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martes, 17 de mayo de 2011

"Aranmanoth" - Ana María Matute


"Hijo mío, no ames como aman los humanos".

A veces es muy aconsejable (y a veces se hace imprescindible) dejarse llevar por la fantasía, abandonando los límites de la realidad y aceptando con naturalidad todo lo que nos encontremos más allá de esas fronteras.

Por eso, Aranmanoth es un oasis para refugiarse de la tonalidad gris y opresiva del mundo real, una historia fantástica para adultos a medio camino entre el cuento largo y la novela corta. Una delicia, en todo caso.

Ambientación medieval, un hada de agua, un caballero y un niño cuya existencia se encuentra dividida entre la naturaleza humana y la fantástica... ¿qué más se necesita para dejarse llevar?

No obstante, y a pesar de que en principio se trata de un cuento fantástico, es importante saber trasladar esta historia a nuestro mundo para constatar que en el fondo es una crítica social brutal que, envolviéndolo todo en ese halo fantástico, deja patente la injusticia que supone que la crueldad y la maldad sean más fuertes que la ilusión y la alegría de quienes no hacen daño a los demás y sólo quieren ser felices. En contraprestación, aquellos que se alimentan de dolor, jamás podrán tener la sensación de sentirse queridos, y ese (casi nada) es su castigo.


jueves, 9 de diciembre de 2010

SIGUE

Sigue
anda calle arriba y sigue
y abandónate a la lluvia
que cae y limpia los malos recuerdos
que diluye los malos tragos
con los puños cerrados dentro de los bolsillos
y los labios apretados por la rabia
pero sigue.
Sigue
aunque la perra vida te deje marcasplas heridas cicatrizan
y sigue con tu paso rápido
tanteando a la gente que viene en sentido contrario.
Sigue
aunque duela sigue
aunque no tenga que ver con la cordura
pero sigue y mira.
Sigue
porque sabes que merece la pena
porque todo a su tiempo
todo en su lugar
y tú en el centro de todo.
Sigue
que en tus pulmones hay aire
y en tus venas vida.
Y sigue
la calle se abre ante ti
nada puede alterar este estado de poder absoluto
y miras las marcas
tus antiguas heridas
y lo comprendes
en el fondo, y siempre,
fueron pocos y cobardes.
Sigue
cada vez aligerando más tu paso
y en un momento
en una décima de segundo
te detienes
miras al cielo y extiendes tus brazos
abres enteramente tus manos
y tu boca crea la profunda línea de una gran sonrisa.
Sigue.
Y sonríe
porque sabes que en una sonrisa
aunque breve como una gota de lluvia
está toda la belleza del mundo.

Otras vanidades. Dani Sanguino: Endymion, 2008.

martes, 23 de noviembre de 2010


la soledad, a veces,
es muy traicionera
no porque te traicione ya que
nunca te prometió
precisamente
compañía

pero
te traiciona
a todo el mundo
le traiciona

alguna vez

ella
solamente llega y llena
de fantasmas tu cabeza
¿cómo los expulsas?
¿cómo los alejas?

menos mal
que tenemos
todavía
el sol
y los paseos
por la playa

menos mal
que en el mundo
hay
todavía
gente

martes, 16 de noviembre de 2010

"Lamentaciones de un prepucio" - Shalom Auslander

(...) En lo alto, Dios va deslizándose hasta el borde de Su asiento y mira hacia abajo, los codos apoyados en las rodillas, el mando a distancia en la mano, el pulgar rozando la tecla de MATAR.

Lamentaciones de un prepucio es sin duda el libro más divertido que he leído en mucho tiempo; critica los ritos judíos con un humor inteligente y certero, descubriendo sin pudor lo absurdo de las costumbres judías. En primera persona, Auslander recuerda su infancia a través de anécdotas repletas de prohibiciones, frustraciones y deseos reprimidos y nos muestra, con humor, las carencias y aspectos negativos que recaen sobre un ser humano inocente -un niño- por nacer en el seno de una familia absorbida por una religión: el peligro que reside en la fina línea que separa la Fe del Fanatismo.

Por tradición, se llevan a cabo millones de acciones y ritos absurdos en el mundo cada día, que perjudican antes que benefician en modo alguno al ser humano. ¿Para qué reprimirse, abstenerse, prohibirse, sentir ante cualquier cosa, temor? ¿Quién asegura la existencia de ningún dios todopoderoso? ¿Por qué no liberarse y pensar -por dios- al menos una vez, con la cabeza?

En realidad, y a pesar del toque humorístico, resulta dramático que un niño deba esconderse, escaparse, sentirse culpable por comer una miserable gominola. Que crea que un ente abstracto le castigará por ello. Que sienta miedo. Deberían revisarse de una vez ciertas creencias y conceptos ya caducos.

sábado, 2 de octubre de 2010

En el mostrador de la biblioteca (otra vez).

Si algo me entusiasmaba del regreso a las aulas tras los largos veranos eran los listados de lecturas obligatorias (así como el olor del papel de los libros nuevos, del plástico transparente que los cubría, la expectación ante un cambio tras la monotonía veraniega, el temblor ante un nuevo curso lleno de baches y pruebas que debería superar para salir indemne, las reuniones tras la salida de clase, los juegos, los muchachos...) Por eso, asisto impávida a la conversación que tiene lugar ante el mostrador de la biblioteca de mi barrio:

-Búscame éste -ordena una Señora al bibliotecario-. Después, comenta a su amiga (vecina?, cuñada?, madre compañera de espera a la puerta del colegio?). Es que es una tontería comprarlo. Luego lo leen una vez y ahí se queda muerto de risa.

Me callo. Pero me dan ganas de gritarle.
Señora, no hace falta que mienta, prefiere tomarlo en préstamo y ahorrarse el importe en la librería. No mienta, insisto, es lícito y las bibliotecas están ahí para algo...
Y no se engañe, Señora, los libros no mueren de risa en las estanterías sino que permanecen vivos, latentes, hasta que una mano les da una nueva oportunidad algún día.
Y no se ofenda, Señora, pero los libros que obligan a leer, para bien o para mal, siempre se recuerdan, si su hijo es mínimamente sensible gustará de tenerlos a mano cuando cumpla más años.
Y no se enfade, Señora, pero más le valía a Vd. seguir las recomendaciones de los maestros de sus hijos porque el libro que lleva en la mano, insisto Señora no se enfade -y al igual que a Vd.- más le valía quedarse riéndose en un estante. Y, se me olvidaba. Señora, por dios. Cierre el pico. Esto es una biblioteca.

Cal y arena.

Mi hermana
me da la gran noticia

estoy embarazada,
vas a ser tío

y tras la euforia,
los gritos y los besos

no puedo remediar
recordar que no estás,
darme cuenta de que
no vas a conocerlo,
darme cuenta de que
no podemos
compartir esta noticia
contigo

porque no me vale lo de
desde donde esté, él se alegra.

Sólo siento que te echo de menos.

Aprovecho para darte la noticia
Papá, vas a ser abuelo

y no te preocupes,
ya me encargaré yo
de que se sienta orgulloso
de ser tu nieto.



sábado, 25 de septiembre de 2010

MENTIRAS.

*
Ha buscado durante semanas por las barras de los bares la respuesta. Sin resultado. ÉL es su única esperanza. ÉL le acomodará a SU lado. Allí sí será feliz.

Por eso se coloca junto a la vía del tren y cuando, los ojos cerrados, lo escucha llegar, avanza.

Amarás a Dios sobre todas las cosas.

*
Ha caído de un andamio y su hijo, 14 años 15, los ojos secos, rojos, escucha de labios de una vecina la frase que ya no le ha de abandonar:

-Dios lo quiso para sí.

Ahora

ya tiene

un culpable.

No tomarás el nombre de Dios en vano.

*
6:10 de la mañana. Polígono en las afueras de una pequeña ciudad, la luz de neón y una discoteca. Ocurre tras litros de alcohol por la garganta. Un empujón responde a un roce al pasar, después vienen los insultos. Y al final, el brillo de las navajas resplandece bajo la luz de la luna. El brillo de la sangre.

Ya se escucha,

a lo lejos,

la ambulancia.

Santificarás las fiestas.

*
Nunca tuvo ningún hermano, nunca le faltó calor, cariño, nunca le faltó de nada. Si no tuvo algo más fue porque no lo quiso. Pero mamá y papá desaparecen un día, un accidente, un golpe de volante, un golpe de mala suerte. Un golpe. Contra el cristal. Y una voz en el móvil le transmite entre sollozos la noticia.
-Aquí está -no lo puede evitar pensar, él no lo quiso, no se le debe tener en cuenta.-

Ya

tengo

la herencia.

Honrarás a tu padre y a tu madre.

*
Ha ocurrido un accidente, y se encuentran a muchos metros bajo el mar. Las bombas de oxígeno no están igualadas, pero se pueden compartir. Esperar y cederle tu oxígeno a otro. Escapar y dejar al herido sin aire. (Pero la luz del sol se adivina tan apetecible, allí arriba).
Y escapa.

No matarás.

*
3:00 de la mañana, conduce despacio, hastiado, alargando el momento de llegar al domicilio familiar. Recreándose en el sinsentido que es su vida, en su falta de agallas para acometer con elegancia una nueva. Una sirena de neón le invita a cambiar el rumbo. Esta noche ya se ha gastado mucho dinero en alcohol y es raro, pero aun le queda un poco,

aún

no se ha gastado

el sueldo del mes.

No cometerás actos impuros.

*
Es de día, es una ciudad tranquila, es una calle comercial y está abarrotada de gente. Pero pasa todo tan deprisa, en unos segundos le han roto el corazón, se han llevado su serenidad, le han lastimado el hombro, se han llevado su intimidad, su cuaderno, su dinero y su alegría, para el resto de la tarde. Su pulso a un ritmo normal, su fe en los seres humanos. Y les ha dado igual, todo ha salido bien.

Han conseguido

robarle

el bolso.

No robarás.

*
Ha cometido un error de bulto, un desliz de principiante. Todavía no se explica cómo puede haber pasado, en todo caso ya es demasiado tarde para enmendarlo.

-¿Quién ha dejado esto así, quién lo ha hecho, cielo santo? Nos llevará horas arreglarlo y ha de presentarse urgente, solo tenemos un día. ¿Quién ha sido el inútil? Le voy a...

-Señor, el nuevo. Pero no se preocupe Vd. que

yo,

si quiere,

lo arreglo.

No levantarás falsos testimonios ni mentirás.

*
Sólo pueden ser amigos, pero sólo quieren ser amantes. Y los dos son buenos chicos. Y aún así. Ocurre.

No pueden

dormir

por las noches.

No consentirás pensamientos ni deseos impuros.

*
Su amiga ha salido a la puerta del bar, solo un minuto, para hablar por teléfono. Y ella se ha quedado sola ante el café. Una pareja a su lado recoge sus cosas, se levantan, salen. Han olvidado, junto a una servilleta, un móvil.

Aún no han terminado de atravesar la puerta y ella ya ha deseado guardarlo en el bolso. La sangre ilumina su rostro, el pulso se le acelera. Pero no sabemos, al final, qué ha hecho.

Qué tontería.

No codiciarás los bienes ajenos.


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