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viernes, 25 de mayo de 2012

"Oh Señor Jesús, pues la lepra me consume..."

al hermano Javier Cuesta,
con el extraño afecto de Leopoldo

Oh Señor Jesús, pues la lepra me consume
¡ten piedad de mí!
Señor de los leprosos y rey de los gusanos
ya que tengo el labio destrozado
y el brazo convertido en muñón
y la baba de los días quema mi esperanza
¡ten piedad de mí!
Yo que ni hijos ni mujer merezco
aquí, en la isla de Molokai
viendo cómo cae al suelo mi carne,
rezo para ver tu cara,
también consumida por la lepra.
Tú que eres mi mujer y mis hijos
ya que es lo único que puedo yo ofrecerte
te ofrezco, laurel y cirio,
mi muerte.

"Piedra negra o del temblar"
Leopoldo María Panero
Ed. El Ángel Caído, 2010

sábado, 4 de febrero de 2012

EN EL DELTA DEL NILO


La joven esposa lloró sobre su comida,
en el hotel, después de un día en la ciudad,
donde vio a los enfermos que se arrastraban y yacían
y niños que debían morir fatalmente.


Ella y el marido subieron a su cuarto
donde esparcieron agua para ocultar la roña.
Se fueron a sus camas sin muchas palabras.
Ella cayó en un sueño pesado. Él se quedó despierto.


Fuera, en la oscuridad, pasó un gran ruido.
Murmullos, pasos, gritos, vagones, cantos.
Andaban necesitados. No cesaban nunca.
Y él se durmió enredado en un no.


Llegó un sueño. Él viajaba por mar.
En el agua gris hubo un movimiento
y una voz dijo: "Hay uno que es bueno.
Hay uno que puede verlo todo sin odiar".


"Deshielo a mediodía", Tomas Trasntrömer
Nórdica, 2011

lunes, 9 de enero de 2012

"Esquizofrénicas o La balada de la lámpara azul" - Leopoldo María Panero


Aquí estoy yo, Leopoldo María Panero

hijo de padre borracho

y hermano de un suicida

perseguido por los pájaros y los recuerdos

que me acechan cada mañana

escondidos en matorrales

gritando por que termine la memoria

y el recuerdo se vuelva azul, y gima

rezándole a la nada porque muera.

viernes, 16 de septiembre de 2011

"Caribou Island" - David Vann


Caribou Island” es la nueva novela de David Vann, quien el año pasado nos sorprendió con “Sukkwan Island”, una novela en la que un padre y su hijo adolescente, cuya relación está bastante deteriorada, deciden pasar un año viviendo juntos en una cabaña alejada de la civilización. La lucha contra la naturaleza y su propia lucha interna terminan en un desenlace... léanlo. Pues bien. Ahora, en “Caribou Island”, Vann retoma el tema del aislamiento de la civilización y las relaciones interpersonales tormentosas, solo que ahora se centra en el tema de las parejas. En ese tipo de parejas que, en realidad, no se quieren, y que conviven haciéndose daño día tras día.

Retrata a la perfección la desagradable situación de tener una pareja que no te valora ni te quiere de la misma forma, así como el día a día ocultando sentimientos para no empeorar la situación y la sensación de vacío y angustia cuando sabes que el lugar que ocupas en su vida es secundario. Vivir, a sabiendas o con la sospecha de que existe en la vida de tu pareja otra persona que ocupa el lugar que tú deberías llenar. Desde fuera parece fácil decidir que hay que huir, escapar de esa situación, abandonarla. Pero a veces no se tiene otro lugar al que regresar, y entonces uno se queda, sabiendo que la vida siempre será un poco peor. Es una historia devastadora. “Sukkwan Island” también relataba una historia dramática y dolorosa pero, al lado de “Caribou Island”, sería como comparar un suicidio (Sukkwan) a una muerte lenta y dolorosa (Caribou), según mi forma de verlo.

No obstante, es una novela que se sufre disfrutando, o que se disfruta sufriendo, porque propone unas situaciones realmente angustiosas pero está maravillosamente bien escrita. Las novelas de David Vann se han comparado con “The road” de Cormac McCarthy, y aunque parezca exagerado, porque McCarthy es muy bueno, yo estoy de acuerdo, y recomiendo esta novela brutal a todo aquél que se arriesgue a leerla. Espero opiniones.


jueves, 5 de mayo de 2011

...nazgûl


(...) Y se vio entonces que era una criatura alada: un ave quizá, pero más grande que cualquier ave conocida; y parecía desnuda, pues no tenía plumas. Las alas enormes eran como membranas coriáceas entre dedos callosos;  hedían. Una criatura acaso de un mundo ya extinguido, cuya especie, escondida en montañas olvidadas y frías bajo la luna, había sobrevivido incubando en algún nido horripilante esta progenie última y maligna. Y el Señor Oscuro la había adoptado, alimentándola con carnes putrefactas, hasta que fue mucho más grande que todas las otras criaturas aladas; y como cabalgadura la había entregado a su servidor. Descendió, descendió, y luego, replegando las palmas digitadas, lanzó un graznido ronco, y se posó de pronto sobre Crinblanca, y le hincó las garras encorvando el largo cuello implume.

El Señor de los Anillos: III El Retorno del Rey, J.R.R. Tolkien

viernes, 1 de abril de 2011

"The Crow" - James O'Barr


"Un día perderás todo lo que tienes. Nada te preparará para ese día. Ni la fe, ni la religión... nada. Cuando muera alguien a quien amas. Conocerás el vacío... sabrás lo que es estar completamente solo. Nunca olvidarás y nunca perdonarás. Los solitarios no suelen hablar de una manera tan íntima y tan exhaustiva como lo hace James O'Barr en este libro. Así que, por lo menos, aprende del cuervo esta lección: piensa en lo que puedes perder."

John Bergin (de la Introducción).



miércoles, 2 de febrero de 2011

Desierto; Poemas, vol. 2 - Jim Morrison

Aeropuerto.
Mensajero en forma de soldado.
Lana verde. Allí estaba,
fuera del avión.
Una nueva verdad, demasiado horrible para soportar.
No había la menor señal de ella
en ninguno de los antiguos signos
o símbolos.
La gente se miró,
en el espejo, ojos
de niños.
¿Por qué había ocurrido?
No había escapatoria
posible.
Una verdad demasiado horrible para mencionar.
Sólo un suelto quejido vomitado
podía formar sus oscuros interiores.
Sólo unos pocos pudieron mirar
su rostro con calma.
La mayoría de la gente cayó instantáneamente
bajo su lerdo terror amable.
Esperaron la reacción de los tranquilos
pero vieron sólo una verde
chaqueta militar.
¡Arrepiéntete!
Ninguna de las viejas Cosas funcionó.


martes, 28 de diciembre de 2010


Imagínate que viajamos en el mismo tren y no nos vemos, no nos vemos.

jueves, 9 de diciembre de 2010




Es esa sensación de vacío, inmensidad, emoción y grandeza (inabarcabilidad) que te invade cuando el pie derecho sigue al izquierdo pero en realidad has avanzado mucho más que un paso.

martes, 23 de noviembre de 2010


la soledad, a veces,
es muy traicionera
no porque te traicione ya que
nunca te prometió
precisamente
compañía

pero
te traiciona
a todo el mundo
le traiciona

alguna vez

ella
solamente llega y llena
de fantasmas tu cabeza
¿cómo los expulsas?
¿cómo los alejas?

menos mal
que tenemos
todavía
el sol
y los paseos
por la playa

menos mal
que en el mundo
hay
todavía
gente

sábado, 30 de octubre de 2010

"Cómo liberar tigres blancos" - Isabel García Mellado


El olor de un recuerdo.

Isabel García Mellado se supera, con creces, con su segundo poemario "Cómo liberar tigres blancos". Si ya en "Tic tac, toc toc" hechizaba con su capacidad de jugar con el lenguaje y crear un universo propio dando un sentido increíble y personal a las palabras que usamos todos, ahora va mucho más allá: consigue generar en el lector una sensación de angustia y a la vez -contradicción- la necesidad de retomar la lectura para evadirte de esos pensamientos que irremediablemente te invaden.

Una imagen para definir estos poemas, siguiendo un poco la estela del libro, sería algo así como una mano helada y azul que me presionó la garganta mientras leía (también un rato luego) y que susurraba en voz muy baja "Que esto no sólo te pasaba a ti, idiota..."

Como muestra, un pequeño fragmento, pero es que hay que leerlo.

(...)

aquí cabe otro cuerpo,
una ciudad de estrellas,
la yerba hecha instrumento,
el horizonte
aquí parís descansa con todos sus colores,
londres enciende neones,
berlín sigue creciendo
la noche avanza deslizando sus ruidos
como una marea con sus peces
el brillo de este cuerpo se rebela y después hierve,
alguien
desde algún sitio al final de una calle
se da cuenta y se vuelve
la persona en la que resido acurruca los nidos
en el refugio azul que contienen sus sueños,
apaga la luz con el origen de sus manos
y piensa en el sentido de lo inmenso:
plata, fogón, lluvia, sendero

sábado, 23 de octubre de 2010

"El palacio de hielo" - Tarjei Vesaas


Te prometo que sólo pensaré en ti.

A veces, no hace falta nada más: una mirada, cuatro ojos centelleantes bajo las pestañas, y las palabras sobran. Una amistad firme y sincera, inamovible, férrea, no ha de forjarse durante años, necesariamente. A veces algo imperceptible, pequeño, ese brillo en la mirada, basta.

(...) Me parece que estás tan cerca que podría tocarte, pero no me atrevo. Me parece que me miras cuando estoy acostada en la oscuridad. (...) No hay nadie más. Mientras estés fuera, nunca olvidaré lo que he prometido.

Además de a la amistad, "El palacio de hielo" es un canto a la naturaleza, al bosque y al lago nevados, y al hielo: el escenario perfecto para una historia con el vacío y la pérdida como protagonistas. Posee un lirismo y una sensibilidad abrumadores, que evocan continuamente a la literatura oriental (a pesar de ser su autor noruego). Como muestra, una joya en forma de poema (único en toda la novela) cuyos últimos versos asemejan a un haiku japonés:


Sueño sobre puentes nevados

La nieve cae ahora con mayor intensidad,
La manga blanca de tu abrigo se vuelve blanca.
La manga de mi abrigo se vuelve blanca.
Están entre nosotras como
puentes nevados.

Pero los puentes nevados están helados.
Aquí dentro hay vida y calor.
Debajo de la nieve tu brazo cálido
es un dulce peso sobre el mío.

Nieva sin cesar
sobre puentes silenciosos.
Puentes que nadie conoce.

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