miércoles, 28 de febrero de 2018

El arte del placer - Goliarda Sapienza


Goliarda Sapienza (1924-1996), ignorada toda su vida por crítica y público, murió anónima y ahora, dos décadas después de su muerte, se publica su obra con todos los honores, con los editores casi a sus pies pidiéndole disculpas. La autora estuvo en la cárcel y esta novela parecía destinada a ser un libro maldito.

Sapienza fue niña de colegio en casa, sin oportunidades reales para formarse. Una víctima más del heteropatriarcado hostil. Con 16 años hizo un curso de arte dramático en Roma, fue actriz de teatro e hizo alguna aparición en el cine con Visconti.

“El arte del placer” es una novela donde lo erótico tiene cabida pero no es la temática predominante, también hay lugar para la vida y el transcurso natural del tiempo, para la historia y para la política a través de una atípica biografía familiar.

Empieza fuerte, con un festín del horror literariamente maravilloso. Es profundamente lírica y es también un ejemplo de que la sensibilidad, el oído musical o el ritmo narrativo no son técnicas literarias que se puedan aprender tan fácilmente si no se escribe desde la ternura, volcando las vísceras sin miedo sobre el papel.

p.22 (…) ¿me dejas mirarte a los ojos? Si los miro fijamente comprendo mejor cómo es el mar.

Llego a este libro a través de la recomendación de una chica italiana que apenas sabía unas pocas palabras en español, y se negaba a que nos comunicásemos en inglés porque quería aprender mi idioma. Así que todo lo que me decía era italiano con alguna palabra española aquí y allí. Ella escribía, su vida era la literatura, creo sin duda que por ahí nos entendimos.

p.39 (…) los aparadores de la madre Leonora estaban llenos de libros. Y los libros estaban llenos de todas esas palabras e historias que me enseñaba la madre Leonora. Quién sabe si los había leído todos.
―¡Cuántos libros, madre! ¿Los ha leído todos?
―¡Pero qué dices, locuela! Sí, he estudiado, algo sé, pero no soy una persona culta. Sólo los doctores de la Iglesia reúnen todo el saber del mundo.
―¿También yo seré culta?
―¡Una locuela es lo que serás! ¿Y de qué te serviría serlo si eres mujer? La mujer no puede alcanzar nunca la sabiduría del hombre.

La primera parte de la novela plasma la paz enfermiza de un convento de monjas, con sus costumbres atrofiadas y contranaturales, que dan la espalda a la vida y renuncian a todo lo placentero por la promesa de una vida post-mortem sin mácula en el más allá.

p.70 Apenas me sentí más calmada, dije tímidamente en voz baja: «La odio», para ver si el efecto se repetía o me partía un rayo. Fuera llovía. Mi voz me embistió como un viento fresco que me liberase la cabeza y el pecho del temor y de la melancolía. ¿Cómo podía ser que aquella palabra prohibida me infundiera tanta energía? Ya pensaría luego en ello. Ahora sólo tenía que repetirla en voz alta, para que ya no se me escapara, y «La odio, la odio», grité después de haberme asegurado de que la puerta estuviera bien cerrada. La coraza de melancolía se separaba a pedazos de mi cuerpo, el tórax se ensanchaba sacudido por la energía de aquel sentimiento. Encerrada en el delantal ya no respiro. 
¿Qué me pesa aún en el pecho?
Arrancándome el delantal y la sayuela, mis manos encuentran esas fajas apretadas «para que no se notara el pecho», que hasta aquel momento habían sido como una segunda piel para mí. Una piel de suave apariencia que me ataba con su blancura tranquilizadora. Cogí las tijeras y las corté a pedazos. Tenía que respirar. Y finalmente desnuda ―¿cuánto hacía que no sentía mi cuerpo desnudo?, pues hasta el baño había que dárselo con la sayuela― reencuentro mi carne. El pecho libre estalla bajo mis palmas y me acaricio allí en el suelo disfrutando de mis caricias que aquella palabra mágica había liberado.

Goliarda Sapienza es un tesoro desconocido. Esta novela alza la voz por la libertad de las mujeres, denuncia los abusos y padecimientos que a lo largo de los siglos las mujeres han sufrido por culpa de su género. El lesbianismo y la bisexualidad están presentes de forma natural y fluida, a través de la protagonista Modesta, una persona muy especial que desde niña parecía destinada a influir en muchas vidas.

p. 253 
―¡Excusas, todo excusas! ¡Estás todavía enamorada de ese hombre!
―Del hombre no, Carlo, sino del entendimiento físico que existía entre nosotros cuando hacíamos el amor.
―Te pones vulgar, Modesta.
―Para ti todo lo que es verdad es vulgar.
―¡Oh, Dios, no puedo más! ¡Me voy o te mato! ¡Te mato! Pero ya hablaremos de nuevo de eso.

A medida que avanza la novela, los protagonistas crecen, maduran, se incorporan nuevos personajes, y de repente es un poco un folletín: líos y enredos que hacen que se pierda la magia del comienzo, como si fuera una novela por entregas y los lectores, aburridos de la lírica, estuvieran exigiendo salseo entre los protagonistas.

p.397
―Pero, ¿qué pasa, Stella, Elena? ¿Por qué les separáis?
―¡Porque corría como un muchachote, princesa! Se ensucia el vestidito.
He aquí cómo comienza la separación. Según ellas, Bambolina, de sólo cinco años, debería comportarse ya de modo distinto, tener una actitud comedida, estar con los ojos bajos para ir cultivando en sí a la señorita de mañana. Como en un convento, leyes, cárceles, Historia hecha por los hombres. Pero es la mujer la que ha aceptado conservar las llaves, guardiana inflexible del verbo masculino. En el convento Modesta odió a sus carceleras con odio de esclava, un odio humillante pero necesario. Hoy es con distanciamiento y seguridad como defiende a Bambolin de los chicos y chicas, sólo ella le importa, pues se defiende a sí misma en ella, su pasado, una hija que podría tener con el tiempo… ¿Te acuerdas, Carlo, te acuerdas de cuando te dije que sólo la mujer puede ayudar a la mujer, y tú, en tu orgullo de hombre, no lo entendías? ¿Entiendes ahora?, ahora que has tenido una niña, ¿entiendes?

Se abordan temas muy modernos para la época como el cambio generacional, las creencias políticas, los apegos interfamiliares, la comunicación de los sentimientos, las relaciones atípicas, etc. Nos muestra que hay otras formas de relacionarnos que no por poco convencionales son malas. De alguna manera estaba dejando plasmada la importancia de la educación sentimental o desarrollo emocional que aún a día de hoy sigue siendo una materia pendiente en la sociedad.

p. 690
―¡Oh, Nina, me devuelves la alegría! En cambio, ¿sabes qué haría yo si estuviera en el gobierno?
―¿Qué harías?
―Les asignaría un sueldo vitalicio a todas las personas que, como tú, tienen el talento de alegrarles la vida a los demás.

lunes, 26 de febrero de 2018

El lenguaje de los bosques - Hasier Larretxea


“El lenguaje de los bosques” es un libro que va mucho más allá de una lectura informativa o de entretenimiento. Para empezar, está editado de una forma elegante y preciosa de la que no todos los libros pueden presumir y, además, esta presentación hace justo honor al contenido. Tiene tapas duras, canto forrado con tela, guardas ilustradas con los mapas de la zona del Baztan… y un evocador olor a libro nuevo. La imagen de cubierta es la fotografía de un bosque, que inevitablemente me trae a la memoria otros títulos como “Walden” de H.D. Thoreau, “Mis años grizzli” de Doug Peacock o “La vida secreta de los árboles” de Peter Wohlleben.

Desde las primeras líneas (es más: desde las citas previas al comienzo del libro) Hasier Larretxea se muestra como un escritor delicado y extremadamente sensible, que cuida cada término para transmitir sin fisuras su mensaje. Otra cosa es que el autor ha creado una lista de reproducción musical en Spotify, se trata de canciones seleccionadas para acompañar la lectura de este libro. También en la web del autor está disponible una lista de canciones para acompañar la lectura.

Una vez comenzamos a leer, el contenido transmite un amor por la naturaleza que recuerda a “Leviatán o la ballena” y “El mar interior” de Philip Hoare.

El libro quiere plasmar el bosque con tinta negra sobre fondo blanco. Con todo el respeto y con la intención de transmitir todo su valor y hacerle un sincero homenaje. Este libro contiene toda esa magia que perdimos cuando pervertimos la naturaleza migrando a las grandes ciudades y haciendo del mundo un lugar inhabitable por culpa de hábitos contaminantes y en absoluto sostenibles.

El padre de Hasier, Patxi Larretxea (leñador, deportista y campeón de deporte rural que lleva más de cincuenta años en contacto con el trabajo y el diálogo con los bosques) ha pasado toda su vida en la naturaleza, y es a través de sus vivencias y de las de su hermano Donato, el tío de Hasier, como se tejen las historias que podemos leer en este libro, desde el norte de Navarra, la comarca húmeda y verdosa del Baztan-Bidasoa.
Que no desaparezca el paisaje.
Que se mantenga viva la llamarada de lo que nos ha conformado. De esas caminatas entre bosques, ríos y montañas a los dos lados del Pirineo.
Que a través de la escritura y de los libros se ensanchen nuestra mirada y el paisaje interno y externo.
Que perdure esa mirada. La esencia de lo puro.
Y por todo ello, desde aquí quiero empezar con una invitación a que os perdáis en los bosques. Que os acerquéis a ese diálogo con el paisaje. Al tacto y al olor de la madera.
En este libro, el bosque es visto como refugio, como el lugar al que regresar cuando la vida envilecida y artificial de las ciudades esté a punto de asfixiarnos definitivamente, y para poder escuchar la voz interior sin interferencias del entorno y volver a conectar con la Naturaleza. La escritura lírica y honesta busca la belleza y refleja la inmensidad de los sentimientos que Larretxea quiere transmitir. Es una biografía familiar con el padre como eje central en torno al cual gira todo lo demás, con el paisaje como un personaje más, insustituible en el relato.


Esta edición incluye fotografías de los bosques, realizadas por Paola Lozano Flores, y unas ilustraciones esquemáticas y delicadas que me han encantado, obra de Zuri Negrín. Continuamente, a lo largo de las anécdotas familiares, se intercalan denuncias contra la falta de respeto por el medio ambiente, el cambio climático, la deforestación, la rápida transformación que está sufriendo el paisaje mediterráneo para convertirse en desierto.
El bosque es una constelación enraizada de luciérnagas.
A través de los capítulos, también se recuerdan y reivindican profesiones que ya no existen o que están en vías de extinción: cabreros, carboneros, leñadores, etc. La mecanización del trabajo debido a la rápida progresión de la industria, ha transformado las formas de trabajar e inevitablemente se ha perdido la sostenibilidad que se mantenía antiguamente, cuando se explotaba la naturaleza de una forma respetuosa que no solo no dañaba el equilibrio medioambiental sino que aseguraba su mantenimiento y cuidado.
Los madereros deben saber que cuando termina la luna menguante y comienza la creciente no es época para cortar la madera, porque eso repercute en su duración e incluso en los posibles ataques que pudiera sufrir por parte de los insectos como polillas. La luna menguante propicia también que la madera esté más sosegada, además de que se seca con mayor rapidez. Es en estos días, cuando el tiempo es favorable, en los que trabajan a contrarreloj para poder aprovechar el tirón. Aunque no es lo más recomendable, muchas veces, y debido a las intensas jornadas de trabajo, terminan cortando la madera coincidiendo con la luna creciente.
Hay muchas anécdotas sobre accidentes y muertes de los leñadores: trabajan en un entorno salvaje sin comodidades de ningún tipo y cualquier protección es poca. Se necesita mucha rudeza y experiencia para dedicarse a esta labor. A día de hoy, el padre de Hasier participa en las performances de su hijo cortando un tronco con un hacha mientras él recita. El corte de troncos es un deporte local muy popular en País Vasco.
El árbol tiene su propia música y recrea su sinfonía en movimiento con la ayuda del viento. Los bosques se caracterizan además por ser espacios silenciosos y espirituales donde poder adentrarse para hinchar y limpiar los pulmones con amplitud. El pensamiento y los pasos sobre las hojas se entremezclan con el canto de los pájaros, el fluir de la regata o la melodía del viento que agita las ramas, creando una estampa compacta de los mismos elementos que acompañan al leñador en sus momentos más reflexivos.

martes, 20 de febrero de 2018

Hombres en sus horas libres - Anne Carson (fragmentos)


NIGHTHAWKS
Quería huir contigo esta noche
pero eres una mujer difícil
las normas que hay en ti…

Pasado y futuro giran a nuestro alrededor
ahora sabemos más ahora menos
en el instituto de las sombras.

En una calle negra como viudas
con nada que confesar
nuestras distancias nos hallaron

las normas que hay en ti…
mujer tan difícil
quería huir contigo esta noche.

*


SEGUNDO MARIDO, UN ERUDITO
Las raciones escaseaban, ella hacía cola para conseguir manzanas y cerillas.
Entretanto, en su frío apartamento, él seguía traduciendo textos babilonios.
Petersburgo ya no era la capital (sino Moscú). Húmeda oscuridad
detrás de los letreros.
Las manos rompían estatuas.
La gente saqueaba incluso los cementerios.
El “Consejo en apoyo a la vida de los artistas”
servía sopa barata y trozos de pan
a escritores nocturnos con botas y chales y orejas laponas.
Junto a la sopa más de uno le decía, Me dejas de piedra.
El perro ha envejecido, susurraba entonces Ajmátova.
En casa, entretanto, el erudito le había quitado la piel a
varias palabras desconocidas.
Sus incisiones producían un sonido azul y apagado como seda.


*

Por ejemplo, una página con un poema es menos atractiva que una página con un poema y una mancha de té. Porque la mancha de té añade un poco de historia.




Hombres en sus horas libres
Anne Carson
Traducción Jordi Doce
Editorial Pre-Textos
2007


lunes, 19 de febrero de 2018

Bienvenidos al Sabbath. Antología de relatos de satanismo y brujería


“Bienvenidos al Sabbath” es una recopilación de relatos cortos cuya temática gira en torno a la filosofía oculta. Desde H.P. Lovecraft hasta Pilar Pedraza, pasando por Joris-Karl Huysmans, tenemos representaciones del Maligno en sus diferentes formas a través de los tiempos.

Los relatos están organizados en subdivisiones: “Brujas”, “Sabbath”, “Pacto satánico”, “El diablo” y “Otros ritos”, y todos ellos poseen las características idóneas para crear el ambiente de horror, bruma y misterio que tan felices nos hacen a los amantes de lo oculto. El hecho de que se agrupen por temáticas concretas, resta un poco de la magia de lo inesperado: si bien es evidente que en todos los relatos vamos a encontrar elementos demoníacos, esta organización rompe el factor sorpresa de en qué forma exacta van a aparecer. Sin embargo, al mismo tiempo, esta decisión editorial dota a la antología de un orden y una rigurosidad que resultan tranquilizadoras.

Llegué a este libro porque recibí un hilo de Twitter donde una lectora contaba una anécdota: mientras iba leyendo un ejemplar de “Bienvenidos al Sabbath” en el transporte público, dos monjas se escandalizaron al descubrir el título y comenzaron a persignarse compulsivamente. ¡Tengo que leerlo!, pensé. Y no me defraudó.

La recopilación incluye un texto de J.K. Huysmans, cuya novela “A contrapelo” es una de mis favoritas de todos los tiempos. Descubrir que le citaban en el relato “El Santuario” de E.F. Benson me entusiasmó, y más adelante darme cuenta de que también se incluía un de sus relatos, “Cena en casa del campanero”, me hizo una ilusión tremenda (quería dejarme sorprender así que no había curioseado el índice de autores antes de zambullirme en la lectura).

Uno de los cuentos más brillantes es “El diablillo de la botella”, del mundialmente conocido R.L. Stevenson. Tiene añadido el componente de la vertiginosidad, que lo hace especialmente brillante: trata de una botella encantada que pasa de mano en mano concediendo cualquier deseo a su poseedor, pero en contra de todo pronóstico, nadie se la quiere quedar mucho tiempo. Para pasar a otras manos, es necesario que el dueño legítimo la venda por menos valor del que pagó por ella, de modo que los últimos precios posibles son tan solo módicos hasta llegar a un céntimo (momento en el que no se podrá volver a vender). Debido a la naturaleza de la botella, sobre ella pesa una maldición, y los personajes tendrán que hacer gala de todo su ingenio para quedar libres de ella. Oscuro y divertido, un diez.

Otra de las piezas, “El relato de Nectario”, de Anatole France, tiene connotaciones mitológicas, si bien la mayoría de cuentos que aquí se incluyen se enmarcan en la tradición oral derivada del diablo cristiano y su folklore popular propio del siglo XVI en adelante, cuando la histeria colectiva derivó en la detención y ejecución pública de miles de mujeres acusadas de brujería. Por este motivo, poseen elementos que de uno u otro modo todos conocemos, incluso quienes no hayan frecuentado la literatura gótica pero hayan prestado un mínimo de atención a los cuentos populares (los cuentos que aprendemos de niños son un buen ejemplo de esto).

Tenemos casas encantadas, utensilios diabólicos, personajes poseídos que no están ni vivos ni muertos, paisajes inquietantes, todo lo necesario, en fin, para disfrutar de la lectura con luz de vela mientras miramos de soslayo a nuestro alrededor para comprobar que estamos a salvo.


También hay lugar para un cuento, “Las conjuraciones irrespetuosas”, de Edward Gorey, que se desmarca del resto porque está narrado íntegramente a través de una serie de 14 viñetas, cada una acompañada de un par de frases cortas.

Pero hay más lugares para la ilustración, cada uno de los bloques de cuentos se inicia con una hermosa página ilustrada, y al final de cada uno de los relatos nos encontramos con una pequeña ilustración inquietante. La edición, de pequeño formato y tapas duras, con guardas escarlata, terminan de hacer un libro que, como objeto, es delicioso. Hace perfecto honor a la cuidadosa presentación que siempre acompaña a los volúmenes de Valdemar, que nunca defraudan.


Este volumen de cuentos es perfecto para aprendices de filosofía oculta que quieran entretenerse unas horas con buena literatura sin alejarse demasiado del objeto de su estudio, pero también para cualquier lector que quiera empaparse de literatura de calidad y no tenga miedo de la oscuridad.

miércoles, 14 de febrero de 2018

El amor, tal como yo lo entiendo: libertad, bondad, magia, intensidad, deseo y admiración



Cada libro, un concepto; en cada página, una emoción. Y, para cada uno, una sensación imposible de comprender, si no se siente.

EL AMANTE LESBIANO
José Luis Sampedro


Al igual que sucede con todas las cosas, las preferencias sexuales no vienen marcadas por la sociedad, sino que suelen amoldarse a ella. Quien las determina es la Naturaleza, y todo el mundo sabe que es un error llevarle la contraria. “El amante lesbiano” es la herramienta perfecta para derribar los muros de la ignorancia (si existieran) y cambiar el color del cristal con el que miramos dentro de nosotros mismos: el que usamos para vernos reflejados en otros.
José Luis Sampedro, (padre literario, mago de las palabras, sabio viejo), nos deja escuchar aquí su voz tan templada, poblada de frases cargadas de significados que se multiplican hasta hacerse infinitas. Sexo. Género. Qué son.

“El amante lesbiano” es la libertad.


MOMO
Michael Ende


Momo es la criatura que le recuerda a los niños la enorme importancia de usar la imaginación. Y vivir, muchas veces, dentro de un mundo creado con fantasía. Les enseña a jugar. Es también quien devuelve a los adultos el tiempo que les han robado, arrebatándolo de manos de los hombres grises, unos seres fantasmagóricos, malvados y sin voluntad, cuyo único alimento es el tiempo malgastado de aquellos que se dejaron vencer antes de presentar batalla. Siempre hay que presentar batalla.
Momo se rodea de seres mágicos e inolvidables como el Maestro Hora, la tortuga Casiopea, Beppo Barrendero, Gigi Cicerón… El objetivo vital de Momo parece ser el disfrute de la vida misma, sin artificios. Hay mucho más ahí fuera.

“Momo” es la bondad.


STARDUST
Neil Gaiman


En un lugar lejos de este tiempo, existe un muro que separa dos mundos muy diferentes, y sólo se abre una vez cada nueve años. De un lado, el pueblo de Wall, tradicional, basado en la campiña inglesa; del otro lado, Faerie, un sitio en el que impera la magia, y donde yo juraría que habita Gaiman entre un lago y un árbol blanco.
Tristran Thorn consigue cruzar el misterioso umbral para ir en busca de una hazaña y encuentra lo inesperado. Personajes y situaciones increíbles y maravillosas, mezclados con todos los ingredientes necesarios para hacer un cuento de hadas para adultos absolutamente delicioso y sutil. ¿Quién iba a pensar que las estrellas eran así...?

 “Stardust” es la magia.


DESEO DE SER PIEL ROJA
Miguel Morey


Una de las características del ideal romántico es vivir todo intensamente, ya se trate de acontecimientos alegres o tristes. Así, experimentar la dicha y la amargura llevadas al extremo serán lo único que nos indicará en el lecho de muerte que hemos estado vivos y que hemos sabido aprovecharlo.
La pérdida de alguien muy querido como leitmotiv de la narración, permite a Miguel Morey hacer un recorrido por un sinfín de aspectos vitales de gran importancia, en los que podrá verse reflejado todo aquel que porte un corazón caliente en el pecho. Es una introspección muy sorprendente y un tanto extraña, de una belleza exagerada y con una facilidad pasmosa para enganchar al lector.

“Deseo de ser piel roja” es la intensidad.


RELATO SOÑADO
Arthur Schnitzler


Esta novela aborda las fantasías sexuales desde un punto de vista bastante retorcido y muy novedoso, además, para la época en que fue escrito. Arthur Schnitzler es el padre del monólogo interior, y aquí construye un personaje atormentado por su imaginación y sus propias contradicciones. Consigue que el foco de atención no sea la culminación de las fantasías propiamente dichas, sino el proceso de tormento y dudas, la capacidad de la mente para dibujar situaciones irreales intensificando la desesperación y la angustia.
Fue la chispa que generó la película “Eyes wide shut” (1999). Ambos productos son magistrales, aunque no deben ser comparados. Crean escenarios igual de misteriosos y oscuros, imágenes impactantes y poderosas, difíciles de olvidar.

“Relato soñado” es el deseo.


LA DAMA DE SHALOTT
Alfred Tennyson


Estos poemas, que datan de mediados del s. XIX, suponen un homenaje perfecto a la fascinación por todas las cosas bellas. La Dama de Shalott, melancólico personaje extraído de las leyendas artúricas, es quien inicia el recorrido por el ideario (abstraído y extasiado, abrumado en su contemplación) íntimo y refinado de Alfred Tennyson.
Encantados de acompañar a la dama mientras se desliza por las aguas río abajo, a punto de culminarse su maldición, nos envuelve el ambiente hechizante y mágico de las tierras de Camelot, el mismo que tan bien supo plasmar John William Waterhouse en su cuadro “La Dama de Shalott” (1888), grabado a fuego (níveo, inmaculado, intocable) ya para siempre en nuestras retinas.

“La dama de Shalott” es la admiración.


martes, 13 de febrero de 2018

El hombre que se enamoró de la luna - Tom Spanbauer


Contaba la maravillosa escritora Ana María Matute (1925-2014) que de joven se encontró con el diablo y lo reconoció porque al mirarlo se dio cuenta de que tenía las estrellas y el universo dentro de los ojos.

| Una de las cosas que recuerdo de mi madre era que me puso el nombre y que yo nunca debía contestar cuando me llamaban por él porque el que preguntaba podía ser el diablo.

“El hombre que se enamoró de la luna” contiene muchos ecos a la literatura de Ana María Matute, pero también a la increíble novela “El enamorado de la Osa Mayor” de Sergiusz Piasecki, cuya narración también está hecha a base de descripciones-chispa como explosiones de colores. Además, es curioso que los títulos tengan ese enorme parecido y que el protagonista en ambos casos sea un anti-héroe desubicado que atraviesa lugares desolados en búsqueda de algo parecido a sus orígenes.

La belleza que alcanza la narrativa de Spanbauer sólo puede ser explicada por sí misma:

| El cielo era de un profundo azul con grandes nubles blancas y en la tierra, que empezaba a deshelarse, se veían charcos de agua. Había barro por todas partes y restos de nieve en el lado norte de las cosas o en las zonas más sombreadas. Las sábanas que mi madre e Ida colgaban también eran blancas, blancas como nubes. Tan blancas con el reflejo del sol que dañaban la vista. Llegaba el olor del lavadero y el del montón de ceniza de la estufa, pero también llegaba el olor de las sábanas. Yo tenía la mano contra la madera gris del lavadero y estaba de pie, con los ojos fijos en esas dos mujeres.

Todo el mundo conoce la leyenda griega sobre Edipo (y la esfinge), quien por una suerte de giros del destino, terminó matando a su padre y casándose con su madre y que, al conocer la verdadera identidad de sus progenitores, se arrancó los ojos. Pues bien, en esta extraña novela, Spanbauer teje una trama en la que el protagonista Duivichi-un-Dua, a quien todos conocen como Cobertizo, tiene ciertos paralelismos con Edipo. Emprende un extraño viaje por las pervertidas tierras de los indios americanos de finales del siglo XIX, en busca de la verdad sobre su origen y del significado de su nombre; es una historia en la que adquieren protagonismo las relaciones homosexuales, la sororidad entre camaradas, la prostitución y la explotación, las sustancias alucinógenas, la xenofobia y la locura.

| Billy Blizzard es como el diablo ―decía mi madre―. Lo que ves cuando lo miras y lo que sientes cuando lo miras son dos cosas diferentes.

En esta novela, Spanbauer encierra al diablo en un cuento para niños narrado con palabras soeces de adultos. Quizá la trama es una excusa, es un libro-estrella escrito con magia y un afán constante de búsqueda de la belleza, dibujando con palabras los colores, y lo que en realidad nos cuenta es la verdadera esencia de la vida, o quién sabe. Cuenta muchos secretos, de los indios, de la muerte y de los límites de la naturaleza.

| Cuando abrí los ojos el diablo me miraba directamente a los ojos; el diablo que había cruzado desde el otro lado, saliendo de la oscuridad resplandeciente y fuerte, un sol iluminándome en plena noche, despidiendo fuego. Las ruedas del caballo de hierro no tenían la altura de un hombre de mi estatura. La tierra temblaba, el fuego y el azufre ascendían. La locomotora de vapor ni siquiera paró; atravesó Owyhee City entre aullidos, atravesó todos los músculos de mi cuerpo y me dejó temblando y con los pantalones llenos de mierda.

“El hombre que se enamoró de la luna” es un libro extraño, me pregunto qué lleva a alguien a construir una historia como ésta. O qué mensaje querrá transmitir realmente.

| Siempre he dicho que primero haces que la historia suceda en tu cabeza y luego, antes o después, el mundo la hace realidad. Tú en mis brazos es la historia que me he estado contando.

| Al poco rato todos teníamos el mismo aspecto, todos negros, el mismo color negro, como blancos que intentan parecer negros, y negros intentando parecer como los blancos piensan que parecen los negros. De repente todos nos reíamos, hacíamos el tonto con nuestros rostros negros, pero lo cierto es que estábamos asustados; todos nosotros estábamos asustados, de repente, de un modo que no habíamos esperado.
El corcho quemado nos hacía a todos iguales.
Aunque todos éramos iguales, todos sabíamos que no lo éramos.
El corcho quemado en nuestros rostros cambió eso. El corcho quemado era una máscara en nuestros rostros, y lo que había debajo no era negro, ni blanco: era humano.

martes, 6 de febrero de 2018

Un libro de mártires americanos - Joyce Carol Oates


Esta novela es un descenso a los infiernos. Un viaje a la América profunda donde le pondremos cara al horror y se pondrá a prueba nuestra ética y nuestra resistencia a la violencia más pura y gratuita. Es una lectura de la que no se sale siendo la misma persona: aprenderemos que las contradicciones forman parte de la realidad y que convivimos con ellas, pero no siempre somos conscientes de que están ahí, así como tampoco nos damos cuenta del alcance de nuestras propias convicciones.

Es muy factible terminar esta lectura con unas décimas de fiebre, como sucede con los libros de Nick Cave. Joyce Carol Oates, quien ya nos había deleitado con otras narraciones sórdidas, en esta obra investiga a fondo dos temas controvertidos, complejos y terribles como son el asesinato y el aborto. Puede que tengamos nuestra opinión al respecto pero pocas veces nos habremos parado a pensar durante tanto tiempo y tan a fondo cada asunto como lo haremos leyendo este libro.

Novela río o cuántas páginas dura una vida
Esta larga novela comienza con el desenlace de una tensión que va creciendo entre los trabajadores de una clínica abortista y los manifestantes católicos que pretenden que el centro cierre sus puertas. Tenemos ampliamente expuestas las perspectivas de ambos bandos y resulta inevitable que las preguntas se amontonen y se den codazos entre ellas, independientemente de que ya tengamos una opinión previa y firme al respecto. ¿Es una mujer dueña de su cuerpo? ¿Puede un hombre imponer su opinión sobre un asunto del que jamás será víctima? Los que dicen oír la voz de un dios que les indica el camino a seguir, ¿deberían seguir un tratamiento psiquiátrico? ¿Matar en nombre de la vida… tiene algún sentido?

| Científicos ateos afirmaban que Dios no nos había creado y que, en realidad, los seres humanos descendíamos de los simios. El reverendo Dilts nos dijo con gran vehemencia que se trataba de ideas ridículas sin base en las Escrituras.

Pero hay más. ¿Un feto no deseado es una persona que merece nacer por encima de todo? ¿Incluso aunque la madre haya sido violada, incluso aunque el nacimiento suponga un perjuicio irreparable para la salud física o psicológica de la madre? Más de la mitad de los abortos que se dan a diario en el mundo no tienen garantías higiénicas y sanitarias, y por ello muchas mujeres mueren o sufren de maneras que podrían evitarse, ¿no debería la sociedad avanzar en ese sentido e invertir en políticas que aseguren el bienestar de las ciudadanas? Estas preguntas podrían continuar hasta el infinito.

Existe un acontecimiento inicial, detonante de todo el devenir de la novela, que no quiero destripar para evitar que pierdan interés los posibles lectores: pero sí es necesario aclarar que ese hecho marca irremediablemente el devenir de dos familias que de una u otra manera se quedan estigmatizadas, ya que a partir de ese momento sus vidas se truncan, todo gira de forma inesperada y todo lo que suceda en ellas tendrá la sombra (permanente e imborrable) de la tragedia.

| Siempre existe una tendencia a no ver lo que tus ojos están viendo cuando lo que ves es terrible.

Durante 800 páginas se sigue la evolución de ambas familias y, en el largo proceso para esclarecer los hechos iniciales, surgen asuntos en los que Oates explora sus capacidades para dibujar psicologías maltrechas y también nos enfrenta a la cruda realidad de las contradicciones humanas. Por ejemplo, las de quienes matan para proteger la vida, o las de los católicos que hacen una excepción temporal en sus convicciones cuando el aborto afecta a su círculo más inmediato: la doble moral.

| Aunque estaba casado y era feliz en mi matrimonio y con mis queridos hijos, y aunque estaba decidido a ser ministro de la Iglesia de San Pablo Misionero, me iba de putas con frecuencia en la ciudad de Toledo cuando la debilidad me dominaba.

Calzar otros zapatos entre las líneas
Creo firmemente que la literatura es un vehículo perfecto para ejercitar la empatía, y vivir de alguna manera situaciones que de otro modo jamás se nos pondrían tan a nuestro alcance. Cuando nos enfrentamos a temas tan controvertidos como los que ha seleccionado Oates en esta novela, es fácil tener un primer instinto arrogante y pensar que ya habíamos decidido cuál era nuestra postura personal al respecto.

Precisamente, el logro de la autora en este caso es que ella no se posiciona de forma clara, sino que continuamente está aportando datos y hechos en ambas direcciones, dibujando cada vez más detalles de cada uno de los personajes y de los acontecimientos que se van sucediendo, y así forzar al lector a que explore a fondo sus propias convicciones de una manera visceralmente humana, en el sentido de que no escatima en detalles morbosos, violentos, dolorosos y sangrientos. Con frecuencia me descubría leyendo un pasaje con una mueca de dolor o apretando las mandíbulas sin ser consciente.

| Ya estamos en guerra con el enemigo ateo, hijo mío. Esa guerra no ha hecho más que empezar, pero los enterraremos.

La trama se desarrolla a finales de los años 90 en la ciudad de Ohio. Todos los hechos que se narran son perfectamente realistas, por desgracia, y a día de hoy la sociedad sigue demostrando ser incapaz de madurar tanto como para dejar de enfrentarse unos con otros hasta la muerte, siguiendo las pautas de una ideología del odio que día tras día nos intenta convencer de que el belicismo es inherente al ser humano.

| Éramos niños maleados por el sufrimiento. Éramos niños con corazón de manzana silvestre marchita y sonrisa de calavera. Harías bien, si eras un niño bueno, en apartarte de nuestro camino.

En ningún momento se plantea Oates ser clemente, evita los filtros y las descripciones difuminadas. Va al grano y se regodea también investigando una vez más alguna de sus obsesiones, como el boxeo, algo que deja para el final y que poco a poco cobra más importancia. También hay lugar para los juicios eternos, injustos y parciales, el sistema de justicia estadounidense observado con lupa. En cuanto a la pena de muerte, es un tema que protagoniza algunas de las escenas más retorcidas y monstruosas de todo el libro, es imposible salir de ellas sin que el estómago haya dado un vuelco. Hasta qué punto se puede devolver a otro en la misma medida el mal que ha infligido, o hasta qué punto unos delitos graves pueden llegar a provocar que el individuo que los cometa sea expulsado ya no de la sociedad (algo así como ser desterrado) sino del mundo, a través de la muerte.

Esta novela avanza a golpe de oleaje, agotando momentos que dan lugar a otros y así sucesivamente, siguiendo un orden cronológico. De esta manera, el pasado queda cada vez más lejos y quienes eran protagonistas en la primera parte, al final habrán cambiado los papeles con algunos que eran personajes secundarios al principio. Precisamente la evolución de estos últimos es todo un reto literario y está bastante bien solucionado. Lo que sucede al principio de la novela no sólo afecta a las personas directamente implicadas sino a todo su entorno provocando una ola, este efecto está muy bien plasmado y conseguido.

Edward Hopper
En la imagen de la cubierta se muestra a una mujer sentada en el borde de una cama en actitud pensativa. Con los brazos cruzados, sujeta sus antebrazos y apoya los codos sobre las rodillas. Los pies separados sobre el suelo, firmes, y las piernas recias, tensas, dispuestas a levantar el cuerpo y echar a andar una vez que la decisión haya sido tomada. Porque quiero pensar que la mujer se debate intentando decantarse por una solución a algo que le ha sucedido.

Está vestida con un ligero vestido naranja, y a su espalda descansa un hombre que parece dormir boca abajo, la cara completamente hundida en la almohada, vestido tan solo con un short azul. No muestra su rostro ni nos interesa verlo, lo que haya sucedido entre ellos, le afecta a él tan solo tangencialmente. Quien tiene que decidir es ella, es su integridad física y moral la que está en juego.

Laetitia Molenaar es la autora de esta magnífica ilustración, que he detectado muy inspirada en la obra costumbrista de Edward Hopper, a quien de hecho me he encontrado citado en la página 589 de una forma sutil y precisa, como solo podría hacerlo Oates:

| En mi vida en cuarentena habito siempre en una especie de antesala del crepúsculo, como en un cuadro de Hopper, esa luz débil que se desvanece, la gente moviéndose como maniquíes que apenas parecen respirar, la melancólica tosquedad de un mundo del que no hay escapatoria puesto que el mundo es eso.

La cama, la mujer, el hombre que está pero que no participa, la luz proyectada desde un ventanal que pronto cambiará y que recuerda el inexorable paso del tiempo… todo eso puede ser una alegoría de la encrucijada de la mujer ante un embarazo problemático o no deseado. Quiero resaltar el hecho de que el trabajo de cubierta sea tan bueno, y que haya sido capaz de transmitir tanta información e ilustrar tan bien esta gran novela, después de leerla no puedo imaginar un diseño más apropiado.

¿Es éste el libro más apropiado para que lea una mujer que debe tomar una decisión tan importante en este momento de su vida? Rotundamente no. Es una novela cuyo objetivo principal es el entretenimiento, solo que, como toda buena obra literaria, prepara al lector para enfrentarse a encrucijadas inesperadas que le deparará la vida, y le incita a pensar con mucha más profundidad y desde muchos más prismas sobre asuntos que quizá nunca antes se ha planteado de esa manera, como son en este caso el aborto, la pena de muerte y la grandísima repercusión que pueden tener los actos que llevemos a cabo por impulso.

No solo creo que esta novela es muy recomendable, sino que también pienso que resulta válida tanto para creyentes de cualquier credo, como para agnósticos y ateos, ya que todos ellos, como personas adultas, deben tomar conciencia de la realidad antes de que nadie les diga qué está bien y qué está mal, y someterlo a su propio juicio.

lunes, 22 de enero de 2018

El entusiasmo: precariedad y trabajo creativo en la era digital - Remedios Zafra


Remedios Zafra ganó el Premio Anagrama de Ensayo en septiembre de 2017, con este tratado sobre el entusiasmo que hace una captura de la realidad, del día a día de todos aquellos jóvenes creativos o con una fuerte pulsión creadora que se dan de bruces contra las imposiciones del sistema para hacer de su pasión, su trabajo.

Es un libro extremadamente crítico con el sistema, que señala uno a uno los procesos que llevan a los creativos entusiastas a saborear la temida frustración, en un mundo gobernado por la popularidad en las redes sociales, donde ya todo parece estar inventado y triunfar es muchas veces copiar el modelo que ya se ha comprobado que funciona.

El deseo según Deleuze
Ya en la primera página encontramos la cita al concepto de “deseo”, que es clave en la obra de Gilles Deleuze, tanto que sirve como punto de apoyo al conjunto de su obra. Y es que hay algo en el fraseo de los primeros capítulos de la obra de Remedios Zafra, que de algún modo huele a Deleuze: las mismas estructuras narrativas, ese jugar con el lenguaje tan característico, la intención consciente de crear nueva realidad y nuevas teorías a partir de observarlas desde prismas nuevos...: si es cierto que creamos la realidad a partir de nombrar, ¿por qué no iba a ser posible dar lugar también a nuevas teorías cambiando la forma de nombrar o expresar las realidades?

Remedios Zafra deja fuera de este ensayo a toda esa gente que se enriquece con su obra creativa, de mayor o menor calidad artística. Creadores que por mil motivos han conseguido dar con la clave que les catapulte al éxito y así vender miles de libros, cobrar cantidades desorbitadas por un cuadro, vender ropa a los más ricos con diseños de precios inalcanzables, cobrar lo que un obrero cobra en toda una vida por una sola partitura, y así sucesivamente.

Continuamente se centra en el problema de la frustración, un sentimiento que desgasta y que es la forma de vida de un sector que ha visto cómo un trabajo precario que iba a ser tan solo el trampolín para conseguir sus sueños, se ha convertido en una inercia de la que resulta imposible escapar, porque no hay plan B y nada va a caer del cielo milagrosamente para pagar las facturas. Sueños frustrados por la guillotina del capitalismo hostil.

Entre líneas se percibe claramente la influencia que han tenido en la autora la maravillosa transgresión desvergonzada de Foucault y la narrativa contagiosa de Deleuze, que tiene la llave para abrir nuevas formas de pensamiento. Un vistazo a la bibliografía nos lo confirma.

La instrumentalización capitalista del entusiasmo
¿Cómo se valora el trabajo artístico? Veamos. Zafra deja a un lado a los que triunfan, como hemos dicho. Su objetivo es la denuncia de todo aquello que está mal, pero es que también huele a podrido en las galerías de arte que excluyen de forma consciente la obra de mujeres; en los coleccionistas que invierten en arte como puro objeto de capital; en el acceso reservado a determinados espacios artísticos elitistas; en el intrusismo, como pasa en casi todas las profesiones; en la proliferación de “bellartistas” titulados que no piden o se ganan sino que exigen su espacio en el mercado esgrimiendo títulos académicos como frágiles garantes de calidad, pero sin una obra sólida que les respalde y hable por ellos, etc.

En cuanto a la instrumentalización del entusiasmo, de forma repetida a lo largo de los capítulos podemos ver cómo Zafra denuncia el abuso real que existe hacia los creativos: la sociedad, en general, no valora el trabajo artístico por puro desconocimiento e incultura, y así sucede que se ofrece a músicos tocar en espacios sin cobrar, (recibiendo a cambio tan solo el acceder a una sala que les dé cierta publicidad), o a ilustradores a quienes se les piden diseños a cambio de nada, y así sucesivamente. Se entiende que, como es algo que se disfruta haciendo, no hay por qué hacer un pago añadido, en el goce creador el artista debe encontrar todo su pago, (no sabemos de qué manera se paga con eso el ticket de la compra, el alquiler de la vivienda o las facturas, etc).

La desigualdad de género va de la mano a la precariedad laboral, también en el sector artístico (o más especialmente si cabe): los trabajos creativos y los cuidados son tradicionalmente trabajos feminizados. Zafra denuncia que el sistema no evolucione en pos del bienestar de los individuos, sino que avance de una forma tan deshumanizante que tengan que ser las personas las que se adapten a los nuevos cambios para no acabar fuera del engranaje. La autora no se explica cómo los trabajadores, engañados, no se organizan para dinamitar el sistema, sino que se parapetan en nuevas formas de individualismo, no se dan por aludidos, y alimentan así una inercia que de momento les hace vivir peor a todos y que a la larga terminará por destruirles.


El mundo detrás de una pequeña pantalla
p.114 “Un niño mueve los dedos pulgar e índice de su mano derecha sobre el cristal de la ventanilla de un coche. Está sentado en el asiento de atrás y sus juguetes electrónicos se han quedado sin batería. El niño intenta ampliar la imagen de una vaca que pasta en el campo de afuera. Lo hace como si el cristal fuera su pantalla y la imagen real asible y manipulable, como si el mundo real estuviera allí representado y tocarlo le permitiera lograr un primer plano del animal. Desde que nuestro mundo viene cada vez más mediado por pantallas y los animales reales e imaginarios confluyen, allí donde un marco encuadra una escena móvil, late con fuerza la duda.”
Avatares que exigen ser actualizados, redes sociales hambrientas de contenido nuevo, una pantalla en todo momento delante de nuestras caras. ¿Hacia dónde nos lleva esto? Volviendo al trabajo creativo, a través de Internet se ha dado la vuelta a la tortilla, y mientras hace unos años unos pocos creaban para todos, ahora cualquiera, casi todos, creamos para todos, ya que nuestra obra digitalizada y expuesta on-line es capaz de llegar a cualquier lugar del mundo que tenga conexión a Internet.

Las personas creativas han canalizado su entusiasmo para dar forma a nuevos modos de crear en Internet y vivir de ello; el ejemplo de los youtubers como profesión nueva que hace unos pocos años no solo no existía sino que era impensable. Basta con tener una cámara y conexión a la red, ni siquiera hace falta bagaje cultural. Mucha gente triunfa grabando su día a día, exponiendo a su familia e incluyendo a menores (hay quien publica las grabaciones de sus partos y a partir de ahí, absolutamente todo). Las marcas se pelean por ellos, suben los cachés, vida de eventos y farándula, etc. Es solo cuestión de exponer tu privacidad hasta pasar el límite de lo ético y tener cierta gracia frente al objetivo.

Zafra incluye en este libro interesantes cuestiones tangencialmente relacionadas con el motivo de su ensayo. Por ejemplo, el arte utilizado por la masa aborregada como herramienta de evasión. Ella misma, como autora, ha vivido el momento en que sus lectores le piden que escriba libros que les entretengan y no les hagan pensar, algo que no por habitual deja de resultar desesperante.

Esa masa, que es la mayoría, son eternos adolescentes que no se enfrentan a su realidad y que sólo se dejan llevar por la inercia, sin hacer ningún esfuerzo por su crecimiento personal, como bien explicó Recalcati en su maravillosa obra “El complejo de Telémaco”, de esta misma Colección Argumentos. Zafra defiende a ultranza el trabajo creativo como medio para sacudir y crear conciencias, no tan sólo para entretener, y propone que se lleven a cabo nuevas formas de gestionar los procesos creativos para que el trabajo artístico no desaparezca, porque es absolutamente necesario para dar forma a una sociedad de la que podamos presumir.

lunes, 8 de enero de 2018

La edad de la ignorancia - María Alcantarilla


“La edad de la ignorancia” está galardonado con el Premio de Poesía Hermanos Argensola 2017. Si aún son de ese tipo de lectores que piensa que los libros premiados no tienen calidad, aquí traigo éste para desmentirlo. La poeta María Alcantarilla ha reunido en este volumen un buen puñado de poemas maravillosos que fascinan por su capacidad para crear imágenes con palabras y por su destreza con el uso del ritmo interno.

La carrera de María Alcantarilla se desarrolla entre la poesía y la fotografía: ha publicado otros poemarios como “Ella: invierno” (Valparaíso), “El agua de tu sombra” (Musa a las 9), “La verdad y su doble” (Sonámbulos) y la novela “Un acto solitario” (La Isla de Siltolá); pero también podemos ver en su Instagram (@m.alcantarilla) algunas de sus imágenes sugerentes en blanco y negro acompañadas de pies de foto evocadores.

Qué nos querrá decir nuestro niño interior
Hay algunos temas recurrentes en los poemas que se recogen en “La edad de la ignorancia”. Precisamente, la primera idea que se me viene a la mente al leer el título, es que hace referencia a la infancia, y es justo sobre la infancia y el concepto del niño interior sobre los que tratan algunos de los (mejores) poemas.

En este sentido, tenemos una serie de tres piezas (“La hija que no tuve”, 1, 2 y 3) que son sencillamente preciosas, una virguería, en las que la poeta se dirige al lector explicando las cosas que hace la hija que no tuvo cuando la observa. Son poemas extremadamente vitalistas y coloridos en los que reír, bailar y saltarse todas las normas impuestas. Me parece evidente que la poeta utiliza esa figura de niña fantasma que está porque la ve, pero no está al mismo tiempo, para referirse más bien a su niña interior, al instinto de vivir cada momento abstraída por aquella primera inocencia que hacía que todo fuera más real y más bonito, despojada de la capa gris de la vida adulta y sus miles de imposiciones sociales.

LA HIJA QUE NO TUVE (3)
La hija que no tuve me llama por mi nombre
y se desdice en todas las vocales.
Juega a confundir nuestros papeles
como el viento confunde nuestras caras
y amenaza con un nuevo bautizo cada día
y se acuclilla en pos de cada río.
La hija que no tuve me recuerda al ser
que un día fue niño en mí y fue misterio.
Al verla, me gusta convencerme de los días,
mirarla y ver en ella la verdad y los milagros.
La hija que no tuve trae a casa a los huidos
y les habla de la familia
con una mansedumbre
que recuerda más a un alma anciana.
Reparte los cubiertos
y separa las sillas del abismo
―y sirve el pan―
como si todos fuéramos iguales
y pudiésemos cambiar nuestro destino,
volver a reencontrarnos al comienzo
y cumplir al fin cada promesa.

Arte comprometido: intercambio de roles y género fluido
Algo más que me ha emocionado leyendo estos poemas es la forma en que la autora juguetea con la idea del intercambio de roles femenino y masculino. Sabemos que escribe una mujer porque el nombre que se nos muestra en la cubierta es femenino, pero eso no debería de interferir a la hora de llevar a cabo nuestra lectura. Algunos de los poemas hablan en primera persona del singular y en masculino, y de esa forma se juguetea sin miedo con el gender fluid, el intercambio de roles, se investiga el lado femenino y masculino que habita en cada uno de nosotros: estos poemas parecen indicarnos que dejemos que todo fluya y no nos pongamos barreras, que a fin de cuentas femenino y masculino es tan solo lo que se nos ha dicho que sea (un constructo social).

(…) Reconozco a menudo al hombre que me habita / y le saludo como a un nuevo convidado / a mi presente
*
(…) Yo mujer, / yo hombre de nadie y a quien nadie puede ver / mientras insisto en darme por vencido

Pasa algo entre las líneas de los poemas de María Alcantarilla: su control del ritmo es tan brutal que parece que escribiera añadiendo la letra a una partitura bien medida, tiene un manejo hipnótico del ritmo interno. Hasta el punto de que el tema que se trata en muchos poemas pasa a un segundo plano porque la imaginación del lector se queda bailando entre las letras. Son poemas que demuestran el trabajo que hay detrás de cada texto, y que no se trata solo de un momento de inspiración sino que incluso la elección de una u otra palabra en un poema puede ser clave para que el conjunto brille, o para dar al traste con la que podía ser una buena idea de partida.

Algunos de estos poemas son narrativos; otros, mucho más libres y evocadores. Pero no encontramos uno mediocre o malo, todos son increíbles.

UN DÍA DE LLUVIA
Hace falta algo más que un día de lluvia
para limpiar los pies de quien camina.
Algo más que descalzarse en los hogares,
descalzarse ante el amor y su resaca
como el mar inflamado
cuando el astro aspira a poseerlo.
Algo más que la miseria asaltándonos la voz
Mientras mentimos al otro y le mentimos
a quien somos y a quien fuimos;
hace falta algo más que una intención
para enjuagar el alma de temores,
algo más que dulcifique al vivo y al descalzo,
que nos ate el alma al pie
mientras la lluvia cae y nos recuerda.

Cuatro secciones y ningún prólogo
Lo complicado es encontrar un poemario que no esté precedido por algún prólogo. A menudo los poetas piden a sus colegas (a los que tienen un nombre más conocido, para que apadrine el libro, le aporte valor y sirva como argumento de venta) que escriban un prólogo para su próxima publicación. “La edad de la ignorancia” no tiene prólogo ni lo necesita, hay muchos libros que no necesitan ser explicados, ni ser precedidos de ningún tipo de texto introductorio: a menudo se toma al lector por tonto, se le añaden un puñado de páginas innecesarias. Hay prólogos estupendos y muy informativos, pero es también un arma de doble filo: un mal prólogo afea el libro como la mala elección de un sombrero, una corbata o un chaleco puede estropear todo un conjunto.

Simplemente, los poemas se agrupan en cuatro secciones, a saber: “Por descuido”, “El visitante”, “Las duraciones” y “La edad de la ignorancia”, que da título al libro. Como ya he indicado, todos los poemas me han parecido excepcionales, pero quizá sea el conjunto recogido en “El visitante” el que más me ha cautivado. Bajo este título se agrupan una serie de poemas que giran un poco en torno a esa idea de explorar tanto la parte femenina y masculina de cada uno de nosotros, y son poemas en los que la poeta explora a veces como un animal herido, o aturdido, o como una criatura que acaba de llegar y no conoce aún su entorno. Mira hacia fuera y hacia dentro, y si me ha transmitido esa sensación de desvalimiento es porque quizá no haga falta acabar de llegar al mundo para sentirse perdido, basta con hacerse las preguntas oportunas para que, en cualquier momento, toda nuestra realidad se desmorone.

Sea como sea, este poemario no tiene desperdicio, cada vez que lo releo encuentro nuevos matices agazapados. Ha sido una maravillosa coincidencia descubrirlo porque aún no había leído a la autora, de quien solamente me sonaba de lejos y de oídas su nombre. Por supuesto que a partir de ahora la tendré muy presente, desde aquí quiero lanzar mi enhorabuena a María Alcantarilla por un trabajo tan bien hecho. Recomiendo “La edad de la ignorancia” como una de las mejores lecturas poéticas que he tenido en mucho tiempo, y espero que la disfruten al menos tanto como yo lo he hecho.


domingo, 31 de diciembre de 2017

Libros favoritos de 2017


Estos han sido mis libros favoritos de 2017, mis mejores lecturas. Apenas suponen un 10% de las lecturas de todo el año, así que si han llegado hasta esta lista, para mí tiene mérito.

La mitad son libros de poesía o extremadamente líricos, como lo es Pascal Quignard cada vez que se coloca delante de una hoja en blanco. La voz puramente poética es casi exclusivamente femenina, por la sencilla razón de que ya han estado acalladas demasiado tiempo. Así pues, John Keats (gracias a él conocí en marzo una Roma que no sale en ninguna guía de viajes para turistas cegatos, y le leí incansable) se rodea de mujeres: Josefa Parra, María  Alcantarilla y Sharon Odds, a las tres las descubrí este año y a las tres les sigo el rastro muy de cerca porque son maravillosas. Amanda Palmer y Neil Gaiman sólo me dan alegrías y por eso les amo, son una pareja tan entretenida, imaginativa, brillante y original que únicamente puedo estar pendiente de cada nueva locura que den a luz al mundo. Alistair Bonnett me llevó de viaje por lugares extraños aportando reflexiones filosóficas, mientras yo viajaba a mi vez buscando el sosiego en las playas nubladas del norte en invierno, y finalmente redescubrí a Patricia Highsmith a través de esta maravillosa historia lésbica tan sutil con final feliz.

domingo, 24 de diciembre de 2017

Foucault para encapuchadas - Manada de Lobxs


"Foucault para encapuchadas" no es un libro que espere ser reseñado. Es una herramienta para la lucha diaria, un manual terminológico básico para todo aquel que detecte la heteronorma imperante en la sociedad, y renuncie a formar parte de ella, así como del binarismo que embrutece a las masas, y al capitalismo hostil.

Lejos de conformarse con migajas, "Foucault para encapuchadas" no pretende que se incluya a las minorías para que pasen a formar parte del sistema haciéndoles un favor, no quiere bodas de gays ni lesbianas paridoras: quiere destruir el sistema. Aquí se denuncia lo que hay tras la máscara de lo gay friendly, la sociedad que a diario humilla, segrega y nos ataca con violencia física y verbal. La farsa detrás de la supuesta inclusión de todo aquel que no cumpla los requisitos para ser admitido.

Todos los textos se basan en la obra de Michel Foucault, Judith Butler, Gilles Deleuze, Felix Guattari, Tiqqun, Beatriz Preciado, Paco Vidarte, Monique Witting y muchos más. El enfoque parece claro, y personalmente me parece absolutamente correcto.



p. 11
La mujer es el artefacto político que no consigue asumir la soledad, siempre en busca de quién la complete, de quién la ampare, la proteja, la cobije, la resguarde, siempre esperando al príncipe o -la princesa- azul, siempre aguardando algo que estimule su abúlico tedio existencial femenino hegemónico de ángel del hogar sin más afirmación que su melancolía. La soledad en el desierto es la forma que reviste el medio de encuentro de quien procura desertar de las formas del yo-soy- mujer, llevándose en la retirada y el éxodo las armas y los afectos necesarios.

Nos borramos, difuminamos el universal que en nuestra especie humana heterocentrada propaga la muerte de todos los existentes para emprender la fuga, el exilio, fuera de los estratos del control, fuera de las lógicas binarias varón- mujer/humano-animal/heterosexual-homosexual, combatimos para devenir múltiples. No más lágrimas.

p. 25
Es decir, los malos e indóciles sujetos de las políticas sexuales que no dejan dormir en paz al bebé concebido con la costosa inseminación artificial de la amorosa pareja lésbica profesional blanca y exitosa, que se ha casado por civil para poder heredarse los bienes de la propiedad privada obtenidos en cargos gerenciales como periodistas clasificadas. Cualquier parecido con tu jefa no es pura coincidencia.

p. 32
El devenir no constituye un punto de llegada, ni una evolución ni algo en lo que hay que transformarse. Tampoco se trataría de una identidad disidente o una mera alteridad opuesta a la hetero-norma, como la de los homosexuales. No es algo que se produzca al nivel de la imaginación o del sueño, ni una imitación que responda al orden de la identificación, ni al de la asimilación, no tiene que ver ni con ser, ni con parecer, ni con producir, ni con equivaler...

Por el contrario, el devenir es una expresión relativa a la economía del deseo, cuyos flujos proceden mediante afectos, el contenido propio del deseo, ya que desear es pasar por devenires. Todo devenir forma un bloque que supone el encuentro o relación de dos términos heterogéneos que se desterritorializan mutuamente. Molecular, minoritario, nómade, opera mediante la disolución del orden molar de las identidades. El devenir pertenece al orden de la alianza (no de la filiación) y del rizoma (distinto de un árbol genealógico); siempre una multiplicidad (a diferencia de las identidades que suponen individuos que las encarnan) en vinculación con una micro-política de contagio y de afectación (la epidemia es anti-herencia: no heredamos la disidencia del movimiento LGTB), entendiendo los afectos no como sentimientos personales sino como potencias de manadas que hacen vacilar el yo.

p. 34
De hecho, el cuerpo heterosexual es uno de los artefactos del Capitalismo Global Integrado Heterosexual más exitoso en el arte de gobernar con los que cuenta la sexopolítica decimonónica, producto de una división del trabajo de la carne según la cual cada parte del cuerpo se define respecto a su función reproductora y productora de feminidad o masculinidad (es decir, la estratificación). En tanto régimen político, el CGIH opera desde la heterosexualidad para asegurar la relación estructural entre producción de identidad de género (femenino/ masculino) y la distribución sexuada de ciertos órganos (llamados “genitales” u “órganos sexuales o reproductivos”) y no otros, según un orden binario que se pretende estable y definitivo. El régimen otorga a cada parte de nuestro cuerpo una función única y por supuesto heterosexuada, convirtiendo -subrepticiamente- los órganos de reproducción en órganos sexuales. Lo que estamos queriendo decir es que si por casualidad tu placer sexual adulto pasa por chuparte el dedo gordo, este sistema de ordenamiento de los hechos humanos y no humanos, conscientes y no conscientes, te establecería como perverso, y luego pasarás a ser objeto de control, corrección y normalización dentro de las lógicas heteronormativas. Pero no nos quejamos, no queremos que nuestra perversión sea aceptada, lo que deseamos es destruir este régimen.

p. 43
Heterosexuales paridoras de misóginos, criadores de fascistas, novias románticas encubridoras, madres que piden perdón por lo que ustedes mismas les inculcaron a sus hijos, padres amedrentadores homofóbicos futboleros, caeremos sobre ustedes como Furias, con la alegría descomunal de travestis cuchilleras, de tortas camionabomberamotoquera asesinas, de maricas emplumadas armadas con su sangre. No tenemos miedo de morir como Daniel, ni como Pepa ni como ninguna otra de nuestras amigas, tenemos miedo de vivir como ustedes.


jueves, 14 de diciembre de 2017

Fuera del mapa - Alastair Bonnet

 

"Fuera del mapa" es la constatación de que ni siquiera es segura la tierra que pisamos. La geografía es cambiante, caprichosa. A menudo ocurren desastres medioambientales de variable envergadura. Si unimos esto a la fuerza de la naturaleza y al cambio climático que hemos provocado a costa de contaminar consumiendo y produciendo avariciosamente, se da lugar a geografías físicas que antes no existían.

Alastair Bonnett nos cuenta historias tan curiosas como que hay países que se pelean por islotes que de repente aparecen de la nada, y que de la misma forma un buen día desaparecen sin dejar rastro. O que se jugó el tipo cruzando una carretera muy transitada para acceder a un pedazo de tierra entre cruces de carriles que había quedado allí perdido, inservible, una tierra de nadie sobre la que se moría de ganas de caminar. Nos habla de lugares ya para siempre malditos o mancillados por culpa de las religiones, la política o cualquier otro tipo de miseria humana.

La historia de cada lugar en “Fuera del mapa” es muy interesante, pero también lo es el punto de vista desde el que el autor la enfoca. Bonnett reflexiona de una manera casi filosófica sobre el paso del tiempo y sobre lo equivocados que estamos acerca de la estabilidad de aquello que nos rodea; observa todos estos lugares raros con una mirada poética que parece buscar la belleza en lo sórdido, en lo extraño, en lo que no sale en las guías de turismo locales.

El ser humano tiende a vivir con la creencia de que todo ha sido siempre tal y como lo ha conocido desde su accidental llegada al mundo, y que nada ha sufrido un largo proceso ni experimentado cambios o alteraciones. Un poco como la dificultad de imaginar a nuestros padres niños, la arrogancia de creer que el mundo empezó cuando nosotros llegamos.

Y si sucede que algo cambia de pronto delante de nuestras narices, queremos regresarlo a la única forma que para nosotros es válida, la que tenía cuando llegamos, cuando lo conocimos. Quizá, siguiendo esa línea psicológica, se pueda explicar por qué la gente vota insistentemente a partidos conservadores aunque todo esté mal.

Por otro lado, “Fuera del mapa” también nos enfrenta al espejo de nuestras avaricias, cuando nos habla de lugares que han sido alterados a favor del confort de las personas que los habitan, o que creen poseerlos (la tierra jamás es nuestra: siempre nosotros somos de la tierra). Incluso a pesar de la destrucción del ecosistema del lugar, de cualquier rastro de naturaleza y de la expulsión de los animales que lo habitaban (sin haberlo escriturado, insensatos). Destruyendo el bosque, el paisaje, y alterando el clima. Y llevándonos las manos a la cabeza cuando la naturaleza se rebela protestando.

“Fuera del mapa” se divide en ocho secciones, donde se agrupan los lugares que tienen características comunes. Una de las partes más interesantes es en la que se habla de algunos lugares abandonados dentro de ciudades, hay cuadrillas organizadas que se dedican a investigarlos, Internet está lleno de ellos. Una muestra son los youtubers que se dedican a grabar vídeos en localizaciones como hospitales psiquiátricos abandonados. Leyendo estos fragmentos recordé una película rodada al estilo falso documental o “cámara en mano”, titulada “Así en la tierra como en el infierno”, se trata de una película de terror (poco pretenciosa, muy divertida) rodada en las catacumbas de París, sobre las que existen multitud de leyendas y habladurías relacionadas con diversas variantes de la filosofía oculta. Este tipo de lugares también son reclamo habitual para celebrar botellones o cualquier tipo de encuentro más o menos relacionado con el misticismo. Están llenos de suciedad, escombros y pintadas, y pueden ser muy peligrosos.

Bonnett reflexiona también sobre dualidad Turista VS Viajero. El viajero es un explorador respetuoso que se alimenta de cada nueva experiencia, se mimetiza en lo posible con cada lugar que visita y camina casi de puntillas. Pero los turistas lo patean todo, lo fotografían (sin mirarlo) todo, lo pervierten todo... Cada cosa que se les pone en el folleto de información, la hacen, siguen al rebaño, no ven más allá de sus narices, porque son incapaces de salirse de una ruta preestablecida. Como por ejemplo, las rutas para observar tribus indígenas en vez de dejarles en paz (eso existe), lo llaman "primer contacto de pago", es vergonzoso y sucede en Papúa Occidental, pero habrá más sitios, es preferible no saberlo.


En India aún queda una civilización sin pervertir de la que se sabe poco, no son amistosos, se han hecho intentos de mierda para acceder a ellos, en la Isla Sentinel del Norte. Hemos destrozado el mundo y ya estamos jodidos… pues dejémosles en paz, quizá las maquinitas, todo eso que llaman progreso, no eran tan necesario a fin de cuentas: o más bien es que se nos ha ido de las manos. Quizá vivan con incomodidades o no tendrán vacunas... no sé. Pero no tienen televisores y con suerte no sabrán nada de las bombas atómicas o de los campos de concentración, no pondrán banderas de mierda en sus balcones.

Este libro peca de que ofrece poca información de cada sitio que comenta. El lector tiene que investigar más por su cuenta si le intriga alguno de los sitios. Una de las cosas más bonitas es que la prosa narra buscando la belleza, como se puede apreciar en este fragmento:

p.96 “Encontramos otro caso en la zona montañosa que hay entre los puestos fronterizos del paso de Torugart, que conecta China y Kirguizistán. América Central también tiene un buen ejemplo en Paso Canoas, una ciudad que parece estar entre Panamá y Costa Rica. Se la suele denominar “tierra de nadie” porque dejas atrás un puesto fronterizo y ya estás en la ciudad, sin haber pasado por inmigración para entrar en el otro país. Hay visitantes a quienes les gusta pensar que la ciudad que los rodea está más allá de las fronteras. Es por eso por lo que, en parte, Paso Canoas ha desarrollado una atmósfera oscura y carnavalesca, como si fuera una especie de lugar crepuscular o fugitivo.

Lo que hacen estas lagunas geográficas es devolvernos nuestros propios deseos reflejados; y sobre todo el deseo de salir, aunque sea un momento, de la claustrofóbica parrilla de las naciones. Probablemente ya sospechamos que se trata de una ilusión. Avanzar lentamente en una cola de gente y dejar atrás al agente a cargo de los pasaportes no implica salir de un país ni entrar en otro en ese momento exacto.

Esos puntos de control existen para verificar que tienes permiso para entrar o salir. Su cercanía a la línea fronteriza es irrelevante desde el punto de vista legal. Sin embargo, esta interpretación puramente legal no consigue captar ni la importancia simbólica del punto fronterizo ni el deseo reprimido de entrar en un territorio sin gobierno.”

Para terminar, y siguiendo con las reflexiones sobre la necesidad atávica de apropiarse de un territorio, las regiones tienen a veces también la necesidad de desvincularse de otras que les resultan hostiles o les molestas, o sobre las que sus habitantes sienten un supremacismo nazi que basan en argumentos poco sólidos y muy llenos de odio, como estudios genéticos (totalmente xenófobos y absurdos, ya que nuestro ADN tiene fácilmente rastros de todos los continentes) o hechos históricos que no por haber sucedido significan per se ya absolutamente nada en en el presente. Así, tenemos la tragicómica historia de Gagauzia, increíble pero cierta:

p.251 “La historia de Gagauzia ilustra el poder implacable del nacionalismo al no dejar nunca de dividir y subdividir naciones en unidades más pequeñas. Gagauzia está en el sur de Moldavia, un pequeño país de 3,5 millones de habitantes encajado entre Ucrania y Rumanía y sin salida al mar. Moldavia se escindió de la URSS y se independizó en 1991, pero es un puzzle de nacionalidades que parece deshacerse.
(…) Puede resultar reconfortante pensar, por ejemplo, que en cuanto Escocia se independice se habrá llegado al final feliz de una larga historia. Pero el nacionalismo siempre rebasa sus fronteras, se adapta y transmuta otras identidades geográficas en proyectos de nación. Si Escocia se independiza, ¿por qué no pueden hacerlo las Shetland? Si Moldavia se independiza, ¿por qué no Gagauzia? El proceso de creación de naciones no se limita a satisfacer unas necesidades, sino también a crearlas.
Una de las pocas personas que ha estudiado Gagauzia es la antropóloga turca Hülya Demirdirek. Hasta ella se muestra un poco perpleja por la invención por parte de los gagaúzos de una entidad nacional llamada “Gagauzia”, una palabra y una idea que hasta hace veinte años casi nadie había oído, puesto que antes de la desintegración de la URSS el lugar no existía. (…) un aspecto más significativo de su complejo patrimonio es que los gagaúzos son uno de los grupos más culturalmente rusificados de Moldavia y que muchos de ellos prefieren hablar ruso que gagaúzo. Para los gagaúzos se trata de una asociación desafortunada, puesto que el nacionalismo moldavo se define a partir de la antipatía hacia sus antiguos amos soviéticos.  A medida que se iba acercando la independencia de Moldavia, los gagaúzos se vieron representados cada vez más como elementos extranjeros, un pueblo aparte, cuya verdadera lealtad era hacia la Madre Rusia.

(…) El deseo de reinventar un lugar como nación no emerge necesariamente de unas aspiraciones reprimidas durante siglos, sino que puede aparecer de pronto, sobre todo en el seno de poblaciones vulnerables cuya identidad ha sido absorbida en el pasado por entidades enormes y multinacionales como la Unión Soviética, y que ahora se sienten discriminadas y abandonadas. Esa sensación de agravio ha favorecido el surgimiento de muchos mitos útiles. Por ejemplo, se dijo que Gagauzia llevaba mucho tiempo reprimida y que los gagaúzos habían pasado mucho tiempo ansiando la libertad. Hasta hubo quien afirmó que no solamente no eran de origen extranjero, sino que llevaban en aquella parte del mundo más tiempo que los propios moldavos. Prácticamente nada de eso es verdad, y Gagauzia es cualquier cosa menos un lugar antiguo. Aparte de un Estado independiente de cinco días de duración, declarado en 1906 y limitado a la capital (la República de Kormat), los gagaúzos jamás habían pensado en sí mismos como gente necesitada de un país propio.
(…) La lógica fragmentaria del nacionalismo resulta enervante. Una serie de países de los que jamás se ha oído hablar se dividen en unidades casi carentes de significado. La lógica de la desintegración crea una geografía de la ignorancia, en la cual el florecimiento de identidades y de naciones nuevas sobrepasa nuestra capacidad de ubicarlas o de pronunciarlas. La gente de fuera de la región hace gestos exasperados: los lugares como Gagauzia acaban relegados al montón cada vez mayor de proto-Estados a los     que nadie presta atención. (…) Muchos gagaúzos quieren un país propio porque sin él seguirán siendo un pueblo marginal y sin lugar. El hecho de que un país sea inventado no le resta realidad.

miércoles, 29 de noviembre de 2017

Manzanas robadas (antología) - Yevgeny Yevtushenko


Desde hace unos años se viene reivindicando la candidatura del poeta Yevgeny Yevtushenko para el Premio Nobel de Literatura. Con este “Manzanas robadas”, se nos antoja deudor y heredero de esa trayectoria romántica que hizo brillar a mediados del XIX a la literatura rusa.

Esta antología recoge poemas de amor, otros de carácter social y también algunos más orgánicos en los que la Naturaleza es protagonista: y son precisamente estos últimos los que lo hacen brillar por encima del resto y donde encontramos imágenes poéticamente más potentes. Hay que puntualizar que en la presente edición, 42 de los 47 poemas han sido traducidos de una edición intermedia con los poemas volcados del ruso al inglés, por lo que inevitablemente se habrá perdido parte de la esencia de los mismos en el largo proceso.

HERIDAS
Me han herido con frecuencia y con mucho dolor,
regreso a casa arrastrándome y abatido,
lastimado por lenguas venenosas,
es que se puede dañar hasta con el pétalo de una flor.

Y yo mismo me he herido sin ser consciente
por una casual ternura
y luego alguien sintió la herida
y fue como caminar descalzo como el hielo.

¿Por qué aumento las ruinas
de aquellos que me quieren y están tan cerca de mí?
¿Por qué yo, que puedo ser fácilmente herido
puedo dañar a otros casi hasta matarlos?

(1973)

LOS LIBROS PRESTADOS
Los libros también leen a quienes leen libros.
Los libros ven en nuestros ojos escondidos gritos y gemidos.
Los libros oyen todo lo que tememos y nos decimos.
Los libros aspiran lo que nosotros respiramos.
Nosotros fuimos unidos por los libros.
Anna Kareninafue nuestra Celestina suicida
cuando ella resucitó de los congelados rieles
y nos lanzó en nuestros brazos.

El silencioso  retorno de los libros prestados
por quienes se aman los unos a los otros
no parece como un mutuo favor,
es como romper páginas en pedacitos:
es una separación irreversible.

Nosotros solamente podíamos devolvernos los libros,
pero no nuestros instantes secretos,
los cuales ocultábamos muy profundamente
para no ser detectados por ojos indignos.

Tomaste mis libros del baúl de tu carro
y lo dejaste abierto esperando de mis manos los libros tuyos,
apretándolos en tus pechos:
Pasternak, García Márquez, y el Diario de Anna Frank.

Mis brazos querían abrazarte mucho
pero ellos estaban cargados de libros,
como si estuviera protegido por Dostoyevsky, Faulkner
y los proverbios rusos.

Yo puse todos tus libros de vuelta en tu baúl
tratando de no mirarte a los ojos
y tú, como alguien arrastrándose en cámara lenta bajo unas ruinas,
comenzaste a devolverme los libros uno por uno.

Yo te rogué durante dos largos años
que encontraras y amaras a alguien,
y cuando ocurrió, yo respiré tranquilo,
pero mis dientes rechinaban con desesperación en las noches.

Yo nunca te pregunté con envidioso desdén el nombre de mi rival:
“¿Quién es?” “¿Qué edad tiene?”
Yo no supe si llorar o reír
cuando tú me respondiste: “18 años”.

En ese momento de separación,
tú, como la belleza de una virgen incorruptible,
me pediste, sin palabras, sólo con una mirada
que me acercara y te abrazara otra vez.
Pero yo contesté únicamente bajando la vista.
Tú me miraste como si estuvieras enamorada de nuevo.
Si yo te hubiera mirado a los ojos, todo podría haberse repetido.
¿Qué me lo impidió? ¿Cobardía? ¿Coraje?
¿O algo que aún no tiene nombre?

Las releídas, cansadas páginas de los libros,
ya estaban temblando en tus manos.
Tus aros tintineaban.
Tú estabas aturdida protegiendo tu alma con los libros,
apretados a tu corazón.
(1999)

PEQUEÑITAS CALLES DE BARCELONA
En Barcelona las calles son angostas
como pupilas de gatos angustiados.

Algunas calles están muy ocupadas con el amor, otras con penitencias,
a través de las ventanas se oyen palabras muy jugosas,
si alguien pica cebollas en el lado derecho
en el lado izquierdo alguien se pone a llorar.

Mujeres con enloquecidos ojos negros
ahora lanzan agua de una bañera sobre una vecina,
ahora salen por las ventanas, al aire libre,
cada una con sus peinados en desorden.

Y muertos de risa, desde el marco de las ventanas,
tirando los maceteros al suelo,
los niños entrecruzan
los chorros de sus meados.

¡Una pelea! Todos los maridos son unos cornudos
¡Los abismos se tragarán a los viciosos!
Y como cohetes sobre sus cabezas
largos hocicos de pájaros pasan volando.

Camino hacia el medio de las calles
y allí en el centro también todo es inseguro
los rostros enardecidos de la gente
sólo quieren comprar sardinas.

Me gustaría cantar alabando la vida común
o cantar a una simple rosa
aun cuando fuera una rosa artificial
pero que azotara mis mejillas.

Uno quiere por supuesto que la gente sea amable
pero en mi chaqueta, diseñada a la moda,
la parte derecha está manchada con algo que cayó de no sé dónde
y en la parte izquierda está pegado un gato con los pelos de punta.

Alguien al lado investiga, hace preguntas,
en la celda voces desconocidas gimen
pero, bueno, las amenazas del rival
lanzando ácido por los ojos pueden calmarse.

Y mientras la censura fascista
ahoga los pensamientos como gatos en una bolsa
alguien le grita a una mujer al estilo ruso: “¡Tetona imbécil!”
pero claro, se lo dice en lengua española.

La gente ya cansada y fastidiada
ventilan sus rabias a la nada
y se han convertido en represores los unos de los otros
olvidándose de los principales represores.

La paz está amenazada por escobas y cuchillos.
Y yo estoy por la paz, pero aquí, ¡Dios mío!
¡no hay ninguna manera de desplegar tus brazos!
Todo está amurallado desde la derecha hasta la izquierda.

En Barcelona las calles son angostas
como pupilas de gatos angustiados. 
(1967)

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