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domingo, 30 de octubre de 2022

"Eros y otros trazos [Un ensayo lírico]" - Sílvia Ardévol

 



Descubrir el universo literario de Sílvia Ardévol es una de esas cosas bonitas que suceden a veces en las redes sociales. Creo que hará algo más de dos años que sigo esa mirada suya tan característica desde donde muestra sus lecturas junto al mar o los estantes abarrotados de su biblioteca. Me gusta su intensidad y su elegancia y por supuesto el tipo de lecturas que elige, cómo no también siempre intensas y elegantes. Suelen interesarme siempre los textos que subraya tan efusivamente y que luego fotografía para prender la mecha en alguien, siempre la llama surge aunque sea en el lugar más inesperado. 


Pág. 34 Hay veces que los libros que uno está leyendo vienen a salvarle la vida.

La intimidad de sus libros amontonados en precioso desorden, la naturaleza y los objetos artesanales, todo ese caos tan atractivo que conforma su mundo, vienen a convertirse o condensarse en este libro, que es mitad canto a la vida y mitad declaración de (literarias) intenciones.

Pág. 14 (…) el paseo propuesto a continuación lo planteo desde el compartir fragmentos de lecturas que me han regalado grandes dichas pero también grandes incomodidades. Trazos que me han seducido pero también otros que me han sobrepasado, que me han irritado, que me han hecho situarme al otro extremo de lo que venía pensando hasta entonces. Y son esos subrayados los que permanecen en conversación permanente con las supuestas convicciones. Sobre todo para desconvencerse, de una vez por todas, de la conveniencia de tenerlas.

Quizá por una especie de lírica simbiosis o porque los textos son verdaderamente hermosos, paso las primeras páginas de "Eros y otros trazos" y pronto echo en falta un lápiz con el que subrayar pasajes.

Inevitablemente marco algunos fragmentos sobre diferentes temas universales, que se ordenan en capítulos compuestos (sospecho) por las muchas notas de lectura tomadas al vuelo por Sílvia durante años de vivir entre libros, entreveradas de apreciaciones y reflexiones personales junto con alguna pequeña anécdota.

Pág. 42 Y la ventura exquisita de no intervenir en qué partes de lo leído deciden quedarse en nosotros para siempre (…)

Pienso en las amigas a las que recomendar esta lectura y creo que se trata de un libro del que disfrutar sin prisas (¿cuál lo es?), deleitándose y en ocasiones repasando más de una vez un mismo pasaje, a causa de esa intensidad que mencionaba antes. Las citas o parafraseos de los autores que admira se desdibujan con las palabras propias dando lugar a un texto tan especial como inclasificable. 

Pág. 54 Con lo bueno y bello que puede ser ir por ahí con un corazón que sepa latir éticamente, siendo contradictorios, incoherentes, humanos.

Los grandes temas universales se organizan en los bloques: identidad, libertad, eros, intelectualidad, espiritualidad y trascendencia, lenguaje y etiquetas y por último, verdad. Todo ello hilado por el concepto de “bienser” que no descifraré aquí para que quienes tengan curiosidad busquen entre las páginas de este libro. Quien busque respuestas quizá solo consiga plantearse más preguntas, pero es que de eso se trataba esto que llaman vivir.

Personalmente, no solo me ha hecho pasar horas de lectura muy agradables sino que la extensa bibliografía me ha dejado muchas y muy buenas recomendaciones para continuar leyendo libros que no conocía y otros que tenía pendientes y quizá ahora recupere, haciendo honor a esto que a veces se comenta y es que un buen libro te abre la puerta a otros muchos. Además por supuesto de hacerme reflexionar sobre estos grandes temas desde prismas nuevos y desde la mirada de otros, y esto siempre resulta enriquecedor. 

Más allá de la redundancia y obviedad de que se trata de un libro para lectores, creo que puede interesar a todas aquellas personas sensibles y cultas que disfruten de vivir poéticamente y hayan hecho un refugio literario donde resguardarse de las inclemencias del mundo real: en esos refugios algunos nos reconocemos a veces y el chispazo que brilla entonces es hermoso, aunque a veces duela.

Pág. 226 (…) lo cuenta poéticamente, que es como se tienen que contar las cosas cuando se las quiere abarcar al completo.


miércoles, 10 de julio de 2019

"Lo que se puede contar" - David González


Hay un espacio en uno de los estantes de mi biblioteca con más de diez libros de David González. Le he leído desde que era una adolescente que apenas empezaba la universidad, he acudido a muchos de sus recitales, a presentaciones de sus libros, nos hemos cruzado e-mails desde 2009, he reseñado sus libros sin descanso*, le he seguido de cerca a través de amigos y conocidos, incluso fui mecenas durante una temporada que habilitó un blog de pago, “Todo lo demás son palabras”. Recordar a David González es para mí, también, recordar una época de mi vida, ya que le conocí a través de una persona que también, y sin querer, me llevó a otras y después pasaron muchas cosas (que llegan al día de hoy). Pero le había perdido la pista en estos últimos años.

Se ha escrito mucho sobre la poesía maldita de David González. Compruebo que sigue siendo el mismo y que su poesía sigue también siendo la misma, no sé si esto me reconforta o me decepciona. Me gustaría explicarme bien. De alguna manera siento que se agotan todas esas anécdotas de vida que nutren su maravillosa poesía de no ficción (como él mismo la define). Y que en este libro sus textos contienen lo que fue, es decir, lo que ya sabemos unido a su día a día en el presente, que es un tanto desolador: la pobreza se empeña en perseguirle de cerca a dentelladas, la relación con su familia sigue siendo un desastre y su vida amorosa es devastadora. Pero crece el número de lectores que reivindican su obra y que le dan voz a través de la radio, en reseñas de blogs literarios, en tesis doctorales en la universidad, también hay un documental sobre su figura, se puede ver aquí:


“Para mí la poesía, y voy a decirlo claramente, es como un sol que sale de noche. La poesía debe iluminar los rincones oscuros del alma.”

Me pregunto si habría preferido encontrarme a un David González reinventándose a sí mismo y explorando nuevas formas de utilizar su talento, que es mucho. Creo que su capacidad de transmitir es algo innato, así como la facultad para denunciar lo injusto. De lo que nadie puede acusarle es de no haber compuesto una obra original, porque personalidad le sobra, a él y a sus libros. Si habéis tenido la oportunidad de escucharle alguna vez en vivo, sabréis de qué hablo.

Reivindicar la poesía de David González en estos tiempos en que la poesía se ahoga, es quitarle un poco del lastre de la pseudo-poesía de la apariencia, de poetas con morritos, de sombreritos de ala estrecha, de juegos de palabras que no son poesía, de frases (que no son versos) impresas en los pasos de cebra de Madrid: la pseudo-poesía de la Generación Encantada que ya señalaba con desencanto David allá por 2015, y que cada vez es más ruidosa y sinvergüenza. La poesía es cuando no tienes miedo, y cuando no tienes miedo dices la verdad: verdad y David González van de la mano.

Si en la tapa del primer volumen de El lenguaje de los puños aparece Joe Louis, el boxeador predilecto de mi abuelo Luis, la idea que tenía pensada, una idea creativa que me hacía muchísima ilusión poder llevarla a cabo, era que en el segundo volumen fuese Cassius Clay, púgil favorito de mi padre, quien diera la cara desde la portada, lugar que ocuparía en el tercero Evander Holyfield, mi campeón, mientras que en el cuarto y último volumen, mis propios puños te machacarían el rostro desde la cubierta. Esta era la idea, sí, pero como con tantas otras cosas en mi vida tengo que joderme y renunciar a ella por razones técnicas y económicas, y juntar los volúmenes 2, 3 y 4 en un solo libro que reúne los artículos críticos, y los poemas que en ellos se mencionan, que se han escrito sobre mi poesía en prensa e internet durante el periodo comprendido entre los años 2001 y 2013. De este modo, los críticos son también, sin ellos saberlo, los antólogos de este tocho de más de quinientas páginas, en una edición limitada a tan solo 78 ejemplares.

“Lo que se puede contar” es una colección de poemas autobiográficos y narrativos, que dejan poco lugar a la imaginación. Se trata de la séptima entrega del ciclo “Los que viven conmigo”. Es lo más cercano a diario personal con forma de poesía que he leído en mucho tiempo, pero este siempre fue el estilo de David. Su poesía es dura y cruda, dolorosa y auténtica, sucia y cruel de tan realista.

Sin embargo, David es alguien que parece escurrírsenos entre los dedos. Lleva mucho tiempo molestándose cada vez que alguien le pide que se cuide y después de tantos años esa maldición no parece ser ninguna broma: no es un artificio para vender, un aura de misterio o una excusa para ir de duro: es real. Mientras escribo esto, leo un artículo on-line de 2016 donde hablaba de un suicidio pasivo, de dejarse morir, de muchas drogas y de problemas con las autoridades: se quejaba de tener pocos lectores a pesar de tener decenas de libros en el mercado y haber sido traducido a varios idiomas.

Su obra está exageradamente dispersa en multitud de editoriales y algunos de sus títulos ya son imposibles o casi imposibles de conseguir. No sé. Tenía una amiga que ironizaba con el hecho de perderle la pista a alguien y encontrarle después de los años “debajo de la misma farola”. Criticaba duramente la falta de ambición, el estancarse, la mediocridad. Y estoy de acuerdo sólo en el sentido de que es cierto que nadie regala nada… pero también lo es que poner toda la energía en una sola cosa que nunca funciona, o no como a ti te gustaría, definitivamente no es una buena opción. Pero es que hay gente que literalmente no sabe cómo hacer, o no puede hacer las cosas de otra manera.

Creo que lo que me ha pasado con este poemario es que he percibido que más allá del mensaje vitalista que siempre transmitía David (y que, de alguna manera, también está aquí), me ha dado la sensación de que son los poemas de alguien que ha tirado la toalla, y por eso me ha dejado descorazonada leerlos. Quizá había olvidado que la poesía de David te rompe literariamente la nariz de un derechazo cada vez que abres alguno de sus libros por cualquier página.

Uno de los recuerdos más bonitos que atesoro es que, en sus e-mails, David siempre se despedía así:

Tu amigo, David González, con un abrazo fuerte y solidario, agradecido.



*Haciendo click sobre la etiqueta “David González” que aparece justamente aquí debajo, se puede acceder directamente a todos los textos sobre David que hay en este blog, desde el año 2008. Ha llovido desde entonces…

Estaré sorteando un ejemplar de este libro en mi perfil de Instagram (@marapsara) hasta el 15 de julio, ¡participa!

jueves, 16 de mayo de 2019

*


He recorrido largos caminos a pie
―durante años
tratando de construir un hogar
para nosotras
allí donde hubiera agua
en los países del norte de Europa
  ―un hogar
con unos trozos de loza rota
y las pocas fotografías que pude salvar del incendio

Nunca he parado de caminar
llevándote en brazos
fabricando tinta en los bosques
para cubrir de color todas nuestras cicatrices blancas

buscando en los libros
la manera de revertir el hechizo
trepando a todas las montañas
para ver más lejos
y bajando cada vez a rescatarme de nuevo

Y una noche de abril
alejándonos del bullicio
sin nada que celebrar
seguimos el rastro de una pequeña luz apagada
tu pequeña mano en la mía

Llegamos ante una puerta que solo se abrió esa noche
y reconocimos dentro los muebles, el olor de la comida,
el eco de las voces, su cadencia:
si sonaba música de fondo, también era familiar

Estábamos dibujadas en las líneas
de la mano que nos invitó a entrar

La noche del incendio llovieron pájaros
y detrás de estallidos de luz y
vigas derrumbándose yo había
podido ver cómo se salvaba

Lo que nunca supe es qué camino tomó

No pude seguir ningún rastro de huellas
porque quemaban
con un dolor agudo y hondo
me alejé de todas sin poder borrarlas
hacerlas desaparecer
porque la tierra ardía

Ahora quiero volver a casa

coger esa mano y besar
cada rincón
abrir todas las ventanas
recorrer todas las habitaciones
―descalza
bailar desnuda bajo la lluvia cuando llegue
llenarme los pulmones dulcemente
de olor a hierba y a pan recién hecho

Todos los años después del incendio
solo he querido volver
estar a salvo y volver

Y es en ese lugar donde me encuentro ahora


Del texto y la imagen: 
© Todos los derechos reservados - Mar López, 2019

lunes, 8 de junio de 2015

"Campanas de Etiopía" - David González


Me temo que la de Campanas de Etiopía no es una reseña que deba escribirse en frío.

Podría decir que he hecho una lectura serena y meditativa, pero lo cierto es que he leído de una forma compulsiva y voraz. Leo a David González desde que iba al instituto: han pasado unos cuantos años y esas ansias por devorar palabras, cuando tengo un libro suyo nuevo entre las manos, no me abandonan nunca. La sensación después de leer tampoco cambia: los poemas de David alimentan a puñados violentos esa parte irracional, antigua, profunda y chamánica que habita (estoy segura) en cada uno de nosotros. La despierta y la mantiene alerta hasta la próxima lectura.

La literatura de David González no se parece a nada, y se mantiene siempre fiel a sí misma. No se sale indemne de sus libros: por las cosas que cuenta y por cómo las cuenta, y personalmente creo que de un libro no se puede pedir mucho más. Él es auténtico y sigue su propio estilo, no necesita de ningún clan de palmeros sin personalidad a su alrededor para autojustificarse y sobrevivir: representa todo lo contrario a los mediocres que se arriman al sol que más calienta. Esto lo explica sin tapujos en el poema"Tinieblas":

TINIEBLAS 
autores sin talento
que roban tu luz
para que también
a ellos se les vea
y al final
la triste realidad:

o solo se les ve a ellos
y poco y mal

o no se nos ve a ninguno

se acerca el tiempo de los poetas menores 
charles simic 

Tiene tanta razón, que debería haber altavoces en todas las calles pregonando esto, para eliminar de una vez por todas esa lamentable tendencia. De tan ridículo, es hasta divertido recordar ahora los intentos de burda copia e imitación que unos cuantos han intentado hacer de la poética de David, las falsas lisonjas disfrazadas de amistad para medrar dentro de este estilo realista y visceral (sin tener nada que contar y sin talento para hacerlo), o para publicar en las mismas editoriales de las que precisamente ahora él se despide, veremos si en esto también resulta un ejemplo a imitar. Además de publicar una obra considerablemente extensa en diferentes editoriales, lo que ha hecho David por la literatura en este país es dar voz, con su ayuda, contactos y multitud de antologías, a otros muchos escritores que, lo merecieran o no, no conseguían salir por sí mismos del anonimato.

Uno de los rasgos que caracterizan sus últimos libros, es la inclusión de las citas al final del poema, dotando al texto de una nueva dimensión, enriqueciéndolo con matices añadidos a su significado. Al igual que en "Tinieblas" vemos lo acertada que resulta al final la cita de Charles Simic, en el poema "Tierra" hace lo propio Dostoyevski y, además, ambos poemas, para mí, se dan la mano.

TIERRA 
gente que irrumpe en tu vida
igual que un cohete
prometiéndote las estrellas
y que sale de ella de igual modo
como un cohete
cuando por fin descubre
que tú ya has estado en ellas
en las estrellas

pero has elegido

regresar a la tierra

poseo mi subsuelo 
fiodor dostyevski 


Alguien tenía que decir de una vez lo que pensamos todos. Sin disfraces absurdos ni actitudes teatreras y siempre falsas.

Defiendo y creo en la poética de David porque a pesar de conocerle y encontrarle en todos los eventos a los que hemos podido coincidir desde hace años, nunca jamás me ha pedido nada: ni ha querido comprar reseñas con libros regalados, ni me ha eliminado de su círculo de contactos por no hablar de sus libros en estos mares: no es algo de lo que puedan presumir todos. Por eso también sólo comento aquellos libros y autores en los que creo y de los que disfruto. Este es el único tipo de ejemplo que quiero seguir: el de la honradez, la sinceridad, el trabajo y el agradecimiento. No entiendo la literatura (ni la vida) de otra manera.

¿Por qué recomiendo siempre a David González cuando alguien tuerce el gesto si hablamos de poesía? Porque sus libros son perfectos para empezar a disfrutar de la máxima expresión de la literatura (la poesía) de una manera que cualquiera pueda comprender, ya que son narrativos y lineales, y siempre aguarda al final de cada poema un golpe de efecto magistral e inesperado. Nunca inventa nada que no surja de su propia experiencia, ni habla de cosas que no conoce o en las que no crea. Y si no, hagan la prueba, lean cualquiera de sus libros y luego me cuentan.

A pesar de que, por su propia condición y el tipo de temáticas que trata, parece condenado al malditismo, es un poeta maldito que sin embargo puede presumir de haber servido, en vida, de objeto de un trabajo de fin de carrera: la filóloga Natalia Salmerón Suero ha redactado un estudio de sobresaliente, titulado "Aquello que conservamos después del naufragio", y que de momento puede adquirirse con la compra del poemario "Campanas de Etiopía" a través de la web de la editorial Origami.

Aunque resulta más sencillo definir un estilo o una generación desde la distancia, Natalia analiza a David González con sabiduría y cautela dentro de su contexto, en base a la poesía que se hace actualmente, y ha terminado por definir su obra como "poética de la consciencia", designación con la que el poeta se siente absolutamente identificado y cómodo. Efectivamente, la clasificación dentro de los "poetas de la conciencia crítica" o la "poesía de no ficción" que David defiende desde hace años, sin ser incorrectas se quedan cortas, y lo que ha querido Natalia es transmitir que David da voz a los más desfavorecidos porque ha sido o es uno de ellos, ya que no es lo mismo hablar desde la experiencia propia, que desde el cómodo sillón de la casa familiar con la televisión de fondo y las necesidades cubiertas (aunque la intención sea buena).

"González denomina a su poesía como poesía de no ficción por los temas que trata y por diferenciarse de las poéticas hegemónicas que dominan el panorama literario. Pero, ¿es justo este término? Sí y no: sí, porque su obra no ficcionaliza la realidad y presenta los hechos tal y como ocurren; no, porque denominar un estilo o una tendencia con un término negativo, siendo este vocablo uno de los que definen a la literatura, le hace perder efectividad y, en cierta medida, lo aleja de ella. De mismo modo, pienso que la definición de lo poético, en general, pero concretamente de su poesía debería atender a la impresión que produce, al sentimiento que genera, por lo que términos como poesía de choque, de la evidencia, de la conmoción, del quiebro se ajustarían mejor a la expresión de lo que he denominado poética de la consciencia." 

En su estudio, "Aquello que conservamos...", Natalia realiza un estupendo recorrido por la evolución de la literatura, la política y la conciencia social de España en las últimas décadas, enlazando con acierto esas influencias con las características que definen la poética de David González. También, y sobre todo, destripa y define con precisión de cirujano la obra completa de David, por lo que una lectura a tiempo de "Aquello que conservamos...", puede resultar muy enriquecedora para cualquier lector interesado o curioso. A mí, personalmente, me ha encantado. Conozco bien la obra de David y creo que no deja ningún cabo suelto y, lo que es igualmente importante, redacta con una finura y un respeto implícito que es digno de mencionarse, y agradecerse.

Sinceramente, espero que aunque la publicación de "Campanas de Etiopía" marque la despedida con al editorial Origami, sea posible que los siguientes Cuadernos "Los que viven conmigo", del que estas campanas son su primera parte, vean poco a poco la luz en alguna otra editorial donde encajen mejor este tipo de libros, que les den voz y que sean fáciles de encontrar en las librerías, cosa que ahora no sucede.



Book-trailer del libro "Campanas de Etiopía"

martes, 13 de mayo de 2014

"Poemas y canciones" - José Antonio Labordeta


Abrió la puerta de su casa para regar las flores del jardín y luego, con aire fatigado, hundió el rostro entre las piedras y lloró amargamente como un niño, por el silencio de las ciudades en aquella hermosa mañana del fin del mundo.
Con pie claro y rostro alegre cavó su tumba y humildemente, sin alharacas, se enterró en ella.
Estaba al fin solo, para siempre.

Echo mucho de menos a José Antonio Labordeta (tras casi cuatro años de ausencia). Profundamente.

A veces la emoción me invade y al cerrar los ojos imagino vivir en un lugar gobernado por Labordeta, José Luis Sampedro y Javier Marías, y durante los breves instantes en los que en mi imaginación tal cosa es posible, soy profundamente feliz, y sonrío.

En estas tres figuras gigantescas y magistrales reconozco autoridad, me inclino, me quito el sombrero y aplaudo hasta que me duelan las manos.

Hoy ya marzo, otra vez, tanto tiempo te has ido
que recuerdo el dolor que te produjo
amar la libertad como la amaste.

José Antonio Labordeta era ante todo una persona buena. Sus poemas son transparentes y a través de ellos tan solo encontramos pureza. Rezuman humildad y nostalgia, sencillez y buenas intenciones. Huelen a lluvia y a tierra mojada.

Habrá un día
en que todos
al levantar la vista,
veremos una tierra
que ponga libertad.

Suelo pensar que a él no le gustaría comprobar el estado en el que se encuentra el mundo que abandonó y que ya apenas le recuerda. El refugio, como siempre, sigue estando en los libros.

miércoles, 26 de marzo de 2014

La traductora de incendios - Isabel García Mellado


No ha podido llegar esta mañana más a tiempo. Este amanecer.
Un nuevo libro de Isabel García Mellado.
Un enorme y precioso puñado de palabras DE VERDAD.

El libro, aquí


mira su mano y ve que le falta la lluvia

*

nunca sé dónde comienza el momento en que perdonar ya no sirve

*

quieres dejar de odiar a esa persona
con la ruta inventada en un billete falso
y se te olvida andar y andar descalzo
dejar a esa persona en la estación azul y desteñida
corrupta de viajes y luces amarillas polvorientas
bajarte luego tú en otro principio
donde van trenes rojos rodeados de un verde muy intenso
con mañanas enormes e instrucciones precisas
acerca de qué sol vale la pena

*

toda la humanidad en pie se interroga
porque un niño ha hecho una pregunta tan grande
que el sol no se atreve a salir
y han tenido que poner hilos de seda de edificio a edificio (...)

viernes, 30 de marzo de 2012

"No hay tiempo para libros: Nadie a salvo" - David González


David González no necesita presentación: ni prólogos, ni introducciones. Sus poemas son siempre mucho más claros y directos de lo que ningún texto con ese propósito pueda serlo jamás: son directos, crudos, desnudos, feroces, crueles cuando es necesario, tiernos en ocasiones, técnicamente encomiables, limpios. Sinceros.

El poeta asturiano utiliza la poesía como género para expresar su verdad, a través de vivencias y pensamientos. Muchos podrán imitarle pero su estilo fresco y puro es muy difícil de lograr. Ocurre que David tiene una personalidad propia, que resulta obvio que no es sólo fachada: no imita a nadie, no necesita eso para crearse un personaje a través del cual dar una imagen falsa, como le ocurre a muchos otros. Su estilo llega al lector de esa forma tan poderosa precisamente porque es auténtico y puro.

Este poemario analiza los mismos temas que aparecen sin cesar a lo largo de toda la obra poética de David: los mismos temas que han marcado su vida. A saber: la violencia, la calle, las drogas, la cárcel, la pobreza, la humildad y la propia poesía como vía de escape a todo eso.

Por último, hay otra cosa que me hace pensar que este libro es brillante y redondo: al final de cada poema, hay una frase, una cita siempre muy breve, procedente de otros libros y canciones, que de alguna manera continúan el poema al tratar el mismo tema que éste: estas citas nos dan también pistas acerca de las influencias externas del poeta, ofrecen una vuelta más de tuerca a la idea inicial del poema y resultan enormemente enriquecedoras.


el salto

en saltar de un tejado

a otro:

en eso consistía la apuesta:

en saltar de un tejado

a otro:

del tejado podre de una fábrica
de escamas y esqueletos de pez al

tejado impecable del mesón del chino:

era un tejado a dos vertientes:
sobre el caballete, en fila india:
alfonso, el hijo del de la imprenta:
pedro, el de la calle atocha:
rufino, el hermano del rata:
horacio, en el saliente:
y yo: el más pequeño de todos:

era un salto gutural: generacional:
desde una altura considerable además:
suficiente como para romperse la crisma
y dejar la vida contra los cristales de botellas ro
tas:
clavos con tétanos: y astillas de las tablas
que medraban, como la mala hierba,
en los adoquines del callejón que discurría
entre la fábrica y el mesón:
alfonso y pedro se echaron atrás:
dicho de otro modo: les entró la cagalera:

horacio, rufino y yo saltamos:

alfonso tiene mujer y dos hijos:
pedro también: mujer y dos hijos:

horacio saltó del caballete

al caballo

y la palmó de sobredosis hace siglos:
cuando yo apenas empezaba a drogarme:

luego de pegarle el tirón al bolso,
rufino saltó por encima de la anciana,
a la que hizo caer por las escaleras:
el ataúd ya la esperaba abajo: en el portal:

la última vez que coincidí con él,
en la segunda galería de la cárcel provincial,
hace de esto veintitrés, veinticuatro años,
aún estaba pagando por aquella muerte:

lo que trato de explicarte es lo siguiente:

aunque entonces no fuésemos conscientes de ello:
horacio, rufino y yo: los tres que saltamos,
calculamos mal la distancia y nos precipitamos
al vacío:



la caída libre
es caer, pero al menos es libre:
margaret atwood



sal

Musa pone copas
7 días a la semana
en la sal:
desde las 02.00 h
hasta el cierre:
a eso de las 12.00 h:

y no tiene nada:

david escribe poemas
7 días a la semana
en su escritorio:
desde las 06.00 h
hasta el cierre:
a eso de las 21.00 h:

y no tiene nada tampoco:

aparte de deudas:
Musa & david
no tienen nada de nada:

ni casa propia:
ni coche:
ni hijos:
ni tarjetas de crédito:
ni vacaciones:

en realidad:
y esto es lo más jodido:
Musa & david
ni tan siquiera
se tienen ya

el uno

al otro:


¿acaso nos figurábamos hace años que
nos convertiríamos en esto:
djuna barnes
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