McEwan no siempre utiliza personajes infantiles, ¿no? Tendré que averiguarlo. En este caso se trata de unos infantes bien macabros, un grupo de cuatro hermanos que en poco tiempo se convierten en huérfanos de padre y madre.
No puedo evitar recordar el originalísimo "La niña que amaba a las cerillas" de Soucy (nada que ver con el tan conocido de Larsson y cuyo título se asemeja tanto a éste). Como decía, tanto McEwan como Soucy, en las novelas citadas, recurren a personajes infantiles que viven de una forma diferente al resto de niños, porque en sus casas ocurren tragedias. En ambos casos, también, el hecho principal que envueve al lector de principio a fin, por su singularidad, es el enterramiento de humanos dentro de la vivienda familiar, con todos los problemas y situaciones que este hecho acarrea.
Para los niños es algo natural, aunque se dan cuenta de que algo ocurre pero no pueden alcanzar a discernir qué. Serán personajes ajenos a su pequeño círculo, o las autoridades, quienes impongan de nuevo la cordura, lo socialmente correcto y la manera en que los niños tienen que vivir de acuerdo a la legislación vigente (llamémoslo orfanato). Pero esa nueva vida ya no aparece en la novela, lo que interesa desde el punto de vista literario es la situación descontrolada y atípica antes de que se vuelva a imponer el orden.
sábado, 7 de febrero de 2009
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