La poesía de Sharon Olds me representa.
Quisiera soñar todas las noches que paseo por las habitaciones de su cabeza. El ritmo de su escritura marca el compás de mis pasos. Aspiro a vivir en un estado de ánimo del mismo color que esta poesía.
GRANDES AMIGAS
El día que mi hija cumplió diez años, pensé en esa
capa lacia, verdosa y brillante de tu
pelo dorado. En la última semana de
tu vida, cuando iba cada día después de clase,
solía escudriñar el sendero hasta tu puerta,
una pared impenetrable como tus cabellos. Intentaba
descifrar su arquitectura, torciendo el gesto
en busca de una señal.
El último día ―sin huella
alguna en el sendero, ni una piedra fuera de sitio―
las enfermeras no me dejaron entrar.
Teníamos nueve años. Nunca habíamos mencionado la muerte
o hacernos mayores. No te había imaginado
muerta
más que tú a mí
ser madre. Pero cuando tuve a mi hija
le puse tu nombre, como si te extrajese
por una grieta entre los ladrillos.
Ahora tiene diez años,
Liddy.
Te ha sobrevivido, con su pelo negro fulgente como
la tierra en la que se moldeó el camino,
el sendero hacia ti.
Olds es literatura de verdad: que brota desde los recuerdos más íntimos, de las vísceras y de los genitales; tan limpia y tan sucia como sólo puede serlo el ser humano. Precisamente, da la impresión de que a Olds no le asusta ser humana. Y esto no es tan habitual. Mientras la mayoría pasa de puntillas por su única oportunidad para pisar el mundo, Olds escarba la tierra con las uñas de pies y manos, le muestra los colmillos a cada nueva bocanada de aire.
EL SIGNO DE SATURNO
Algunas veces mi hija me mira con un
oscuro gesto de ámbar, como mi padre
a punto de desmayarse de indignación, y recuerdo
que ella nació bajo el signo de Saturno,
el padre que devoró a sus hijos. A veces
su oscura y muda nuca
me recuerda a él inconsciente en el sofá
cada noche, con la cara vuelta.
Algunas veces le oigo hablar con su hermano
con esa frialdad que en él pasaba por madurez,
esa rabia endurecida por la voluntad, y cuando ella se enfurece
en su habitación, y da un portazo,
puedo ver su espalda, vacía y vasta,
cuando él se desvanecía para escapar de nosotros,
y se tumbaba mientras el bourbon convertía su cerebro
en carbón. A veces veo ese carbón
ígneo en los ojos de mi hija. Al hablar con ella,
intentando persuadirla hacia lo humano, su carita
limpia se ladea como si no pudiera
oírme, como si estuviera atenta
a la sangre de su propio oído, en vez de a mí,
a la voz de su abuelo.
En “Los vivos y los muertos” hay lugar para sus padres y hermanos, una mirada a un pasado hostil; también, para su marido e hijos, su presente y sus recuerdos recientes. Palpita de vida cada verso, sangra cada palabra, casi se respiran los olores. El pasado se refleja cruel en las pupilas de sus hijos, pero Olds hace que el terror al paso del tiempo se convierta en arte cuando se detiene el tiempo suficiente para transformar la vida en poesía.
LA ÚNICA CHICA EN LA FIESTA DE LOS CHICOS
Cuando llevo a nuestra hija a la fiesta de la piscina
la dejo entre los chicos. Ellos dominan y
se agitan, ella allí elegante y pulcra,
con su sobresaliente en matemáticas desplegado en el aire.
Se quedarán en bañador, su cuerpo duro,
Indivisible como un número primo,
se tirarán en la parte que más cubre, restará
ella su altura de tres metros, lo dividirá por
miles de litros de agua, números
que rebotan en su cerebro igual que las moléculas de cloro
en el claro azul de la piscina. Cuando salgan,
su coleta, como un lápiz negro, le colgará
por la espalda, su apretado bañador de seda
con dibujos de hamburguesas y patatas fritas
relucirá en el aire festivo, y verán
su cara dulce, solemne y
sellada, factor de uno, y verá
sus ojos, dos por barba,
sus piernas, dos por barba, y las curvas de sus sexos,
uno por barba, y en la cabeza hará su
frenética manipulación, como las gotas
brillan y caen elevadas a mil desde su cuerpo.
Qué bellos poemas. Y sí, sería bueno andar por los pasillos de la cabeza de esta mujer al menos un día. Lo tendré en la lista de pendientes.
ResponderEliminarQué bien Miguel, estoy segura de que lo vas a disfrutar muchísimo. Feliz paseo :)
ResponderEliminarUn abrazo y gracias por comentar.