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viernes, 10 de mayo de 2024

"Melancolía americana" - Joyce Carol Oates (dos poemas)

 



LA TORMENTA QUE VIENE

El olvido era un cielo azul y familiar, hace tiempo.

Y el lago, también, familiar aunque ahora vuelto tinta.


¡Esa frontera de marismas refulgentes!

Un resplandor solar entre la oscuridad como

un ojo demoníaco.


Si es 1859, probablemente creas

en el alma radiante. Esa única vela blanca

en la proa del olvido.

¿O eres tú, un hombre en mangas de camisa,

ese solitario remero

en una barca invisible? Esforzándote en los remos

y sin tocar tierra jamás.

Como por un pulso avivado el final de las cosas

sopla desde el mítico Noroeste.


¡Ah, olvido! Ese sabor nudoso a alquitrán.

Ese olor a humedad en el aire.

No tendrás tiempo ni siquiera para una plegaria.


¿O te has vuelto un recorte de papel con camisa roja,

chaleco beige, sombrero de paja, una figura

sentada confiadamente

al filo del lago de pesadilla?

¿Un pescador? ¿Es eso lo que eres?

¿Y tu perrito?

¿Y el filo del abismo?

Ah, ¿dónde están los adultos que te amaban,

y hacían guardia?


*


THE COMING STORM

Oblivion was a familiar blue sky, once.

And the lake, too, familiar though now turned to ink.


That border of marshgrass luridly bright!

Sun-glaring mid darkness

as a demon eye.


If it's 1859 you believe, probably,

in the radiant soul. That single white sail

at the prow of oblivion.

Or are you, a man in shirtsleeves,

that solitary rower

in an invisible boat? Straining at the oars

and never to reach shore.

As by quickened pulsebeat the end-of-

things blows out of the fabled Northeast.


Oh, oblivion! That gnarly tarry taste.

That smell of airborne wet.

You won't have time even for prayer.


Or have you become a paper cutout in red shirt,

Beige vest, straw hat, a figure

jauntily seated

at the edge of the nightmare lake?

A fisherman? That's what you are?

And your little dog?

At the edge of the pit?

Oh, where are the adults who once loved you,

and stood guard?



(Martin Johnson Heade, The Coming Storm, 1859)



ESO OTRO

Se reían, pero no. Tú

no te acuerdas de eso.


Lo que crees recordar

no fue eso.


Sí, te acuerdas

de algunas cosas. Y

algunas cosas sí

ocurrieron. Pero no de esa forma.


Y de todos modos, no

a ti.


*


THAT OTHER

They laughed, but no. You

don't remember that.


What you think you remember— it

wasn't that.


Yes— you remember

some things. And

some things did

happen. Except not

that way.


And anyway, not

to you.


miércoles, 27 de febrero de 2019

"El complot de las damas muertas" - Jessa Crispin


La librera de Mujeres & Compañía me advierte: ni damas, ni muertas, en este libro las mujeres brillan por su ausencia. Aun así, lo leo. Pero tiene razón. Una se acerca a Jessa Crispin básicamente por su faceta de ensayista feminista, y espera encontrar en todos sus libros pensamiento en esa línea. Precisamente, “El complot de las damas muertas” (por todas las diosas del olimpo, ¡el título se lo deben haber susurrado al oído arcángeles prehistóricos o las mismísimas musas de Pascal Quignard!) es un cuaderno de viajes de carácter autobiográfico, por lo que las referencias feministas, piensa una convencida, deben abundar. Pero, no: es aún peor de lo que me advirtieron.

Hablemos de la misoginia presente en “El complot de las damas muertas”.

Jessa emprende un viaje a través de Europa tras una mala época en la que la idea de suicidio cruza su mente a menudo. La excusa literaria es rastrear el paso de escritores que habitaran los lugares en los que va a vivir durante un tiempo (se queda aproximadamente un mes en cada localización mientras sigue trabajando telemáticamente). Pues bien, cuando empieza a introducir referencias femeninas en su narración, se trata fundamentalmente de mujeres-de, no mujeres-persona. Y se muestra muy dura con ellas, lanzando mil reproches del tipo “no tenía suficiente ambición”, “sus libros no son buenos por mil motivos”, etc.; en concreto, a Margaret Anderson la acusa de “tener demasiadas ínfulas” y se entretiene en ridiculizarla. Más adelante, resulta que Jean Rhys “le repele”. Y así sucesivamente. ¿Problema? Esto no lo hace con los escritores hombres. El comienzo es una Oda-A-William-James que consigue que se te atragante por sobredosis de azúcar, y en general cuando se trata de varones no encontramos esas críticas tan duras.

¿Por qué razón entonces escogería a esas autoras que rastrear, si no le gustan? ¿Para justificar un título perfecto (¡que lo es!)? No sé. Además, hay más o menos la misma cantidad de capítulos dedicados a hombres que a mujeres, no es que se trate de una sucesión de las autoras que la llevaron a recorrer Europa.

Hasta ahí mi crítica más dura; encontrarme esta misoginia tan poco velada entre líneas, me obliga a poner futuras lecturas de Crispin a la cola de prioridades.

p.21 El doctor Logi es menudo y rubio, y tiene esa maravillosa torpeza que adquieren los que pasan
demasiadas horas en compañía de hombres muertos.

Por lo demás; la primera escena, de drama-costumbrismo norteamericano, termina con la siguiente conclusión sobre la idea del suicidio: en realidad ella no quiere estar muerta, sino hablar con los muertos. A mí, estas sentencias oscuro-aplastantes, me conmueven. En ese instante me engancha.

La prosa es fluida, ágil, rápida, se notan sus ganas por entretener y plasmar un testimonio que trascienda lo periodístico, se esfuerza en escribir bonito. La sensación es la de estar perdiéndote el paisaje que corre veloz al otro lado de la ventanilla, por prestar demasiada atención a lo que ocurre dentro del vagón. Además, transmite esa sensación de dulce desorientación, de alivio de no saber dónde estás ni por qué que, a mí, personalmente, me hace mucha falta sentir a menudo. Cada vez más a menudo.

p.126 Empezaré una revista literaria. La llamaré Spolia, un término romano, por qué no. Significa usar las ruinas para construir un nuevo edificio.

Además de hablar de los autores cuyo rastro olfatea, se entretiene mucho analizando la historia de cada lugar que visita, valorando los diferentes puntos de vista desde donde se puede observar, y cómo cambian las conclusiones dependiendo de qué lugar habites (con todo lo que ello conlleva: tu posición en el mundo en un sentido amplio) y por qué.

p.129 No recuerdo cuándo me di cuenta de que me faltaba un collar (…) si eres amable con ellas, las hadas siempre están dispuestas a ayudarte. Así que unté un poco de mantequilla en la parte exterior de mi ventana, dejé un pequeño chupito de whisky, y les pedí que encontraran mi collar (…) una polilla enorme vino volando directamente hacia mi cara. Cogí lo primero que encontré para aplastarla, que fue un guante viejo que descansaba sobre la cómoda. En ese momento el collar perdido se deslizó fuera del guante y cayó al suelo.

Algo muy a favor de este libro: el fragmento (por desgracia demasiado breve) en el que desmonta el amor romántico y la monogamia heteronormativa. Ojalá Jessa Crispin desarrollando la idea y escribiendo sobre poliamor.

Finalmente, sobre la edición: no me gusta mucho Alpha Decay, en esta ocasión me he encontrado un poco lo de siempre, un baile de tildes injustificado si se hubiera realizado una corrección bien hecha. Por aquí tengo siempre mi contacto como correctora profesional de textos por si alguien quiere contratarme. Os juro que muchas veces lo haría gratis porque me supera encontrar errores cada dos, tres páginas. Como lectora me siento estafada y esto me impide disfrutar de la lectura, no sé si os pasa.

p.232 Mejor entonces quedarse en casa, donde estás a salvo y te cuidan, donde puedes mantener tu pureza y tu inocencia, de modo que tus padres no tienen que ir un día a identificar un cuerpo por la constelación de lunares que tienes en la espalda.


miércoles, 12 de septiembre de 2018

"Walt Whitman ya no vive aquí" - Eduardo Lago


Más allá de David Foster Wallace

Eduardo Lago es considerado uno de los mayores referentes en cuanto a literatura norteamericana se refiere. Su conocimiento en la materia estriba, en gran parte, en su labor como traductor. Ha traducido a muchos de sus principales referentes literarios, como por ejemplo a David Foster Wallace, Philip Roth, John Barth o Don DeLillo. 

Este volumen no es tanto un ensayo al uso (académico, riguroso, estructurado, impersonal) sino un híbrido que incluye también la visión de su autor (personal, subjetiva, sesgada) con respecto al trabajo de los autores que analiza, a lo que se añade algo así como una suerte de diario de trabajo, anécdotas de los autores, etc.

“Walt Whitman ya no vive aquí”, comienza con una conversación inédita con David Foster Wallace, el autor maldito de “La broma infinita” y otros librazos. La charla es la mar de interesante, con preguntas y respuestas muy lúcidas e informativas, esclarecen muy bien quién es cada uno de los participantes, es un texto buenísimo para dar comienzo a este libro tan particular. Especialmente llama la atención el nivel al que hablan sobre literatura, y también el hecho de que no hablen de otros temas (no tan extraño en entrevistas con escritores). Las respuestas de Foster Wallace no se quedan en la superficie, se esfuerza y ahonda mucho en el contenido de lo que cuenta, también es palpable que se crea un clima magnífico entre ellos y que esto hace que se abra más a seguir hablando.

Más adelante hay lugar para mucho más D.F.W., es innegable la pasión que Lago siente por la obra de este autor. En general, y como veremos, hay una familiaridad muy bonita, una cercanía muy especial, entre Lago y sus autores de referencia, a quienes parece sentir como parte de su familia. 
También hay un lugar para comentar la obra de los autores más crípticos o tradicionalmente más difíciles (Pynchon, Gaddis, el mismo Foster Wallace o DeLillo, quienes a su vez se influencian de otros como Joyce, Navokov o Beckett).


La mujer en la literatura norteamericana

Hasta aquí, todo son autores hombres. ¿Dónde están ellas? ¿Siguen encerradas en casa a la sombra de antipáticos maridos que firman sus textos por ellas? No será hasta la página 53 cuando encontremos una explicación a este fenómeno:

Entre los integrantes de los cuartetos elegidos por Wallace y Bloom no figura una sola escritora, lo cual invita a pensar. No es cuestión de corrección política. Cualquier intento de jerarquización en función del género del autor carece de sentido; más bien es cuestión de mero equilibrio.

A esto le sigue una larga digresión de por qué incluir o no a tal o cual autora que se pueda equiparar a los autores ya citados. Está claro que no es cuestión de corrección política: es cuestión de machismo, que no solo está presente en las librerías, sino también mucho antes, en los círculos literarios y editoriales desde que el patriarcado impera en la sociedad. Si se las ningunea, desprecia, hace a un lado, ignora… claro, no están. Página 55: 

La obra de Morrison es un proyecto sólido, unificado por un singular tratamiento de temas que tienen como centro la experiencia afroamericana vista desde la perspectiva de la mujer (...)

¿Y qué otra perspectiva iba a tener, si la autora es una mujer? Para detectar de forma fácil cualquier presunta “machistada”, basta con darle la vuelta al género de la frase: nunca veríamos escrito “la experiencia afroamericana vista desde la perspectiva del hombre”, ¿verdad? Sería una redundancia. La visión masculina es la establecida y fundamentalmente válida; la femenina, sin embargo, es algo exótico y pueril, por lo que se incide sobre ella destacando que proviene de una mujer.

Siguiendo en esta línea, el capítulo dedicado a Sylvia Plath resulta estar en realidad dedicado “al fantasma de Sylvia Plath”: quien resulta ser el protagonista es su marido Ted Hughes, quien nunca escribió de forma brillante (esto es una opinión personal como cualquier otra, ya que no soy capaz de empatizar con su tono ni con su contenido) y probablemente sólo le conocemos por haber sido el marido de Sylvia Plath. ¿No resulta doblemente absurda su inclusión en este libro de literatura norteamericana… ¡puesto que era inglés…!?

Más adelante, en la página 289 y refiriéndose a la inaprehensible y maravillosa Emily Dickinson, nos sorprende con la siguiente sentencia: “El terror a disolverse, expresado de un modo que sólo lo puede hacer una mujer”. Y poco después, en la página 293, y siguiendo con E.D.: “a la altura de Walt Whitman, cuya lectura le fue prohibida por escandalosa y cuya voz estruendosamente viril se encuentra en las antípodas de la suya”.

Así que 250 páginas después, ya no es que “cualquier intento de jerarquización en función del género del autor carece de sentido”. Ahora, sí, parece ser. Influye el género del autor y además el texto también tiene género, es viril o es femenino. ¿Sabría alguien explicarme qué es lo uno y lo otro? Se da la casualidad de que este libro se publica en 2018, cuando la revolución de la identidad y del concepto de género está en plena revisión y apogeo, el feminismo está más “de moda” que nunca y resulta imposible no alertarse ante sesgos machistas en cualquier ámbito.


Visita al cementerio y la pseudo literatura

Hay algunos fragmentos que me han gustado mucho, como algunas anécdotas históricas de la ciudad de Nueva York, más o menos relacionadas con la literatura. O la narración de su visita a los lugares donde vivió Emily Dickinson.

Pero sobre todo hay un discurso que se mantiene a lo largo de toda la obra, una crítica para nada velada, que también me ha interesado muchísimo: se trata de las malas praxis editoriales que yo también he detectado en ocasiones y que no encajan en absoluto con lo que yo entiendo como Literatura, en general. Veamos. Hay un fenómeno editorial, recurrente, tan manido que supongo que ya nadie se lo cree, pero que se sigue usando sin descanso: el de anunciar como “un hito en el panorama literario contemporáneo” la publicación de una nueva novela. Que muchas veces ni siquiera es literatura, es objeto de entretenimiento y consumo sin más, de autores supuestamente cultos que viven de satisfacer el apetito de las masas. Como bien dice Lago, los mismos lectores que les conceden la fama a estos autores, pronto se la quitan. Se trata del principio de obsolescencia, que hace que caigan en el olvido a los pocos meses de la fecha de publicación.

Basta con ver cómo proliferan en webs y aplicaciones de compra-venta de objetos de segunda mano los típicos best-sellers que pierden todo interés cuando el lector averigua quién es el malo, o cuando sale otro que hace sombra al anterior (un nuevo “hito en el panorama…”), y así eternamente: pasa con los libros entre cuyas líneas no palpita vida. Sin embargo, hay libros buenísimos que son inencontrables una vez descatalogados, hagan la prueba, llevo años comprobándolo.

Me gusta la idea de Lago al considerar que un escritor “de verdad”, ignora olímpicamente toda suerte de estrategias comerciales, no concede entrevistas, jamás habla de su obra, se desconoce dónde vive y su última foto data de hace más de 50 años. Me encanta. Creo que definitivamente aporta valor y seriedad estar fuera del mercadeo editorial, de los circuitos capitalistas de la literatura. Podríamos subir la apuesta y decir que un escritor de verdad jamás publica (hay más ejemplos, no sólo está Dickinson), no toma copas con los libreros ni le da su whatsapp a los lectores, no se baja los pantalones delante de una cámara de televisión ni se derrite ante un plato de comida gratis. Pero hay de todo para todos los gustos, y supongo que así debe ser.

Hay mucho más en “Walt Whitman ya no vive aquí”, que además de poseer un título magnífico, se trata de un libro del que se puede aprender bastante sobre literatura, e incluye al final unos apéndices con guías de lectura, listados de obras y autores ordenados cronológicamente: la versión extendida, media y una lista con unos pocos imprescindibles para quienes tengan menos tiempo o se lo quieran dedicar a otras cosas, porque tiempo tenemos todos el mismo al cabo del día. Según Lago: la mejor novela es “Moby Dick”, de Herman Melville y el mejor poemario es “Hojas de hierba”, de Walt Whitman. A ver quién es el valiente que le quita la razón.


miércoles, 28 de marzo de 2018

"Los muertos y los vivos" - Sharon Olds


La poesía de Sharon Olds me representa.

Quisiera soñar todas las noches que paseo por las habitaciones de su cabeza. El ritmo de su escritura marca el compás de mis pasos. Aspiro a vivir en un estado de ánimo del mismo color que esta poesía.

GRANDES AMIGAS
El día que mi hija cumplió diez años, pensé en esa
capa lacia, verdosa y brillante de tu
pelo dorado. En la última semana de
tu vida, cuando iba cada día después de clase,
solía escudriñar el sendero hasta tu puerta,
una pared impenetrable como tus cabellos. Intentaba
descifrar su arquitectura, torciendo el gesto
en busca de una señal.
El último día ―sin huella
alguna en el sendero, ni una piedra fuera de sitio―
las enfermeras no me dejaron entrar.

Teníamos nueve años. Nunca habíamos mencionado la muerte
o hacernos mayores. No te había imaginado
muerta
más que tú a mí
ser madre. Pero cuando tuve a mi hija
le puse tu nombre, como si te extrajese
por una grieta entre los ladrillos.
   Ahora tiene diez años,
   Liddy.
Te ha sobrevivido, con su pelo negro fulgente como
la tierra en la que se moldeó el camino,
el sendero hacia ti.


Olds es literatura de verdad: que brota desde los recuerdos más íntimos, de las vísceras y de los genitales; tan limpia y tan sucia como sólo puede serlo el ser humano. Precisamente, da la impresión de que a Olds no le asusta ser humana. Y esto no es tan habitual. Mientras la mayoría pasa de puntillas por su única oportunidad para pisar el mundo, Olds escarba la tierra con las uñas de pies y manos, le muestra los colmillos a cada nueva bocanada de aire.


EL SIGNO DE SATURNO
Algunas veces mi hija me mira con un
oscuro gesto de ámbar, como mi padre
a punto de desmayarse de indignación, y recuerdo
que ella nació bajo el signo de Saturno,
el padre que devoró a sus hijos. A veces
su oscura y muda nuca
me recuerda a él inconsciente en el sofá
cada noche, con la cara vuelta.
Algunas veces le oigo hablar con su hermano
con esa frialdad que en él pasaba por madurez,
esa rabia endurecida por la voluntad, y cuando ella se enfurece
en su habitación, y da un portazo,
puedo ver su espalda, vacía y vasta,
cuando él se desvanecía para escapar de nosotros,
y se tumbaba mientras el bourbon convertía su cerebro
en carbón. A veces veo ese carbón
ígneo en los ojos de mi hija. Al hablar con ella,
intentando persuadirla hacia lo humano, su carita
limpia se ladea como si no pudiera
oírme, como si estuviera atenta
a la sangre de su propio oído, en vez de a mí,
a la voz de su abuelo.


En “Los vivos y los muertos” hay lugar para sus padres y hermanos, una mirada a un pasado hostil; también, para su marido e hijos, su presente y sus recuerdos recientes. Palpita de vida cada verso, sangra cada palabra, casi se respiran los olores. El pasado se refleja cruel en las pupilas de sus hijos, pero Olds hace que el terror al paso del tiempo se convierta en arte cuando se detiene el tiempo suficiente para transformar la vida en poesía.


LA ÚNICA CHICA EN LA FIESTA DE LOS CHICOS
Cuando llevo a nuestra hija a la fiesta de la piscina
la dejo entre los chicos. Ellos dominan y
se agitan, ella allí elegante y pulcra,
con su sobresaliente en matemáticas desplegado en el aire.
Se quedarán en bañador, su cuerpo duro,
Indivisible como un número primo,
se tirarán en la parte que más cubre, restará
ella su altura de tres metros, lo dividirá por
miles de litros de agua, números
que rebotan en su cerebro igual que las moléculas de cloro
en el claro azul de la piscina. Cuando salgan,
su coleta, como un lápiz negro, le colgará
por la espalda, su apretado bañador de seda
con dibujos de hamburguesas y patatas fritas
relucirá en el aire festivo, y verán
su cara dulce, solemne y
sellada, factor de uno, y verá
sus ojos, dos por barba,
sus piernas, dos por barba, y las curvas de sus sexos,
uno por barba, y en la cabeza hará su
frenética manipulación, como las gotas
brillan y caen elevadas a mil desde su cuerpo.


viernes, 1 de septiembre de 2017

La célula de oro - Sharon Olds


Sharon Olds es una bestia, y llego muy tarde a ella (debería haberla descubierto mucho antes), pero llego. Actualmente es una de las poetas norteamericanas más punteras, trabaja como profesora de Escritura Creativa en la Universidad de Nueva York y ha ganado numerosos premios de poesía.

“La célula de oro” tiene un prólogo introductorio muy pertinente (es algo que no sucede habitualmente con los prólogos), escrito por el mismo traductor del libro, Óscar Curieses. En él nos explica las dificultades a las que se ha enfrentado en su trabajo y de qué manera las ha ido solventando. Pero también nos da pistas a los novatos sobre algunas cuestiones curiosas de la poética de Olds, como por ejemplo, el hecho de que afirme usar comparaciones en lugar de metáforas. Esto es algo que ella ha explicado en entrevistas y sintetiza muy bien su esfuerzo por no maquillar la realidad sino de plasmarla de forma cruda (nunca sustituyéndola por algo representativo que le reste autenticidad).

En los poemas de Olds muchas veces no sabemos si ama u odia, y es que ama y odia brutalmente y a partes iguales, ya dije al principio que era una fiera, cada verso es una dentellada y el libro una selva por la que adentrarse con el corazón en un puño.
AMOR EN TIEMPO DE SANGRE
Cuando vi mi sangre en tu pierna, las gotas tan
oscuras y limpias, ese rojo arterial verdadero,
ni siquiera podía pensar en la muerte, te
quedaste allí sonriéndome,
en cuclillas en la bañera sobre tus patas
largas y te limpiaste.
El enorme y duro capullo de tu glande en mi boca,
los pétalos oscuros de mi sexo en tu boca.
Podía sentir que la muerte se alejaba, se alejaba cada vez más,
y me olvidaba, perdiendo mi dirección, su
palma olvidaba la curva de mi mejilla en la mano.
Luego cuando nos tumbamos bajo el resplandor pequeño de la
lámpara y vi tu labio inferior
glaseado con una luz como fuego líquido
te miré y te dije que sabía que eras Dios
 y que yo era Dios y nos tumbamos en la cama
sobre una nube oscura, y en algún lugar bajo nosotros
estaba la tierra, y de algún modo todo lo que hicimos, la
sangre, el punteado rosa de la cabeza,
el nácar líquido que sale de la hendidura, la
bondad de todo lo que hicimos llegaría
hasta aquí mismo, encontraría su floración en el mundo.
Me gusta mucho de los poemas de Olds, el hecho de que nunca deje a un lado las raíces de lo humano, encontrar vestigios de prehistoria en las situaciones más mundanas de la vida en el siglo XXI. Por ejemplo, en el poema genial que abre este libro cuenta la historia de una tentativa de suicidio: un tipo sube a la azotea de un edificio y amenaza con arrojarse al vacío. Los cuerpos de seguridad acuden al lugar y despliegan el dispositivo para salvarle la vida. Cuando todo termina, los agentes encienden unos cigarrillos y entonces el poema da un giro que te transporta directamente al pasado e inunda de humanidad toda la escena:
(…) el policía alto se encendió
un cigarrillo, y le ofreció, y
luego todos encendieron cigarrillos, y el
rojo refulgente de los extremos ardía como las
hogueras pequeñas que encendimos en la noche,
al principio, en el origen del mundo.
De pronto encuentra la manera no sólo de situar al lector en una posición totalmente cercana a los personajes del poema, sino de transmitir esa sensación de unión con toda la humanidad por el simple hecho de compartir con ellos el momento y el hecho de estar vivos. Hay un amor, una serenidad, una fuerza y una energía brutales detrás de esas palabras.

Me gusta que nunca resulte pretenciosa, y que nunca juegue con la crudeza de sus recuerdos con el objetivo de dar pena, se limita a narrar con una voz original, propia.

Y por supuesto hay que detenerse en los poemas de la parte final del libro, que dedica a su experiencia como madre.
(…) Cuando el amor viene a mí y me pregunta
¿Qué sabes? Respondo Esta niña, este niño.
Son poemas desgarradores de ternura y cicatrices, que utilizan la perspectiva más física para dar a conocer al mundo sus pensamientos íntimos en relación a los hijos. Me ha encantado que fueran tan atemporales y animales, austeros, sin adornos: la maternidad carnal con sus partos, fiebres, miedos y gruñidos… nada que ver con la idealización pastel de un anuncio de pañales.

ESE MOMENTO
Casi hace demasiado tiempo para recordarlo,
sucedió cuando era una mujer sin hijos,
una persona de verdad, como una figura en pie en el campo,
solitaria, oscura frente a la cosecha tenue.
Los niños estaban allí, eran figuras sombrías
fuera de la valla, indistinguibles como
masas informes y lejanas con rostros en el crepúsculo.
No recuerdo, una vez más,
el momento en que me giré para llevármelos, el talón
que gira en la tierra, aplastando las cabezas de los
tallos de trigo bajo el pie, el
cuerpo que oscila súbitamente alrededor como la
figura plana de una veleta al
girar cuando el viento cambia. No
recuerdo el viaje desde el centro del campo hasta el límite
o el chasquido de la valla como la rotura de las
fronteras del mundo, o mi salida por
completo del campo roturado y el llevármelos
en los brazos como tú te llevarías
las claras y las yemas de los huevos en los brazos cayendo
pegajosas sobre ti, con manchas, limosas,
glaseándote. No puedo recordar ese
instante en el que les entregué mi vida
como alguien que de pronto entregara su vida a Dios
y permanecí con ellos fuera del universo
y después como un dios me di la vuelta y los traje al mundo.

jueves, 6 de julio de 2017

Juntemos las tribus - Carolyn Forché


Carolyn Forché (Detroit, Michigan, 1950) publicó este primer poemario de juventud cuando tenía 24 años y con él ganó el Premio de la Universidad de Yale a Jóvenes Poetas. Cuenta con el apoyo de Joyce Carol Oates y su obra muestra un fuerte compromiso político y social, aunque en este poemario se centra en otros temas, como veremos.

La traducción de este poemario, en edición bilingüe, corre a cargo de Claribel Alegría y Llillian Levy, y no encontramos ningún prólogo introductorio que nos hable de la obra de Forché, algo poco común en los tiempos que corren y que sin duda se agradece bastante. El universo prólogos, con su larga estela de favores, resulta agotador, pocas veces son necesarios.

La quema de los gusanos del tomate

En este volumen, la poética de Forché es muy narrativa. Presenta ese tipo de poemas libres que transforma las frases en versos a fuerza de economizar palabras y reordenar las pocas elegidas de forma que entre ellas exista cierto ritmo interno; así, ya solo falta seccionar las frases y ordenarlas en forma de columna para dar lugar a un poema. También encontramos unos pocos textos planos, muy líricos pero sin la apariencia formal de poema. Hay menos metáforas que imágenes explícitas.

“Juntemos las tribus” se divide en tres partes de extensión similar. En la primera, “La quema de los gusanos del tomate”, Forché pone en orden sus recuerdos y lo que podrían ser los recuerdos de sus antepasados, dando lugar a una suerte de poesía autobiográfica, o balance póstumo de algunas situaciones que recuerda.

Son poemas que evocan situaciones domésticas propias de otras generaciones, y que, sin estar ya presentes ni ser válidas en la actualidad, de alguna manera siguen conformando el acervo cultural de la autora. Por ejemplo, suenan ecos machistas y heteropatriarcales en el discurso sumiso de su abuela:

Crió a mi padre y a otros nueve
en un país ajeno
Búscate un hombre bueno
cásate
no hay nada más

Canto que se avecina
En esta segunda parte, que es la que más me ha gustado, encontramos otro tipo de poemas. Quedan a un lado las cuestiones domésticas, el trabajo en la casa y el campo, las estructuras sociales, etc. Aquí hay sobre todo poemas dedicados a la Naturaleza y recuerdos de juventud. Tenemos incluso un poema epitafio e invocaciones a los seres vivos, cantos a los ríos y las montañas, la descripción de un rito antiguo en una comunidad, etc. Este apartado es el más evocador en ese sentido, con ecos de folk nórdico.

CANCIÓN DEL LLANO
Cuando suceda, deja que vengan los pájaros.
Deja que caigan mis manos, no me las cruces.
Y desnuda entre el pelo que crece sobre los muertos,
ata las plumas de las doncellas.

Tápame los ojos con dos monedas, cúbreme
la cabeza con las cestas de maguey
que han acarreado agua.

Traigan los tambores de batea  bailen.
Quémenme con una rama de mezquite
y pónganse de collar
mis huesos.

El lugar que se teme yo lo habito
En esta tercera y última parte encontramos otro puñado de poemas de temática diferenciada. Son textos a veces domésticos (que ya no se centran tanto en el pasado y los recuerdos, sino en el presente de la autora), a veces carnales, que sin ser sexuales sí incluyen algunas referencias a pinceladas sobre su orientación bisexual. En conjunto, estos poemas son un estallido de vida y energía, que dejan el pudor en la entrada y caminan descalzos y seguros.

(…) Cuchareo la manteca, la vierto sobre la leche caliente, le agrego sal, finalmente bato la mezcla con una cuchara, cuando mamá no está, como ahora, puedo pensar. Puedo mirar el campo donde Joey disparaba contra los fardos de heno, donde yo lo espiaba, me valía de cualquier pretexto para salir. ¿Qué deseaba yo en ese entonces? Cómo pensaba yo por las noches en algún hombre sin rostro, luego bajaba yo las manos hasta agarrar el cuenco de mi coño, mis manos pequeñas, mi cuerpo plano. Las cortinas henchidas, el mosquitero abierto de par en par. Oscuro, los montículos del edredón subiendo y bajando, la cama chirriante se remecía. Me da trabajo dormir, sabiendo que debo ocultar lo que estoy haciendo, sin saber qué es. Al principio sólo tenía que desnudarme para él, me daba vergüenza. Los grillos hacían chirriar sus patas en las flores. Estaba atada. Estaba exprimida, golpeada, vendida, me metían los dedos, me hacían girar colgando de una cuerda. Tengo que hacer esto o me muelen como carne o como forraje para caballos. Las noches olían al aliento de las vacas. Retiraba mis manos y dejaba que el viento me limpiara. Figuraba la almohada para que pareciera el pecho de Joey y me dormía. Bato la masa con los puños, vuelvo a estirarla hacia mí, la punzo y vuelvo a espolvorearla con harina.

No conocía a Carolyn Forché y este poemario me ha dejado muy buen sabor de boca. Quizá técnicamente no son los mejores poemas que podemos encontrar en las mesas de novedades de las librerías; si a veces parece atrevida, desde luego nunca es exhibicionista. En todo caso, se trata de una forma de literatura honesta y en absoluto presuntuosa, muy recomendable.

domingo, 7 de septiembre de 2014

nos abrazaremos como dos que nunca nacieron


EL BARQUERO

Tres años después de su muerte, mi padre
vuelve a trabajar. Después de veinticinco años
desempleado, está muy contento
de haber sido contratado, llega puntual,
trabajador incansable. Se sienta
en la proa de la barca, dulce timonel,
de espalda a los pasajeros. Está muerto,
pero se arrodilla erguido, mirando hacia delante,
a la otra orilla. Alguien ha cerrado
su boca, de modo que se lo ve más cómodo
-ni sediento, ni necesitado- los ojos
abiertos, bajo el iris la línea negra
que apareció con su muerte. Está tranquilo.
Su nuevo empleo es una broma entre los dos,
le encanta bromear conmigo, no ha perdido
su cara de póquer. Mascarón de proa de marfil,
hombre alto, demacrado, costillas, pezones, labios,
cada vez que traigo a alguien
y lo pongo en el barco y lo empujo,
mi padre lo lleva remando a través del río
hacia la lejana orilla. No hablamos:
él sabe que se trata de alguien
de quien me quiero deshacer, alguien
que me hace sentir fea y asustada. No le digo
como lo hacías tú. Él conoce el oficio
y lo disfruta. Cuando arrojo a alguien dentro
él no mira hacia atrás: lo lleva directamente
al infierno. Quiere trabajar para mí
hasta que yo muera. Sabe que entonces
iré hasta él, subiré a su barca
y me dejaré llevar, estiraré mi mano amplia
hacia la suya, lo ayudaré a desembarcar,
nos abrazaremos como dos que nunca nacieron,
desnudos, sin respirar, nos cubriremos
hasta los labios con el oscuro manto de la tierra
y descansaremos juntos al final de la jornada.


Sharon Olds escribió estos poemas a lo largo de nueve años. Todos siguen el hilo argumental de la especial (por compleja, no por tierna) relación que mantenía con su padre, relatando episodios de la enfermedad que terminó con su vida sobre todo. 
Es magnífico descubrir que existan poetas que no utilicen las anécdotas derivadas de relaciones familiares con una bochornosa falta de estilo literario (como suele suceder), centrándose en laurear hasta la saturación por azúcar a unos parientes que adoran, o a echar pestes sin gracia hacia aquellos con los que se llevan mal, o que los han rechazado.
Sí es cierto que algunos de estos poemas pueden herir la sensibilidad del lector (pero qué no lo hace ya hoy en día) por ser demasiado explícitos describiendo los aspectos más purulentos de una enfermedad... pero también lo es que el poemario incluye además poemas cargados de referencias mitológicas, ancestrales, arraigadas a la Naturaleza y que son un verdadero regalo para el intelecto.
Al menos en España, los premios literarios siguen siendo polémicos en la actualidad sin vistas de que esto cambie: no sé cómo funciona en Estados Unidos, pero el caso es que Sharon Olds tiene tantos que prefiero omitir la secuencia para no aburrir a un posible lector. El libro nos depara una sorpresa final con un epílogo en el que Olds comenta su entusiasmo al saberse traducida al español, de la siguiente forma: "(...) que este libro camine atravesando la pared del lenguaje, desde su sala de parto en inglés norteamericano, hacia su nuevo hogar, en español". Así que ahora ya lo sabéis, El padre está en casa.

viernes, 26 de julio de 2013

"Edgar Allan Poe" - Charles Baudelaire


Poder leer lo que un escritor de prestigio universal pensaba acerca de otro al mismo nivel, cuando uno admira a ambos, es como asistir a un encuentro entre ambos en otra esfera.

Charles Baudelaire reflexiona acerca de la literatura y la persona de Edgar Poe, en una serie de textos en los que se refleja por un lado la delicadeza de la escritura de Baudelaire y la admiración (es casi palpable) que sentía por Poe.

Edgar Allan Poe nació en Baltimore en 1813. (...) Si alguna vez el espíritu del romance —¡espíritu siniestro y tempestuoso!— presidió un nacimiento, sin duda presidió el suyo.

Según Baudelaire, lo que dio prestigio a Poe desde el principio fue su originalidad, gracias a esa forma de escribir tan característica, personal y novedosa con que redactaba sus relatos. También hace hincapié en aspectos como la persecución incansable de la belleza, el gusto por al rima y la introducción de elementos matemáticos (muy importantes en la vida de Poe) en su literatura. El tipo de temas que trataba y su propio magnetismo personal (un halo misterioso en torno a su nombre perdura mucho tiempo después de su muerte), lograron que conociera la fama internacional, ya imperecedera. Este libro también contiene interesantes datos y anécdotas sobre la vida de Poe, y algunas descripciones sobre su trabajo y sobre el arte de la poesía en general, que resultan estremecedoramente bellas...

Es ese admirable, ese inmortal instinto de lo bello el que nos lleva a considerar la tierra y sus espectáculos como un compendio, como una correspondencia del Cielo. La sed insaciable de todo lo que está más allá, y que revela la vida, es la más viva prueba de nuestra inmortalidad. Es a la vez con la poesía y a través de la poesía, con la música, como el alma vislumbra los esplendores situados más allá de la tumba; y, cuando un exquisito poema lleva las lágrimas al borde de los ojos, esas lágrimas no son la prueba de un exceso de gozo, antes bien son el testimonio de una irritada melancolía, de una súplica de los nervios, de una naturaleza exiliada en lo imperfecto que querría adueñarse de inmediato, en la tierra misma, de un paraíso revelado.

Simplemente por estas reflexiones de Baudelaire sobre la poesía (independientemente de los comentarios acerca de Poe) hacen del libro una obra espectacular y hermosa. Se trata de textos extraídos de diferentes publicaciones, recopilados para la ocasión, pero igualmente tienen coherencia y fluidez. Una pequeña obra, secundaria por la tipología, pero esclarecedora y muy, muy agradable, en todo caso.

martes, 11 de diciembre de 2012

"El cuervo" - Edgar Allan Poe


Un cuervo en la noche

El cuervo es un cuento en forma de poema que se publicó originalmente en 1845, y que ha pervivido en el tiempo como uno de los mejores textos de Edgar Allan Poe, un autor que ha definido el gusto literario de jóvenes y no tan jóvenes a lo largo de generaciones. 


El poema recrea un ambiente que condensa a la perfección el imaginario de la literatura de Poe y que es capaz de ponernos los pelos de punta con tan solo unas estrofas. Un cuervo se cuela en la habitación de un estudiante solitario en una fría noche de diciembre, posándose elegante y majestuoso y repitiendo la palabra nevermore (nunca más) ante las preguntas que le dirige el joven, que le observa inquisitivo en espera de que la negra figura alada aclare sus incertidumbres.


Influenciado en su creación, entre otros, por el mismísimo Charles Dickens, este poema ha influido a su vez en cientos de escritores, dando lugar a multitud de obras que de otra manera no hubiesen existido, o al menos no de la misma manera. Valga como ejemplo icónico el brillante e inmortal cómic de James O’Barr, The Crow, una historia tan especial como dolorosa por cuya creación debemos dar las gracias a O’Barr y, por su influencia, a Allan Poe cada noche. También el realismo mágico sudamericano de Cortázar y Borges bebe directamente de Poe, así como lo hace el universo lovecraftiano en toda su extensión.


Algo más que un cuadernillo

La edición por la que apuesta Tatanka, algo endeble pero muy económica, quizá sea la más adecuada para esta época en la que un euro de diferencia puede determinar una venta. Además, no hay que olvidar que tan sólo contiene un poema, algo que las editoriales que se arriesgan a publicar solventan incluyendo material gráfico y el texto original en el caso de textos extranjeros, como es el caso. 

Así pues, hay que prestar especial atención a la calidad de la traducción, sobre todo si no es la clásica de un traductor de prestigio, y a la adecuación de las ilustraciones. En este caso, la traducción, de la que se encarga Adolfo Muñoz, respeta el texto original y además añade una breve nota explicativa que aclara cómo la ha realizado, respetando la métrica original y rimando en asonante. Lo único que los defensores más rigurosos de la obra de Poe no perdonarán es que se haya modificado el nombre de la amada del protagonista, llamada Lenore, por el de Soledad, en pos de la métrica de la traducción. Por lo demás, la versión en castellano es estupenda.


También aparece traducido el prólogo de Luis Alberto de Cuenca, por lo que resulta una edición bilingüe bastante rigurosa (faltaría incluir traducida la nota del traductor). En lo que respecta al prólogo, lo cierto es que podría ser más académico, habiendo sido redactado por un experto en literatura gótica. Resulta un tanto irónico y no demuestra un conocimiento profundo sobre la figura de Edgar Allan Poe, por lo que el reclamo de marketing al incluir un prologuista famoso no cumple del todo las expectativas.

En cuanto a las ilustraciones, realizadas por Javier Serrano, reflejan adecuadamente el ambiente que recrea el texto y resultan estilizadas y elegantes, dentro de su simplicidad. Los colores lisos en tonos blanco, negro y rojo sangre son los más identificativos de este tipo de literatura, por lo que estéticamente la edición es impecable. Tratándose de un poema tan profusamente ilustrado a lo largo de la historia, es difícil a estas alturas hacer algo original que destaque, sobre todo teniendo en cuenta que existen grabados del mismo realizados por Gustave Doré, o litógrafos de Édouard Manet, entre muchos otros.

Leer a Poe cuando fuera hace mucho frío y es de noche, es una experiencia que todo buen lector que se precie de serlo debe vivir alguna vez. Así pues, ahora es el momento.

Ilustraciones de Tatanka Books.

domingo, 18 de noviembre de 2012

"Cartas a un buscador de sí mismo" - Henry David Thoreau


En 1848, Henry David Thoreau y Harrison G. O. Blake iniciaron una correspondencia que se mantendría hasta 1861, poco antes de la muerte de Thoreau. Blake recibió parte de la obra de su amigo tras su desaparición y se encargó de prepararla para su publicación.

En éste volumen encontramos las misivas que Thoreau dirigía a su amigo: solamente la que inicia el volumen fue escrita por Blake. Entre los temas principales encontramos la pérdida de bienes materiales en pos de una mayor riqueza espiritual, la búsqueda de lo esencial en la Naturaleza y la mejora de uno mismo como base para modificar el comportamiento ajeno, todos ellos temas recurrentes en la obra de Thoreau.

Sabemos que nos encontramos ante una obra o un autor excepcionales cuando tras su primera lectura sentimos el deseo irrefrenable de buscar más bibliografía al respecto, y es lo que ocurre en este caso. La satisfacción que se siente tras leer estas cartas animan a buscar más textos de Thoreau, como su Desobediencia civil, tan necesaria en estos días inestables.

Antes de empezar a cartearse con Thoreau, G.O. Blake lo hacía con el filósofo Emerson, cuyo estilo de vida y pensamiento difieren bastante de los de Thoreau, a pesar de haber sido amigos en su tiempo. No en vano, Blake conoció a Thoreau a través de Emerson.

En estas cartas, Thoreau responde a Blake instruyéndole sobre aspectos concretos de la vida sobre los que su amigo le había pedido consejo. Por ello, son un fabuloso compendio de recomendaciones vitales para un día a día más enriquecedor, puro y descontaminado. La idea de tener un filósofo de cabecera que responda tus dudas existenciales, por sí sola, me parece maravillosa.

El asunto central sobre el que Thoreau construyó sus teorías es qué ocurre cuando un hombre se enriquece materialmente a cambio de perder su alma. Lo que trata de hacer ver es la importancia de una vida espiritual plena en detrimento de la riqueza material, tan innecesaria en esencia. Busca desprenderse a toda costa de cualquier propiedad inútil para vivir una vida mejor en todos los demás aspectos. Por ese motivo se retiró a vivir al campo, dando la espalda a la sociedad que no le identificaba y negándose a pagar impuestos ni a participar de ninguna otra manera en esa farsa que el hombre había hecho del mundo, y con la que estaba tan en desacuerdo. Esa retirada a la naturaleza es la mayor muestra de compromiso y, sobre todo, de coherencia con respecto a sus propias ideas y teorías. Su amor por la naturaleza se intensificó cuando Thoreau profundizó en el conocimiento de la cultura india norteamericana.

Con respecto a esta huida a los bosques, mientras uno lee estas cartas, a veces, entre los espacios en blanco que hay entre renglón y renglón se puede respirar el olor a tierra mojada, y si se presta atención se pueden escuchar también los sonidos del bosque.

Estas cartas también sirven para reconstruir el día a día de la vida de Thoreau, con retazos de información relativa a los personajes con los que se relacionaba (otros escritores y filósofos, e intelectuales en general), los libros que leía, y sus autores predilectos, que recomendaba continuamente a Blake. Una suerte de diario personal a fragmentos que nos acerca un poco más a este increíble pensador de mediados del XIX cuya obra, hoy se mantiene vigente.

viernes, 21 de septiembre de 2012

"Fiesta" - Ernest Hemingway


Lo lógico sería que ningún lector antituaurino lograse disfrutar de la lectura de “Fiesta”, escrito por un defensor de las corridas de toros que viajaba asiduamente a España con el objetivo principal de asistir a estos eventos del demonio.

Y, sin embargo, ¿qué sucede?

Que la magia de la Literatura toma forma en el papel a manos de un escritor, un genio, capaz de conseguir esa proeza.

La novela no sólo engancha desde el principio, a pesar de que el argumento inicial sean las andanzas alcohólicas poco interesantes de un grupo de amigos más o menos bien avenidos, sino que gracias a lo bien escrita que está, mantiene el interés también mientras relata los encierros y corridas, donde además no escatima en detalles relativos a violencia gratuita ni dolor innecesario.

Su prosa es directa, clara, honesta y de ritmo constante: tranquilo pero imparable. Absorbe al lector sin remedio.

A pesar de ser Hemingway abiertamente taurino y de haber escrito “Fiesta” en honor a los buenos momentos que incomprensiblemente le brindó este espectáculo de los horrores, existen detalles en la novela dirigidos a cuestionarse la necesidad de aplicar violencia extrema en estas... ¿fiestas?

Por ejemplo, se hace referencia a la incultura y carencia de raciocinio de la cuadrilla que acompaña a un torero cuando éste, en conversación privada, ha de responder por qué oculta que sabe hablar inglés, y lo hace señalando al grupo, cuyo solo aspecto y maneras delatan que serían incapaces de comprenderlo. Es el retrato silencioso de una grotesca pandilla de brutos.

En otras ocasiones, varios miembros del grupo de amigos analizan los pros y contras de tal derroche de violencia y de la absoluta carencia de piedad y humanidad que demuestran los salvajes en los encierros. 

La conclusión del lector es que existen personas deshumanizadas que disfrutan con el sufrimiento ajeno.

Y mientras tanto, la magia de la Literatura sigue danzando alrededor de las frases perfectas del genio de Illinois. El hechizo perdura exactamente hasta el punto final.

No hay razón para que la oscuridad haga ver las cosas distintas de cómo se ven cuando la luz está encendida.”

Dejando a un lado la polémica entre seres civilizados y sin civilizar, en esta fabulosa novela Hemingway transporta al lector a su bohemia de los años 20, tan literarios y cinematográficos que desde aquí soñamos perfectos.

martes, 4 de septiembre de 2012

"Canto a mí mismo" - Walt Whitman - 22


Y tú, mar... También me entrego a ti.
Sé quién eres muy bien.
Desde la playa veo tu mano invitadora que me llama.
Creo que no quieres retirarte sin acariciarme.
Bien. Haremos un viaje juntos.
Aguarda a que me desnude y llévame contigo
hasta perder de vista la tierra.
Arrúllame y déjame dormir y soñar 
en los blandos cojines de tus olas,
úngeme con tu amorosa espuma.
Yo te pagaré con amor.

Mar dilatado de bruñidas lotananzas,
mar delicado y caprichoso,
mar que eres la sal de la vida
y la tumba abierta siempre para todos;
mar delicado y caprichoso,
aullido y catapulta en las tormentas,
yo también soy como tú: único y plural.
También yo tengo flujos y reflujos,
también yo llevo en mis entrañas el odio y la paz,
y glorifico a los amigos
y a los que duermen abrazados.
(...)


lunes, 3 de septiembre de 2012

"El gran Gatsby" - F. Scott Fitgerald


Icono perfecto de la novela americana, "El gran Gatsby" habla del hombre hecho a sí mismo con Jay Gatsby como protagonista, un hombre joven que abandonó por completo su pasado para construirse una existencia nueva y que consiguió alcanzar un estatus muy influyente en el mundo de los negocios y la posibilidad de nadar a su antojo en la opulencia. Éste es un libro de altibajos, que nos deja asomarnos a fabulosas fiestas en la mansión de Gatsby con cientos de invitados pero que enseguida nos muestra la cara menos amable cuando sabemos que la mayoría ni siquiera conocen al anfitrión y se dedican a difamarle dentro de su propia casa.

"El gran Gatsby" sintetiza a la perfección la esencia de los años 20 en Nueva York a través del estilo, la alegría de vivir, el hedonismo, la juventud y la belleza de sus protagonistas, seres con los que difícilmente nos podremos sentir identificados y cuyas historias son antagónicas a las nuestras, pero que está escrito de una forma tan ligera, y los protagonistas son tan estupendos, que por algún motivo queremos seguir sabiendo qué les pasa.

El egoísmo y la falta de empatía son sólo algunos de los defectos que hacen del ser humano una criatura miserable, y ésta es la lectura que extraigo de una novela que en principio no parece estar escrita con un fin moralizante y que sólo pretende ser hermosa. Para no desvelar ningún acontecimiento importante de la trama, digamos que ninguna de esas personas que acudían encantadas a las fiestas de Gatsby le acompañan luego en un momento crucial de su existencia. Son ejemplos que vemos día a día en la vida real: la gente va y viene continuamente, cuando algo les llama la atención pululan alrededor y cuando les deja de convenir se alejan. A mí me gusta imaginar que cada existencia es un vagón que avanza y sobre el cual se va subiendo y bajando gente: hay quienes permanecen mucho tiempo, otros sólo lo hacen durante una parte muy pequeña del viaje. El vagón de Gatsby, su mansión en este caso, resultaba tan ostentosa y acogedora que incluso los desconocidos se veían atraídos por su brillo. Pero esos mismos son quienes se diluyen en la nada cuando se les necesita de verdad. ¿Quién no les ha visto alguna vez, quién no les ha visto desaparecer?

lunes, 4 de junio de 2012

"Magia para lectores" - Kelly Link


Magia para lectores es una recopilación de cuentos que realmente hechiza e ilusiona: historias dentro de otras historias, mundos perfectos que caben dentro de un bolso de mano, experiencias oníricas con tintes mitológicos, príncipes azules que reciben su justo castigo, parajes que sólo son un reflejo, princesas que se alzan majestuosas... bienvenidos a la fantasía.

Quienes han leído estos cuentos comparan la literatura de Kelly Link con la de Neil Gaiman o J.K. Rowling y son comparaciones que me parecen bastante acertadas, sobre todo para que quienes aún no la conozcan puedan hacerse una idea aproximada; no obstante, para mi gusto, especificaría un poco más: es comparable con Gaiman en tanto en cuanto la realidad mágica que trata en los cuentos contiene a veces elementos propios de la mitología, o remiten a ella, pero de una forma simbólica, no tan patente y clara como hace el genial escritor británico; y con respecto a J.K. Rowling, podríamos compararla teniendo en cuenta que los textos tienen fragmentos de literatura juvenil (aunque sin duda son más recomendables para un público ya adulto), y porque se trata igualmente de una magia muy bien llevada a la narración, fluida y siempre coherente. Sin embargo, Kelly Link es mucho más tenebrosa narrando de lo que Rowling alcanza a serlo en Harry Potter, también es más retorcida y menos clara. De hecho, algunos de los cuentos incluidos en Magia para lectores confunden porque giran repetidamente sobre sí mismos, y se alargan a través de más y mas páginas avanzando a un ritmo quizá demasiado lento.

Hay dos cuentos que son gloriosos, los mejores de todo el volumen: se trata de "El bolso de las fadas" y de "Camelia, Azucena, Azucena, Rosa". 
"El bolso de las fadas" es una impresionante historia donde se nos pide que no creamos nada de lo que se nos va a contar. Se trata del caso de un poblado entero que, ante la inminencia de un ataque de asaltadores, decidió trasladarse a un mundo creado dentro de un bolso de mano de color negro, custodiado por una de las habitantes que prefería quedarse fuera. El tiempo transcurre de forma diferente dentro y fuera del bolso, ambos mundos se comunican y hasta aquí voy a contar.
"Camelia, Azucena, Azucena, Rosa" es un cuento que me maravilla por varios motivos: por el tema que trata y por el pulso narrativo y la estructura de los elementos que componen el texto. Es la historia de un hombre que muere y desde el lugar extraño en el que se encuentra intenta rellenar con esfuerzo las enormes lagunas que se han formado en su memoria con respecto a la vida que acaba de abandonar. Todo ello presentado casi como una canción, con estructuras y fragmentos que se van repitiendo de forma periódica, delicada y sutil que de veras encandila (intercala el discurso del muerto reciente con el de un narrador omnisciente, en cursiva, y añade frases que se van repitiendo y preguntas que tienen su propia melodía). "Camelia, Azucena, Azucena, Rosa" es un cuento tétrico, mágico, inclasificable y con una carga simbólica muy fuerte, sin embargo es una de las historias de amor más bonitas que recuerdo haber leído nunca.

Añadiría también el cuento "Viajes con la Reina de las Nieves" porque es un precioso homenaje a la literatura fantástica juvenil y a los primeros cuentos mágicos que escuchamos cuando éramos niños. También, "El fantasma de Louise", un estupendo relato donde aunque varios personajes se llamen igual jamás se pierde el hilo de la narración, y donde Kelly Link juega magistralmente al despiste con el lector.

Por lo visto, éste es el primer libro de Kelly Link publicado en España, aunque en Estados Unidos existen al menos otros dos más. Cuando vi por primera vez este libro en la mesa de novedades de las librerías, hace meses, su título me jugó una mala pasada y pensé que sería uno de esos libros que tanto detesto, que desde el principio buscan la conmiseración del lector aludiendo de forma clara al hecho de leer. Me explico. Ese tipo de libros que sólo buscan enganchar a esas personas que creen que por leer mucho se es un bicho raro único en el mundo, o cuanto menos, una especie en peligro de extinción. Libros que no van más allá, y que casi nunca cuentan realmente nada. Por eso agradezco tanto que me sacaran de mi error. Leerlo ha sido una experiencia preciosa, y volveré sobre él.

Como ya dije por ahí estos días: a partir de ahora, en alerta por si encuentro el bolso de las fadas.

Realmente, magia.

martes, 3 de abril de 2012

"El Sunset Limited" - Cormac McCarthy


Leí “The Sunset Limited” teniendo muy presente desde el comienzo la novela “The Road”, del mismo autor, que es un libro sencillamente magistral, y he de decir que esta breve obra de teatro está sobradamente a su altura y mi consideración sobre McCarthy como uno de los mejores escritores que he leído, sigue intacta.

“The Sunset Limited” es un diálogo entre un hombre blanco que acaba de intentar arrojarse a las vías de un tren y uno negro que le ha salvado de la muerte en el último momento. El hombre blanco es un profesor de cierto prestigio con formación y cultura, goza de una buena posición social pero a pesar de todo no encuentra sentido a la vida (carece de la fantasía necesaria en el día a día para seguir adelante, como comenta en una ocasión a lo largo del diálogo). Su único deseo es lograr la oscuridad y el silencio absolutos, el reposo eterno que es su idea de la muerte, sólo así encontrará la paz necesaria. 

Por otro lado, el hombre negro arrastra un pasado lleno de dolor y malvive pobremente, incluso ha estado en la cárcel durante un tiempo. A diario acoge en su casa a otros seres olvidados (delincuentes, drogadictos) y su fe religiosa mantiene intacta su ilusión por la vida, pese a su presente gris. 

Así pues, su conversación enfrenta dos posturas contrarias ante la vida. El hombre negro intenta convencer al otro de que no se quite la vida, con frases cargadas de giros, sabiduría y buena cantidad de ironía. Mientras, el hombre blanco permanece firme en sus convicciones y continuamente se muestra deseoso de abandonar el piso y la conversación, para ir de nuevo al andén y volver a intentar llevar a cabo su suicidio. Son las dos voces de ángel y diablo que todos escuchamos a menudo hablándonos al oído: ninguna de las decisiones que tomamos se libra de pasar antes por el tamiz de la valoración de los pros y de los contras, ninguna valoración acerca de cualquier cosa se escapa tampoco. Por tanto, este diálogo se me antoja el monólogo interior contradictorio que podría perfectamente suceder dentro de la cabeza de cualquier suicida, cuyo discurso previo a la muerte será siempre confuso: la desesperación y las ganas de poner fin a su triste existencia lucharán y se antepondrán al miedo a la desconocida muerte, al dolor, a las consecuencias que de su acto se deriven, etc. El discurso que más pese será el que al final dará lugar bien a suicidarse o bien a continuar con vida.

Sin llegar al extremo del suicidio, el mismo diálogo que nos presenta McCarthy es también similar al monólogo interno de cualquiera de nosotros cuando pensamos acerca de nuestras propias convicciones. Por ejemplo, en la conversación de “The Sunset Limited” se habla en repetidas ocasiones sobre la fe. Pues bien, estoy convencida de que los no creyentes conservan, aunque sólo sea en lo más profundo de sí mismos, un resquicio de duda acerca de la existencia de algo divino que esté por encima de su entendimiento. Igualmente, quienes sí tienen fe mantendrán también en algún lugar la incertidumbre con respecto a si su creencia no es más que una ilusión vacía, puesto que carecen de pruebas que se la puedan confirmar.

La escritura de McCarthy es precisa, sublime, oscura, descarnada y genial. Es, junto con William Gaddis y, también a veces, Joyce Carol Oates, el último representante del gótico sureño. 

Esta pequeña pero brillante obra de teatro plantea muchas preguntas acerca de nuestra existencia y, más concretamente, sobre nuestro grado de satisfacción ante la vida. Y los libros que nos hacen pensar son los únicos que merecen la pena. Éste, en concreto, es mucho más que recomendable y volveré a leerlo en breve, sin lugar a dudas. Espero de veras que ustedes también lo disfruten.

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