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viernes, 6 de diciembre de 2013

"Visión en primavera" - William Faulkner


Y al fin, después de haber seguido una voz que gritaba en su interior
a través de velos de mudable sombra, la noche descendió sobre él,
en pie, paralizado de horror.
A su alrededor, círculos de una campana se multiplicaban, crecían.

Bajo el silencio inmóvil en torno a él, otra campana se deslizó como una estrella
despertando la súbita vaguedad de un dolor.
Aquel —decía y temblaba— era mi corazón, mi corazón antiguo que se quebrara;
roto, deshecho, mi corazón que tan cuidadosamente yo guardaba,
vacío de planta de semilla, al que el curso de los días
hubiera convertido en un jardín donde adormecer la senectud.

Pues yo, quien tanto buscara,
yo descuidé los peniques que el que compra la paz debe atesorar,
una esquina en la que extraviar los pies fatigados...

Sobre él, veloz, delicadamente
los árboles sacudieron sus brazos de plata bajo mangas de verdura
y los miembros brillantes y las ramas
se movieron en callado compás hacia una música antigua.

Y, una vez más, las frentes de los bailarines soñados
ante él flotaron en calma, liberadas de tristeza
en un mar de aire nocturno...
labios repitiendo la melodía, sosteniendo la refrescante puesta de sol
en la quietud de otoño de sus cabellos.

Levemente se elevaron a su alrededor, apresurando la magia,
y su propia vida, tan sosegada en sus ojos,
tocada por esta belleza silenciosa, cansada, se agitó nuevamente.

Las suaves manos de los cielos,
delicadamente, balancearon la delgada luna sobre él,
y llenaron de escalofrío las copas de los árboles,
hasta que oyó el beso de las hojas, y entonces.. ¡ved! el sueño se había desvanecido.

Levantó su mano, se agitó y hubiera gritado,
pero había perdido la voz como las ramas
que, ligadas a un desmayado estribillo,
tejían una telaraña en torno a él y le engañaban, dulcemente.

De nuevo las campanas,
como hojas al caer, se alzaron reflejadas desde el silencio
y, en silencio él, con su corazón vacío, meditaba:

Yo tenía aquello que buscaba,
que ha huido de mí hecho pedazos.

Pues yo, quien se afanó a través de pasillos de áspera risa,
quien buscó la luz en oscuras reservas de dolor,
¿qué haré, viejo, solo y cansado...
demasiado cansado para, en soledad, comenzar nuevamente?

Suavemente, olas claras de oscuridad surgieron en lo alto,
llenaron los árboles y aquietaron las rígidas ramas en inquietante coral.

Se levantó sobre sus rodillas entumecidas.

La primavera, cubierta de blanco a lo largo de la débil y estrellada oscuridad,
se levantó nuevamente a su alrededor,
como un muro bajo el cual permaneció en pie
y contempló, más y más frío,
una estrella, inmaculadamente, caer.


"Visión en primavera", William Faulkner. Trieste: 1987.

lunes, 11 de junio de 2012

"El viento comenzó a mecer la hierba" - Emily Dickinson

No es necesario ser una habitación
para estar embrujada,
no es necesario ser una casa.
El cerebro tiene pasillos más grandes
que los pasillos reales.

Es mucho más seguro encontrarse a medianoche
con un fantasma exterior
que toparse con ese gélido huésped,
el fantasma interior.

Más seguro correr por una abadía
perseguida por las sepulturas
que, sin luna, encontrarse a una misma
en un lugar solitario.

Nosotros tras nosotros mismos escondidos,
lo que nos produce más horror.
Sería menos terrible
un asesino en nuestra habitación.

El prudente coge un revólver
y empuja la puerta,
sin percatarse de un espectro superior
que está más cerca.


Emily Dickinson
"El viento comenzó a mecer la hierba"
Nordicalibros, 2012


Ilustraciones de Kike de la Rubia
Selección de poemas de Juan Marqués
Traducción de Enrique Goicolea

viernes, 25 de mayo de 2012

"Oh Señor Jesús, pues la lepra me consume..."

al hermano Javier Cuesta,
con el extraño afecto de Leopoldo

Oh Señor Jesús, pues la lepra me consume
¡ten piedad de mí!
Señor de los leprosos y rey de los gusanos
ya que tengo el labio destrozado
y el brazo convertido en muñón
y la baba de los días quema mi esperanza
¡ten piedad de mí!
Yo que ni hijos ni mujer merezco
aquí, en la isla de Molokai
viendo cómo cae al suelo mi carne,
rezo para ver tu cara,
también consumida por la lepra.
Tú que eres mi mujer y mis hijos
ya que es lo único que puedo yo ofrecerte
te ofrezco, laurel y cirio,
mi muerte.

"Piedra negra o del temblar"
Leopoldo María Panero
Ed. El Ángel Caído, 2010

domingo, 6 de mayo de 2012

"Cuentos negros" - Ambrose Bierce


Éste ha sido mi primer acercamiento en firme a la obra de Bierce, escritor del que conocía de oídas el Diccionario del diablo. Leí hace mucho tiempo Aceite de perro (cuento que abre esta recopilación) en una revista de minorías especializada en literatura fantástica: como primera lectura, no puedo haberme llevado mejor impresión. 

Leer ahora estos cuentos me ha emocionado y me ha encantado, porque mientras leía me he divertido como hacía mucho y, aunque suene extraño, también me he horrorizado a la vez. Lo explicaré. Ambrose Bierce utiliza como protagonistas de sus relatos a seres atormentados o de dudosa normalidad y los sitúa en un ambiente enrarecido, haciendo que actúen con aparente cordura, como si no fueran capaces de percibir lo enfermizo de las situaciones en que se encuentran. Después, expone tramas cargadas de brutalidad, violencia y mal gusto, pero con una prosa impecable, descripciones muy precisas y refinadas y un tono general tranquilo y sosegado: como si estuviera relatando una historia mundana y apacible: ahí es donde radica su mérito, maestría y genialidad.

Esta pequeña edición que Alianza publica ahora es un pequeño tesoro: no sólo es que los cuentos tengan una calidad innegable sino que, al principio, el traductor, Aitor Ibarrola-Armendáriz, hace una presentación del autor cargada de datos biográficos, que permite entender mucho mejor los cuentos que vienen a continuación, sin desvelar nada de la trama. Al final hay un epílogo donde el traductor hace un estudio breve pero profundo acerca del significado de los cuentos, sus influencias, situación en el contexto de su época y análisis preciso y muy bien escrito. Se nota que para traducir a Bierce se ha empapado de su obra, expone los problemas que ha planteado la traducción (motivados en su mayor parte por la cantidad de frases irónicas con múltiples sentidos y significados) y ayuda al lector a entender aún mejor los cuentos, una vez leídos.

Ambrose Bierce nació a mediados del s. XIX y desapareció a los 71 años sin que ya nunca nadie supiese jamás su paradero. Se cree que se esfumó por voluntad propia, y esto ayuda a intensificar la leyenda. Sus cuentos están muy influenciados por las circunstancias que marcaron su vida: desde pequeño sólo conoció el horror y la brutalidad ya que sus padres le trataban muy mal y más tarde estuvo en la guerra, con todo lo que ello conlleva. Se formó una idea del ser humano absolutamente negativa y utilizó la ironía y el humor negro para expresar en su literatura todo lo que pensaba. En este sentido, su obra más representativa es el Diccionario del diablo (también de reciente publicación en Alianza), libro en el que Bierce define una larga lista de términos bajo su particular y oscuro punto de vista. En lo que respecta a las figuras paternas, en la gran mayoría de estos Cuentos negros aparecen en segundo plano unos personajes, padres del protagonista que, o bien son buenas personas y por eso no han conseguido medrar y viven pobremente, o son despiadados y egoístas y disfrutan de riqueza y posición social, aunque siempre se dejan llevar por los más bajos instintos y tienen un final aciago.

Hay que leer estos cuentos en su contexto y analizando a fondo cada frase, porque nada está escrito al azar (esta estupenda traducción facilita mucho ese análisis). Aunque en apariencia por las tramas de los relatos podría confundirse con género negro nada tienen que ver estos cuentos con lectura de entretenimiento en la que sólo importa quién es al final el asesino, no deben leerse bajo ese prisma en ningún caso. Hay en ellos tanto de autobiográfico como, sobre todo, de denuncia y de crítica social, frustración y lucha interior. Es gore, es soez, es brutal, pero es brillante.

jueves, 26 de abril de 2012

Socorro, socorro


Socorro, siento que la vida se acerca.
Cuando lo único que quiero 
es morir.
Grito
empezaste y terminaste en el aire
pero ¿qué hubo en medio?

Marilyn Monroe, 1961

viernes, 27 de enero de 2012

Eclipse con Rimbaud


He pasado la mitad de mi vida en la oscuridad.
He descargado camiones de oscuridad.
He bebido toda la oscuridad.
He dormido con la oscuridad.
He amado la oscuridad y me he acostado con ella.
He tocado las piedras de la oscuridad hasta herirme las manos.
He repetido tu nombre en la oscuridad.

Los pescadores cantan en la niebla de la oscuridad.
Los jóvenes sin vida están despiertos en la oscuridad.
Los músicos y las rameras guardan su corazón en la oscuridad.

He soñado con la oscuridad la mitad de mi vida.
He hospedado mi juventud en el cáñamo de la oscuridad.
He desnudado a la oscuridad y gozado con ella.
He acariciado con dedos de pastor el sexo de la oscuridad.

La oscuridad es la oración de los acordeones nublados.
La oscuridad vive en las palabras que descifran la muerte.
La oscuridad habita los suburbios de la belleza.

Dad de ladrar al perro de la oscuridad.
Oíd la lepra sagrada de la oscuridad.


"La casa roja" - Juan Carlos Mestre
Calambur: Madrid, 2008.

jueves, 16 de junio de 2011

Poemas de la locura / El hombre elefante - Leopoldo Mª Panero

A la psiquiatría

A ti, castigo del espíritu
rindo este poema vencido ya
nada más nacer, como una espiga
para violar a una mujer -Faulkner-
¡oh! terror de la penitencia para rezar
una vez más de rodillas al espanto
como a un ser sin canto y sin espuma
cerca del lago en que como elefantes
beben los días
cerca del lago en que mueren los elefantes
sabiendo el secreto de su muerte
-un aviador irlandés prevé su muerte-
-Yeats lo dijo-
¡oh! turba philosophorum, alquimistas
que beben de mi orina y de mis ojos
¡oh! cruz, arquetipo del espanto
donde ya todos los terrores nombran mi frente.



I have a sin of fear-
JOHN DONNE

Mi único pecado es haber muerto
es estar toda mi vida pendiente de la oscuridad
del terrible sueño de la muerte
en donde vampiros picarán en mi frente
ya hecha para nada, perfecta culminación
de una situación sin piedad
de un reino sin espíritu
en donde escribo el poema moviendo mis faldas.



No estoy contento de mí mismo
he incumplido la tarea de ser yo
he faltado a las normas del colegio
y no besaré ya más el culo de un gato
andaré ahora entre monos
como en el Laoconte de los monos
belleza perfecta hecha para ser sólo
el novio único de la nada.

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