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martes, 3 de diciembre de 2013

En el bosque (poema de Paul Verlaine)


Muchos —ingenuos o acaso flemáticos—,
solo hallan en el bosque lánguidos encantos,
soplos fresco y perfumes tibios. ¡Son dichosos!
Otros —soñadores— se sienten atrapados por temores místicos.

¡Son dichosos! Pero yo, inquieto, y sin descanso turbado
por un espantoso y vago remordimiento,
por el bosque tiemblo como un cobarde
que teme una emboscada o que ve un muerto.

Esos grandes ramajes nunca apaciguados, como la onda,
de los que cae un negro silencio como una sombra
aún más negra, todo ese decorado lúgubre y siniestro
me llena de horror vil y profundo.

Sobre todo en las noches de verano: las llamas del ocaso
se diluyen en el azul grisáceo de las brumas que tiñe
de incendio y de sangre; y el ángelus que tañe
a lo lejos parece un grito plañidero que se acerca.

El viento se levanta caliente y pesado, un susurro pasa
y vuelve a pasar, cada vez más fuerte, en el espesor
cada vez más sombrío de los altos robles, ofuscador,
y se esparce, así como un miasma, en el espacio.

Se acerca la noche. El búho alza el vuelo. Es el instante
en el que se piensa en los relatos de las ingenuas abuelas...
Bajo la maleza, allá, vivos manantiales
con rumor de asesinos escondidos esperando.








Poema extraído de "Poemas", Paul Verlaine. Nórdica Libros: 2008

sábado, 13 de octubre de 2012

"72 demonios" - Javier Gato


STOLAS

Solo la nieve sabe
la grandeza del lobo
la grandeza de Satán
LEOPOLDO MARÍA PANERO

Solo la nieve sabe
las cruces frías que siembran la náusea,
los ojos de pescado absortos
en la espiral diluida en la sombra
y que tiemblan de escarcha.

Pero el lobo no habla
cuando la sangre frena la risa
ante el estruendo de látigos de hielo.
Cuando los miembros se hacen barro
que ni las moscas lamen
y se derraman del cuerpo hecho
témpano
solo sopla
furioso,
cárdeno,
el silencio.


PHENEX

Yo fui la mujer que sintió  gusanos
abriéndose en flor entre mis ojos
cuando el frío me traspasó una lágrima.
Siguió un camino de orugas agrias
hasta el campo plomizo de mi neurosis
y allí transformó en arañas mis recuerdos.

Hoy me siento ante unas paredes muertas.
He olvidado sonidos, comisuras.

Nadie sabe del silencio del Tártaro.


Javier Gato
"72 demonios"
El Cangrejo Pistolero, 2012.-
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