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domingo, 30 de octubre de 2022

"Eros y otros trazos [Un ensayo lírico]" - Sílvia Ardévol

 



Descubrir el universo literario de Sílvia Ardévol es una de esas cosas bonitas que suceden a veces en las redes sociales. Creo que hará algo más de dos años que sigo esa mirada suya tan característica desde donde muestra sus lecturas junto al mar o los estantes abarrotados de su biblioteca. Me gusta su intensidad y su elegancia y por supuesto el tipo de lecturas que elige, cómo no también siempre intensas y elegantes. Suelen interesarme siempre los textos que subraya tan efusivamente y que luego fotografía para prender la mecha en alguien, siempre la llama surge aunque sea en el lugar más inesperado. 


Pág. 34 Hay veces que los libros que uno está leyendo vienen a salvarle la vida.

La intimidad de sus libros amontonados en precioso desorden, la naturaleza y los objetos artesanales, todo ese caos tan atractivo que conforma su mundo, vienen a convertirse o condensarse en este libro, que es mitad canto a la vida y mitad declaración de (literarias) intenciones.

Pág. 14 (…) el paseo propuesto a continuación lo planteo desde el compartir fragmentos de lecturas que me han regalado grandes dichas pero también grandes incomodidades. Trazos que me han seducido pero también otros que me han sobrepasado, que me han irritado, que me han hecho situarme al otro extremo de lo que venía pensando hasta entonces. Y son esos subrayados los que permanecen en conversación permanente con las supuestas convicciones. Sobre todo para desconvencerse, de una vez por todas, de la conveniencia de tenerlas.

Quizá por una especie de lírica simbiosis o porque los textos son verdaderamente hermosos, paso las primeras páginas de "Eros y otros trazos" y pronto echo en falta un lápiz con el que subrayar pasajes.

Inevitablemente marco algunos fragmentos sobre diferentes temas universales, que se ordenan en capítulos compuestos (sospecho) por las muchas notas de lectura tomadas al vuelo por Sílvia durante años de vivir entre libros, entreveradas de apreciaciones y reflexiones personales junto con alguna pequeña anécdota.

Pág. 42 Y la ventura exquisita de no intervenir en qué partes de lo leído deciden quedarse en nosotros para siempre (…)

Pienso en las amigas a las que recomendar esta lectura y creo que se trata de un libro del que disfrutar sin prisas (¿cuál lo es?), deleitándose y en ocasiones repasando más de una vez un mismo pasaje, a causa de esa intensidad que mencionaba antes. Las citas o parafraseos de los autores que admira se desdibujan con las palabras propias dando lugar a un texto tan especial como inclasificable. 

Pág. 54 Con lo bueno y bello que puede ser ir por ahí con un corazón que sepa latir éticamente, siendo contradictorios, incoherentes, humanos.

Los grandes temas universales se organizan en los bloques: identidad, libertad, eros, intelectualidad, espiritualidad y trascendencia, lenguaje y etiquetas y por último, verdad. Todo ello hilado por el concepto de “bienser” que no descifraré aquí para que quienes tengan curiosidad busquen entre las páginas de este libro. Quien busque respuestas quizá solo consiga plantearse más preguntas, pero es que de eso se trataba esto que llaman vivir.

Personalmente, no solo me ha hecho pasar horas de lectura muy agradables sino que la extensa bibliografía me ha dejado muchas y muy buenas recomendaciones para continuar leyendo libros que no conocía y otros que tenía pendientes y quizá ahora recupere, haciendo honor a esto que a veces se comenta y es que un buen libro te abre la puerta a otros muchos. Además por supuesto de hacerme reflexionar sobre estos grandes temas desde prismas nuevos y desde la mirada de otros, y esto siempre resulta enriquecedor. 

Más allá de la redundancia y obviedad de que se trata de un libro para lectores, creo que puede interesar a todas aquellas personas sensibles y cultas que disfruten de vivir poéticamente y hayan hecho un refugio literario donde resguardarse de las inclemencias del mundo real: en esos refugios algunos nos reconocemos a veces y el chispazo que brilla entonces es hermoso, aunque a veces duela.

Pág. 226 (…) lo cuenta poéticamente, que es como se tienen que contar las cosas cuando se las quiere abarcar al completo.


jueves, 29 de junio de 2017

lunes, 12 de junio de 2017

Dios y el estado - Bakunin (fragmentos)


" Rechazamos toda legislación, toda autoridad y toda influencia privilegiadas, patentadas, oficiales y legales, aunque salgan del sufragio universal, convencidos de que no podrán actuar sino en provecho de una minoría dominadora y explotadora, contra los intereses de la inmensa mayoría sometida. He aquí en qué sentido somos realmente anarquistas.

"Considerad un loco: cualquiera que sea el objeto especial de su locura, hallaréis que la idea oscura y fija que le obsesiona le parece la más natural del mundo, y al contrario, las cosas naturales y reales, que están en contradicción con esa idea, le parecerán locuras ridículas y odiosas. Y bien, la religión es una locura colectiva, tanto más poderosa cuanto que es una locura tradicional y que su origen se pierde en una antigüedad excesivamente lejana. Como locura colectiva, ha penetrado en todos los detalles, tanto públicos como privados de la existencia social de un pueblo, se ha encarnado en la sociedad, se ha convertido por decirlo así en el alma y el pensamiento colectivos.

"¿Cuáles son las causas de esta lentitud desoladora y tan próxima al estancamiento que constituyen, según mi opinión, la mayor desgracia de la humanidad? Esas causas son múltiples. Entre ellas, una de las más considerables, sin duda, es la ignorancia de las masas. Privadas general y sistemáticamente de toda educación científica, gracias a los cuidados paternales de todos los gobiernos y de las clases privilegiadas, que consideran útil mantenerlas el más largo tiempo posible en la ignorancia, en la piedad, en la fe, tras sustantivos que expresan poco más o menos la misma cosa, ignoran igualmente la existencia y el uso de ese sin la cual no puede haber revolución moral y social completa. Las masas, a quienes interesa tanto rebelarse contra el orden de cosas establecido, se adaptaron más o menos a la religión de sus padres, a esa providencia de las clases privilegiadas.

"En Grecia la divinidad se humaniza ―su unidad misteriosa, reconocida en Oriente sólo por los sacerdotes, su carácter atroz y sombrío son relegados en el fondo de la mitología helénica―, al panteísmo sucede el politeísmo. El Olimpo, imagen de la federación de las ciudades griegas, es una especie de república muy débilmente gobernada por el padre de los dioses, Júpiter, que obedece él mismo los decretos del destino.

El destino es impersonal; es la fatalidad misma, la fuerza irresistible de las cosas, ante la cual debe plegarse todo, hombres y dioses. Por lo demás, entre esos dioses, creados por los poetas, ninguno es absoluto; cada uno representa sólo un aspecto, una parte, sea del hombre, sea de la naturaleza en general, sin cesar sin embargo de ser por eso concretos y vivos. Se completan mutuamente y forman un conjunto muy vivo, muy gracioso y sobre todo muy humano.

Nada de sombrío en esa religión cuya teología fue inventada por los poetas, añadiendo cada cual libremente algún dios o alguna diosa nuevos, según las necesidades de las ciudades griegas, cada una de las cuales se honraba con su divinidad tutelar, representante de su espíritu colectivo. Ésa fue la religión, no de los individuos, sino de la colectividad de los ciudadanos de tantas patrias restringidas, asociadas por otra parte entre sí más o menos por una especie de federación imperfectamente organizada.

De todos los cultos religiosos que nos muestra la historia, ése fue ciertamente el menos teológico, el menos serio, el menos divino y a causa de eso mismo el menos malhechor, el que obstaculizó menos el libre desenvolvimiento de la sociedad humana. La sola pluralidad de los dioses más o menos iguales en potencia era una garantía contra el absolutismo; perseguido por unos, se podía buscar la protección de los otros y el mal causado por un dios encontraba su compensación en el bien producido por otro. No existía, pues, en la mitología griega esa contradicción lógica y moralmente monstruosa del bien y el mal, de la belleza y la fealdad, de la bondad y la maldad, del amor y el odio concentrados en una sola y misma persona, como sucede fatalmente en el dios del monoteísmo.

lunes, 24 de octubre de 2016

Diccionario Sampedro



Se cumplen ya tres años de la irreparable pérdida de José Luis Sampedro (1917-2013), literato, docente, economista y miembro de la Real Academia Española que legó una obra prolija y multidisciplinar en la que su preocupación por el ser humano se aprecia desde una perspectiva múltiple.

Sus herederos han seleccionado una recopilación de textos que definen de forma resumida algunos de los conceptos clave de su obra. Así, un paseo por este “diccionario” sería algo similar a coger al azar sus obras y curiosear entre aquellos fragmentos que otros han subrayado durante su lectura.

Sampedro comprimido
Este volumen encierra las claves principales de la obra del maestro Sampedro, y se presenta bajo una sucesión de 50 términos ordenados alfabéticamente (Agua, Alma, Amistad, Amor, Androginia… y así sucesivamente, hasta llegar al último, Violencia). En cada uno de los apartados, encontramos una selección de citas bibliográficas donde se desarrolla cada uno de los términos en cuestión, de una forma más o menos directa. Los textos proceden tanto de sus novelas como de sus ensayos económicos, charlas y conferencias transcritas, etc.

Así pues, este libro es adecuado para quienes quieran adentrarse de una forma suave en el pensamiento de Sampedro, pero también para sus lectores más incondicionales, puesto que también ellos encontrarán  algunos textos de origen más inaccesible que a lo mejor no conocían. En cualquier caso, es uno de esos libros que conviene tener cerca para poder consultar en un momento dado la opinión de un hombre sabio sobre algún aspecto que nos preocupe o nos interese.

Lucidez y sabiduría
Tal y como se nos indica en este libro, la figura de Sampedro es una de las más respetadas y queridas de la historia reciente de España; y no es para menos. Ha quedado plasmado en su obra y lo transmitía cada vez que hablaba: no sólo se trataba de una persona extremadamente inteligente, formada y muy culta, sino que (y esto es lo que hace que definitivamente brille) era un hombre profundamente bueno. El cariño y la empatía que emanaban de su mirada, son difíciles de explicar con palabras.

Muchos de los términos que aparecen en este “diccionario” se centran en la preocupación de Sampedro por la igualdad, por la importancia de ser quien cada uno realmente es, sin importar las convenciones sociales de cada entorno. Por ejemplo, fue el creador de un término, “Ipsoterapia”, sobre el que merece la pena detenerse: significa ayudar a cada cual a vivir de acuerdo con su ser auténtico y su derecho a realizarse, sin más restricciones que el respeto a los demás.

Sampedro sostenía que los prejuicios y el entorno entorpecían el desarrollo personal de los individuos, y que por eso en muchas ocasiones se complica vivir una vida satisfactoria y plena. También señalaba a las imposiciones morales y religiosas como piedras represoras en el camino de las personas, ya que no sólo entorpecen el progreso, sino también la libre elección de los límites de forma personal por cada individuo, dando por hecho que no se pueden contemplar como aberrantes hechos que existen y se dan en la naturaleza, y que lo que insisten en llamar pecados no es más que la vida misma.

En este sentido, novelas inolvidables como “La vieja sirena” y “El amante lesbiano” son grandes cantos a la libertad individual transgrediendo todos los límites y derribando todas las barreras que la sociedad impone, y viviendo plenamente con el único precepto de no hacer jamás daño a nadie. Leerlos, sin ninguna duda, ayuda a respirar mucho más profundo.

Cuando decimos que “el tiempo es oro”, que es como decir “el dinero es la medida de todas las cosas”, estamos reduciendo todo a lo que da el oro, al dinero, a términos económicos. El tiempo no es oro, el tiempo es vida. Y reducir el tiempo a dinero, es reducir vida a dinero. Equivale a decir “lo que no da el dinero, lo que no vale dinero, no importa, no es vida”, lo cual es un reduccionismo economicista absolutamente aberrante; es confundir una economía de mercado con una sociedad de mercado. Vivimos en una sociedad que da valor a lo que tiene precio en el mercado y no valora lo que no lo tiene.
No soy enemigo del mercado, soy enemigo de que se mercantilice toda la vida humana.
José Luis Sampedro, maestro.

miércoles, 26 de marzo de 2014

La traductora de incendios - Isabel García Mellado


No ha podido llegar esta mañana más a tiempo. Este amanecer.
Un nuevo libro de Isabel García Mellado.
Un enorme y precioso puñado de palabras DE VERDAD.

El libro, aquí


mira su mano y ve que le falta la lluvia

*

nunca sé dónde comienza el momento en que perdonar ya no sirve

*

quieres dejar de odiar a esa persona
con la ruta inventada en un billete falso
y se te olvida andar y andar descalzo
dejar a esa persona en la estación azul y desteñida
corrupta de viajes y luces amarillas polvorientas
bajarte luego tú en otro principio
donde van trenes rojos rodeados de un verde muy intenso
con mañanas enormes e instrucciones precisas
acerca de qué sol vale la pena

*

toda la humanidad en pie se interroga
porque un niño ha hecho una pregunta tan grande
que el sol no se atreve a salir
y han tenido que poner hilos de seda de edificio a edificio (...)

sábado, 14 de diciembre de 2013

"El proceso" - Franz Kafka


Probablemente una de las novelas mejor ambientadas que he leído. Para mí, el hilo argumental no ha sido el proceso, sino la claustrofobia, algo que permanece suspendido sobre las frases desde la descripción del primer habitáculo que se menciona en la trama. El acusado K. recorre extrañas casas y toda clase de edificios con tintes surrealistas en pos de un ápice de esperanza que le deje atisbar el final de su proceso, mientras carga con el peso de la culpa sobre sus hombros. La escena del impactante y aterrador final, sublime, bajo la luz de una luna como siempre tan hermosa (por todas partes se esparcía la luz de la luna con esa serenidad que ninguna otra luz posee), supone un resplandor final, terrorífico, sí, pero liberalizador al fin y al cabo.

Franz Kafka nunca llegó a terminar esta novela, que por tanto nos llega con algunos capítulos más breves inacabados. Aún así, se lee perfectamente sin esa sensación incómoda que sin embargo muchas veces sí producen algunos libros acabados: la de que están incompletos, cojos, sin pulir.

Como suele suceder en las obras magistrales, también de “El proceso” se desprenden multitud de lecturas. Una de ellas es la de que K., acusado sin razón aparente y que no llega nunca a conocer las causas de su detención, va asumiendo la culpa a medida que su proceso avanza: al igual que en la vida diaria nos sentimos a veces responsables de asuntos que nos son ajenos, pero que por su cercanía a nosotros o por la implicación directa de personas que queremos, terminamos asumiendo absurdamente.

Otra lectura es por supuesto la gran cantidad de terribles similitudes entre el mal funcionamiento del poder judicial de la novela (que en principio se trata de una distopía, pero es que parece que ya vivimos en una) y el real (sin remedio...) de este mundo absurdo nuestro. ¿Cómo un planeta habitado por humanos puede estar tan deshumanizado?

Cada persona individual (y esto lo podemos ver si observamos sólo con un poco de atención a nuestro alrededor) tiende a asumir, en mayor o menor grado, la personalidad social en detrimento de la que habría alcanzado siguiendo su propio instinto. A un nivel más bajo, esto también sucede en los grupos cerrados o semi-sectarios, en los que un grupo de personas fácilmente anulables siguen los designios de un líder que a su vez se alimenta de la debilidad de sus seguidores. Resulta de todo punto incomprensible que tengan que existir, y que de hecho existan personas que se arrastren para que otros pisen sobre ellas. Así precisamente es el modelo capitalista en el que por desgracia vivimos. Las profundas desigualdades y las inabarcables injusticias no sólo podemos verlas a diario en los tribunales que Kafka desdibujó para destacar sus matices en esta estupenda novela, sino también en las actuales comisarías de policía (nazionales y demás), en la esfera política dictatorial, en los estamentos religiosos patriarcales y un larguísimo etcétera.

Pero cualquier cosa que se diga sobre “El proceso” será siempre insuficiente.

Hay que leerla sufrirla.

viernes, 4 de octubre de 2013

"La canción del pirata" - José de Espronceda



Con diez cañones por banda,
viento en popa a toda vela,
no corta el mar, sino vuela,
un velero bergantín;
bajel pirata que llaman
por su bravura el Temido
en todo el mar conocido
del uno al otro confín.

La luna en el mar riela,
en la lona gime el viento
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y ve el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
Y allá a su frente Estambul:

-Navega, velero mío,
  sin temor
que ni enemigo navío,
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.

Veinte presas
hemos hecho
a despecho
del inglés
y han rendido
sus pendones
cien naciones
a mis pies.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad;
mi ley, la fuerza y el viento;
mi única patria, la mar.

Allá muevan feroz guerra
ciegos reyes
por un palmo más de tierra,
que yo tengo aquí por mío
cuanto abarca el mar bravío
a quien nadie impuso leyes.

Y no hay playa
sea cualquiera,
ni bandera
de esplendor,
que no sienta
mi derecho
y dé pecho
a mi valor.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad;
mi ley, la fuerza y el viento;
mi única patria, la mar.

A la voz de ¡barco viene!,
es de ver
cómo vira y se previene
a todo trapo a escapar:
que yo soy el rey del mar
y mi furia es de temer.

En las presas
yo divido
lo cogido
por igual:
sólo quiero
por riqueza
la belleza
sin rival.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad;
mi ley, la fuerza y el viento;
mi única patria, la mar.
¡Sentenciado estoy a muerte!
Yo me río:
no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena
colgaré de alguna antena
quizá en su propio navío.

Y si caigo,
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di
cuando el yugo
del esclavo
como un bravo sacudí.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad;
mi ley, la fuerza y el viento;
mi única patria, la mar.

Son mi música mejor
aquilones,
el estrépito y temblor
de los cables sacudidos
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.

Y del trueno
al son violento,
y del viento,
al rebramar,
yo me duermo
sosegado,
arrullado
por el mar.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad;
mi ley, la fuerza y el viento;
mi única patria, la mar.

José de Espronceda
Publicado por primera vez en la revista "El Artista", en 1835.

Por todos los piratas que quisieron ser.

lunes, 2 de septiembre de 2013

"I´m not crazy. My reality is just different than yours" - Mara Blackflower


you don`t know me
you´ll never catch me
you can`t change me
i´m free
you don`t respect me
cause i´m who i´m
i´m different
my reality is just different than yours
y mi reino igual de grande
Aprende a mi lado,
huye
o haz como si no me vieras
pero no intentes destruirme
ni sofocarme.
Porque aunque lo consigas
y me quemes en la hoguera
de mis cenizas,
nacerán miles de flores,
que esparcirán sus semillas por el mundo
haciéndolo aún más bello


Poema extraído del blog marablackflower.

domingo, 3 de febrero de 2013

"El enamorado de la Osa Mayor" - Sergiusz Piasecki


Es imprescindible hablar de las condiciones en que fue escrito este libro y de la leyenda que lo rodea, antes de contar la historia que contiene y explicar por qué es tan especial. Se trata de una historia real: Sergiusz Piasecki (1901-1964) fue encarcelado por delitos derivados de sus actividades como traficante y espía, por lo que fue condenado a la pena de muerte. Durante su reclusión, solicitó material de escritura y escribió una obra maestra titulada “El enamorado de la Osa Mayor”, sin haber recibido ningún tipo de formación literaria en toda su vida. Ahí reside uno de sus principales reclamos.

Este libro no es una autobiografía, pero la vida del protagonista sí contiene multitud de paralelismos con la de su creador. Al parecer, una vez plasmado el punto y final de la novela, Piasecki se la entregó a su carcelero sin darle mayor importancia, y éste, por suerte, la tuvo en consideración e hizo que llegara a manos del juez. Así fue como Piasecki se libró de la pena de muerte y como consiguió poco después, durante un traslado, la ansiada libertad. Su libro se convirtió en un éxito de ventas y él se esfumó sin que se sepa con seguridad dónde se perdió su rastro. Durante ese tiempo de libertad escribió alguna algún otro libro basado en sus vivencias belicosas, y también sátira política.

“El enamorado de la Osa Mayor” es uno de los más hermosos y mejor escritos que he leído nunca. Se divide en tres partes  de hipnóticos títulos: “Bajo las ruedas del carro”, “Por los senderos de los lobos” y “Los fantasmas de la frontera”. Está acompañado por una de las mejores introducciones de la historia de la literatura, donde explica brevemente y con mucha intensidad y vitalismo sus experiencias como contrabandista en la frontera rusa.

El primer capítulo comienza exactamente cuando el protagonista, Władek, se enrola en la primera de sus rutas como contrabandista, con una portadera a cuestas cargada con material para transportar de incógnito y vender al otro lado de la frontera, junto con un grupo de piratas avezados que le sirven de guía y le enseñan las claves del oficio. Con el paso de los meses Władek sufre emboscadas de los soldados rusos, vive al límite, borra de su mente la diferencia entre el bien y el mal y aprende a amar la libertad y la naturaleza de una forma salvaje.

Precisamente este libro es una oda a la libertad. Władek pronto se ve atraído por la fueraza de las estrellas y aprende a amarlas, reconocerlas y dejarse guiar por ellas. Llega incluso a bautizar a cada una de las siete estrellas que conforman la constelación de la Osa Mayor (o Carro Mayor, de ahí el título del primer capítulo). No hay fajo de billetes por los que cambie su vida al aire libre, ni palacio que le resulte más seguro que una guarida en el bosque. Se siente más cómodo rodeado de pájaros, lobos y salteadores de caminos que de ciudadanos en una gran urbe.

La magia proviene tanto del embrujo de la naturaleza como de la forma de pensar de Władek: muestra un camino alternativo y asegura que otra forma de vida es posible. Además, el hecho de ser un libro tan lírico y cuidado contrasta con la historia que cuenta (salvaje, peligrosa, descarnada).

El argumento, trepidante, deja sin resuello al lector, no da tregua. Sin embargo, a la vez el texto está plagado de frases sutiles y delicadas, y descripciones gloriosas. Por todo ello, este libro es pura magia, y una muestra perfecta de literatura de la más alta calidad.

«Camino a través del bosque hacia el sendero que conduce a Zatyczno. En la lejanía, se oyen los suspiros sordos y pesados de los truenos. Se acercan. Se desencadena un viento que corre por las alturas, por las cúspides de los árboles, llenando el bosque de un rumor quejumbroso. Cierra la noche. A duras penas me abro paso entre los árboles. De improviso, un largo relámpago verde cae sobre el bosque. Abajo, casi en las entrañas de la tierra, se oye el trueno que huye hacia las tinieblas en oleadas grávidas... Otro relámpago, ahora amarillo, corta el aire... El tercero, rojo, explota como un fuego de artificio... El cuarto, dorado, se entrelaza con la oscuridad en la lotananza... El quinto, blanco, arranca la noche de la tierra y, durante un rato, puedo ver con toda claridad cada tronco, cada rama, cada hoja... Después, los relámpagos caen a puñados. Se entrecruzan, se esquivan... Uno corre en pos del otro. Derraman torrentes de luz entre los árboles. El aire vibra... Los árboles tiemblan... Un huracán... El viento rompe ramas y derriba árboles. Los relámpagos hacen trizas los pinos, los abetos y los abedules más robustos. El bosque se estremece... »


domingo, 18 de noviembre de 2012

"Cartas a un buscador de sí mismo" - Henry David Thoreau


En 1848, Henry David Thoreau y Harrison G. O. Blake iniciaron una correspondencia que se mantendría hasta 1861, poco antes de la muerte de Thoreau. Blake recibió parte de la obra de su amigo tras su desaparición y se encargó de prepararla para su publicación.

En éste volumen encontramos las misivas que Thoreau dirigía a su amigo: solamente la que inicia el volumen fue escrita por Blake. Entre los temas principales encontramos la pérdida de bienes materiales en pos de una mayor riqueza espiritual, la búsqueda de lo esencial en la Naturaleza y la mejora de uno mismo como base para modificar el comportamiento ajeno, todos ellos temas recurrentes en la obra de Thoreau.

Sabemos que nos encontramos ante una obra o un autor excepcionales cuando tras su primera lectura sentimos el deseo irrefrenable de buscar más bibliografía al respecto, y es lo que ocurre en este caso. La satisfacción que se siente tras leer estas cartas animan a buscar más textos de Thoreau, como su Desobediencia civil, tan necesaria en estos días inestables.

Antes de empezar a cartearse con Thoreau, G.O. Blake lo hacía con el filósofo Emerson, cuyo estilo de vida y pensamiento difieren bastante de los de Thoreau, a pesar de haber sido amigos en su tiempo. No en vano, Blake conoció a Thoreau a través de Emerson.

En estas cartas, Thoreau responde a Blake instruyéndole sobre aspectos concretos de la vida sobre los que su amigo le había pedido consejo. Por ello, son un fabuloso compendio de recomendaciones vitales para un día a día más enriquecedor, puro y descontaminado. La idea de tener un filósofo de cabecera que responda tus dudas existenciales, por sí sola, me parece maravillosa.

El asunto central sobre el que Thoreau construyó sus teorías es qué ocurre cuando un hombre se enriquece materialmente a cambio de perder su alma. Lo que trata de hacer ver es la importancia de una vida espiritual plena en detrimento de la riqueza material, tan innecesaria en esencia. Busca desprenderse a toda costa de cualquier propiedad inútil para vivir una vida mejor en todos los demás aspectos. Por ese motivo se retiró a vivir al campo, dando la espalda a la sociedad que no le identificaba y negándose a pagar impuestos ni a participar de ninguna otra manera en esa farsa que el hombre había hecho del mundo, y con la que estaba tan en desacuerdo. Esa retirada a la naturaleza es la mayor muestra de compromiso y, sobre todo, de coherencia con respecto a sus propias ideas y teorías. Su amor por la naturaleza se intensificó cuando Thoreau profundizó en el conocimiento de la cultura india norteamericana.

Con respecto a esta huida a los bosques, mientras uno lee estas cartas, a veces, entre los espacios en blanco que hay entre renglón y renglón se puede respirar el olor a tierra mojada, y si se presta atención se pueden escuchar también los sonidos del bosque.

Estas cartas también sirven para reconstruir el día a día de la vida de Thoreau, con retazos de información relativa a los personajes con los que se relacionaba (otros escritores y filósofos, e intelectuales en general), los libros que leía, y sus autores predilectos, que recomendaba continuamente a Blake. Una suerte de diario personal a fragmentos que nos acerca un poco más a este increíble pensador de mediados del XIX cuya obra, hoy se mantiene vigente.

jueves, 11 de octubre de 2012

"Manifiesto contrasexual" - Beatriz Preciado


En un mundo normal no haría falta dedicar esfuerzos a escribir tesis como ésta. Sin embargo, en éste tan contaminado y mojigato, libros como el de Beatriz Preciado sirven para derribar barreras que alguien construyó algún día muy lejano (puede que la primera piedra se colocase en la noche de los tiempos), y gracias a eso ver un poco más lejos desde el sitio en el que nos encontramos. Pueden llamarlo abrir los ojos, quitarse la venda, abrir la mente... como quieran.

En un mundo normal, no haría falta reivindicar el derecho del ser humano a decidir cómo quiere llamarse y cómo entiende su sexualidad primero con respecto a sí mismo y después con quienes le rodean. Tampoco sería lógico definirse en base a los gustos sexuales, ¿por qué todo ha de girar en torno al sexo y a las preferencias de cada uno en este sentido? No es lo habitual, y por eso sigue habiendo mucha gente en contra, pero realizar un cambio de sexo y/o de género no debería tener más trabas administrativas que cualquier otra cirugía estética, sin entrar en los diversos aspectos psicológicos que derivan en ambas.

Estas teorías parten de romper con lo que tradicionalmente se entiende como masculino o propio del hombre y femenino o propio de la mujer. Eso, ya no vale, o no debería valer. Reducir la masculinidad o la feminidad a unos órganos concretos que nos acompañan desde el nacimiento no debería condicionar la vida de ningún ser humano: no se me ocurre nada más injusto, y sin embargo más real e implantado en esta sociedad, tan retrasada y vulgar en éste como en tantos otros temas.

Según Beatriz, no hay células masculinas ni femeninas, y a los recién nacidos se les asigna el sexo por lo que se aprecia visualmente al nacer, sin realizar análisis cromosómicos o genéticos. Esto debería darnos mucho que pensar, y debería derribar muchas barreras a quienes a estas alturas aún las carguen sobre sus hombros.

El contrato contrasexual que se propone en “Manifiesto contrasexual” (Anagrama, 2011) no está exento sin embargo de limitaciones, y por eso es complicado estar completamente de acuerdo con él. Pese a que esta lucha me parece imprescindible y muchos aspectos los comprendo bajo el mismo punto de vista, creo que no es conveniente “volver” a limitar la sexualidad humana precisamente por no estar de acuerdo con los límites que están actualmente establecidos. ¿No sería mejor luchar para borrarlos todos? 

La revisión a la teoría sexual que se propone en este libro es ideal para quienes no estamos satisfechos con las explicaciones que del mundo se nos dan desde que nacemos: imposiciones que no por ser antiguas llevan implícita la verdad intrínseca de todas las cosas. El lenguaje, por sus propias características, resulta siempre escaso y limitado y por tanto, etiquetar cada una de las realidades supone siempre delimitarlo con barreras. Volviendo al plano sexual, suelen ser las minorías quienes buscan un nombre que les defina (o es el resto del mundo quien se los asigna, normalmente partiendo de insultos que buscan excluirles con crueldad), cuando precisamente son esos grupos quienes se desvían de la supuesta “normalidad” rompiendo así sus propios límites (o, mejor, los límites de la sociedad). En la actualidad, una persona con inclinaciones heterosexuales no suele tener que explicarse ni definirse, y sin embargo otra con preferencias homosexuales o de cualquier otro tipo, sí suele tener que hacerlo (aunque creo que, precisamente, no debería hacerlo, fuera de la necesidad de entenderse a sí mismo nombrándose de alguna manera que dé sentido a su realidad... y aquí volvemos a las imposiciones sociológicas y a la necesidad imperativa de escapar a ellas). 

¿Por qué limitar esa fuga de la normalidad impuesta, que es ya un canto a la libertad por sí misma? Designarse a uno mismo en cualquier ámbito vital, limita el campo de acción, si uno es coherente entre lo que piensa-dice y lo que lleva a cabo en su día a día, (que ese ya es otro tema). Y matizar el lenguaje ya disponible para asociarlo a cada punto de vista particular, es entrar en una espiral semántica que no conduce al entendimiento: inventemos los términos que nos designan sin lugar a dudas o, mejor aún, evitemos nombrarlo todo.

En el discurso de Beatriz Preciado, la homosexualidad y la heterosexualidad no son entidades naturales, sino construcciones sociales y políticas: uno no nace siendo esto o aquello: según sus investigaciones, esas entidades se crearon hace relativamente poco tiempo, en la medicina de finales del siglo XIX, con la finalidad principal de normalizar la heterosexualidad y patologizar la homosexualidad: se crearon para regular el sistema que une sexo y reproducción. No deberíamos tener esa amnesia histórica, es un error muy común que juega en nuestra contra en todos los aspectos de la vida (en política, se usa ya como herramienta de control de masas): por eso es importante partir de la individualidad para conseguir un conocimiento más completo y universal, no podemos quedarnos con lo que quieran contarnos a saber por qué intereses. Si la inquietud parte de uno mismo, y estudia, e investiga, si lee sin descanso, obtendrá sus propias conclusiones y tendrá una versión única, individual, y original de las cosas, una voz propia. Ésa me parece a mí que es la única lucha que verdaderamente importa, y se puede extrapolar a todo.

El discurso de Beatriz Preciado se aplica a tantos aspectos de la sexualidad, es tan completo y tan interesante que invita a buscar toda su bibliografía y a escuchar su voz en los vídeos que circulan por la red. Una mente preclara la suya, con la que ayudar a construir nuestra particular versión de este mundo en el ámbito sexual, pero no sólo: también en lo social y en lo psicológico.

sábado, 3 de diciembre de 2011

"La jaula" - Javier Serrano


“La jaula” es una novela magistral, intemporal, redonda, metafórica y absolutamente envolvente. La historia parte de un hecho insólito y dramático: Bastián Bastián, humilde pasante de notaría, despierta de un letargo y se sorprende encadenado y rodeado de presos dentro de un furgón que les abandona en una extraña prisión sin puertas de la que sin embargo no es sencillo escapar. La prisión, de arquitectura circular, evoca la Utopía de Platón, apresando en su interior una sociedad extraña compuesta por reos que cada día realizan maquinalmente las mismas tareas grises y desprovistas del más mínimo ápice de humanidad o calidez.

Su única función es fabricar muñecas artesanales y burdas, a cambio de las cuales consiguen la comida que les mantiene vivos. La prisión circular está rodeada de un vasto paraje absolutamente desértico sin rastros de civilización o vida animal. Viven aislados, balanceándose en un limbo fuera del tiempo y del espacio. Estos matices inquietantes y la permanente sensación de agobio recuerdan (y hacen que este texto esté a la misma altura) a novelas tales como “El país de los ciegos” de H.G. Wells o “El desierto de los Tártaros” de Dino Buzzati.

Es una historia opresiva y brutal, una suerte de distopía circular en la que, aunque sus personajes intenten con todas sus fuerzas y recursos escapar a su destino gris, una y otra vez vuelven, sin remedio, al punto de partida inicial. Esta trama es la metáfora perfecta de un sentimiento de impotencia aplicable a muchos ámbitos y situaciones de la existencia humana. La imagen del hombre como jaula de sí mismo planea como un ave al acecho a lo largo de toda la narración.



Imagen: "Blancanieves" (Edelvives). Por Benjamin Lacombe
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