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jueves, 21 de marzo de 2019
"Rotundamente negra" - Shirley Campbell Barr
Me niego rotundamente
a negar mi voz
mi sangre y mi piel
y me niego rotundamente
a dejar de ser yo
a dejar de sentirme bien
cuando miro mi rostro en el espejo
con mi boca
rotundamente grande
y mi nariz
rotundamente hermosa
y mis dientes
rotundamente blancos
y mi piel
valientemente negra.
Y me niego categóricamente
a dejar de hablar
mi lengua, mi acento y mi historia
y me niego absolutamente
a ser de las que se callan
de las que temen
de las que lloran
porque
me acepto
rotundamente libre
rotundamente negra
rotundamente hermosa.
Rotundamente negra y otros poemas
Shirley Campbell Barr
Colección Torremozas
Ediciones Torremozas
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respeto
miércoles, 28 de noviembre de 2018
"Vegetarianos concienciados: manual de supervivencia" - Lucía Martínez
Leí hace un tiempo la primera entrega de Lucía Martínez en materia de vegetarianismo, “Vegetarianos conciencia”, que llenaba un hueco muy necesario en librerías. Apenas había bibliografía en español con información válida y actualizada que sirviera de manual para un público general interesado por esta opción de vida. Desmontaba falsos mitos nutricionales, informaba con rigor sobre las propiedades de los alimentos y analizaba desde diferentes puntos de vista, todas y cada una de las motivaciones que nos pueden (y deben) llevar a optar por un estilo de vida más consciente, ético, empático, saludable y bien informado.
Así pues, en cuanto me enteré de la publicación de esta segunda parte, fui preparando el boli de tinta dorada para subrayar, porque sabía que iba a ser genial. Y, spoiler: lo fue. Superó con creces mis expectativas.
Esta vez, el contenido no solo es diferente y actualizado, sino que remite al anterior en algunos puntos (y también a su blog, donde el contenido del libro anterior está volcado casi en su totalidad y puede consultarse gratuitamente) pero continúa ampliando y explorando otros aspectos que en la anterior ocasión no tuvieron cabida.
Para empezar, me encanta que haya dedicado tanto espacio y explicado tan bien todo lo referente al auge de los alimentos procesados para veganos y vegetarianos, me explico: tradicionalmente, la población que seguía una alimentación basada en plantas, exenta de animales muertos, tenía una salud muy buena. Su elección, a la mayor parte, les llevaba a informarse bien en cuestiones de nutrición, rechazaban sustancias tóxicas y tenían un estilo de vida activo facilitado también por su buena alimentación (por ejemplo, las malas digestiones y los atracones redirigen al sofá y no a salir a hacer deporte, y es un círculo vicioso). Sin embargo, la industria alimentaria ha detectado el declive en las ventas de cadáveres de animales y se ha puesto a investigar rápidamente para recuperar ese nicho de mercado. Así, empresas lecheras han sacado a la venta bebidas vegetales, o empresas carniceras, hamburguesas o salchichas hechas también con ingredientes de origen vegetal. Parece increíble pero es así.
Esto tiene muchas lecturas. Una de las más graves es que adquiriendo esos productos financias a una empresa sin ética, que cría animales para esclavizarlos, maltratarlos, matarlos y venderlos descuartizados en bandejas de plástico. Aunque lo que estés comprando sean hamburguesas de tofu con berenjena. Y otra cosa tanto o más grave es que sería mejor que te las hicieras en casa porque las que venden hechas tienen añadido un montón de azúcares, almidones, conservantes y todo tipo de aditivos químicos que las hacen de todo menos saludables. La etiqueta veggie de color verde induce a error, no todo lo vegetariano es sano per se. Sobre esta cuestión de los procesados veggies, Lucía Martínez se explaya y no deja lugar a dudas sobre todos los aspectos, desde su visión ética y científica.
Otro tema que no puedo entender es cómo puedes ser vegano o vegetariano y probar cada cosa que sale al mercado “imitando” el sabor, olor, color y textura de la carne, me resulta perturbador. No quiero un filete ni por supuesto nada que me lo recuerde, en el momento que me apetezca morder carne ya me pegaré un mordisco en el brazo o me uniré a una secta de caníbales, de forma que no mate directa o indirectamente a ningún inocente, en fin.
En mi caso, decidir no comer más animales asesinados fue muy sencillo, y si echo la vista hacia estos años atrás, resulta que es una de las mejores (si no la mejor) decisión que he tomado en mi vida. No sólo porque sea algo maravilloso, «gente corriente tomando decisiones extraordinarias», (pág. 188), sino porque suelo equivocarme en todo lo que hago, y esta es una de las pocas cosas de las que sentirme orgullosa. Eso, y mi independencia, que por ser un tanto extrema es probable que del vegetarianismo sea de lo único que no me arrepentiré cuando sea vieja.
A partir de la página 72, tenemos recetas sencillas para tomar como base y echar a volar la imaginación montando platos deliciosos, súper saludables y muy nutritivos. También, muchas ideas para una cesta de la compra económica, sostenible y sana.
También hay espacio para afrontar las zancadillas con las que nos encontramos cuando salimos a la calle en este mundo carnicero y hostil, qué podemos elegir cuando tapeamos o cómo podemos afrontar el típico menú del día trasnochado y poco atractivo… que además de vegetariano o vegano, sea saludable.
Me he sentido tremendamente identificada hasta la última coma de este libro, excluyendo, puesto que nunca me ha afectado directamente, la parte de la tremenda desinformación a nivel nutricional del personal sanitario de este país, puesto que por suerte no he necesitado que me atiendan nunca en aspectos nutricionales. Únicamente, me sucedió que mi médica de cabecera no sabía que los niveles correspondientes a la vitamina B12 que ofrece la analítica de la Seguridad Social, no están exentos de alteraciones debido a los análogos de la misma, ni que había que realizar un examen específico para determinar en qué valor me encuentro realmente. También, me dijo que si tomaba huevos o lácteos puntualmente, mis requerimientos estarían cubiertos, lo cual no es totalmente cierto (la cantidad necesaria para alcanzarlos, si no me la suplementaba, desplazaría otros alimentos y mi alimentación estaría desequilibrada). Pero no hizo aspavientos y le pareció estupenda mi opción de vida, así que no se lo tengo demasiado en cuenta. Algo que recuerda Lucía Martínez sin descanso, es que para cuestiones de alimentación acudamos siempre a un dietista-nutricionista, que es el profesional más adecuado y con formación específica y actualizada. No porque tenga nada en contra de los médicos, por supuesto, sino por algo tan sencillo como que si te rompes una pierna no acudes al odontólogo. Por eso.
Me encantan las citas que abren los capítulos, me encanta el estilazo y la ironía de Lucía escribiendo, no me gustan demasiado los párrafos con tinta naranja con que se han maquetado algunas partes, me encanta su respeto por la naturaleza y el ímpetu que la empuja a compartir sus conocimientos por el bien común, me encantan también sus compañeros del Centro de Nutrición Aleris y la energía tan bonita que desprenden entre todos, sólo puedo decir, GRACIAS.
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lunes, 26 de marzo de 2018
"Vegetarianos con ciencia" - Lucía Martínez Argüelles
Sólo extraigo una cosa negativa de mi experiencia en mis años como vegetariana: lo único malo de ser vegetariana es... la gente. Aguantar las chorradas y cuñadeces que te sueltan de forma gratuita. Es agotador.
“Vegetarianos con ciencia” es una guía práctica de nutrición saludable, apta tanto si eres vegano o vegetariano como si no. Su pretensión es aclarar desde un punto de vista científico la perfecta salubridad de la que puede gozar una persona vegana o vegetariana, debido a los continuos ataques que sufrimos por parte de los omnívoros, que además de no tener respeto por la vida, suelen estar muy desinformados nutricionalmente (son cosas que suelen ir unidas) y ya se sabe que la ignorancia es muy atrevida. Todo está expuesto de una forma muy clara y accesible para todo tipo de público, la redacción llega a ser a veces es tan coloquial que parece que estás oyendo a Lucía hablándote desde un vídeo de YouTube, o mientras os tomáis un café.
Pero es que además, “Vegetarianos…” explica muy bien cómo cualquier dieta debe estar basada fundamentalmente en productos de origen vegetal (sí, aunque también incluya esporádicamente la ingesta de cadáveres de animales). Por último, y no menos importante, aclara la diferencia entre nutrirse (ingerir los requerimientos mínimos para no estar desnutrido) y alimentarse, que conlleva una ética que, en un mundo lógico, todo adulto responsable debería poner en práctica en su día a día.
p. 17 “La palatabilidad no debería estar por encima de los principios.”
Pero el mundo no es lógico. Nadie nos enseña nutrición desde pequeños y crecemos embrutecidos a nivel nutricional. La pirámide de los alimentos que se enseña en las escuelas, ¡está al revés!, y no solo eso sino que además incluye grupos de alimentos que una dieta saludable no debe incluir bajo ningún concepto. También el capitalismo hostil tiene mucha culpa de esa desinformación (la desinformación no es la falta de información, sino la información que se lanza tergiversada con fines habitualmente comerciales). Un ejemplo: nadie a pie de calle sabría decir qué otros alimentos contienen calcio con un buen nivel de biodisponibilidad… que no sea la leche. Y los hay, son de origen vegetal y nuestros huesos estarán perfectamente calcificados si somos conscientes de sus propiedades y los incluimos en nuestros menús. Pero a la tele no le interesa vender brócoli, llevamos años siendo bombardeados con anuncios que repiten hasta la saciedad calcio, calcio, calcio… stop.
Vayamos al juego de palabras del título. Con ciencia. Conciencia. Es algo cultural y educacional, nos enseñan a mirar para otro lado, total, es otro el que asesina a la vaca, os invito a ver cualquier documental sobre mataderos de animales: cualquiera. También sigue habiendo salvajes para quienes el asesinato de un toro es una fiesta. No hay discusión posible en todo esto, es algo inhumano.
p. 22 “(…) no está el mundo para que, los que podemos, no seamos radicales. En muchos de los posicionamientos éticos que podemos adoptar en nuestra vida diaria, el extremismo es una necesidad: no basta con ser un poquito racista, insultar a los homosexuales un día a la semana o pegarle a tu mujer quince días al mes porque en el punto medio está la virtud.
¿Lamentarías que te hicieran daño? ¿Que se lo hicieran a tu madre? ¿A tu hijo? ¿Al vecino del quinto? ¿Al dependiente que te sirve el pan? ¿A los somalíes que corren entre coches huyendo de los policías? ¿A un gatito recién nacido? ¿A un cerdito? ¿A un calamar? ¿A una hormiga? Ok, veamos, ¿en algún momento has pensado “esto no me dolería, no va conmigo…”? Si es así, tienes un problema muy grave de empatía. Nadie debería morir para que otro se alimentara: tu vida no vale más que ninguna otra. Háztelo mirar o vive con ello. La responsabilidad del vegetariano convencido, incluso la de aquel que no tiene ni idea de nutrición y se alimenta casi solo a base de pizza cuatro quesos, es loable. Cuando das el paso ya no puedes verlo de otro modo, es imposible.
Hay gente omnívora que no come ni una sola pieza de fruta en todo el año, y se mete contigo porque
eres vegetariana. Hay gente omnívora con un sobrepeso brutal que es origen de otros mil problemas de salud, que se mete contigo porque eres vegetariana. Hay gente que hace cientos de horas al volante porque pasa de usar transporte público, compartir coche o mudarse cerca del trabajo… que también se mete contigo por procurar que tu estilo de vida tenga el mínimo impacto en el medio ambiente. Estas cosas pasan. La maravillosa guía de Lucía Martínez Argüelles aclara muchos conceptos a nivel nutricional, para que sepamos mejor aún cómo responder a estos ataques, basándose en estudios científicos y en evidencias nutricionales con los resultados de los laboratorios en la mano. También da muchas ideas de menús y combinaciones de alimentos y esto siempre es útil.
Desde hace mucho tiempo sigo a Lucía Martínez pero también a Gabriela Uriarte, Aitor Sánchez (prologuista en este libro) y Juan Llorca entre otros, son grandes comunicadores y ofrecen información de calidad, siempre están activos en redes y abiertos a responder preguntas, yo he aprendido muchísimo sobre nutrición gracias a ellos (¡gracias, gracias!), también he dejado a un lado toda la información inválida que había almacenado con los años. Es habitual que tu salud mejore siendo vegetariano o vegano, no sólo por los beneficios de una dieta basada en productos de origen vegetal, que también, sino porque dejarás de comer mierda (los donuts o las patatas fritas, son productos veganos, y sin embargo son mierda insalubre en estado puro).
Y es que hay que ser muy cuidadoso a la hora de seleccionar fuentes informativas fiables. Es posible que tu colega te cuente que estando con el estómago revuelto tomó Aquarius y jamón de York para recuperarse… ¿qué haces ante algo así? Y es lo habitual, conozco a muchos pseudo-adultos que consumen Coca-Cola diariamente. ¿A nadie le alarma esto y sin embargo te critican por comer garbanzos con verduras? Bueno, así les va. Pero es que incluso entre los sanitarios hay mucha desinformación: mi médica de cabecera me dijo que no hacía falta que me suplementara la B12 si tomaba lácteos o huevos con frecuencia (error: no es suficiente, hay que suplementarse); la dependienta del herbolario me recomendó espirulina (que contiene análogos, no B12, y por tanto en absoluto recomendable, sólo sirve para hacerse mascarillas y ni eso, porque huele a putrefacción); también, alguien que supuestamente tenía el título de nutricionista y dietoterapeuta (nunca lo vi) me prevenía por tomar cereales de noche porque engordaban, o fruta antes de irme a dormir porque fermentaba (¡un redoble, por favor!). Todos esos mitos casi siempre están mal, si seguimos dando voz a esa inercia de consejo-de-la-abuela-desactualizado estaremos haciendo un flaco favor a nuestra salud. Un libro como este a mano siempre es útil.
No sé, piensa en el día que naciste, nadie puede recordarlo pero sí podemos recrearlo con nuestra imaginación. La típica escena feliz del bebé en brazos tras el sufrimiento del parto, la mamá atendida y recuperándose, todo eso. Vale, ahora piensa que le arrebatan el bebé a tu mamá y que terminas en el plato de alguien, vuelta y vuelta. Y a ella la quedan enjaulada con unos tubos succionando de sus tetas para que el vecino del quinto y el dependiente que te sirve el pan tengan leche a mano para cortarse el café por la mañana. Quizá la próxima vez compres bebida de soja, arroz o almendras cuando vayas al supermercado, porque vives en el primer mundo y puedes elegir. Comprueba que no tenga azúcares añadidos, y… bienvenid@ al lado consciente.
domingo, 19 de enero de 2014
"Vindicación de los derechos de la mujer" - Mary Wollstonecraft
“Espero que mi propio sexo me disculpe si trato a las mujeres como criaturas racionales en vez de halagar sus encantos fascinantes y considerarlas como si estuvieran en un estado de eterna infancia, incapaces de valerse por sí mismas. Deseo de veras mostrar en qué consiste la verdadera dignidad y la felicidad humana. Deseo persuadir a las mujeres para que intenten adquirir fortaleza, tanto de mente como de cuerpo, y convencerlas de que las frases suaves, la sensibilidad de corazón, la delicadeza de sentimientos y el gusto refinado son casi sinónimos de epítetos de la debilidad, y que aquellos seres que son sólo objetos de piedad, y de esa clase de amor que ha sido denominada como su hermana, pronto se convertirán en objetos de desprecio.”
Existen muchos motivos para descubrir y admirarse con el pensamiento de esta gran mujer, si uno todavía no tiene la suerte de conocerla. No sólo fue una luchadora por la igualdad de géneros, sino que lo fue en una época absolutamente aciaga: nació en 1759 y murió en 1797.
Se trata por tanto de una de las pioneras del movimiento feminista, que escribió una serie de textos exponiendo sus opiniones sobre este tema de la forma más honesta y sencilla que uno pueda imaginarse, argumentando con sinceridad y muy buen tino cada una de sus posturas.
“Deseo persuadir por la fuerza de mis argumentos en vez de deslumbrar por la elegancia de mi lenguaje.”
Su método consiste en elaborar sus teorías girando en torno a aquellas otras con las que está en desacuerdo, y así, da al traste con multitud de afirmaciones de autores a los que había leído y que a lo largo del tiempo se habían esforzado en explicar por qué la mujer era naturalmente inferior al hombre y debía servirle siempre.
"Se me puede acusar de arrogante, pero, pese a ello, debo declarar que estoy firmemente convencida de que todos los escritores que han abordado el tema de la educación y la conducta femeninas, desde Rousseau hasta el doctor Gregory, han contribuido a hacer de las mujeres los caracteres más débiles y artificiales que existen y, como consecuencia, los miembros más inútiles de la sociedad. Podría haber expresado esta convicción en un tono más comedido, pero me temo que habría parecido un fingido lloriqueo, no la ferviente expresión de mis sentimientos, extraídos del resultado evidente de la experiencia y la reflexión.”
Wollstonecraft establece que el gravísimo problema de desigualdad entre géneros radica en la base, que es la educación, puesto que desde que nacen, las niñas (o mejor: las bio-mujeres, como diría Beatriz Preciado) son tratadas como seres débiles y frágiles, y en ellas se suelen acentuar supuestas virtudes (que para Wollstonecraft son defectos) como la delicadeza y el postureo, haciendo de ellas seres dóciles e inútiles, enseñados desde el principio a situarse por debajo del yugo masculino: por ello crecen precisamente de ese modo: no han nacido así, han sido enseñadas. Hay que destacar que estas ideas proceden del siglo XVIII, y que después de doscientos años seguimos igual, si no peor.
Sin ir más lejos, sigo soportando a diario que a la feliz pareja que espera un retoño del género femenino, su círculo bombardea con exclamaciones del tipo: “Oh, qué bien, una princesita, para peinarla y ponerle vestiditos”; “Id comprando ropita rosa”; “Os regalaremos muñequitas para que juegue”. O la resignación de mujeres adultas que, conviviendo con un hombre, buscan pequeños refugios de ocio en los momentos en que él está trabajando, o ha hecho planes previamente por su cuenta. Así, hay millones de ejemplos a cual más estúpido y deshonroso para con el género femenino.
De este modo jamás se conseguirá la igualdad, mientras la mayoría de mujeres vivan cómodas en su aceptada inferioridad. Siendo mujer menor de 30 años, aún no me he acostumbrado (y me temo que ya nunca lo haré) a los comentarios extrañados de quienes se asombran de que me guste vivir libre e independiente. Incluso he tenido que soportar el juicio de bio-mujeres pseudo-feministas que decían valorar la valentía de las luchadoras pero se escudaban en su debilidad para evitar volar del nido, aún teniendo medios para poder permitirse escapar y vivir su propia vida; o, teniendo la posibilidad de trabajar y vivir por su propia cuenta, escudarse asimismo en su debilidad o en mil otras excusas y permanecer viviendo mantenidas.
Mary Wollstonecraft era una mujer sabia, y entre otras muchas cosas dejó escrito que a las niñas se les debe decir siempre la verdad, puesto que las eternas mentiras disfrazadas de recato o de mentiras piadosas son mucho más dañinas siempre: es una lástima que sus dos hijas no fueran educadas bajo su filosofía, ya que murió tras el segundo parto y fue el padre de las niñas quien se encargó de su educación, bajo otros métodos.
Sobre la mentira, enfocada en este caso a la traición de pareja, opinaba lo siguiente: “Las artes que debe practicar para engañarlo la convertirán en el más despreciable de los seres humanos; y, en cualquier caso, las estratagemas necesarias para preservar las apariencias mantendrán su mente en aquel trajín infantil o vicioso que destruye toda su energía”. Luego queda claro que la mentira queda erradicada de la personalidad de quien queramos educar, siguiendo sus pautas.
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Mary Wollstonecraft |
Su redacción es impecable y clara, y despojada de todo adorno, como ella misma aclara al principio del texto. Sin embargo, en unos pocos fragmentos nos podemos topar con tesoros como este: “Pero me he adentrado desprevenida en tierra de hadas, sintiendo la brisa perfumada de la primavera acariciándome sigilosamente, aunque noviembre frunce el entrecejo.”
Este libro está enriquecido con multitud de citas extraídas de obras de Shakespeare; además, captada al azar, una frase del capítulo en que censura a los escritores que han hecho de las mujeres objetos de piedad, sienta la base fundamental sobre la que varias decenas de años después Guy Debord nos deslumbrara con sus teorías sobre “La sociedad del espectáculo”, y que otros pocos años después Vargas Llosa plagió descaradamente en “La civilización del espectáculo”. El fragmento en cuestión comienza a lo Ginsberg y termina, como decíamos, a lo Debord:
“Veo a los hijos y a las hijas de los hombres persiguiendo sombras y gastando ansiosamente sus poderes para alimentar las pasiones que no tienen adecuado objeto –si el mismo exceso de estos impulsos ciegos, mimados por esta mentirosa pero constantemente confiada guía, la imaginación, no hiciera, preparándoles para otro estado, a los miopes mortales más sabios sin su propia concurrencia, o, lo que viene a ser lo mismo, cuando estaban persiguiendo algún imaginario bien presente.
Tras ver los objetos bajo esta luz, no sería muy caprichoso imaginar que este mundo era un escenario en el que se representa cada día una pantomima para el entretenimiento de seres superiores. Cómo se distraerían al ver al hombre ambicioso consumirse a sí mismo persiguiendo a un fantasma y “buscando la engañosa reputación en la boca del cañón que le iba a reducir a la nada”: pues cuando la conciencia se pierde, no importa si montamos en un torbellino de aire o descendemos en la lluvia.”
La idea del mundo como escenario procede de “As You Like It” (“Como gustéis”), de Shakespeare, autor a quien Wollstonecraft cita a menudo de una forma muy inteligente y apropiada a cada ocasión.
Una de las primeras ideas que se expone en este libro es la de que las mujeres procedentes de círculos enriquecidos son educadas con mayores dificultades, lo cual en principio sorprende puesto que debería ser al contrario, ya que, se da por hecho, cuentan con los medios materiales para proporcionarse educación de calidad, si así lo desean. Pues bien, precisamente al proceder de familias acomodadas, han sido criadas con todos los lujos y están corrompidas por la riqueza, los títulos y la propiedad, por lo que ya no se encuentran en un estado natural que facilite una educación basada en unos pilares básicos de humildad y humanidad.
Hay que tener en cuenta que cuando uno lee a Wollstonecraft hay muchos años de tiempo entre medias, por lo que es necesario evadirse a pesar de que se trate de un texto excepcionalmente actual (precisamente porque en este ámbito no se ha evolucionado apenas nada) y con un lenguaje perfectamente comprensible hoy día: pero, por ejemplo, recomendaría obviar las referencias al catolicismo a los lectores ateos, tal y como yo he hecho (y no por ello he disfrutado menos del texto, lo aseguro), o, sobre todo, establecer en aquellos lugares donde sea necesario el término “sexo”, que ella sin distinción utiliza, por “género”, muchas veces más preciso y adecuado.
Por todo esto y por todo lo demás que queda a la espera en las páginas del libro para quienes deseen saber más, pienso y afirmo que, sin lugar a dudas, Mary Wollstonecraft es rock’n’roll, auténtico y genuino.
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