skip to main |
skip to sidebar
RETRATO DE LA EXTRAÑA
(óleo sobre tela)
Sentada, con un vestido negro
que le cubre
desde el cuello a los pies,
está la niña.
La escalera de piedra
va subiendo
de su cuerpo a la puerta
y a unas flores delante
del cristal de la ventana.
El rostro está de frente
pero la niña mira
hacia otra parte.
No es de tristeza el gesto
ni hay rastro de humedad
en las pupilas.
Acaba de llorar,
o está llorando aún, por dentro.
Hay un hueco
en el pecho de la niña
que se puede tocar.
*
COMO UNA SOMBRA MÁS
Todos piensan en su palabra amordazada,
en sus ojos huérfanos
y la quietud inexplicable de su rostro.
Para nadie resulta sospechoso
que recorras sola la ciudad
buscándote a ti misma,
o que el amanecer te sorprenda,
sin rumbo, frente al mar,
frente al espejo solo de tu cuarto,
frente a tu piel desnuda y quebradiza.
Tus ojos también pueden secarse.
Lo curioso, lo que no me explico,
es que prefieras seguir pasando al fondo.
Sus ojos huérfanos, lo sabes como yo,
con su mejor disfraz para salir al mundo
para que todos crean en su palabra amordazada.
En realidad, lo sabemos tú y yo,
desde hace mucho tiempo sólo le quedan gestos
con los que finge pequeñas y falsas muertes cotidianas.
Algunas veces sospecho de tu renuncia.
¿No puedes prescindir de ese juego de ausencias?
De tanto borrar tu imagen, en el espejo
hay solo una sombra desnuda y quebradiza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario