La niña que vive en mí
ha venido a refugiarse en mi regazo
—el desconsuelo.
Ha pintado láminas de acuarela y luego
alguien le ha roto
alguien le ha explotado una pompa de jabón
alguien
el corazón
—la carita surcada de churretones negros,
azules, grises, rojos.
Sus límites desbordados
y yo sin una palabra
sabia
a mano para consolarla.
Con esa mezcla de vergüenza y miedo
queriendo hacer estallar su estómago
su dolor trepando por mi espina dorsal
—ramificándose.
Le digo que suelte las piezas rotas
que las enterremos juntas
en la orilla del río de Madrid.
Le digo que no es sano caminar
detrás de alguien que deambula
o tratar de alcanzar a alguien
que corre en la misma dirección.
La niña que vive en mí
no quiero decirle
que un día buscará estos dolores
no quiero que sepa
cuando la única manera de conseguir
cuando creer morir sea
la única manera de sentirse viva.
Del texto y la imagen:
© Todos los derechos reservados - Mar López, 2019
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