Se llamaba Luna y vivía en Valencia. Dedicaba las mañanas y las tardes a imaginar a qué se parecían las nubes que veía desde los balcones de su dormitorio. Su casa era grande y blanca, adecuada para recibir a diario a miles de personajes. A cual más raro. Parecían zombis, así de dormidos venían. Daba igual lo que Luna dijera o hiciera, si es que alguna vez les decía o hacía algo. Hasta que alguien, en el mundo real o el otro mundo, no les daba un pequeño susto y preguntaba si es que estaban en la luna, ellos vagaban despacio y sin rumbo por los salones de la casa grande y blanca.
Las noches las dedicaba Luna a recoger los objetos que los fantasmas tiraban de las estanterías en su descuidado deambular.
Una vez al año visitaba a su abuela y a sus tías, quienes vivían en el punto más alto del Cerro de Úbeda y en una cabaña a las afueras de Babia, respectivamente.
Me gusta Luna, yo tambien de vez en cuando estoy en Babia tratando de ponerle a mi niña una blusa.
ResponderEliminarUn cariñoso besito desde este alejado Cerro de Úbeda.
Me alegra que te guste Luna; si vives en el Cerro de Úbeda probablemente conocerás a su abuela, dale recuerdos, me han dicho que es entrañable.
ResponderEliminarSaludos de letras.