" (…) me dio un librillo en blanco y negro, diciendo: “Creo que esto podría interesarte”. Lo cogí y lo abrí con desgana, pues estaba concentrada en el guiso (…). Me encontré en medio de Aullido, de Allen Ginsberg. Dejé el cucharón y abrí el libro por el principio. su poderoso comienzo me atrapó de inmediato: “He visto las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura…”.Estaba demasiado excitada para preocuparme del guiso. Lo dejé en manos de Beatrice y sin siquiera darle las gracias a Bradley salí por la puerta con su nuevo libro. Anduve unas cuantas manzanas hasta el muelle de la calle Sesenta y me senté frente al río Hudson para leer y asimilar lo que estaba ocurriendo. No se me iban de la cabeza las palabras “abriendo nuevos caminos”. Sabía que el tal Allen Ginsberg, quien quiera que fuese, nos había abierto nuevos caminos a todos nosotros por el mero hecho de publicar aquello. Todavía no sabía lo que significaba, ni hasta dónde nos llevaría.El poema también me produjo cierta pesadumbre. Se suponía que, si había una persona como Allen, tenía que haber más aparte de mis colegas, otros que también escribían lo que oían, escribían como hablaban, que vivían ocultos y marginados, escondiéndose aquí y allá, y que ahora, de repente, estaban a punto de hablar en voz alta. Tenía la impresión de que Allen solo era, solo podía ser, la vanguardia de algo mucho más grande. (…) No muchos los escucharían, pero ellos por fin podrían escucharse los unos a los otros. Estaba a punto de encontrar a mis hermanos y hermanas.
sábado, 19 de febrero de 2022
"Memorias de una beatnik" - Diane di Prima
domingo, 2 de enero de 2022
"Cuando lo sugerente se hace evidente" - Aldo Linares
Hay algo a la par hermoso y agotador al reflexionar sobre lo intangible. Lo que Aldo me transmite es la idea de un artesano que moldea figuras, que amalgama filosofía, poesía y certezas para dar forma a lo que no se ve, pero es. El resultado (esas figuras) son la representación de pensamiento, arte y memoria.
Aldo también me transmite dulzura, ilusión, emoción apenas contenida, educación o formas (que de tan perdidas, advertirlas de nuevo en alguien resulta extraño), comedimiento, infinita curiosidad, buen gusto y una sensibilidad a flor de piel, o a raudales.
Busco a Aldo en las redes después de que sus intervenciones en Cuarto Milenio me resulten cada vez más demasiado espaciadas, tras darme cuenta también de que su energía atraviesa la pantalla y entreveo en sus gestos, en sus palabras y sus miradas una verdad, una inocencia y una sencillez que me agradan. Resulta evidente que la participación de Aldo en los programas añade a estos un extra de misterio y fascinación de las que ningún otro colaborador es capaz. A excepción, claro está, de Paloma Navarrete: todas sus intervenciones son historia desde el momento que se emitieron.
Encuentro su canal de YouTube y me gusta encontrar momentos tranquilos para escucharle hablar con ese sosiego tan personal, con su brillo tan especial en los ojos (en esa chispa se encuentra la emoción inocente y pura del niño que fue y que es porque vive en él) buscando la verdad y dándole forma a la belleza. A través de conversaciones con otras personas a las que admira y de las que pretende aprender, generando un diálogo enriquecedor del que podamos beneficiarnos muchas otras personas al otro lado de la pantalla.
Algo en esos vídeos hace que mi memoria vuele a mi antiguo salón de hace 4 o 5 casas, invadido por fantasmas que se divierten contando historias de humanos. Presencias espectrales porque si estiras el brazo no eres capaz de tocarlos, porque cuando los necesites nunca estarán, porque se divertirán a tu costa, porque te robarán energía y objetos que nunca recuperarás. Te dejarán una herida abierta, preguntas sin respuesta y mucho dolor.
Se dice que los espíritus son tal y como fueron cuando estaban vivos: pasar al otro lado no nos hará peores, o mejores, lo que somos ahora seguirá. Incluso las personas más sensibles e inteligentes (o especialmente ellas) son a menudo engañadas.
En este libro tanto en la palabra escrita como en los espacios entre líneas se encuentran las respuestas (o preguntas que llevan a otras preguntas que a veces son en sí mismas respuestas). Aldo relata sus experiencias paranormales (sucesos que la ciencia aun no es capaz de explicar) desde que era niño, en una suerte de biografía a través del misterio.
Algunos pasajes resultan extremadamente intensos y evocadores. Uno de ellos relata un viaje con amigos a la zona andina, cuando Aldo todavía vivía en Perú. Tras una excursión por una montaña encontraron a un grupo de personas sentadas en círculo que les invitaron a unirse a ellos: la reunión giraba en torno a una mujer mayor que hablaba en quechua. Tuvieron la gran suerte y el honor de participar en un rito ancestral de culto a la Tierra y esto hizo que se derribasen sus certezas urbanitas y en menos de hora y media solo fuimos nuestros nombres (pág. 104).
Es necesario leer el relato, de varias páginas y rico en detalles, en palabras de Aldo para comprender toda su inmensidad y significado. La lectura me trae sin querer el recuerdo de otro círculo también ritual e iniciático, de cuya circunferencia me excluí a consciencia. Era una noche de San Juan y en el momento de juntar todas las tazas de barro en el centro, una puerta se cerró en el piso superior dando un fuerte portazo. Era un dúplex con todas las ventanas cerradas en ese momento y sin posibilidad de corrientes u otras explicaciones científicas que le dieran sentido terrenal a ese fuerte golpe, que al recordarlo ahora aún me resuena. Hay otros acontecimientos en mi vida que recuerdo muy claros y para los que no he conseguido encontrar explicación física pero que sencillamente son, no me los cuestiono porque nunca he considerado que las energías que los generaron tengan algo que ver conmigo.
Antes de la experiencia andina, Aldo cita El Arte es Magia y la Magia es Arte liberado (pág. 98), lo que indefectiblemente me lleva a Alan Moore y su tan especial “Ángeles fósiles”. Su lectura me aclaró muchas preguntas y me generó evidencias que aún me sirven.
Otra referencia literaria muy clave que encuentro entre estas páginas es a Leopoldo María Panero (pág. 61), cuya letra temblorosa y ya ilegible, escrita pocos meses antes de morir, se encuentra para siempre plasmada en algunos libros de la biblioteca de nuestra casa. Es curioso que mientras leía “Cuando lo sugerente se hace evidente”, y a las pocas páginas de su mención, una amiga me lo recordara, hablando por chat sobre libros y locura. Es posible que las casualidades no existan.
El gusto selecto de Aldo se explaya en la música, el libro incluye la referencia a una lista de canciones de Spotify un tanto tenebrosa e inquietante, y suspiro ante la fotografía de sus antiguas entradas a conciertos de Depeche Mode, Nick Cave, The Cure… (pág. 138). Su relación con la música es muy especial, me gusta cómo describe uno de sus más preciados recuerdos en el que, siendo niño y en la cocina de la casa familiar durante el desayuno, tenía ocasión de escuchar algunos de sus programas de radio favoritos y hallaba una fuga hacia lugares que no veía pero que existían: las canciones (pág. 41).
Con respecto a esa “fuga”, me he sentido muy reflejada en los pasajes que describen su traslado a Madrid, siendo muy joven. La misma ciudad que me acogió con su espectáculo de luz, multitud, color y brillo cuando tenía la misma edad que tenía Aldo cuando aterrizó allí, él proveniente eso sí, de mucho más lejos. Salí hacia mi habitación y, con la luz apagada, me metí en la cama hasta quedarme dormido, viendo la maleta sin cerrar a un lado. Era mi vida al descubierto (pág. 123) (…) me hallé sacando cosas de la maleta en un barrio que no conocía, dentro de una ciudad totalmente desconocida al otro lado del mundo. Si bien no lo estaba, no podía evitar saberme individualmente solo (pág. 131). Madrid sigue acogiendo a Aldo mientras que para mí nunca fue apenas algo más que un amago de hogar, por fortuna encontré arrullo a orillas del mar cuando aceptar irme fue más sencillo que negarme.
Cuando Aldo relata una investigación con algunos integrantes de La Escóbula de la Brújula y del Grupo Hepta, describe a Piedi con su máquina de fotos entrando en una cueva por un estrecho túnel y, ensoñado o sugestionado, Aldo la imagina avanzando en días pretéritos haciendo el recorrido con una antorcha (pág. 180) Leer este pasaje automáticamente me devuelve recuerdos de la multitud de viajes que he realizado los últimos años por diferentes países acompañada tan solo por una mochila, fascinándome especialmente ante los solitarios castillos totalmente en ruinas que encontré en varias exploraciones por Escocia y que me transportaban instantáneamente al pasado creyendo poder ver la cotidianeidad, sus gentes, las texturas y los olores.
La sugestión nos expone en gran medida, de forma que puede resultar peligroso. Como bien dice Aldo un poco más adelante, tomar conciencia de que estás lejos de tu campo base te produce dos cosas: o te desorienta al máximo o te ayuda a redefinir tu eje (pág. 190). Conozco la sensación de buscar perderse intencionadamente, o encontrar placer en ello cuando no estaba de forma fehaciente entre los planes del viaje. La desubicación es clave para volver a encontrarse cuando se viaja pretendiendo que los momentos y los lugares pasen por una, no solo para que una pase por ellos.
Por eso me gusta mucho esta fotografía que tomé del libro de Aldo sobre el pozo votivo fundacional de L’Almoina de la antigua ciudad de Valentia: un lugar excavado previamente al inicio de la construcción de la ciudad y donde se enterraron restos de un ritual para asegurar la prosperidad de lo que allí en torno se iba a construir. Se consideraba una puerta abierta al mundo del más allá y se abría solo tres días al año, en los cuales podía atravesarlo alguna presencia no deseada. Es la conexión perfecta entre el bullicio frívolo del presente con el recogimiento mísitico del pasado. "Cuando lo sugerente se hace evidente" también es conexión, reflexión, apertura.
Este libro bien supone la experiencia de un viaje, el de una persona tan especial como es Aldo Linares y en cuyas páginas he podido encontrar multitud de ecos en los que verme reflejada y por supuesto, disfrutar y enriquecerme, sentir vértigo y regocijarme. Creo que puede servir a muchas personas con intereses y conexiones en la misma frecuencia. Si algo me gusta es descubrir la esencia y personalidad en seres especiales que se dejan ver, sin duda en este libro es algo que se encuentra a mares y se disfruta.
Parafraseando la habitual y hermosa despedida de Aldo, que es una seña de su identidad… que todo os sea propicio.
domingo, 17 de mayo de 2020
"El mundo y mi cámara" - Gisèle Freund
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Gisèle Freund posa junto a algunos de sus retratados. Fotografía tomada de GettyImages, link aquí |
martes, 5 de mayo de 2020
"Cervantes y Lope: Vidas Paralelas" - Mary Shelley
lunes, 28 de octubre de 2019
"Los Modlin" - Paco Gómez
viernes, 7 de junio de 2019
"En busca de Mary Shelley" - Fiona Sampson
Este libro es una auténtica maravilla. Una virguería tanto en forma como en contenido. Si no conoces a Mary, te enamorarás de ella entre estas páginas. Si ya estás al tanto de su trayectoria en mayor o menor medida, te enamorarás aún más si cabe… porque no se puede conocer la historia de Mary Shelley sin amarla.
Termina el siglo XVIII, y entonces…
El 30 de agosto de 1797 vino al mundo Mary Shelley para confirmar que difícilmente puede salir mal el hecho de ser una escritora nacida entre dos siglos. A los pocos días, y por complicaciones derivadas del parto, su madre muere en una agonía horrible, provocada por una septicemia (inducida a su vez por un médico que no se lavó las manos). Recordemos que los primeros científicos que relacionaron higiene e infecciones terminaron en la cárcel por alborotadores, y recordemos además que en aquella época no existían los antibióticos; también, que la sabiduría natural de las “brujas” se había quemado en las católicas y apostólicas hogueras. Pues bien: esa mujer muerta tras el parto era la gran Mary Wollstoncraft, a la que las feministas actuales reivindican por la genial obra “Vindicación de los derechos de la mujer”: la misma filósofa y escritora que ya antes había dado a la imprenta la “Vindicación de los derechos del hombre” (pero eso, al parecer, fácilmente se nos olvida) y, aún antes, la menos atinada “La educación de las hijas”.
Hay una anécdota preciosa que retrata a William Godwin, el filósofo e intelectual padre de Mary Shelley, visitando la tumba de Mary Wollstonecraft junto a la pequeña, y enseñándole a leer poco a poco haciendo que siguiera con sus pequeños deditos los surcos tallados en la piedra que formaban las letras del nombre de su madre en la lápida. Ese lugar se convirtió en el refugio de la pequeña niña, era donde acudía cada vez que quería darle un abrazo a su madre. Allí se inspiraba y escribía, sentada junto a la tumba, y allí es donde llevó a Percy Shelley al poco de conocerle, algo que tiene sentido si se piensa que era la forma más cercana y real de presentarle a su madre a su enamorado.
Volviendo a los primeros pasos lectores de la joven Mary, hay un pasaje en la página 50 de “En busca de Mary Shelley” ante el que inclinarse y quitarse el sombrero: aquel en el que Sampson investiga y recrea el despunte de la literatura infantil en la industria editorial aún muy joven y poco corrupta de 1800. Argumenta y contextualiza el tipo de libros a los que Mary pudo tener acceso, teniendo en cuenta también el entorno intelectual del que disfrutaba en casa, el poder adquisitivo de su padre, así como la manera en que estas historias infantiles pudieron tener influencia en la escritora que ya casi se adivinaba en ella. Seria, organizada, meticulosa, intensa hasta el paroxismo y con una necesidad imperiosa de plasmarlo todo por escrito, mantenía un diario desde muy joven y ya nunca dejó de escribir.
Mary escritora
La irrupción de Percy en la vida de Mary es decisiva. La manera en que se fugan el 28 de julio de 1814 a un largo viaje por Francia, Suiza, Alemania y Holanda, llevando consigo a la tercera en discordia, Claire (hermanastra de Mary), es un hito en la historia de la literatura. En la historia rosa de la literatura, si se quiere. Es el punto de inflexión que determina el fin de una infancia entre filósofos, cultura y libros, como mera observadora embelesada, y el comienzo de una etapa en la que Mary disfruta del entorno cultural e intelectual de su generación e interviene por derecho propio en el mismo.
Me han sorprendido gratamente las hipótesis que hacia el final de la obra lanza Sampson en relación a lo que verdaderamente unía a las dos hermanastras, y por qué resultaron ser siempre inseparables a pesar de la manera de ser infantil y caprichosa de Claire, y el modo en que añadió dolor a la ya de por sí difícil relación entre el matrimonio Shelley. Pero no lo desvelaré aquí, es demasiado perfecto, tendrán que acudir a sus librerías para saberlo.
Mary se quedaba embarazada con facilidad y perdía a sus hijos casi de la misma manera. Mientras, Percy se divertía por ahí con Claire y disfrutaba de su alocada vida de poeta y aristócrata arruinado, siendo siempre coherente con su pensamiento revolucionario y provocador, que incluía cuestiones tan sacrílegas para la época como el ateísmo, el amor libre, el vegetarianismo, etc. El problema es que también era manipulador y caprichoso, y mantenerse a su lado conllevaba el sacrificio de vivir tal y como él lo hacía, porque de otro modo no entendía la lealtad, (¡así de mal entendida la tenía!). Así, por ejemplo, comprometía a Mary para que tuviera relaciones con amigos suyos (a fin quizá de tener coartada para hacer él lo mismo por su cuenta con otras personas) o le imponía el vegetarianismo, en una Inglaterra en la que conseguir fruta y verdura de calidad sería aún más difícil que en la actualidad, si cabe, y donde la información nutricional brillaría por su ausencia (igual que ahora, también).
Uno de sus viajes les llevó a Villa Diodati, la casa que Lord Byron alquiló en Suiza, a orillas del lago Lemán, para pasar el verano de 1816, el verano en que hizo tanto frío como en invierno. Como no podían disfrutar de paseos al aire libre ni de las embarcaciones en el lago, se reunían a la luz de las velas para disfrutar de las tormentas mientras leían un libro alemán de relatos de fantasmas, “Fantasmagoriana ou Receuil d’Histories de Spectres, Revenants, Fantômes, etc.” Todos los miembros del grupo estaban familiarizados con la novela gótica, y es en este escenario donde Lord Byron sugiere que cada uno de ellos escriba su propia historia, a fin de inspirarse unos a otros y generar un pasatiempo con forma de desafío literario.
Mientras tanto, sin que ellos lo sepan, el hostelero del cercano Hôtel d’Angleterre en Sécheron, ha instalado un telescopio para que los huéspedes puedan curiosear qué se cuece en la casa donde se aloja el ya famoso, escandaloso e irreverente (“loco, malvado, peligroso”) Lord Byron. Con su formalidad habitual, Mary es la única que se toma en serio el encargo y empieza a escribir su “Frankenstein” inspirada por sus viajes con Claire y Percy (el castillo Burg Frankenstein, cerca de la Selva de Oden en Alemania) así como por la ambientación tétrica de aquel verano y los avances científicos galvanistas de su época, cuyos experimentos y escenificaciones causaban furor en los teatros de las ciudades.
Y, ¿¡¡cómo no iba a verse influida Mary, si además de todo lo que ya sabemos, fue coetánea de artistas de la talla de: Goethe, Beethoven, John Keats, William Blake, William Wordsworth, Emily Dickinson, Walt Whitman, S.T. Coleridge, Edgar Allan Poe, Alfred Tennyson, J.H. Füssli, Robert Burns, Charles Baudelaire, George Sand (A.A. Lucile Dupin), Robert Browning, Chateaubriand, Weber, Caspar David Friedrich, Goya, Velázquez y los mismísimos Percy Bysshe Shelley y George Gordon Byron, entre otros muchos y muchas…!!?
La vida a partir de Frankenstein o el moderno prometeo
Resulta muy revelador cómo Sampson analiza la evolución de la escritura de la joven Mary a través de sus diarios y sus obras literarias, con precisión y cuidado, así como la vasta influencia que su obra ha tenido en el mundo occidental. Tenía una inquietud cultural férrea y se dedicaba a leer y a escribir, a aprender idiomas y escribir, a disfrutar del arte y escribir, a corregir y transcribir las obras de Shelley y Byron y escribir, a observar la naturaleza y escribir, a observar su propio mundo interior y escribir…
La vida de Mary fue larga teniendo en cuenta la esperanza de vida de su época, y después de ese episodio clave en Villa Diodati conoció el reconocimiento literario y la fama, vivió en mil y un lugares diferentes y tuvo muchos momentos de felicidad y también de desdicha, pues aún le esperaban muchos incidentes dramáticos en su vida. El tétrico listado de muertes que arrastraba es imponente, y cómo se sobrepuso a ellas, admirable.
No se trata de resumir aquí “En busca de Mary Shelley”, dejémosla insuflando vida al monstruo con palabras en su habitación propia mientras Percy y Byron recorren juntos Venecia. Yo elijo quedarme observándolos en sus momentos más emocionantes e inspiradores. La historia de este grupo de personajes mágicos marcó una etapa intensamente agridulce de mi vida que creí que había terminado hace mucho, cuando realmente no había hecho más que empezar. Fiona Sampson, de la mano de Galaxia Gutenberg, ha venido a endulzar unos días en los que siento a la preciosa Mary más cerca que nunca: porque este libro no supone un viaje al pasado donde nos situemos cómodamente a observarles, no; va mucho más allá. Son ellos mismos situados en nuestro presente tal y como se los percibe, debido a la apabullante cercanía a través de la que casi podemos acariciarles, sentirles, escuchar sus voces y recibir su esencia… gracias al admirable trabajo de Fiona Sampson.
miércoles, 16 de enero de 2019
"Historia de una mujer plantada" - La Shatunga
Acaba de salir a la venta la “Historia de una mujer plantada”, escrito por La Shatunga.
¿Queréis saber más?
Pues no mováis vuestro culamen del sofá-silla-sillón /barra/ cama resacosa, ¡y seguid viendo el vídeo!
Con esa frase introduce Carmen, conocida como La Shatunga en YouTube, las anécdotas que cuenta en los vídeos de su canal los domingos por la mañana.
Se trata de un canal de humor sin pretensiones, en el que el protagonismo recae sobre las anécdotas absurdas y descabelladas que le pasan a nuestra autora. Es una de esas personas a las que siempre le pasan las cosas, que sabe cómo empieza su día pero nunca cómo va a acabar. Que vive aventuras porque nunca le da la espalda a una ocasión para hacer alguna locura, es decir, que vive la vida porque deja que le pasen cosas.
Su encanto reside en su particular forma de expresarse, alterando las palabras para conseguir que suenen divertidas. También en el hecho de que ella misma se ríe de las situaciones más absurdas y contagia esa alegría con actitud de “por qué no” y “qué más da”, y sobre todo “hemos venido a pasarlo bien, que son dos tardes”.
Aunque en su canal se pueden encontrar vídeos con tutoriales de maquillaje o recomendaciones de productos de cosmética, creo que no son más que excusas para darle forma al mismo y participar de la comunidad de YouTube, donde aporta un soplo de aire fresco y diversión, con humor blanco con cero cantidad de vanidad.
¿A qué viene este libro entonces, es otro libro más de una youtuber? Bueno, en parte sí, para qué lo vamos a negar. Carmen no es escritora y sus anécdotas en este libro son casi una transcripción de lo mismo que te diría hablando.
¿Y...?
Insisto, se trata de un producto sin pretensiones, yo no diría que esto es literatura sino simple entretenimiento en forma de libro. Ojo, mi intención no es menospreciarlo, es describirlo lo más exactamente posible para que nadie se llame a engaño. No es el tipo de libro que consumo, pero fue una grata excepción que me amenizó un viaje en tren el otro día (se lee rapidísimo), me hizo reír y he visto bastantes vídeos de La Shatunga, que me parece buena tía y me cae bien, por eso lo recomiendo, sin más.
Resulta que, durante estos últimos años, cuando iba contando más y más anécdotas en YouTube, le empezaron a preguntar cada vez de forma más insistente si es que no tenía anécdotas de citas amorosas: su ejército de seguidoras quería saber qué pasaba con La Shatunga en esas situaciones, ¿se convertía en una persona seria y aburrida? En absoluto: ella respondía que tenía mil anécdotas de ese tipo pero que se reservaba para el día en que escribiera el libro que se titularía "Historia de una mujer plantada", como así fue, porque a ella le habían dado plantón sus ligues y parejas de las formas más rocambolescas que se pudiera imaginar, y que el día que todo aquello saliera a la luz el libro sería un exitazo.
Hace unos meses, llegó ese día, en el que la editorial Planeta le escribió un e-mail proponiendo que escribiera un libro porque se lo querían publicar. Y aquí lo tenemos.
¿Qué le pasa a La Shatunga en el amor? Que está enamorada de la idea del amor y busca desesperada a alguien que le dé forma, que se ha tragado el mito del amor romántico y se le ha hecho bola. Es una de esas personas que buscan una relación seria en una aplicación de ligar, y que no van de farol. En este sentido, es mejor tomarse este libro como puro entretenimiento sin más, porque si nos paramos a analizar cualquiera de las historias que lo componen, en realidad nos daremos cuenta de que se trata de historias muy tristes, de una mujer que siente la necesidad de completarse con una pareja masculina, o que no se siente reforzada y segura sin una presencia parejil a su lado. No sé. Ella misma admite haber hecho cosas muy absurdas “por amor” (arrastrarse nunca es amor) y en el prólogo avisa de que esas historias, narradas en orden cronológico, son también una prueba del paso del tiempo y de su madurez a lo largo del mismo: pero esas excusas no me convencen.
"A los dos minutos salí de casa con la excusa de que no había comprado leche sin lactosa y no volví nunca más.
Puede que tras leer esto os alegréis por mí, porque por una vez no me han plantado, no me han dejado esperando durante horas como una tonta esperanzosa, no me han engañado con otra o directamente no han pasado de mí como de la mierda, pero no os confundáis. En realidad, yo no le dejé, Carmen no le dejó, en todo caso quien le dejó fue una tal Eva Nasarre con ojos negros, porque esa era la persona con la que él quería vivir, con la que él quería salir a practicar sus mierda de excursiones deportivas, a la que quería lavar el pelo con sus pociones mágicas y a la que quería presentar a su madre.
Yo no existía. Yo simplemente había pasado a ser un óvulo fértil en su fantasía.
Creo que Carmen también tenía una idea muy clara en la cabeza, y que a cada chico que conocía le intentaba meter en el molde para localizar qué parte le apretaba o de dónde le quedaba flojo. Y supongo que cada uno tiene su forma de elegir compañía y sabe qué le conviene, pero echo en falta ese dejarse llevar que considero tan necesario. Ella exigía “unos mínimos” que pasaban por una apariencia física muy concreta y unos gustos musicales también muy concretos. Poco más. Y no me parece nada maduro ni fiable: después de leer el libro y ver cómo se desenvuelve en el terreno afectivo, tengo claro que yo no habría querido salir con ella. Su perfil sería uno de esos tan cerrados que entre líneas transmiten que esa persona en realidad está enfadada, y se traduciría en “no quiero pijos ni pedantes ni chonis ni ni ni…”, es decir, un perfil lleno de prejuicios, tabúes o carencias afectivas enquistadas.
Y esto es culpa de esa represión a la que todas estamos sometidas (el femenino también incluye a los tíos: de nada), el control político que supone el sistema monógamo y de la familia clásica y establecida. Solo hay un colectivo muy reducido de personas (se llaman poliamorosos) que viven y se dejan fluir fuera de ese sistema y pueden tener un círculo afectivo compuesto por una persona que les aporte unos valores y cubra unas necesidades, otra persona con otras cosas, y así sucesivamente. Puedes tener, básicamente, una pareja para follar, otra para tener hijos y otra para hablar de Faulkner en pelotas, donde el respeto, la independencia y los cuidados sean la base para que todo funcione. Pero no nos educan en eso. Ya me he vuelto a ir por las ramas. O no.
lunes, 26 de febrero de 2018
El lenguaje de los bosques - Hasier Larretxea
“El lenguaje de los bosques” es un libro que va mucho más allá de una lectura informativa o de entretenimiento. Para empezar, está editado de una forma elegante y preciosa de la que no todos los libros pueden presumir y, además, esta presentación hace justo honor al contenido. Tiene tapas duras, canto forrado con tela, guardas ilustradas con los mapas de la zona del Baztan… y un evocador olor a libro nuevo. La imagen de cubierta es la fotografía de un bosque, que inevitablemente me trae a la memoria otros títulos como “Walden” de H.D. Thoreau, “Mis años grizzli” de Doug Peacock o “La vida secreta de los árboles” de Peter Wohlleben.

Una vez comenzamos a leer, el contenido transmite un amor por la naturaleza que recuerda a “Leviatán o la ballena” y “El mar interior” de Philip Hoare.
El libro quiere plasmar el bosque con tinta negra sobre fondo blanco. Con todo el respeto y con la intención de transmitir todo su valor y hacerle un sincero homenaje. Este libro contiene toda esa magia que perdimos cuando pervertimos la naturaleza migrando a las grandes ciudades y haciendo del mundo un lugar inhabitable por culpa de hábitos contaminantes y en absoluto sostenibles.
El padre de Hasier, Patxi Larretxea (leñador, deportista y campeón de deporte rural que lleva más de cincuenta años en contacto con el trabajo y el diálogo con los bosques) ha pasado toda su vida en la naturaleza, y es a través de sus vivencias y de las de su hermano Donato, el tío de Hasier, como se tejen las historias que podemos leer en este libro, desde el norte de Navarra, la comarca húmeda y verdosa del Baztan-Bidasoa.
Que no desaparezca el paisaje.En este libro, el bosque es visto como refugio, como el lugar al que regresar cuando la vida envilecida y artificial de las ciudades esté a punto de asfixiarnos definitivamente, y para poder escuchar la voz interior sin interferencias del entorno y volver a conectar con la Naturaleza. La escritura lírica y honesta busca la belleza y refleja la inmensidad de los sentimientos que Larretxea quiere transmitir. Es una biografía familiar con el padre como eje central en torno al cual gira todo lo demás, con el paisaje como un personaje más, insustituible en el relato.
Que se mantenga viva la llamarada de lo que nos ha conformado. De esas caminatas entre bosques, ríos y montañas a los dos lados del Pirineo.
Que a través de la escritura y de los libros se ensanchen nuestra mirada y el paisaje interno y externo.
Que perdure esa mirada. La esencia de lo puro.
Y por todo ello, desde aquí quiero empezar con una invitación a que os perdáis en los bosques. Que os acerquéis a ese diálogo con el paisaje. Al tacto y al olor de la madera.
Esta edición incluye fotografías de los bosques, realizadas por Paola Lozano Flores, y unas ilustraciones esquemáticas y delicadas que me han encantado, obra de Zuri Negrín. Continuamente, a lo largo de las anécdotas familiares, se intercalan denuncias contra la falta de respeto por el medio ambiente, el cambio climático, la deforestación, la rápida transformación que está sufriendo el paisaje mediterráneo para convertirse en desierto.
El bosque es una constelación enraizada de luciérnagas.A través de los capítulos, también se recuerdan y reivindican profesiones que ya no existen o que están en vías de extinción: cabreros, carboneros, leñadores, etc. La mecanización del trabajo debido a la rápida progresión de la industria, ha transformado las formas de trabajar e inevitablemente se ha perdido la sostenibilidad que se mantenía antiguamente, cuando se explotaba la naturaleza de una forma respetuosa que no solo no dañaba el equilibrio medioambiental sino que aseguraba su mantenimiento y cuidado.
Los madereros deben saber que cuando termina la luna menguante y comienza la creciente no es época para cortar la madera, porque eso repercute en su duración e incluso en los posibles ataques que pudiera sufrir por parte de los insectos como polillas. La luna menguante propicia también que la madera esté más sosegada, además de que se seca con mayor rapidez. Es en estos días, cuando el tiempo es favorable, en los que trabajan a contrarreloj para poder aprovechar el tirón. Aunque no es lo más recomendable, muchas veces, y debido a las intensas jornadas de trabajo, terminan cortando la madera coincidiendo con la luna creciente.Hay muchas anécdotas sobre accidentes y muertes de los leñadores: trabajan en un entorno salvaje sin comodidades de ningún tipo y cualquier protección es poca. Se necesita mucha rudeza y experiencia para dedicarse a esta labor. A día de hoy, el padre de Hasier participa en las performances de su hijo cortando un tronco con un hacha mientras él recita. El corte de troncos es un deporte local muy popular en País Vasco.
El árbol tiene su propia música y recrea su sinfonía en movimiento con la ayuda del viento. Los bosques se caracterizan además por ser espacios silenciosos y espirituales donde poder adentrarse para hinchar y limpiar los pulmones con amplitud. El pensamiento y los pasos sobre las hojas se entremezclan con el canto de los pájaros, el fluir de la regata o la melodía del viento que agita las ramas, creando una estampa compacta de los mismos elementos que acompañan al leñador en sus momentos más reflexivos.