Mostrando entradas con la etiqueta religión. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta religión. Mostrar todas las entradas

martes, 6 de febrero de 2018

Un libro de mártires americanos - Joyce Carol Oates


Esta novela es un descenso a los infiernos. Un viaje a la América profunda donde le pondremos cara al horror y se pondrá a prueba nuestra ética y nuestra resistencia a la violencia más pura y gratuita. Es una lectura de la que no se sale siendo la misma persona: aprenderemos que las contradicciones forman parte de la realidad y que convivimos con ellas, pero no siempre somos conscientes de que están ahí, así como tampoco nos damos cuenta del alcance de nuestras propias convicciones.

Es muy factible terminar esta lectura con unas décimas de fiebre, como sucede con los libros de Nick Cave. Joyce Carol Oates, quien ya nos había deleitado con otras narraciones sórdidas, en esta obra investiga a fondo dos temas controvertidos, complejos y terribles como son el asesinato y el aborto. Puede que tengamos nuestra opinión al respecto pero pocas veces nos habremos parado a pensar durante tanto tiempo y tan a fondo cada asunto como lo haremos leyendo este libro.

Novela río o cuántas páginas dura una vida
Esta larga novela comienza con el desenlace de una tensión que va creciendo entre los trabajadores de una clínica abortista y los manifestantes católicos que pretenden que el centro cierre sus puertas. Tenemos ampliamente expuestas las perspectivas de ambos bandos y resulta inevitable que las preguntas se amontonen y se den codazos entre ellas, independientemente de que ya tengamos una opinión previa y firme al respecto. ¿Es una mujer dueña de su cuerpo? ¿Puede un hombre imponer su opinión sobre un asunto del que jamás será víctima? Los que dicen oír la voz de un dios que les indica el camino a seguir, ¿deberían seguir un tratamiento psiquiátrico? ¿Matar en nombre de la vida… tiene algún sentido?

| Científicos ateos afirmaban que Dios no nos había creado y que, en realidad, los seres humanos descendíamos de los simios. El reverendo Dilts nos dijo con gran vehemencia que se trataba de ideas ridículas sin base en las Escrituras.

Pero hay más. ¿Un feto no deseado es una persona que merece nacer por encima de todo? ¿Incluso aunque la madre haya sido violada, incluso aunque el nacimiento suponga un perjuicio irreparable para la salud física o psicológica de la madre? Más de la mitad de los abortos que se dan a diario en el mundo no tienen garantías higiénicas y sanitarias, y por ello muchas mujeres mueren o sufren de maneras que podrían evitarse, ¿no debería la sociedad avanzar en ese sentido e invertir en políticas que aseguren el bienestar de las ciudadanas? Estas preguntas podrían continuar hasta el infinito.

Existe un acontecimiento inicial, detonante de todo el devenir de la novela, que no quiero destripar para evitar que pierdan interés los posibles lectores: pero sí es necesario aclarar que ese hecho marca irremediablemente el devenir de dos familias que de una u otra manera se quedan estigmatizadas, ya que a partir de ese momento sus vidas se truncan, todo gira de forma inesperada y todo lo que suceda en ellas tendrá la sombra (permanente e imborrable) de la tragedia.

| Siempre existe una tendencia a no ver lo que tus ojos están viendo cuando lo que ves es terrible.

Durante 800 páginas se sigue la evolución de ambas familias y, en el largo proceso para esclarecer los hechos iniciales, surgen asuntos en los que Oates explora sus capacidades para dibujar psicologías maltrechas y también nos enfrenta a la cruda realidad de las contradicciones humanas. Por ejemplo, las de quienes matan para proteger la vida, o las de los católicos que hacen una excepción temporal en sus convicciones cuando el aborto afecta a su círculo más inmediato: la doble moral.

| Aunque estaba casado y era feliz en mi matrimonio y con mis queridos hijos, y aunque estaba decidido a ser ministro de la Iglesia de San Pablo Misionero, me iba de putas con frecuencia en la ciudad de Toledo cuando la debilidad me dominaba.

Calzar otros zapatos entre las líneas
Creo firmemente que la literatura es un vehículo perfecto para ejercitar la empatía, y vivir de alguna manera situaciones que de otro modo jamás se nos pondrían tan a nuestro alcance. Cuando nos enfrentamos a temas tan controvertidos como los que ha seleccionado Oates en esta novela, es fácil tener un primer instinto arrogante y pensar que ya habíamos decidido cuál era nuestra postura personal al respecto.

Precisamente, el logro de la autora en este caso es que ella no se posiciona de forma clara, sino que continuamente está aportando datos y hechos en ambas direcciones, dibujando cada vez más detalles de cada uno de los personajes y de los acontecimientos que se van sucediendo, y así forzar al lector a que explore a fondo sus propias convicciones de una manera visceralmente humana, en el sentido de que no escatima en detalles morbosos, violentos, dolorosos y sangrientos. Con frecuencia me descubría leyendo un pasaje con una mueca de dolor o apretando las mandíbulas sin ser consciente.

| Ya estamos en guerra con el enemigo ateo, hijo mío. Esa guerra no ha hecho más que empezar, pero los enterraremos.

La trama se desarrolla a finales de los años 90 en la ciudad de Ohio. Todos los hechos que se narran son perfectamente realistas, por desgracia, y a día de hoy la sociedad sigue demostrando ser incapaz de madurar tanto como para dejar de enfrentarse unos con otros hasta la muerte, siguiendo las pautas de una ideología del odio que día tras día nos intenta convencer de que el belicismo es inherente al ser humano.

| Éramos niños maleados por el sufrimiento. Éramos niños con corazón de manzana silvestre marchita y sonrisa de calavera. Harías bien, si eras un niño bueno, en apartarte de nuestro camino.

En ningún momento se plantea Oates ser clemente, evita los filtros y las descripciones difuminadas. Va al grano y se regodea también investigando una vez más alguna de sus obsesiones, como el boxeo, algo que deja para el final y que poco a poco cobra más importancia. También hay lugar para los juicios eternos, injustos y parciales, el sistema de justicia estadounidense observado con lupa. En cuanto a la pena de muerte, es un tema que protagoniza algunas de las escenas más retorcidas y monstruosas de todo el libro, es imposible salir de ellas sin que el estómago haya dado un vuelco. Hasta qué punto se puede devolver a otro en la misma medida el mal que ha infligido, o hasta qué punto unos delitos graves pueden llegar a provocar que el individuo que los cometa sea expulsado ya no de la sociedad (algo así como ser desterrado) sino del mundo, a través de la muerte.

Esta novela avanza a golpe de oleaje, agotando momentos que dan lugar a otros y así sucesivamente, siguiendo un orden cronológico. De esta manera, el pasado queda cada vez más lejos y quienes eran protagonistas en la primera parte, al final habrán cambiado los papeles con algunos que eran personajes secundarios al principio. Precisamente la evolución de estos últimos es todo un reto literario y está bastante bien solucionado. Lo que sucede al principio de la novela no sólo afecta a las personas directamente implicadas sino a todo su entorno provocando una ola, este efecto está muy bien plasmado y conseguido.

Edward Hopper
En la imagen de la cubierta se muestra a una mujer sentada en el borde de una cama en actitud pensativa. Con los brazos cruzados, sujeta sus antebrazos y apoya los codos sobre las rodillas. Los pies separados sobre el suelo, firmes, y las piernas recias, tensas, dispuestas a levantar el cuerpo y echar a andar una vez que la decisión haya sido tomada. Porque quiero pensar que la mujer se debate intentando decantarse por una solución a algo que le ha sucedido.

Está vestida con un ligero vestido naranja, y a su espalda descansa un hombre que parece dormir boca abajo, la cara completamente hundida en la almohada, vestido tan solo con un short azul. No muestra su rostro ni nos interesa verlo, lo que haya sucedido entre ellos, le afecta a él tan solo tangencialmente. Quien tiene que decidir es ella, es su integridad física y moral la que está en juego.

Laetitia Molenaar es la autora de esta magnífica ilustración, que he detectado muy inspirada en la obra costumbrista de Edward Hopper, a quien de hecho me he encontrado citado en la página 589 de una forma sutil y precisa, como solo podría hacerlo Oates:

| En mi vida en cuarentena habito siempre en una especie de antesala del crepúsculo, como en un cuadro de Hopper, esa luz débil que se desvanece, la gente moviéndose como maniquíes que apenas parecen respirar, la melancólica tosquedad de un mundo del que no hay escapatoria puesto que el mundo es eso.

La cama, la mujer, el hombre que está pero que no participa, la luz proyectada desde un ventanal que pronto cambiará y que recuerda el inexorable paso del tiempo… todo eso puede ser una alegoría de la encrucijada de la mujer ante un embarazo problemático o no deseado. Quiero resaltar el hecho de que el trabajo de cubierta sea tan bueno, y que haya sido capaz de transmitir tanta información e ilustrar tan bien esta gran novela, después de leerla no puedo imaginar un diseño más apropiado.

¿Es éste el libro más apropiado para que lea una mujer que debe tomar una decisión tan importante en este momento de su vida? Rotundamente no. Es una novela cuyo objetivo principal es el entretenimiento, solo que, como toda buena obra literaria, prepara al lector para enfrentarse a encrucijadas inesperadas que le deparará la vida, y le incita a pensar con mucha más profundidad y desde muchos más prismas sobre asuntos que quizá nunca antes se ha planteado de esa manera, como son en este caso el aborto, la pena de muerte y la grandísima repercusión que pueden tener los actos que llevemos a cabo por impulso.

No solo creo que esta novela es muy recomendable, sino que también pienso que resulta válida tanto para creyentes de cualquier credo, como para agnósticos y ateos, ya que todos ellos, como personas adultas, deben tomar conciencia de la realidad antes de que nadie les diga qué está bien y qué está mal, y someterlo a su propio juicio.

domingo, 31 de enero de 2016

La necesidad del ateísmo - P.B. Shelley


¿Quiénes eran los románticos  ingleses? ¿Hacían algo más aparte de abstraerse en la poesía y vivir apresuradamente? ¿Establecían cátedra sobre algún asunto, se implicaban en los problemas de la sociedad? Percy Bysshe Shelley fue uno de los autores destacados de este movimiento, quizá ligeramente ensombrecido por la fama de su inseparable amigo el poeta Lord Byron. En este volumen encontramos una gran cantidad de datos sobre su biografía y mucho más acerca de sus artículos y escritos en prosa, más desconocidos y un tanto olvidados.

La editorial Pepitas de Calabaza, (cuyo nombre, a modo de curiosidad, procede de la película “Amanece que no es poco”) comenzó su andadura en 1998, y desde entonces ha iluminado el panorama editorial español con grandes aportaciones y estupendos rescates literarios, como podemos comprobar visitando su catálogo. Este libro es un punto de partida perfecto para sumergirse en su valioso y heterogéneo catálogo.



Romanticismo inglés y otros excesos

Si algo aprendemos con la lectura de “La necesidad del ateísmo” es a ubicar a P.B. Shelley dentro de su época y contexto. Su espíritu libre y profundamente justo no pudo soportar la desigualdad imperante en todos los aspectos de la sociedad, y se rebeló contra las instituciones y contra todo aquello que estuviera socialmente establecido, viviendo de una forma coherente a su pensamiento a una velocidad tan vertiginosa que le conminó a morir a la edad de treinta años.

Algunos de los principales poetas románticos ingleses son William Wordsworth, Samuel Taylor Coleridge, Lord Byron, Percy Bysshe Shelley y John Keats, precedidos por William Blake. Si bien las relaciones entre todos ellos fueron confusas y no siempre fáciles, sus libros han llegado hasta nosotros y han establecido las pautas acerca de una nueva forma de escribir y vivir la poesía que fue muy novedosa y radical en su momento.

El movimiento surge a finales del s. XVIII a partir de las tensiones producidas por las revoluciones francesa e industrial. Se parte de un profundo rechazo a todos esos cambios, y los poetas se basan en la antigüedad clásica para extraer de ella los temas y los motivos de sus obras.

Pero volviendo a Shelley, en los textos introductorios de este magnífico libro encontraremos toda la información relativa a su biografía, y aprenderemos, con todo lujo de detalles, cómo formó su personalidad rebelde y libre en la prestigiosa escuela de Eton y en la universidad de Oxford (de donde sería expulsado por sus escritos revolucionarios), leyendo filosofía y literatura clásica, experimentando con la electricidad, estudiando a los antiguos alquimistas y entusiasmándose con la literatura gótica.


Shelley y las religiones

¿Por qué rechazaba Shelley las religiones? Porque había invertido mucho tiempo en leer, aprender y establecer sus propias deducciones al respecto. Y se basaba en grandes autores para afirmar brillantes sentencias como la siguiente: “La religión significa intolerancia en sí misma. Las diferentes sectas solo toleran sus propios dogmas (…) Saben que les temes; pero si te mantienes de pie al margen, entonces ellos te temen a ti”.

Shelley fue el primer defensor público del ateísmo en Inglaterra, con todo lo que ello supone. La firme creencia en sus propias ideas le llevó a verse expulsado de la universidad y a ser desheredado por parte de su familia, que gozaba de una posición muy privilegiada (su padre era miembro del Parlamento y él iba a heredar el título de barón). Podría haber evitado esta exclusión social simplemente retrayéndose de sus afirmaciones, pero fue coherente y prefirió vivir una vida difícil pero auténtica, al margen de todo lo que despreciaba.

En este libro encontramos textos relacionados con muchos otros temas que le interesaban y preocupaban además de la religión: la injusticia social, la precariedad laboral, los abusos del poder, la teoría poética, el anarquismo, la república, la traición, la pena de muerte, la dieta libre de carne animal y muchos otros. Todos ellos son textos breves, de unas pocas páginas, de gran interés y magistralmente redactados y traducidos, que se leen rápidamente y aportan una gran luz a estos temas y a la persona de Shelley como pensador y creador. Los editores nos brindan además una cronología resumida y muy completa para localizar con facilidad los grandes hitos de la vida de este infatigable autor.

“La necesidad del ateísmo”, que da título al libro, es un texto breve que escribió junto a su compañero inseparable de Oxford, Thomas Hogg. En él se declaran ateos por falta de pruebas y aportan decenas de argumentos basados en la ciencia y en la observación, que dificultan la creencia en la existencia de ninguna deidad. Entienden que cualquier dios es una mera hipótesis creada por el hombre, y plantean la sospecha de que ninguna religión acepta que se pongan en tela de juicio sus dogmas, sino que estos deben admitirse y darse por válidos. Pero hay muchas otras razones, y todas ellas están contenidas en este libro.


Mensajes en botellas

El pensamiento de Shelley se vio fuertemente influenciado por William Godwin y Mary Woldstonecraft, padres de Mary Shelley (autora del mundialmente conocido “Frankenstein”). Mary W., precursora del feminismo mundial, fue clave en la reafirmación del pensamiento igualitario que Shelley había defendido de una forma natural desde siempre.

El libro imprescindible de Mary W. es “Vindicación de los derechos de la mujer”, un ensayo atrevido y brillante y de rabiosa actualidad sobre la igualdad entre hombres y mujeres. Pero si leemos otro de sus libros, “La educación de las hijas”, encontraremos grandes incoherencias en su pensamiento, quizá influenciadas por la presión social machista de su época, que impedían a la mujer revelarse contra las costumbres establecidas.

En cuanto a Shelley, su difícil relación con el matrimonio se justifica precisamente en la creencia de que los condicionamientos sociales perturbaban el amor en las relaciones entre personas. Por ello, defendía el amor libre y las relaciones abiertas. No obstante, y aún en contra del matrimonio, se casó dos veces a lo largo de su corta vida, y defendía  su forma de actuar basándose en unos fundamentos teóricos.

Pero sus  razones no impidieron que su primera mujer, Harriet Westbrook, se suicidara cuando Shelley la abandonó por Mary Shelley, recordándole los principios de amor libre en los que creía. Y es que en el siglo XVIII o en cualquier otro, un abandono repentino a favor de un nuevo amor, nunca ha sido fácil de gestionar. La literatura mundial está llena de grandes ejemplos al respecto.

Shelley hacía copias de sus escritos y las repartía manualmente. También lanzaba botellas al mar tras rellenarlas con sus escritos revolucionarios, entre otras acciones de propaganda. Quién sabe si no sería posible encontrar algún día, en cualquier orilla del planeta, una de estas botellas con mensaje dentro y recibir directamente de manos de Shelley su testigo. Mientras tanto, en este magnífico libro encontraremos material suficiente para compartir con él una hermosa travesía.

martes, 16 de noviembre de 2010

"Lamentaciones de un prepucio" - Shalom Auslander

(...) En lo alto, Dios va deslizándose hasta el borde de Su asiento y mira hacia abajo, los codos apoyados en las rodillas, el mando a distancia en la mano, el pulgar rozando la tecla de MATAR.

Lamentaciones de un prepucio es sin duda el libro más divertido que he leído en mucho tiempo; critica los ritos judíos con un humor inteligente y certero, descubriendo sin pudor lo absurdo de las costumbres judías. En primera persona, Auslander recuerda su infancia a través de anécdotas repletas de prohibiciones, frustraciones y deseos reprimidos y nos muestra, con humor, las carencias y aspectos negativos que recaen sobre un ser humano inocente -un niño- por nacer en el seno de una familia absorbida por una religión: el peligro que reside en la fina línea que separa la Fe del Fanatismo.

Por tradición, se llevan a cabo millones de acciones y ritos absurdos en el mundo cada día, que perjudican antes que benefician en modo alguno al ser humano. ¿Para qué reprimirse, abstenerse, prohibirse, sentir ante cualquier cosa, temor? ¿Quién asegura la existencia de ningún dios todopoderoso? ¿Por qué no liberarse y pensar -por dios- al menos una vez, con la cabeza?

En realidad, y a pesar del toque humorístico, resulta dramático que un niño deba esconderse, escaparse, sentirse culpable por comer una miserable gominola. Que crea que un ente abstracto le castigará por ello. Que sienta miedo. Deberían revisarse de una vez ciertas creencias y conceptos ya caducos.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...