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viernes, 27 de octubre de 2023

"Las gratitudes" - Delphine de Vigan



Había visto los libros de Delphine de Vigan mil veces en librerías pero nunca me había llamado la atención nada en ellos para empezar a leerlos y descubrir a esta autora. Hace un par de días, vi una recomendación de “Las gratitudes” de forma fortuita y me llamó la atención la excusa de la trama (el concepto de agradecimiento) así como los otros dos temas que trata de forma directa (el envejecimiento y el lenguaje). Así que me hice con “Las gratitudes” y lo leí en un ratito, porque es cortísimo.

Este libro ni de lejos se convertirá en uno de mis favoritos: vaya esto por delante. Pero tiene una serie de elementos que lo hacen digno de análisis en este blog, bastante descuidado por cierto.

La novela comienza cuando trasladan a un geriátrico a Michka, una mujer que está experimentando los primeros síntomas de la afasia y ha sufrido una serie de pequeños accidentes caseros que impiden que pueda continuar viviendo sola de forma segura.

Recientemente conocíamos la triste noticia que relaciona a Bruce Willis con la incapacidad de expresarse verbalmente (¡el tiempo no es importante, solo la vida es importante!); el caso de Michka en concreto sería una parafasia lexical, que le hace sustituir puntualmente algunas palabras por otras, con la particularidad de que la palabras elegidas, aunque erróneas, a menudo suenan de manera similar a las que originalmente quería decir. Delphine de Vigan juega muy bien con esto, eligiendo no solo palabras fonéticamente similares, sino que tienen una carga semántica que da pie a juegos muy interesantes, literariamente hablando, como en el fragmento a continuación:


 Durante unos instantes, Michka permanece sumida en sus reflexiones.

—Debería estar prohibido envejecer. Pero, bueno, ya que estás aquí, aprovecho para decirte algo: me gustaría que me abreviaran.

—¿Cómo?

—Para mi falaral. Una abreviación…, unos canapés y se acabó. Como la señora Crespin, parece que estuvo muy bien la cosa.

—¿Quieres decir una incineración?

—Eso es. Pero que sean de sermón los canapés, no de paté.

—¿De salmón? Bueno, vale, me lo apunto, pero no corre prisa, supongo, no es algo inminente.


He leído que De Vigan confeccionó una guía de traducción para que los traductores conociesen perfectamente la intención de la elección de cada palabra “errónea” que emite Michka y pudieran así localizar la palabra precisa en el idioma de destino. Me parece que esto habla muy bien de alguien que se toma su trabajo muy en serio. Dicho lo cual, tampoco esperéis virguerías léxicas, quiero decir que como ejercicio literario está bien ejecutado pero tampoco es algo como para tirar cohetes. La gracia es que, al leer rápido, a veces involuntariamente “intercambias” algunas palabras por otras cuando no toca. Es decir lees algo y de momento crees que es una palabra que Michka ha malapropismeado y la lees pensando que es otra (realmente lees “otra” en tu imaginación) y resulta que no, que nos hemos adelantado y el término que realmente consta escrito no era ningún “error”, no había que sustituirla... Esto da lugar a caminos infinitos o mini subtramas que duran un segundo. Recuerdo que me pasó por ejemplo con “evolución” y “elocución” pero pueden darse miles de casos.

Para mí el fallo fundamental de este libro es que no tiene alma. A ver si me explico. Hay libros que durante las primeras páginas nos hacen creer que estamos ante un autor nuevo mínimamente prometedor, al que de entrada parece que dan ganas de seguirle la pista en lo sucesivo. Pero, tras leer un par de páginas más, nos damos cuenta de que es un producto editorial “perfecto”, diseñado a medida para el gran público y para hacer la película que también entre dentro de esos cánones establecidos… y terminamos la lectura solo porque nada indica que el libro esté “mal”, pero nos hemos tragado un producto, no una novela. Y que en lo sucesivo cuando alguien nos diga que ese es uno de sus autores favoritos sabremos que eso es algo que no habla demasiado bien de la persona como lectora. Que podía ser mucho peor si leyeran a Paulo Coelho o a Ruiz Zafón pero que esa persona no sabemos si le exige mucho a la vida pero desde luego no a la literatura. Con estas editoriales grandes suele pasar: a veces publican libros pero la mayoría de las veces publican oportunidades editoriales (textos sin ninguna calidad pero que tratan un tema popular en redes sociales o cuyo autor tiene muchos seguidores, ya sean humanos o bots) o subproductos que en el mercado funcionan porque los lectores cada vez tienen menos criterio. La sociedad está idiotizada y el coeficiente intelectual está disminuyendo muy rápido en las nuevas generaciones, pero este es otro tema y no es cuestión de ponernos aún más pesimistas.

Volviendo a los aspectos interesantes de la novela, la reflexión sobre el paso del tiempo (el envejecimiento) y el concepto de gratitud son dos temas que se entrelazan en esta obra, como sucede en la vida real en ocasiones. Michka ve cómo sus facultades se desvanecen como arena entre los dedos y busca aprovechar el tiempo que le queda para resolver asuntos pendientes que no dejan de rondarle por la cabeza. Solicita ayuda para tratar de localizar a unas personas que le ayudaron en un momento extremadamente delicado de su vida, para tener la oportunidad de darles las gracias ya que no lo hizo en su momento.

Esto irremediablemente nos invita como lectores a reflexionar sobre nuestra propia vida y revisar si hemos dejado algo sin decir o si hemos expresado gratitud a quienes lo merecen, antes de que sea demasiado tarde. (Ya sabéis, cuando los aviones se estrellaron contra las Torres Gemelas que yo sepa ninguna de las llamadas telefónicas de los que estaban a bordo fue de odio y venganza; todas fueron mensajes de amor). Podemos tener muchas conversaciones pendientes pero que merezcan la pena quizá no tantas. Es decir, no vale de nada retomar la relación o tener una última conversación con quienes ya aprendimos que no funciona, tras demasiados intentos fallidos. Tampoco vale de nada tener una última conversación con alguien a quien no creeríamos lo que nos dijera porque nos mintió constantemente mientras estuvo en nuestra vida, dejándonos el corazón en mil pedazos. En el contexto de la familia, las relaciones a veces suponen mucha complejidad, ¿siempre hay que perdonar a los progenitores por el simple hecho de serlo, aunque nos dañen irremediablemente, aunque definitivamente sean malas personas? A veces una idea que surge de una buena intención puede derivar en desastre.

Este libro trata también, sutilmente, el tema de la perdurabilidad de las penas infantiles: el logopeda que atiende a Michka, especializado en geriatría, reflexiona cómo en su experiencia trabajando con ancianos y lenguaje ve a través de sus recuerdos cómo el dolor del niño sigue ahí. Intacto. Puedo leerlo en sus caras y escucharlo en sus voces. Y es que la infancia es el patio donde jugamos el resto de nuestra vida.

“Las gratitudes” es un pequeño reflejo luminoso de la condición humana, una llamada a la introspección personal y emocional a través de sus páginas. Si bien la novela no me ha conquistado en su conjunto, sus juegos de palabras y la delicadeza con la que aborda temas esenciales, como la inevitable fragilidad que acompaña al envejecimiento, la convierten en una respetable elección literaria. La escritura puede ser un faro que ilumine las profundidades de nuestra existencia y nos invite a reflexionar sobre las complejidades de la vida y de las relaciones humanas. Si os interesa leer una obra breve que aborde estos temas, esta novela puede ser una buena elección.


 

domingo, 30 de octubre de 2022

"Eros y otros trazos [Un ensayo lírico]" - Sílvia Ardévol

 



Descubrir el universo literario de Sílvia Ardévol es una de esas cosas bonitas que suceden a veces en las redes sociales. Creo que hará algo más de dos años que sigo esa mirada suya tan característica desde donde muestra sus lecturas junto al mar o los estantes abarrotados de su biblioteca. Me gusta su intensidad y su elegancia y por supuesto el tipo de lecturas que elige, cómo no también siempre intensas y elegantes. Suelen interesarme siempre los textos que subraya tan efusivamente y que luego fotografía para prender la mecha en alguien, siempre la llama surge aunque sea en el lugar más inesperado. 


Pág. 34 Hay veces que los libros que uno está leyendo vienen a salvarle la vida.

La intimidad de sus libros amontonados en precioso desorden, la naturaleza y los objetos artesanales, todo ese caos tan atractivo que conforma su mundo, vienen a convertirse o condensarse en este libro, que es mitad canto a la vida y mitad declaración de (literarias) intenciones.

Pág. 14 (…) el paseo propuesto a continuación lo planteo desde el compartir fragmentos de lecturas que me han regalado grandes dichas pero también grandes incomodidades. Trazos que me han seducido pero también otros que me han sobrepasado, que me han irritado, que me han hecho situarme al otro extremo de lo que venía pensando hasta entonces. Y son esos subrayados los que permanecen en conversación permanente con las supuestas convicciones. Sobre todo para desconvencerse, de una vez por todas, de la conveniencia de tenerlas.

Quizá por una especie de lírica simbiosis o porque los textos son verdaderamente hermosos, paso las primeras páginas de "Eros y otros trazos" y pronto echo en falta un lápiz con el que subrayar pasajes.

Inevitablemente marco algunos fragmentos sobre diferentes temas universales, que se ordenan en capítulos compuestos (sospecho) por las muchas notas de lectura tomadas al vuelo por Sílvia durante años de vivir entre libros, entreveradas de apreciaciones y reflexiones personales junto con alguna pequeña anécdota.

Pág. 42 Y la ventura exquisita de no intervenir en qué partes de lo leído deciden quedarse en nosotros para siempre (…)

Pienso en las amigas a las que recomendar esta lectura y creo que se trata de un libro del que disfrutar sin prisas (¿cuál lo es?), deleitándose y en ocasiones repasando más de una vez un mismo pasaje, a causa de esa intensidad que mencionaba antes. Las citas o parafraseos de los autores que admira se desdibujan con las palabras propias dando lugar a un texto tan especial como inclasificable. 

Pág. 54 Con lo bueno y bello que puede ser ir por ahí con un corazón que sepa latir éticamente, siendo contradictorios, incoherentes, humanos.

Los grandes temas universales se organizan en los bloques: identidad, libertad, eros, intelectualidad, espiritualidad y trascendencia, lenguaje y etiquetas y por último, verdad. Todo ello hilado por el concepto de “bienser” que no descifraré aquí para que quienes tengan curiosidad busquen entre las páginas de este libro. Quien busque respuestas quizá solo consiga plantearse más preguntas, pero es que de eso se trataba esto que llaman vivir.

Personalmente, no solo me ha hecho pasar horas de lectura muy agradables sino que la extensa bibliografía me ha dejado muchas y muy buenas recomendaciones para continuar leyendo libros que no conocía y otros que tenía pendientes y quizá ahora recupere, haciendo honor a esto que a veces se comenta y es que un buen libro te abre la puerta a otros muchos. Además por supuesto de hacerme reflexionar sobre estos grandes temas desde prismas nuevos y desde la mirada de otros, y esto siempre resulta enriquecedor. 

Más allá de la redundancia y obviedad de que se trata de un libro para lectores, creo que puede interesar a todas aquellas personas sensibles y cultas que disfruten de vivir poéticamente y hayan hecho un refugio literario donde resguardarse de las inclemencias del mundo real: en esos refugios algunos nos reconocemos a veces y el chispazo que brilla entonces es hermoso, aunque a veces duela.

Pág. 226 (…) lo cuenta poéticamente, que es como se tienen que contar las cosas cuando se las quiere abarcar al completo.


sábado, 5 de diciembre de 2020

"Vulva: la revelación del sexo invisible" - Mithu M. Sanyal


p.18 Debido a que el lenguaje es el sistema con el que nos orientamos en el mundo y evaluamos las cosas, la desaparición de denominaciones que expresen aprecio o sean simplemente precisas va siempre acompañada de la desaparición de un contexto positivo de aprecio, la refleja o prepara su llegada.


p.28 En realidad, la situación para la mayor parte de las jóvenes es incluso más desoladora. «Las niñas tienen un “mumu”, una florecita, una pelusilla, un enchufecito, casi cualquier nombre que uno pudiera dar a una mascota pequeña y suave como un conejillo de Indias parece apropiado», constató la periodista Mimi Spencer en un artículo en The Guardian con el título, tomado de Eve Ensler, de «The vagina dialogues». Más allá de ello, lo que importa aquí es que estas palabras no sólo quitan importancia o establecen una distancia, sino también que son muy individuales.

(…)

Esto significa que las jóvenes no pueden hablar entre sí acerca de sus genitales. Cada referencia permanece reducida al ámbito de lo muy privado, generalmente al núcleo familiar, de forma que, sin importar cuán positivamente se expresen los padres, la vulva queda adherida más bien a un aura de secreto y ocultación: es aquello sobre lo que no se habla. «Si no podemos decirles a nuestras hijas cómo se ven realmente sus órganos sexuales, entonces animamos a cada nueva generación de mujeres a trabajar con engaños y a encubrir su lenguaje, sus pensamientos y sus sensaciones», criticó Harriet Lerner, quien, desde los comienzos de su confrontación con la palabra que empieza por «v» ha entrevistado literalmente a cientos de padres y les ha preguntado por qué no revelaban simplemente a sus hijas que su genital se llama vulva. Las respuestas aún la desconciertan treinta años después:


p.29 Muchos padres, por lo demás cultos, decían incluso que nunca habían oído la palabra. Aquellos que tenían conocimiento de los términos correctos daban las explicaciones más fantasiosas sobre por qué no las usaban. «Vulva es un término médico y yo no quisiera agobiar a mi hija con términos que sus amigas no conocen.» «Lo va a decir en su clase y entonces, ¿qué hacemos?» «Vulva y clítoris son términos técnicos.» (…) «No quiero que mi hija se convierta en una obsesa sexual o acabe creyendo que los hombres pueden ser reemplazados por un vibrador.»


p.228 “Al contemplar ese genital extraño e inexplicable me sentía como un alien, lo que es una descripción bastante precisa de la distancia entre las mujeres y sus genitales. Sí, los usamos, podemos incluso disfrutar de ellos, pero no hay sentimiento de pertenencia. Esos labios dobles en mi pubis no me pertenecían realmente ni siquiera a mí, sino que eran parte de un mundo ajeno de cuya existencia tenía una prueba en ese momento.”


p.232 La práctica generalizada de nombrar equivocadamente a los genitales femeninos es casi tan sorprendente en sus consecuencias como el silencio que rodea a este hecho. Es cierto que en los Estados Unidos no se cortan y extraen el clítoris y los labios vaginales como se hace en otras culturas a innumerables niñas y mujeres. Nosotros hacemos el trabajo no con el cuchillo sino con el lenguaje: el resultado es, si se quiere, una mutilación genital psíquica. El lenguaje puede ser tan afilado y veloz como un bisturí quirúrgico. Lo que no se nombra, no existe.


sábado, 16 de febrero de 2019

"Las lágrimas" - Pascal Quignard


Esta es una novela que habla de las vidas de los nietos de Carlomagno, los gemelos Nithard y Hartnid, pero a la manera Quignard. Es decir, que no es una novela histórica al uso. A Quignard le interesa la mezcla cultural que tuvo lugar en el nacimiento de Europa, con su ya habitual obsesión por el origen de los idiomas y su personalísima manera de expresarse.

El primer párrafo es un canto a los animales en tanto que seres vivos, amigos, hermanos. Facilita el ensueño a lo que podría haber sido una sociedad antiespecista y civilizada. No lo fue, en absoluto.

Cuando me enteré de la publicación de “Las lágrimas”, ya lo quería. No sabía de qué trataba pero lo quería; incluso mientras leía, el hilo conductor estaba en un segundo plano: lo que me interesa de Quignard es que hace magia con el uso del lenguaje, que va más allá de un lirismo muy cuidado.

p. 23  
EL ORIGEN DEL SOMME
El primer color que se forma en la retina de todos los hombres, en el ojo del recién nacido, es el azul.
Ese color es azul como el mar que antecede a la tierra.
Azul como el mismo cielo, que los antecede a ambos.
Durante un largo tiempo el Somme no era más que un arroyito tan pequeño como el arroyo que brotaba de las fuentes revitalizantes de Saint Marcoul.
Sar era la chamana que tenía en su poder la bahía que abría el Somme en el mar del Norte. Y sus ojos de vidente eran tan azules como lo son los ojos de los niños recién nacidos. Una noche, en el fondo de sí misma, oyó a lo lejos a los islandeses, que llegaban en su barco. Entre los francos, sólo las mujeres tenían en don de la doble visión, porque sólo las mujeres, según decían, son en el origen tanto hombres como mujeres, es decir, tanto niños como viejos, es decir, tanto fantasías como fantasmas. 

Dicen en la ficha de este libro, en la web de la Editorial Sexto Piso, que “Las lágrimas” es el mejor libro de Pascal Quignard. Yo creo que el mejor libro de Quignard siempre es el primero que cae entre tus manos, porque es el que te inicia a él y te abre las puertas hacia su mundo.

p.43 Los abetos son los árboles favoritos de las nubes.

El espanto, la palabra en la punta de la lengua, el sexo, las religiones, en “Las lágrimas” están de alguna manera todas o casi todas las obsesiones del autor francés. Entremezcladas con el pasado, las batallas, la vida medieval.

p.120 (…) había constatado que los humanos que no amaban a los gatos sentían todos, sin excepción, aversión por la libertad.

“Las lágrimas” es un viaje a nuestro origen, a fin de interpretarlo desde el interior de las palabras. Todo lo demás, dados los orígenes de Quignard, sólo es música, o acaso silencio.


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