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domingo, 30 de octubre de 2022

"Eros y otros trazos [Un ensayo lírico]" - Sílvia Ardévol

 



Descubrir el universo literario de Sílvia Ardévol es una de esas cosas bonitas que suceden a veces en las redes sociales. Creo que hará algo más de dos años que sigo esa mirada suya tan característica desde donde muestra sus lecturas junto al mar o los estantes abarrotados de su biblioteca. Me gusta su intensidad y su elegancia y por supuesto el tipo de lecturas que elige, cómo no también siempre intensas y elegantes. Suelen interesarme siempre los textos que subraya tan efusivamente y que luego fotografía para prender la mecha en alguien, siempre la llama surge aunque sea en el lugar más inesperado. 


Pág. 34 Hay veces que los libros que uno está leyendo vienen a salvarle la vida.

La intimidad de sus libros amontonados en precioso desorden, la naturaleza y los objetos artesanales, todo ese caos tan atractivo que conforma su mundo, vienen a convertirse o condensarse en este libro, que es mitad canto a la vida y mitad declaración de (literarias) intenciones.

Pág. 14 (…) el paseo propuesto a continuación lo planteo desde el compartir fragmentos de lecturas que me han regalado grandes dichas pero también grandes incomodidades. Trazos que me han seducido pero también otros que me han sobrepasado, que me han irritado, que me han hecho situarme al otro extremo de lo que venía pensando hasta entonces. Y son esos subrayados los que permanecen en conversación permanente con las supuestas convicciones. Sobre todo para desconvencerse, de una vez por todas, de la conveniencia de tenerlas.

Quizá por una especie de lírica simbiosis o porque los textos son verdaderamente hermosos, paso las primeras páginas de "Eros y otros trazos" y pronto echo en falta un lápiz con el que subrayar pasajes.

Inevitablemente marco algunos fragmentos sobre diferentes temas universales, que se ordenan en capítulos compuestos (sospecho) por las muchas notas de lectura tomadas al vuelo por Sílvia durante años de vivir entre libros, entreveradas de apreciaciones y reflexiones personales junto con alguna pequeña anécdota.

Pág. 42 Y la ventura exquisita de no intervenir en qué partes de lo leído deciden quedarse en nosotros para siempre (…)

Pienso en las amigas a las que recomendar esta lectura y creo que se trata de un libro del que disfrutar sin prisas (¿cuál lo es?), deleitándose y en ocasiones repasando más de una vez un mismo pasaje, a causa de esa intensidad que mencionaba antes. Las citas o parafraseos de los autores que admira se desdibujan con las palabras propias dando lugar a un texto tan especial como inclasificable. 

Pág. 54 Con lo bueno y bello que puede ser ir por ahí con un corazón que sepa latir éticamente, siendo contradictorios, incoherentes, humanos.

Los grandes temas universales se organizan en los bloques: identidad, libertad, eros, intelectualidad, espiritualidad y trascendencia, lenguaje y etiquetas y por último, verdad. Todo ello hilado por el concepto de “bienser” que no descifraré aquí para que quienes tengan curiosidad busquen entre las páginas de este libro. Quien busque respuestas quizá solo consiga plantearse más preguntas, pero es que de eso se trataba esto que llaman vivir.

Personalmente, no solo me ha hecho pasar horas de lectura muy agradables sino que la extensa bibliografía me ha dejado muchas y muy buenas recomendaciones para continuar leyendo libros que no conocía y otros que tenía pendientes y quizá ahora recupere, haciendo honor a esto que a veces se comenta y es que un buen libro te abre la puerta a otros muchos. Además por supuesto de hacerme reflexionar sobre estos grandes temas desde prismas nuevos y desde la mirada de otros, y esto siempre resulta enriquecedor. 

Más allá de la redundancia y obviedad de que se trata de un libro para lectores, creo que puede interesar a todas aquellas personas sensibles y cultas que disfruten de vivir poéticamente y hayan hecho un refugio literario donde resguardarse de las inclemencias del mundo real: en esos refugios algunos nos reconocemos a veces y el chispazo que brilla entonces es hermoso, aunque a veces duela.

Pág. 226 (…) lo cuenta poéticamente, que es como se tienen que contar las cosas cuando se las quiere abarcar al completo.


domingo, 11 de abril de 2021

"El mito de la belleza" - Naomi Wolf


Leer “El mito de la belleza” de Naomi Wolf no me ha servido tanto para descubrir un concepto que ya tenía muy interiorizado, como para volver a reflexionar sobre él y sobre otros muchos que creo que van de la mano.

A principios de la década de los 90 del siglo pasado, la publicación de este libro fue un bombazo. A España llegó en 2002 de la mano de Salamandra, en una edición que ya casi nadie recuerda y que en todo caso es ya inencontrable. Así pues, la editorial Continta Me Tienes ha venido a reparar este vacío que para muchas feministas ha sido un acontecimiento. El libro se publica en septiembre de 2020 y ya digo, nada nuevo bajo el sol, un tanto repetitivo en su discurso y estructura pero con un mensaje que sigue habiendo que difundir a voces y que, por desgracia, sigue siendo tan actual como hace 30 años.

pág.53 La discriminación por criterios de belleza se ha hecho necesaria no por considerar que las mujeres puedan no ser suficientemente aptas, sino por el hecho de que sean, como siempre han sido, doblemente aptas.

Se dice pronto pero pasan décadas y hay cosas que parecen seguir igual. Nuestros gustos no responden a preferencias personales sino a inclinaciones aprendidas y diseñadas desde esferas más o menos invisibles y a través de formas más o menos sutiles que apenas percibimos pero se nos calan sus mensajes como la lluvia a través de un paraguas improvisado con un trozo de cartón.

pág.75 Un empresario no puede demostrar la incompetencia de una empleada calificándola simplemente de incompetente. Pero como la «belleza» vive en lo más profundo de nuestra psique, ahí donde la sexualidad se combina con la autoestima, y puesto que se define, de forma útil, como algo que te otorgan desde fuera y que siempre te pueden arrebatar, decirle a una mujer que es fea puede hacer que se sienta fea, que actúe con fealdad, que sea fea en todos los sentidos, si sentirse bella es lo que hace que conserve su integridad.

De poco vale que una personita adolescente no consuma revistas ni tenga interés en las tendencias de moda de su tiempo, si el resto de su clase empieza a vestir de una forma determinada y no quiere sufrir exclusión social ni que se le señale por ser diferente. Es solo un ejemplo, esto nos sucede con las tendencias que vemos paseando por la calle, la influencia de quienes nos rodean y, por supuesto, de los medios de comunicación, publicidad y un largo etcétera. 

Alguien decide cómo llevas depilados los genitales y el estampado de tu camiseta low cost, que es el resultado del copia-pega que cada temporada estructural y jerárquicamente va descendiendo desde las pasarelas de alta costura. Siempre hay alguien que ha tomado las decisiones igual que hay alguien poniendo las líneas a los mapas. No has inventado la rueda y cuanto antes deconstruyas el mito del libre albedrío, antes empezarás a poder disfrutar de lo más parecido que puedas experimentar en materia de elección consciente e informada en esta sociedad extremadamente encorsetada en la que has venido a nacer.

Personalmente, lo que más me ha estremecido leyendo este libro, ha sido lo referente a la cirugía plástica, que tiene su origen en la reconstrucción de cuerpos mutilados en las guerras y que ahora es una herramienta de belleza más, como lo es un peine o una barra de labios. Naomi Wolf es muy expresiva y plástica, gore, cuando trata el tema de las mutilaciones o reubicaciones de grasa corporal, así como los implantes y demás sustancias más o menos tóxicas que acaban dando lugar a rostros inexpresivos o inhumanos cuando las cirugías faciales se llevan al límite. Volvemos al descubrimiento de la rueda y al espejismo de la libre elección que mencionaba al principio: es algo que las personas hacen para estar bien consigo mismas, o para gustar, o viceversa, o ambas. 

Es decir, en un mundo deshabitado, o habitado tan solo por su pequeño círculo que les aceptan por quienes son, no por cómo se ven, ¿también se mutilarían? Nunca lo sabré. Solamente puedo reflexionar por mí y, como persona muy tatuada que cree no haber seguido modas al respecto y que ha diseñado todos y cada uno de sus tatuajes dotándolos de una carga simbólica personal muy bestia… dudo mucho que me hubiera tatuado en un mundo habitado solo por mí o por tres o cuatro personas más. Es decir, en cuestión de modificaciones corporales creo que siempre hay un componente social muy grande. Esto no es bueno o malo en sí mismo, simplemente es fundamental interiorizarlo para vivir de forma más consciente, eso es todo. Naomi Wolf se lo explicará mejor.

sábado, 5 de diciembre de 2020

"Vulva: la revelación del sexo invisible" - Mithu M. Sanyal


p.18 Debido a que el lenguaje es el sistema con el que nos orientamos en el mundo y evaluamos las cosas, la desaparición de denominaciones que expresen aprecio o sean simplemente precisas va siempre acompañada de la desaparición de un contexto positivo de aprecio, la refleja o prepara su llegada.


p.28 En realidad, la situación para la mayor parte de las jóvenes es incluso más desoladora. «Las niñas tienen un “mumu”, una florecita, una pelusilla, un enchufecito, casi cualquier nombre que uno pudiera dar a una mascota pequeña y suave como un conejillo de Indias parece apropiado», constató la periodista Mimi Spencer en un artículo en The Guardian con el título, tomado de Eve Ensler, de «The vagina dialogues». Más allá de ello, lo que importa aquí es que estas palabras no sólo quitan importancia o establecen una distancia, sino también que son muy individuales.

(…)

Esto significa que las jóvenes no pueden hablar entre sí acerca de sus genitales. Cada referencia permanece reducida al ámbito de lo muy privado, generalmente al núcleo familiar, de forma que, sin importar cuán positivamente se expresen los padres, la vulva queda adherida más bien a un aura de secreto y ocultación: es aquello sobre lo que no se habla. «Si no podemos decirles a nuestras hijas cómo se ven realmente sus órganos sexuales, entonces animamos a cada nueva generación de mujeres a trabajar con engaños y a encubrir su lenguaje, sus pensamientos y sus sensaciones», criticó Harriet Lerner, quien, desde los comienzos de su confrontación con la palabra que empieza por «v» ha entrevistado literalmente a cientos de padres y les ha preguntado por qué no revelaban simplemente a sus hijas que su genital se llama vulva. Las respuestas aún la desconciertan treinta años después:


p.29 Muchos padres, por lo demás cultos, decían incluso que nunca habían oído la palabra. Aquellos que tenían conocimiento de los términos correctos daban las explicaciones más fantasiosas sobre por qué no las usaban. «Vulva es un término médico y yo no quisiera agobiar a mi hija con términos que sus amigas no conocen.» «Lo va a decir en su clase y entonces, ¿qué hacemos?» «Vulva y clítoris son términos técnicos.» (…) «No quiero que mi hija se convierta en una obsesa sexual o acabe creyendo que los hombres pueden ser reemplazados por un vibrador.»


p.228 “Al contemplar ese genital extraño e inexplicable me sentía como un alien, lo que es una descripción bastante precisa de la distancia entre las mujeres y sus genitales. Sí, los usamos, podemos incluso disfrutar de ellos, pero no hay sentimiento de pertenencia. Esos labios dobles en mi pubis no me pertenecían realmente ni siquiera a mí, sino que eran parte de un mundo ajeno de cuya existencia tenía una prueba en ese momento.”


p.232 La práctica generalizada de nombrar equivocadamente a los genitales femeninos es casi tan sorprendente en sus consecuencias como el silencio que rodea a este hecho. Es cierto que en los Estados Unidos no se cortan y extraen el clítoris y los labios vaginales como se hace en otras culturas a innumerables niñas y mujeres. Nosotros hacemos el trabajo no con el cuchillo sino con el lenguaje: el resultado es, si se quiere, una mutilación genital psíquica. El lenguaje puede ser tan afilado y veloz como un bisturí quirúrgico. Lo que no se nombra, no existe.


sábado, 29 de agosto de 2020

"Aquelarre: la emancipación de las mujeres en la cultura de masas" - Irene Liberia Vayá & Bianca Sánchez-Gutiérrez



Muchas veces, un buen diseño de cubierta está directamente relacionado con un contenido igualmente cuidado y de calidad. Por eso, soy de la opinión de que la primera impresión sí es válida (al menos en lo referente a literatura) siempre y cuando, eso sí, no se llame “portada” a lo que no lo es. En mi primera visita a la librería feminista La Rossa curioseo el escaparate mientras termino una llamada telefónica antes de entrar, y “Aquelarre” sin duda capta mi atención.

Es el primer día tras la vuelta de vacaciones y Alodia, la librera, se afana en registrar pedidos que van llegando: los estantes están casi vacíos. Como parece que en esta primera visita la cosa va de brujas, me voy con “Aquelarre” y un fanzine sobre brujas, parteras, enfermeras y sanadoras que tiene una cantidad tan desproporcionada de erratas en su interior que ni siquiera merece la pena comentarlo.

“Aquelarre: la emancipación de las mujeres en la cultura de masas” es un breve ensayo que realiza un recorrido por el papel de las mujeres en los medios y la cultura de masas: cine, televisión, literatura, radio, prensa, música, publicidad, videojuegos, redes sociales, etc.: de entrada, una temática demasiado amplia y compleja para las escasas 250 páginas que lo componen. Pero la bibliografía tras cada artículo me convence en general y el diseño, insisto, es tan atrayente y delicado, que me lo llevo.



En efecto, no se puede esperar una gran profundidad en los temas porque no hay espacio para ello. Las autoras se han ajustado a un espacio limitado para escribir sus artículos y aunque algunas han hecho virguerías y han conseguido profundizar y transmitir una visión amplia sobre su tema, otras se han ceñido a unas pocas generalidades superficiales que distan mucho de la realidad del ámbito que es el objeto de su estudio.

Por ejemplo, me ha gustado mucho el artículo sobre la historia de las revistas para mujeres, que se crearon para transmitir el modelo ideal al que las mujeres debían aspirar (esposa y madre ejemplar) y que se han convertido en artículos que fomentan el consumo y el hedonismo girando en torno al culto al cuerpo normativo. El “quiérete y siéntete guapa” siempre y cuando te mantengas delgada y seas percha de ciertas marcas y tendencias que te harán estar en el mercado. Una reflexión que me ha encantado de este artículo es la siguiente:

He sostenido desde el principio de mis reflexiones que si han existido internacionalmente unas publicaciones especialmente dirigidas a las mujeres, es porque se oponían a otro sector de publicaciones que fundamentalmente se dirigían a los hombres, aunque en este caso se entendiese que no había un destinatario específico por ser el discurso universal. En este sentido hay que insistir en que el hombre ha sido considerado el todo (es decir, el género humano), mientras la mujer ha sido considerada la parte. Es por ello que cuando se informa de fútbol se sobreentiende que es fútbol masculino, y si hace falta referirse al fútbol practicado por mujeres se añade “fútbol femenino”, como en todas las demás disciplinas deportivas que establecen categorías masculinas y femeninas.

También es muy completo el apartado dedicado a la historia de la radio realizada por mujeres, o el del papel de la mujer en la televisión, donde se critica que se haga espectáculo de asuntos tan sensibles como la cirugía estética en esos programas de cambio radical donde se venden los sentimientos y complejos de las personas que participan en ellos (en gran medida, mujeres: mujeres “defectuosas” a las que hay que pasar por chapa y pintura para que sean válidas), pero es que cuando has leído a Guy Debord sabes que todo es espectáculo, en esta sociedad la ética apenas tiene cabida. La televisión se entiende aquí como una potente fábrica de estereotipos y tristemente, es cierto.



El sexismo en publicidad, donde las propias marcas anunciantes son agentes de violencia contra las mujeres, es un artículo que podría ser casi infinito citando ejemplos de casos flagrantes donde se hace un uso abusivo y violento de la figura de la mujer con el fin de vender productos y servicios de todo tipo. De hecho, el sexismo nos cuesta dinero a todos puesto que, con nuestros impuestos, se mantiene el Observatorio de la Publicidad, dependiente del Instituto de la Mujer y a su vez del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. Recibe cantidades ingentes de denuncias por publicidad sexista que reproduce estereotipos de mujer reproductora, objeto sexual pasivo, propiedad del varón, cuidadora, etc.

Me ha decepcionado, sobre todo, el artículo dedicado a la industria musical. Con la gran cantidad de obstáculos e impedimentos que las mujeres deben superar para acceder a un sector (una vez más) controlado por los hombres, la autora se centra en los casos de Madonna y Rosalía, dos casos de éxito para nada representativos de la realidad que oculta la industria musical: ni para cantantes, bailarinas, ni mucho menos para músicas o técnicas.

Sin embargo, en general es un libro muy agradable de leer y del que se puede tomar buena nota para próximas lecturas, gracias a los listados bibliográficos que incluye. Está bastante actualizado en general y supone una visión muy completa de la relación de las mujeres con la cultura de masas a lo largo de la Historia, tomando como hilo conductor un diseño basado en la estética de las brujas que ilustra perfectamente el sobreesfuerzo que las mujeres decididas, inteligentes e inquietas debemos hacer para escapar de los límites que las sociedades patriarcales quieren imponernos.



lunes, 3 de agosto de 2020

"Borderlands: la frontera" - Gloria Anzaldúa



Varias personas cuyo criterio respeto, me habían recomendado mucho “Borderlands”, un ensayo de los 80 de Gloria Anzaldúa (1942-2004), que sigue vigente y aún contiene enseñanzas muy valiosas. Desde que leí la información sobre la autora que aparece en la solapa del libro, me encantó y pasé un poco en diagonal las introducciones iniciales en busca de sus palabras. Vi por ejemplo que se define a la frontera como un “confín contra natura”: no puedo estar más de acuerdo. ¿Qué os pasa con las rayitas imaginarias en el suelo? La tierra no nos pertenece, en cualquier caso, nosotros le pertenecemos a ella, ¿quiénes nos creemos para repartírnosla, prohibírnosla unos a otros, etc.?
Sigo leyendo y descubro que este ensayo es un conjunto de textos de diversas naturalezas, que recogen influencias de la historia mexicana, así como familiar y personal de Anzaldúa.

Originalmente, es un libro escrito sobre todo en inglés, con amplios fragmentos en español y términos en náhuatl: la traducción tuvo que ser entretenida. Es importante no leer solo feminismos de nuestro país o que persiga exactamente nuestros intereses: esto desvirtúa la naturaleza del movimiento y es peligroso, porque hace pensar que no existe mucho más allá de la realidad personal que ya se conoce, y todo lo demás que existe no tiene que ser ni por asomo igual o parecido: cada realidad tiene su propio caleidoscopio de enfoques y circunstancias.

Para mí, en el feminismo hace falta incluirlas a todas; y digo todas desde una perspectiva antiespecista. Cuando se escribió este libro, la necesidad de nombrar la diversidad se hallaba aún en estado incipiente. Hoy aún cuesta muchas discusiones hacer entender que hay mucho más allá de las narices y la mente cerrada de las personas con quienes se discute. Casi siempre es agotador.

p. 42  La frontera entre Estados Unidos y México es una herida abierta donde el Tercer Mundo se araña contra el primero y sangra. Y antes de que se forme costra, vuelve la hemorragia, la savia vital de dos mundos que se funde para formar un tercer país, una cultura de frontera. Las fronteras están diseñadas para definir los lugares que son seguros y los que no lo son, para distinguir el us (nosotros) del them (ellos). Una frontera es una línea divisoria, una fina raya a lo largo de un borde empinado. Un territorio fronterizo es un lugar vago e indefinido creado por el residuo emocional de una linde contra natura. Está en un estado constante de transición. Sus habitantes son los prohibidos y los baneados. Ahí viven los atravesados: los bizcos, los perversos, los queer, los problemáticos, los chuchos callejeros, los mulatos, los de raza mezclada, los medio muertos; en resumen, quienes cruzan, quienes pasan por encima o atraviesan los confines de lo “normal”. Los gringos del suroeste de Estados Unidos consideran a los habitantes de las tierras fronterizas transgresores, extranjeros –tanto si tienen documents como si no, tanto si son Chicanos como si son Indios o Negros–. Prohibida la entrada, los trespassers serán violados, mutilados, estrangulados, atacados con gas, shot. Los únicos habitantes legítimos son quienes tienen el poder, los blancos y quienes se alían con los blancos. La tensión se apodera de los habitantes de las tierras fronterizas como un virus. La ambivalencia y el malestar residen allí y la muerte no es una extraña.
p. 44  En 1521 nació una nueva raza, el mestizo, el mexicano (gente cuya sangre era mezcla de española e india), una raza que no había existido con anterioridad. Los Chicanos, los mexicano-americanos, son los descendientes de aquellos primeros emparejamientos.

Me ha gustado mucho una reflexión sobre la ignorancia y lo sobrenatural. Según Anzaldúa, los seres humanos generalmente temen lo sobrenatural, tanto lo antidivino (impulsos animales como la sexualidad, el inconsciente, lo desconocido, lo extraño) como lo divino (lo suprahumano, el dios en nosotros). Mientras la cultura y la religión nos "protegen" de estas dos fuerzas, la hembra es temida por ser capaz de crear entidades, por sangrar cada mes y no por ello morir, por estar en sintonía con los ciclos de la naturaleza. Y así, se teme todo lo que es diferente o no se consigue entender (lo extraño, lo raro, lo que no se ajusta a lo hetero-establecido), se ataca por pura ignorancia, porque no se nos educa en respetar lo que no entendemos, sino a protegernos de ello.

p. 61  En una universidad de Nueva Inglaterra donde daba clases, la presencia de unas pocas lesbianas hacía que los alumnos y profesores heterosexuales más conservadores entraran en pánico. Las dos alumnas lesbianas y las dos profesoras que éramos lesbianas nos reunimos con ellos para comentar sus temores. Uno de los alumnos comentó: “Yo pensaba que homofobia significaba miedo de ir a casa después de un periodo de residir en otro lugar”.
Y yo pensé: qué apropiado. Miedo de ir a casa. Y de que no te acepten.

También me gusta mucho la reflexión que muestra cómo la cultura occidental ha convertido en objetos a las cosas y a las personas al distanciarse de ellas, con lo que han perdido el contacto. La mente mágica o abstraída es patologizada o menospreciada por salvaje. Según Anzaldúa, en esa dicotomía se halla la raíz de toda violencia. Y no puedo estar más de acuerdo, porque cuando te das cuenta de que vives en una sociedad donde la vida es mercancía, ya solo puedes vivir permanentemente espantada. Es terroríficamente sencillo acceder a los cuerpos de mujeres y animales. Me refiero a cuerpos como unidades políticas, a cuerpos sintientes con respecto al dolor y a las emociones: cuerpos que quieren vivir. Las mujeres que, esclavizadas, trabajan con su cuerpo, realmente no lo hacen con sino en su cuerpo. En cuanto al cuerpo de los animales, son piezas fabricadas artificialmente para poner a la venta descuartizadas. En ambos casos se trata de cuerpos explotados de modo que unos señores que no ponen su cuerpo y sí tienen todos los privilegios, se enriquecen con el sufrimiento, explotación y asesinato ajeno. No busquéis abolicionismo o antiespecismo en Anzaldúa porque no lo vais a encontrar, esas reflexiones son mías porque no puedo pensarlas aisladas del feminismo, pero no son el objeto de este libro.

La primera mitad de Borderlands me ha gustado mucho, pero los poemas y las entrevistas que se incluyen después, no los he encontrado tan informativos, ricos en matices y bien redactados, o por algún motivo no he conectado con ellos. Sin embargo, en general es una lectura muy recomendable que una vez se contextualiza, puede servir para derribarnos algunas barreras mentales molestas que aún tengamos en pie.

martes, 5 de mayo de 2020

"Cervantes y Lope: Vidas Paralelas" - Mary Shelley


Contexto
Puede que seguir hablando de Mary Shelley en 2020 resulte fuera de lugar, agotado, marchito. Para mí sigue siendo una fuente de inspiración a la que, al menos por ahora, no le veo el fondo. 

La publicación en 1792 del manifiesto de su madre, Mary Wallstonecraft, “Vindicación de los derechos de la mujer” sigue siendo un punto al que no dejar de mirar. La continuación de su legado por su hija, Mary Shelley (1797-1851) también es ejemplar, somos muchas las que nos sentimos herederas de esas líneas de pensamiento y actuación.

Basta con que prestemos atención a las fechas en que vivieron y escribieron, observadas desde este 2020 convulso y apocalíptico. Los tiempos nunca han sido favorables a las mujeres, pero plantarles cara ha sido posible siempre… siempre y cuando se tuvieran agallas para ello, y la educación y formación juega un papel clave. Es cierto que ellas disfrutaron de fácil acceso a la cultura, pero también lo es que no dudaron en aprovechar ese privilegio para allanar el camino a las que venían detrás.

Hay grandes obras literarias que nos hablan de la maldad intrínseca del ser humano: “El Señor de las Moscas” de William Golding, “El corazón de las tinieblas” de Joseph Conrad, “El proceso” de Kafka, “Fahrenheit 451” de Ray Bradbury, “El Señor de los Anillos” de J.R.R. Tolkien… hay muchos, estos además son excepcionales. Con esto quiero decir que la opresión y la crueldad, disfrazadas actualmente de patriarcado, explotación animal y laboral, están y van a seguir estando: la maldad es intrínseca al ser humano. 

Pero plantarle cara está en nuestra mano, hacer todo lo posible desde nuestras decisiones informadas personales, porque lo personal, como ya bien hemos aprendido, es político.

El caso es que Mary, madre e hija, lo hicieron, le plantaron cara y por eso son ejemplo.

Cervantes y Lope
Originalmente este fue un libro de semblanzas más extenso, que incluía más autores y que se tituló “Literary Lives”, era una serie de biografías de escritores para la Cabinet Cyclopaedia de Dionysius Lardner, una iniciativa editorial en la que colaboró Mary Shelley y que respondía a la creciente demanda cultural por el aumento de la alfabetización en Inglaterra a comienzos del siglo XIX.

Tras la muerte de su pareja Percy Shelley, Mary se centró en sus trabajos literarios a fin de mantener al único de sus hijos que había sobrevivido, así como en luchar para que su suegro (que nunca compartió la ideología ni los matrimonios de su hijo) accediera a otorgarle a su nieto la herencia que le correspondía. Y lo consiguió.

Mary aprendió latín, griego, francés e italiano, las lenguas extranjeras más en boga en su época. Pero además, durante su estancia en Livorno aprendió español, quizá no al mismo nivel que las otras lenguas pero sí al suficiente como para leer a los clásicos y consultar obras de crítica contemporánea.
Era una enamorada de Cervantes y Lope, es por eso que Calambur eligiera estas dos semblanzas para componer este pequeño volumen. Ambas semblanzas están muy bien entretejidas, de modo que la vida de penurias de Cervantes se contrapone a la grandilocuente de Lope. 

Pero no me interesaba tanto ahondar en estos dos autores como buscar entre líneas a Mary: en ambos casos se desprende de los textos su intensidad conmovedora, era una entusiasta de las letras y vivía apasionadamente sus emociones. Se extasiaba investigando la literatura de los autores que más admiraba y así lo plasmaba en sus textos, exactamente lo mismo le sucedía con la observación de la naturaleza. Sabía transmitir esa exaltación de una forma inteligente y contenida, eligiendo siempre muy bien las palabras. Nunca se cansó de aprender y formarse, sirva también eso como ejemplo ahora.

El libro está muy bien prologado (eso es una rareza en los tiempos que corren) y anotado, y da gusto tenerlo entre las manos; forma parte ya de la preciosa sección “Villa Diodati” de nuestra biblioteca casera.



sábado, 15 de febrero de 2020

"Microfísica sexista del poder: el caso Alcàsser y la construcción del terror sexual" - Nerea Barjola




p. 164 “En un artículo de opinión titulado «¿Quién viola a quién?», se habla de Golda Meir, primera ministra israelí entre 1969 y 1974. Según cuenta el periódico, en una reunión, se le solicitó que ordenara el toque de queda a las mujeres para evitar, así, que fueran agredidas sexualmente. A lo que ella contestó: «Pero, ¿quién viola a quién? “Los hombres a las mujeres”, le respondieron con naturalidad. Pues entonces, que se decrete toque de queda solo para los hombres a partir de las 22.00, propuso la primera ministra».

Hace ya casi dos años, cuando se publicó este libro, fue muy recomendado por la red de mujeres cuyas recomendaciones literarias, feministas y filosóficas sigo a través de Internet. Su criterio nunca falla y nuestros intereses y enfoques siempre concuerdan. Sin embargo, supe que trataba en profundidad un tema espeluznante con el objetivo, eso sí, de denuncia y con un enfoque con el que de entrada estaba muy de acuerdo. Pero decidí no leerlo entonces. Hace un par de semanas, por cosas de la vida, fui a comprarlo y, sí, la lectura ha sido tan dura y tan lúcida como esperaba.

Nací en 1985 y el secuestro de las chicas (lo que Barjola denomina “desaparición forzada”) tuvo lugar en noviembre de 1992, yo tenía 7 años y no me enteré de nada, los pocos detalles que inevitablemente he ido conociendo a lo largo de los años, sin buscarlos, me llegaron después. Recuerdo que el ambiente en casa se tornaba silencioso, lúgubre y pesado (como de espera tensa con un peso en el pecho impidiendo respirar) cada vez que se conocía una noticia terrible sobre terrorismo, acoso machista, asesinatos, accidentes, etc.

Sí sabía que el tratamiento de la noticia por parte de los medios de comunicación fue amarillista y vergonzoso, y que fue un antes y un después en el uso y enfoque de las emociones de las víctimas, que de repente se vieron rodeados de cámaras que, con la excusa de ayudarles con la difusión, exigían a cambio un zoom sin escrúpulos de su temblor y sus lágrimas, con el único afán de conseguir más audiencia. Ignoro si alguna vez se le pidió perdón al círculo íntimo de las víctimas, aunque nada puede eliminar la infamia que se cometió con ellos.

La lectura que aporta Barjola revela otro daño irreparable ya no solo hacia las personas cercanas a las víctimas, sino al resto de la sociedad, en concreto a todas las mujeres de esa España de principios de los 90: cuando la movida y el destape de los años previos habían dado lugar a un pequeño cambio de mentalidad y las mujeres gozaban poco a poco de pequeñas libertades, el secuestro y tortura de las chicas de Alcàsser fue utilizado como un portazo que puso fin a cualquier soplo de aire fresco que pudiera circular por la península.

Se insistió una y otra vez en el peligro al que se exponían (voluntaria y conscientemente) las mujeres que salían de noche (sin protección masculina de padres o hermanos) y que tenían contacto con desconocidos. Como si se lo buscaran, como si de hecho se lo tuvieran bien ganado (por putas). Como si fuera normal que el peligro acechara ahí fuera y hubiera que resignarse a vivir con miedo. Es decir, en lugar de poner el foco en qué estaba sucediendo con los hombres que violaban, se apuntaba hacia las mujeres que parecían estar queriendo ser violadas. Los grupos feministas que alzaron la voz denunciando esta monstruosidad, fueron silenciados. Han tenido que pasar décadas para que a base de insistir se empiece a inocular en el imaginario colectivo el hecho de que el cuerpo de la mujer no es sinónimo de provocación, y que la infección está en la educación machista, sexista y patriarcal que se nos inculca desde que nacemos.

La idea que se transmitió a la población fue que, una vez que la mujer traspasaba al ámbito de lo público, ella era también pública. Es decir, de todos, no dueña de su cuerpo ni de su libertad (para decidir, para viajar, para consumir, para vestir, para divertirse, para trabajar, para todo).
Esto, relacionado inevitablemente con la prostitución, hace deducir que, mientras haya mujeres apostadas en esquinas (sin un letrero en la frente necesariamente, que diga que son prostitutas) que se puedan alquilar por una miserable suma de dinero que cualquiera puede conseguir, por ende, todas las mujeres, por el hecho de habitar el espacio público son prostitutas en potencia, y por tanto, tratadas como tal (mercancía, carne, objeto) por todos aquellos seres in-humanos que normalizan el hecho de que cualquier criatura sintiente que no sea un hombre con apariencia típicamente masculina tienen unos derechos y sentimientos que pueden vulnerarse en cualquier momento y sin represalias. Todo lo que escapa al feminismo antiespecista se engloba en la cultura de la violación y consumo hostil (hembras violadas, hembras acosadas, hembras asesinadas, hembras esclavizadas, hembras o sus crías descuartizadas y envasadas en los refrigeradores de cualquier supermercado).

Con Alcàsser, el terror sexual llegó a España para quedarse. Se vio reforzado el concepto de familia patriarcal, beato y casposo que tanto estaba costando hacer desaparecer. Que lamentablemente está repuntando ahora, sin ir más lejos. Alcàsser fue un espectáculo, la violencia sexual fue un espectáculo. Se impuso el toque de queda y se recortaron sin contemplaciones las libertades de las mujeres: las de los acosadores sin embargo se dejaron intactas, o se vieron reforzadas. La gente veía los programas por el morbo, asistía a los juicios por el morbo. Quizá la frialdad y lejanía que implica la pantalla de la televisión tuvo que ver con la deshumanización, puede ser la raíz de que asistas a un suceso dramático (como que veas a una persona desamayada o muerta en cualquier calle de cualquier ciudad) y pases de largo.

Barjola denuncia que se dieran tantos, tantísimos detalles íntimos de las víctimas y familias tanto en los programas de televisión como en los libros que se publicaron al caso, y que se usara como figura ejemplificadora a la amiga que ese día estaba mala y no llegó a salir con el resto: le podía haber pasado lo mismo y fue usada como la personificación de que sólo salvas la vida si obedeces, te quedas en casa, cierras las piernas, agachas la cabeza y te callas la boca. De hecho, yo no sabía detalles de qué pasó exactamente con los cuerpos ni por supuesto lo he googleado, y con 7 años no me enteré de nada, y de lo que me pude llegar a enterar no me acuerdo. Sin embargo, después de leer este libro sé los nombres de las víctimas, familiares y amigos, sé qué parte del cuerpo se le arrancó a alguna de ellas, o qué objeto junto a qué miembro sobresalía del enterramiento apresurado que le dieron sus torturadores. Esto me ha dado que pensar porque precisamente es uno de los aspectos que la autora denuncia, y he pensado que también en su caso (pese al objetivo encomiable que persigue con su trabajo) estos detalles serían también accesorios. Es la única pega que le pongo, eso y que algunas ideas se repiten mucho.

Tras el hallazgo de los cuerpos sin vida, se acusó a dos chivos expiatorios, dos hombres de la zona que al parecer eran muy brutos y silvestres, pero que no tenían suficientes motivaciones ni el perfil para dejar los cuerpos como los dejaron. Además, otros crímenes similares que no tuvieron la misma repercusión mediática estarían relacionados a este. Esto no forma parte del libro de Barjola, pero el caso es que otra hipótesis corrió de boca en boca pero como nunca se hizo oficial y tiene ingredientes conspiranoicos, no trascendió a los medios: al parecer, un grupo de hombres poderosos habría ordenado el secuestro de chicas con las características de las víctimas para rodar una snuff movie que se movería por los circuitos privados y secretos de esa agrupación de hombres tan poderosos que pueden comprar todo y ya nada les satisface, desprovistos de toda humanidad y empatía y dispuestos a pagar para recrearse con el sufrimiento ajeno. Hay quien da nombres y apellidos, todos les conocemos.

¿Vivimos rodeadas de violadores en potencia? Sí, vivimos en una sociedad patriarcal que permite que esto suceda, lo alienta y lo facilita. Estamos a merced de cualquier hombre en el espacio público y a merced de los hombres allegados en el espacio privado (hubo una mujer asesinada a manos de su pareja o su expareja cada semana durante 2019, y más de 1.000 asesinadas desde que empezaron a contabilizarse en el año 2003). Al igual que hay un sistema que quiere a las mujeres sumisas cuyo cuerpo es público, hace a los hombres dominadores cuya voluntad es inviolable. Esto da mucho miedo, ¿y acaso está cambiando ahora? Demasiado lentamente y sin parar de tropezar para retroceder los pocos pasos que avanza.


domingo, 2 de junio de 2019

"Mujeres bibliófilas en España" - Nieves Baranda



El tamaño de este minúsculo librito no está en absoluto proporcionado con la calidad del contenido magnífico que aguarda en su interior. Se trata de un recorrido por las bibliotecas de mujeres de la nobleza y la realeza desde finales de la Edad Media hasta el siglo XIX, paseando por los estantes de quienes en aquel momento se podían permitir el lujo de poseer libros, a saber: Isabel la Católica, Juana de Austria, María de Hungría, Isabel de Farnesio, Juana Inés de la Cruz o Bárbara de Braganza, entre otras.

Desde el comienzo es estupendo: de forma muy breve, Baranda explica que este libro es fruto de un antiguo encargo y que su reducida extensión se deriva de la idea de quienes diseñaron esta colección, por lo tanto, tema y número de páginas han sido condicionados. Al parecer, quisieron hacer una colección de ensayos breves porque “enrollarse es de alfombreros”. Me hizo tanta gracia esta expresión que me prometí adoptarla en mi lenguaje cotidiano. Además, detesto que los escritores añadan páginas innecesarias a veces, así que lo breve, si bueno, ya saben.

Según Baranda, la limitación de espacio deja fuera tanta información interesantísima, que su pretensión con este libro no es más que abrir la puerta a las investigaciones de aquellos lectores que quieran ampliar información. Además, la bibliografía es nutrida y extensa, ya la quisieran para sí muchos ensayitos que se publican con ínfulas y una bibliografía vergonzante, o peor aún, inexistente.

Me gusta mucho que indique la cantidad precisa de ejemplares que poseían las bibliófilas a quienes cita, y que aclare que es imposible establecer las diferencias entre las bibliotecas de hombres y mujeres en un tiempo donde la mujer ni siquiera podía ser independiente para administrar su patrimonio: tan hostiles eran esos tiempos (no han dejado de serlo del todo ahora) que incluso estaba mal visto que una mujer se interesara por la intelectualidad, por tanto era consideradas unas intrusas en un terreno exclusivo de hombres y carecían de tradición, modelos o referentes, vivían su pasión aisladas.

En apenas cien páginas desfilan un buen puñado de mujeres españolas que atesoraron libros y de alguna manera tuvieron parte en la escena cultural de su tiempo. Bien merecen un homenaje a través del tiempo.

lunes, 20 de mayo de 2019

"El cuerpo nunca miente" - Alice Miller


Me produjo mucha curiosidad este título de Alice Miller, “El cuerpo nunca miente”. Relacionaba las malas experiencias sufridas en los primeros años con las enfermedades sobrevenidas posteriormente, en la edad adulta. Miller (1923-2010) fue una psicóloga especializada en el maltrato infantil y dedicó su vida a estudiar los efectos que estos traumas tenían sobre las víctimas con el paso de los años. Ella misma sufrió la persecución nazi en Polonia durante los primeros años de su vida. Tras formarse en filosofía, psicología y sociología y practicar el psicoanálisis durante muchos años de su carrera profesional, finalmente se desencantó de él, debido a que arrebataba a las víctimas la veracidad de sus recuerdos y los atribuía a fantasías infantiles.

Con apenas 200 páginas en su edición de bolsillo, este ensayito es demasiado breve como para ser capaz de establecer sin lugar a dudas la teoría que defiende. Todo gira en torno a desmontar el cuarto mandamiento “honrarás a tu padre y a tu madre” que, según Miller, tanto daño ha hecho (y sigue), provocando que se enquisten en las mentes de los niños maltratados los traumas sufridos. Según Miller, es muy importante desmitificar las figuras paternas y/o maternas en tanto en cuanto son humanas y también se equivocan. Es decir, no por ser tus padres/madres son instantáneamente seres angelicales libres de errores, deslices y garrafales tropezones pedagógicos.

¿Cómo se puede querer a un niño que uno desea que sea diferente de como es?

Esto me recuerda a todas aquellas ocasiones en las que alguien es rechazado en casa porque su naturaleza conlleva una orientación sexual no heteronormativa, y se queda y se queda y aguanta y sufre y calla en el domicilio familiar porque, bueno, si no lo aceptan todo puede explicarse por la ignorancia, la desinformación, la incultura, los otros tiempos y demás: pues resulta que no. Que si no te quieren como eres, no te quieren en absoluto: quieren a alguien que se parece pero que no cumplió con sus expectativas. Pero como es la familia, en muchas ocasiones se acepta ese maltrato sostenido, porque está feo romper con la familia aunque no hacerlo signifique romperse uno mismo. Por esto tengo que estar de acuerdo con Miller, la salud mental depende de un entorno afectivo saludable y este escenario no lo es, en absoluto.

Algo que no me ha gustado demasiado es que mencione página sí – página también, esta idea, sin apenas variar el enfoque. Como si su audiencia no fuera lo suficiente perspicaz como para pillarlo a la primera. Esto también hace que se avance poco, o muy lento, en la teoría que pretende establecer.

Cuando una persona cree que siente lo que debe sentir y constantemente trata de no sentir lo que se prohíbe sentir, cae enferma, a no ser que les pase la papeleta a sus hijos, utilizándolos para proyectar sobre ellos inconfesadas emociones.

Miller ataca directamente a todas esas terapias, anticuadas y dañinas, que se centran en forzar al paciente a perdonar a las madres/padres a toda costa, aunque realmente lo hicieran mal y se equivocaran, adrede o no: dando lugar a contradicciones internas que poco ayudan a la mejora del paciente. Normalizar la rabia e interiorizarla, no tiene ninguna lógica ni puede llevar a ningún buen puerto. La disociación solo invoca fantasmas y los fantasmas nunca traen consigo nada bueno.

Pero me encanta que tenga tan en cuenta en todo momento a nuestro innerchild o niña interior que todos llevamos dentro, y que personalmente me esfuerzo tanto en dejar que asome y, es más, que me guíe.

Algo muy interesante de este librito, es el recorrido que hace por la trayectoria vital de algunos autores, buscando precisamente el rastro de antiguos dolores infantiles en la literatura del adulto. Así, buceamos por momentos por las más o menos trágicas vidas de genios como Dostoievski, Chéjov, Kafka, Neietzsche, Schiller, Virginia Woolf, Rimbaud, Mishima, Proust y Joyce.

No tienes que honrar a tu padre. Las personas que te han hecho daño no necesitan ni tu amor ni tu respeto, aunque sean tus padres. Has pagado el tributo de ese respeto con el tremendo suplicio de tu cuerpo. Si dejas de someterte al cuarto mandamiento, podrás liberarte.

También es interesante que reflexione sobre el hecho de que son esos dolores los que hacen a muchos artistas producir sus obras, y que precisamente a veces se niegan a enfrentarse a los fantasmas y despejarlos de sus mentes por si eso acabase también con su inspiración.

(…) predicar el perdón no solo es hipócrita e inútil, sino también peligroso. Encubre la compulsión a la repetición. Lo que nos protege de la repetición es únicamente la aceptación de nuestra verdad, de toda la verdad, en todos sus aspectos. Cuando sepamos con la mayor exactitud posible lo que nuestros padres nos hicieron, ya no correremos el peligro de repetir sus abusos; de lo contrario, los cometeremos de manera automática y opondremos la mayor de las resistencias a la idea de que uno puede y debe romper el vínculo infantil con los padres que lo maltrataron si quiere hacerse adulto y construir su propia vida en paz.

Hasta aquí todo bien. Pero: Alice Miller… hay un elefante en el garaje.
“Todo aquel al que de pequeño pegaron es vulnerable al miedo”: ok, ¿y si lo es, sin que le hicieran ningún daño de pequeño?

¿Qué pasa con todas las personas que enferman sin haber sufrido ningún tipo de maltrato en su infancia? ¿Y qué, con todas aquellas que sufrieron y sin embargo no desarrollaron con el tiempo ninguna patología? En todo el libro no se hace ninguna mención a esto. Además, a pocas páginas del final establece que “no es raro” que se somatice la negación del afecto en la infancia, derivando en patologías de todo tipo. Es decir, acota a solo algunos casos su teoría, cuando se ha dedicado todo el libro a generalizar, dando por hecho que sufrimiento infantil deriva sí o sí en patología adulta, como un silogismo que se mantiene durante todo el ensayo como una retahíla, o como una constante invariable.

Muy recomendable en cualquier caso, ya que también hay que tener en cuenta el desajuste generacional. Corramos un tupido velo sobre el hecho de que la pequeña bibliografía no incluye ningún estudio científico que ratifique su teoría.

jueves, 2 de mayo de 2019

"El anzuelo del diablo: Sobre la empatía y el dolor de los otros" - Leslie Jamison (fragmentos)


(…) la pérdida es como un sistema radicular que se extiende y multiplica como un rizoma bajo la superficie de mi vida.

Te imagino en todas las direcciones posibles, y luego vuelvo sobre mis pasos y empiezo a imaginarte otra vez desde cero. A veces me resulta insoportable lo mucho que no sé de ti.

(…) un hombre con larga barba blanca me ofreció un zumo de naranja. Era como el dibujo de Dios que haría un niño. Recuerdo lo mal que me sentó que se negara a darme analgésicos hasta que hubiese comido un puñado de galletas saladas, pero se mostró amable. Su resistencia era una forma de cuidarme. Eso lo noté. Me estaba cuidando.

La empatía es una forma de velar por alguien, pero no es la única, y no siempre es suficiente.

(…) la oración no tiene nada que ver con las probabilidades, sino con el anhelo, con querer a alguien lo bastante para postrarte de rodillas y pedir que se salve. Cuando Dave lloró en esa capilla, no fue por empatía, sino por otra cosa. No se arrodilló para sentir mi dolor, sino para pedir que éste acabara.

El estudio viene a decir que la empatía debería nacer del valor, y no puedo evitar pensar que buena parte de mi empatía nace del temor. Temo que los problemas ajenos me pasen a mí, bien que los demás dejen de quererme si no adopto sus problemas como si fueran míos

Camino entre los jóvenes y sanos y soy más o menos como uno de ellos. Intento no sentir escozor. Intento no preguntarme si siento escozor. Intento saber apreciar mi propia piel. A veces el corazón me late demasiado deprisa, o una larva se instala bajo la piel de mi tobillo, o bebo demasiado, o estoy demasiado delgada, pero todo eso son breves estancias lejos de un reino que por lo general puedo considerar mío, un reino donde estoy bien, donde soy capaz de desear y ser deseada, donde no dudo ni por un instante de que tengo un lugar en el mundo. Pero cuando me marcho de la iglesia baptista de Slaughter Lane no consigo acallar las voces de aquellos que ya no creen encajar en ningún lugar. Paso un día en su reino y me marcho cuando me apetece. Se me antoja una traición salir a tomar el aire.

jueves, 24 de enero de 2019

"El orden del tiempo" - Carlo Rovelli


Es un auténtico privilegio aprender sobre el funcionamiento intrínseco del tiempo en una ciudad donde parece haberse detenido: o, al menos, donde la experiencia de la cadencia de su transcurso poco tiene que ver con la vivida en otros lugares. Cádiz.

Un hilo rojo ya muy envejecido me une a este lugar, donde pasé unos meses, hace diez años. Diez. En estos últimos días no he podido dejar de pensar en esas casualidades, tan perfectamente simétricas, que hacen que a veces los círculos se cierren de formas tan perfectas.

Mi madre me dijo que lo que fui a hacer a Cádiz antaño, me devolvería algo en algún momento del futuro. Quién sabe qué me habrá llevado, pero he pasado unos días muy felices en esa hermosa ciudad, embelesándome con el espectáculo increíble de las puestas de sol con esa orientación de las playas tan privilegiada.

p.11 “En el mundo sin tiempo debe de haber algo que en cualquier caso dé origen al tiempo que conocemos, con su orden, su pasado distinto del futuro y su tranquilo fluir. De algún modo, nuestro tiempo tiene que emerger a nuestro alrededor, a nuestra escala, para nosotros.

Sobre todo, he reflexionado mucho en torno al concepto tiempo, mientras caminaba sobre la arena o buscaba sitios para comer donde no se sacrificaran inocentes (os recomiendo encarecidamente La Veganesa, merece la pena ir hasta Cádiz sólo para comer ahí), ya que una de mis lecturas de estos días fue este ensayito del físico teórico Carlo Rovelli, uno de los fundadores de la gravedad cuántica de bucles.

En general, las personas no sabemos nada sobre el tiempo. Damos por hecho que transcurre de la misma manera en que lo percibimos con nuestros sentidos tan imperfectos, y no es así.

p.16 “La capacidad de comprender antes de ver constituye el corazón del pensamiento científico. En la antigüedad, Anaximandro comprendió que el cielo continúa bajo nuestros pies antes de que hubiera barcos que dieran la vuelta a la Tierra. En los comienzos de la era moderna, Copérnico comprendió que la Tierra gira antes de que hubiera astronautas que la vieran girar desde la Luna. Del mismo modo, Einstein entendió que el tiempo no transcurre de manera uniforme antes de que hubiera relojes lo suficientemente precisos para medir la diferencia.

No he podido quitarme esta cita de la cabeza, mientras leía este ensayo: “Las cosas que me pasan sólo pasan: son como fantasmas que se arrojan de repente desde el futuro al pasado – haciéndote al pasar un guiño. Como pasa el viento.” Pertenece a Miguel Morey, en su maravilloso “Deseo de ser piel roja”.

También recordaba a manudo a los Mondoshawan de “El quinto elemento”, afirmando con parsimonia: “el tiempo no es importante, solo la vida es importante”.

En la inquietante película “La llegada”, los extraterrestres regalan su idioma a los humanos, el heptapodo, creado para esa película y que se basa en la hipótesis de que la lengua que hablamos determina la forma en que conceptualizamos y clasificamos la realidad. El lenguaje heptapodo es lo mismo que el pensamiento, inseparables uno del otro, por eso cuando se aprende este “idioma” se es capaz de ir más allá, se aprende también una nueva forma de comprender y asimilar el tiempo, se es capaz de percibirlo como algo circular, en el sentido de que no hay un pasado ya remoto y un futuro por conocer, sino que todo forma parte de una misma cosa: pasado, presente y futuro son, sencillamente, al mismo tiempo. Los símbolos en que esto se plasma, son asimismo circulares, y una búsqueda rápida en Google os mostrará la cantidad de gente que se ha tatuado esos diseños inventados (son extraños pero de alguna manera, hermosos).


p.26     
ΔS ≥ 0
Se lee: “Delta S, es siempre mayor o igual a cero”; y a esto se lo denomina el “segundo principio de la termodinámica” (el primero es la conservación de la energía). Su contenido es el hecho de que el calor pasa solo de los cuerpos calientes a los fríos, y nunca al revés.
Perdóneme el lector la ecuación: es la única del libro. Es la ecuación de la flecha del tiempo; no podía dejar de escribirla en mi libro sobre el tiempo.
Es la única ecuación de la física fundamental que conoce la diferencia entre pasado y futuro. La única que nos habla del fluir del tiempo. En esta inusual ecuación se oculta todo el mundo.
Quien lo desvele será un desventurado y simpático austríaco, nieto de un fabricante de relojes, un personaje trágico y romántico a la vez: Ludwig Boltzmann.
Es Ludwig Boltzmann quien empieza a vislumbrar lo que se oculta tras la ecuación ΔS ≥ 0, lanzándonos a uno de los saltos más vertiginosos hacia nuestra comprensión de la gramática íntima del mundo.


El tiempo transcurre de forma diferente para un reloj inmóvil que para un reloj en movimiento. Las masas, al igual que la velocidad, también ralentizan el tiempo; pasa más rápido a mayor altura que más cerca del núcleo de la Tierra. Aunque no seamos capaces de percibirlo. Es difícil asumir toda esta información cuando nos regimos por el Tiempo Universal Coordinado (UTC), que es ajustado e impreciso, acorde a la astronomía y basado en complejos cálculos y observaciones. También, por husos horarios, que suma o resta una hora según estemos de un lado u otro de las líneas virtuales que se dibujan sobre los mapas, a fin de homogeneizar la medida del tiempo en el planeta de forma ligeramente imprecisa, pero al fin y al cabo práctica.

Me ha faltado que Rovelli profundizara en algún momento en el experimento imaginario del gato de Schrodinguer, que fue concebido como una parodia para poner en tela de juicio y escarnio público las paradojas (y, a priori, contradicciones) de la física cuántica (algo puede ser y no ser al mismo tiempo). Pero lo que se hizo famoso… fue el gatito.

“El orden del tiempo”, además de un ensayo divulgativo sobre la paradoja espacio-temporal, es un hermoso conjunto de reflexiones filosóficas y poéticas que no pierden de vista la física. Un texto de esta naturaleza no tendría cabida en las publicaciones académicas, por lo que sospecho que se trate de una concesión que se hace el autor a sí mismo, o más bien de un capricho, para transmitir sus conocimientos al gran público de la forma más hermosa de la que es capaz: solo por eso, este libro me parece una joya.

p.93 También eso es el tiempo. Un extraño distorsionador de perspectivas. 

También, a raíz de todo esto, os recomiendo la película “Las leyes de la termodinámica”, que intenta establecer, como en un juego, relaciones entre estas leyes y las del amor romántico de pareja heterosexual y monógama… ya lo sé, pereza. Pero, por lo demás, es muy entretenida y se aprende sobre física, además si conocéis Barcelona podéis jugar a adivinar las localizaciones.

p.36 Ahora no significa nada.

martes, 25 de diciembre de 2018

Cenar con Diotima: filosofía y feminidad - Anna Pagés


Tenía algunas dudas acerca del objeto de estudio de este ensayo, cuando empecé a verlo muy recomendado por ahí. Como no sé qué es una mujer, qué lo femenino ni qué la feminidad (aparte de conceptos socialmente aceptados que sin embargo nadie sabe definir con exactitud), me temía un contenido poco fiel o, aún peor, contradictorio, a mis lecturas habituales sobre feminismo, género y teoría queer

Sin embargo, el objeto del libro no es discernir el mito de la feminidad, sino deconstruir la feminidad como mito (podéis leer las primeras páginas en este enlace), no trata de definir la feminidad  sino que se hace preguntas en torno a ella para acotarla, recurriendo a fuentes que van desde Platón a Simone de Beauvoir.

p.13 Como el género, la feminidad es un performativo: se declina. Es un hábito: se incorpora. Es una tradición: se hereda.

En Filosofía, las mujeres, como en todo, van a la cola. A pesar de que hay filósofas, pocas son las que se identifican a sí mismas como tal (en contraposición a la facilidad de los hombres a hacer lo propio como filósofos), y utilizan eufemismos o similitudes tales como "enseño Filosofía" o "doy clases de Filosofía".

p.54 La feminidad: ruta indómita desprovista de conceptos abstractos al mundo concreto de las cosas que pasan. He aquí un tejido palpitante que ahuyenta cualquier metafísica. Dado que la abstracción no consigue atraparla, se hace complicado proponer una teoría general sobre el genio femenino o sobre el lugar de la feminidad. Sin embargo, se puede abordar desde una perspectiva narrativa, desde la discursividad del texto en sus múltiples acepciones y figuras.

Tradicionalmente, la filosofía ha sido un campo misógino, con grandes referentes como Nietzsche, Kant o Schopenhauer, cuyas sentencias violentas y desairadas en contra de la mujer pueblan las redes, podéis comprobarlo haciendo una búsqueda rápida en Google.

"Cenar con Diotima" contiene diez capítulos, un prólogo y un epílogo, pero, ¿dónde está la bibliografía? La echo en falta en un ensayo de esta enjundia, así como un glosario de palabras clave... ay. En cualquir caso, a continuación transcribo un parrafón estupendo para que os entren ganas de leerlo.

p.185 Toda la filosofía contemporánea puede ser definida por la feminidad que la entreteje, aunque, ateniéndonos a los datos, en la mayoría de las universidades no se estudian los textos escritos por mujeres en el sentido de lo que Warren llamó una inclusión más allá del suma y sigue. Liderar esta cuestión se ha convertido hoy en un desafío fundamental: han proliferado en todo el mundo grupos de investigadoras, mujeres que se proponen estudiar el patrimonio perdido del pensamiento femenino a lo largo de la historia, con la finalidad de revertir un canon demasiado establecido.
¿Cómo incide en la práctica de la filosofía encontrarse en la posición históricamente condicionada de ser una mujer que escribe filosofía? Este problema, que podríamos definir como el problema de los márgenes de la tradición filosófica, ha entrado en la especulación filosófica actual pero únicamente del lado de las mujeres. Literalmente y como tal pregunta no queda formulada en el contexto de la enseñanza de la filosofía. ¿Cómo impacta al cuerpo que especula la verdad que le falta? Sin embargo, la ausencia de preguntas sobre el peso de la feminidad en un entorno constitutivamente orientado a formular interrogantes, es decir nacido para ello, resulta paradójico e inexplicable. Los filósofos no saben de las mujeres-filósofas, pero, además, dejan su pregunta sin atacar, en el aire. Algo no se sabe sobre ellas y encima (eso es lo más preocupante) no puede saberse. El enigma de las mujeres filósofas atraviesa la cabeza de los pensadores sin afectarle en un ápice. O más bien inhabilitando su habitual capacidad para pensar.

Busto de Diotima en el patio de la Universidad de Australia Occidental (UWA)
Foto original, aquí

jueves, 13 de diciembre de 2018

"El alma del mar" - Philip Hoare


Descubrir a Philip Hoare fue una de las cosas más bonitas que me pasó en 2012. Una editorial que no conocía, Ático de los libros, ponía a nuestra disposición el sugerente “Leviatán o la ballena”, que resultaba ser un homenaje intenso y precioso al mar y a la vida. Poco después nos sorprendían con “El mar interior”, del mismo autor, que seguía exactamente la misma estela, y que disfruté enormemente a pesar de la desmesurada cantidad de erratas que surcaban sus páginas.

Y ahora nos llega “El alma del mar”, que ya desde su título nos indica que, por tercera vez y sin querer evitarlo, volvemos a sumergirnos en aquello que le da la vida a Philip Hoare. Insiste, a través de las páginas, en que al mar nada le importa, es un ente independiente con voluntad propia, algo así como un inabarcable organismo vivo que ha tomado conciencia de sí mismo a través de sus millones de años de existencia.

Podrán pasar décadas, Philip Hoare seguirá escribiendo sobre el mar y yo le seguiré leyendo. Posee una de las formas más sutiles de expresarse, tan delicada como imagino que serán sus pisadas sobre la arena de las playas, sus inmersiones en el agua salada, la suavidad en la yema de sus dedos deslizándose sobre el lomo de un animal vivo, la ternura en su mirada sobre un animal muerto.

p. 52 En ocasiones, la casa se convierte en un instrumento de viento tocado por un niño demente.

“El alma del mar” es muy cambiante según avanza, como un oleaje juguetón y caprichoso. Descubro que, enmarcadas siempre con un mar de fondo, en esta ocasión aparecen más personas que animales, aunque destaca el fragmento maravilloso de un avistamiento de ballenas genial, prehistórico, emocionante, muy bestia. Eso sí, no me gustan las imágenes en las que el autor posa junto a cadáveres de animales (independientemente del homenaje que intenta hacerle en el texto que las acompaña), no me encaja para nada en su discurso.

Mientras pasea por los mismos parajes de Massachusetts que sirvieron de fondo a las aventuras del gran Thoreau, “El alma del mar” se comienza a convertir en un homenaje a personajes literarios, y a la relación de estos con el mar: Virginia Woolf, Herman Melville, Sylvia Plath, Oscar Wilde, Elizabeth Barrett Browning, etc., y poco a poco se estanca durante páginas y más páginas en el grupo Edward-Mary-Percy-George... uf. Nos relata sus más y sus menos, sus aventuras y desventuras, su forma de vida caprichosa, narcisista y engolada que a través de multitud de ensayos y películas ya sabemos todos. No sé si por conocer ya los detalles, por ocupar demasiadas páginas, o por no terminar de encajarme en este libro, esta parte se me ha hecho pesada y larga.

Me hechizan y horrorizan a partes iguales todos los fragmentos en los que se trata el tema de morir ahogado: se trata en varias ocasiones, salpicadas, aquí y allá, obligando a una lectura hiperventilada.

Blub-blub-blub.

                                                   

miércoles, 28 de noviembre de 2018

"Vegetarianos concienciados: manual de supervivencia" - Lucía Martínez


Leí hace un tiempo la primera entrega de Lucía Martínez en materia de vegetarianismo, “Vegetarianos conciencia”, que llenaba un hueco muy necesario en librerías. Apenas había bibliografía en español con información válida y actualizada que sirviera de manual para un público general interesado por esta opción de vida. Desmontaba falsos mitos nutricionales, informaba con rigor sobre las propiedades de los alimentos y analizaba desde diferentes puntos de vista, todas y cada una de las motivaciones que nos pueden (y deben) llevar a optar por un estilo de vida más consciente, ético, empático, saludable y bien informado.

Así pues, en cuanto me enteré de la publicación de esta segunda parte, fui preparando el boli de tinta dorada para subrayar, porque sabía que iba a ser genial. Y, spoiler: lo fue. Superó con creces mis expectativas.

Esta vez, el contenido no solo es diferente y actualizado, sino que remite al anterior en algunos puntos (y también a su blog, donde el contenido del libro anterior está volcado casi en su totalidad y puede consultarse gratuitamente) pero continúa ampliando y explorando otros aspectos que en la anterior ocasión no tuvieron cabida.

Para empezar, me encanta que haya dedicado tanto espacio y explicado tan bien todo lo referente al auge de los alimentos procesados para veganos y vegetarianos, me explico: tradicionalmente, la población que seguía una alimentación basada en plantas, exenta de animales muertos, tenía una salud muy buena. Su elección, a la mayor parte, les llevaba a informarse bien en cuestiones de nutrición, rechazaban sustancias tóxicas y tenían un estilo de vida activo facilitado también por su buena alimentación (por ejemplo, las malas digestiones y los atracones redirigen al sofá y no a salir a hacer deporte, y es un círculo vicioso). Sin embargo, la industria alimentaria ha detectado el declive en las ventas de cadáveres de animales y se ha puesto a investigar rápidamente para recuperar ese nicho de mercado. Así, empresas lecheras han sacado a la venta bebidas vegetales, o empresas carniceras, hamburguesas o salchichas hechas también con ingredientes de origen vegetal. Parece increíble pero es así.

Esto tiene muchas lecturas. Una de las más graves es que adquiriendo esos productos financias a una empresa sin ética, que cría animales para esclavizarlos, maltratarlos, matarlos y venderlos descuartizados en bandejas de plástico. Aunque lo que estés comprando sean hamburguesas de tofu con berenjena. Y otra cosa tanto o más grave es que sería mejor que te las hicieras en casa porque las que venden hechas tienen añadido un montón de azúcares, almidones, conservantes y todo tipo de aditivos químicos que las hacen de todo menos saludables. La etiqueta veggie de color verde induce a error, no todo lo vegetariano es sano per se. Sobre esta cuestión de los procesados veggies, Lucía Martínez se explaya y no deja lugar a dudas sobre todos los aspectos, desde su visión ética y científica.

Otro tema que no puedo entender es cómo puedes ser vegano o vegetariano y probar cada cosa que sale al mercado “imitando” el sabor, olor, color y textura de la carne, me resulta perturbador. No quiero un filete ni por supuesto nada que me lo recuerde, en el momento que me apetezca morder carne ya me pegaré un mordisco en el brazo o me uniré a una secta de caníbales, de forma que no mate directa o indirectamente a ningún inocente, en fin.

En mi caso, decidir no comer más animales asesinados fue muy sencillo, y si echo la vista hacia estos años atrás, resulta que es una de las mejores (si no la mejor) decisión que he tomado en mi vida. No sólo porque sea algo maravilloso, «gente corriente tomando decisiones extraordinarias», (pág. 188), sino porque suelo equivocarme en todo lo que hago, y esta es una de las pocas cosas de las que sentirme orgullosa. Eso, y mi independencia, que por ser un tanto extrema es probable que del vegetarianismo sea de lo único que no me arrepentiré cuando sea vieja.

A partir de la página 72, tenemos recetas sencillas para tomar como base y echar a volar la imaginación montando platos deliciosos, súper saludables y muy nutritivos. También, muchas ideas para una cesta de la compra económica, sostenible y sana. 

También hay espacio para afrontar las zancadillas con las que nos encontramos cuando salimos a la calle en este mundo carnicero y hostil, qué podemos elegir cuando tapeamos o cómo podemos afrontar el típico menú del día trasnochado y poco atractivo… que además de vegetariano o vegano, sea saludable.

Me he sentido tremendamente identificada hasta la última coma de este libro, excluyendo, puesto que nunca me ha afectado directamente, la parte de la tremenda desinformación a nivel nutricional del personal sanitario de este país, puesto que por suerte no he necesitado que me atiendan nunca en aspectos nutricionales. Únicamente, me sucedió que mi médica de cabecera no sabía que los niveles correspondientes a la vitamina B12 que ofrece la analítica de la Seguridad Social, no están exentos de alteraciones debido a los análogos de la misma, ni que había que realizar un examen específico para determinar en qué valor me encuentro realmente. También, me dijo que si tomaba huevos o lácteos puntualmente, mis requerimientos estarían cubiertos, lo cual no es totalmente cierto (la cantidad necesaria para alcanzarlos, si no me la suplementaba, desplazaría otros alimentos y mi alimentación estaría desequilibrada). Pero no hizo aspavientos y le pareció estupenda mi opción de vida, así que no se lo tengo demasiado en cuenta. Algo que recuerda Lucía Martínez sin descanso, es que para cuestiones de alimentación acudamos siempre a un dietista-nutricionista, que es el profesional más adecuado y con formación específica y actualizada. No porque tenga nada en contra de los médicos, por supuesto, sino por algo tan sencillo como que si te rompes una pierna no acudes al odontólogo. Por eso.

Me encantan las citas que abren los capítulos, me encanta el estilazo y la ironía de Lucía escribiendo, no me gustan demasiado los párrafos con tinta naranja con que se han maquetado algunas partes, me encanta su respeto por la naturaleza y el ímpetu que la empuja a compartir sus conocimientos por el bien común, me encantan también sus compañeros del Centro de Nutrición Aleris y la energía tan bonita que desprenden entre todos, sólo puedo decir, GRACIAS.

sábado, 20 de octubre de 2018

"Monstruas y centauras" - Marta Sanz



Una de las cosas que más me gustan de este libro es el título y su lucidez, se trata de una visión sin apenas perspectiva de los acontecimientos relativos al movimiento feminista de los últimos meses. La autora comienza explicando que siente una saturación informativa debido al bombardeo de una gran cantidad de fuentes de información. Para ordenar estas reflexiones, se basa en acontecimientos recientes como el movimiento Me Too, la carta de las intelectuales francesas y la huelga feminista de 2018.

“Monstruas y centauras” es el ensayo feminista de moda en Instagram, y me gusta que este puesto lo ocupe un libro cuya autora no da por hechas las cosas y se replantea todo, lo lleva a su terreno y construye una opinión en torno; no es, en fin, de las que opinan sobre una sentencia judicial antes de haberla leído y además escribe bien.

Hace alusión a sucesos tan recientes como el falso máster de la Cifuentes o el día en que Aitana Ocaña avisó en medio de una firma de discos que se levantaba un momento para ir al baño porque estaba con la regla. Realza la naturalización que la generación millenial hace de asuntos tabú que nos inculcaban a los que nacimos en el 85 y antes. Sin ir más lejos, estos días ha sido noticia que su compañera Amaia Romero acude a eventos públicos sin depilar, sin embargo nunca es noticia que vaya sin depilar un tío.

Marta Sanz no abandona la actitud de pensamiento crítico y analiza toda la información antes de adscribirse a movimientos o tendencias que surjan en torno al feminismo. Denuncia situaciones adversas para las mujeres en un mundo dominado por hombres, para que no miremos hacia otro lado y decaiga la rabia, para que se mantenga viva la lucha. También se abre exponiendo sus incertidumbres e inseguridades con respecto al feminismo y su lugar dentro de él, sus dudas y las contradicciones que no se obceca en resolver, sino que aprende a aceptarlas y a convivir con ellas, a observar cómo evolucionan a medida que su aprendizaje también lo hace.

Encontramos en la misma página a personajes en principio tan dispares como pueden serlo Mary Beard y Beyoncé, mientras la autora reflexiona sobre en qué parcela del feminismo se encuentra cómoda. En mi opinión todas las vertientes del feminismo son necesarias, mientras apunten en la misma dirección. Es la única forma de avanzar, sin pluralidad no es feminismo. Supongo que el hecho de que te incomode la forma de vida de una feminista muy distinta a ti, implica que debes revisar tus certezas en cuanto a la idea de mujer y de feminismo que ronda en tu cabeza. Otra cosa es que tenga que caerte bien todo el mundo, pero ese es otro tema.

No se trata de linchar al monstruo ―me digo a mí misma para sentirme mejor―, sino de escarbar en el origen de la monstruosidad, utilizar pomadas antibióticas, reeducar la postura.

Tampoco pierde de vista la necesidad del sentido del humor, a diario me pasa que a los pocos minutos de poner un pie en la calle me siento gravemente ofendida por ver actitudes machistas, incívicas, por el acoso sexual callejero, etc. Me encerraría en casa y que esa casa estuviera rodeada de kilómetros de territorio despoblado, no soy lo que se dice una persona social. Pero a la vez necesito trabajar para subsistir y recurro a unos grandes auriculares con death metal a toda pastilla y evito en lo posible andar mucho por ahí. Pero estoy divagando.

También insiste Sanz en la importancia del uso que le damos a la sintaxis. Decía alguien a quien yo quería mucho, que el lenguaje es quizá la única arma que tenemos para cambiar las cosas. A mí no me da miedo el cambio, me da miedo el conservadurismo y la estanqueidad. Hace mucho que sé que el lenguaje es una cosa viva y me gusta ver cómo se transforma y participar de ese cambio, lo que no soporto es el maltrato al que se lo somete y la cantidad de veces al día que veo escrito enserio, sobretodo y ti con tilde. No es ese el cambio al que me refiero, sino a la creación y normalización del lenguaje inclusivo y cero ofensivo: a que el masculino no sea el género por defecto, a que José María Cano revise su ego y su homofobia interiorizada, a no callarme cuando oigo algo así en mi entorno. Por mi trabajo tengo que convivir a diario con personas con las que jamás me iría de viaje, acostumbro a decir lo más sosegadamente que puedo “en mi presencia no consiento lenguaje del odio” cuando escucho expresiones machistas u homófobas. Supongo que esto me hace menos simpática, pero es que encajar nunca ha sido algo en lo que yo haya invertido un minuto de mi vida: encajar en un mundo enfermo, no es sano.

“Por decir portavoza no se es más feminista…”, dice mi amigo Julio Llamazares, pero a mí me entran dudas porque creo que la sintaxis es una pequeña forma de violencia y el travelling en el cine una cuestión moral (…) ¿Por qué no puedo jugar a utilizar el lenguaje como arma cargada de futuro? (…) No me sale decir de manera natural portavoza ni miembra, y creo que en esa artificialidad y ese desorden reside la dimensión política de una gramática que se hace visible y simultáneamente visibiliza un problema social. La pulida bola dorada del lenguaje se abolla y refleja la realidad con sus agigantadas deformaciones. No sé muy bien a qué viene tanto escándalo. Ni esa ortodoxia tan reveladora en la época de la cola de ratón del relativismo y de la desintegración de las humanidades en los planes de estudios de secundaria. En la época en que los niños estudian finanzas. Se acusa de ignorancia a las mujeres que hacen política con la forma del lenguaje como si la forma del lenguaje estuviese exenta de todo tipo de pilosidades ideológicas. Mientras tanto, el conocimiento y la opinión se confunden y se exalta la ignorancia como si tal exaltación fuese un principio democrático que nos igualase.

De aquí viene la elección del título, y de la construcción de la mujer ideal como una máquina perfecta a partir de recortes de revista. No soporto la expresión “es la mujer que todas querríamos ser”: nadie quiere ser la mujer que otra tiene en la cabeza. No hay una mujer perfecta. Y menos mal que no la hay, qué pereza tener que ser otra todo el tiempo.

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