domingo, 17 de noviembre de 2013

Limpia, fija y da esplendor

Este es el anuncio con el que la Academia de Publicidad felicita a la RAE por su tricentenario:



Javier Marías lo menciona en su artículo de hoy para "El País Semanal":

La Academia de la Publicidad ha obsequiado a la RAE, por su tricentenario, con un anuncio en el que una madre riñe a un niño en un español desastroso, y luego, tras mirar el Diccionario, le vuelve a echar la regañina con corrección gramatical y léxica. También han llovido improperios: ¿por qué ha de ser una mujer la que hable mal? Supongo que tenía que ser una mujer o un varón, una de dos, y que daba lo mismo. Quizá los de la Publicidad deberían haber elegido a un progenitor hermafrodita, transmitiendo así una imagen muy realista. Claro que entonces se habrían soliviantado los escasos hermafroditas, con mayor razón, imagino. La verdad, no hay manera de decir ni hacer nada sin ofender hoy a alguien y ser objeto de denuncia. La vocación inquisitorial es la más extendida, y el mundo está dominado por la susceptibilidad exacerbada. Si no fuera porque ésta trae consecuencias –ya lo dije al principio–, aquél sería un lugar bienaventurado, de una comicidad irresistible.

Ojalá existiese un ambientador tan eficaz para las casas, los armarios y las mentes que no se airean nunca. O, por qué no, un spray de bolsillo para que los más débiles se defendiesen de quienes les adulan con faltas de ortografía, de decoro y de sentido común.

jueves, 14 de noviembre de 2013

"Ánimo del poeta"

¿No estás emparentado con cuanto vive?
¿No se acerca a servirte la misma Parca?
¡Marcha, pues, indefenso,
por la vida, y de nada cuides!

Para ti, cuanto ocurre sea bendito,
sea trocado en gozo. Pues ¿qué podría
dañarte, corazón,
ocurrirte por donde vayas?

Como en la costa plácida, o el seno alzado
de la ola de plata, o la callada
hondura, el nadador
avanza, así estamos nosotros,

los poetas del pueblo, donde lo vivo
alienta en torno, a todo con amor dándonos;
si no ¿cómo cantar
a cada uno su propio dios?

Si las olas a alguno de los valientes,
nadando en su confianza, absorben y hunden,
y la voz del cantor
en el azul ámbito calla;

murió alegre, y aún lloran los solitarios,
en su bosque, la suerte del más amado,
y la muchacha escucha
la endecha muerte en la espesura.

Si alguno de los nuestros pasa, en la tarde,
donde se hundió el hermano, recuerda entonces
el final que le aguarda,
calla, y marcha más confortado.








Friedrich Hölderlin. Poemas. Trad. e introduc. de José María Valverde. Ed. Icaria, 1983

martes, 12 de noviembre de 2013

"El juego de las nubes" - J. W. Goethe


Este libro es sólo una curiosidad, una rareza: ni es el mejor libro de Goethe ni nadie ha dicho que lo sea, no nos llevemos a engaño. Es tan solo que resulta llamativo descubrir hasta qué punto le apasionaban los fenómenos atmosféricos a este grandísimo escritor, que incluso escribía en un diario las variaciones que observaba cada día en el cielo.

Ilustración de Goethe
Pertenece a la colección de libros ilustrados de la editorial Nórdica, y por tanto incluye algunas imágenes: unas pocas, bocetos muy sencillos, fueron realizadas por el propio Goethe, han sido extraídas de las páginas de sus cuadernos de anotaciones y fueron realizadas entre 1816 y 1820.

El resto de imágenes (o la mayoría) son de Fernando Vicente. Representan cielos cubiertos iluminados con la luz característica de determinados momentos del día y todas incluyen personajes ataviados con trajes de la época, que sitúan la obra en su tiempo y a la vez evocan la lírica de los textos de Goethe.

Ilustración de Fernando Vicente
Puede parecer que la observación de los sucesos atmosféricos era un entretenimiento lírico y relajado pero va mucho más allá, puesto que Goethe se interesaba tanto por estos asuntos que llegó a investigar leyendo los libros de especialistas de aquella época, y esto se aprecia en el segundo apartado de este libro, titulado "Ensayo de meteorología": cita sus lecturas y denomina a cada tipo de nube por su nombre exacto.

Uno de los grandes aciertos de este libro es la imagen seleccionada para la cubierta: el hecho de jugar con una nube en forma de calavera (objeto que nunca se cita en el libro) demuestra el conocimiento del dibujante sobre la obra de Goethe, ya que una imagen tan lírica y tenebrosa al mismo tiempo es absolutamente perfecta para ilustrar la obra del autor de "Faustoª.

domingo, 10 de noviembre de 2013

"América y otros relatos" - Arthur Schnitzler


Este libro es una joya, y no exagero si digo que es uno de los mejores libros de relatos que he leído en los últimos años. Ha sido publicado por la editorial Marbot, que ya tenía en su catálogo otras dos obras de Schnitzler ("La señora Berta Garlan" y "Doctor Graesler, médico de balneario"). Otro buen puñado de títulos del mismo autor se pueden encontrar en la editorial Acantilado, que también ha hecho un gran trabajo para dar a conocer su obra. 

Para ubicarlo fugazmente, un dato interesante es que Schnitzler es el autor de "Relato soñado", la pequeña y deliciosa novela en la que se inspiró Stanley Kubrick para rodar "Eyes Wide Shut". Pertenece a la maravillosa generación de escritores de los últimos decenios del s. XIX y primeros del XX y se caracteriza por una escritura elegantísima y unas tramas casi siempre basadas en sucesos factibles en la vida real, en las que introduce algún elemento esquizoide. Analiza de una forma magistral las tribulaciones del alma humana: no en vano, fue pionero en utilizar el monólogo interior en lengua alemana. Yo diría que es el maestro de la desesperación y de la duda. Se desenvuelve en las tinieblas de la noche y en los brillos confusos de los amaneceres como pocos escritores saben hacerlo.

La mayoría de personajes de estos relatos tienen en común rasgos egoístas en su personalidad, también cierta facilidad para mentir y salir (no siempre) airosos, lo que no les convierte en las mejores personas pero sí en utensilios valiosísimos para que el escritor que les dio vida exprese a través de ellos la mediocridad que ocasionalmente se encuentra en el alma humana, o que quizá permanezca latente siempre.

Schnitzler era médico, y esto se refleja en algunos relatos, en los que describe con precisión, por ejemplo, el mal que ataca a las cuerdas vocales de una joven cantante, o la preparación de venenos químicos para cometer asesinatos. La muerte, utilizada como recurso constante en sus relatos, parece haber sido una de las obsesiones de este autor, mientras vivía.

Algo que destaca en esta colección de cuentos es la presentación formal de cada uno de ellos. Pues no todos siguen estructuras clásicas, "La comedieta", por ejemplo (uno de los mejores de todo el libro, pero hay tantos buenos) es una historia que se narra a través de las cartas que los dos protagonistas envían a sendos amigos de confianza y, a través de la lectura intercalada de las de uno y otro, el lector es capaz de atar cabos y tejer la trama.

Existen personajes de todo tipo y condición, pero abundan los artistas (escritores, bohemios...) y los jugadores empedernidos (ricos que casi siempre ganan y pobres que pierden lo poco que tenían tras apostarlo todo): son tipologías con las que Schnitzler compone tramas geniales.

Otro tipo de cuentos, que suelen ser mucho más cortos que el resto, son los que tienen finalidad moralizadora, y que plantean una situación que el autor lleva al extremo de una forma un tanto artificial para hacer hincapié en los aspectos que le interesa destacar. Por ejemplo, "La corbata verde" plantea en tan solo tres páginas las críticas feroces con las que la sociedad ataca el aspecto externo, de forma que, lleve uno lo que lleve, jamás lo llevará al gusto de todo el mundo.

Por último, tengo que destacar que las ediciones de las obras de Schnitzler son siempre un lujo: las publicadas por Acantilado debido a su elegancia y buen hacer habituales, y las de Marbot por la delicadeza de la tipografía y la pulcritud de la maquetación, especialmente: son libros en los que no es fácil detectar ninguna errata, se respetan los márgenes y se utilizan los guiones de la medida correcta en cada caso, un lujo, si nos fijamos en el poco cuidado que demuestran tener muchas editoriales actuales.

Hago esta recomendación con especial ahínco: este libro cuenta, por decirlo así, con la matrícula de honor del mar de letras.

sábado, 2 de noviembre de 2013

Autorretrato con radiador - Christian Bobin


Es más fácil leer que explicar "Autorretrato con radiador": porque es un libro que envuelve con una atmósfera extraña, muy silenciosa y solitaria, (que al parecer se asemeja mucho a la vida real de su creador) y susurra con una voz tímida y delicada secretos que, de tan sencillos, casi siempre resulta imposible plasmar con palabras. Pues bien, Bobin los plasma.

Bajo la apariencia formal de un diario con entradas muy breves, Bobin reflexiona, a grandes rasgos, de la vida, la muerte y  la literatura. Y de cómo esta última parece servir de compañera de viaje entre una y otra. En su caso, la literatura es precisamente el motivo de que la muerte no se precipite en su camino, en varios sentidos: no sólo es la herramienta que le sirve de sustento (Bobin cuenta con más de cuarenta libros publicados, aunque en castellano sólo se hayan publicado cuatro), sino que también es el alimento espiritual que impulsa sus fuerzas para seguir adelante.

Domingo 7 de julio

Ya por dos veces me ha devuelto a la vida. Podría por lo menos, por cortesía, citar su nombre: Tomas (sin h) Tranströmer. Poeta sueco. La reseña dice que es psicólogo de profesión, que todavía vive, que en 1990 se volvió afásico. A veces uno de sus poemas viene a aletear a la altura de mis ojos, me da de comer con su pico y después se va, recuperado por la oscuridad de donde salía, de donde él saca su alimento — y por añadidura el mío.

Christian Bobin no acostumbra a viajar, dar conferencias, salir por la tele, promover, en fin, su trabajo haciendo ruido. Su espíritu se conforma con las cosas más insignificantes y humildes del día a día, y a partir de ellas construye su riqueza. Sólo alguien como él podría describir la literatura y el amor de este modo:

Lunes 24 de febrero

La literatura eterna —cuentos, mitos, leyendas— apareció en la tierra con los primeros hombres. Les permitió habitar la tierra sin morir de frío. El fuego y la voz que narra se inventaron al mismo tiempo, dando el mismo calor y logrando el respeto de los animales salvajes. La literatura eterna debió de venir así: alguien se inclina sobre alguien que está enfermo, empieza a contarle la gran leyenda de los albores, el torbellino de los fines, el carnaval de los dioses, y mediante esa voz que inventa, llega un poco de luz a la oscuridad. La literatura eterna ya estaba allí, entera, en ese tiempo en el que los hombres iluminaban las cavernas con coloreados fantasmas de caballos. Llegó al mismo tiempo en el que el miedo entró por vez primera en un alma, por una grieta de la carne  un cazador mordido en el talón por una serpiente, un niño con los ojos brillantes de la fiebre, una mujer perdiendo su sangre, tumbada cerca de las cenizas, un pintor de bisontes, que se volvió ciego, un anciano, con sus piernas atrapadas por el hielo. La literatura eterna es la medicina más antigua del mundo. Es anterior a la escritura. Antes de depositarse sobre unas tablas de arcilla, purificó voces, sosegó almas. Sigue haciéndolo cada vez que una madre se inclina sobre su hijo adormecido por el cansancio, y cuenta un cuento, canta una cancioncilla. Nunca ha existido una distinción real entre la palabra y la escritura. La escritura es la hermana pequeña de la palabra. La escritura es la hermana tardía de la palabra en la que un individuo, viajando desde su soledad a la soledad del otro, puebla el espacio entre las dos soledades con una vía láctea de palabras. Lo que nos habla, es lo que nos ama. Una palabra privada de amor es una cosa sorda, sin consecuencia. "No sé hablarte, luego te mato": el amor es un esfuerzo para salir de ese crimen natural de cada uno por cada uno de nosotros. El amor es esa bondad elemental a partir de la cual una soledad puede hablar a otra soledad y, si es necesario, acompañarla hasta en la oscuridad. (...)

Este libro es una colección de aforismos enredados entre pensamientos de la más diversa índole. Lo único que podría reprochársele a esta edición española es que, antes de imprimirlo, el libro se debió caer, o acaso un duende intervino, el caso es que las tildes aparecen y desaparecen en los lugres más inoportunos. Perderse o no perderse, en fin, en su interior, siguiendo su hilo de Ariadna, es ya sólo una decisión vuestra.

lunes, 28 de octubre de 2013

sábado, 26 de octubre de 2013

Sir Gawain y el Caballero Verde


Hay libros que, por su propia naturaleza, parece que nos llegan directamente de manos de seres mágicos. Sir Gawain y el Caballero Verde es uno de ellos. No en vano, si ha llegado hasta nuestros días ha sido en gran parte gracias a la intervención inestimable de J.R.R. Tolkien, quien precisamente era una criatura procedente de un mundo mágico, perteneciente a una raza que él mismo creó: los hobbits.

En su afán de proveer a Inglaterra de una mitología propia, buscó y estudió cuidadosamente los textos antiguos, convirtiéndose en un experto en leyendas artúricas. Como bien explica Luis Alberto de Cuenca en el genial prólogo de este libro, Tolkien transcribió la leyenda de Gawain (que estaba escrita en forma de poema y con letra del último tercio del s. XIV, por un autor desconocido) al inglés moderno, para que el gran público tuviese acceso y pudiese gozar de ella.

La historia de Sir Gawain acontece por un hechizo de Morgana (supongo que desvelar los pormenores de una leyenda de hace más de seiscientos años es como hacerlo con los hitos de la historia moderna, no se trata de un spoiler pues cualquiera podría, o debería, conocer el desenlace). Morgana, hechicera y hada de las aguas, ejecuta el encantamiento que somete al Caballero Verde, y es a través de éste como se pone a prueba Sir Gawain. El Caballero Verde irrumpe en las celebraciones de Año Nuevo de la corte artúrica y, ante sus requerimientos, es Sir Gawain, sobrino del rey, quien de entre todos los caballeros se ofrece participar en el reto.

Esta decisión le llevará a visitar el territorio del Caballero Verde justo un año después, tal como queda pactado entre ellos. Una vez allí, y sin ser consciente de ello, el honor de Sir Gawain será puesto a prueba a través de la esposa del Caballero Verde, ya que, formando parte del juego, le visita a solas declarándose enamorada de él. Sin embargo, Sir Gawain demuestra su honor negándose a participar en el engaño, que le hubiera convertido en un tipo despreciable y ruin: mantiene su honor y su caballerosidad y solamente acepta de ella un regalo, un pañuelo verde que le protegerá en batalla. Por tanto, su único "desliz" es cometido con el fin de proteger su propia vida, algo que el Caballero Verde fácilmente disculpa y comprende. En sus propias palabras: 

Pero aquí fallasteis un poco, señor, y os faltó lealtad; aunque no os hizo caer la astuta malicia ni el deseo de amor, sino el apego a vuestra vida; cosa que es más disculpable.

Tal y como está configurada la sociedad actualmente, Sir Gawain sería considerado tonto hoy día por negarse a disfrutar de los placeres que le ofreciera cualquier amable señorita. Participar del engaño y traicionar no tendrían ninguna importancia puesto que todo estaría hecho en nombre de los deseos carnales. Sería un triunfador, un machote: es entonces cuando sería un caballero. Aún más, sería ella la tonta si hubiera sido engañada; o un ser despreciable si hubiese sido ella la que traicionase. Si ese hubiera sido el caso. La fabulosa historia de Sir Gawain y el Caballero Verde nos demuestra cómo han cambiado los tiempos, o mejor, cómo se han estropeado las personas.

Además de la finalidad moralizadora, el relato goza de una estética literaria propia de un gigante de las letras, como bien aprecia Luis Alberto de Cuenca en su prólogo. Las descripciones de los lugares y del invierno, momento en que se desarrolla la acción, son sublimes. La acción está sabiamente expuesta intercalando escenas de lucha y acción con otras de recogimiento y paz, manteniendo de ese modo intacta la atención del lector.

En ocasiones es bueno huir del ruido de la actualidad y del bombardeo de la publicidad de los lanzamientos de libros nuevos, que además de ser inabarcables no están asentados en la historia de la literatura y la gran mayoría nacen siendo ya cadáveres llenos de letras. La lectura de las leyendas artúricas es un poco como un regreso a los orígenes, algo muy positivo si se hace cada cierto tiempo, para no perderse de uno mismo.

sábado, 19 de octubre de 2013

Adiós

¡Ya es otoño! Pero por qué añorar un eterno sol, si hemos iniciado el descubrimiento de la claridad divina, lejos de las personas que mueren en las estaciones.
El otoño. Nuestra barca elevada en las brumas inmóviles vira hacia el puerto de la miseria, la ciudad enorme cuyo cielo está sucio de fuego y lodo. ¡Ah, los harapos podridos, el pan empapado de lluvia, la embriaguez, los mil amores que me han crucificado! ¡Nunca terminará esta reina vampira de millones de almas y de cuerpos muertos que serán juzgados! Nuevamente me veo con la piel roída por el lodo y la peste, los cabellos y las axilas llenos de gusanos, y el corazón de gusanos aún más gordos, tumbado entre desconocidos sin edad, sin sentimientos... Habría podido morir ahí... ¡Qué atroz evocación! Detesto la miseria.
¡Y temo el invierno porque es la estación del bienestar!
A veces veo en el cielo playas sin fin cubiertas de blancas naciones jubilosas. Sobre mí, un gran buque dorado agita sus banderas multicolores bajo las brisas matinales. He creado todas las fiestas, todos los triunfos, todos los dramas. He intentado inventar nuevas flores, nuevos astros, nuevas carnes, nuevas lenguas. He creído adquirir poderes sobrenaturales. ¡Pues bien, he de enterrar mi imaginación y mis recuerdos! ¡Una hermosa gloria de artista y de narrador arrebatada!
¡Yo! ¡Yo que me creí mago o ángel, exento de cualquier moral, he sido devuelto al suelo para buscar un deber y abrazar la rugosa realidad! ¡Campesino!
¿Estoy equivocado? ¿Será para mí la caridad hermana de la muerte?
En fin, pediré perdón por haberme alimentado de mentiras. Y adelante.
¡Pero ni una mano amiga! ¿Y dónde buscar auxilio?

Sí, la hora nueva es, como poco, muy severa.
Porque puedo decir que me ha sido concedida la victoria: el crujir de los dientes, el chisporroteo del fuego, los suspiros apestados se apaciguan. Todos los recuerdos inmundos se borran. Mis últimas añoranzas se disipan, celos de los mendigos, los bandidos, los amigos de la muerte, los retrasados de todo tipo. Condenados, ¡si yo me vengara!
Hay que ser completamente moderno.
Nada de cánticos: mantener lo ganado. ¡Dura noche! ¡La sangre reseca humea en mi cara, y detrás de mi solo tengo ese horrible arbusto!... El combate espiritual es tan brutal como la batalla de los hombres; pero la visión de la justicia es el exclusivo placer de Dios.
Sin embargo, es la víspera. Recibamos todos los influjos de vigor y de ternura real. Y, con la aurora, armados de una ardiente paciencia, entraremos en las espléndidas ciudades.
¡Qué decía yo de mano amiga! Una buena ventaja es que puedo reírme de los viejos amores engañosos, y llenar de vergüenza a esas parejas mentirosas -allá vi el infierno de las mujeres-; y me será factible poseer la verdad en un alma y un cuerpo.

Abril-agosto de 1873.








Arthur Rimbaud. Una temporada en el infierno. Alianza, 2011. Traducción de Julia Escobar.

lunes, 14 de octubre de 2013

"La tercera persona" - Álvaro de la Rica


Álvaro de la Rica (Madrid, 1965), en esta brevísima y extraña novela compuesta por tres pequeños textos que se unen entre sí, concluye que en toda relación ha de existir una tercera persona que la mantenga a flote y la dirija en la dirección correcta. Puede deducirse que en una relación monógama tradicional es positiva la existencia de la tentación para dar coherencia y mayor sentido a todo lo demás, puesto que los miembros de la relación renunciarán libremente a ella y reforzarán así el vínculo que los mantiene unidos. No sé. Partiendo de la base de que las relaciones de a dos, tradicionales y convencionales, son un producto artificial y en gran medida, impuesto por la sociedad, la fidelidad no es más que otra de las reglas del juego que pueden establecerse antes de echar la partida. Hacer trampas es divertido, no tanto cuando te piden por favor que no las hagas mientras asistes en silencio a todo un muestrario de exhibiciones cutres de ases en la manga.

Obviamente, este libro contiene un sinfín de lecturas por su propia temática y por el entramado de historias y personajes que plantea. Su conclusión, en todo caso, no es válida para personas inmaduras que establezcan las reglas del juego descuidadamente, a sabiendas de que las incumplirán. Además, y a pesar de que el mensaje principal es el de la tercera persona como pilar fundamental para sostener a la pareja propiamente dicha, la novela se centra en la relación de miembros de una pareja con esa "tercera" persona suya, dándole más importancia y sirviendo al final como revulsivo para determinar que las relaciones de pareja de los personajes son insatisfactorias, o acaso lo sean sus vidas con todo lo que tienen dentro.

Álvaro de la Rica (profesor en la Universidad de Navarra) utiliza un lenguaje elegante y depurado propio de un profesor de universidad clásico. Si esta novela, por su breve extensión, deja al lector con ganas de continuar, desde la editorial informan de que "La tercera persona" es sólo la primera parte de una serie que publicará próximamente.

Para terminar, es muy probable que la presencia intocable de una tercera persona sea positiva para que una pareja se mantenga y evolucione: en todo caso, lo principal es ser sincero con el otro, y para eso, hay que ser antes sincero con uno mismo. Y es ahí donde los más débiles fracasan.

domingo, 13 de octubre de 2013

"Cartas de amor de la monja portuguesa Mariana Alcoforado"


He podido comprobar que últimamente este libro sigue, o vuelve a estar, de moda, a pesar de datar de 1669: la mismísima editorial Acantilado lo editó en 2009, y Libros del Zorro Rojo incluye en su catálogo de este año una edición ilustrada del mismo. El que yo he leído es de Círculo de Lectores, en una edición cuidadísima que incluye la reproducción de la portada original, guardas ilustradas a la antigua y relieve en las tapas, entre otros detalles. 

Portada original, ed. Círculo de Lectores
Precisamente lo que me llamó la atención fue no tanto el título como la presentación formal del libro. De haber caído en mis manos la edición del Zorro Rojo no creo que me la hubiera llevado a casa: la ilustración de la cubierta representa a la monjita con gesto aún más excitado que la niña de Crespúsculo en las películas, y según he podido comprobar en su catálogo de Internet, una de las ilustraciones del interior contiene a la monja masturbándose con la toga puesta: un reclamo publicitario que no se corresponde para nada con el contenido del libro y que por tanto no demuestra muy buen gusto.


Guardas, ed. Círculo de Lectores
En la edición de Círculo (2000), la traducción y el prólogo son de Carmen Martín Gaite y como epílogo tenemos un artículo de Emilia Pardo Bazán que data de 1889: ambas autoras explican el contenido de las cartas con un gusto exquisito y ofrecen al lector multitud de datos para contextualizar la obra su a su (supuesta) autora.

En cuanto a las cartas, que sólo son cinco y más bien breves, presentan el testimonio, verídico o inventado (¿qué más da eso a estas alturas?) de una monja que se obsesiona con un tipo le promete amor verdadero y luego pasa de ella: en resumen, la típica historia. Ni es la primera monja que desoye sus votos de castidad, ni la primera niña que según sale del colegio de monjas se enamora del primer gilipollas que le ríe la gracia.

Al menos, a la monja portuguesa se le cae la venda de los ojos a la quinta carta: existen multitud de casos de señoritas que ni con el paso de los años dejan de comportarse como abnegadas madres con el objeto de sus desvelos, conformándose con migajas, viviendo a su sombra y además, agradecidas de que su Don Juan de barrio tenga la deferencia de indicarles cómo tienen que vivir su vida. Patético pero verídico, y es que hay quienes hacen del maltrato una forma de placer, si no cómo se explica que a tantas almas femeninas se le mojen hasta las ideas con las 50 sombras del maltratador de moda.


En todo caso, las cartas son apasionadas pero en ningún caso eróticas (que nadie se lleve a engaño), y si llaman la atención del lector no es por el “Cartas de amor” del título, sino por la coletilla “...de una monja portuguesa”. Una vez resuelto el asunto de la curiosidad, el libro en realidad no es para tanto.

sábado, 12 de octubre de 2013

Promoción de postales de libros de Javier Marías


Algunos títulos de Javier Marías publicados en Debolsillo incluyen una colección de diez postales con las imágenes que han usado para ilustrar las cubiertas de sus libros: me temo que esta promoción solamente puede encontrarse en tiendas Fnac (que no son santo de mi devoción, pero para una vez que se pone a la venta merchandising del Rey de Redonda...), pero no he localizado información por Internet al respecto (ni siquiera en la propia web de Fnac, o no he sabido mirar o ellos no lo han anunciado).

En la parte posterior de cada postal está impresa una frase correspondiente a cada uno de los diez libros, que son: "Donde todo ha sucedido", "Pasiones pasadas", "Faulkner y Nabokov: dos maestros", "El siglo", "Negra espalda del tiempo", "Vidas escritas", "Todas las almas", "Mientras ellas duermen", "Mañana en la batalla piensa en mí" y "Los enamoramientos".


Alabanza de la lejanía


En la fuente de tus ojos
viven las redes de los pescadores del falso mar.
En la fuente de tus ojos
cumple el mar su promesa.

Aquí arrojo
un corazón que estuvo entre los hombres,
mis ropas y el fulgor de un juramento:

Cuanto más negro estoy en lo negro, estoy más desnudo.
Sólo si soy desertor soy fiel.
Soy tú cuando soy yo.

En la fuente de tus ojos
derivo y sueño un rapto.

Una red capturó una red:
nos separamos entrelazados.

En la fuente de tus ojos
estrangula la soga un ahorcado.


Paul Celan. Amapola y memoria, Ed. Hiperión, 1996










Imagen de cabecera: boceto de Leonardo Da Vinci.

viernes, 11 de octubre de 2013

A propósito de Pascal Quignard


Pascal Quignard es un literato sublime, de una sensibilidad que impresiona y estremece. Sus textos están marcados siempre con la huella de la delicadeza y las palabras que los forman se unen con un lazo de nota musical.

En todos sus libros late una melodía y una forma de proceder absolutamente personal, original y única, que los convierten en pequeñas obras de artesanía: delicatessen para los lectores que huyen de la literatura más comercial y buscan entre los estantes obras más personales e íntimas, eruditas y muy alejadas de la acostumbrado. 

En los últimos años varias editoriales han apostado por sus libros en España: Galaxia Gutemberg cuenta con varios títulos en su catálogo, pero también se unen al fenómeno Quignard otras como Espasa, Minúscula y la siempre encantadora Sexto Piso. Así, disponemos aquí, por suerte, de una gran cantidad de títulos suyos traducidos al castellano, aunque su obra es especialmente prolija y tener acceso a toda es casi imposible.


La Música

Es la música y la cultura clásica lo que determina la literatura de Quignard. Una de las cosas más importantes que hay que tener presente antes de zambullirse en su obra es que se trata de una de las experiencias literarias más parecidas a escuchar la melodía de una orquesta o, por qué no, de una cascada.

Este escritor procede del seno de una familia de larga tradición musical a nivel profesional. No en vano, desde muy joven se inició en el estudio de la Música y, en concreto, del violonchelo, llegando a fundar el Festival de Ópera y Teatro Barroco de Versailles, en el que ocupó el puesto de director hasta que decidió dejar a un lado la música de forma profesional para centrarse en la literatura.

Siendo niño sufrió fases de autismo y anorexia, trastornos que contribuyeron a que el lenguaje tomase forma dentro de su cabeza de una forma completamente diferente a como lo hubiera hecho de haber gozado de un desarrollo sano y normal. Según él mismo ha declarado, ese silencio forzado fue lo que le llevó hasta la escritura, “pude hacer el siguiente trato: estar en el lenguaje callándome”.

Aunque, como comentaba, en todos y cada uno de sus libros la música tiene un lugar muy especial, quizá sea en “Todas las mañanas del mundo” donde encontramos más elementos en este sentido, puesto que se trata de una pequeña novela que se centra en la historia de una familia compuesta por un maestro de viola, viudo, y sus dos hijas. Su prodigiosa forma de tocar y componer música llega a oídos del rey, quien le reclama para su corte, creándose un conflicto entre la posibilidad de lograr un puesto tan importante y el hecho de abandonar una vida sencilla y plena en la naturaleza y sin apenas contacto con la sociedad. 
Este libro contiene también una pequeña historia de componente sobrenatural (secundaria en la trama, pero muy importante para el conjunto del libro), que se desarrolla de una forma muy fluida y sencilla, sin dramatismo ni efectismo fácil... con la delicadeza propia de un escritor sutil y sabio. Existe una película basada en esta novela, titulada exactamente igual y protagonizada por Guillaume Depardieu.


La mitología, la magia

Enlazando con esas pinceladas de misterio y ensueño, es muy importante destacar la faceta mitológica, clásica y antigua de Quignard. Apasionado por las leyendas y los personajes mitológicos, también ha dedicado parte de su obra a plasmar sus conocimientos en este precioso ámbito de la cultura. Por ejemplo, existe un pequeño libro suyo, un ensayo titulado “El sexo y el espanto”, que hace un recorrido completísimo y muy bien documentado a lo largo de la Historia y la Mitología en cuestiones sexuales y sociales. 

Es uno de esos libros suyos que él denomina “pequeños tratados”, en los que la ficción se mezcla con sus propias reflexiones. La hipnótica frase inicial “Llevamos en nosotros el desconcierto de haber sido concebidos” da paso a cuestiones sociológicas y de costumbres acaecidas en tiempos remotos en materia sexual, que, junto con la introducción de pinturas de arte clásico y personajes extraídos de la mitología, hacen de este libro una obra de consulta además de lectura de entretenimiento y aprendizaje: una auténtica joya, en suma.
Otro de sus libros mágicos imprescindibles es “Butes”. Es un libro cuyo recuerdo hace siempre sonreír, una vez leído: está compuesto de frases inolvidables entrelazadas, que nos llevan directamente al mar, donde nos esperan todos los marineros que se sintieron alguna vez atraídos por la música de las Sirenas... así, Orfeo, Ulises o Jasón navegan y naufragan mientras ellas, aladas, con cabeza de mujer y gargantas sorbrenaturales, cantan.


Me aproximo al secreto. ¿Qué es la música originaria? El deseo de arrojarse al agua.


Butes es también un recorrido por las pasiones humanas (y sobrehumanas, o lo que de sobrehumano habita, quizá, en algunos los hombres, tocados con esa ¿bendición?)

La mitología griega recorre las páginas de este libro con sabor a sal, y los datos académicos se mezclan con las reflexiones más puramente personales de su autor, tal y como comentábamos que sucede en “El sexo y el espanto”, por ejemplo, solo que en “Butes” la parte pulsiva y emocional está mucho más presente.

Humano y antiguo

Otra faceta del Quignard novelista son los relatos centrados en personajes un tanto solitarios, tocados por la huella de la melancolía y con un marcado deje antiguo que los hace irresistibles. En este sentido, tenemos por ejemplo “Las escaleras de Chambord”, novela sobre un comerciante y coleccionista de juguetes antiguos en miniatura, o “Las soledades misteriosas”, que trata de una pareja de hermanos con una relación que va más allá de lo fraternal y hace pensar en un complejo enamoramiento truncado. 

Edouard Furtfooz, protagonista de “Las escaleras de Chambord”, colecciona amores al igual que objetos minúsculos: su forma tan egoísta de proceder produce continuamente un enorme dolor innecesario a las personas que utiliza para sentirse siempre idolatrado... un pensamiento infantil que no logra desentrañar le lleva a guiarse de una forma errante e insana por el mundo, con una sensación de frío permanente propia de quienes han sido abandonados a su suerte y nada hay capaz de ampararles.

En “Las soledades misteriosas” tenemos un personaje femenino que abandona una vida profesional estable para reencontrarse con su pasado y vivir en lo sucesivo de una forma extraña y estancada en esos recuerdos y esa forma de vida. Es un relato, al igual que “Las escaleras de Chambord” ligeramente desquiciado, delicado pero muy inquietante, misterioso e intrigante, que fascina por su rareza y por la forma tan elegante de estar escrito.

Como decía al principio, la obra de Quignard es extensísima, por lo que cualquiera puede ser el título que caiga en sus manos... y cualquiera será perfecto para empezar si aún no le han leído. 
No lo olviden: puede que leerle sea una de las experiencias literarias más parecidas a escuchar la melodía de una orquesta o, por qué no, de una cascada...

jueves, 10 de octubre de 2013

Alice Munro, Premio Nobel de Literatura 2013


Enhorabuena a Alice Munro (Duchess of Ontario del Reino de Redonda para más datos), que acaba de ser premiada con el Nobel de Literatura 2013. Como locos a buscar sus libros... sea cual sea, siempre es buena la excusa para buscar libros.


martes, 8 de octubre de 2013

Madrid, jueves 10 de octubre


Presentación en Madrid de los poemarios "Optimístico" de Iñaki Echarte Vidarte y "Tratado de ornitología" de Antonio Jiménez Paz, ambos publicados por Baile del Sol.

En concreto, recomiendo desde aquí el poemario de Iñaki, que acabo de leer (a Jiménez Paz no le he leído nunca así que tendrán que juzgarlo ustedes mismos), y aprovecho para compartir un poema extraído de su libro. Si pueden, no se pierdan el acto.


por el presente documento
prescindo de forma voluntaria
de las vísceras del cerebro del corazón
de los músculos largos y perezosos

prescindo también
de las ideas los pensamientos
las palabras los silencios
la mirada los recuerdos

de la orina el semen los excrementos
las legañas la saliva los mocos
el pelo el cabello las uñas

de la sangre

de la voz el olfato el tacto
la vista el oído

de las lágrimas

prescindo de todo lo que nace
o termina en mi cuerpo
de todo lo que tengo en mi interior

me quedo
con la piel
nada más

para seguir caminando por las calles
y parecer presente
cuando soy ausente


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