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jueves, 16 de mayo de 2019

*


He recorrido largos caminos a pie
―durante años
tratando de construir un hogar
para nosotras
allí donde hubiera agua
en los países del norte de Europa
  ―un hogar
con unos trozos de loza rota
y las pocas fotografías que pude salvar del incendio

Nunca he parado de caminar
llevándote en brazos
fabricando tinta en los bosques
para cubrir de color todas nuestras cicatrices blancas

buscando en los libros
la manera de revertir el hechizo
trepando a todas las montañas
para ver más lejos
y bajando cada vez a rescatarme de nuevo

Y una noche de abril
alejándonos del bullicio
sin nada que celebrar
seguimos el rastro de una pequeña luz apagada
tu pequeña mano en la mía

Llegamos ante una puerta que solo se abrió esa noche
y reconocimos dentro los muebles, el olor de la comida,
el eco de las voces, su cadencia:
si sonaba música de fondo, también era familiar

Estábamos dibujadas en las líneas
de la mano que nos invitó a entrar

La noche del incendio llovieron pájaros
y detrás de estallidos de luz y
vigas derrumbándose yo había
podido ver cómo se salvaba

Lo que nunca supe es qué camino tomó

No pude seguir ningún rastro de huellas
porque quemaban
con un dolor agudo y hondo
me alejé de todas sin poder borrarlas
hacerlas desaparecer
porque la tierra ardía

Ahora quiero volver a casa

coger esa mano y besar
cada rincón
abrir todas las ventanas
recorrer todas las habitaciones
―descalza
bailar desnuda bajo la lluvia cuando llegue
llenarme los pulmones dulcemente
de olor a hierba y a pan recién hecho

Todos los años después del incendio
solo he querido volver
estar a salvo y volver

Y es en ese lugar donde me encuentro ahora


Del texto y la imagen: 
© Todos los derechos reservados - Mar López, 2019

martes, 9 de abril de 2019

LAMENTO [La niña interior nº 3]


La niña que vive en mí
ha venido a refugiarse en mi regazo
el desconsuelo.

Ha pintado láminas de acuarela y luego
alguien le ha roto
alguien le ha explotado una pompa de jabón
alguien
el corazón
la carita surcada de churretones negros,
azules, grises, rojos.

Sus límites desbordados
y yo sin una palabra
sabia
a mano para consolarla.

Con esa mezcla de vergüenza y miedo
queriendo hacer estallar su estómago
su dolor trepando por mi espina dorsal
ramificándose.

Le digo que suelte las piezas rotas
que las enterremos juntas
en la orilla del río de Madrid.

Le digo que no es sano caminar
detrás de alguien que deambula
o tratar de alcanzar a alguien
que corre en la misma dirección.

La niña que vive en mí
no quiero decirle
que un día buscará estos dolores
no quiero que sepa
cuando la única manera de conseguir
cuando creer morir sea
la única manera de sentirse viva.


Del texto y la imagen: 
© Todos los derechos reservados - Mar López, 2019

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