-Buenas tardes, quería hacer una desiderata.
-¿Cómo?
-Que quería hacer una desiderata.
-Ah, una reserva.
-No, una d-e-s-i-d-e-r-a-t-a.
-(Cara de pez).
-Es una petición de un libro. Uno que no tenéis en el catálogo.
Solo uno de los tres era bibliotecario, (pero los otros también atendían al público), les explicó en qué consistía mientras me pasaba una ficha de solicitud para que la fuera rellenando.
¿Quiénes eran los otros dos, qué camino habían recorrido hasta llegar a sentarse detrás de ese mostrador, sin conocer el vocabulario técnico propio de una biblioteca?
¿Lo comprarán?
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