Icono perfecto de la novela americana, "El gran Gatsby" habla del hombre hecho a sí mismo con Jay Gatsby como protagonista, un hombre joven que abandonó por completo su pasado para construirse una existencia nueva y que consiguió alcanzar un estatus muy influyente en el mundo de los negocios y la posibilidad de nadar a su antojo en la opulencia. Éste es un libro de altibajos, que nos deja asomarnos a fabulosas fiestas en la mansión de Gatsby con cientos de invitados pero que enseguida nos muestra la cara menos amable cuando sabemos que la mayoría ni siquiera conocen al anfitrión y se dedican a difamarle dentro de su propia casa.
"El gran Gatsby" sintetiza a la perfección la esencia de los años 20 en Nueva York a través del estilo, la alegría de vivir, el hedonismo, la juventud y la belleza de sus protagonistas, seres con los que difícilmente nos podremos sentir identificados y cuyas historias son antagónicas a las nuestras, pero que está escrito de una forma tan ligera, y los protagonistas son tan estupendos, que por algún motivo queremos seguir sabiendo qué les pasa.
El egoísmo y la falta de empatía son sólo algunos de los defectos que hacen del ser humano una criatura miserable, y ésta es la lectura que extraigo de una novela que en principio no parece estar escrita con un fin moralizante y que sólo pretende ser hermosa. Para no desvelar ningún acontecimiento importante de la trama, digamos que ninguna de esas personas que acudían encantadas a las fiestas de Gatsby le acompañan luego en un momento crucial de su existencia. Son ejemplos que vemos día a día en la vida real: la gente va y viene continuamente, cuando algo les llama la atención pululan alrededor y cuando les deja de convenir se alejan. A mí me gusta imaginar que cada existencia es un vagón que avanza y sobre el cual se va subiendo y bajando gente: hay quienes permanecen mucho tiempo, otros sólo lo hacen durante una parte muy pequeña del viaje. El vagón de Gatsby, su mansión en este caso, resultaba tan ostentosa y acogedora que incluso los desconocidos se veían atraídos por su brillo. Pero esos mismos son quienes se diluyen en la nada cuando se les necesita de verdad. ¿Quién no les ha visto alguna vez, quién no les ha visto desaparecer?
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