Este libro es una deliciosa
zambullida en el imaginario fantástico del cineasta Tim Burton. Todas y cada
una de sus influencias aparecen en este estupendo libro, que es una lectura
perfecta para los amantes del cine en general y para los seguidores de Burton
en particular. El por qué de la ropa a rayas blancas y negras, los jóvenes
solitarios y atormentados o las extrañas relaciones entre padres e hijos están
aquí.
En esta edición el texto está
ampliado y revisado, por lo que disponemos, entre otros datos interesantes, de
una versión más extensa del prólogo de Johnny Depp que aparecía en las primeras
versiones del libro. Sin embargo, la película más reciente sobre la cual
constan datos es “La novia cadáver” (2005), por lo que se quedan fuera los
títulos posteriores como “Sweeney Tood” (2007) o “Alicia en el País de las
Maravillas” (2010), entre otros.
Magia, sueños y muñecos raros
Un mundo onírico y desquiciante
se presenta en este libro ya desde la cubierta, donde vemos a un Tim Burton
meditativo sobre el cual flotan los personajes de sus propios bocetos, tan
reconocibles en esos trazos tan finos y quebradizos, representando siempre
figuras de aire elegante y algo anticuado que parecen haber salido de una tumba
en la que hubieran permanecido encerrados muchos años y que, sin embargo,
consiguen ser siempre encantadores.
A lo largo de las páginas del
libro, de papel satinado, desfila una fascinante galería de seres extraños en
orden cronológico, desde los bocetos y fotografías de sus proyectos más
antiguos (“Hansel y Gretel” o el antiguo corto de “Frankenweenie” que acaba de
presentar como largometraje hace muy poco) hasta el último que abarca este
libro, “La novia cadáver”.
Una de las partes más
interesantes es en la que Tim Burton relata su paso por Disney, donde consiguió
una beca de formación para animadores y permaneció luego varios años, a pesar
de poseer un estilo artístico personal que no encajaba de ninguna manera con el
de la compañía. No es un dato que todo el mundo conozca, y resulta curioso.
Para Burton supuso una época de aprendizaje de sus propios límites y de
reafirmación de su propio estilo. Además, pudo conocer a otros profesionales
con los que llegó a entenderse y colaborar tras varios años de haber abandonado
Disney.
En este libro Burton explica
también la importancia de las influencias literarias en sus películas: a pesar
de confesar no haber sido un gran lector desde niño, cuenta que sus
preferencias eran los libros del Dr. Seuss y los cuentos de Edgar Allan Poe.
Claramente, todo encaja.
Tim
Burton y Johnny Depp
Es estupendo que esta maravillosa
pareja de extraños llegase a conocerse y se diese cuenta de que debía colaborar
unida, porque la genialidad de ambos y su profesionalidad nos han dado frutos
inolvidables en forma de imágenes cinematográficas. Es por eso que en este
libro el prólogo de Depp es idóneo para preceder al texto en el que toma la
palabra Tim Burton, debido al cariño y la complicidad que ambos tienen, tanto
en lo personal como en lo profesional, algo que salta a la vista cuando vemos
las películas en las que trabajan juntos. De hecho, Depp no aporta apenas datos
técnicos sobre el trabajo de ambos en su introducción, sino que se centra en la
complicada tarea de explicar con palabras qué siente cuando colaboran, en qué
se basa su química y por qué logran tan buenos resultados.
Esta relación ha sufrido críticas
desde el comienzo, quizá por lo extravagante de los dos (ya que dan la
equivocada imagen de ser caricaturas de sí mismos y quizá por eso llamen más la
atención, o despierten más las envidias), o quizá porque casi todo lo que sale
bien y triunfa lleva aparejada una inevitable lluvia de animadversiones.
En lugar de recibir una nueva
colaboración de ambos con un despectivo “¿Otra vez?”, prefiero exclamar un entusiasta “¡Qué buena noticia!” en cada una de las
ocasiones en que esto sucede. Para Depp, trabajar con Burton es “como volver a
casa”. Una sensación parecida a la que tenemos sus fans cuando revisitamos sus
películas o asistimos a la proyección de las nuevas por primera vez.
No hay que olvidar que Johnny
Depp mantiene su propia carrera cinematográfica también al margen de las
colaboraciones con Burton, y que precisamente logró una de sus cimas
interpretativas en “Piratas del Caribe” (2007) con el personaje de Jack
Sparrow. Hay otros actores fetiche en las películas de Burton que también
aportan coherencia a su obra, como Helena Bonham Carter, Christopher Lee,
Michael Gough o, más recientemente, Anne Hathaway. Si hay química, ¿por qué no
repetir?
El niño Tim
La infancia de Tim Burton se ve
reflejada en sus películas, donde ha intentado de forma más o menos consciente
hacer justicia con su pasado y tomarse su revancha en aquellos asuntos que no
salieron bien la primera vez. Por ejemplo, se venga de los cachas de instituto
cuando Kim deja a su novio en “Eduardo Manostijeras”; refleja su trauma
infantil con los aparatos metálicos para los dientes que rodean toda la cabeza
cuando recrea la infancia de Willie Wonka en “Charlie y la fábrica de
chocolate”; revive su amor infantil por los perros y reconstruye su visión
tenebrosa de una aparentemente tranquilo barrio residencial en “Frankenweenie”;
ajusta cuentas con su padre y la pobre relación que mantuvieron en la emotiva
“Big Fish” y da forma a su proyecto de juventud “Pesadilla antes de Navidad”,
que permanecía oculto en los archivos olvidados de Disney desde hacía años.
Además, ha tenido la inmensa
suerte de colaborar profesionalmente con Vincent Price, que fue su padre
cinematográfico, una de sus mayores influencias y la figura del mundo del cine
a la que más ha venerado desde siempre. Entre otras colaboraciones, es el actor
que da vida al padre-inventor de Eduardo Manostijeras.
Tim Burton se crió en una familia
normal y tuvo una infancia demasiado pacífica para lo que se podría esperar de
una mente tan lúcida e imaginativa como la suya. No obstante, desde muy joven
asistía a su cotidianeidad de una forma peculiar, viviéndola a través de un
matiz tenebroso, satírico y fantasioso que tan bien supo plasmar luego en sus
películas. Sus comienzos más inocentes al mando de una cámara de vídeo se
produjeron grabando vídeos caseros con otros niños del barrio usando una cámara
de Súper 8.
Sabemos que definitivamente no
hay nada artificioso en sus películas cuando descubrimos que siendo muy joven
visitaba habitualmente el cementerio cercano a su casa en busca del inspirador
sosiego y la inquietante soledad que no conseguía encontrar en otros lugares.
De hecho, es curioso que todavía no haya rodado una película de verdadero
terror (a pesar de los toques góticos y oscuros que ya son tan característicos
y reconocibles), ya que declara que este es su género cinematográfico favorito.
Ha sabido hacer de lo raro algo
comercial, de gran acogida por el gran público y no sólo para los freaks. Su
eterno ajuste de cuentas con su infancia y sus revisiones de los clásicos que
le marcaron de joven hacen desde hace años las delicias de niños y adultos en
la oscuridad de las salas de cine: una sonrisa inocente aparece cada vez que
sus incondicionales sabemos que un nuevo proyecto se fragua entre las manos de
este increíble genio loco.
El que faltaba en estas aguas...
ResponderEliminarAlegría infinita por cruzarnos con el Sr. Burton en esta deriva.
A Burton ya siempre le subiremos a este barco, gracias a la obra de arte que tiene como filmografía.
ResponderEliminarEs un placer que tú también viajes y disfrutes de su compañía.
Feliz travesía.