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viernes, 14 de junio de 2019

"Un apartamento en Urano" - Paul B. Preciado



Tengo una deuda eterna con Paul B. Preciado. La aparición de su “Manifiesto contrasexual” derribó los primeros muros de mis barreras mentales (socialmente injertadas y fijadas con el paso de los años) con frases que sacudían mis cimientos, como la contrasexualidad afirma que en el principio era el dildo. Con la esencia de Michael Foucault, Judit Butler y Donna Haraway impregnando cada espacio en blanco y esa energía y sabiduría desenfrenada de Preciado que nos daría maravillosos títulos con los años. Porque después del “Manifiesto contrasexual” vinieron “Testo yonqui”, “Terror anal” y “Pornotopía”, que ya devoré como fervorosa practicante de la teoría y el imaginario que estaba creando Preciado.

Estoy muy orgullosa de su coherencia y de su trayectoria. Me alucina comprobar cómo ha llevado a cabo hasta los límites sus ideas, y le estoy completamente agradecida de la labor educativa y social que realiza en el terreno sexual, con todo lo que ello implica. La forma en que entiende la sexualidad humana es tan enriquecedora, tan novedosa y, a la vez, tan obvia cuando indagas en ella, que es increíble que el pensamiento promovido por los gobiernos y asumido por la sociedad, siga siendo tan patriarcal, heterosexual, tan binario y tan gris en general.

p.26 Soy un disidente del sistema sexo-género.

“Un apartamento en Urano” recoge varias decenas de artículos cuyos temas giran en torno a las preocupaciones habituales del autor, como la libertad, la sexualidad, las relaciones sociales, la política, los movimientos sociales, la transexualidad, el feminismo, los colectivos oprimidos, etc. Todo aquello que conforma la realidad diaria de cualquier humano consciente del medio en el que vive, y todo centrado en el individuo como pieza elemental pero intercambiable en la que reposa la estructura social. Recordando como un mantra que lo personal es político, y que la implicación individual produce terremotos.

Este libro aparece en un 2019 en el que los cambios en el imaginario colectivo son innegables, se cuelan por todas las rendijas, se visten de todos los colores y hablan cada vez más alto. Reclaman lo que es suyo por derecho propio mientras la violencia, el miedo y la vergüenza dan los últimos coletazos en forma de partidos de derecha compuestos por un montón de pequeños dictadores sociópatas que sin el amparo del grupo se desvanecerían como lágrimas en la lluvia.

p.64 “Si tengo un hijo maricón, lo mato.” Y ese hijo era yo.

Me gusta mucho el prólogo tan cálido de Virginie Despentes, que abre la puerta al lector mientras le da a Paul un abrazo. El amor entre ellos no sabe de géneros, ciudades, casas ni tiempos, y traspasa el papel a fogonazos. También me encanta la introducción de Preciado donde explica la elección de la figura del planeta Urano, la historia que lo relaciona con el colectivo queer y que se remonta a la mitología griega (el mismo lugar al que se remonta todo lo que importa). En 1864, Karl Henrich Ulrichs acuñó el término “uranista” para definir el tercer sexo inspirado en la cita del “Banquete” de Platón que habla de una concepción no heterosexual: en concreto, la que da a luz a Afrodita (diosa del amor) después de que Cronos castrara con una guadaña a su padre Urano.

Mientras que las relaciones homo y bisexuales están presentes en la naturaleza y en toda la maldita historia del ser humano, sin embargo, toda relación no heterosexual sigue siendo:

p.21 (…) una forma de amar que en la Inglaterra o la Prusia de la época [1864] podía  conducirte a la horca y que hoy sigue siendo ilegal en setenta y cuatro países y causa de pena de muerte en trece países, entre ellos Nigeria, Yemen, Sudán, Irán o Arabia Saudita, y motivo habitual de violencia familiar, social y policial en la mayoría de las democracias occidentales.

Me interesa mucho la trayectoria trans de Preciado. Desde “Testo yonqui” nos empezó a contar sus incursiones en el mercado negro para conseguir testosterona de modo que no tuviera que seguir los cauces legales y pautados por médicos. No estaba de acuerdo con la patologización de la  transexualidad en España y no es de extrañar, porque una cosa es que se consiguiera legalizar y otra muy diferente son los humillantes procesos por los que debe pasar todo individuo que quiera un cambio legal en su documento de identidad. Años, fármacos y el diagnóstico de enfermedad mental. Todo esto lo explica prolijamente a través de varios artículos, donde asistimos al recorrido que empieza con la auto-administración de testosterona, el posterior éxodo por consultas médicas, la apertura de su “expediente de rectificación de la mención del sexo en la partida de nacimiento” y la publicación al fin de su nuevo nombre en el boletín oficial y en los periódicos, una última burla gubernamental a su privacidad e intimidad como ser humano.

p.152 (…) en treinta y dos estados de la Unión Bruce podría llevar un Colt 45, pero no un vestido.

Me gusta la manera en que se expresa, que balancea tan bien lo académico y lo cotidiano. Subrayo de forma frenética tanto artículos de denuncia social (“La valentía de ser uno mismo” es sin duda mi favorito), como aquellos en los que se deleita en su experiencia viajera y analiza pequeñas cotidianidades como en “Casa vacía”, donde a la vez hace una serie de relaciones filosóficas con su experiencia vital que aportan al lector lirismo y aprendizaje de vida.

En esencia, lo que nos sigue diciendo Preciado es que no somos los integrantes del colectivo LGTBI, sino que es la sociedad la que está enferma. Y que es necesario seguir habitando los márgenes y reivindicarlos, igual que nos re-apropiamos cada día de los insultos y de las etiquetas con los que la heterosexualidad binarista y mutiladora pretende señalarnos como enfermos. El mensaje que se desprende es una llamada a desarrollar el potencial individual, aprender para tomar decisiones informadas y vivir de forma coherente a como sentimos, sin que nada de lo socialmente establecido se nos imponga. Se nos invita a desobedecer. Y no hay cosa que más me guste que ir a contracorriente (ya que la corriente, tal y como la percibo, está contaminada). Luchar por la justicia poética está en mi naturaleza y no tengo ninguna intención de ponerme diques ni de contenerme. Solo quiero seguir destruyendo barreras, si es que aún me queda alguna.

p.68 (…) los espermatozoides y los óvulos son células heploides, es decir, tienen un  único juego de veintitrés cromosomas. El proceso de fertilización no supone la diferencia de sexo o de género de los cuerpos implicados, sino la fusión del material genético de dos células haploides. No hay nada que haga más apto para la reproducción a un cromosoma de un heterosexual que al de un homosexual, con independencia de que la inseminación se lleve a cabo con un pene o con una jeringa, en una vagina o sobre una placa de Petri. La reproducción sexual no necesita de la unión política ni sexual de un hombre y de una mujer, no es ni hetero ni homo. La reproducción sexual es simple y maravillosamente una recombinación cromosomática.

jueves, 14 de diciembre de 2017

Fuera del mapa - Alastair Bonnet

 

"Fuera del mapa" es la constatación de que ni siquiera es segura la tierra que pisamos. La geografía es cambiante, caprichosa. A menudo ocurren desastres medioambientales de variable envergadura. Si unimos esto a la fuerza de la naturaleza y al cambio climático que hemos provocado a costa de contaminar consumiendo y produciendo avariciosamente, se da lugar a geografías físicas que antes no existían.

Alastair Bonnett nos cuenta historias tan curiosas como que hay países que se pelean por islotes que de repente aparecen de la nada, y que de la misma forma un buen día desaparecen sin dejar rastro. O que se jugó el tipo cruzando una carretera muy transitada para acceder a un pedazo de tierra entre cruces de carriles que había quedado allí perdido, inservible, una tierra de nadie sobre la que se moría de ganas de caminar. Nos habla de lugares ya para siempre malditos o mancillados por culpa de las religiones, la política o cualquier otro tipo de miseria humana.

La historia de cada lugar en “Fuera del mapa” es muy interesante, pero también lo es el punto de vista desde el que el autor la enfoca. Bonnett reflexiona de una manera casi filosófica sobre el paso del tiempo y sobre lo equivocados que estamos acerca de la estabilidad de aquello que nos rodea; observa todos estos lugares raros con una mirada poética que parece buscar la belleza en lo sórdido, en lo extraño, en lo que no sale en las guías de turismo locales.

El ser humano tiende a vivir con la creencia de que todo ha sido siempre tal y como lo ha conocido desde su accidental llegada al mundo, y que nada ha sufrido un largo proceso ni experimentado cambios o alteraciones. Un poco como la dificultad de imaginar a nuestros padres niños, la arrogancia de creer que el mundo empezó cuando nosotros llegamos.

Y si sucede que algo cambia de pronto delante de nuestras narices, queremos regresarlo a la única forma que para nosotros es válida, la que tenía cuando llegamos, cuando lo conocimos. Quizá, siguiendo esa línea psicológica, se pueda explicar por qué la gente vota insistentemente a partidos conservadores aunque todo esté mal.

Por otro lado, “Fuera del mapa” también nos enfrenta al espejo de nuestras avaricias, cuando nos habla de lugares que han sido alterados a favor del confort de las personas que los habitan, o que creen poseerlos (la tierra jamás es nuestra: siempre nosotros somos de la tierra). Incluso a pesar de la destrucción del ecosistema del lugar, de cualquier rastro de naturaleza y de la expulsión de los animales que lo habitaban (sin haberlo escriturado, insensatos). Destruyendo el bosque, el paisaje, y alterando el clima. Y llevándonos las manos a la cabeza cuando la naturaleza se rebela protestando.

“Fuera del mapa” se divide en ocho secciones, donde se agrupan los lugares que tienen características comunes. Una de las partes más interesantes es en la que se habla de algunos lugares abandonados dentro de ciudades, hay cuadrillas organizadas que se dedican a investigarlos, Internet está lleno de ellos. Una muestra son los youtubers que se dedican a grabar vídeos en localizaciones como hospitales psiquiátricos abandonados. Leyendo estos fragmentos recordé una película rodada al estilo falso documental o “cámara en mano”, titulada “Así en la tierra como en el infierno”, se trata de una película de terror (poco pretenciosa, muy divertida) rodada en las catacumbas de París, sobre las que existen multitud de leyendas y habladurías relacionadas con diversas variantes de la filosofía oculta. Este tipo de lugares también son reclamo habitual para celebrar botellones o cualquier tipo de encuentro más o menos relacionado con el misticismo. Están llenos de suciedad, escombros y pintadas, y pueden ser muy peligrosos.

Bonnett reflexiona también sobre dualidad Turista VS Viajero. El viajero es un explorador respetuoso que se alimenta de cada nueva experiencia, se mimetiza en lo posible con cada lugar que visita y camina casi de puntillas. Pero los turistas lo patean todo, lo fotografían (sin mirarlo) todo, lo pervierten todo... Cada cosa que se les pone en el folleto de información, la hacen, siguen al rebaño, no ven más allá de sus narices, porque son incapaces de salirse de una ruta preestablecida. Como por ejemplo, las rutas para observar tribus indígenas en vez de dejarles en paz (eso existe), lo llaman "primer contacto de pago", es vergonzoso y sucede en Papúa Occidental, pero habrá más sitios, es preferible no saberlo.


En India aún queda una civilización sin pervertir de la que se sabe poco, no son amistosos, se han hecho intentos de mierda para acceder a ellos, en la Isla Sentinel del Norte. Hemos destrozado el mundo y ya estamos jodidos… pues dejémosles en paz, quizá las maquinitas, todo eso que llaman progreso, no eran tan necesario a fin de cuentas: o más bien es que se nos ha ido de las manos. Quizá vivan con incomodidades o no tendrán vacunas... no sé. Pero no tienen televisores y con suerte no sabrán nada de las bombas atómicas o de los campos de concentración, no pondrán banderas de mierda en sus balcones.

Este libro peca de que ofrece poca información de cada sitio que comenta. El lector tiene que investigar más por su cuenta si le intriga alguno de los sitios. Una de las cosas más bonitas es que la prosa narra buscando la belleza, como se puede apreciar en este fragmento:

p.96 “Encontramos otro caso en la zona montañosa que hay entre los puestos fronterizos del paso de Torugart, que conecta China y Kirguizistán. América Central también tiene un buen ejemplo en Paso Canoas, una ciudad que parece estar entre Panamá y Costa Rica. Se la suele denominar “tierra de nadie” porque dejas atrás un puesto fronterizo y ya estás en la ciudad, sin haber pasado por inmigración para entrar en el otro país. Hay visitantes a quienes les gusta pensar que la ciudad que los rodea está más allá de las fronteras. Es por eso por lo que, en parte, Paso Canoas ha desarrollado una atmósfera oscura y carnavalesca, como si fuera una especie de lugar crepuscular o fugitivo.

Lo que hacen estas lagunas geográficas es devolvernos nuestros propios deseos reflejados; y sobre todo el deseo de salir, aunque sea un momento, de la claustrofóbica parrilla de las naciones. Probablemente ya sospechamos que se trata de una ilusión. Avanzar lentamente en una cola de gente y dejar atrás al agente a cargo de los pasaportes no implica salir de un país ni entrar en otro en ese momento exacto.

Esos puntos de control existen para verificar que tienes permiso para entrar o salir. Su cercanía a la línea fronteriza es irrelevante desde el punto de vista legal. Sin embargo, esta interpretación puramente legal no consigue captar ni la importancia simbólica del punto fronterizo ni el deseo reprimido de entrar en un territorio sin gobierno.”

Para terminar, y siguiendo con las reflexiones sobre la necesidad atávica de apropiarse de un territorio, las regiones tienen a veces también la necesidad de desvincularse de otras que les resultan hostiles o les molestas, o sobre las que sus habitantes sienten un supremacismo nazi que basan en argumentos poco sólidos y muy llenos de odio, como estudios genéticos (totalmente xenófobos y absurdos, ya que nuestro ADN tiene fácilmente rastros de todos los continentes) o hechos históricos que no por haber sucedido significan per se ya absolutamente nada en en el presente. Así, tenemos la tragicómica historia de Gagauzia, increíble pero cierta:

p.251 “La historia de Gagauzia ilustra el poder implacable del nacionalismo al no dejar nunca de dividir y subdividir naciones en unidades más pequeñas. Gagauzia está en el sur de Moldavia, un pequeño país de 3,5 millones de habitantes encajado entre Ucrania y Rumanía y sin salida al mar. Moldavia se escindió de la URSS y se independizó en 1991, pero es un puzzle de nacionalidades que parece deshacerse.
(…) Puede resultar reconfortante pensar, por ejemplo, que en cuanto Escocia se independice se habrá llegado al final feliz de una larga historia. Pero el nacionalismo siempre rebasa sus fronteras, se adapta y transmuta otras identidades geográficas en proyectos de nación. Si Escocia se independiza, ¿por qué no pueden hacerlo las Shetland? Si Moldavia se independiza, ¿por qué no Gagauzia? El proceso de creación de naciones no se limita a satisfacer unas necesidades, sino también a crearlas.
Una de las pocas personas que ha estudiado Gagauzia es la antropóloga turca Hülya Demirdirek. Hasta ella se muestra un poco perpleja por la invención por parte de los gagaúzos de una entidad nacional llamada “Gagauzia”, una palabra y una idea que hasta hace veinte años casi nadie había oído, puesto que antes de la desintegración de la URSS el lugar no existía. (…) un aspecto más significativo de su complejo patrimonio es que los gagaúzos son uno de los grupos más culturalmente rusificados de Moldavia y que muchos de ellos prefieren hablar ruso que gagaúzo. Para los gagaúzos se trata de una asociación desafortunada, puesto que el nacionalismo moldavo se define a partir de la antipatía hacia sus antiguos amos soviéticos.  A medida que se iba acercando la independencia de Moldavia, los gagaúzos se vieron representados cada vez más como elementos extranjeros, un pueblo aparte, cuya verdadera lealtad era hacia la Madre Rusia.

(…) El deseo de reinventar un lugar como nación no emerge necesariamente de unas aspiraciones reprimidas durante siglos, sino que puede aparecer de pronto, sobre todo en el seno de poblaciones vulnerables cuya identidad ha sido absorbida en el pasado por entidades enormes y multinacionales como la Unión Soviética, y que ahora se sienten discriminadas y abandonadas. Esa sensación de agravio ha favorecido el surgimiento de muchos mitos útiles. Por ejemplo, se dijo que Gagauzia llevaba mucho tiempo reprimida y que los gagaúzos habían pasado mucho tiempo ansiando la libertad. Hasta hubo quien afirmó que no solamente no eran de origen extranjero, sino que llevaban en aquella parte del mundo más tiempo que los propios moldavos. Prácticamente nada de eso es verdad, y Gagauzia es cualquier cosa menos un lugar antiguo. Aparte de un Estado independiente de cinco días de duración, declarado en 1906 y limitado a la capital (la República de Kormat), los gagaúzos jamás habían pensado en sí mismos como gente necesitada de un país propio.
(…) La lógica fragmentaria del nacionalismo resulta enervante. Una serie de países de los que jamás se ha oído hablar se dividen en unidades casi carentes de significado. La lógica de la desintegración crea una geografía de la ignorancia, en la cual el florecimiento de identidades y de naciones nuevas sobrepasa nuestra capacidad de ubicarlas o de pronunciarlas. La gente de fuera de la región hace gestos exasperados: los lugares como Gagauzia acaban relegados al montón cada vez mayor de proto-Estados a los     que nadie presta atención. (…) Muchos gagaúzos quieren un país propio porque sin él seguirán siendo un pueblo marginal y sin lugar. El hecho de que un país sea inventado no le resta realidad.

miércoles, 2 de octubre de 2013

"Protocolos para un apocalipsis" - Frank G.Rubio y Enrique Freire


Inauguramos la temporada literaria otoñal con un libro ecléctico, apocalíptico y conspiranoico. No combina con la ideología que vomita la televisión a diario ni tampoco con las creencias populares establecidas. Es un libro que nada a contracorriente, que se atreve a exponerse (solitario y por lo tanto, vulnerable) ante una avalancha de versiones contrarias sobre la misma historia.

En este mundo egoísta y cruel, hay que posicionarse y decidir de qué forma vivir: ajeno a todo pero formando parte del rebaño (o sea, del sistema), ajeno y en contra del sistema pero de verdad (Thoreau lo intentó, pero por poco tiempo) o participando activamente del sistema (de una forma más o menos disimulada) y sacando tajada de ello.

Este libro explica los tejemanejes ocultos del sistema, que Enrique y Frank creen atisbar aislando fragmentos de la avalancha de información que nos envuelve y embrutece (pues no con otro fin nos es lanzada).

No obstante, no hay que ser muy listo para darse cuenta de que vivimos en una sociedad que está muy lejos de ser puramente democrática, libre, y que hace todo lo posible por el bienestar de sus miembros: nada más lejos. Lo primero que siempre se recorta al máximo es la educación, bien es sabido que una masa iletrada es muchísimo más fácil de dirigir y controlar para el bienestar de unos pocos. El acceso a la cultura cada vez es más difícil (no hay becas para los estudiantes, no hay dinero para las bibliotecas, el IVA de los productos culturales cada vez es más alto y prohibitivo, etc.) Según Enrique y Frank: “Tanto la cultura media como las aptitudes intelectuales están cayendo en picado en el planeta entero”.

Enrique y Frank avisan de los peligros del embrutecimiento que se sufre embobándose delante de la televisión, que elimina la facultad de hacer otras cosas y además introduce cantidades ingentes de información basura en la cabeza del televidente. Se puede vivir sin ver la televisión, doy fe de ello. Y es tan liberador... supongo que quienes consiguen dejar de fumar experimentarán una sensación similar a la de desenchufar el dichoso aparato. Uno llega a preguntarse de dónde sacan tiempo para ver la TV quienes lo hacen. Son tantas horas desperdiciadas que nadie les devolverá... es para planteárselo, cuanto menos.

Krugman se dio cuenta de que la actividad eléctrica cerebral cambiaba con un incremento de las ondas Alfa, en detrimento de las ondas Beta, las que se emiten en un estado de conciencia normal. Curiosamente, cuando la persona dejaba de ver la televisión y leía un texto escrito, todo volvía a la normalidad, aumentaba el número de ondas Beta, las ondas de la zona consciente de nuestro cerebro. Algunos investigadores asocian las ondas Alfa con la meditación y algunos fenómenos derivados de ella: inmovilidad, respiración superficial...

Y, según Jerry Mander:

Siempre ha sido más fácil hipnotizar a alguien en un espacio confinado donde la realidad exterior ha sido eliminada. Si usted decide mirar la Televisión no hay otra alternativa que aceptar la corriente de imágenes electrónicas, tal y como vienen.

Desde hace algún tiempo, lo que se pretende es que los miembros del gran rebaño leamos en... una pantalla. Saquen sus propias conclusiones. (Y que se lea cada vez menos, a poder ser, y que se lean gilipolleces).

Al hilo de todo esto, Enrique y Frank citan una intervención brillante de José Saramago (QEPD):
La manipulación de las conciencias ha llegado a un punto intolerable... Forma parte de una operación de banalización que es cultivada sistemáticamente. Revistas que antes eran de reflexión y pensamiento ahora son frívolas; la televisión, que puede ser un elemento de educación extraordinario, se ha convertido en eso que algunos llaman muy bien “telebasura”. Y hay gente muy interesada en ello, en que sea así. En el fondo esto no es nuevo. Ya en la época de los romanos se daba la política de “pan y circo”. Un golpe de efecto genial de las sociedades modernas ha sido convertirnos a todos en actores. Todo hoy es un gran escenario. Es la panacea universal porque ha hecho que todos queramos aparecer como actores (...) Vivimos en un espectáculo bochornoso en el que se muestra en directo la muerte, la humillación...
Texto que requiere, obligatoriamente, que haga una pausa para recomendar “La sociedad del espectáculo” de Guy Debord en este blog, una vez más...

Siguiendo con el embrutecimiento que se consigue situando al individuo delante de una pantalla: “El MP3 convirtiendo el ruido generalizado de nuestra vida cotidiana en un video clip fashion (eso sí, personalizado, “al gusto de cada uno”), el móvil como símbolo de ubicuidad y de control (y por ende de esclavitud) o las sempiternas gafas de sol, mas que un elemento de protección visual una metáfora de la pantalla que nos roba unas cuantas horas al día y que nos permite observar sin ser observados (...) Si alguien se resiste ya se le convencerá.”
¿Gafas de sol? MATRIX...

Hay un gran interés en convertirnos en rebaño idiotizado, sí, por parte de una pequeña parte de la población exageradamente enriquecida y poderosa, integrante de gobiernos, iglesias y fuerzas de seguridad. Esto es algo muy antiguo pero precisamente por eso cada vez está mejor diseñado y es más sutil. También el rebaño debería haber evolucionado e ideado formas para combatir los abusos, maldita sea.

Cito a Enrique y Frank:

El temor ha sido una de las armas de sometimiento que a lo largo de la historia ha sido impuesta a la sociedad, aunque sus efectos en la misma han ido variando con el paso del tiempo. Mientras que el miedo, hace unos cuantos siglos era un arma de control social puro, actualmente el temor se inscribe en una sensación de inseguridad permanente que, encontrándose instalada en nuestras sociedades consumistas, hace que nos rodeemos de “cosas” con la sensación de un vacuo sentimiento de disfrute en función de que “todo se acaba”.

En este libro también se tratan otros aspectos de la dominación, se habla de religiones, de gobiernos dentro de gobiernos que ordenan manteniéndose en la sombra, de altos mandos de las fuerzas de seguridad que ya no colaboran con los terroristas, sino que ejecutan ellos mismos los actos supuestamente terroristas calculando las pruebas que ellos mismos van a encontrar y elaborando previamente las comunicaciones al pueblo por parte de los poderes políticos... parecen tramas más propias del cine, pero es que, de todos es sabido que la realidad supera a la ficción.

“No es para encerrar a Dios sino para encerrar a los fieles, para religarlos, para lo que se construyen los templos.”

Pero ni Frank ni Enrique pretenden inculcar a toda costa su visión de la situación tan cual: lo que pretenden es ofrecer otro enfoque, otra forma de aprender a ver las cosas que nos ponen delante de los ojos. Quieren que la gente piense por sí misma y esto les convierta en seres libres:

Lector, lee entre líneas y no apliques la mentalidad que utiliza el hombre común ante los materiales propuestos por los mass media, donde la credulidad más borreguil se alía con la predisposición condicionada, tras muchas horas de “apredizaje”, a encontrar lo que han puesto claramente ante sus narices para ser encontrado.

En este libro se incluye un último apartado que recoge artículos más antiguos de Enrique y Frank ya publicados en otros medios, que hacen relación a los mismos temas tratados en el libro y que aún son bastante actuales y oportunos.

Este no es el mejor ni el peor libro sobre asuntos conspiranoicos, pero es uno más para ayudar a liberar la mente de la morralla con la que se nos intenta tapar la boca a diario.

USA es el “policía malo”, todo músculo; Europa, el soft power, el “policía bueno” que quiere negociar e intervenir humanitariamente en todo. Mera división del trabajo. Objetivo táctico: absorber al Islam fagocitándolo. Método: dureza USA, comprensión europea. Látigo y azúcar. Fundamentalismo “violento y maléfico” cuidadosamente elaborado en los circuitos de Inteligencia y de Operaciones Encubiertas para hacer surgir dialécticamente “Islam moderado” a raudales, democrático, amigo y dispuesto a ir a la guerra contra China y Rusia si hace falta. (Frank G. Rubio)


domingo, 28 de abril de 2013

"La sociedad del espectáculo" - Guy Debord


Esta obra maestra de la situación política y social del siglo XX fue publicada por primera vez en 1967 y posee total vigencia hoy día. Aunque pueda parecer muy teórica y de difícil aplicación y comprensión para el lector medio, por su componente filosófico y su forma de presentación poco convencional, muchos reticentes se llevarían una grata sorpresa al aventurarse entre sus páginas, porque descubrirían que no es tan difícil de desentrañar como parece a primera vista. A la hora de exponer algunos postulados es un tanto críptico, pero no desarrolla el contenido de todo el libro de una forma abstracta e, incluso, llega a presentar en ocasiones sus teorías de una forma muy gráfica acompañada de ejemplos concretos.

Pero es precisamente esa capacidad de abstracción (además de por su clarividencia ideológica y su talento para observar con la perspectiva adecuada los porqués de los vaivenes sociales y políticos a nivel mundial) lo que hace de este libro algo tan especial. Leerlo es un placer para los sentidos, un pulso con nuestra propia capacidad de abstracción y de comprensión: agudiza el ingenio, aclara aún más los conceptos propios y renueva las ideas ya caducas.

La mayor parte de la sociedad ha regalado su existencia, su vida social y también la privada a través de una sumisión informativa y social que nos es presentada artificialmente con la apariencia de la normalidad y de lo cotidiano. Precisamente, Guy Debord arranca de un tirón esos ropajes descubriendo al gran público la vergüenza desnuda de los tejemanejes del poder, que juega con hilos de hierro a la segregación forzando los mecanismos de las cada vez más máquinas. Y lo hace, incomprensiblemente, sin que la sociedad en bloque se una para escapar a esa forma de esclavismo, sino que sigue participando, cobarde e idiotizada, de esa paupérrima forma de vivir, para su propio perjucio.

Sin embargo, nada como los propios postulados de Debord para ayudarles a abrir (aún más) los ojos.
La traducción de José Luis Pardo, por cierto, es estupenda.

«La primera fase de la dominación de la economía sobre la vida social comportó una evidente degradación del ser en tener en lo que respecta a toda valoración humana. La fase actual de ocupación total de la vida social por los resultados acumulados de la economía conduce a un desplazamiento generalizado del tener al parecer, del cual extrae todo "tener" efectivo su prestigio inmediato y su función última. Al mismo tiempo, toda realidad individual se ha hecho social, directamente dependiente del poder social, elaborada por él. Sólo se le permite aparecer en la medida en que no es

«Cuando la necesidad es soñada socialmente, el sueño se hace necesario. El espectáculo es el mal sueño de la sociedad moderna encadenada, que no expresa en última instancia más que su deseo de dormir. El espectáculo vela ese sueño.»

«Con la separación generalizada del trabajador y su producto, se pierden todo punto de vista unitario sobre la actividad realizada y toda comunicación personal directa entre los productores. Conforme progresan la acumulación de productos separados y la concentración del proceso productivo, la unidad y la comunicación se convierten en atributo exclusivo de la dirección del sistema. El triunfo del sistema económico de la separación es la proletarización del mundo.»

«El sistema económico basado en el aislamiento es una producción circular de aislamiento. El aislamiento funda la técnica y, en consecuencia, el proceso técnico aísla. Desde el automóvil hasta la televisión, todos los bienes seleccionados por el sistema espectacular constituyen asimismo sus armas para el refuerzo constante de las condiciones de aislamiento de las "muchedumbres solitarias". El espectáculo reproduce siempre sus presupuestos, cada vez de un modo más concreto.»

«La victoria de la burguesía es la victoria del tiempo histórico profundo, el tiempo de la producción económica, que transforma constantemente y de parte a parte la sociedad. Mientras la producción agraria siguió siendo el trabajo primario, el tiempo cíclico, que seguía presente en el fondo de la sociedad, alimentaba las fuerzas concentradas en la tradición, que intentaban frenar el movimiento. Pero el tiempo irreversible de la economía burguesa extirpó en todo el mundo estas resistencias. La historia, que hasta entonces se había presentado como un movimiento exclusivo de los individuos de la clase dominante, y que por tanto se había escrito como historia de los grandes acontecimientos, se comprende a partir de este momento como el movimiento general, un movimiento a cuya importancia se sacrifican incluso los individuos. La historia, al descubrir que su base es la economía política, descubre la existencia de lo que hasta entonces era su inconsciente, pero que no obstante sigue siendo aún inconsciente, sigue siendo algo que no puede sacar a la luz. Esta prehistoria ciega una fatalidad que nadie domina es lo único que ha democratizado la economía mercantil.»


«El tiempo seudocíclico consumible es el tiempo espectacular, a la vez como tiempo de consumo de imágenes en sentido restringido, y como imagen del consumo del tiempo en toda su extensión. El tiempo del consumo de imágenes, medium de todas las mercancías, es, inseparablemente, el terreno en donde se ejercen plenamente los instrumentos del espectáculo y el objetivo que éstos presentan globalmente como lugar y figura de todos los consumos particulares: se sabe que el ahorro de tiempo que la sociedad moderna persigue constantemente 
ya se trate de la velocidad de los medios de transporte como de las sopas instantáneas se traduce positivamente, para la población de los Estados Unidos, en el hecho de que sólo la contemplación de la televisión ocupa una media de entre tres y seis horas diarias. La imagen social del consumo del tiempo, por su parte, está exclusivamente dominada por los momentos de ocio y vacaciones, momentos representables a distancia y postulados como deseables, como toda mercancía espectacular. Esta mercancía se ofrece aquí, explícitamente, como el momento de la vida real cuyo retorno cíclico hay que esperar. Pero incluso en estos momentos reservados para la vida, lo que se reproduce y se ofrece a la vista no es más que el espectáculo, que alcanza así un grado más intenso. Lo que se representa como la vida real se revela simplemente como la vida más realmente espectacular

«Bajo las aparentes modas, que se anulan y recomponen en la fútil superficie del tiempo seudocíclico contemplativo, el gran estilo de la época reside siempre en aquello que se orienta por la secreta y evidente necesidad de la revolución.»

«El mundo posee ya el sueño de un tiempo del que ha de alcanzar ahora la conciencia, para vivirlo realmente.»

«El espectáculo es la ideología por excelencia, porque expone y manifiesta plenamente la esencia de todo sistema ideológico: empobrecimiento, servidumbre y negación de la vida real. El espectáculo es, materialmente, "la expresión de la separación y del alejamiento de los hombres entre sí". La "nueva potencia del engaño", concentrada en su base, en torno a esta producción mediante la cual "con la masa de objetos, crece también el nuevo dominio de los seres extraños a los que el hombre está sometido", es la fase superior de una expansión que ha vuelto la necesidad contra la vida. "La necesidad de dinero es, pues, la verdadera necesidad producida por la economía política, y la única necesidad que ella sola produce" (Manuscritos de economía y filosofía). El espectáculo extiende a toda la vida social el principio que Hegel, en la Realphilosophie de Jena, concibe como el principio del dinero: es "la vida de lo muerto que se mueve a sí mismo".»


La sociedad del espectáculo, Guy Debord, editorial Pre-Textos, 2007.

sábado, 2 de febrero de 2013

Jaime Gil de Biedma y Juan Ferraté: cartas y artículos


"En todo ello quizá influya el rumbo que está tomando nuestro país, que me resulta poco apetecible y que me hace temer que dentro de unos años seré un ante anacrónico. Parece que Epaña, que es un país feudal que no ha tenido feudalismo, y un país burgués que jamás ha hecho la revolución burguesa, se prepara para ser un país neocapitalista sin gran capitalismo. Vamos a la economía de consumo, pero de un consumo mínimo: nuestro porvenir consiste en convertirnos en el menos desarrollado de los países desarrollados. Es decir: adquiriremos nuevas miserias y nuevos defectos sin perder ninguno de los antiguos. Creo que hemos entrado resueltamente por ese camino y ni siquiera la inmediata caída de Franco y un colapso político –cosas, una y otra, casi por completo improbables– nos salvarían ya: el «milagro español» está en marcha y participaremos de la prosperidad europea a escala española; tendremos una prosperidad pequeña, bastante sórdida, pero que permitirá a todo quisque hablar con aire de superioridad de la falta de libertad y la falta de automóviles en las democracias populares.”

Carta de Jaime Gil de Biedma a Juan Ferraté. 6 de abril de 1962.

Ellos lo sabían.

Jaime Gil de Biedma: cartas y artículos. Juan Ferraté. Acantilado, 2009.

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