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lunes, 13 de noviembre de 2017

It´s a match! ♥


Siglo XXI y seguimos sin educación emocional en las escuelas, dejándonos llevar por la inercia como eternos incompletos. Mintiendo, mintiéndonos, sufriendo por el qué dirán, coleccionando más likes virtuales que relaciones auténticas y reales con personas. Con la posibilidad de tener una cita cada día, perdiendo la energía rodeados de falsos amigos, aterrorizados por la sombra de la soledad, sin saber que la vida no era eso.

Del texto y la imagen: 
© Todos los derechos reservados - Mar López, 2017

martes, 27 de septiembre de 2016

Ayer - Agota Kristof



La dependencia emocional crea monstruos. Quien la sufrió lo sabe. Y si es enfermizo sufrir dependencia de otra persona y basar en ella todo lo que creemos que nos reporta felicidad, mucho peor puede ser depender de una idea, o de una persona imaginaria: esperar a que aparezca alguien gemelo a nuestra imagen soñada y mientras tanto vivir una existencia triste y anodina, dejándose llevar por la inercia gris del día a día.

Solo el viento puede ahuyentar al miedo.

“Ayer”, la virguería literaria de la que quiero hablar hoy, trata de una de esas vidas marcadas por la violencia y la pobreza que apenas consigue progresar en la rueda hostil del capitalismo, huyendo de su país y recibiendo las dentelladas de la pobreza del obrero y la xenofobia de los locales.

La madre sigue escribiendo a la dirección de Vera y le devuelven las cartas con la indicación FALLECIDA. La madre de Vera se pregunta qué querrá decir eso en esa lengua extranjera.

La soledad, que puede ser tan dulce y reconfortante como el hogar en un agujero de un hobbit, se presenta aquí como un enemigo contra el que luchar en vano: una soledad fría y húmeda, en absoluto amable.

Ayer dormí largo y tendido. Soñé que estaba muerto. Veía mi tumba. Estaba abandonada, cubierta de malas hierbas. Una vieja se paseaba entre las tumbas. Le pregunté por qué no cuidaba la mía.
—Es una tumba muy vieja —me dijo—. Fíjese en la fecha. Ya nadie sabe quién está aquí enterrado.
Miré la lápida. Era del año que corría. No supe qué responder.

La trama de “Ayer” contiene tantas casualidades que puede hacerse difícil dejarse llevar: es tan irreal a veces, que resulta tan justa y exactamente ficticia como lo es siempre la vida real.

—(…) ¿Qué harías tú en mi lugar?—Ni idea. Ni siquiera sé qué hacer en mi propio lugar.

jueves, 12 de septiembre de 2013

"A contrapelo" - Joris-Karl Huysmans


La decadencia está prohibida en tu mente.
HdS

Joris-Karl Huysmans es el pseudónimo del francés Charles Marie Georges Huysmans (1848-1907), funcionario del gobierno francés y crítico de arte además de ser el escritor que dio forma al movimiento decadentista de finales del siglo XIX. En esta magnífica novela, Huysmans se desdobla y da voz al excéntrico personaje Des Esseintes, que según todo apunta estaría basado en sus mismos gustos y convicciones personales.

En una novela sin apenas argumento, la brillantez de los personajes debe bastar para que tenga éxito y no se pierda en el olvido: en este caso un solo personaje consigue captar toda la atención del lector, puesto que su espíritu inconformista y rebelde, al igual que sus convicciones acerca de la sociedad en la que se ha visto obligado a vivir son tan novedosas para su época y están tan bellamente expuestas por Huysmans que hacen de la lectura de esta novela un auténtico placer para los sentidos.

El caso de Des Esseintes parte de la eterna frustración del hombre sensible y culto, que no encuentra semejanzas con el resto de individuos de su alrededor y busca consuelo en las supuestas bondades de épocas pasadas, a pesar de no haberlas vivido en persona.

(...) cuando un hombre de talento se ve obligado a vivir en una época prosaica y estúpida, el artista, incluso sin darse cuenta de ello, se siente atraído y obsesionado por la nostalgia de otras épocas. (...) Evoca recuerdos  de seres y de cosas que no ha conocido personalmente, y llega un momento en el que se evade violentamente  de la cárcel de su siglo y vaga, con toda libertad, por otra época con la cual, como última ilusión, le parece que hubiera encontrado una mayor armonía.

Pero Des Esseintes no es ningún artista, su relación con el arte se basa en consumirlo, no en producirlo. El sentimiento de irrealidad o de no pertenencia lo mitiga buscando su propio reflejo en autores con las mismas inclinaciones, cuyas obras le producen un placer solitario pero intenso y suficiente para calmarse. Si bien esta novela es un recorrido acerca de sus gustos más o menos extraños, la mayoría de los capítulos se centran en cuestiones literarias, haciendo del libro un auténtico ensayo que recorre una buena parte de las mejores obras de la literatura, desde los clásicos latinos a las obras contemporáneas francesas. Los autores en los que encuentra mayor reflejo en ese sentimiento de orfandad con respecto a la época en la que vive son Flaubert, Goncourt, Zola y Baudelaire, siendo el último a quien recurre más a menudo en busca de sosiego, como si de una droga de tinta y magia se tratase.

-¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡Qué pocos libros existen que merezcan la pena de volver a ser leídos! -suspiró Des Esseintes, mientras miraba a su criado que bajaba del escabel donde había estado encaramado y que se apartaba para permitirle abarcar de un vistazo todas las estanterías.

Uno de los pasajes donde se puede observar al Des Esseintes más caprichoso es en el que ordena cubrir de oro y piedras preciosas el caparazón de una tortuga viva, con el fin de conseguir un equilibrio armónico a una alfombra con cuyas tonalidades no termina de sentirse satisfecho. Precisamente el decadentismo se caracteriza por encontrar la belleza al invertir las normas de lo convencional, rompiendo con las costumbres del naturalismo imperantes hasta el momento.

Qué lejos estoy del suelo
donde he nacido.
Inmensa nostalgia invade mi pensamiento.

Por lo demás, Des Esseintes no es más que un hombre caprichoso e insatisfecho que vive de forma acomodada gracias a la herencia familiar. Al no encontrar entretenimiento ni siquiera en los círculos más eruditos del París de su época, decide adquirir una mansión alejada en lo posible de la civilización, durmiendo de día y viviendo de noche, tan solo con la presencia callada y tranquila de sus fieles sirvientes.

(...) Des Esseintes conservó los dos viejos criados que habían cuidado de su madre. (...) Como la mujer debía pasar a veces por delante de la casa para dirigirse a un cobertizo donde se encontraba la leña, quiso que su sombra no le molestara al atravesar ante los cristales de sus ventanas, por eso mandó confeccionarle un vestido en falla flamenca, con cofia blanca y una amplia capucha negra, como llevan todavía en Gante las beguinas. La sombra de esta cofia pasando ante él, en el atardecer, le producía una impresión de algo monacal y le hacía recordar esos pueblos silenciosos y devotos, esos barrios recónditos, aislados y escondidos en algún rincón de una activa y bulliciosa ciudad.

Como curiosidad, "A contrapelo" es la novela que en "El retrato de Dorian Gray", de Oscar Wilde, Lord Henry Wotton entrega a Dorian Gray llevándolo a su total perdición.

Además de ser una novela importantísima que influyó en escritores coetáneos y posteriores, se trata del recorrido extasiado de un amante del arte, sutil y refinado, escrito con mucho cuidado y precisión, uno de esos libros que te llevan a otros muchos libros.

Y al verme tan solo y triste
cual hoja al viento
quisiera llorar, quisiera morir
como Kurt Cobain de sentimiento.

Existe alguna razón por la que Huysmans no dejó terminar sus días en apacible y contemplativo sosiego a su personaje Des Esseintes, introduciendo ya al final de la novela un acontecimiento que impone obligado fin a su vida tal y como la había configurado hasta el momento.

Joris-Karl Huysmans

viernes, 16 de agosto de 2013

"Súbita mano de algún fantasma oculto..." - Fernando Pessoa


Súbita mano de algún fantasma oculto
entre los pliegues de la noche y de mi sueño
me sacude y yo despierto, y en el abandono
de la noche no diviso gesto ni bulto.

Pero un terror antiguo, que insepulto
traigo en el corazón, como de un trono
baja y se afirma mi señor y dueño
sin orden, sin meneo y sin insulto.

Y yo siento mi vida de repente
presa por una cuerda de Inconsciente
a cualquier mano nocturna que me guía.

Siento que soy nadie salvo una sombra
de un bulto que no veo y que me asombra,
y en nada existo como la tiniebla fría.


Fernando Pessoa, 1917
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