su biblioteca. Me gusta su intensidad y su elegancia y por supuesto el tipo de lecturas que elige, cómo no también siempre intensas y elegantes. Suelen interesarme siempre los textos que subraya tan efusivamente y que luego fotografía para prender la mecha en alguien, siempre la llama surge aunque sea en el lugar más inesperado. 


Pág. 34 Hay veces que los libros que uno está leyendo vienen a salvarle la vida.

La intimidad de sus libros amontonados en precioso desorden, la naturaleza y los objetos artesanales, todo ese caos tan atractivo que conforma su mundo, vienen a convertirse o condensarse en este libro, que es mitad canto a la vida y mitad declaración de (literarias) intenciones.

Pág. 14 (…) el paseo propuesto a continuación lo planteo desde el compartir fragmentos de lecturas que me han regalado grandes dichas pero también grandes incomodidades. Trazos que me han seducido pero también otros que me han sobrepasado, que me han irritado, que me han hecho situarme al otro extremo de lo que venía pensando hasta entonces. Y son esos subrayados los que permanecen en conversación permanente con las supuestas convicciones. Sobre todo para desconvencerse, de una vez por todas, de la conveniencia de tenerlas.

Quizá por una especie de lírica simbiosis o porque los textos son verdaderamente hermosos, paso las primeras páginas de "Eros y otros trazos" y pronto echo en falta un lápiz con el que subrayar pasajes.

Inevitablemente marco algunos fragmentos sobre diferentes temas universales, que se ordenan en capítulos compuestos (sospecho) por las muchas notas de lectura tomadas al vuelo por Sílvia durante años de vivir entre libros, entreveradas de apreciaciones y reflexiones personales junto con alguna pequeña anécdota.

Pág. 42 Y la ventura exquisita de no intervenir en qué partes de lo leído deciden quedarse en nosotros para siempre (…)

Pienso en las amigas a las que recomendar esta lectura y creo que se trata de un libro del que disfrutar sin prisas (¿cuál lo es?), deleitándose y en ocasiones repasando más de una vez un mismo pasaje, a causa de esa intensidad que mencionaba antes. Las citas o parafraseos de los autores que admira se desdibujan con las palabras propias dando lugar a un texto tan especial como inclasificable. 

Pág. 54 Con lo bueno y bello que puede ser ir por ahí con un corazón que sepa latir éticamente, siendo contradictorios, incoherentes, humanos.

Los grandes temas universales se organizan en los bloques: identidad, libertad, eros, intelectualidad, espiritualidad y trascendencia, lenguaje y etiquetas y por último, verdad. Todo ello hilado por el concepto de “bienser” que no descifraré aquí para que quienes tengan curiosidad busquen entre las páginas de este libro. Quien busque respuestas quizá solo consiga plantearse más preguntas, pero es que de eso se trataba esto que llaman vivir.

Personalmente, no solo me ha hecho pasar horas de lectura muy agradables sino que la extensa bibliografía me ha dejado muchas y muy buenas recomendaciones para continuar leyendo libros que no conocía y otros que tenía pendientes y quizá ahora recupere, haciendo honor a esto que a veces se comenta y es que un buen libro te abre la puerta a otros muchos. Además por supuesto de hacerme reflexionar sobre estos grandes temas desde prismas nuevos y desde la mirada de otros, y esto siempre resulta enriquecedor. 

Más allá de la redundancia y obviedad de que se trata de un libro para lectores, creo que puede interesar a todas aquellas personas sensibles y cultas que disfruten de vivir poéticamente y hayan hecho un refugio literario donde resguardarse de las inclemencias del mundo real: en esos refugios algunos nos reconocemos a veces y el chispazo que brilla entonces es hermoso, aunque a veces duela.

Pág. 226 (…) lo cuenta poéticamente, que es como se tienen que contar las cosas cuando se las quiere abarcar al completo.


sábado, 11 de junio de 2022

"Acúfenos" - María Rosa Maldonado

 


Dicen de sí mismos Kriller 71 Ediciones: “Un gruñido casi inaudible entre lo que las voces cantantes proponen para la época.” Y simplemente con esa frase ya tiene sentido que hayan publicado “Acúfenos”. María Rosa Maldonado ya había publicado este libro en 2017 una editorial argentina, Zindo&Gafuri. 

Cuando descubrí este título pensé que se trataría de una palabra inventada, ya que no recordaba haberla oído nunca. Pero sí existe y todos sabemos qué es, aunque no sepamos nombrarlo con su término técnico o científico. Se trata de esos ruidos o zumbidos que parecen provenir del exterior pero que realmente se crean dentro de la propia cabeza (o son imaginaciones), sin que haya ninguna fuente externa que los produzca. Suelen ser pitidos más o menos agudos o zumbidos graves que habitualmente son ocasionales pero también se pueden producir de forma crónica.

El significado no es muy halagüeño pero el significante es hermoso. Solo por regodearnos un momento más en este sonido: busco el origen etimológico de este término y encuentro que la palabra acúfeno está formada con raíces griegas y significa "sensación de oír un sonido sin que exista un estímulo acústico procedente del exterior". Sus componentes léxicos son: akoyein (oír) y phanein (aparecer, hacerse visible), más el sufijo –o (agente, el que hace la acción).

Así pues, una excusa u objetivo de María Rosa Maldonado en este libro es transcribir a palabras todas aquellas percepciones que no provienen de algo tangible o que podamos denominar “real”, puesto que no lo vemos.

(pág. 9) Tenemos un caracol dentro del oído. Lo sabemos. Ese caracol sirve para escuchar el mundo y no caernos. A veces sirve para caernos e inventar sonidos.

Mi impresión durante la lectura es que este libro se trataba de una traducción de lo invisible (intuiciones, percepciones) en un acto rayano en la mediumnidad, arrojando luz sobre lo que se encontraba oscuro, mirando con el tercer ojo o mirando desde otro lugar. 

(pág. 37) artemia franciscana
hecha de agua y de cenizas
enamorada de la luz
siempre de espaldas a su propia sombra
la artemia franciscana duerme en cuna de sal
desde el triásico
cuando aún no había flores sino bosques de niebla
epífitas helechos coníferas gigantes
y la tierra era un solo continente

ninfa con dos ojos compuestos y
un tercero naupliar
para entrar en el reino para observar el resplandor del reino
su cara no ha cambiado ni su forma
de producir corrientes de agua con sus delicados filopodios

infiltrada de levedad
toda ella cristal de roja o verde transparencia

(pág. 36) artèmia franciscana
feta d’aigua i de cendres
enamorada de la llum
sempre d’esquenes a la seva propia ombra
l’artèmia franciscana dorm a bressol de sal
des del triàsic
quan encara no hi havia flors sinó boscos de boira
epífites falgueres coníferes gegants
i la terra era un sol continente

nimfa amb dos ulls descompostos i
un tercer naupliar
per entrar al regne per observar l’esplendor del regne
la seva cara no ha canviat ni la seva forma
de produir corrents d’aigua amb els seus delicats fil·lopodis

infiltrada de levitat
tota ella cristall de vermella o verda transparència

También me ha parecido que se trataba de una búsqueda de la identidad a través de la descomposición de su autora: ya que para aprender algo muchas veces debemos desaprender previamente lo que ya sabemos, liberarnos de nuestras certezas para cuestionarlo todo y construir de nuevo.

Que hay algo más allá de lo tangible, debería de resultarnos obvio. Cuando creemos que algo poco claro, irreal, onírico o confuso se ha tratado de una intuición, una coincidencia o una causalidad… probablemente se trate de algo real, pero real quizá en otro plano, apenas perceptible para la mayoría. Hasta las propias sectas religiosas (las que han capitalizado la espiritualidad y reniegan de todo lo que no les interesa para sus fines lucrativos o de control social) hablan del “creador de lo visible y lo invisible”. 

Un acierto en este libro es la mezcla de terminología arcana y evocadora, con otra científica y actual: ese contraste realza la fuerza de las imágenes que se proyectan desde los versos. La presentación bilingüe catalán/castellano también me ha parecido un acierto, que seguro me permitirá aprender un poquito más de la lengua de este lugar donde he ido a llegar, donde no se trata al idioma como arma arrojadiza con intereses políticos y que está resultando ser tan dulce y acogedora.

(pág. 95) en mí las brujas entran sin llamar
no siempre estuve aquí
antes hubo otras almas: la de los minerales
y antes aun la del hidrógeno

tan antigua como el mal como el cero

aún más que el reloj de lava ardiente de alfa de centauro

nací en aguas someras
y salté sigilosa de la nada a lo real
con la belleza del guepardo
la blancura de un lobo de las nieves
o un macizo de adelfas más peligroso que el asbesto

brujas buenas y malas entran en mi casa sin llamar:

tuve antes de ser cuerpo –hacerme cuerpo–
dentro de mi pecho imaginario
debajo del sagrado esternón una tibieza dolorosa:
suave ceniza de la estrella
y la serenidad prometida de la transmutación:

lo que tú llamas muerte

(pag. 94) en mi les bruixes entren sense trucar
no sempre vaig estar aquí
abans hi va a ver altres ànimes: la dels minerals
i abans encara la de l’hidrogen

tan antigua com el mal com el cero

encara més que el rellotge de lava ardent d’alfa del centaure

vaig néixer en aigües someres
i vaig saltar sigil·losa del no-res a allò real
amb la belleza del guepard
la blancor d’un llop de les neus
o un macís d’adèlfies més perillós que l’asbest

bruixes bones i dolentes entren a casa meva sense trucar:

vaig tenir abans de ser cos –fer-me cos–
dins del meu pit imaginari
sota del sagrat estèrnum una tebiesa dolorosa:
suau cendra de l’estrella
i la serenitat promesa de la transmutació:

el que tu anomenes mort


miércoles, 14 de octubre de 2020

"Yo soy el monstruo que os habla" - Paul B. Preciado


Hace menos de un año, Paul B. Preciado se encontraba en un escenario frente a un público compuesto por tres mil quinientos psicoanalistas reunidos para las jornadas de l’École de la Cause freudienne en París. Su discurso, compuesto en base a su experiencia personal como hombre trans no binario, incluía en un momento dado una pregunta que interpelaba al público, donde Paul invitaba a levantar la mano a todas aquellas personas que se definieran públicamente como homosexuales: le abuchearon y se rieron. Una mujer que se encontraba en las primeras filas dijo que Paul era Hitler y que tenían que hacerle callar, mientras el resto aplaudía y silbaba. Los organizadores intervinieron para indicarle que su tiempo se agotaba y no pudo terminar el discurso completo tal y como lo llevaba preparado. Repito: hace menos de un año.

¿Qué había pasado para que esto sucediera así? Lo mismo que pasa cada día en pleno siglo XXI cuando alguien acude en busca de atención y no encuentra personal psicológico feminista, o cuando una persona trans o no binaria se topa una y otra vez contra las estrictas reglas médicas que lo diagnostican como enfermo mental en mayor o menor grado, como disfóricos de género, neuróticos o seres que, en fin, no han sabido resolver satisfactoriamente un complejo de Edipo o una envidia de pene. Se convierten en monstruos. La sanidad cataloga a estas personas como monstruos y les llena el camino de baches. ¿Qué pasa cuando uno de esos monstruos es una persona con una sólida formación y señala con el dedo todo lo que está mal en las terapias del psicoanálisis? ¿Qué pasa cuando alguien se atreve a decir que quienes deben deconstruir su forma de trabajar son los profesionales que están alimentando una inercia que produce un profundo sufrimiento a un sector importantísimo de la sociedad, que en muchas ocasiones termina en suicidio?

Lo que encontramos en en este pequeño libro-joya es la transcripción del discurso completo tal y como Preciado lo concibió y jamás pudo terminar de leer en público. Me resulta muy inteligente y curioso que eligiera "Informe para una academia" de Kafka como excusa o punto de partida: el narrador de ese texto es un simio que tras aprender el lenguaje humano se dirige a una academia de altas autoridades científicas para explicarles qué ha supuesto para él transicionar de simio a humano tras su caza y posterior instrucción, pasando por un circo de animales. Es así como se siente Preciado dirigiéndose a su audiencia: como un monstruo encerrado en una celda de hombre trans.

" 
Pues bien, es desde esa posición de enfermo mental en la que ustedes me colocan desde donde me dirijo a ustedes, señores académios, permítanme que les tutee por un segundo, como un simio humano de una nueva era. Yo soy el monstruo que os habla. El monstruo que vosotros mismos habéis construido con vuestro discurso y vuestras prácticas clínicas. Yo soy el monstruo que se levanta del diván y toma la palabra, no como paciente, sino como ciudadano y como vuestro semejante monstruoso.

Hace unos días escuchaba una entrevista a una actriz trans donde, lejos de responder preguntas sobre su trabajo, toda la inquietud del entrevistador giraba en torno a cuestiones sobre sus traumas infantiles, las anécdotas de su transición, sus operaciones o cómo gestionaba el hecho de que todo el rato le preguntaran si se había operado los genitales: porque a estas alturas, parece que ya sabemos que esta pregunta no debe hacerse, pero aun así, se sigue preguntando de forma indirecta (de una forma pasivo-agresiva), de una manera que deja entrever sin lugar a dudas cómo la duda le corroe al entrevistador. ¿Eso qué importa, por qué a ti te importa? Lamentablemente, es súper habitual que, cuando se trata de entrevistar a personas trans, apenas se hable de otra cosa que de su condición de trans: ya puede haberse hecho súper famosa por su trabajo en una serie de televisión, haber descubierto la cura del cáncer o haber viajado a la luna en globo: siempre le seguirán preguntando cómo se sentía en la infancia, qué opina su familia de todo esto y qué demonios tiene entre las piernas.

En este discurso, Paul B. Preciado insiste de una forma directa y sin pelos en la lengua, en hacer ver a los profesionales del psicoanálisis la complicidad de sus terapias con la epistemología de la diferencia sexual heteronormativa. Me encanta la caña que les da, me encanta cuando les invita a poner en el diván por una vez a su propia institución. Para explicar el aparato psíquico, los psicoanalistas se basan en la diferencia sexual, sin tener en cuenta que es necesario eliminar de una vez por todas el binarismo de género, algo por lo que Preciado lleva luchando desde que se publicara ese maravilloso “Manifiesto contrasexual” que nos abrió los ojos a tantas. 

Nos recuerda que la Organización Mundial de la Salud (que, a pesar de todo, está muy lejos de ser una institución anarcoqueer) afirma que “el género típicamente descrito como masculino y femenino es una construcción social que varía según las culturas y las épocas”. Nos recuerda también que culturas antiguas y modernas utilizan taxonomías sexuales y de género no binarias, más fluidas y complejas que la taxonomía moderna occidental y globalizada (Samoa en el Pacífico, los primeros pueblos de América, la tailandesa tradicional, etc.) Uno de cada 1000-1500 bebés que nacen son intersexuales, pero no se les reconoce como no binarios y se les opera contra su voluntad según la opinión del médico de turno. En entrevistas a personas trans como la que comentaba antes, hay miles de testimonios donde explican otras aberraciones terroríficas como esta, por ejemplo, el momento en el que tuvieron que mostrar sus genitales a un “profesional cualificado” durante un juicio como única vía para conseguir el reconocimiento de su género en el documento oficial de identidad, pasaporte, etc.

Si no conocéis la historia de Paul, os invito fervientemente a descubrirla. Desde el ya citado “Manifiesto…” pasando obligatoriamente por “Testo yonqui” y uno de los más recientes “Un apartamento en Urano”. Derriba barreras, abre camino, inspira, es increíble. Se declara un disidente del sistema sexo-género. Experimentó con su propio cuerpo administrándose testosterona que adquiría en el mercado negro; aceptó identificarse como transexual y enfermo mental para que el sistema médico-legal pudiera reconocerle como un cuerpo vivo humano. No os perdáis la historia de su cambio de nombre, donde mantuvo el “Beatriz” que se le adjudicó al nacer tras el “Paul” de su elección a pesar de las reiteradas negativas de los guardianes del sistema heteronormativo institucional, que tuvieron que claudicar cuando Paul les preguntó por qué “José María” sí, y “Paul Beatriz” no.

Ahora que está en boca de todos el feminismo, las terf, la transexualidad y a muchos todo esto les pilla sin tener aún una perspectiva propia, es necesario formarse. Las opiniones al respecto que suelo escuchar por ahí solo están basadas en comentarios breves leídos al azar en redes sociales, o cuñadismos similares. Nunca suelo decir que un libro o un autor son necesarios: Preciado y sus libros sí lo son, necesarios e imprescindibles. Es más, creo que la sociedad nunca le agradecerá lo suficiente su aportación a la causa.


" 

No pueden seguir afirmando la universalidad de la diferencia sexual y la estabilidad de las identificaciones heterosexuales y homosexuales en una sociedad en la que es legal cambiarse de sexo o identificarse como persona de sexo no-binario, en una sociedad donde hay ya miles de niños que han nacido de familias no heterosexuales y no-binarias. Seguir practicando el psicoanálisis con nociones de diferencia sexual y con instrumentos clínicos como el complejo de Edipo sería hoy tan aberrante como pretender seguir navegando por el universo con un mapa geocéntrico ptolemaico, o como negar el cambio climático o afirmar que la Tierra es plana.

Hoy, es más importante para ustedes, señoras y señores psicoanalistas, escuchar las voces y los lenguajes de los cuerpos que el régimen patriarco-colonial ha excluido que leer a Freud y a Lacan. Por favor, no busquen refugio en los padres del psicoanálisis. Su obligación política es cuidar de los hijos, de las hijas, de les hijes, no legitimizar la violencia de los padres. Ha llegado el tiempo de sacar los divanes a las plazas y de colectivizar la palabra, de politizar el inconsciente.

Liberen a Edipo, únanse a los monstruos, no escondan la violencia patriarcal detrás de los deseos aparentemente incestuosos de los hijos, y pongan en el centro de su práctica clínica los cuerpos y las palabras de los que han sobrevivido a la violación y a la violencia patriarcal, de los que ya viven más allá del núcleo familiar patriarcal, más allá de la heterosexualidad y de la diferencia sexual, de los, las y les que buscan y fabrican una salida.


sábado, 29 de agosto de 2020

"Aquelarre: la emancipación de las mujeres en la cultura de masas" - Irene Liberia Vayá & Bianca Sánchez-Gutiérrez



Muchas veces, un buen diseño de cubierta está directamente relacionado con un contenido igualmente cuidado y de calidad. Por eso, soy de la opinión de que la primera impresión sí es válida (al menos en lo referente a literatura) siempre y cuando, eso sí, no se llame “portada” a lo que no lo es. En mi primera visita a la librería feminista La Rossa curioseo el escaparate mientras termino una llamada telefónica antes de entrar, y “Aquelarre” sin duda capta mi atención.

Es el primer día tras la vuelta de vacaciones y Alodia, la librera, se afana en registrar pedidos que van llegando: los estantes están casi vacíos. Como parece que en esta primera visita la cosa va de brujas, me voy con “Aquelarre” y un fanzine sobre brujas, parteras, enfermeras y sanadoras que tiene una cantidad tan desproporcionada de erratas en su interior que ni siquiera merece la pena comentarlo.

“Aquelarre: la emancipación de las mujeres en la cultura de masas” es un breve ensayo que realiza un recorrido por el papel de las mujeres en los medios y la cultura de masas: cine, televisión, literatura, radio, prensa, música, publicidad, videojuegos, redes sociales, etc.: de entrada, una temática demasiado amplia y compleja para las escasas 250 páginas que lo componen. Pero la bibliografía tras cada artículo me convence en general y el diseño, insisto, es tan atrayente y delicado, que me lo llevo.



En efecto, no se puede esperar una gran profundidad en los temas porque no hay espacio para ello. Las autoras se han ajustado a un espacio limitado para escribir sus artículos y aunque algunas han hecho virguerías y han conseguido profundizar y transmitir una visión amplia sobre su tema, otras se han ceñido a unas pocas generalidades superficiales que distan mucho de la realidad del ámbito que es el objeto de su estudio.

Por ejemplo, me ha gustado mucho el artículo sobre la historia de las revistas para mujeres, que se crearon para transmitir el modelo ideal al que las mujeres debían aspirar (esposa y madre ejemplar) y que se han convertido en artículos que fomentan el consumo y el hedonismo girando en torno al culto al cuerpo normativo. El “quiérete y siéntete guapa” siempre y cuando te mantengas delgada y seas percha de ciertas marcas y tendencias que te harán estar en el mercado. Una reflexión que me ha encantado de este artículo es la siguiente:

He sostenido desde el principio de mis reflexiones que si han existido internacionalmente unas publicaciones especialmente dirigidas a las mujeres, es porque se oponían a otro sector de publicaciones que fundamentalmente se dirigían a los hombres, aunque en este caso se entendiese que no había un destinatario específico por ser el discurso universal. En este sentido hay que insistir en que el hombre ha sido considerado el todo (es decir, el género humano), mientras la mujer ha sido considerada la parte. Es por ello que cuando se informa de fútbol se sobreentiende que es fútbol masculino, y si hace falta referirse al fútbol practicado por mujeres se añade “fútbol femenino”, como en todas las demás disciplinas deportivas que establecen categorías masculinas y femeninas.

También es muy completo el apartado dedicado a la historia de la radio realizada por mujeres, o el del papel de la mujer en la televisión, donde se critica que se haga espectáculo de asuntos tan sensibles como la cirugía estética en esos programas de cambio radical donde se venden los sentimientos y complejos de las personas que participan en ellos (en gran medida, mujeres: mujeres “defectuosas” a las que hay que pasar por chapa y pintura para que sean válidas), pero es que cuando has leído a Guy Debord sabes que todo es espectáculo, en esta sociedad la ética apenas tiene cabida. La televisión se entiende aquí como una potente fábrica de estereotipos y tristemente, es cierto.



El sexismo en publicidad, donde las propias marcas anunciantes son agentes de violencia contra las mujeres, es un artículo que podría ser casi infinito citando ejemplos de casos flagrantes donde se hace un uso abusivo y violento de la figura de la mujer con el fin de vender productos y servicios de todo tipo. De hecho, el sexismo nos cuesta dinero a todos puesto que, con nuestros impuestos, se mantiene el Observatorio de la Publicidad, dependiente del Instituto de la Mujer y a su vez del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. Recibe cantidades ingentes de denuncias por publicidad sexista que reproduce estereotipos de mujer reproductora, objeto sexual pasivo, propiedad del varón, cuidadora, etc.

Me ha decepcionado, sobre todo, el artículo dedicado a la industria musical. Con la gran cantidad de obstáculos e impedimentos que las mujeres deben superar para acceder a un sector (una vez más) controlado por los hombres, la autora se centra en los casos de Madonna y Rosalía, dos casos de éxito para nada representativos de la realidad que oculta la industria musical: ni para cantantes, bailarinas, ni mucho menos para músicas o técnicas.

Sin embargo, en general es un libro muy agradable de leer y del que se puede tomar buena nota para próximas lecturas, gracias a los listados bibliográficos que incluye. Está bastante actualizado en general y supone una visión muy completa de la relación de las mujeres con la cultura de masas a lo largo de la Historia, tomando como hilo conductor un diseño basado en la estética de las brujas que ilustra perfectamente el sobreesfuerzo que las mujeres decididas, inteligentes e inquietas debemos hacer para escapar de los límites que las sociedades patriarcales quieren imponernos.



viernes, 29 de mayo de 2020

"Días en blanco" - José Luis Sampedro


Cuando supe que Plaza & Janés iba a publicar un volumen con la poesía completa de José Luis Sampedro, no me lo podía creer. Es uno de esos regalos de vida que una ya no espera: el maestro murió en abril de 2013 y de eso han pasado ya siete años (quién lo diría: es verdad que el tiempo vuela). ¿Por qué ahora? Y, sobre todo: ¿por qué no en vida? Las fechas que acompañan a los poemas indican que los más recientes fueron escritos en el ya lejano 1985. Hasta 2013, ¿acaso no hubo tiempo y oportunidades de publicarlas? Es obvio que sí, lo que también parece indudable es que el autor nunca las consideró dignas de ser publicadas. Entonces, ¿por qué los herederos de su obra deciden ahora sacarlas a la luz, a pesar de que esto contradiga visiblemente la voluntad de su legítimo autor? Según Olga Lucas, porque de lo contrario las habría destruido en vida:

"Las obras que de verdad no se desean [sic] que vean la luz tras el fallecimiento, no se dejan ahí, al albur de lo que decidan los demás. Salvo en caso de muerte repentina en edad temprana, resulta difícil entender que un autor conserve manuscritos hasta el final de sus días, si está seguro de que no deben ser publicados. (...) Los estudiosos y seguidores de la obra de José Luis Sampedro deben conocerla".

Es cierto que me siento afortunada de tener este libro entre las manos. Pero a la vez me sobrevuela la duda del oportunismo editorial y el dilema ético me reconcome. La excusa de que el autor las guardó con demasiado cuidado para no querer publicarlas me parece floja, más aún cuando se contradice explicando que tuvo ofertas editoriales firmes "cuando ya era conocido y admirado...". A pesar de mis reticencias, el libro ya está conmigo y no voy a evitar perderme entre sus páginas.

José Luis Sampedro era un hombre muy sencillo a pesar de ser una eminencia en áreas muy diversas del conocimiento, así como una mente adelantada a su época y profundamente bondadosa y libre. Así son sus textos poéticos: naturales, sinceros, inocentes. Extasiados ante una naturaleza que observa sin descanso y con reverencia. También anota pensamientos recurrentes acerca del amor (casi siempre ensoñado, no vivido), en general encontramos grandes celebraciones por la existencia de cosas muy pequeñas. Contemplación y recuerdo de caricias, el susurro de voces revividas, un adiós entre las manos, niños jugando, la primera sonrisa, etc.

He tenido la sensación de que la primera parte (que corresponde al ciclo de la Guerra Civil española) es un poco más débil, literariamente hablando. Probablemente esté condicionada por la ordenación cronológica de los textos, que en este caso me han parecido pruebas de escritura, desahogos muy sencillos, quizá incluso el resultado de una técnica de "calentamiento" antes de ponerse a escribir prosa, que es el formato en el que se sentía cómodo y se había profesionalizado. También, pareciera a veces cuaderno de viajes e impresiones a vuela pluma, da la impresión de ser escritos in situ cuando la inspiración desencadena un pensamiento, o viceversa.

Hay una obsesión por la primavera durante todas sus fases vitales. El inverno es observado como una opresión, un enemigo al que hay que soportar inevitablemente, a disgusto. La primavera, en cambio, es la plenitud, la felicidad.

Se trata en general de poemas muy descriptivos, prosa poética del instante, en ocasiones. Personalmente prefiero una poesía que comience con versos llanos y de pronto se transforme en palabras vertiginosas, casi surrealistas, oníricas, con tintes épicos. Pero estos poemas no parece que traten de impresionar a nadie, simplemente son el testimonio de la palabra sincera de su autor, diría incluso la prueba de su nobleza. En esa sencillez he encontrado pruebas de su buen hacer literario, con perlas como este fascinante "yo no le digo al mar que el viento es siempre verde en la rama del sauce" (p.133):


[A veces]

A veces,
quisiera ser humilde: solo cosa pequeña.
Pluma de golondrina o caracola.
Algo limpio y menudo, para toda una vida
sin dolor, sin problemas.

Por eso, yo no le digo al mar
que el viento es siempre verde en la rama del sauce.
Yo no le digo al mar
que hay ríos entre árboles.

No le digo que el agua
es a veces espejo
de unos seres tan tiernos, tan sencillos,
como ala de paloma, como mano de niño.


Quizá sea casualidad, no lo sé, pero el poema de la página 128, por donde abrí por casualidad el libro la primera vez, se ha convertido en mi favorito de lejos. Pertenece al ciclo de Melilla en 1938, un año en plena Guerra Civil española, y sin duda evoca los horrores de la guerra y es una profunda, terrible y hermosa reflexión sobre la muerte. "Has muerto, niño, como lo querías. Ya pueden apagarse las estrellas..."


[Niño. La muerte prematura]

1.
¿Qué visiones terribles presenciaste en el mundo
que te quedó la boca tan llena de ceniza,
niño?

Viste de pronto
                      ¿qué?
¿La espalda de la luna?
¿Tu alma entre las manos de los hombres?
¿Viste la decadencia de tus alas?
¿Por qué esa prisa, di, por qué esa prisa
de quererte morir?

Solamente querías
morir, morir. Igual que si temieras
que todo fuera próximo a caerse
sin que tuvieras tiempo de morir.
¡Morir aprisa, aprisa! Que se muere
lo bello antes que yo.

Has muerto, niño, como lo querías.
Ya pueden apagarse las estrellas.
¡Y gracias por haber brillado tanto
y tan bien, mientras él
vivía y las contaba!

2.
¿Qué ángel te reveló todo el secreto?
¿Tenías alas más blancas que los otros?
¡Tan blancas, sí, sin duda,
que al conocer de pronto los reveses,
te quisiste morir!
Tan blancas, que no pudo ser posible
el verlas marchitarse y caer sus plumas
como pétalos viejos.
Tan blancas que por eso fue preciso
enseñarte de golpe como una desgarradurael secreto mortal.

Y, ¿para qué vivir, si lo sabías?
Si sabías que tan solo se vive
para morir, y todo lo demás
es una interrupción, es un obstáculo.
Perdiste
la fuerza de vivir, que es el querer
vivir.

Pero aún me maravilla
cómo pudiste verlo así: tan fácil,
tan claro. Inapelable.

Solo así pudo ser. Toda tu vida
se volvió contra ti.
Y tu pulso latió para morir
solamente. Y tus músculos
le decían un sí, con sus esfuerzos
a la próxima muerte.
Tus labios se secaban, en la angustia
de repetir tu profesión de muerte.
Yo me quiero morirSin llegar a morir tan deprisa
como querías.

3.
Ya has muerto, niño, como querías.
Como querías, sí. Pero
                                   ¿Acertaste?
Ese mismo secreto que tú sabes
lo aprendí yo también, pero despacio.
Rompiendo con los dientes la amargura
de esa sabiduría.

Tú no me entenderías. Pero el mundo
no es nada solamente hecho de blanco.
No es nada, si no sabes
que solo en el dolor somos hermanos
los hombres con los vientos y los mundos.
No es nada si no sabes
que nada es tan igual como un pájaro muerto
al puñito crispado de tu afán de morir.

¿Acertaste? Es posible que la vida no sea
sino compensación a los que no tenemos
las alas tan excelsas.
Y así no somos dignos de morir enseguida.

Dejando a cada cual el dilema moral por la conveniencia o no de esta obra póstuma, cualquier lector incondicional de Sampedro puede estar de enhorabuena, si deja a un lado los prejuicios éticos y se decide por la lectura. Personalmente, considero que incorporo una pequeña joya atemporal a mi biblioteca, mientras me permito emocionarme una vez más recordando el instante en que tan cariñosamente cogió mis manos entre las suyas aquella feria del libro de hace ya tantos años, en otra vida.

lunes, 28 de octubre de 2019

"Los Modlin" - Paco Gómez


¿Conocéis a los Modlin? Poca gente los conoce, se trata de una historia bastante freak.

A través de la visión de Paco Gómez, que se obsesionó con ellos, la reconstrucción de su historia da como resultado un libro absurdo e inclasificable que engancha, a pesar de todo. 


Los Modlin eran unos americanos que vivieron en el número 3 de la calle del Pez de Madrid desde los años 70 hasta su muerte. Aspiraban a pasar a la historia del arte (Margaret Modlin) y del cine (Elmer Modlin) pero su aportación no pasó de un puñado de fotos y enseres personales que arrojaron a la calle las personas que vaciaron la casa tras la muerte del último de los tres (y que Paco Gómez encontró por casualidad), además de un montón de cuadros inquietantes realizados por Margaret, de calidad cuestionable, así como algunas apariciones esporádicas en películas cutres, casi siempre como figurantes. La única película memorable (además de maldita) donde participó uno de los Modlin fue “La semilla del diablo” (“Rosemary’s baby”, 1968), donde aparecía Elmer Modlin como extra apenas visible en una de las escenas finales. Sin embargo, parece que la maldición les alcanzó de alguna manera.


El primero que llegó a España fue el hijo de ambos, Nelson. Cuando llegó era todavía muy joven y estuvo estudiando expatriado en colegios de Madrid y más tarde en la universidad de Salamanca, cuidando cambiar de domicilio cada dos meses a fin de no poder ser localizado a tiempo y evitar así ser llamado a filas a la guerra de Vietnam. Él fue quien facilitó la llegada de sus padres y gestionó muchos de sus asuntos hasta su muerte, ya que ellos nunca llegaron a aprender a hablar castellano correctamente y no se manejaban bien en asuntos burocráticos ni en asuntos del mundo real en general, ya que vivían en las nubes. 


Nelson Modlin era un chico muy guapo, y al parecer sus padres estaban obsesionados con su belleza. Aspiraban a convertirlo en una gran estrella del cine sin contar con sus intereses personales. Le retrataban desnudo con demasiada frecuencia y esto resulta muy inquietante y sospechoso, el trato hacia él siempre fue muy extraño y él evitaba hablar de sus padres, incluso de adulto; nunca sabremos hasta dónde llegaba esa obsesión por su físico y qué porcentaje de sus traumas de adulto estaría motivado por posibles abusos, si los hubo.


Aunque la historia más turbadora la protagoniza el autor de este libro, que se obsesionó durante años con la reconstrucción de estas vidas esquizoides, contagiándose de su deriva hacia el absurdo. El libro contiene multitud de reproducciones de fotografías íntimas de la familia y la narración es tan caricaturesca que resulta hipnótica. Para él, todo son casualidades, incluso teniendo en cuenta que todos eran vecinos de un barrio muy pequeño en el que en aquella época todos se conocían (Malasaña), lo raro es que los vecinos y trabajadores de los bares del barrio no le hubieran sabido dar información de esta familia, tras tantos años de convivencia en las mismas pocas calles.

Las cenizas de los tres (madre, padre e hijo) fueron arrojadas al lago artificial de la Casa de Campo. Años después, Paco Gómez protagonizó en su orilla una ceremonia personal para despedirse de ellos cuando concluyó su investigación. Ese día arrojó al agua las placas metálicas de las urnas funerarias de la familia… en el mismo lago que drenaron hace poco por completo a fin de retirar toda la basura que se acumulaba en el fondo. Para colmo, las inscripciones de las placas funerarias tenían erratas ortográficas. 

No he podido dejar de pensar en esto porque parece una historia que no se deja enterrar, que siempre vuelve a salir a flote aunque tenga más bien poco que contar. Parece que los protagonistas se rebelan desde el más allá y a pesar de no haber dejado a sus espaldas una obra sólida ni memorable, se revuelven para que les hagamos caso, siquiera por pesados.


viernes, 14 de junio de 2019

"Un apartamento en Urano" - Paul B. Preciado



Tengo una deuda eterna con Paul B. Preciado. La aparición de su “Manifiesto contrasexual” derribó los primeros muros de mis barreras mentales (socialmente injertadas y fijadas con el paso de los años) con frases que sacudían mis cimientos, como la contrasexualidad afirma que en el principio era el dildo. Con la esencia de Michael Foucault, Judit Butler y Donna Haraway impregnando cada espacio en blanco y esa energía y sabiduría desenfrenada de Preciado que nos daría maravillosos títulos con los años. Porque después del “Manifiesto contrasexual” vinieron “Testo yonqui”, “Terror anal” y “Pornotopía”, que ya devoré como fervorosa practicante de la teoría y el imaginario que estaba creando Preciado.

Estoy muy orgullosa de su coherencia y de su trayectoria. Me alucina comprobar cómo ha llevado a cabo hasta los límites sus ideas, y le estoy completamente agradecida de la labor educativa y social que realiza en el terreno sexual, con todo lo que ello implica. La forma en que entiende la sexualidad humana es tan enriquecedora, tan novedosa y, a la vez, tan obvia cuando indagas en ella, que es increíble que el pensamiento promovido por los gobiernos y asumido por la sociedad, siga siendo tan patriarcal, heterosexual, tan binario y tan gris en general.

p.26 Soy un disidente del sistema sexo-género.

“Un apartamento en Urano” recoge varias decenas de artículos cuyos temas giran en torno a las preocupaciones habituales del autor, como la libertad, la sexualidad, las relaciones sociales, la política, los movimientos sociales, la transexualidad, el feminismo, los colectivos oprimidos, etc. Todo aquello que conforma la realidad diaria de cualquier humano consciente del medio en el que vive, y todo centrado en el individuo como pieza elemental pero intercambiable en la que reposa la estructura social. Recordando como un mantra que lo personal es político, y que la implicación individual produce terremotos.

Este libro aparece en un 2019 en el que los cambios en el imaginario colectivo son innegables, se cuelan por todas las rendijas, se visten de todos los colores y hablan cada vez más alto. Reclaman lo que es suyo por derecho propio mientras la violencia, el miedo y la vergüenza dan los últimos coletazos en forma de partidos de derecha compuestos por un montón de pequeños dictadores sociópatas que sin el amparo del grupo se desvanecerían como lágrimas en la lluvia.

p.64 “Si tengo un hijo maricón, lo mato.” Y ese hijo era yo.

Me gusta mucho el prólogo tan cálido de Virginie Despentes, que abre la puerta al lector mientras le da a Paul un abrazo. El amor entre ellos no sabe de géneros, ciudades, casas ni tiempos, y traspasa el papel a fogonazos. También me encanta la introducción de Preciado donde explica la elección de la figura del planeta Urano, la historia que lo relaciona con el colectivo queer y que se remonta a la mitología griega (el mismo lugar al que se remonta todo lo que importa). En 1864, Karl Henrich Ulrichs acuñó el término “uranista” para definir el tercer sexo inspirado en la cita del “Banquete” de Platón que habla de una concepción no heterosexual: en concreto, la que da a luz a Afrodita (diosa del amor) después de que Cronos castrara con una guadaña a su padre Urano.

Mientras que las relaciones homo y bisexuales están presentes en la naturaleza y en toda la maldita historia del ser humano, sin embargo, toda relación no heterosexual sigue siendo:

p.21 (…) una forma de amar que en la Inglaterra o la Prusia de la época [1864] podía  conducirte a la horca y que hoy sigue siendo ilegal en setenta y cuatro países y causa de pena de muerte en trece países, entre ellos Nigeria, Yemen, Sudán, Irán o Arabia Saudita, y motivo habitual de violencia familiar, social y policial en la mayoría de las democracias occidentales.

Me interesa mucho la trayectoria trans de Preciado. Desde “Testo yonqui” nos empezó a contar sus incursiones en el mercado negro para conseguir testosterona de modo que no tuviera que seguir los cauces legales y pautados por médicos. No estaba de acuerdo con la patologización de la  transexualidad en España y no es de extrañar, porque una cosa es que se consiguiera legalizar y otra muy diferente son los humillantes procesos por los que debe pasar todo individuo que quiera un cambio legal en su documento de identidad. Años, fármacos y el diagnóstico de enfermedad mental. Todo esto lo explica prolijamente a través de varios artículos, donde asistimos al recorrido que empieza con la auto-administración de testosterona, el posterior éxodo por consultas médicas, la apertura de su “expediente de rectificación de la mención del sexo en la partida de nacimiento” y la publicación al fin de su nuevo nombre en el boletín oficial y en los periódicos, una última burla gubernamental a su privacidad e intimidad como ser humano.

p.152 (…) en treinta y dos estados de la Unión Bruce podría llevar un Colt 45, pero no un vestido.

Me gusta la manera en que se expresa, que balancea tan bien lo académico y lo cotidiano. Subrayo de forma frenética tanto artículos de denuncia social (“La valentía de ser uno mismo” es sin duda mi favorito), como aquellos en los que se deleita en su experiencia viajera y analiza pequeñas cotidianidades como en “Casa vacía”, donde a la vez hace una serie de relaciones filosóficas con su experiencia vital que aportan al lector lirismo y aprendizaje de vida.

En esencia, lo que nos sigue diciendo Preciado es que no somos los integrantes del colectivo LGTBI, sino que es la sociedad la que está enferma. Y que es necesario seguir habitando los márgenes y reivindicarlos, igual que nos re-apropiamos cada día de los insultos y de las etiquetas con los que la heterosexualidad binarista y mutiladora pretende señalarnos como enfermos. El mensaje que se desprende es una llamada a desarrollar el potencial individual, aprender para tomar decisiones informadas y vivir de forma coherente a como sentimos, sin que nada de lo socialmente establecido se nos imponga. Se nos invita a desobedecer. Y no hay cosa que más me guste que ir a contracorriente (ya que la corriente, tal y como la percibo, está contaminada). Luchar por la justicia poética está en mi naturaleza y no tengo ninguna intención de ponerme diques ni de contenerme. Solo quiero seguir destruyendo barreras, si es que aún me queda alguna.

p.68 (…) los espermatozoides y los óvulos son células heploides, es decir, tienen un  único juego de veintitrés cromosomas. El proceso de fertilización no supone la diferencia de sexo o de género de los cuerpos implicados, sino la fusión del material genético de dos células haploides. No hay nada que haga más apto para la reproducción a un cromosoma de un heterosexual que al de un homosexual, con independencia de que la inseminación se lleve a cabo con un pene o con una jeringa, en una vagina o sobre una placa de Petri. La reproducción sexual no necesita de la unión política ni sexual de un hombre y de una mujer, no es ni hetero ni homo. La reproducción sexual es simple y maravillosamente una recombinación cromosomática.

domingo, 2 de junio de 2019

"Mujeres bibliófilas en España" - Nieves Baranda



El tamaño de este minúsculo librito no está en absoluto proporcionado con la calidad del contenido magnífico que aguarda en su interior. Se trata de un recorrido por las bibliotecas de mujeres de la nobleza y la realeza desde finales de la Edad Media hasta el siglo XIX, paseando por los estantes de quienes en aquel momento se podían permitir el lujo de poseer libros, a saber: Isabel la Católica, Juana de Austria, María de Hungría, Isabel de Farnesio, Juana Inés de la Cruz o Bárbara de Braganza, entre otras.

Desde el comienzo es estupendo: de forma muy breve, Baranda explica que este libro es fruto de un antiguo encargo y que su reducida extensión se deriva de la idea de quienes diseñaron esta colección, por lo tanto, tema y número de páginas han sido condicionados. Al parecer, quisieron hacer una colección de ensayos breves porque “enrollarse es de alfombreros”. Me hizo tanta gracia esta expresión que me prometí adoptarla en mi lenguaje cotidiano. Además, detesto que los escritores añadan páginas innecesarias a veces, así que lo breve, si bueno, ya saben.

Según Baranda, la limitación de espacio deja fuera tanta información interesantísima, que su pretensión con este libro no es más que abrir la puerta a las investigaciones de aquellos lectores que quieran ampliar información. Además, la bibliografía es nutrida y extensa, ya la quisieran para sí muchos ensayitos que se publican con ínfulas y una bibliografía vergonzante, o peor aún, inexistente.

Me gusta mucho que indique la cantidad precisa de ejemplares que poseían las bibliófilas a quienes cita, y que aclare que es imposible establecer las diferencias entre las bibliotecas de hombres y mujeres en un tiempo donde la mujer ni siquiera podía ser independiente para administrar su patrimonio: tan hostiles eran esos tiempos (no han dejado de serlo del todo ahora) que incluso estaba mal visto que una mujer se interesara por la intelectualidad, por tanto era consideradas unas intrusas en un terreno exclusivo de hombres y carecían de tradición, modelos o referentes, vivían su pasión aisladas.

En apenas cien páginas desfilan un buen puñado de mujeres españolas que atesoraron libros y de alguna manera tuvieron parte en la escena cultural de su tiempo. Bien merecen un homenaje a través del tiempo.

sábado, 20 de octubre de 2018

"Monstruas y centauras" - Marta Sanz



Una de las cosas que más me gustan de este libro es el título y su lucidez, se trata de una visión sin apenas perspectiva de los acontecimientos relativos al movimiento feminista de los últimos meses. La autora comienza explicando que siente una saturación informativa debido al bombardeo de una gran cantidad de fuentes de información. Para ordenar estas reflexiones, se basa en acontecimientos recientes como el movimiento Me Too, la carta de las intelectuales francesas y la huelga feminista de 2018.

“Monstruas y centauras” es el ensayo feminista de moda en Instagram, y me gusta que este puesto lo ocupe un libro cuya autora no da por hechas las cosas y se replantea todo, lo lleva a su terreno y construye una opinión en torno; no es, en fin, de las que opinan sobre una sentencia judicial antes de haberla leído y además escribe bien.

Hace alusión a sucesos tan recientes como el falso máster de la Cifuentes o el día en que Aitana Ocaña avisó en medio de una firma de discos que se levantaba un momento para ir al baño porque estaba con la regla. Realza la naturalización que la generación millenial hace de asuntos tabú que nos inculcaban a los que nacimos en el 85 y antes. Sin ir más lejos, estos días ha sido noticia que su compañera Amaia Romero acude a eventos públicos sin depilar, sin embargo nunca es noticia que vaya sin depilar un tío.

Marta Sanz no abandona la actitud de pensamiento crítico y analiza toda la información antes de adscribirse a movimientos o tendencias que surjan en torno al feminismo. Denuncia situaciones adversas para las mujeres en un mundo dominado por hombres, para que no miremos hacia otro lado y decaiga la rabia, para que se mantenga viva la lucha. También se abre exponiendo sus incertidumbres e inseguridades con respecto al feminismo y su lugar dentro de él, sus dudas y las contradicciones que no se obceca en resolver, sino que aprende a aceptarlas y a convivir con ellas, a observar cómo evolucionan a medida que su aprendizaje también lo hace.

Encontramos en la misma página a personajes en principio tan dispares como pueden serlo Mary Beard y Beyoncé, mientras la autora reflexiona sobre en qué parcela del feminismo se encuentra cómoda. En mi opinión todas las vertientes del feminismo son necesarias, mientras apunten en la misma dirección. Es la única forma de avanzar, sin pluralidad no es feminismo. Supongo que el hecho de que te incomode la forma de vida de una feminista muy distinta a ti, implica que debes revisar tus certezas en cuanto a la idea de mujer y de feminismo que ronda en tu cabeza. Otra cosa es que tenga que caerte bien todo el mundo, pero ese es otro tema.

No se trata de linchar al monstruo ―me digo a mí misma para sentirme mejor―, sino de escarbar en el origen de la monstruosidad, utilizar pomadas antibióticas, reeducar la postura.

Tampoco pierde de vista la necesidad del sentido del humor, a diario me pasa que a los pocos minutos de poner un pie en la calle me siento gravemente ofendida por ver actitudes machistas, incívicas, por el acoso sexual callejero, etc. Me encerraría en casa y que esa casa estuviera rodeada de kilómetros de territorio despoblado, no soy lo que se dice una persona social. Pero a la vez necesito trabajar para subsistir y recurro a unos grandes auriculares con death metal a toda pastilla y evito en lo posible andar mucho por ahí. Pero estoy divagando.

También insiste Sanz en la importancia del uso que le damos a la sintaxis. Decía alguien a quien yo quería mucho, que el lenguaje es quizá la única arma que tenemos para cambiar las cosas. A mí no me da miedo el cambio, me da miedo el conservadurismo y la estanqueidad. Hace mucho que sé que el lenguaje es una cosa viva y me gusta ver cómo se transforma y participar de ese cambio, lo que no soporto es el maltrato al que se lo somete y la cantidad de veces al día que veo escrito enserio, sobretodo y ti con tilde. No es ese el cambio al que me refiero, sino a la creación y normalización del lenguaje inclusivo y cero ofensivo: a que el masculino no sea el género por defecto, a que José María Cano revise su ego y su homofobia interiorizada, a no callarme cuando oigo algo así en mi entorno. Por mi trabajo tengo que convivir a diario con personas con las que jamás me iría de viaje, acostumbro a decir lo más sosegadamente que puedo “en mi presencia no consiento lenguaje del odio” cuando escucho expresiones machistas u homófobas. Supongo que esto me hace menos simpática, pero es que encajar nunca ha sido algo en lo que yo haya invertido un minuto de mi vida: encajar en un mundo enfermo, no es sano.

“Por decir portavoza no se es más feminista…”, dice mi amigo Julio Llamazares, pero a mí me entran dudas porque creo que la sintaxis es una pequeña forma de violencia y el travelling en el cine una cuestión moral (…) ¿Por qué no puedo jugar a utilizar el lenguaje como arma cargada de futuro? (…) No me sale decir de manera natural portavoza ni miembra, y creo que en esa artificialidad y ese desorden reside la dimensión política de una gramática que se hace visible y simultáneamente visibiliza un problema social. La pulida bola dorada del lenguaje se abolla y refleja la realidad con sus agigantadas deformaciones. No sé muy bien a qué viene tanto escándalo. Ni esa ortodoxia tan reveladora en la época de la cola de ratón del relativismo y de la desintegración de las humanidades en los planes de estudios de secundaria. En la época en que los niños estudian finanzas. Se acusa de ignorancia a las mujeres que hacen política con la forma del lenguaje como si la forma del lenguaje estuviese exenta de todo tipo de pilosidades ideológicas. Mientras tanto, el conocimiento y la opinión se confunden y se exalta la ignorancia como si tal exaltación fuese un principio democrático que nos igualase.

De aquí viene la elección del título, y de la construcción de la mujer ideal como una máquina perfecta a partir de recortes de revista. No soporto la expresión “es la mujer que todas querríamos ser”: nadie quiere ser la mujer que otra tiene en la cabeza. No hay una mujer perfecta. Y menos mal que no la hay, qué pereza tener que ser otra todo el tiempo.

miércoles, 12 de septiembre de 2018

"Walt Whitman ya no vive aquí" - Eduardo Lago


Más allá de David Foster Wallace

Eduardo Lago es considerado uno de los mayores referentes en cuanto a literatura norteamericana se refiere. Su conocimiento en la materia estriba, en gran parte, en su labor como traductor. Ha traducido a muchos de sus principales referentes literarios, como por ejemplo a David Foster Wallace, Philip Roth, John Barth o Don DeLillo. 

Este volumen no es tanto un ensayo al uso (académico, riguroso, estructurado, impersonal) sino un híbrido que incluye también la visión de su autor (personal, subjetiva, sesgada) con respecto al trabajo de los autores que analiza, a lo que se añade algo así como una suerte de diario de trabajo, anécdotas de los autores, etc.

“Walt Whitman ya no vive aquí”, comienza con una conversación inédita con David Foster Wallace, el autor maldito de “La broma infinita” y otros librazos. La charla es la mar de interesante, con preguntas y respuestas muy lúcidas e informativas, esclarecen muy bien quién es cada uno de los participantes, es un texto buenísimo para dar comienzo a este libro tan particular. Especialmente llama la atención el nivel al que hablan sobre literatura, y también el hecho de que no hablen de otros temas (no tan extraño en entrevistas con escritores). Las respuestas de Foster Wallace no se quedan en la superficie, se esfuerza y ahonda mucho en el contenido de lo que cuenta, también es palpable que se crea un clima magnífico entre ellos y que esto hace que se abra más a seguir hablando.

Más adelante hay lugar para mucho más D.F.W., es innegable la pasión que Lago siente por la obra de este autor. En general, y como veremos, hay una familiaridad muy bonita, una cercanía muy especial, entre Lago y sus autores de referencia, a quienes parece sentir como parte de su familia. 
También hay un lugar para comentar la obra de los autores más crípticos o tradicionalmente más difíciles (Pynchon, Gaddis, el mismo Foster Wallace o DeLillo, quienes a su vez se influencian de otros como Joyce, Navokov o Beckett).


La mujer en la literatura norteamericana

Hasta aquí, todo son autores hombres. ¿Dónde están ellas? ¿Siguen encerradas en casa a la sombra de antipáticos maridos que firman sus textos por ellas? No será hasta la página 53 cuando encontremos una explicación a este fenómeno:

Entre los integrantes de los cuartetos elegidos por Wallace y Bloom no figura una sola escritora, lo cual invita a pensar. No es cuestión de corrección política. Cualquier intento de jerarquización en función del género del autor carece de sentido; más bien es cuestión de mero equilibrio.

A esto le sigue una larga digresión de por qué incluir o no a tal o cual autora que se pueda equiparar a los autores ya citados. Está claro que no es cuestión de corrección política: es cuestión de machismo, que no solo está presente en las librerías, sino también mucho antes, en los círculos literarios y editoriales desde que el patriarcado impera en la sociedad. Si se las ningunea, desprecia, hace a un lado, ignora… claro, no están. Página 55: 

La obra de Morrison es un proyecto sólido, unificado por un singular tratamiento de temas que tienen como centro la experiencia afroamericana vista desde la perspectiva de la mujer (...)

¿Y qué otra perspectiva iba a tener, si la autora es una mujer? Para detectar de forma fácil cualquier presunta “machistada”, basta con darle la vuelta al género de la frase: nunca veríamos escrito “la experiencia afroamericana vista desde la perspectiva del hombre”, ¿verdad? Sería una redundancia. La visión masculina es la establecida y fundamentalmente válida; la femenina, sin embargo, es algo exótico y pueril, por lo que se incide sobre ella destacando que proviene de una mujer.

Siguiendo en esta línea, el capítulo dedicado a Sylvia Plath resulta estar en realidad dedicado “al fantasma de Sylvia Plath”: quien resulta ser el protagonista es su marido Ted Hughes, quien nunca escribió de forma brillante (esto es una opinión personal como cualquier otra, ya que no soy capaz de empatizar con su tono ni con su contenido) y probablemente sólo le conocemos por haber sido el marido de Sylvia Plath. ¿No resulta doblemente absurda su inclusión en este libro de literatura norteamericana… ¡puesto que era inglés…!?

Más adelante, en la página 289 y refiriéndose a la inaprehensible y maravillosa Emily Dickinson, nos sorprende con la siguiente sentencia: “El terror a disolverse, expresado de un modo que sólo lo puede hacer una mujer”. Y poco después, en la página 293, y siguiendo con E.D.: “a la altura de Walt Whitman, cuya lectura le fue prohibida por escandalosa y cuya voz estruendosamente viril se encuentra en las antípodas de la suya”.

Así que 250 páginas después, ya no es que “cualquier intento de jerarquización en función del género del autor carece de sentido”. Ahora, sí, parece ser. Influye el género del autor y además el texto también tiene género, es viril o es femenino. ¿Sabría alguien explicarme qué es lo uno y lo otro? Se da la casualidad de que este libro se publica en 2018, cuando la revolución de la identidad y del concepto de género está en plena revisión y apogeo, el feminismo está más “de moda” que nunca y resulta imposible no alertarse ante sesgos machistas en cualquier ámbito.


Visita al cementerio y la pseudo literatura

Hay algunos fragmentos que me han gustado mucho, como algunas anécdotas históricas de la ciudad de Nueva York, más o menos relacionadas con la literatura. O la narración de su visita a los lugares donde vivió Emily Dickinson.

Pero sobre todo hay un discurso que se mantiene a lo largo de toda la obra, una crítica para nada velada, que también me ha interesado muchísimo: se trata de las malas praxis editoriales que yo también he detectado en ocasiones y que no encajan en absoluto con lo que yo entiendo como Literatura, en general. Veamos. Hay un fenómeno editorial, recurrente, tan manido que supongo que ya nadie se lo cree, pero que se sigue usando sin descanso: el de anunciar como “un hito en el panorama literario contemporáneo” la publicación de una nueva novela. Que muchas veces ni siquiera es literatura, es objeto de entretenimiento y consumo sin más, de autores supuestamente cultos que viven de satisfacer el apetito de las masas. Como bien dice Lago, los mismos lectores que les conceden la fama a estos autores, pronto se la quitan. Se trata del principio de obsolescencia, que hace que caigan en el olvido a los pocos meses de la fecha de publicación.

Basta con ver cómo proliferan en webs y aplicaciones de compra-venta de objetos de segunda mano los típicos best-sellers que pierden todo interés cuando el lector averigua quién es el malo, o cuando sale otro que hace sombra al anterior (un nuevo “hito en el panorama…”), y así eternamente: pasa con los libros entre cuyas líneas no palpita vida. Sin embargo, hay libros buenísimos que son inencontrables una vez descatalogados, hagan la prueba, llevo años comprobándolo.

Me gusta la idea de Lago al considerar que un escritor “de verdad”, ignora olímpicamente toda suerte de estrategias comerciales, no concede entrevistas, jamás habla de su obra, se desconoce dónde vive y su última foto data de hace más de 50 años. Me encanta. Creo que definitivamente aporta valor y seriedad estar fuera del mercadeo editorial, de los circuitos capitalistas de la literatura. Podríamos subir la apuesta y decir que un escritor de verdad jamás publica (hay más ejemplos, no sólo está Dickinson), no toma copas con los libreros ni le da su whatsapp a los lectores, no se baja los pantalones delante de una cámara de televisión ni se derrite ante un plato de comida gratis. Pero hay de todo para todos los gustos, y supongo que así debe ser.

Hay mucho más en “Walt Whitman ya no vive aquí”, que además de poseer un título magnífico, se trata de un libro del que se puede aprender bastante sobre literatura, e incluye al final unos apéndices con guías de lectura, listados de obras y autores ordenados cronológicamente: la versión extendida, media y una lista con unos pocos imprescindibles para quienes tengan menos tiempo o se lo quieran dedicar a otras cosas, porque tiempo tenemos todos el mismo al cabo del día. Según Lago: la mejor novela es “Moby Dick”, de Herman Melville y el mejor poemario es “Hojas de hierba”, de Walt Whitman. A ver quién es el valiente que le quita la razón.


martes, 1 de mayo de 2018

"El delirio — El dios oscuro" de "Claros del bosque", María Zambrano



(p. 43)

Brota el delirio al parecer sin límites, no sólo del corazón humano, sino de la vida toda y se aparece todavía con mayor presencia en el despertarde la tierra en primavera, y paradigmáticamente en plantas como la yedra, hermana de la llama, sucesivas madres que Dionysos necesitó para su nacimiento siempre incompleto, inacabable. Y así nos muestra este dios un padecer en el nacimiento mismo, un nacer padeciendo. La madre, Semelé, no dio de sí para acabar de darlo a luz nacido enteramente. Dios de incompleto nacimiento, del padecer y de la alegría, anuncia el delirio inacabable, la vida que muere para volver de nuevo. Es el dios que nace y el dios que vuelve. Embriaga y no sólo por el jugo de la vid, su símbolo sobre todos, sino ante todo por sí mismo. La comunicación es su don. Y antes de que ese su don se establezca hay que ser poseído por él, esencia que se transfunde en un mínimo de sustancia y aun sin ella, por la danza, por la mímica, de la que nace el teatro; por la representación que no es invención, ni pretende suplir a verdad alguna; por la representación de lo que es y que sólo así se da a conocer, no en conceptos, sino en presencia y figura; en máscara que es historia. Signo del ser que se da en historia. La pasión de la vida que irremediablemente se vierte y se sobrepasa en historia. Y que se embebe sólo en la muerte. El dios que se derrama, que se vierte siempre, aun cuando en los "Ditirambos" se dé en palabras. Las palabras de estos sus himnos siguen teniendo grito, llanto y risa al ser expresión incontenible. Expresión que se derrama generosa y avasalladoramente.

miércoles, 25 de abril de 2018

"Estabulario" - Sergi Puertas


Sergi Puertas (Barcelona, 1971) ha publicado novelas y poemarios. En la información sobre el autor que se puede leer en “Estabulario”, Puertas se nos presenta como un artista multidisciplinar: escritor, periodista, poeta, músico y guionista de novela gráfica en la actualidad, además de haber desempeñado su carrera profesional en la industria editorial en el pasado.

El libro que tengo entre manos es una rareza difícil de clasificar, que se divierte provocando en el lector algún que otro dolor de cabeza: la inquietante imagen que ilustra la cubierta (un tótem de estética hindú con máscaras que observan desafiantes) ya vaticina un contenido extraño y desalentador, que en absoluto está reñido con la buena calidad, como veremos a continuación. Las referencias que lo avalan, invitan sin duda a la lectura.


El encanto de lo grotesco

“Estabulario” ha conquistado a la crítica española, y ha sido comparado con Ballard, Lem, Chirbes y Cronenberg, además de con la maravillosa serie británica “Black Mirror”. Con estas referencias es imposible que como mínimo no llame nuestra atención.

Se compone de seis relatos con las temáticas más descabelladas que quepa imaginarse. Por ejemplo, en el primero tenemos un restaurante especializado en cocinar patos, donde los cocineros son budas obesos con el uniforme de carne adherido a su ADN. La narración no es fácil ni amable, sino extraña y un tanto críptica, es fácil perder el hilo. La ciencia ficción juega a mimetizarse con la realidad en este experimento en el que su autor no buscaba fama y sigue extrañado por haber cosechado éxitos, ya que su intención era más bien explorar los límites del cuento como género literario.

El resultado es una compilación en la que Puertas rinde homenaje a los autores que le sirven de inspiración a la vez que trata (a su manera) temas complejos y de actualidad que le inquietan, como la religión, el islamismo, la era de Internet, la sociedad parapetada tras una pantalla, las consecuencias espantosas que se derivan del mal uso de la tecnología, etc. La excusa es escoger una serie de personajes y someterlos a distorsiones de la realidad para ver cómo se comportan, exactamente como ratas en un laboratorio.

Precisamente, la idea del título, según ha comentado el propio autor, surgió a partir de una conversación con un amigo que trabajaba en un animalario o estabulario con ratas de laboratorio. No conocía ese término y le gustó tanto que finalmente sirvió de título a este volumen. A partir de ahí, Puertas tiró del hilo y pensó qué pasaría si le hiciera algo parecido sobre el papel a seres humanos ficticios.


Nuestra canción

El penúltimo cuento y que más me ha gustado, “Nuestra canción”, es tan inquietante y extraño como el resto pero, además, posee una estructura especial que le confiere un ritmo hipnótico, es un cuento que no se puede leer una sola vez, impacta. Es una metáfora con personajes cambiantes, donde se ponen sobre la mesa temas tan maltratados y complejos como el racismo, el machismo, las normas sociales de convivencia, los choques culturales entre personas de diferentes procedencias, la desnaturalización de la vida humana en las ciudades industrializadas, la pérdida de lo esencial, la hostilidad del capitalismo que nos devora, incluso podemos encontrar ecos hacia la contaminación y la destrucción del planeta.

Todo esto en un relato que bien podría ser cantado, y que se configura en pequeñas estrofas encabezadas con colores y números que en cada nuevo punto y aparte sufren metamorfosis al más puro estilo de la manipulación transgénica. En este cuento nos damos cuenta de que quizá no hace falta alterar la realidad para someter a los humanos a situaciones distópicas o extremas para ver cómo reaccionan… sino que, más bien, somos los propios humanos los que hemos sido desnaturalizados, y que ya somos absolutamente incapaces de desenvolvernos y reaccionar con normalidad en un medio perfectamente natural, virgen.

Lo más destacable de “Estabulario” no es tanto su capacidad de encontrar belleza en lo grotesco, ni siquiera lo mejor o peor escrito que esté: es que tiene la valentía de ponernos enfrente un espejo sin la capacidad distorsionadora de un filtro de Instagram, y así, nos brinda el desafío de luchar contra esa realidad que nos incomoda: toda esa mierda que, como sociedad, solemos barrer y esconder bajo el felpudo.

El arte no es arte si no sacude, si no incomoda, si no consigue que salgamos de su influjo habiendo alterado algo dentro de nosotros. La técnica, la belleza, los referentes, las etiquetas, los movimientos, las épocas, los estilos… no son más que excusas. Precisamente “Estabulario” ni tan siquiera se encuentra dentro del estilo propio de la editorial que lo apadrina, Impedimenta, me pregunto si fue una apuesta editorial azarosa (“por si cuela, por si el boca a boca”, etc.), o es que Enrique Redel y su equipo pretenden explorar otros estilos diferentes a aquellos más amables y convencionales a los que nos tienen acostumbrados. Estaré pendiente, esta apuesta me ha cautivado.

A su favor: la valentía de salirse de lo convencional y explorar nuevas formas de hacer literatura siendo atrevido, mordaz, irreverente, grotesco y salvaje. Incomoda al lector y se divierte jugando con su inteligencia, poniéndole contra los límites de sus propias convicciones.

Y, si hay que buscarle alguna pega, requiere un esfuerzo extra de concentración por parte del lector, así que es una buena elección para que los más acomodados se entrenen para escalar hacia otras formas de literatura que se rebelan contra las normas de lo establecido. No apto para cobardes.

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