Mostrando entradas con la etiqueta emociones. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta emociones. Mostrar todas las entradas

lunes, 30 de diciembre de 2013

2013, las mejores lecturas

Permitid que paladee este momento, que lo observe sonriendo mientras se arroja desde el futuro al pasado – haciéndome al pasar un guiño¹.

Me propongo reducir al máximo la lista de libros estupendos leídos en este año que termina: incluir en ella solo aquellas lecturas-amuleto, solo libros que hacen temblar.

Ojeo la lista de libros leídos y me doy cuenta de que sobre la mitad de ella se cierne una sombra negra. A pesar de ello, y como no podía ser menos, de ese tiempo oscuro emerge enseguida una luz cegadora: la de “El enamorado de la Osa Mayor”, de Sergiusz Piasecki. Este extrañísimo autor redactó esta novela mientras se encontraba encarcelado por traficar con mercancías entre fronteras y por actuar como espía. En ella, relató sus peripecias utilizando un lenguaje sublime y delicadísimo, que precisamente contrasta con el medio tan hostil que evoca. Aunque había sido condenado a pena de muerte, fue este libro el que le salvó de tan funesto destino. Una vez en libertad, nada más se supo de él. Murió en 1964, y ahora lo único que podemos hacer para sentirlo un poco más cerca es observar la Osa Mayor y percibir su guiño.

Mientras un escalofrío recorre hasta la última de mis escamas al revisar esas fechas en orden cronológico, otro maestro acude al rescate, con una obra profundamente psicológica, violenta y descarnada: David Vann, con “Tierra”. Primero fue “Sukwan Island”, un libro que agita como la peor de las noticias recibida al despertar. A este siguió “Caribou Island” y David Vann se reafirmó como ese arcángel despiadado que tras su aspecto embaucador esconde un serrucho oxidado, como ya dije alguna vez. “Tierra” reafirma a este increíble autor como tejedor de tramas que brotan de una pequeña semilla y crecen y se expanden y te atrapan en una enredadera de angustia y claustrofobia... de la que no puedes escapar. Lo leí en el peor momento posible, y sin embargo lo disfruté igual que si las nubes no estuvieran surcando mi frente, amenazando con quedarse.

Hay libros en los que te reconoces, aunque sólo sea en un momento muy puntual de tu vida y luego sólo se conviertan en un bonito recuerdo. “Rosas en diciembre” de Daniel G. Sanguino fue un libro-bálsamo que durante algunas semanas tuve que llevar encima en todo momento como si de un talismán se tratara.

De sus tres poemarios publicados hasta la fecha, es sin duda el más depurado y brillante, augurio de una obra estupenda: sin poder evitar un destello de emoción, desde aquí le doy las gracias.


A continuación, una de las amazonas que me enseñan y me impulsan a diario, Pilar Pedraza, maestra feminista y maestra de feministas con la que compartí un viaje al pasado y aprendí todos los secretos de la Esfinge, de Medusa y de Pantera en “La bella, enigma y pesadilla”.

Se trata de un ensayo sobre la figura de la mujer desde un punto de vista mitológico, que conforma una trilogía con los libros “Espectra: descenso a las criptas de la literatura y el cine” y “Máquinas de amar”, todos ellos increíblemente buenos.

Un poemario más. Aunque no todos los libros enumerados hasta ahora están exentos de lírica: yo no me atrevería a asegurar que Piasecki no fue un poeta. Celan, Celan... Paul Celan. Con no uno sino dos libros magníficos que consiguieron evadirme por completo y trasladarme a un sitio donde sí quería seguir viviendo: “De umbral en umbral” y “Amapola y memoria”. La poética de Paul Celan, profundamente simbólica, teje una suerte de laberinto extraño en que el lector se ve inmerso desde los primeros versos: sin saber muy bien por dónde continúa el camino y qué forma tienen los setos que lo circundan. Sin embargo, una vez hallada la clave para asimilar los poemas, todo fluye de una forma maravillosa: el único secreto es dejarse llevar y abrirse, ponerse en sus manos, como suele suceder siempre con la buena poesía. Sus poemas son en gran medida fruto de las vivencias de su autor en el holocausto alemán: pero que nadie busque poesía narrativa donde se relaten sus experiencias, porque no la va a encontrar. Lo que plasmó Celan es el resultado de su tragedia personal, su alma herida tras los acontecimientos que se vio obligado a sufrir.

Este libro que comparto ahora es muy especial para mí, por la sencilla razón de que me salvó la vida. Pues, como bien me explicó el gran amigo que me lo tendió a tiempo como un flotador en el alta mar embravecida, se trata de un libro que hace eso: salva vidas. “El deseo según Gilles Deleuze” de Maite Larrauri. Una introducción sencilla y gráfica a las teorías de Deleuze, que forma parte de la colección “Filosofía para profanos” en la que también hay introducciones al pensamiento de Foucault, Hannah Arendt, Spinoza o Nietzsche, entre otros. Gracias a este libro también comencé la aventura Deleuze, que aún continúa y que me ha dado a conocer valiosísimas enseñanzas de este filósofo y de otros como Giorgio Agamben, Felix Guattari o José Luis Pardo. Bocanada vital de aire fresco en medio de aquel aliento pestilente... una huida hacia delante. Línea de suerte, línea de cadera, línea de fuga. ¿Cómo no emocionarse ahora al recordarlo?


Me doy cuenta, mientras hago este repaso, que este año incluye una cantidad de relecturas mayor a lo acostumbrado: “La caverna” de Saramago, “Negra espalda del tiempo”, “Literatura y fantasma” y “Los enamoramientos” de Javier Marías, “Butes” de Pascal Quignard, “Cómo liberar tigres blancos” de Isabel García Mellado, “Deseo de ser piel roja” de Miguel Morey o “La sonrisa etrusca” de José Luis Sampedro, entre otros. Todos ellos libros que forman parte de mí, o más bien, libros gracias a los cuales soy quien soy, y que necesito retomar cada cierto tiempo en una suerte de ritual que me confirma el paso del tiempo y marca etapas en mi vida.


Como mi intención inicial era reducir los buenos libros leídos a un pequeñísimo porcentaje, añado sólo un libro más y a continuación aplazo este resumen anual hasta finales del próximo diciembre: por ahora, me despido con William Faulkner y su “Visión en primavera”, el libro que me descubrió al Faulkner poeta y que supuso algo así como añadirle una velita al altar que ya presidía este autor en mi olimpo personal. Tan onírico, nocturno, misterioso y genial como sólo pueden serlo los maestros de la palabra como lo fue Faulkner. Estos poemas rebosan inspiración, dedicación y talento.

2013 llega a su fin y lo despido como después de haber compartido un éxtasis alcanzado sólo tras unos comienzos torpes y poco afortunados: el final ha sido estupendo, pero quiero que se vaya.

Un año menos en mi haber y tantos miles de palabras, tanta literatura y nada, absolutamente nada que contarte.

---------------------------------------
¹ Deseo de ser piel roja. Miguel Morey. Anagrama, 1999

lunes, 31 de diciembre de 2012

2012, las mejores lecturas

Es inevitable: llegan estos días y es imposible escapar al embrujo del ambiente, el brillo de las luces y sobre todo, a la emoción de la gente (puede que sea la ilusión lo que hace que las sonrisas permanezcan). Las búsquedas de los visitantes ocasionales de estos últimos días eran tan emotivas y enternecedoras (buscaban —buscabais— contenidos mágicos sobre todo, infantiles también, y además con muy buen gusto) que no me he podido negar a hacer un repaso por las lecturas con estrella dorada de 2012. Y son las que siguen, tras algunas dudas y dejando fuera decenas de libros leídos este año.


Grandes gestas: la lectura de "La montaña mágica" de Thomas Mann, viaje perfecto para iniciar un año que realicé a principios de 2011 (dónde están esos días ya). Ya lo comenté por aquí y no quiero repetirme,
pero este libro es magia, es un ascenso a las cumbres de la alta literatura, y que se pose un pájaro negro en mi ventana mientras escribo esto, me asegura en mis palabras. Este año el inicio será con el "Ulises" de James Joyce, que sé que me llevará, al menos, tan lejos como Thomas Mann.


Más libros. Libros de esos que son sencillamente buenos, en este caso de autores muy cercanos en el tiempo a nosotros y de quienes he leído además muchos otros de sus respectivas bibliografías (y lo seguiré haciendo, sin duda): "El Sunset Limited" de Cormac McCarthy, que muchos se han perdido por su absurdo empeño en "no leer teatro". ¿Y qué, si es teatro? Es sencillamente un diálogo, y es una historia magnífica. Magistrales son también "La carretera" e "Hijo de Dios"; "Blonde" de Joyce Carol Oates, que me hizo empezar a adorar de golpe a la autora y a su biografiada, Marilyn Monroe. También brillante "Del boxeo", breve y certero como un puñetazo en la cara; "Las ninfas" de Francisco Umbral, el autor que dijo aquello de que "cultura es el lugar donde los patios se llaman claustros" y que tiene mi respeto incondicional y absoluto, buenísimos también los libros que recopilan sus artículos ("Los placeres y los días", y más); "Nostalgia" de Mircea Cărtărescu, unos cuentos que esperábamos impacientes en castellano. Ya lo avisé en su día, pero hay que estar preparado: son una ida de olla (magistral, eso sí) muy seria que no debe leerse al azar: hay que elegir con cuidado el momento.

Hay otro tipo de libros más o menos inclasificables, que te abren los ojos y que despiertan tu sensibilidad arrancándote la coraza artificial a mordiscos dulces. Palabras que se acomodan de alguna manera y ya te acompañan siempre. Aquí están, cómo no, "La muerte salió cabalgando de Persia" de Péter Hajnóczy, es muy posible que este año lo lea de nuevo, en algún momento; "Deseo de ser piel roja" de Miguel Morey, que (es una anécdota) en Anagrama alguien decidió publicar como "ensayo"; las "Mitologías de W.B. Yeats un libro demasiado especial e íntimo como para comentarlo: pueden tomarse estas palabras escuetas como una recomendación a lo bestia; "El mundo en el que vivo" de Helen Keller, uno de esos libros que de tan vitalista y mágico apenas puedes creer mientras lo estás leyendo, y que no me canso de recomendar a quienes buscan en las palabras impresas motivos para vivir siendo un poco más felices y más fuertes, y que aún no saben que deben huir de los libros que los centros comerciales venden bajo el epígrafe de "autoayuda".


Libros que cambian el color con el que ves la realidad, con el que miras a los demás, con el que te miras por dentro a ti mismo: la "Teoría king kong" de Virginie Despentes, un libro que ya está para siempre unido al "Testo yonqui" de Beatriz Preciado, de quien he leído su obra completa y la recomiendo en bloque. Nunca son suficientes los libros que rompen los lazos con las imposiciones de la sociedad y que atacan con tan buenos argumentos a las ideas rancias enquistadas. Virginie y Beatriz son unas techno-guerreras, unas bio-meigas, y su lucha (sword-lipstick) tiene toda mi admiración y apoyo.



Poesía, la más alta expresión literaria. "La tumba de Keats" de Juan Carlos Mestre, una tarde de invierno en Roma junto a la tumba del poeta cuyo nombre fue escrito en el agua, escuchando las reflexiones que ese lugar y esa presencia le inspiran a Mestre; y, mientras me acompañan como una salmodia los versos sueltos que siempre recuerdo de Isabel García Mellado, cuyos poemas rezaría si algún día hubiese de rezar algo... cambiamos el registro, esto es una inmersión de lleno a la realidad, sin tiempo para ensayarlo y con agua fría: "No hay tiempo para libros: nadie a salvo" de David González, posiblemente uno de sus mejores libros, si no el mejor, y se lo dice alguien que los ha leído todos.

¿Qué? Ah, que no he citado a Javier Marías. Bueno, él siempre está ahí.

domingo, 1 de enero de 2012

2011. Las mejores lecturas.

Es inevitable, llega esta noche y nadie escapa a la melancolía. La euforia de la gente en la calle, el colorido que anula el poco frío que hace y el sonido de los petardos atronadores hacen que de alguna forma uno se obligue a hacer recuento, uno, de lo que sea. Por alguna razón somos incapaces de evitar tener la sensación de que algo termina para dejar paso a algo nuevo... que será mejor, queremos pensar que siempre será mejor.

Mi recuento es acerca de los libros que he ido comentando aquí a lo largo del año (ya de por sí, mis favoritos). Los que me han gustado tanto, tanto, como para convertirse en inolvidables, emocionantes y geniales, son los siguientes...


La poesía de Leopoldo María Panero fue un hallazgo espectacular, leerle supone transitar por caminos muy oscuros pero cargados de sabiduría y de referencias magistrales, por eso fue un honor poder estrechar su mano cuando firmaba ejemplares en la caseta de la Feria del Libro.
Asco y Vivir y morir en Lavapiés, del zamorano Barrueco, dos novelas que se han publicado con muy pocos meses de diferencia y que harán las delicias de todos aquellos quienes disfruten de la literatura de la nueva generación de escritores que sabe lo que hace, que escribe por absoluta vocación y dedica a la escritura muchas horas de cada uno de sus días, llenando páginas de historias encantadoras y muy bien escritas detrás de las cuales se agazapan multitud de referencias de la más alta calidad literaria.

Qué decir de Cărtărescu... probablemente sea el autor que he descubierto que más me ha impactado este año. Su forma de narrar es indescriptible, magistral, evocadora, sutil, onírica... increíble y perfecta. Cegador me encantó pero Lulu me marcó de una forma especial, fue un descubrimiento realmente genial.




Independientemente de que Los enamoramientos haya sido considerada por muchos medios la novela del año o no, para mí siempre es una fiesta cuando se publica una obra nueva de Javier Marías, y en este caso no iba a ser menos. Como seguidora acérrima, incansable y voraz de Marías desde hace ya 10 años, esta novela no se encuentra entre mi trío de favoritas teniendo en cuenta el resto de su obra (que he leído completa) y, aun así, me parece que es una gran novela, está maravillosamente bien escrita y merece todos y cada uno de los premios y reconocimientos que le han otorgado desde su publicación, en estos meses.

También han sido un hallazgo otros libros, y me han deparado muchas horas de compañía y me he reconocido en sus líneas. Por ejemplo, he leído varios libros de Robert Walser, aunque no los haya reseñado todos, y me han parecido estupendos. Es un escritor magistral, de los grandes.

Leyendo a Vila-Matas pensé seriamente que podría haberse convertido en mi escritor favorito si hace años no hubiera descubierto a Javier Marías, que ocupó ese lugar sin remedio. Vila-Matas tiene en su literatura muchas de las características que encuentro en la de Marías y que me hacen adorarla: es sobre todo la consistencia y la coherencia a lo largo de toda su obra, los paralelismos que establece en artículos y novelas, son señas de identidad que los incondicionales reconocemos y nos hacen sentir dentro, como si de alguna forma perteneciésemos a ella. No sé explicarlo de otra forma, supongo que hay que leerlo y darse cuenta.

Querría poder habitar los mundos que surgen de la imaginación de Gaiman: oníricos, mitológicos, irreales y perfectos. El libro del cementerio, Stardust, American Gods y la mítica e impresionante The Sandman son obras que pertenecen a la más alta literatura y que se han instalado para siempre en mi imaginario de género fantástico (en todos los sentidos, esta vez). Adoro a este tipo, y no sé de nadie que después de leerle y de conocer también la obra musical de su pareja, Amanda Palmer, no planee alguna artimaña para engañarles y llevarles a vivir a su salita de estar para siempre.

Mi propósito para 2012: leer más.

Besos mil.

miércoles, 29 de diciembre de 2010

2010. Las mejores lecturas.

Hago este repaso ahora aunque a pesar de las fechas nada en realidad termine ni comience nada, el calendario también se lo inventaron los hombres. Pero la tradición se impone y mientras da la casualidad (pero no hay casualidades) de que en las últimas semanas todo se equilibra en mi balanza, pienso en las lecturas que este año marcaron en rojo algunos días de mi calendario o que, incluso, cambiaron mi forma de ver y también (y cómo) de vivir mi vida.
Como el año pasado, no seguiré un orden cronológico ni cualitativo pero tampoco, una vez más, será aleatorio.
Pocos días después de mi cumpleaños, seleccionar un número entre tres supuso, entre otras cosas, que se desplegara un abanico de lecturas, que unos autores llevaran rápidamente a otros, que se tendieran puentes maravillosos entre vida y libros, música y personas, encuentros y conexiones.

Leí "Tic tac, toc toc" de Isabel García Mellado (Peque Nyita) que me atrapó con un prólogo sorprendente y con tesoros como éste:

ella es redonda
como la curva de su cuerpo
y tranquila como el agua
porque ella es agua
que te observa como el tiempo
porque es redonda
de minutos que recogen el silencio
para nombrarla princesa del misterio
sólo en los ojos que aprendieron a mirarla
porque ella es agua
y como el agua va pasando
o como el tiempo que se desliza por tu espalda
y es tan redonda
y es tan perfecta como una duda
tan dolorosa por sincera
que nadie más que un niño podría contestarla
y es cuerpo es suave es tibia es agua es tiempo es duda
y es una playa que se ocupa del invierno
y es tan redonda como todo lo que abarca
sin darse cuenta
y es tan perfecta como esa duda
que nunca he visto en otra gente
y tan redonda como todo lo que falta
porque ella es agua
porque es tiempo
porque es duda que me aclara las heridas cuando sangran
y es tan redonda y es tan perfecta y es tan exacta
que nunca encuentro una manera de contarla


Y, poco después de ponerse a la venta, devoré "Cómo liberar tigres blancos" la confirmación de una poeta buenísima, brutal, sincera y poderosa, que fue capaz de tenerme en vilo desde el primer hasta el último poema.

Hace dos o tres meses me reencontré con "La niña que amaba las cerillas", de Gaétan Soucy, una extraña narración desde la locura de la que surge un texto onírico y hermoso aunque, dejando a un lado lo formal, cuente una historia dramática repleta de imágenes grotescas y monstruosas. Es, sencillamente, una joya (que me persigue y a la que al final siempre regreso).

También fue muy especial conocer a Tarjei Vesaas y su "Palacio de hielo", la historia de una amistad juvenil rota entre la nieve y el frío, con una forma de narrar tan buena que consigue que deje de importarte, por momentos, la historia que te cuenta. Se disfruta en cada frase del orden y de la elección de las palabras, de su cadencia. (Pero eso, también ocurre en todos y cada uno de los libros de los que he hablado antes: por eso son tan especiales).

Nieva sin cesar
sobre puentes silenciosos.
Puentes que nadie conoce.


Hacía tiempo que quería leer "Circus girl" de Maite Dono, poeta y cantante (una voz realmente extraordinaria). En los poemas lo vuelca todo, sin pudor: como te encandila, te horroriza. Como más o menos ya expliqué en su día, sientes el filo helado de su cuchillo mientras te acaricia. Hace poco tuve la suerte de escucharla en directo y realmente fue un placer.

Uniendo otra vez literatura y voz, no podría excluir "Y el asno vio al ángel", de Nick Cave, tremendo en las dos vertientes... Si se escucha con atención "Into my arms" o, es igual, cualquiera de sus canciones, no es difícil imaginar cómo será su literatura: salvaje, demoledora, brutal... y apabullantemente buena. Supe que, además (entre otros...) lo recomendaba Javier Marías (tenía que nombrarlo) y tuve que hacerme con un ejemplar enseguida. El comienzo, fabuloso:

Tres grasientos hermanos cuervos giran, picos arriba, cortando una circunferencia en el cielo magullado y revuelto, trazando órbitas rápidas y oscuras a través de las espesas hinchazones de humo.
Durante mucho tiempo la tapadera del valle estuvo clara y azul, pero, ahora, por Dios que ruge. Desde donde estoy tumbado las nubes parecen prehistóricas y vomitan enormes bestias sin rostro que se enroscan y mueren, así, sin más, allá arriba.
Y los cuervos: siguen aleteando, siguen girando, sólo que ahora más cerca... más cerca... más cerca de mí.
Estos astutos cuervuchos son pájaros de muerte. Me han estado haciendo sombra toda la vida. Sólo ahora puedo cobrarlos. Con los ojos.

Finalmente (y no añadiré más títulos, ha de ser una lista muy especial) "Reencuentro" de Fred Uhlman me pareció una nouvelle muy buena, tanto en la narración, muy delicada, como en la historia en sí, llamativa y diferente a las novelas ambientadas en la Alemania nazi habituales.


Feliz lectura (hasta el año que viene, un placer, etc., etc., etc...).

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...