lunes, 3 de agosto de 2020

"Borderlands: la frontera" - Gloria Anzaldúa



Varias personas cuyo criterio respeto, me habían recomendado mucho “Borderlands”, un ensayo de los 80 de Gloria Anzaldúa (1942-2004), que sigue vigente y aún contiene enseñanzas muy valiosas. Desde que leí la información sobre la autora que aparece en la solapa del libro, me encantó y pasé un poco en diagonal las introducciones iniciales en busca de sus palabras. Vi por ejemplo que se define a la frontera como un “confín contra natura”: no puedo estar más de acuerdo. ¿Qué os pasa con las rayitas imaginarias en el suelo? La tierra no nos pertenece, en cualquier caso, nosotros le pertenecemos a ella, ¿quiénes nos creemos para repartírnosla, prohibírnosla unos a otros, etc.?
Sigo leyendo y descubro que este ensayo es un conjunto de textos de diversas naturalezas, que recogen influencias de la historia mexicana, así como familiar y personal de Anzaldúa.

Originalmente, es un libro escrito sobre todo en inglés, con amplios fragmentos en español y términos en náhuatl: la traducción tuvo que ser entretenida. Es importante no leer solo feminismos de nuestro país o que persiga exactamente nuestros intereses: esto desvirtúa la naturaleza del movimiento y es peligroso, porque hace pensar que no existe mucho más allá de la realidad personal que ya se conoce, y todo lo demás que existe no tiene que ser ni por asomo igual o parecido: cada realidad tiene su propio caleidoscopio de enfoques y circunstancias.

Para mí, en el feminismo hace falta incluirlas a todas; y digo todas desde una perspectiva antiespecista. Cuando se escribió este libro, la necesidad de nombrar la diversidad se hallaba aún en estado incipiente. Hoy aún cuesta muchas discusiones hacer entender que hay mucho más allá de las narices y la mente cerrada de las personas con quienes se discute. Casi siempre es agotador.

p. 42  La frontera entre Estados Unidos y México es una herida abierta donde el Tercer Mundo se araña contra el primero y sangra. Y antes de que se forme costra, vuelve la hemorragia, la savia vital de dos mundos que se funde para formar un tercer país, una cultura de frontera. Las fronteras están diseñadas para definir los lugares que son seguros y los que no lo son, para distinguir el us (nosotros) del them (ellos). Una frontera es una línea divisoria, una fina raya a lo largo de un borde empinado. Un territorio fronterizo es un lugar vago e indefinido creado por el residuo emocional de una linde contra natura. Está en un estado constante de transición. Sus habitantes son los prohibidos y los baneados. Ahí viven los atravesados: los bizcos, los perversos, los queer, los problemáticos, los chuchos callejeros, los mulatos, los de raza mezclada, los medio muertos; en resumen, quienes cruzan, quienes pasan por encima o atraviesan los confines de lo “normal”. Los gringos del suroeste de Estados Unidos consideran a los habitantes de las tierras fronterizas transgresores, extranjeros –tanto si tienen documents como si no, tanto si son Chicanos como si son Indios o Negros–. Prohibida la entrada, los trespassers serán violados, mutilados, estrangulados, atacados con gas, shot. Los únicos habitantes legítimos son quienes tienen el poder, los blancos y quienes se alían con los blancos. La tensión se apodera de los habitantes de las tierras fronterizas como un virus. La ambivalencia y el malestar residen allí y la muerte no es una extraña.
p. 44  En 1521 nació una nueva raza, el mestizo, el mexicano (gente cuya sangre era mezcla de española e india), una raza que no había existido con anterioridad. Los Chicanos, los mexicano-americanos, son los descendientes de aquellos primeros emparejamientos.

Me ha gustado mucho una reflexión sobre la ignorancia y lo sobrenatural. Según Anzaldúa, los seres humanos generalmente temen lo sobrenatural, tanto lo antidivino (impulsos animales como la sexualidad, el inconsciente, lo desconocido, lo extraño) como lo divino (lo suprahumano, el dios en nosotros). Mientras la cultura y la religión nos "protegen" de estas dos fuerzas, la hembra es temida por ser capaz de crear entidades, por sangrar cada mes y no por ello morir, por estar en sintonía con los ciclos de la naturaleza. Y así, se teme todo lo que es diferente o no se consigue entender (lo extraño, lo raro, lo que no se ajusta a lo hetero-establecido), se ataca por pura ignorancia, porque no se nos educa en respetar lo que no entendemos, sino a protegernos de ello.

p. 61  En una universidad de Nueva Inglaterra donde daba clases, la presencia de unas pocas lesbianas hacía que los alumnos y profesores heterosexuales más conservadores entraran en pánico. Las dos alumnas lesbianas y las dos profesoras que éramos lesbianas nos reunimos con ellos para comentar sus temores. Uno de los alumnos comentó: “Yo pensaba que homofobia significaba miedo de ir a casa después de un periodo de residir en otro lugar”.
Y yo pensé: qué apropiado. Miedo de ir a casa. Y de que no te acepten.

También me gusta mucho la reflexión que muestra cómo la cultura occidental ha convertido en objetos a las cosas y a las personas al distanciarse de ellas, con lo que han perdido el contacto. La mente mágica o abstraída es patologizada o menospreciada por salvaje. Según Anzaldúa, en esa dicotomía se halla la raíz de toda violencia. Y no puedo estar más de acuerdo, porque cuando te das cuenta de que vives en una sociedad donde la vida es mercancía, ya solo puedes vivir permanentemente espantada. Es terroríficamente sencillo acceder a los cuerpos de mujeres y animales. Me refiero a cuerpos como unidades políticas, a cuerpos sintientes con respecto al dolor y a las emociones: cuerpos que quieren vivir. Las mujeres que, esclavizadas, trabajan con su cuerpo, realmente no lo hacen con sino en su cuerpo. En cuanto al cuerpo de los animales, son piezas fabricadas artificialmente para poner a la venta descuartizadas. En ambos casos se trata de cuerpos explotados de modo que unos señores que no ponen su cuerpo y sí tienen todos los privilegios, se enriquecen con el sufrimiento, explotación y asesinato ajeno. No busquéis abolicionismo o antiespecismo en Anzaldúa porque no lo vais a encontrar, esas reflexiones son mías porque no puedo pensarlas aisladas del feminismo, pero no son el objeto de este libro.

La primera mitad de Borderlands me ha gustado mucho, pero los poemas y las entrevistas que se incluyen después, no los he encontrado tan informativos, ricos en matices y bien redactados, o por algún motivo no he conectado con ellos. Sin embargo, en general es una lectura muy recomendable que una vez se contextualiza, puede servir para derribarnos algunas barreras mentales molestas que aún tengamos en pie.

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