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lunes, 3 de junio de 2024

"Lecciones de química" - Bonnie Garmus

 



Me resulta incomprensible que no se esté hablando mucho más de este libro: en España se publicó en febrero de2023 y siento que llego tardísimo leyéndolo a finales de mayo de 2024. Cada vez es más evidente que los libros que más se venden generalmente son aquellos en los que la editorial ha puesto pasta para promoción por amarillismo y/o porque trata del tema mamarracho de moda. Si no te publicitas, no existes. Y una buena promoción respaldada por dinero, mueve montañas. 

En “Lecciones de química” sobre todo encontramos un buen puñado de lecciones de feminismo a ritmo de novela, con una trama ambientada en la California de los años 50, con las amas de casa como símbolo y estandarte del núcleo familiar ideal, donde la televisión todavía era un invento reciente, los automóviles se empezaban a convertir en un símbolo de libertad y estatus social, los electrodomésticos empezaban a llegar a los hogares a ritmo de rock and roll con Elvis Presley sonando en todas las radios y, si eras mujer, perdías tu identidad, es decir tu apellido, cuando te casabas con un hombre. Bueno, parece que muchas cosas no han cambiado tanto.

Nunca he entendido que en este país las mujeres casadas tengan que renunciar a sus apellidos y abandonarlos como si fueran coches usados, como si su identidad anterior no hubiera sido más que un rótulo y no llegaran a ser personas de verdad hasta haberse casado.

Generalmente no pienso en el pasado pero a veces recuerdo aquel momento en el que tuve la oportunidad de ser una señora de y dedicarme a mis labores y creo que en esos momentos reproduzco en el presente la misma cara de estupor que se me debió de quedar entonces. Yo era demasiado joven pero instantáneamente escogí ser libre. No existe nada que me compense perder mi independencia, que lo es todo en mi vida: mis decisiones sin dar explicaciones, mi carrera, mis viajes, mi estupendo trabajo donde se me valora como una buena compañera y una gran profesional y, por supuesto, mi preciosa casa sin hipoteca junto al mar. 

Elizabeth se quedó cavilando. No, no sabía cómo eran los hombres. Con excepción de Calvin, de su difunto hermano, John, del doctor Mason y quizá de Walter Pine, siempre parecía haber sacado lo peor de los hombres. O bien querían controlarla, tocarla, dominarla, acallarla, corregirla o decirle lo que tenía que hacer. No comprendía por qué no podían tratarla simplemente como a un ser humano, como a una colega, una amiga, una igual o siquiera como a una extraña que pasa por la calle, alguien con quien uno se muestra naturalmente respetuoso hasta que descubre los cadáveres que tiene enterrados en el jardín.

Esta novela tiene principalmente dos cosas a su favor: que está muy bien construida y que tiene una protagonista a la que resulta muy fácil querer desde el principio. Si bien no es una virguería en cuanto a redacción literaria se refiere, nadie diría que es una ópera prima y tanto la trama como los personajes son sólidos y están muy bien resueltos. Buscando algunos datos técnicos para escribir esta reseña no me ha sorprendido leer la noticia de que se espera el lanzamiento de una serie de televisión basada en esta novela para octubre de este año.

¿Y de qué trata? De la vida de Elizabeth Zott, una mujer química de profesión, superviviente por obligación, que tras sufrir demasiados episodios de violencia familiar y muchos abusos por parte de hombres recibe un día, sin buscarlo, la oferta de presentar un programa de televisión culinario, donde saltándose el guión convertirá las clases de cocina en lecciones de química porque en realidad, como ella bien dice, cocina y química son lo mismo.

Hay un fragmento de la novela donde inevitablemente he recordado la película “La delicadeza” (tan increíble como inmerecidamente desconocida) protagonizada por Audrey Tautou, donde da vida a Nathalie Kerr, una ejecutiva que también sufre abusos y sexismo en su trabajo, una discriminación no siempre tan sutil por el hecho de ser una mujer además de una gran profesional y una presión desmesurada para demostrar competencia y habilidades que a los hombres simplemente se les dan por hecho (aunque muchas veces sean unos inútiles). Pero el episodio concreto que me conectó directamente con esta película no lo desvelaré. Si leéis el libro y veis la película sabréis enseguida a qué me refiero.

—El problema, Calvin —afirmó con firmeza Elizabeth—, es que se está desperdiciando a la mitad de la población. No se trata sólo de que yo no pueda acceder al material que necesito para llevar a cabo mi trabajo, sino de que las mujeres no puedan acceder a la educación que necesitan para llevar a cabo sus aspiraciones.

Elizabeth se toma muy en serio a las mujeres y cree firmemente en su capacidad para transformarse y luchar contra un sistema patriarcal que las prefiere calladas, esclavas y sumisas. La confianza que tiene en sí misma la transmite de una forma muy natural y casi sin querer, por lo que pronto se convierte en un referente maravilloso para muchas mujeres que se sienten inspiradas por su mensaje y se ponen en marcha para, empezando desde el principio y dando los primeros pasos, terminar por conseguir sus objetivos. El personaje de Elizabeth representa, por tanto, a un referente real, que no vende una historia adaptada a las sensibilidades del momento para dar lástima ni necesita inventarse una vida postiza, sino que lanza un mensaje realista que tiene muy en cuenta las desigualdades sociales y que por lo tanto no se basa en la meritocracia como quieren hacernos creer muchos ídolos de barro con disfraz de mamarracha que andan por ahí sueltos. Haceos un favor, hacednos un favor a todas y dejad de hacerles caso.

—Cuando pierdan la confianza en sí mismas —dijo volviéndose de nuevo al público—, cuando sientan miedo, recuerden que la valentía es la raíz del cambio, y que los seres humanos estamos diseñados químicamente para el cambio. Así que cuando se levanten mañana, háganse esa promesa. Basta de contenerse. Basta de suscribir opiniones ajenas sobre lo que pueden o no pueden lograr. Y basta de aceptar encasillamientos en categorías inútiles de sexo, raza, estatus económico o religión. No dejen que su talento permanezca latente, queridas espectadoras. Creen su propio futuro. Cuando regresen a casa hoy, pregúntense qué van a cambiar. Y luego pongan manos a la obra. (…) Válganse de las leyes de la química y cambien el statu quo.

Claro, un movimiento social no se da de la noche a la mañana, pero la realidad es que esas mujeres (nuestras predecesoras) lo lograron, gracias a que unas pocas empezaron a no tragarse el cuento machista, se unieron y propagaron sus ideas como un virus. Y gracias a ellas las siguientes generaciones siguieron luchando. Si tenemos en cuenta el contexto de la novela, muchas mujeres se habían incorporado al mercado laboral a causa de la carencia de mano de obra masculina tras la Segunda Guerra Mundial y se esperaba que muchas renunciaran a su empleo y regresaran a encargarse de las tareas domésticas cuando los hombres volvían del servicio militar. Sin embargo, esto generó un sentimiento de insatisfacción en muchas de ellas y esta fue una de las semillas que contribuyeron a la creación de la conciencia sobre las desigualdades de género en la década de los 40. Más adelante, Betty Friedan publicaba “La mística de la feminidad” en 1963 como resultado de la organización y asociaciones entre mujeres que habían surgido tímidamente durante la década de los 50, cuestionando el papel de las mujeres en la sociedad y ayudando a catalizar el movimiento feminista de los EEUU. Todo ello sentó las bases para el florecimiento del feminismo en las décadas siguientes, con su explosión entre los años 60 y 70 con la llegada de la maravillosa Segunda Ola, que, sin ser perfecta, desde luego fue esencial para que el movimiento continuase y siguiese avanzando.

Es cierto que la trama se toma algunas licencias para mi gusto un poco cogidas con pinzas (un perro quizá demasiado inteligente, o muy humanizado; una niña también demasiado superdotada, si eso tiene sentido, etc.) pero al fin y al cabo es una novela, no un tratado sobre feminismo muy técnico con palabras difíciles de entender, de esos que mucha gente lee y no entiende pero dicen que han leído y entendido para estar en la onda y quedar bien.

Personalmente me quedo con que es una lectura que nutre, entretiene, reconforta, es apta para casi cualquier tipo de público y contiene un montón de verdades que siempre está bien recordar de vez en cuando.


sábado, 20 de octubre de 2018

"Monstruas y centauras" - Marta Sanz



Una de las cosas que más me gustan de este libro es el título y su lucidez, se trata de una visión sin apenas perspectiva de los acontecimientos relativos al movimiento feminista de los últimos meses. La autora comienza explicando que siente una saturación informativa debido al bombardeo de una gran cantidad de fuentes de información. Para ordenar estas reflexiones, se basa en acontecimientos recientes como el movimiento Me Too, la carta de las intelectuales francesas y la huelga feminista de 2018.

“Monstruas y centauras” es el ensayo feminista de moda en Instagram, y me gusta que este puesto lo ocupe un libro cuya autora no da por hechas las cosas y se replantea todo, lo lleva a su terreno y construye una opinión en torno; no es, en fin, de las que opinan sobre una sentencia judicial antes de haberla leído y además escribe bien.

Hace alusión a sucesos tan recientes como el falso máster de la Cifuentes o el día en que Aitana Ocaña avisó en medio de una firma de discos que se levantaba un momento para ir al baño porque estaba con la regla. Realza la naturalización que la generación millenial hace de asuntos tabú que nos inculcaban a los que nacimos en el 85 y antes. Sin ir más lejos, estos días ha sido noticia que su compañera Amaia Romero acude a eventos públicos sin depilar, sin embargo nunca es noticia que vaya sin depilar un tío.

Marta Sanz no abandona la actitud de pensamiento crítico y analiza toda la información antes de adscribirse a movimientos o tendencias que surjan en torno al feminismo. Denuncia situaciones adversas para las mujeres en un mundo dominado por hombres, para que no miremos hacia otro lado y decaiga la rabia, para que se mantenga viva la lucha. También se abre exponiendo sus incertidumbres e inseguridades con respecto al feminismo y su lugar dentro de él, sus dudas y las contradicciones que no se obceca en resolver, sino que aprende a aceptarlas y a convivir con ellas, a observar cómo evolucionan a medida que su aprendizaje también lo hace.

Encontramos en la misma página a personajes en principio tan dispares como pueden serlo Mary Beard y Beyoncé, mientras la autora reflexiona sobre en qué parcela del feminismo se encuentra cómoda. En mi opinión todas las vertientes del feminismo son necesarias, mientras apunten en la misma dirección. Es la única forma de avanzar, sin pluralidad no es feminismo. Supongo que el hecho de que te incomode la forma de vida de una feminista muy distinta a ti, implica que debes revisar tus certezas en cuanto a la idea de mujer y de feminismo que ronda en tu cabeza. Otra cosa es que tenga que caerte bien todo el mundo, pero ese es otro tema.

No se trata de linchar al monstruo ―me digo a mí misma para sentirme mejor―, sino de escarbar en el origen de la monstruosidad, utilizar pomadas antibióticas, reeducar la postura.

Tampoco pierde de vista la necesidad del sentido del humor, a diario me pasa que a los pocos minutos de poner un pie en la calle me siento gravemente ofendida por ver actitudes machistas, incívicas, por el acoso sexual callejero, etc. Me encerraría en casa y que esa casa estuviera rodeada de kilómetros de territorio despoblado, no soy lo que se dice una persona social. Pero a la vez necesito trabajar para subsistir y recurro a unos grandes auriculares con death metal a toda pastilla y evito en lo posible andar mucho por ahí. Pero estoy divagando.

También insiste Sanz en la importancia del uso que le damos a la sintaxis. Decía alguien a quien yo quería mucho, que el lenguaje es quizá la única arma que tenemos para cambiar las cosas. A mí no me da miedo el cambio, me da miedo el conservadurismo y la estanqueidad. Hace mucho que sé que el lenguaje es una cosa viva y me gusta ver cómo se transforma y participar de ese cambio, lo que no soporto es el maltrato al que se lo somete y la cantidad de veces al día que veo escrito enserio, sobretodo y ti con tilde. No es ese el cambio al que me refiero, sino a la creación y normalización del lenguaje inclusivo y cero ofensivo: a que el masculino no sea el género por defecto, a que José María Cano revise su ego y su homofobia interiorizada, a no callarme cuando oigo algo así en mi entorno. Por mi trabajo tengo que convivir a diario con personas con las que jamás me iría de viaje, acostumbro a decir lo más sosegadamente que puedo “en mi presencia no consiento lenguaje del odio” cuando escucho expresiones machistas u homófobas. Supongo que esto me hace menos simpática, pero es que encajar nunca ha sido algo en lo que yo haya invertido un minuto de mi vida: encajar en un mundo enfermo, no es sano.

“Por decir portavoza no se es más feminista…”, dice mi amigo Julio Llamazares, pero a mí me entran dudas porque creo que la sintaxis es una pequeña forma de violencia y el travelling en el cine una cuestión moral (…) ¿Por qué no puedo jugar a utilizar el lenguaje como arma cargada de futuro? (…) No me sale decir de manera natural portavoza ni miembra, y creo que en esa artificialidad y ese desorden reside la dimensión política de una gramática que se hace visible y simultáneamente visibiliza un problema social. La pulida bola dorada del lenguaje se abolla y refleja la realidad con sus agigantadas deformaciones. No sé muy bien a qué viene tanto escándalo. Ni esa ortodoxia tan reveladora en la época de la cola de ratón del relativismo y de la desintegración de las humanidades en los planes de estudios de secundaria. En la época en que los niños estudian finanzas. Se acusa de ignorancia a las mujeres que hacen política con la forma del lenguaje como si la forma del lenguaje estuviese exenta de todo tipo de pilosidades ideológicas. Mientras tanto, el conocimiento y la opinión se confunden y se exalta la ignorancia como si tal exaltación fuese un principio democrático que nos igualase.

De aquí viene la elección del título, y de la construcción de la mujer ideal como una máquina perfecta a partir de recortes de revista. No soporto la expresión “es la mujer que todas querríamos ser”: nadie quiere ser la mujer que otra tiene en la cabeza. No hay una mujer perfecta. Y menos mal que no la hay, qué pereza tener que ser otra todo el tiempo.

jueves, 19 de julio de 2018

"Moxie" - Jennifer Mathieu


"Moxie" es una novela feminista para adolescentes, con todas las particularidades de las historias pop norteamericanas pero que, en este caso, sólo se usan como un marco para visualizar la opresión de las mujeres.

La protagonista, Vivian Carter, bien podría ser una de las hermanas Wakefield de “Las gemelas de Sweet Valley”, o Bella de “Crepúsculo”, o cualquiera de tantas y tantas protagonistas femeninas sometidas de las últimas décadas destinadas a un público muy joven... si éstas hubieran sido dotadas de más personalidad y se hubieran resistido a que las absorbiera el sistema, si no hubieran accedido a hacer lo que los demás querían que hicieran.

La acción de "Moxie" se desarrolla en un pequeño pueblo costero del estado de Texas, donde las costumbres parecen inamovibles y de una generación a otra se heredan los tópicos. La jerarquía social en el instituto es tan férrea como siempre vemos en la literatura y en el cine estadounidense (también la realidad es así): sobre un fondo de taquillas metálicas desfilan las animadoras y los deportistas por el centro del pasillo, mientras les observan con una mezcla de desdén y envidia los grupos de chicos y chicas procedentes de familias con nivel adquisitivo más bajo, los y las patitos feos, nerds, queers, darks, racializades, introvertides y un sinfín de casuísticas en las que en mayor o menor medida nos podemos identificar.

“Moxie” aborda la mayoría de terminología y complejidad feminista que cabría esperar para que una novela de este tipo valiera la pena. Cumple con creces. Quizá flojea en algunos momentos, como cuando en la página 40 desperdicia una ocasión de oro para citar a Virginia Woolf, precisamente cuando la protagonista reflexiona sobre la necesidad de disponer de un espacio seguro para crear cosas, y qué pasaría si todas las mujeres compartieran entre ellas esas creaciones. Pero contiene reflexiones muy acertadas en todo momento, mientras asistimos a la evolución de la protagonista, que recorre la senda del feminismo de forma intuitiva desde el inicio, y poco a poco se va fortaleciendo en él de una forma maravillosa.

La manera en que dice la palabra feminista de forma tan relajada, tan natural, me alucina. Claudia asiente con la cabeza y sonríe con educación, pero arquea ligeramente las cejas. He oído a mi madre utilizar la palabra feminista cuando habla con amigas por teléfono. (“En serio, Jane, como feminista, esa película me ha cabreado.”) A las Riot Grrrl les interesaba el feminismo, obviamente, pero hasta este momento en el gimnasio no había pensado en que fueran feministas, sino que pensaba que era un grupo de chicas que molaban mucho y que no estaban dispuestas a aguantar tonterías.

Sin embargo, y mucho más importante, es que a través de todos y cada uno de los veinticinco capítulos se mantiene latente el concepto de sororidad, eso que tanto echo de menos a menudo. La protagonista, Vivvy, siente la necesidad de denunciar de alguna manera todos los abusos de corte machista que se producen en el instituto. No tiene apenas referentes (sólo nociones sobre el pasado rebelde de su madre y algunos grupos musicales compuestos por mujeres guerreras) ni sabe qué medios tiene a su alcance para denunciar lo que considera injusto, pero consigue canalizar esa rabia de una manera creativa e inteligente que ayudará a muchas chicas. Crea un fanzine anónimo que reparte por los baños de chicas del instituto llamando a la acción con pequeños gestos. Rápidamente comprueba cómo se unen a este movimiento muchas chicas, tanto de su entorno como de otros grupos, y también algunos chicos sensibles que no son como la mayoría.


En este sentido, es encomiable la sensibilidad de la autora para plasmar esa hermandad entre mujeres a la que me refería: sin dejar a un lado la superficialidad de la adolescencia, hace crecer a sus personajes por el camino correcto. De forma instintiva, recrean un entorno de feminismo interseccional que da cabida a todas las mujeres sin excepción. Es precioso ver cómo se suman al movimiento “moxie”, a través de diferentes sucesos, chicas de todo tipo: negras y blancas, ricas y pobres, queer y hetero, empollonas y pasotas, etc.


A lo largo del marco de una ventana diminuta junto a la cama de Lucy hay una fila de Post-its amarillos. En cada uno hay una palabra y juntas forman una frase en vertical: EL SILENCIO NO TE PROTEGERÁ. Cuando Lucy ve que lo estoy mirando, me dice que es una cita de un poema de Audre Lorde.


También, a través del chico de quien se enamora Vivvy, tenemos reflejada la complejidad de la figura del muchacho sensible, aliado feminista, cuya educación inevitablemente patriarcal produce a veces roces con las chicas “moxie” que, en lugar de apartarle como un apestado, se toman la molestia de ponerle las gafas moradas y explicarle que la empatía total es más difícil cuando no se ha sufrido la opresión machista en la propia piel. De esta forma, se liman las asperezas y se mantiene al muchacho del lado correcto del movimiento:


Me siento frustrada con él pero también conmigo misma por no ser capaz de encontrar las palabras para explicárselo. Estoy totalmente segura de que no lo hace a propósito, pero Seth es un chico y nunca podrá saber lo que se siente al caminar por el pasillo y saber que te están juzgando por el tamaño de tu culo, o por lo grandes que tienes las tetas. Nunca entenderá lo que se siente al cuestionar ciertas decisiones y tener que pensarte dos veces la ropa que te pones, cómo te sientas o caminas o estás de pie por si no llamas la atención de manera adecuada, o peor aún, por si llamas la atención de manera equivocada. Él nunca sabrá el miedo que da y lo mal que te hace sentir la sensación de que perteneces a algún Monstruo que ha decidido que puede cogerte y tocarte y clasificarte cuando y como quiera.


En el instituto los ataques machistas comienzan con comentarios denigrantes y frases que incitan al odio hacia las mujeres, impresas en las camisetas de los alumnos varones más salvajes. Los profesores lo dejan pasar como una chiquillada sin llamar la atención sobre el asunto ni percatarse de su gravedad. Poco después, se pone de moda una técnica de violencia que consiste en acosar físicamente a las chicas por los pasillos con tocamientos rápidos que los acosadores hacen pasar por no intencionados. Da miedo de verdad porque para ellos es solo un juego, ni siquiera creen que están haciendo algo mal, siguen entendiéndose a sí mismos como buenos chicos, solo quizá un poco más gamberros que el resto. Socialmente y a diario se aceptan también muchos de estos repugnantes gestos, sin valorar que son un delito en sí mismos, y el primer paso para que todo acabe en el cementerio.

Ellas cada vez están más asustadas e indignadas. La medida del instituto, sin embargo, es restringir la vestimenta de las mujeres (sacan de clase aleatoriamente a chicas vestidas con camisetas de tirantes, por ejemplo, o a las que se han desarrollado más rápido que las demás, y les obligan a pasar el resto de la jornada "tapadas" con camisetas gigantes de deporte), denigrándolas hasta el punto de convertir a las víctimas en culpables, haciendo que ellas crean que les provocan, y dando alas a los alumnos machistas para continuar con los ataques.

A partir de aquí la historia continúa cada vez con más chicas, y algunos chicos, sumándose al movimiento feminista (visibilizado en todo momento bajo el término “moxie”), llamando a la acción con reivindicaciones silenciosas pero visibles, hasta llegar a convocar una manifestación pacífica cuando la situación se agrava. Llama la atención que no se diga nada relativo a que las víctimas lo comuniquen en casa, que madres y padres no salgan en defensa del alumnado, y que la falta de apoyo por parte de la dirección del centro no les lleve directamente a denunciar a la policía.

En todo momento se mantiene el tono de perfecta novela juvenil estadounidense (lenguaje, descripción de los diferentes escenarios, costumbres culturales, etc.) y los altibajos en las acciones moxie mantienen viva la emoción de la trama, que en los últimos capítulos se intensifica hasta un final vibrante que mantiene viva la esperanza en las nuevas generaciones, justo lo que yo [no estaba convencida pero] esperaba encontrar en este libro.

Según la OMS, actualmente la violencia contra las mujeres es un problema de salud global de proporciones epidémicas. Mantener una relación de pareja supone un grave riesgo de sufrir agresiones (una de cada tres mujeres mayores de 15 años lo ha sufrido, pero las cifras no recogen la grandísima cantidad de sucesos que no se denuncian); pero basta con poner un pie en la calle para ser objeto de violencia de género, cualquier hombre es susceptible de convertirse en un agresor, no es necesario que pertenezca al entorno de la víctima.

Así que quería saber exactamente qué puede encontrar una persona adolescente en la literatura feminista actual, qué se puede encontrar en las mesas de novedades ahora mismo, porque necesitaba algo a lo que aferrarme para mantener la esperanza en generaciones más jóvenes que la mía. Quería comprobar que todos los esfuerzos no están siendo en vano y que este repunte terrorífico de violencia machista al que asisto a diario, no es más que una última descarga inhumana antes de extinguirse para siempre y de una vez por todas.

―Amiga, ¿qué harías si mañana mismo desaparecieran de la faz de la Tierra todos los hombres?
―Salir a pasear de noche.


Leía este comentario en redes sociales estos días y no se me va de la cabeza. Ser mujer es eso, vivir con miedo CONSTANTEMENTE. Con casco y cazadora, conduciendo en moto, me han llegado a decir por las calles de Madrid: "¡Bonita, ¿cuánto cobras!?" Pero es diario (también es cierto que en otras ciudades no me pasa a esos niveles y con tanta frecuencia: Madrid da asco). Y eso a pesar de los privilegios que supone ser blanca y cisgénero y poder pagar las facturas a fin de mes. Pero cosificación y denigración constante. Así que en cualquier otro caso no quiero pensarlo porque es que, llorar a diario.

Por eso necesitaba este soplo de aire fresco. Enhorabuena Jennifer Mathieu, ojalá todos los adolescentes, todo el mundo dibujando en sus manos corazones y estrellas, siguiendo esta iniciativa maravillosa de visibilización y reconocimiento moxie que recomiendo efusivamente a jóvenes, formadores y tutores.

Ojo a la dedicatoria, gloriosa.

miércoles, 20 de enero de 2016

"¿De qué se ríe la Gioconda? O por qué la vida de las mujeres no está en el arte" - Clara Obligado


Clara Obligado (1950) ha fijado su atención, desde hace mucho tiempo, en el desprecio hacia la mujer que existe en esta sociedad patriarcal y machista, y esto se ha visto reflejado en su obra, tanto ensayística como de creación literaria. “De qué se ríe la Gioconda” es un libro que escapa a la clasificación rápida, se diría que se trata de un ensayo artístico y literario de enfoque feminista, pero yo prefiero pensar que es una pequeña autobiografía, o el diario de una mujer intelectual que reflexiona sobre las carencias igualitarias que observa en la sociedad.

Se trata de una lectura sencilla que se basa en la revisión de ciertos tópicos que en una u otra medida todos arrastramos debido a la educación, al bombardeo publicitario, a las costumbres de las generaciones que nos han precedido, etc. 

Así, hace un recorrido a través de sus hitos literarios personales, revisando con nuevos ojos aquellas obras que en su día admiró y en las que ahora advierte terribles carencias. Por ejemplo, se pregunta por qué no hay mujeres protagonistas, por qué si aparecen siempre cumplen papeles secundarios, infantilizados o de servidumbre… en las obras de Freud, Conan Doyle, Tolkien, Clarín y muchos más. De paso, establece conexiones con las etapas de su vida que estos autores han marcado, y nos cuenta desde una perspectiva feminista las dudas, contradicciones e inseguridades que ha atravesado en su relación con los hombres, su juventud, su madurez, su divorcio, etc., todo esto en breves pinceladas que sirven para esbozar una pequeña biografía de la autora. 

Es decir, parece haber reflexionado acerca de las carencias femeninas que ahora advierte en las obras literarias, para establecer paralelismos con su vida y hacer, de una vez por todas, un necesario repaso de sus éxitos y fracasos, con perspectiva de pasado; a veces una explicación tardía es preferible a una eternidad de incertidumbre.

El hecho de que todos estos autores fueran machistas y/o misóginos queda a la elección de cada uno: Clara Obligado presenta sus pruebas al respecto. En todo caso, lo que está fuera de toda duda es que ellos reflejaron la realidad de su tiempo y del lugar que les tocó vivir, siendo o no conscientes de que estaban alimentando una inercia realmente dañina para quienes tenían la suerte, o la desgracia, de nacer con sexo femenino.

En el caso de algunos autores, se reflexiona acerca de sus carencias afectivas, posibles traumas infantiles, etc., que quizá fueran el punto de partida que les llevó a crear historias donde la mujer cumplía únicamente papeles maternales y derivados. Por ejemplo, es el caso de James Barrie, que creció bajo la sombra de su hermano mayor muerto por accidente; su madre dejó de cuidar del resto de sus hijos debido a la depresión en la que se hundió. Así, Barrie refleja la crueldad que se esconde en el mundo infantil en autobiografías y en obras como Peter Pan. Un libro clave en el imaginario de cualquiera hoy día, y que quizá no se habría llegado a escribir si no fuera por los anhelos de Barrie de llegar a ocupar el lugar de ese hermano muerto en el que sus padres habían depositado todas sus ilusiones.

Una de las partes más divertidas es precisamente la que da título al libro: están recogidas las impresiones y teorías de diferentes pensadores en torno a la enigmática sonrisa, y es curioso porque se puede observar que cada uno de ellos explica la sonrisa de la Gioconda en base a sus propias obsesiones y frustraciones.

Los análisis no son en ningún caso muy profundos, ni Clara Obligado parece tener la pretensión de crear una obra de mayor trasfondo filosófico, feminista o social; incluso habría cabida para muchísimos más autores con sus correspondientes obras machistas y misóginas, pero los que están son lo suficientemente conocidos como para que el lector identifique rápidamente los puntos clave detectados por Clara Obligado y su objetivo a nivel global (que me parece de lo más loable), y haga a su vez la introspección sobre sus hitos culturales, sus incertidumbres, sus certezas… en materia de género y también sobre su papel en la sociedad.



La Gioconda, diferentes perspectivas. Fuente Cultura Inquieta

sábado, 13 de julio de 2013

Bye Bye Blondie - Virginie Despentes


Hace tiempo, comentaba aquí mis impresiones acerca de un libro estupendo, la Teoría King Kong de Virginie Despentes. Como decía entonces, en Teoría King Kong, Despentes reflexiona sobre la realidad femenina en la sociedad actual desmintiendo el mito de la mujer sumisa, dirigiéndose sobre todo a la mujer de clase media con destino sentimental prefijado, abriendo nuevas opciones a la mujer para imponer su voluntad y vivir según su criterio independientemente de los deseos masculinos que pretendan influirla.

Pues bien, hace pocas semanas, me topé por casualidad con otro libro de la misma autora, esta vez una novela, titulada Bye Bye Blondie. Es la primera vez que una editorial trae al castellano esta novela (Pol-len edicions), así que es una suerte (doble, además, porque el libro estéticamente es estupendo). Existen más libros de Despentes (en francés en el original) pero, al menos por el momento, no los tenemos todos disponibles en castellano, y varios están descatalogados y son muy difíciles de conseguir en el mercado de segunda mano: ojalá que Bye Bye Blondie sea en Pol-len el primero de muchos.

Bye Bye Blondie es la historia de amor entre dos adolescentes de estética punk en una pequeña localidad francesa, Nancy, a finales de los años 80. Con respecto al punk, ambos se sienten identificados con el movimiento gracias a la música y a la estética: tratándose de adolescentes, es comprensible que no encuentren reconocimiento en el calado social del mismo, pero tampoco lo hacen según crecen y pasan los años: ambos se conocen en un centro psiquiátrico por diferentes desórdenes mentales, y mientras la chica conduce su vida indefectiblemente hacia el fracaso, las drogas, el vagabundeo y las subvenciones sociales, él abandona la calle y reconduce su destino. 

Ella miró rápido al cristal de la marquesina y pensó que formaban una bonita pareja. Una punkita destroy y un skin psicópata, tenían presencia.

Su historia amorosa pasa por diferentes fases; en general, el libro es desgarrador y no voy a ocultar que leerlo es bastante duro. Sin embargo, encierra una cantidad ingente de frases subrayables e inolvidables, y Despentes se luce como la amazona que es, fuerte, salvaje, indomable pero con una capacidad apabullante para transmitir a través de las palabras.

También le gustaba ser una chica, sola en una pandilla de chicos, y que no le hicieran comentarios. Lo veía como una prueba de su valor “tú eres como un tío”. Cuando sólo era la prueba de que el mundo está mal hecho.

Como nexo de unión con la Teoría King Kong, tenemos a Gloria (alter ego de Virginie) peleando cuerpo a cuerpo con las autoridades que pretenden domesticar su cerebro para hacerlo afín a las convenciones sociales. Se rebela contra padres, profesores, psicólogos, policías y con todo aquel, en fin, que se le ponga por delante. Con una fuerte tendencia a la agresividad y la angustia, es incapaz de superar el comportamiento adolescente de negarse a todo porque sí con tal de imponer, por la fuerza y aunque a veces (sólo a veces) sea absurda, su voluntad. En este sentido, tenemos por un lado la injusticia que supone nacer en una sociedad en la que debes hacer exactamente lo que se espera de ti, y es genial que existan individuos que se rebelen y traten de cambiar el rumbo de esa costumbre establecida. Por otro, y como contrapartida, este es el caso perfecto de alguien que se rebela pero que acaba teniendo una existencia desagradable e insatisfactoria por no jugar con acierto sus cartas y perder toda la fuerza por la boca y por los puños. Al menos, el personaje de Gloria es alguien que lucha, no alguien que vive cómodamente a costa de otros y sin esfuerzo, y sólo dice o aparenta que lucha, como sucede en el mundo real tan a menudo.

A él no le gustaba su pelo rojo. Para empezar, había decretado que ella se afeaba y le preguntaba por qué, con tono de tío competente que ha pensado mucho. ¿Por qué hacía eso? ¿Acaso ignoraba que podía ser bastante bonita? Como carta de presentación, Gloria lo encontraba bastante desagradable. Cero sensación de ser fea, ni repulsiva, en realidad. Por otro lado, es verdad que no se dedicaba a ligar con viejos psiquiatras de pelo blanco... Uno no puede gustarle a todo el mundo, pero el hombre estaba convencido de que, como a él no le gustaba, no era lo correcto. Por una vez, por esa vez, pensó en cerrar el pico.
Él empezó a hacerle preguntas sobre sexo, mirándola fijamente, probablemente para evaluar la reacción. Le habría gustado subirse a la mesa y patearle la cabeza para enseñarle a vivir y que la dejara en paz. Pero evidentemente, ese no era el mejor momento.
Ni de coña hablarle de sexo a ese viejo verde, cero enrollado, bajo esa luz tamizada de amarillo y aquel silencio pesado. Balbuceaba algunas respuestas lacónicas, evitaba su mirada. Encantada de tener plena confianza en su inteligencia escolar, esa que permite satisfacer las preguntas de aquella clase de tipos. Si no, estaría aterrorizada.
"¿Por qué cree que está aquí?
-Ese es el problema: no tengo ni idea."
Mala respuesta. Uno de esos casos jodidos en los que la franqueza, en realidad, no es la mejor opción. Se humilló un poco más:
"Estoy aquí porque mi madre comenzó a chillarme y en lugar de callarme le respondí igual..."
Mala respuesta de nuevo, se leía inmediatamente en la cara del viejo.
"Y en su opinión, ¿por qué rechaza usted ser una mujer?"
Gloria pensó guardarse los comentarios. Así que, aceptar ser mujer era recibir golpes sin querer devolverlos. Vale, capullo, por supuesto.
Mientras, no había sabido muy bien qué responderle. Tenía unas tetas como para que las rodara Russ Meyer, un culo de escándalo, y cuando la dejaban vestirse, le gustaba ponerse faldas con mallas rasgadas, vale, y en sus botas rangers había puesto cordones rosas, no salía nunca sin maquillaje, los ojos muy rojos, los labios muy negros y las uñas pintadas de verde... Era la única chica que conocía capaz de saltar la tapia con tacones... El viejo había manchado de comentarios algunas páginas antes de volver a los temas que consideraba cruciales:
-¿Por qué se afea? ¿Por qué ese corte de pelo? ¿Y ese color?

Si hubiera sido cantante de un grupo, eso le habría dado para hacer una canción "SOS, encerrada con los locos, el doctor quiere que vaya a la peluquería". Pero allí no le servía para nada.
Una vez más, cerrar el pico ¡eh! viejo imbécil, esto se llama movimiento punk. Nada que ver con que tengo un coño, una polla o un par de alas.

Existe una película homónima, dirigida por la misma Despentes y por el momento no disponible en España, en la que los protagonistas se hacen de carne y hueso tras la pantalla. Por lo visto, la relación heterosexual entre los dos adolescentes punkies se convierte en lésbica por arte de birlibirloque.

Se sintió muy gilipollas, una tonta del culo. Por haber esperado con esa confianza. Por haberse sentido tan bien con él. Por haber creído, aunque fuera por un segundo, haber imaginado que eso le podía pasar a ella, una cosa bonita, luminosa y fácil. “Pobre gilipollas”, se repetía, “esto te enseñará a vivir, puta estúpida”.

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