Ni la cubierta, ni la cuarta de cubierta (más conocida como contraportada) ni el encabezamiento de materia de la ficha de este libro en algunas librerías on-line hacen justicia ni representan bien su contenido.
(...) [Qué vergüenza cada vez que salíamos a cenar o de compras. Con todo lo que he hecho por él y sólo me ha traído esto.] Ambos sollozan. Han perdido la esperanza. La entereza. El hombre repite que lo siente. Lo siento de veras. Yo sólo quería traer dinero a casa y darte lo mucho que mereces. [¿Me merezco esto, cabrón? ¿Me lo merezco?] Pero ella calla. Piensa en demasiadas cosas a la vez. Él sólo logra decirle lo siento. La declaración de amor más definitiva que existe. La muerte conjunta, como un final utópico y hermoso del amor. El día de la desesperanza. Si una compañera del Estudio tiene VIH, habrá que sanear, seguramente, el equipo artístico al completo. Es posible que todos estén contagiados. El hombre lo sabe y no puede dormir. Ella se hace la dormida. No quiere hablar. No quiere decirle ni una palabra, ni un reproche, al hijo de puta que le ha arruinado la vida. Que le ha regalado un billete a la muerte. Que le ha dicho, te amaré hasta el fin. Y el fin es una posibilidad que se acerca.
El hecho de plasmar en relatos sus ideas sobre el tema hace que todo tome una dimensión humanizada que se dirige sin rodeos a la conciencia del lector para sacudirla: los personajes de estos relatos van más allá de un cuerpo bonito que bien ellos mismos, o bien terceras personas han decidido explotar para ganar dinero a su costa: son, además, hijos, son parejas, padres, vecinos, compañeros de trabajo. No maniquíes a los que no les duelen los golpes ni las palabras. Personas, y puedes ponerte en su piel. Por eso este libro es una imagen reveladora de la situación actual en la industria del sexo pero no un estudio formal con cifras, gráficos y datos; una historia reveladora, cruel y terriblemente dramática de algo real que ocurre tan, tan cerca de uno mismo que da miedo.
(...) A sus veintiún centímetros de edad le llovían las ofertas. Su novia le pedía dinero para mantener el elevado ritmo de vida en que se habían embarcado. Él trajo dinero a casa. En cantidades increíbles para tratarse del actor más joven del momento. Jornadas interminables. Estimulantes y mucha Coca Cola. Sensación de vivir. Cada vez que rodaba una escena, Marian guardaba una prenda más en la maleta. Joyas. Cenas caras. Dedos que te reconocen por la calle. Marian se fue y un premio de la industria bañado en oro decora su ausencia.
Yo me he tenido que leer este libro (no me atrevo a llamarlo novela) y sólo puedo decir, con todos mis respetos, que me parece un coñazo. A DVD se le están acabando las ideas desde que se fue el gran Vilas.
ResponderEliminarTony BCN
Hola Tony,
ResponderEliminarpues es que no, no es una novela. Son relatos.
Me resulta curioso que lo busques por Internet, sin embargo, si te pareció, como dices, un coñazo.
Saludos.