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sábado, 8 de agosto de 2020

"París era mujer" - Andrea Weiss



Hace algún tiempo, comentaba por aquí una lectura estupenda, la biografía de la fotógrafa Gisèle Freund. Su paso por París fue muy relevante en cuanto a su aportación artística dentro del grupo formado por mujeres intelectuales en la Orilla Izquierda del Sena. Además del libro sobre Freund ("El mundo y mi cámara"), la editorial Ariel publicó otro libro relacionado que leí hace unos meses: "Shakespeare & Company", de Sylvia Beach. La lectura de ambos amplía la visión acerca de este artístico grupo de mujeres de diferentes procedencias que se reunían en torno a las librerías que ellas mismas fundaron y regentaron. La invasión alemana supuso el fin de esta feliz etapa: a pesar de todo, la librería Shakespeare & Company sigue abierta y se puede visitar en París. Además de poseer una maravillosa y larga historia, es preciosa.



"París era mujer" fue película antes que libro. Su autora, Andrea Weiss, es una cineasta y escritora que ha dedicado buena parte de su obra a la divulgación LGTBI. En este caso, Weiss y su socia Greta Schiller se documentaron muy bien para realizar un proyecto cinematográfico que incluyera al completo a las mujeres que formaron parte del movimiento de la Orilla Izquierda del Sena. Visitaron París y Bilignin, el pueblo de la región del Ródano en el que se encontraba la casa de campo de Gertrude y Alice. Además, se documentaron en archivos, universidades y bibliotecas francesas y estadounidenses.

La idea de vicio y desenfreno que se ha transmitido a lo largo del tiempo sobre el París de los años veinte, dista mucho de la realidad que vivían este grupo de mujeres en el día a día. Sylvia Beach era abstemia, a pesar de que fue quien presentó a los míticos James Joyce y Valery Larbaud (pero no les acompañaba en sus conocidos encuentros alcohólicos); Gertrude Stein y Alice Toklas no toleraban a los borrachos, no les invitaban nunca más cuando los detectaban; Natalie Barney decía: "como nací embriagada, solo bebo agua", y así sucesivamente. 

Todas ellas se veían atraídas por París debido a una libertad importantísima que ofrecía a las mujeres: la libertad para trabajar. Sin la intervención de Sylvia Beach, qué hubiera sido de James Joyce. Sin la de Stein, qué hubiera sido de Picasso. Solo por citar los casos más relevantes y que más han trascendido a la historia del arte. París les permitía vivir libremente siendo ellas mismas, puesto que, en general, en otros lugares no podían dar rienda suelta a sus gustos intelectuales ni a su orientación sexual no heteronormativa. Juntas se enriquecían mutuamente dando lugar a un grupo inteligente, creativo y fascinante.

Por el momento, no he conseguido encontrar la manera de ver el documental "París era mujer", por lo que os dejo el enlace al vídeo de la presentación del libro en Madrid (2015). Si alguien sabe dónde encontrarlo... please.



Había algo en ser extranjera que ampliaba aún más las posibilidades de ser una misma en París. Por ese motivo, hubo algunas mujeres como Djuna Barnes que, aún formando parte de los movimientos bohemios e intelectuales norteamericanos, también quisieron viajar a París. Todas ellas acababan hartas de que en las entrevistas siempre les preguntaran por Hemingway o Picasso, y buscaban la manera de hablar también de sus compañeras, no solo porque indudablemente supusieran el núcleo vital del movimiento, sino porque sabían que por el hecho de ser mujer no se las tomaba tan en serio y que, si no eran ellas las que se pusieran de relieve unas a otras, nadie lo haría.

Escritoras, fotógrafas, actrices, editoras, pintoras y libreras. Según Andrea Weiss, además de mujeres e intelectuales, eran lesbianas o bisexuales en su mayor parte y no se promocionaron a sí mismas como hicieran los hombres (no sentían esa ambición desmedida por destacar a toda costa), y esto supuso que a pesar de su enorme aportación, hayan quedado relegadas de la historia más mainstream o convencional. Quienes vivieron más, siguieron documentando y reivindicando la obra de todas. Como recuerda Weiss, Freund insistía en que Beach y Monier (libreras y editoras) posaran junto a James Joyce en las fotografías que les realizaba, porque si no aparecían en las fotos, nadie las recordaría. Todas ellas crearon su propia obra y fueron pieza clave en las relaciones de otros artistas, que a su vez se enriquecieron con sus influencias unos a otros. No deben caer en el olvido.

Recordando a Gertrude Stein en Père-Lachaise, París

martes, 19 de abril de 2016

Mis propuestas para Sant Jordi


Antes de empezar, aclaremos lo siguiente: en este mar de letras todos los días del año es el día del libro y el día de la poesía; todos los días se mantiene vivo el espíritu de Samhain; todos son buenos para regalar literatura sin ninguna excusa aparente y todos, absolutamente todos hay que celebrar el instante porque nunca seremos tan jóvenes como ahora mismo, ¡brindemos!

Dicho lo cual.

Hay tantos libros donde escoger que puede ser fácil perderse, equivocarse o quedarse sin ideas, no saber qué elegir. No sólo hay un libro adecuado para cada persona, también hay que determinar si es el momento exacto (si no se llega demasiado tarde, si no nos hemos adelantado). Hay libros que me gustan tanto que resultan imposibles de reseñar (cada cual conviva en paz con sus contradicciones). Algunos de ellos están en esta lista que dejo con la intención de que puedan servir de ayuda a más de uno.



Para (eternos) adolescentes soñadores
“La viajera incandescente”, Ana Cerezuela, poesía

“Irlanda”, Espido Freire, novela


Para amantes de los animales
“Mi vida con Potlach”, Inma Luna, novela

“El mar interior”, Philip Hoare, ensayo


Para lectores exigentes de sensibilidad especial
“La casa de la cruz”, Isabel García Mellado, 2016, poesía


“El mundo en el que vivo”, Hellen Keller, autobiografía


Para echarse unas risas (con monóculo)
“Monstruos parisinos” Catulle Mendés, semblanzas

“A contrapelo” Huysmans, novela


Para amantes de lo oculto
“Donde yace Visnú”, Frank G. Rubio, poesía

“Historia de la filosofía oculta”, Alexandrian, ensayo


Para los niños que nos bailan dentro
“Momo”, Michael Ende, novela

“El príncipe destronado”, Miguel Delibes, novela


Para los amantes de los retos literarios
“La niña que amaba las cerillas”, Gaétan Soucy, novela

“Máquinas de amar”, Pilar Pedraza, ensayo


Para amantes y despechados
“Deseo de ser piel roja”, Miguel Morey, novela

“Los enamoramientos”, Javier Marías, novela


Para viajeros
“La tumba de Keats”, Juan Carlos Mestre, poesía

“Aranmanoth”, Ana María Matute, novela


Para excluidos
“El amante lesbiano”, José Luis Sampedro, novela

“Las ventajas de ser un marginado”, Stephen Chbosky, novela



Para inconformistas
“La sociedad del espectáculo”, Guy Debord, ensayo

“Desobediencia civil y otros escritos”, H.D. Thoureau, ensayo


Para los que sienten que han perdido algo
“Siempre hemos vivido en el castillo”, Shirley Jackson, novela

“Circus girl”, Maite Dono, poesía

Para los que no necesitan ninguna excusa
“El nombre en la punta de la lengua”, Pascal Quignard, novela

“El mundo bajo los párpados”, Jacobo Siruela, ensayo


Para los amantes de la luna
“Cuentos de medianoche”, Bram Stoker, relatos

“Sandman”, Neil Gaiman, cómic


sábado, 19 de septiembre de 2015

¿Librería o museo? - Lello e Irmão, Oporto


Resulta curioso asistir a este tipo de contrastes: mientras cada vez más librerías están cerrando sus puertas por ausencia de clientes y ventas, otras como la portuguesa Lello e Irmão se permiten el lujo de cobrar entrada debido a la masificación que sufren a diario.

Algunos visitantes se indignan ante el precio de la entrada y solamente se asoman al escaparate para verla entre cristales: es bastante pequeña y la red está saturada de fotografías de su interior, por lo que este vistazo en principio es suficiente (y la aglomeración no va a permitir sacar una foto en condiciones, ni apreciarla con tranquilidad: mucho menos buscar libros con la calma necesaria) pero los cancerberos son bastante desagradables y con solo detenerse en la acera a la altura de la librería, se acercan a pedir el ticket.

Este ticket cuesta 3€ y se compra en un kiosco llamativo y horrible instalado en una plaza de aparcamiento frente a la librería. Si finalmente compras algo, descuentan ese importe al de los libros que hayas elegido. Pero, ¿y si sólo vas a hojear/ojear? ¿Y si eres un cliente antiguo? Visito muchas librerías en mi ciudad y no siempre me llevo libros, quiero decir.

La acera está siempre invadida con las colas que forman los visitantes y los pivotes para organizar la entrada. Pero, si fueras el dueño de esta librería y vieras cómo se convierte poco a poco en lugar de peregrinación y que los libreros no pueden hacer sus tareas cómodamente debido a la masificación continua, ¿cobrarías entrada? Posiblemente sí... es comprensible.

En torno a este establecimiento circula el extendido rumor de que sirvió de escenario para el rodaje de las escenas de una película de Harry Potter, en concreto, el interior de la tienda Flourish & Blotts del mágico callejón Diagon. Por lo visto este rumor es falso, y si vemos fotogramas del interior de Flourish comprobamos que no tiene nada que ver con Lello. Ambas son preciosas y espectaculares, eso sí... pero distintas. Sin embargo, este rumor sirve para que los turistas marquen este punto en sus mapas y bueno, si bajo esa excusa compran algo y leen, habrá merecido la pena.

Oporto tiene muchas más librerías, donde no cobran nada por entrar. Y en cuanto a tiendas preciosas y no tan conocidas, existe una en la Rua do Bonjardim llamada Mundo Místico, donde se pueden encontrar preciosos objetos de inspiración céltica, tarots o utensilios para realizar algunos rituales. Está decorada con mucha delicadeza y tiene una iluminación tenue; al fondo se encuentra una fuente donde los visitantes dejan monedas a deidades paganas, representadas por pequeñas estatuas. Y además, tienen incienso de bosque, y de sangre de dragón.

lunes, 20 de enero de 2014

"Librerías" - Jorge Carrión


“Librerías” es algo más que un ensayo sobre la evolución de las librerías y las características que las identifican según el lugar en el que se encuentren situadas: es también, y sobre todo, un libro de viajes (temática que ya ha trabajado este autor en otras publicaciones) en el que Jorge Carrión ha ordenado sus librerías favoritas geográficamente. ¿Quién puede resistirse a acompañarle a visitarlas?

Publicado hace tan solo unos meses, “Librerías” fue finalista del Premio Anagrama de Ensayo 2013, resultando ganador “Naturaleza de la novela” de Luis Goytisolo. Carrión ha publicado en algunas de las editoriales punteras como “Teleshakespeare” en Errata Naturae, “Los muertos” en Mondadori, “Australia: un viaje” en Berenice, etc. También, se han publicado traducciones suyas en DVD y Proa y colabora en otro buen puñado de libros como editor y prologuista.

Libros around the world

Para aquellos que desconfíen de la calidad u oportunidad de los libros premiados, aclaro que leí “Librerías” con cierta desconfianza inicial: pensaba que quizá fuera un libro oportunista enfocado a aquellos lectores que gustan de leer metaliteratura para regodearse en la creencia de que forman parte del minúsculo grupo selecto de gente que lee. Nada más lejos.

Jorge Carrión ha tenido el interés de buscar la documentación sobre librerías que sostiene el hilo argumentativo de este libro. Pero además, y esto es lo realmente envidiable, ha tenido la oportunidad de viajar a multitud de lugares del planeta y visitar en persona estos templos del conocimiento. Desde esta perspectiva tan rica en matices ofrece sus impresiones dividiendo este ensayo en base a la geografía terrestre: de forma muy acertada, comienza su exposición en la cuna del conocimiento: Atenas y las librerías más antiguas del mundo. Es ya en estos primeros capítulos donde advertimos el lujo de detalles ricamente documentados que contiene y comenzamos a disfrutar de anécdotas del mundo del libro más y menos conocidas.

En ellas [las librerías] percibimos restos de los dioses culturales que suplantaron a los religiosos, porque desde el Romanticismo hasta ahora las librerías, como los cementerios, como las ruinas arqueológicas, como ciertos cafés y tantas bibliotecas, como más tarde los cines y los museos de arte contemporáneo, han sido y siguen siendo espacios rituales (…)

El viaje continúa con una detallada visita a la ya mítica Shakeaspeare & Companies y sus posteriores réplicas, un capítulo con multitud de datos y curiosidades acerca de las reuniones de personalidades de la cultura beat que albergaron estos locales.

Libros impresos en grafías indescifrables abarrotan los estantes de los viejos locales de oriente, Jorge Carrión relata sus hallazgos y sus regateos en estos lugares remotos.

Más tarde, América es recorrida de norte a sur y de este a oeste en busca de tesoros bibliográficos y de pasillos abarrotados de anaqueles entre los cuales buscar refugio. Las imágenes de las tarjetas de visita que forman parte de la colección personal del autor se alternan con numerosas reflexiones tan subrayables, que no pueden sino ser fruto de un auténtico bibliófilo.

El imaginario de la librería anticuaria como depósito de extrañezas bascula entre los referentes reales y los escenarios de la imaginación, como todo lo que afecta a ese impulso humano que llamamos ficción. La librería Flourish & Blotts, en el callejón Diagon, de acceso secreto y justo detrás de la londinense Charing Cross Road, es uno de los establecimientos donde Harry Potter y el resto de estudiantes para mago acuden a surtirse de material escolar al inicio de cada curso. Para el rodaje de la versión cinematográfica se utilizó como escenario la Livraria Lello & Irmão de Oporto.

Las librerías del resto de España quedan un tanto empequeñecidas ante la especial mención de las librerías catalanas (algo comprensible si nos atenemos a la procedencia del autor), además, creemos que la selección de locales madrileños, que por aquí conocemos un poco mejor, podría estar infinitamente mejor realizada, puesto que acudir a lugares comunes no suele dar nunca los mejores resultados: pero para gustos los colores.

Entre el libro y el lector

Además de un lugar físico que propicie el encuentro, entre el libro a la venta y el lector potencial ha de existir un librero que sirva como guía para localizar los títulos que el cliente necesite en ese momento. Según Carrión, la relación “artesanal” entre librero y cliente pasa a un segundo plano desde que el librero es tan solo el dependiente con chaleco de serie que suministra títulos de forma automática, modelo de profesional que las grandes cadenas imponen.

Bien es verdad que uno comienza ilusionado a vender libros en lugares como Fnac y enseguida es reprendido por recomendar títulos en lugar de ofrecer la tarjeta de cliente, que es de pago y reporta mayores beneficios que la venta de libros. A esto se suma el hecho de que es ya un tema tan manido que tras un chaleco se parapeta un ignorante que por tanto cualquiera así ataviado es tratado como tal. Luego uno visita otras cadenas como La Central y aprecia que los dependientes en su mayoría exhiben indumentaria de una nueva tribu urbana con pitillo remangado y gafas de pasta. Entonces es comprensible que el cliente más serio se vuelva suspicaz al respecto.

Es complicado. Según Carrión, las librerías son escenario habitual de felices encuentros que han dado como resultado brillantes relaciones de todo tipo. Pero el lector optimista que encuentra en el librero un confidente suele percatarse al final de que lo que parecía una relación de amistad sigue siendo una relación comercial, cuando descubre que lo ignora absolutamente todo sobre la vida privada de su librero de cabecera. Afirma Carrión que “la librería, pese a las apariencias, nunca ha tenido claro sus propios límites”, y es que además de vender libros en todo tipo de formatos, cd’s, dvd’s y artículos de merchandising, son lugares de tertulia, intercambio de favores disfrazados de amistad entre editories, escritores, distribuidores y libreros, lugar de préstamo, escenarios de nuevos lanzamientos, firmas de ejemplares e incluso puntos secretos de comercio de publicaciones prohibidas.

“Librerías” puede usarse como obra de consulta y referencia, como obra literaria al igual que un libro de viajes y, lo que desde luego ha conseguido, es asegurarse un lugar privilegiado en los estantes de novedades y libros destacados en la multitud de librerías que cita, la mayoría de grandísima importancia. Pese a la reticencia inicial este libro me ha conquistado por sus propios méritos, y confío en que será un éxito de ventas tanto por la calidad de sus contenidos como por la publicidad que, ufanas, le deberían dedicar todas las librerías que aparecen citadas en él.


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