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miércoles, 14 de octubre de 2020

"Yo soy el monstruo que os habla" - Paul B. Preciado


Hace menos de un año, Paul B. Preciado se encontraba en un escenario frente a un público compuesto por tres mil quinientos psicoanalistas reunidos para las jornadas de l’École de la Cause freudienne en París. Su discurso, compuesto en base a su experiencia personal como hombre trans no binario, incluía en un momento dado una pregunta que interpelaba al público, donde Paul invitaba a levantar la mano a todas aquellas personas que se definieran públicamente como homosexuales: le abuchearon y se rieron. Una mujer que se encontraba en las primeras filas dijo que Paul era Hitler y que tenían que hacerle callar, mientras el resto aplaudía y silbaba. Los organizadores intervinieron para indicarle que su tiempo se agotaba y no pudo terminar el discurso completo tal y como lo llevaba preparado. Repito: hace menos de un año.

¿Qué había pasado para que esto sucediera así? Lo mismo que pasa cada día en pleno siglo XXI cuando alguien acude en busca de atención y no encuentra personal psicológico feminista, o cuando una persona trans o no binaria se topa una y otra vez contra las estrictas reglas médicas que lo diagnostican como enfermo mental en mayor o menor grado, como disfóricos de género, neuróticos o seres que, en fin, no han sabido resolver satisfactoriamente un complejo de Edipo o una envidia de pene. Se convierten en monstruos. La sanidad cataloga a estas personas como monstruos y les llena el camino de baches. ¿Qué pasa cuando uno de esos monstruos es una persona con una sólida formación y señala con el dedo todo lo que está mal en las terapias del psicoanálisis? ¿Qué pasa cuando alguien se atreve a decir que quienes deben deconstruir su forma de trabajar son los profesionales que están alimentando una inercia que produce un profundo sufrimiento a un sector importantísimo de la sociedad, que en muchas ocasiones termina en suicidio?

Lo que encontramos en en este pequeño libro-joya es la transcripción del discurso completo tal y como Preciado lo concibió y jamás pudo terminar de leer en público. Me resulta muy inteligente y curioso que eligiera "Informe para una academia" de Kafka como excusa o punto de partida: el narrador de ese texto es un simio que tras aprender el lenguaje humano se dirige a una academia de altas autoridades científicas para explicarles qué ha supuesto para él transicionar de simio a humano tras su caza y posterior instrucción, pasando por un circo de animales. Es así como se siente Preciado dirigiéndose a su audiencia: como un monstruo encerrado en una celda de hombre trans.

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Pues bien, es desde esa posición de enfermo mental en la que ustedes me colocan desde donde me dirijo a ustedes, señores académios, permítanme que les tutee por un segundo, como un simio humano de una nueva era. Yo soy el monstruo que os habla. El monstruo que vosotros mismos habéis construido con vuestro discurso y vuestras prácticas clínicas. Yo soy el monstruo que se levanta del diván y toma la palabra, no como paciente, sino como ciudadano y como vuestro semejante monstruoso.

Hace unos días escuchaba una entrevista a una actriz trans donde, lejos de responder preguntas sobre su trabajo, toda la inquietud del entrevistador giraba en torno a cuestiones sobre sus traumas infantiles, las anécdotas de su transición, sus operaciones o cómo gestionaba el hecho de que todo el rato le preguntaran si se había operado los genitales: porque a estas alturas, parece que ya sabemos que esta pregunta no debe hacerse, pero aun así, se sigue preguntando de forma indirecta (de una forma pasivo-agresiva), de una manera que deja entrever sin lugar a dudas cómo la duda le corroe al entrevistador. ¿Eso qué importa, por qué a ti te importa? Lamentablemente, es súper habitual que, cuando se trata de entrevistar a personas trans, apenas se hable de otra cosa que de su condición de trans: ya puede haberse hecho súper famosa por su trabajo en una serie de televisión, haber descubierto la cura del cáncer o haber viajado a la luna en globo: siempre le seguirán preguntando cómo se sentía en la infancia, qué opina su familia de todo esto y qué demonios tiene entre las piernas.

En este discurso, Paul B. Preciado insiste de una forma directa y sin pelos en la lengua, en hacer ver a los profesionales del psicoanálisis la complicidad de sus terapias con la epistemología de la diferencia sexual heteronormativa. Me encanta la caña que les da, me encanta cuando les invita a poner en el diván por una vez a su propia institución. Para explicar el aparato psíquico, los psicoanalistas se basan en la diferencia sexual, sin tener en cuenta que es necesario eliminar de una vez por todas el binarismo de género, algo por lo que Preciado lleva luchando desde que se publicara ese maravilloso “Manifiesto contrasexual” que nos abrió los ojos a tantas. 

Nos recuerda que la Organización Mundial de la Salud (que, a pesar de todo, está muy lejos de ser una institución anarcoqueer) afirma que “el género típicamente descrito como masculino y femenino es una construcción social que varía según las culturas y las épocas”. Nos recuerda también que culturas antiguas y modernas utilizan taxonomías sexuales y de género no binarias, más fluidas y complejas que la taxonomía moderna occidental y globalizada (Samoa en el Pacífico, los primeros pueblos de América, la tailandesa tradicional, etc.) Uno de cada 1000-1500 bebés que nacen son intersexuales, pero no se les reconoce como no binarios y se les opera contra su voluntad según la opinión del médico de turno. En entrevistas a personas trans como la que comentaba antes, hay miles de testimonios donde explican otras aberraciones terroríficas como esta, por ejemplo, el momento en el que tuvieron que mostrar sus genitales a un “profesional cualificado” durante un juicio como única vía para conseguir el reconocimiento de su género en el documento oficial de identidad, pasaporte, etc.

Si no conocéis la historia de Paul, os invito fervientemente a descubrirla. Desde el ya citado “Manifiesto…” pasando obligatoriamente por “Testo yonqui” y uno de los más recientes “Un apartamento en Urano”. Derriba barreras, abre camino, inspira, es increíble. Se declara un disidente del sistema sexo-género. Experimentó con su propio cuerpo administrándose testosterona que adquiría en el mercado negro; aceptó identificarse como transexual y enfermo mental para que el sistema médico-legal pudiera reconocerle como un cuerpo vivo humano. No os perdáis la historia de su cambio de nombre, donde mantuvo el “Beatriz” que se le adjudicó al nacer tras el “Paul” de su elección a pesar de las reiteradas negativas de los guardianes del sistema heteronormativo institucional, que tuvieron que claudicar cuando Paul les preguntó por qué “José María” sí, y “Paul Beatriz” no.

Ahora que está en boca de todos el feminismo, las terf, la transexualidad y a muchos todo esto les pilla sin tener aún una perspectiva propia, es necesario formarse. Las opiniones al respecto que suelo escuchar por ahí solo están basadas en comentarios breves leídos al azar en redes sociales, o cuñadismos similares. Nunca suelo decir que un libro o un autor son necesarios: Preciado y sus libros sí lo son, necesarios e imprescindibles. Es más, creo que la sociedad nunca le agradecerá lo suficiente su aportación a la causa.


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No pueden seguir afirmando la universalidad de la diferencia sexual y la estabilidad de las identificaciones heterosexuales y homosexuales en una sociedad en la que es legal cambiarse de sexo o identificarse como persona de sexo no-binario, en una sociedad donde hay ya miles de niños que han nacido de familias no heterosexuales y no-binarias. Seguir practicando el psicoanálisis con nociones de diferencia sexual y con instrumentos clínicos como el complejo de Edipo sería hoy tan aberrante como pretender seguir navegando por el universo con un mapa geocéntrico ptolemaico, o como negar el cambio climático o afirmar que la Tierra es plana.

Hoy, es más importante para ustedes, señoras y señores psicoanalistas, escuchar las voces y los lenguajes de los cuerpos que el régimen patriarco-colonial ha excluido que leer a Freud y a Lacan. Por favor, no busquen refugio en los padres del psicoanálisis. Su obligación política es cuidar de los hijos, de las hijas, de les hijes, no legitimizar la violencia de los padres. Ha llegado el tiempo de sacar los divanes a las plazas y de colectivizar la palabra, de politizar el inconsciente.

Liberen a Edipo, únanse a los monstruos, no escondan la violencia patriarcal detrás de los deseos aparentemente incestuosos de los hijos, y pongan en el centro de su práctica clínica los cuerpos y las palabras de los que han sobrevivido a la violación y a la violencia patriarcal, de los que ya viven más allá del núcleo familiar patriarcal, más allá de la heterosexualidad y de la diferencia sexual, de los, las y les que buscan y fabrican una salida.


lunes, 3 de agosto de 2020

"Borderlands: la frontera" - Gloria Anzaldúa



Varias personas cuyo criterio respeto, me habían recomendado mucho “Borderlands”, un ensayo de los 80 de Gloria Anzaldúa (1942-2004), que sigue vigente y aún contiene enseñanzas muy valiosas. Desde que leí la información sobre la autora que aparece en la solapa del libro, me encantó y pasé un poco en diagonal las introducciones iniciales en busca de sus palabras. Vi por ejemplo que se define a la frontera como un “confín contra natura”: no puedo estar más de acuerdo. ¿Qué os pasa con las rayitas imaginarias en el suelo? La tierra no nos pertenece, en cualquier caso, nosotros le pertenecemos a ella, ¿quiénes nos creemos para repartírnosla, prohibírnosla unos a otros, etc.?
Sigo leyendo y descubro que este ensayo es un conjunto de textos de diversas naturalezas, que recogen influencias de la historia mexicana, así como familiar y personal de Anzaldúa.

Originalmente, es un libro escrito sobre todo en inglés, con amplios fragmentos en español y términos en náhuatl: la traducción tuvo que ser entretenida. Es importante no leer solo feminismos de nuestro país o que persiga exactamente nuestros intereses: esto desvirtúa la naturaleza del movimiento y es peligroso, porque hace pensar que no existe mucho más allá de la realidad personal que ya se conoce, y todo lo demás que existe no tiene que ser ni por asomo igual o parecido: cada realidad tiene su propio caleidoscopio de enfoques y circunstancias.

Para mí, en el feminismo hace falta incluirlas a todas; y digo todas desde una perspectiva antiespecista. Cuando se escribió este libro, la necesidad de nombrar la diversidad se hallaba aún en estado incipiente. Hoy aún cuesta muchas discusiones hacer entender que hay mucho más allá de las narices y la mente cerrada de las personas con quienes se discute. Casi siempre es agotador.

p. 42  La frontera entre Estados Unidos y México es una herida abierta donde el Tercer Mundo se araña contra el primero y sangra. Y antes de que se forme costra, vuelve la hemorragia, la savia vital de dos mundos que se funde para formar un tercer país, una cultura de frontera. Las fronteras están diseñadas para definir los lugares que son seguros y los que no lo son, para distinguir el us (nosotros) del them (ellos). Una frontera es una línea divisoria, una fina raya a lo largo de un borde empinado. Un territorio fronterizo es un lugar vago e indefinido creado por el residuo emocional de una linde contra natura. Está en un estado constante de transición. Sus habitantes son los prohibidos y los baneados. Ahí viven los atravesados: los bizcos, los perversos, los queer, los problemáticos, los chuchos callejeros, los mulatos, los de raza mezclada, los medio muertos; en resumen, quienes cruzan, quienes pasan por encima o atraviesan los confines de lo “normal”. Los gringos del suroeste de Estados Unidos consideran a los habitantes de las tierras fronterizas transgresores, extranjeros –tanto si tienen documents como si no, tanto si son Chicanos como si son Indios o Negros–. Prohibida la entrada, los trespassers serán violados, mutilados, estrangulados, atacados con gas, shot. Los únicos habitantes legítimos son quienes tienen el poder, los blancos y quienes se alían con los blancos. La tensión se apodera de los habitantes de las tierras fronterizas como un virus. La ambivalencia y el malestar residen allí y la muerte no es una extraña.
p. 44  En 1521 nació una nueva raza, el mestizo, el mexicano (gente cuya sangre era mezcla de española e india), una raza que no había existido con anterioridad. Los Chicanos, los mexicano-americanos, son los descendientes de aquellos primeros emparejamientos.

Me ha gustado mucho una reflexión sobre la ignorancia y lo sobrenatural. Según Anzaldúa, los seres humanos generalmente temen lo sobrenatural, tanto lo antidivino (impulsos animales como la sexualidad, el inconsciente, lo desconocido, lo extraño) como lo divino (lo suprahumano, el dios en nosotros). Mientras la cultura y la religión nos "protegen" de estas dos fuerzas, la hembra es temida por ser capaz de crear entidades, por sangrar cada mes y no por ello morir, por estar en sintonía con los ciclos de la naturaleza. Y así, se teme todo lo que es diferente o no se consigue entender (lo extraño, lo raro, lo que no se ajusta a lo hetero-establecido), se ataca por pura ignorancia, porque no se nos educa en respetar lo que no entendemos, sino a protegernos de ello.

p. 61  En una universidad de Nueva Inglaterra donde daba clases, la presencia de unas pocas lesbianas hacía que los alumnos y profesores heterosexuales más conservadores entraran en pánico. Las dos alumnas lesbianas y las dos profesoras que éramos lesbianas nos reunimos con ellos para comentar sus temores. Uno de los alumnos comentó: “Yo pensaba que homofobia significaba miedo de ir a casa después de un periodo de residir en otro lugar”.
Y yo pensé: qué apropiado. Miedo de ir a casa. Y de que no te acepten.

También me gusta mucho la reflexión que muestra cómo la cultura occidental ha convertido en objetos a las cosas y a las personas al distanciarse de ellas, con lo que han perdido el contacto. La mente mágica o abstraída es patologizada o menospreciada por salvaje. Según Anzaldúa, en esa dicotomía se halla la raíz de toda violencia. Y no puedo estar más de acuerdo, porque cuando te das cuenta de que vives en una sociedad donde la vida es mercancía, ya solo puedes vivir permanentemente espantada. Es terroríficamente sencillo acceder a los cuerpos de mujeres y animales. Me refiero a cuerpos como unidades políticas, a cuerpos sintientes con respecto al dolor y a las emociones: cuerpos que quieren vivir. Las mujeres que, esclavizadas, trabajan con su cuerpo, realmente no lo hacen con sino en su cuerpo. En cuanto al cuerpo de los animales, son piezas fabricadas artificialmente para poner a la venta descuartizadas. En ambos casos se trata de cuerpos explotados de modo que unos señores que no ponen su cuerpo y sí tienen todos los privilegios, se enriquecen con el sufrimiento, explotación y asesinato ajeno. No busquéis abolicionismo o antiespecismo en Anzaldúa porque no lo vais a encontrar, esas reflexiones son mías porque no puedo pensarlas aisladas del feminismo, pero no son el objeto de este libro.

La primera mitad de Borderlands me ha gustado mucho, pero los poemas y las entrevistas que se incluyen después, no los he encontrado tan informativos, ricos en matices y bien redactados, o por algún motivo no he conectado con ellos. Sin embargo, en general es una lectura muy recomendable que una vez se contextualiza, puede servir para derribarnos algunas barreras mentales molestas que aún tengamos en pie.

viernes, 14 de junio de 2019

"Un apartamento en Urano" - Paul B. Preciado



Tengo una deuda eterna con Paul B. Preciado. La aparición de su “Manifiesto contrasexual” derribó los primeros muros de mis barreras mentales (socialmente injertadas y fijadas con el paso de los años) con frases que sacudían mis cimientos, como la contrasexualidad afirma que en el principio era el dildo. Con la esencia de Michael Foucault, Judit Butler y Donna Haraway impregnando cada espacio en blanco y esa energía y sabiduría desenfrenada de Preciado que nos daría maravillosos títulos con los años. Porque después del “Manifiesto contrasexual” vinieron “Testo yonqui”, “Terror anal” y “Pornotopía”, que ya devoré como fervorosa practicante de la teoría y el imaginario que estaba creando Preciado.

Estoy muy orgullosa de su coherencia y de su trayectoria. Me alucina comprobar cómo ha llevado a cabo hasta los límites sus ideas, y le estoy completamente agradecida de la labor educativa y social que realiza en el terreno sexual, con todo lo que ello implica. La forma en que entiende la sexualidad humana es tan enriquecedora, tan novedosa y, a la vez, tan obvia cuando indagas en ella, que es increíble que el pensamiento promovido por los gobiernos y asumido por la sociedad, siga siendo tan patriarcal, heterosexual, tan binario y tan gris en general.

p.26 Soy un disidente del sistema sexo-género.

“Un apartamento en Urano” recoge varias decenas de artículos cuyos temas giran en torno a las preocupaciones habituales del autor, como la libertad, la sexualidad, las relaciones sociales, la política, los movimientos sociales, la transexualidad, el feminismo, los colectivos oprimidos, etc. Todo aquello que conforma la realidad diaria de cualquier humano consciente del medio en el que vive, y todo centrado en el individuo como pieza elemental pero intercambiable en la que reposa la estructura social. Recordando como un mantra que lo personal es político, y que la implicación individual produce terremotos.

Este libro aparece en un 2019 en el que los cambios en el imaginario colectivo son innegables, se cuelan por todas las rendijas, se visten de todos los colores y hablan cada vez más alto. Reclaman lo que es suyo por derecho propio mientras la violencia, el miedo y la vergüenza dan los últimos coletazos en forma de partidos de derecha compuestos por un montón de pequeños dictadores sociópatas que sin el amparo del grupo se desvanecerían como lágrimas en la lluvia.

p.64 “Si tengo un hijo maricón, lo mato.” Y ese hijo era yo.

Me gusta mucho el prólogo tan cálido de Virginie Despentes, que abre la puerta al lector mientras le da a Paul un abrazo. El amor entre ellos no sabe de géneros, ciudades, casas ni tiempos, y traspasa el papel a fogonazos. También me encanta la introducción de Preciado donde explica la elección de la figura del planeta Urano, la historia que lo relaciona con el colectivo queer y que se remonta a la mitología griega (el mismo lugar al que se remonta todo lo que importa). En 1864, Karl Henrich Ulrichs acuñó el término “uranista” para definir el tercer sexo inspirado en la cita del “Banquete” de Platón que habla de una concepción no heterosexual: en concreto, la que da a luz a Afrodita (diosa del amor) después de que Cronos castrara con una guadaña a su padre Urano.

Mientras que las relaciones homo y bisexuales están presentes en la naturaleza y en toda la maldita historia del ser humano, sin embargo, toda relación no heterosexual sigue siendo:

p.21 (…) una forma de amar que en la Inglaterra o la Prusia de la época [1864] podía  conducirte a la horca y que hoy sigue siendo ilegal en setenta y cuatro países y causa de pena de muerte en trece países, entre ellos Nigeria, Yemen, Sudán, Irán o Arabia Saudita, y motivo habitual de violencia familiar, social y policial en la mayoría de las democracias occidentales.

Me interesa mucho la trayectoria trans de Preciado. Desde “Testo yonqui” nos empezó a contar sus incursiones en el mercado negro para conseguir testosterona de modo que no tuviera que seguir los cauces legales y pautados por médicos. No estaba de acuerdo con la patologización de la  transexualidad en España y no es de extrañar, porque una cosa es que se consiguiera legalizar y otra muy diferente son los humillantes procesos por los que debe pasar todo individuo que quiera un cambio legal en su documento de identidad. Años, fármacos y el diagnóstico de enfermedad mental. Todo esto lo explica prolijamente a través de varios artículos, donde asistimos al recorrido que empieza con la auto-administración de testosterona, el posterior éxodo por consultas médicas, la apertura de su “expediente de rectificación de la mención del sexo en la partida de nacimiento” y la publicación al fin de su nuevo nombre en el boletín oficial y en los periódicos, una última burla gubernamental a su privacidad e intimidad como ser humano.

p.152 (…) en treinta y dos estados de la Unión Bruce podría llevar un Colt 45, pero no un vestido.

Me gusta la manera en que se expresa, que balancea tan bien lo académico y lo cotidiano. Subrayo de forma frenética tanto artículos de denuncia social (“La valentía de ser uno mismo” es sin duda mi favorito), como aquellos en los que se deleita en su experiencia viajera y analiza pequeñas cotidianidades como en “Casa vacía”, donde a la vez hace una serie de relaciones filosóficas con su experiencia vital que aportan al lector lirismo y aprendizaje de vida.

En esencia, lo que nos sigue diciendo Preciado es que no somos los integrantes del colectivo LGTBI, sino que es la sociedad la que está enferma. Y que es necesario seguir habitando los márgenes y reivindicarlos, igual que nos re-apropiamos cada día de los insultos y de las etiquetas con los que la heterosexualidad binarista y mutiladora pretende señalarnos como enfermos. El mensaje que se desprende es una llamada a desarrollar el potencial individual, aprender para tomar decisiones informadas y vivir de forma coherente a como sentimos, sin que nada de lo socialmente establecido se nos imponga. Se nos invita a desobedecer. Y no hay cosa que más me guste que ir a contracorriente (ya que la corriente, tal y como la percibo, está contaminada). Luchar por la justicia poética está en mi naturaleza y no tengo ninguna intención de ponerme diques ni de contenerme. Solo quiero seguir destruyendo barreras, si es que aún me queda alguna.

p.68 (…) los espermatozoides y los óvulos son células heploides, es decir, tienen un  único juego de veintitrés cromosomas. El proceso de fertilización no supone la diferencia de sexo o de género de los cuerpos implicados, sino la fusión del material genético de dos células haploides. No hay nada que haga más apto para la reproducción a un cromosoma de un heterosexual que al de un homosexual, con independencia de que la inseminación se lleve a cabo con un pene o con una jeringa, en una vagina o sobre una placa de Petri. La reproducción sexual no necesita de la unión política ni sexual de un hombre y de una mujer, no es ni hetero ni homo. La reproducción sexual es simple y maravillosamente una recombinación cromosomática.

miércoles, 6 de febrero de 2019

"Pensamiento monógamo, terror poliamoroso" - Brigitte Vasallo


p.13 (…) he tratado de analizar cómo eso que en Europa denominamos monogamia es un sistema de control sobre los afectos que viene marcado por el neoliberalismo y que genera una forma de pensamiento constitutiva y necesaria a la construcción nacional europea y a su proyecto colonial. (…) Si algo me interesa del resultado es vislumbrar cómo desactivar este sistema en tanto que manera de relacionarnos con el entorno, con el mundo, más allá de si decidimos construir núcleos afectivos a dos, a cinco o a una (…) Para resistir a la violencia individualista, tejer redes rizomáticas.

Rizoma. Deleuze. Ay.

Sigo a La Vasallo en Instagram y una compañera me ha chivado que pronto presentará en Madrid este magnífico ensayo, (que yo compré en Barcelona pero no pude asistir a las presentaciones de allí por una diferencia de unos pocos días: por fin podré sacarme esa espinita).

Me interesa el poliamor como herramienta política, como instrumento contracultural, como guía básica y total para la supervivencia y el bienestar emocionales, como la forma definitiva de derribar todas las estructuras que se nos imponen con la educación por parte del entorno desde que nacemos: la familia, la escuela, los medios, las normas, las leyes. He leído mucho al respecto, pero no lo he comentado por aquí: estaba aprendiendo. Al igual que me sucede con el feminismo, hasta no sentirme bien informada me parece una torpeza hablar sobre ello; a menudo me sucede, surge el feminismo en una conversación con gente que no cita una sola autora, no controla los términos, las diferentes corrientes y frentes abiertos, etc. Replican argumentos-cuñao y frases que han leído en diagonal por Facebook. Suele ser gente que aún tiene Facebook. Háblales de poliamor, y ya verás (“Poli… ¿¿qué???”) 

El poliamor va de la mano del feminismo y de la teoría de género, para mí son temas tan diferentes como inseparables. Y aprender de todo ello me hace ser mejor y deconstruir mis propias barreras.
Brigitte Vasallo es carne de performance, ya nos lo demostró en su libro PornoBurka, de 2013 (del que ya os hablaré más adelante si me animo, puesto que mezcla toda la diversidad habida y por haber –de género, de origen, de orientación sexual, de modelo de familia, etc.– con el día a día en uno de los barrios más hostiles y pintorescos de esa españa profunda que es Barcelona, y como es algo que personalmente me pilla muy de cerca, sé que me voy a calentar escribiendo, y no quiero).

Su performance no termina cuando se apagan los focos o las redes sociales, sino que habla del poliamor desde su propia investigación y su propia experiencia vital. En “Pensamiento monógamo…” critica abiertamente la corriente de académicxs que estudian el poliamor desde la comodidad del sofá monógamo y se atreven a establecer teoría al respecto. Como quienes defienden la legalización de la prostitución bajo el paraguas del argumento “es un trabajo más” en estudios académicos muy eruditos, pero cuyxs autorxs no se prestan nunca a experimentar ni una jornada de ese “trabajo como otro cualquiera” y ser violadxs quizá más de 20 veces en un 8 horas para determinar con fundamento que sí, efectivamente, es sólo un trabajo más.

p.15 Para el discurso académico, somos objetos de estudio, gentecita que pone el cuerpo en algo que ni siquiera entiende, que no sabe explicar y que necesita de señores y señoras importantes, legítimas y mayoritariamente monógamas para analizar nuestra experiencia. Para estudiarnos desde eso que denominan “observación participante” nos “ayudan” con el activismo el ratito que dura su investigación. Denominar a eso participación es como llamar feminismo a que las mujeres entremos gratis en las discotecas. (…) Hay personas poliamorosas y no-monógamas investigando, pero ¿cuántas investigadoras* monógamas han abierto sus parejas, sus tripas durante el doctorado sobre poliamor, dejándose el corazón en todo ese proceso? El conocimiento necesita ser situado, y no se sitúa haciendo sándwiches para un poli-encuentro.

Transcribiría todo “Pensamiento monógamo…”, pero ya veis qué fluido y qué claro escribe Vasallo, hija legítima de la teoría también performativa de Paul B. Preciado, ese P.B.P. apareciendo con bigote en la televisión francesa aún bajo el nombre de Beatriz, grabándose en vídeo mientras se introduce dildos para honrar el fallecimiento de su maestro Foucault, escribiendo para su trabajo de fin de carrera el hito queer por excelencia “Manifiesto contrasexual”, adquiriendo testosterona en el mercado negro para administrársela fuera del circuito sanitario legal para no convertirse en una trans-sometida-al-sistema más…

¿Qué pasa cuando tu naturaleza no encaja en las estructuras sociales establecidas? Que la sociedad hace un alto en sus quehaceres cotidianos para señalarte con el dedo, para meterte el dedo en el ojo si te pilla desprevenida. Cuántas veces he escuchado a compañeras queer lamentarse, “cómo me gustaría haber sido normal, no haber sufrido por esto” y la impotencia que siento en esas ocasiones no os la puedo nombrar porque no hay adjetivos que la definan. Es la sociedad la que no es normal, la que se anticipó a tu llegada y estableció que te ibas a quedar fuera, que eras una ciudadana de segunda, que no valías una mierda.

p.61 El imaginario es tan potente, que no alcanzamos ni a plantearnos que lo disfuncional es el sistema y no nosotras.

Pensadlo, la heteronormatividad dirige nuestras vidas. La arquitectura es heteronormativa (el dormitorio de matrimonio y las habitaciones de los niños, una rosa, una azul); las webs de viajes y paquetes-experiencia son heteronormativas (escapada hetero-romántica, packs de bienestar para ella, ―porque al macho no le interesa cuidarse, a él le venden coches tan grandes como el tamaño de pene que nunca alcanzará―, organización de bodas en torno a la novia, que es a la única que le preocupan esas cosas); la publicidad y los medios de comunicación son heteropatriarcales y sexistas (para vender cualquier cosa colocan el foco en una mujer semidesnuda, ella hace las cosas en casa, él ayuda); los formularios administrativos son heteronormativos y patriarcales (casilla para el nombre de papá, en segundo lugar casilla para el nombre de mamá, si acaso “tutor”, no hay cabida para una familia poli); el modelo 145 es heteronormativo, patriarcal, monógamo y machista (puede que seas hombre y tengas una mujer a tu cargo, viceversa no se contempla, ¿porque... tú no serás un calzonazos mantenido, verdad?) Y así hasta el infinito, hay ejemplos flagrantes para llenar una vida. Ésta, por ejemplo.

¿De verdad has elegido ser hetero y monógama? ¿Habiendo nacido en un mundo sin estímulos heteronormativos, sin estructuras pre-diseñadas, habrías terminado por “elegir” el mismo modo de vida? ¿De veras lo crees?

Nuestra capacidad de elección es tan limitada y tan falsa (es sólo una percepción de libertad, no es real) que hay mares de bibliografía filosófica al respecto, podéis informaros.

Sin embargo, no estoy de acuerdo en todo lo que enuncia Vasallo en este libro. Por ejemplo, en un capítulo titulado “Las herramientas del amo no desmontarán la casa del amo” afirma que el poliamor no es para todo el mundo, sino solo para aquellas personas que habitan los márgenes de los márgenes, las que están “hechas de otra pasta. A base de hostias, pero de otra pasta”. No sé si esto es fruto de la impotencia y la rabia por haber sufrido mucho en su vida, lo cual lamento, pero al llegar a este punto me dolió que su idea del poliamor no fuera de verdad inclusiva, puesto que existe mucha gente que (creo) habita esos márgenes porque a pesar de los privilegios que les han venido dados no comparte ningún tipo de convencionalismo social, no sé, supongo que es un tema más complicado que todo eso, pero no me convenció. Y hay más cositas, pequeñas, pero es que en general estoy muy a favor de este libro y quiero priorizar su capacidad de abrir debate y generar pensamiento nuevo, así como la enorme gravedad de la heternorma hegemónica: tenemos que dinamitar eso de una vez por todas.

p.136 (…) tan disidente y sospechosa es una persona desafectada por el sentimiento nacional como una persona desinteresada en tener pareja.

Estoy muy a favor de este libro porque estoy muy a favor de cualquier herramienta que sirva para destruir las estructuras impuestas que nos embrutecen. Hace falta un gran interés personal y mucha fuerza de voluntad para salir del rebaño y observar desde los márgenes. Porque lo que se ve desde allí, no es bonito. Desde los márgenes se adquiere consciencia de que nuestro día a día se desarrolla en una distopía aterradora, en la sociedad del espectáculo de Guy Debord y el gran hermano de George Orwell, en cualquier capítulo de Black Mirror. 

Personalmente, me aterroriza el hecho de saberme cosificada por la mirada de los señoros de mierda cada-vez-que-pongo-un-pie-en-la-calle, de ponerme en riesgo real de muerte si se me ocurriera la peregrina idea de comenzar una relación con un tío machista; así como el hecho de estar absolutamente rodeada de cómplices de asesinato que si no cosifican a la mujer, sí lo hacen con los animales porque están muy ricos. No sé, adquirir consciencia de todo esto es sumamente doloroso pero te hace más libre, hace que en la medida de lo posible tus elecciones no estén condicionadas por un rebaño, por un anuncio en la tele, por una oferta en el súper. Pero insisto, es necesario ese impulso primero de querer saber, y una vez que empiezas a saber darte cuenta de que cuanto más lees, más consciente eres de lo mucho que te queda por aprender.

*El femenino de Vasallo incluye a los hombres. De nada.

p.19 Quien se ofenda por ser nombrad* en femenino, encontrará en este libro motivos muchísimo mayores de ofensa.


miércoles, 23 de enero de 2019

"Oculto sendero" - Elena Fortún


Elena Fortún nunca debería haber tenido que esconderse.

Encarnación Aragoneses Urquijo (1886-1952), conocida como Elena Fortún desde 1928, año en el que se empezaron a publicar las primeras historias sobre el enorme personaje literario Celia, hizo soñar a niñas durante generaciones. Hizo, porque ahora no sé qué leen. Quién sabe, quizá algunas sigan leyendo a Celia (os recuerdo que mis femeninos siguen incluyendo a los varones: de nada).

En 2016 vio la luz “Oculto sendero”, una obra que la autora siempre mantuvo exactamente eso: oculta. Quienes han vivido oprimidas y traumatizadas por esta sociedad inhumana o por sucesos especialmente hostiles, difícilmente abren su corazón, aunque pasen décadas y el horror ya haya quedado atrás. Nunca queda atrás realmente, mientras el mundo siga siendo hostil y no se eduque en la empatía ni en el aprecio y cuidado por la vida… es comprensible que todo lo no hegemónico se oculte, por miedo a los ataques. Fortún sufrió una larga agonía antes de su muerte y pidió que se destruyeran sus manuscritos más comprometidos. Escrito a máquina con tinta morada se encontraban “Oculto sendero” y “Celia en la revolución”, que se desarrolla en el contexto del exilio durante la Guerra Civil española.

En esta novela con tintes autobiográficos, donde no sabemos qué es ficción y qué es verdad, tenemos a una protagonista que comparte muchos paralelismos vitales con la autora. Vive oprimida por una serie de convencionalismos sociales ante los que se rebela en la medida de sus fuerzas y posibilidades: por ejemplo, un matrimonio que no desea.

Casarse fue un disparate.

Hay una escena en las primeras páginas, cuando la protagonista aún es muy pequeña, en la que comparte una comida con su familia de brutos, en un restaurante. En seguida, la niña se fija en una mesa cercana donde almuerza una pareja de mujeres de aspecto andrógino, que desprenden un magnetismo en el que de alguna manera esa niña se refleja. Su visión le hace sentir cómoda y le encantaría poder estar con ellas, aprender de ellas, ser como ellas. Libres, hermosas: hermosas en tanto que libres.

Su “tradicional” y espantosa familia se encarga de reprimir sus instintos naturales y de obligarla a naturalizar lo fingido, lo convencional, todo lo que se espera de ella. Critican todas las identidades que no encajen en su rancia moral, a la que no cuestionan. La primera escena de la novela representa un berrinche de la niña cuando recibe un vestido “de princesita” en lugar del traje de marinero con gorra que había pedido y con el que soñaba. La androginia, en fin, el rechazo por lo “femenino impuesto” ya habitaba en ella antes aún de tener referentes, de saber qué era o de ponerle nombre.

Es una delicia leer esta novela porque en el fraseo encontramos a la Elena Fortún de “Celia” pero, a la vez, es muy duro conocer los detalles de una experiencia vital tan dolorosa por culpa de la imposición del (hetero)patriarcado, y explorar las zonas más oscuras (en tanto que ocultas) de la identidad que nunca pudo mostrar libremente. Una vez más, tenemos una historia de homosexualidad reprimida, rodeada de todo tipo de dolor, catástrofes y miserias. Hay lugar para la esperanza, eso sí, pero no seré yo quien os destripe el contenido de los últimos capítulos.

En la vida real, Elena Fortún se escondía en el baño para escribir las novelas de Celia, porque a su mierda de marido le parecía mal que su mujer ganase más dinero que él con un trabajo, para más inri, intelectual.

Creo que esta lectura puede ser interesante para todas aquellas personas que quieran ponerse en los zapatos de otra que haya sufrido violencia a causa de su orientación sexual, también para quienes no puedan pensar en los libros de Celia sin añoranza o, en fin, para cualquier persona con sensibilidad y empatía.

En mi caso, he llegado a este libro porque desde hace tiempo, en las bibliotecas públicas de la Comunidad de Madrid, hay un espacio para todo tipo de materiales relacionados con la cultura queer. Aunque es una desgracia que esto tenga que llevarse a cabo para poder normalizar de una vez algo que es perfectamente normal, es una buena idea en tiempos en que la visibilización todavía es necesaria. Cuando vi el cartel y los colores de la bandera arco-iris en los tejuelos, me produjo curiosidad, ¿qué títulos y qué películas habrían seleccionado? ¡Pero si podrían identificar más de la mitad de la biblioteca como queer!

Por último, hay un detalle grave que no quiero dejar de comentar. En el comienzo de este libro hay una nota de las editoras aclarando que el manuscrito original estaba plagado de erratas y que, por tanto, ha sido convenientemente corregido. Tengo que respirar hondo antes de seguir.

(Oh benévolas editoras, os alabamos).

Soy licenciada en Biblioteconomía y Documentación, tengo el título de Corrección profesional de textos (podríais contratarme), escribo reseñas desde hace más de 10 años y conozco bien el mundo editorial: los libros se han de corregir, siempre, igual que se maquetan también siempre, o se traducen a veces. No hay más. La figura de la correctora ortotipográfica o de estilo, es necesaria: esa intervención, previa a la publicación, no hace mejor ni peor la labor de la autora del texto (recordad que mis femeninos siguen incluyendo a los hombres: de nada). Necesaria, decía, porque somos humanos e imperfectos. Indicar que la autora dejó un manuscrito plagado de erratas es una falta de respeto y una evidencia de profundo desconocimiento de los procesos de la industria editorial. Muchas autoras entregan verdaderos truños que han de rehacerse casi por completo, pocas veces revisan los textos en pruebas, ya maquetados y corregidos, ni participan en ninguna fase del proceso editorial; también muchas veces se publica de cualquier manera, vendiéndose por tanto libros defectuosos, y las lectoras los compran sin percatarse de ello, porque la corrección gramatical y ortográfica no es precisamente un valor en alza. Yo cada vez encuentro más erratas, ¿no os pasa?

¿Sabéis qué es lo mejor de todo? Que el libro está corregido con el culo mal. Las tildes diacríticas están mal ¡casi todas!, el leísmo navega a placer entre las páginas y las rayas de los incisos en los diálogos están mal puestas ¡¡todas!! ¿Qué demonios han corregido exactamente las editoras, con su excelsa benevolencia y su buen hacer? ¿¡Qué!? ¿Quizá cosas que estaban bien en el original…? Porque de otra forma no se explica una cantidad tan exagerada de meteduras de pata. Espero de verdad que disfrutéis de la lectura, a pesar de todo.



viernes, 11 de enero de 2019

"Este torcido amor: la ternura de las ahogadas" - Txus García


Txus García ya nos lo confirmó en “Poesía para niñas bien”: que era un trovador cuir adelantado a su época (mejor: su época retrasada con respecto a él) que no tenía que demostrar nada, que era auténtica y que no pretendía encajar en ningún molde socialmente predeterminado, y que si con sus palabras, de paso, iba a perturbar a alguna mente retrógrada y binaria, iba a gritar más alto y hacer que mereciera del todo la pena. Lo ha vuelto a hacer, en "Este torcido amor: la ternura de las ahogadas".

Por eso, tu hija te ha salido trovador.

La realidad de Txus García es la de la visibilidad y el activismo, una voz cuajada de matices que se nutre de los ecos de Gloria Fuertes y que navega entre géneros masculinos y femeninos yendo más allá, sin miedo a mostrarse vulnerable en sus versos, siempre tan narrativos. Es curioso porque este libro, de la editorial Bellaterra, indica en la cubierta que se trata de narrativa, y no lo es. Los únicos textos en prosa son los dos prólogos (¡dos!) que anteceden a los poemas de Txus.

Me han gustado mucho las ilustraciones, realizadas por Antonio García Villarán, un autor al que no sigo pero sé por redes que es amigo de la adorable pareja formada por Jaime Altozano y Ter (Tercosmicqueen), que me encantan, así como de Txus, por lo que ya me cae bien de manera rizomática. En especial me han flipado los retratos que Antonio ha hecho de Gloria Fuertes y de la propia Txus, y también me ha gustado el hecho de que la cantidad de ilustraciones no sea exagerada (no es algo contradictorio, cuando compras un libro porque te interesa el texto, te puede saturar la inclusión exagerada de imágenes, además pocas veces me gustan los ilustradores que se eligen, los estilos artísticos, etc.)

Lo transgénero, lo canalla, lo transgresor, lo performativo, lo provocador, lo mamarracho, lo inclusivo, lo rebelde, lo queer en el más amplio sentido del término, tiene cabida entre estas páginas.

Del prólogo de Meri Torras:

“Ricardo Llamas, en la introducción a Teoría torcida. Prejuicios y discursos en torno a la homosexualidad (Siglo XXI, Madrid 1998), propone la siguiente traducción de queer, precisamente por su etimología: «Teoría queer, en definitiva, es decir, rarita. O, si apelamos a la etimología latina del término (torquere), sencillamente, teoría torcida» (xi). Aunque no haya usado el término ni una sola vez, la poesía de Txus García puede ser más cuir que nunca en Este torcido amor (la ternura de las ahogadas).

Hay textos sexuales, sobre la crudeza de la vida adulta, familiares, de denuncia, sobre la precariedad laboral, de los bajos fondos urbanos, otros que creo que no entiendo pero me da igual, me gustan; también hay fragmentos como estos, que me reconcilian con la vida, con mi instinto gótico y con mis fantasmas:

Me duermo junto a tu sombra,
el surco que dejaste
hace tres meses
al irte de ese modo.
Sin un beso,
sin revolcarme con un poco de odio,
sin una despedida,
digna de una muerta
y una esquela en nuestro diario.

Hay espacio para ajustar cuentas con amores pasados y presentes, incluso con aquellos que nunca existieron y que no por ello son menos ciertos (me apasionan esos juegos literarios muy a lo Schrödinger en los que se logra hacer convivir algo y su contrario al mismo tiempo, me hace muy feliz convivir con las contradicciones, en general, y verlo plasmado sobre el papel es tranquilizador, supongo). Familia elegida y genética, o casi, viajan entre líneas. Me ha encantado.

El recuerdo tiene su propio idioma, su propia
textura, su propia melodía secreta, su propia
arqueología y sus propias limitaciones: también
puede lastimarse, robarse y avergonzarse.
Elie Wiesel

Cariátide jurásica,
musa vertebrada,
sientes deseo primario,
antropomórfico. 
Los ojos me lloran
escombros.
Arqueóloga febril
los clasifico:
limpio el esqueleto
triturado
de tu promesa. 
Costumario antiguo,
cuneiforme en la memoria,
ferocidad encubierta,
paleografía ósea. 
El nicho lleno de sábanas
de matrimonio.
Mi mausoleo de penalidades. 
Compartimos polvo,
ceniza,
putrefacción. 
Un amor
rancio.

sábado, 10 de noviembre de 2018

"Queer: una historia gráfica" - Meg-John Barker y Julia Scheele


Por alguna absurda razón, tenía reticencias sobre este libro antes de leerlo. Más que absurdas, porque la editorial Melusina no me ha decepcionado nunca, es más, me ha dado siempre grandes alegrías. Creo que es porque el diseño de cubierta me espantaba (lo sigue haciendo). El interior tiene ilustraciones de estilo cómic muy cuidadas, pero ese diseño para una primera impresión... en fin.

"Queer..." es un libro divulgativo que resume los grandes hitos de la teoría queer en orden cronológico para hacerla llegar al público. Es un libro muy necesario porque, como se comenta a lo largo de la obra, a menudo se ha criticado al movimiento por ser demasiado críptico y sólo apto para la comunidad académica de la cual procede, convirtiéndolo en un producto elitista. Por ejemplo, hace unos años Judit Butler ganó un premio a la obra más incomprensible.

Sin embargo, esto no es del todo justo porque otras ciencias no se juzgan bajo ese mismo rasero, ningún ciudadano medio exige, por ejemplo, que la teoría de cuerdas sea accesible para su nivel limitado de estudios primarios. Lo que sucede es que la teoría queer surge de las calles, de un movimiento social que empieza en el individuo, continúa en el grupo y por tanto sucede que lo personal es político: la gente rápidamente encierra el conocimiento nuevo en su pequeña cajita de limitada experiencia vital y se queda, en la mayor parte de los casos, con las cuatro soflamas que se hacen virales por redes sociales (muchas veces equivocadas o demasiado imprecisas). Esto mismo sucede con el tan maltrecho feminismo, otra teoría social que va de la mano de la teoría queer y que tan mal se entiende. Lo que sucede es algo así: se educa poco y mal  se lee poco y al revés  la red se llena de basura que poco o nada tiene que ver con el feminismo.

En "Queer..." se despejan y aclaran muchos conceptos clave y se resumen en pocas palabras las ideas que han aportado los principales autores. Algunos como Butler y Foucault disponen de más páginas que otros: ellos se consideran los máximos exponentes de las cuestiones de género y de la sexualidad, respectivamente.

También hay espacio para explicar el significado y la importancia del los feminismos negros, imprescindibles para entender el movimiento tal y como lo entendemos en estos momentos, mientras sigue su evolución y su lucha, que ya es imparable.

Mientras los límites de la teoría queer se desdibujan cada vez más, haciendo que sea complicado definirla con exactitud, el género recorre a su vez su propio camino y se dirige a un lugar sin límites ni normas a seguir: si el masculino es el blanco y el femenino es el negro, o viceversa, existe un espectro tan amplio de posibilidades con respecto al género como tonalidades en la escala cromática, y cada individuo es libre de situarse en el punto donde se sienta más cómodo o deambular entre varios, todos o ninguno. Asímismo, el femenino y el masculino como conceptos artificiales creados por los costumbrismos y la inercia de los hábitos en las diferentes sociedades, también desaparecen tras la pregunta: ¿pero quién determina qué es y qué hay detrás de cada concepto? Ya que la respuesta de la biología quedó obsoleta hace décadas y ya se ha comprobado que los roles son aprendidos.

"Queer...", en fin, es interesantísimo y no se lee tan rápido ni es tan banal como podría hacer pensar el formato con viñetas. El contenido es muy pertinente, actual e incluye una larga lista de bibliografía para ampliar contenidos. Me hace mucha ilusión recomendar este libro en el día que es noticia que Escocia (¡ese maravilloso país que no me canso de visitar!) hace historia porque será el primer país en impartir educación LGTBIQ+ en las escuelas. Enhorabuena escoceses, mis respetos.

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