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domingo, 29 de diciembre de 2019
"El asesino y otros poemas" - Anne Sexton
La poesía de Anne Sexton me recuerda mucho a la de Sharon Olds. Ambas tienen una manera muy similar de trabajar con la violencia. Las dos son delicadas y cuidadosas, artesanas de la palabra, y saben transmitir muy bien las sensaciones del ambiente familiar, en el que de alguna manera todas (las personas) podemos reconocernos.
Una vez situadas en ese refugio seguro, comienzan las sorpresas. Imaginad un sueño en el que un alfarero trabaja apaciblemente haciendo girar su torno, acomodaos en esa escena. Su rostro concentrado y sereno, sus manos sabias moldeando el barro, el aroma dulce de la humedad en la estancia. Ahora, y sin poderlo evitar, la hoja afilada de una cuchilla brota del barro y atraviesa sus manos. Pero no es eso lo que produce la herida: son las palabras, crueles, de su madre o de su padre durante su infancia y adolescencia, la herida no se puede cerrar y cada vez que se recuerda vuelve a abrirse. Algo así sería la poesía de Anne Sexton (tan similar a la de Sharon Olds), que casi siempre oculta una daga entre brumas, que hace referencia a las relaciones humanas.
Para Anne Sexton la escritura formó parte de su terapia psicológica: "se trataba, al parecer, de utilizar las supuestas propiedades curativas de la escritura a fin de que la paciente comprendiera qué estaba ocurriéndole. Efectivamente, comprendió. Comprendió, entre otras cosas, que era adicta a la aprobación masculina (la de su padre, en primer lugar), tanto sexual como intelectual. Comprendió que el papel de la mujer estaba culturalmente impuesto, que era un juego de culpa y poder." Sin embargo, a tenor de su desdichado final, la terapia no obtuvo muy buenos resultados.
Me gusta su forma de señalar con el dedo lo dañino, el resultado, la calidad literaria que surge de ese ejercicio de poner nombre a todo lo que acostumbramos a ocultar, incluso a engañarnos a nosotras mismas (las personas) diciéndonos que no existe, no es, no pasó. Estamos más guapas calladas (las mujeres): Adrienne Rich se preguntaba si el suicidio de Anne Sexton no fue sino una manifestación de la única forma de violencia que se nos permite a las mujeres.
A continuación, transcribo algunos poemas en la traducción de Jonio González y Jorge Ritter:
FANTASMAS
Algunos fantasmas son mujeres,
ni abstractas ni pálidas,
sus senos son tan blandos como peces muertos.
No son brujas sino fantasmas
que vienen moviendo sus brazos ociosos
igual que sirvientes desamparados.
No todos los fantasmas son mujeres,
he visto otros;
hombres gordos de vientres abultados
llevando sus genitales como trapos viejos.
No eran demonios sino fantasmas.
Uno de ellos arrastra los pies descalzos, dando tumbos
encima de mi cama.
Pero eso no es todo.
Algunos fantasmas son criaturas.
No son ángeles sino fantasmas;
ensortijados como rosadas tazas para el té
en cualquier almohada, o pateando,
mostrando sus inocentes traseros, gimoteando
por Lucifer.
CUANDO EL HOMBRE PENETRA EN LA MUJER
Cuando el hombre
penetra en la mujer,
igual que el oleaje rompe contra la costa,
una y otra vez,
y la mujer abre la boca con placer
y sus dientes brillan
igual que el alfabeto,
Logos aparece ordeñando una estrella,
y el hombre
dentro de la mujer
ata un nudo
de modo que nunca
puedan volver a separarse
y la mujer
trepa a una flor
y traga su tallo
y Logos aparece
y desencadena sus ríos.
Este hombre,
esta mujer,
con su doble anhelo
han tratado de atravesar
la cortina de Dios,
y por un instante lo han conseguido
aunque Dios
en Su perversidad
desata el nudo.
(No incluyo, como de constumbre, el link a la web de la editorial con la ficha del libro, porque este libro no está disponible en el catálogo de Icaria).
Etiquetas:
Anne Sexton,
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literatura estadounidense,
Poemas,
poesía
jueves, 23 de junio de 2011
Es una tarde de primavera _ Anne Sexton
Todo aquí es amarillo y todo es verde.
Escucha su garganta, su piel de tierra,
la seca voz de todo lo que pía
vibrando como anuncios.
Las pequeñas criaturas del bosque
portan todas máscaras de muerte
a una cueva estrecha para el invierno.
El espantapájaros se ha secado
los ojos, dos diamantes,
y ha entrado en el pueblo.
El General y el cartero
han quitado sus bultos.
Todo esto ya pasó en otra ocasión
pero aquí no hay nada que esté obsoleto.
Aquí todo es posible.
Por esto
una joven ha dejado caer
sus vestidos de invierno y, de forma
natural, se ha tendido sobre la rama
que cuelga sobre el río en un remanso.
Ella ha sido vertida sobre el brazo,
cuelga sobre las casas de los peces
que entran, salen, nadando en su reflejo
y subiendo y bajando sus piernas de escalera.
Su cuerpo porta nubes hasta casa.
Ella entrevé su cara de agua
en el río donde hombres ciegos
acuden a bañarse a mediodía.
Por esto
la tierra, esa pesadilla de invierno,
ha curado sus llagas y ha explotado
con vitaminas y pájaros verdes.
Por esto
se retuercen los árboles en sus trincheras
levantando pequeñas copas de lluvia
con dedos sutiles.
Por esto
una mujer de pie junto a su horno
está cantando y cocinando flores.
Todo aquí es amarillo y todo es verde.
Seguramente la primavera permitirá
a una chica desnuda
girar con suavidad bajo su sol
sin que le tenga miedo a su cama.
Ha visto florecer siete
capullos en su verde espejo verde.
Dos ríos confluyen bajo ella.
La cara de la cría se arruga
en el agua y se marcha para siempre.
La mujer es lo único visible
en su belleza animal.
Su preciada y obstinada piel
yace profundamente bajo el árbol de agua.
Todo es, en su conjunto, posible
y también pueden ver los hombres ciegos.
IT IS A SPRING AFTERNOON
Everything here is yellow and green.
Listen to its throat, its earthskin,
the bone dry voices of the peepers
as they throb like advertisements.
The small animals of the woods
are carrying their deathmasks
into a narrow winter cave.
The scarecrow has plucked out
his two eyes like diamonds
and walked into the village.
The general and the postman
have taken off their packs.
This has all happened before
but nothing here is obsolete.
Everything here is possible.
Because of this
perhaps a young girl has laid down
her winter clothes and has casually
placed herself upon a tree limb
that hangs over a pool in the river.
She has been poured out onto the limb,
low above the houses of the fishes
as they swim in and out of her reflection
and up and down the stairs of her legs.
Her body carries clouds all the way home.
She is overlooking her watery face
in the river where blind men
come to bathe at midday.
Because of this
the ground, that winter nightmare,
has cured its sores and burst
with green birds and vitamins.
Because of this
the trees turn in their trenches
and hold up little rain cups
by their slender fingers.
Because of this
a woman stands by her stove
singing and cooking flowers.
Everything here is yellow and green.
Surely spring will allow
a girl without a stitch on
to turn softly in her sunlight
and not be afraid of her bed.
She has already counted seven
blossoms in her green green mirror.
Two rivers combine beneath her.
The face of the child wrinkles
in the water and is gone forever.
The woman is all that can be seen
in her animal loveliness.
Her cherished and obstinate skin
lies deeply under the watery tree.
Everything is altogether possible
and the blind men can also see.
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