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jueves, 30 de diciembre de 2021

"Los papeles de Aspern" - Henry James



Hacia finales del siglo XIX, Henry James conoció en Florencia a la condesa Gamba, quien estaba casada con un sobrino de Teresa Guiccioli, una de las últimas amantes de Lord Byron. La condesa conservaba algunas cartas de Lord Byron pero cuando Henry James le mostró su interés por leerlas, ella se negó a mostrárselas.

Por la misma época James conoció la historia de un crítico de arte llamado Silsbee, admirador de Percy Shelley, que consiguió hacerse huésped de Miss Claremont, otra antigua amante de Lord Byron que conservaba cartas de ambos poetas. Miss Claremont ya era muy anciana y vivía con una sobrina cuya confianza esperaba ganarse Silsbee para que ella accediese a mostrarle los preciados documentos. Sin embargo, ella estableció la inesperada condición de casarse con él a cambio de permitirle acceder a la ansiada lectura.


"Los papeles de Aspern" toma elementos de estas anécdotas reales para conformar una ficción que se desarrolla en Venecia en torno al material inédito del que apenas se tienen referencias y que una antigua amante del poeta inventado Jeffrey Aspern supuestamente conserva en su decadente vivienda. La anciana vive con una sobrina y un editor apasionado de la obra de Aspern intentará por todos los medios hacerse con el preciado botín. 


"Los papeles de Aspern" se publicó por primera vez por entregas en Atlantic Monthly entre marzo y mayo de 1888. Se trata de una novela corta que gira en torno al misterio que se debe desvelar (¿existen realmente documentos del célebre poeta?, ¿podrá conseguirlos el protagonista?) y que no tendría mucho más interés si no fuera por la prosa fluida de James y el marco incomparable en el que se desarrolla la acción.

Venecia no se puede contar. Es un lugar único en el mundo que desafía las leyes naturales, sus calles son de agua y sus habitantes viven en palacios que parecen flotar sobre el mar. Resulta embriagador dejar volar la imaginación paseando de noche por sus calles solitarias y empedradas. La casi ausencia de luz artificial provoca que sea fácil sugestionarse y dejarse llevar por ensoñaciones acerca de antiguos misterios ocultos y enigmáticas miradas a través de ojos vacíos tallados en las paredes de piedra. Viajar a Venecia es muy parecido a viajar hacia atrás en el tiempo.

Hay tres elementos comunes en mis viajes: el pasado, la literatura y el mar. En ese sentido (y en todos) Venecia supera cualquier expectativa y no solo colmó mi sed de historia, antiguas pistas literarias y agua salada sino que me regaló más belleza de la que me sentía capaz de admirar.
Austral prepara una edición de "Los papeles de Aspern" súper económica que saldrá a la venta a finales de febrero de 2022 bajo la colección "Austral esenciales". Quizá sea un buen momento de descubrir esta pequeña y delicada lectura en caso de que haya conseguido despertar su interés.


viernes, 14 de septiembre de 2018

"Chéri" - Colette


Qué puedo decir sobre Chéri. Es definitivamente el libro más hermoso que he leído en 2018. Delicado, elegantísimo, tierno y cruel a partes iguales. Es la elegancia en forma de novela. Entre las páginas de Chéri se puede acariciar la textura de las telas, el olor de las flores y adivinar los colores del cielo. Chéri es tremendamente francesa. Es belleza, lirismo. Muy francesa.

"Chéri negó con la cabeza. Silbaba mientras se colocaba frente al espejo alargado, justo a su altura, como solía hacer en el que había entre las ventanas del dormitorio de Léa. Pronto, en el otro espejo, un macizo marco dorado encuadraría, con las luminosas paredes rosas de fondo, el reflejo de su cuerpo desnudo o drapeado de seda vaporosa, el fastuoso reflejo de un joven apuesto, amado, mimado, feliz, jugando con los collares y las sortijas de su amante… «¿Quién sabe? Puede que el reflejo del muchacho ya esté allí, en el espejo de Léa…». Este pensamiento irrumpió en su ensoñación con tanta fuerza que, confundido, creyó haberlo oído realmente.

Trata sobre la relación que mantiene una pareja con una gran diferencia de edad entre ambos. Capta perfectamente la inmadurez de una vida de ricos despreocupados en una zona cara del París de los felices años 20. Una relación caprichosa y atípica que avanza a trompicones y a destiempo.

"En cuanto volvió a ser dueña de sí misma, se sentó, se secó la cara y volvió a encender la lámpara. «Bueno ―se dijo―, ya sé qué me pasa». Tomó un termómetro que había en la mesa de noche y se lo puso bajo la axila. «Treinta y siete. O sea que no es físico. Es tristeza. Algo habrá que hacer».

Chéri es ese frasquito de perfume que tu abuela ha guardado en el fondo de una vitrina durante décadas. Chéri es el momento exacto en que lo encuentras. 


jueves, 8 de septiembre de 2011

"Una novela francesa" - Frédéric Beigbeder



Frédéric Beigbeder me impresionó con “Windows on the World” y si he de recomendar un libro suyo por supuesto que ese sería el primero, pero también es cierto que “Una novela francesa” me ha parecido un libro bastante bueno y que también recomendaré sin ninguna duda (en segundo lugar, eso sí, detrás de “Windows...”).


En “Una novela francesa”, Beigbeder parte de un hecho reciente y traumático: una detención por consumir droga en la calle. Pasar varias noches encarcelado en celdas que describe como inhumanas le hizo pensar, recordar y recapacitar acerca de su pasado y de ahí surge esta colección de retazos de infancia y anécdotas curiosas. Es llamativo el hecho de que desde las primeras páginas reconoce no recordar apenas nada de su pasado, pero afirma que el hecho de ponerse a escribir sobre ello desencadena de forma mágica su memoria. También, a raíz de esta confesión, se pone en marcha ese pacto entre escritor y lector que siempre existe en los libros pero que se hace más palpable en las autobiografías, algo así como: Voy a contarte mi pasado, pero no será absolutamente verídico, ni completo... tú tampoco podrías recordar a la perfección el tuyo. A la hora de relatar estos fragmentos de su pasado, en ocasiones hace breves referencias literarias y cinematográficas muy interesantes que, para mí, aportan calidad al texto.


Me gusta la escritura de este tipo porque es fresca pero a la vez pausada y elegante, en general tiene mucha empatía con el gran público. Su literatura entretiene y se comprende con facilidad, pero además se disfruta en cada línea de cómo está escrito, y eso para mí, como lectora, cada vez es más importante.


Chloë no ríe cuando le hacen cosquillas en la planta de los pies o en las axilas. Sólo funciona el truco del “bicho que sube y sube”. Mi mano comienza su recorrido en el ombligo y avanza hacia el cuello sobre la punta de los dedos. Cuando se acerca, mi hijita intenta resistirse, se contrae, se retuerce en todas direcciones, aunque no demasiado enérgicamente, dado que espera aquello que teme, desea la tortura que no quiere, y el bichito formado por mis dos dedos continúa trepando hacia su largo cuello de cisne, y pronto llegará a la barbilla... En ese momento, es imposible no derretirse: su risa en cascada es mi medicina, debería grabarla para poderla escuchar una vez tras otra durante la noches de depresión. Si hubiera que definir la alegría de vivir, la felicidad de existir, sería esa explosión de risa, una apoteosis, mi recompensa bendecida, un bálsamo caído del cielo.


La amnesia es una mentira por omisión. El tiempo es una cámara, el tiempo hace desfilar fotografías. El único modo de saber lo que pasó en mi vida entre el 21 de septiembre de 1965 y el 21 de septiembre de 1980 es inventarlo. Es posible que me haya creído amnésico cuando simplemente era un perezoso sin imaginación. Nabokov y Borges vienen a decir más o menos lo mismo: la imaginación es una forma de la memoria.

lunes, 1 de agosto de 2011

"Muerte en Venecia" - Thomas Mann


"Muerte en Venecia" es una deliciosa novela corta que me ha maravillado y gracias a la cual ahora afronto con más ánimo y ganas -y prisa- la tarea de leer "La montaña mágica", del mismo autor.

Releí las primeras páginas hasta encontrar el pulso exacto al discurso del escritor que aparentemente es sencillo y llano pero que contiene gran cantidad de matices (si por algo se reconoce a los grandes literatos es por narrar de forma que la trama pase a un segundo plano). Abundan las descripciones magistralmente detalladas, posee una elegancia y una serenidad difíciles de describir.

El relato trata el encuentro casual entre dos desconocidos: un escritor anciano, viajero solitario, y un adolescente extremadamente bello, y del embelesamiento y fijación del primero hacia el joven, cuando lo descubre. Son especialmente magistrales las descripciones de Mann (1875-1955) acerca del adolescente: transmiten a la perfección su fisonomía y costumbres, que el viejo escritor observa incansable desde que le encuentra, casualmente, en el mismo hostal donde él se aloja.

La gran diferencia de edad entre ambos motiva las reflexiones del protagonista, que da por hecho que cualquier acercamiento a su objeto de deseo es inútil por culpa de su vejez. No obstante, la posibilidad de disimular los estragos del paso del tiempo (cuidados faciales, teñido de cabello, etc.) resaltan un fragmento especialmente bueno del inicio de la novela que en su momento pasa desapercibido por no influir en los acontecimientos del relato pero que ya hacia el final cobra mucho más sentido: es el espanto del protagonista tras observar a un señor mayor intentando aparentar menos años para mezclarse con un grupo de chicos mucho más jóvenes que él.

"Un grupo de jóvenes integraban el pasaje de primera (...): charlaban o reían, complaciéndose en su propia gesticulación, e inclinándose por la borda, lanzaban pullas y remoquetes a sus compañeros que, cartera bajo el brazo, discurrían afanosos por la calle del puerto y amenazaban con sus bastoncillos a los excursionistas. Uno de éstos, vestido con un traje estival de última moda, color amarillo claro, corbata roja y un panamá con el ala audazmente levantada, destacaba entre todos por su voz chillona y excelente humor. Pero en cuanto Aschenbach lo hubo observado con más detenimiento, se percató, no sin terror, de que se trataba de un falso joven. Era un hombre viejo, no cabía la menor duda. Hondas arrugas le cercaban ojos y boca. El opaco carmín de sus mejillas era maquillaje; el cabello castaño que asomaba por debajo del panamá con cinta de colores era una peluca; la piel del cuello le colgaba fláccida y tendinosa; el bigotito retorcido y la perilla se los había teñido; la dentadura amarillenta y completa, que enseñaba al reírse, era postiza, además de barata, y sus manos, cuyos índices lucían anillos con camafeos, eran manos de anciano. Aschenbach se estremeció viéndolo alternar con aquellos muchachos. ¿No sabían, no advertían acaso que era viejo y no tenía derecho a llevar su abigarrada indumentaria de dandy ni a hacerse pasar por uno de ellos? Pues lo cierto es que, con toda naturalidad y como por costumbre, según parecía, lo toleraban en su grupo y lo trataban como a un igual. ¿Cómo era posible algo así?"

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