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jueves, 15 de octubre de 2020

"País de arena: relatos argelinos" - Isabelle Eberhardt


Isabelle Eberhardt fue una viajera y escritora nacida en Ginebra en 1877. Su vida es fascinante, todo gira en torno a sus exóticos viajes y a sus costumbres alejadas de los convencionalismos de la época. Desde muy joven, se dio cuenta de que vestirse con ropas típicamente masculinas ampliaba sus libertades de forma exponencial. Tuvo una sólida formación en idiomas y su curiosidad innata la llevó a realizar grandes viajes y a tomar buena nota de todos ellos. A veces escribía en forma de diario y otras en forma de relatos basados en sus experiencias, como el libro que hoy nos trae hasta aquí: “País de arena: relatos argelinos”.

Eberhardt escribía principalmente porque disfrutaba del proceso de creación literaria, nunca lo consideró un oficio, consideraba inalcanzable la posibilidad de hacerse un nombre en el panorama literario de su época o pasar a la historia por sus textos. Escribía porque no entendía otra manera de canalizar sus vivencias. En estos relatos, así como en “Los diarios de una nómada apasionada”, podemos conocer a una mujer profundamente anticolonialista, que opinaba que una modernización al estilo occidental no depararía nada bueno a los musulmanes. Desde 2020 ya tenemos perspectiva suficiente como para determinar si la historia le ha dado la razón.

Sentía una pasión desmedida por el desierto, el vagabundeo, la vida nómada. La suya es una voz que clama por la pureza y la naturaleza contra la imposición de lo moderno. En sus relatos encontramos también críticas a las costumbres de las mujeres musulmanas y una llamada continua a alejarse de las ciudades y de todo lo que suponga civilización.


Entonces Jacques se replegó sobre sí mismo aún más, y la ruinosa casita se le hizo más querida. Allí, en aquel decorado amado, descansaba; allí, estaba lejos de todo lo que le hacía la vida intolerable en el borch. Embarka no le preguntaba por el motivo de su tristeza, pero, sentada a sus pies, le cantaba sus coplas favoritas o le sonreía…

¿Lo amaba? Jacques no hubiera podido precisarlo. Pero no sufría por aquella incertidumbre, ya que lo que más le atraía y seducía de ella era el misterio que planeaba sobre todo su ser. Para él, era como la encarnación de aquel país y su raza, con su tristeza, su silencio y su incapacidad absoluta para la alegría y la risa… Pues Embarka no reía nunca.


Este pasaje refleja muy bien ese sentimiento de tristeza que parece encarnar al país y, de alguna manera, recorre todos los relatos. Representa al pueblo argelino con un halo mágico que nunca termina de hacerse patente pero de alguna manera siempre está ahí. Se integra tanto en su forma de ser y sus costumbres que hoy la habrían acusado de apropiación cultural: no deja de ser una mujer de clase alta disfrutando de un periplo exótico en una época y lugar donde aún no existía el turismo como concepto, ni por supuesto la masificación.

Algo a destacar son las minuciosas y abundantes descripciones del paisaje argelino, las grandes extensiones de arena que tanto le fascinaban. Al final, la reflexión que más me he hecho tras leer el diario y estos relatos es que transmite constantemente un mensaje muy fúnebre: los relatos son oscuros, de penuria y muerte, magia y hechicería. Entonces, ¿qué le atraería de ese lugar? Quizá era precisamente eso.


miércoles, 27 de febrero de 2019

"El complot de las damas muertas" - Jessa Crispin


La librera de Mujeres & Compañía me advierte: ni damas, ni muertas, en este libro las mujeres brillan por su ausencia. Aun así, lo leo. Pero tiene razón. Una se acerca a Jessa Crispin básicamente por su faceta de ensayista feminista, y espera encontrar en todos sus libros pensamiento en esa línea. Precisamente, “El complot de las damas muertas” (por todas las diosas del olimpo, ¡el título se lo deben haber susurrado al oído arcángeles prehistóricos o las mismísimas musas de Pascal Quignard!) es un cuaderno de viajes de carácter autobiográfico, por lo que las referencias feministas, piensa una convencida, deben abundar. Pero, no: es aún peor de lo que me advirtieron.

Hablemos de la misoginia presente en “El complot de las damas muertas”.

Jessa emprende un viaje a través de Europa tras una mala época en la que la idea de suicidio cruza su mente a menudo. La excusa literaria es rastrear el paso de escritores que habitaran los lugares en los que va a vivir durante un tiempo (se queda aproximadamente un mes en cada localización mientras sigue trabajando telemáticamente). Pues bien, cuando empieza a introducir referencias femeninas en su narración, se trata fundamentalmente de mujeres-de, no mujeres-persona. Y se muestra muy dura con ellas, lanzando mil reproches del tipo “no tenía suficiente ambición”, “sus libros no son buenos por mil motivos”, etc.; en concreto, a Margaret Anderson la acusa de “tener demasiadas ínfulas” y se entretiene en ridiculizarla. Más adelante, resulta que Jean Rhys “le repele”. Y así sucesivamente. ¿Problema? Esto no lo hace con los escritores hombres. El comienzo es una Oda-A-William-James que consigue que se te atragante por sobredosis de azúcar, y en general cuando se trata de varones no encontramos esas críticas tan duras.

¿Por qué razón entonces escogería a esas autoras que rastrear, si no le gustan? ¿Para justificar un título perfecto (¡que lo es!)? No sé. Además, hay más o menos la misma cantidad de capítulos dedicados a hombres que a mujeres, no es que se trate de una sucesión de las autoras que la llevaron a recorrer Europa.

Hasta ahí mi crítica más dura; encontrarme esta misoginia tan poco velada entre líneas, me obliga a poner futuras lecturas de Crispin a la cola de prioridades.

p.21 El doctor Logi es menudo y rubio, y tiene esa maravillosa torpeza que adquieren los que pasan
demasiadas horas en compañía de hombres muertos.

Por lo demás; la primera escena, de drama-costumbrismo norteamericano, termina con la siguiente conclusión sobre la idea del suicidio: en realidad ella no quiere estar muerta, sino hablar con los muertos. A mí, estas sentencias oscuro-aplastantes, me conmueven. En ese instante me engancha.

La prosa es fluida, ágil, rápida, se notan sus ganas por entretener y plasmar un testimonio que trascienda lo periodístico, se esfuerza en escribir bonito. La sensación es la de estar perdiéndote el paisaje que corre veloz al otro lado de la ventanilla, por prestar demasiada atención a lo que ocurre dentro del vagón. Además, transmite esa sensación de dulce desorientación, de alivio de no saber dónde estás ni por qué que, a mí, personalmente, me hace mucha falta sentir a menudo. Cada vez más a menudo.

p.126 Empezaré una revista literaria. La llamaré Spolia, un término romano, por qué no. Significa usar las ruinas para construir un nuevo edificio.

Además de hablar de los autores cuyo rastro olfatea, se entretiene mucho analizando la historia de cada lugar que visita, valorando los diferentes puntos de vista desde donde se puede observar, y cómo cambian las conclusiones dependiendo de qué lugar habites (con todo lo que ello conlleva: tu posición en el mundo en un sentido amplio) y por qué.

p.129 No recuerdo cuándo me di cuenta de que me faltaba un collar (…) si eres amable con ellas, las hadas siempre están dispuestas a ayudarte. Así que unté un poco de mantequilla en la parte exterior de mi ventana, dejé un pequeño chupito de whisky, y les pedí que encontraran mi collar (…) una polilla enorme vino volando directamente hacia mi cara. Cogí lo primero que encontré para aplastarla, que fue un guante viejo que descansaba sobre la cómoda. En ese momento el collar perdido se deslizó fuera del guante y cayó al suelo.

Algo muy a favor de este libro: el fragmento (por desgracia demasiado breve) en el que desmonta el amor romántico y la monogamia heteronormativa. Ojalá Jessa Crispin desarrollando la idea y escribiendo sobre poliamor.

Finalmente, sobre la edición: no me gusta mucho Alpha Decay, en esta ocasión me he encontrado un poco lo de siempre, un baile de tildes injustificado si se hubiera realizado una corrección bien hecha. Por aquí tengo siempre mi contacto como correctora profesional de textos por si alguien quiere contratarme. Os juro que muchas veces lo haría gratis porque me supera encontrar errores cada dos, tres páginas. Como lectora me siento estafada y esto me impide disfrutar de la lectura, no sé si os pasa.

p.232 Mejor entonces quedarse en casa, donde estás a salvo y te cuidan, donde puedes mantener tu pureza y tu inocencia, de modo que tus padres no tienen que ir un día a identificar un cuerpo por la constelación de lunares que tienes en la espalda.


jueves, 14 de diciembre de 2017

Fuera del mapa - Alastair Bonnet

 

"Fuera del mapa" es la constatación de que ni siquiera es segura la tierra que pisamos. La geografía es cambiante, caprichosa. A menudo ocurren desastres medioambientales de variable envergadura. Si unimos esto a la fuerza de la naturaleza y al cambio climático que hemos provocado a costa de contaminar consumiendo y produciendo avariciosamente, se da lugar a geografías físicas que antes no existían.

Alastair Bonnett nos cuenta historias tan curiosas como que hay países que se pelean por islotes que de repente aparecen de la nada, y que de la misma forma un buen día desaparecen sin dejar rastro. O que se jugó el tipo cruzando una carretera muy transitada para acceder a un pedazo de tierra entre cruces de carriles que había quedado allí perdido, inservible, una tierra de nadie sobre la que se moría de ganas de caminar. Nos habla de lugares ya para siempre malditos o mancillados por culpa de las religiones, la política o cualquier otro tipo de miseria humana.

La historia de cada lugar en “Fuera del mapa” es muy interesante, pero también lo es el punto de vista desde el que el autor la enfoca. Bonnett reflexiona de una manera casi filosófica sobre el paso del tiempo y sobre lo equivocados que estamos acerca de la estabilidad de aquello que nos rodea; observa todos estos lugares raros con una mirada poética que parece buscar la belleza en lo sórdido, en lo extraño, en lo que no sale en las guías de turismo locales.

El ser humano tiende a vivir con la creencia de que todo ha sido siempre tal y como lo ha conocido desde su accidental llegada al mundo, y que nada ha sufrido un largo proceso ni experimentado cambios o alteraciones. Un poco como la dificultad de imaginar a nuestros padres niños, la arrogancia de creer que el mundo empezó cuando nosotros llegamos.

Y si sucede que algo cambia de pronto delante de nuestras narices, queremos regresarlo a la única forma que para nosotros es válida, la que tenía cuando llegamos, cuando lo conocimos. Quizá, siguiendo esa línea psicológica, se pueda explicar por qué la gente vota insistentemente a partidos conservadores aunque todo esté mal.

Por otro lado, “Fuera del mapa” también nos enfrenta al espejo de nuestras avaricias, cuando nos habla de lugares que han sido alterados a favor del confort de las personas que los habitan, o que creen poseerlos (la tierra jamás es nuestra: siempre nosotros somos de la tierra). Incluso a pesar de la destrucción del ecosistema del lugar, de cualquier rastro de naturaleza y de la expulsión de los animales que lo habitaban (sin haberlo escriturado, insensatos). Destruyendo el bosque, el paisaje, y alterando el clima. Y llevándonos las manos a la cabeza cuando la naturaleza se rebela protestando.

“Fuera del mapa” se divide en ocho secciones, donde se agrupan los lugares que tienen características comunes. Una de las partes más interesantes es en la que se habla de algunos lugares abandonados dentro de ciudades, hay cuadrillas organizadas que se dedican a investigarlos, Internet está lleno de ellos. Una muestra son los youtubers que se dedican a grabar vídeos en localizaciones como hospitales psiquiátricos abandonados. Leyendo estos fragmentos recordé una película rodada al estilo falso documental o “cámara en mano”, titulada “Así en la tierra como en el infierno”, se trata de una película de terror (poco pretenciosa, muy divertida) rodada en las catacumbas de París, sobre las que existen multitud de leyendas y habladurías relacionadas con diversas variantes de la filosofía oculta. Este tipo de lugares también son reclamo habitual para celebrar botellones o cualquier tipo de encuentro más o menos relacionado con el misticismo. Están llenos de suciedad, escombros y pintadas, y pueden ser muy peligrosos.

Bonnett reflexiona también sobre dualidad Turista VS Viajero. El viajero es un explorador respetuoso que se alimenta de cada nueva experiencia, se mimetiza en lo posible con cada lugar que visita y camina casi de puntillas. Pero los turistas lo patean todo, lo fotografían (sin mirarlo) todo, lo pervierten todo... Cada cosa que se les pone en el folleto de información, la hacen, siguen al rebaño, no ven más allá de sus narices, porque son incapaces de salirse de una ruta preestablecida. Como por ejemplo, las rutas para observar tribus indígenas en vez de dejarles en paz (eso existe), lo llaman "primer contacto de pago", es vergonzoso y sucede en Papúa Occidental, pero habrá más sitios, es preferible no saberlo.


En India aún queda una civilización sin pervertir de la que se sabe poco, no son amistosos, se han hecho intentos de mierda para acceder a ellos, en la Isla Sentinel del Norte. Hemos destrozado el mundo y ya estamos jodidos… pues dejémosles en paz, quizá las maquinitas, todo eso que llaman progreso, no eran tan necesario a fin de cuentas: o más bien es que se nos ha ido de las manos. Quizá vivan con incomodidades o no tendrán vacunas... no sé. Pero no tienen televisores y con suerte no sabrán nada de las bombas atómicas o de los campos de concentración, no pondrán banderas de mierda en sus balcones.

Este libro peca de que ofrece poca información de cada sitio que comenta. El lector tiene que investigar más por su cuenta si le intriga alguno de los sitios. Una de las cosas más bonitas es que la prosa narra buscando la belleza, como se puede apreciar en este fragmento:

p.96 “Encontramos otro caso en la zona montañosa que hay entre los puestos fronterizos del paso de Torugart, que conecta China y Kirguizistán. América Central también tiene un buen ejemplo en Paso Canoas, una ciudad que parece estar entre Panamá y Costa Rica. Se la suele denominar “tierra de nadie” porque dejas atrás un puesto fronterizo y ya estás en la ciudad, sin haber pasado por inmigración para entrar en el otro país. Hay visitantes a quienes les gusta pensar que la ciudad que los rodea está más allá de las fronteras. Es por eso por lo que, en parte, Paso Canoas ha desarrollado una atmósfera oscura y carnavalesca, como si fuera una especie de lugar crepuscular o fugitivo.

Lo que hacen estas lagunas geográficas es devolvernos nuestros propios deseos reflejados; y sobre todo el deseo de salir, aunque sea un momento, de la claustrofóbica parrilla de las naciones. Probablemente ya sospechamos que se trata de una ilusión. Avanzar lentamente en una cola de gente y dejar atrás al agente a cargo de los pasaportes no implica salir de un país ni entrar en otro en ese momento exacto.

Esos puntos de control existen para verificar que tienes permiso para entrar o salir. Su cercanía a la línea fronteriza es irrelevante desde el punto de vista legal. Sin embargo, esta interpretación puramente legal no consigue captar ni la importancia simbólica del punto fronterizo ni el deseo reprimido de entrar en un territorio sin gobierno.”

Para terminar, y siguiendo con las reflexiones sobre la necesidad atávica de apropiarse de un territorio, las regiones tienen a veces también la necesidad de desvincularse de otras que les resultan hostiles o les molestas, o sobre las que sus habitantes sienten un supremacismo nazi que basan en argumentos poco sólidos y muy llenos de odio, como estudios genéticos (totalmente xenófobos y absurdos, ya que nuestro ADN tiene fácilmente rastros de todos los continentes) o hechos históricos que no por haber sucedido significan per se ya absolutamente nada en en el presente. Así, tenemos la tragicómica historia de Gagauzia, increíble pero cierta:

p.251 “La historia de Gagauzia ilustra el poder implacable del nacionalismo al no dejar nunca de dividir y subdividir naciones en unidades más pequeñas. Gagauzia está en el sur de Moldavia, un pequeño país de 3,5 millones de habitantes encajado entre Ucrania y Rumanía y sin salida al mar. Moldavia se escindió de la URSS y se independizó en 1991, pero es un puzzle de nacionalidades que parece deshacerse.
(…) Puede resultar reconfortante pensar, por ejemplo, que en cuanto Escocia se independice se habrá llegado al final feliz de una larga historia. Pero el nacionalismo siempre rebasa sus fronteras, se adapta y transmuta otras identidades geográficas en proyectos de nación. Si Escocia se independiza, ¿por qué no pueden hacerlo las Shetland? Si Moldavia se independiza, ¿por qué no Gagauzia? El proceso de creación de naciones no se limita a satisfacer unas necesidades, sino también a crearlas.
Una de las pocas personas que ha estudiado Gagauzia es la antropóloga turca Hülya Demirdirek. Hasta ella se muestra un poco perpleja por la invención por parte de los gagaúzos de una entidad nacional llamada “Gagauzia”, una palabra y una idea que hasta hace veinte años casi nadie había oído, puesto que antes de la desintegración de la URSS el lugar no existía. (…) un aspecto más significativo de su complejo patrimonio es que los gagaúzos son uno de los grupos más culturalmente rusificados de Moldavia y que muchos de ellos prefieren hablar ruso que gagaúzo. Para los gagaúzos se trata de una asociación desafortunada, puesto que el nacionalismo moldavo se define a partir de la antipatía hacia sus antiguos amos soviéticos.  A medida que se iba acercando la independencia de Moldavia, los gagaúzos se vieron representados cada vez más como elementos extranjeros, un pueblo aparte, cuya verdadera lealtad era hacia la Madre Rusia.

(…) El deseo de reinventar un lugar como nación no emerge necesariamente de unas aspiraciones reprimidas durante siglos, sino que puede aparecer de pronto, sobre todo en el seno de poblaciones vulnerables cuya identidad ha sido absorbida en el pasado por entidades enormes y multinacionales como la Unión Soviética, y que ahora se sienten discriminadas y abandonadas. Esa sensación de agravio ha favorecido el surgimiento de muchos mitos útiles. Por ejemplo, se dijo que Gagauzia llevaba mucho tiempo reprimida y que los gagaúzos habían pasado mucho tiempo ansiando la libertad. Hasta hubo quien afirmó que no solamente no eran de origen extranjero, sino que llevaban en aquella parte del mundo más tiempo que los propios moldavos. Prácticamente nada de eso es verdad, y Gagauzia es cualquier cosa menos un lugar antiguo. Aparte de un Estado independiente de cinco días de duración, declarado en 1906 y limitado a la capital (la República de Kormat), los gagaúzos jamás habían pensado en sí mismos como gente necesitada de un país propio.
(…) La lógica fragmentaria del nacionalismo resulta enervante. Una serie de países de los que jamás se ha oído hablar se dividen en unidades casi carentes de significado. La lógica de la desintegración crea una geografía de la ignorancia, en la cual el florecimiento de identidades y de naciones nuevas sobrepasa nuestra capacidad de ubicarlas o de pronunciarlas. La gente de fuera de la región hace gestos exasperados: los lugares como Gagauzia acaban relegados al montón cada vez mayor de proto-Estados a los     que nadie presta atención. (…) Muchos gagaúzos quieren un país propio porque sin él seguirán siendo un pueblo marginal y sin lugar. El hecho de que un país sea inventado no le resta realidad.

viernes, 16 de septiembre de 2016

Tras los pasos de W.B. Yeats

Detalle de una puerta del castillo, Dublín, Irlanda

Fui a Irlanda para encontrar el rastro de W.B. Yeats, o esa fue la excusa. Hay muchos otros escritores nacionales de los que los irlandeses se sienten extremadamente orgullosos: James Joyce, Bram Stoker, Oscar Wilde, Bernard Shaw y muchísimos, muchísimos otros a los que yo ni siquiera conocía y que conviven en el Dublin Writers Museum (18 Parnell Square, Dublin) en un encantador edificio georgiano del siglo XVIII.

Allí se encuentran, por ejemplo, pases de mano de las obras de teatro de Wilde cuyo enorme éxito disfrutó en vida, anotaciones del puño y letra de los autores, objetos personales y primeras ediciones de las obras más emblemáticas, como esta de Drácula ante la cual me quedé sin aliento.

Primera edición, de "Drácula" de Bram Stoker
Pases de mano originales y ediciones antiguas de las obras de Oscar Wilde (1)
Pases de mano originales y ediciones antiguas de las obras de Oscar Wilde (2)
Pero volvamos a Yeats. La familia del escritor procedía de Sligo, una pequeña localidad de la costa oeste de Irlanda, y allí todo tiene su impronta. La moderna galería de arte The Model expone continuamente series de pinturas originales de Jack, el hermano de Yeats, y la entrada es gratuita. Junto al río y la oficina de turismo se encuentra un pequeño museo dedicado exclusivamente a la memoria del escritor, el Yeats Memorial Building, la entrada es asimismo gratuita y expone algunos retratos del autor, ediciones antiguas de sus libros autografiados por él mismo y algunas cartas y otros objetos que han sobrevivido al paso del tiempo.

Objetos personales de Yeats en el Yeats Memorial Building, Sligo, Irlanda (1)
Objetos personales de Yeats en el Yeats Memorial Building, Sligo, Irlanda (2)
Objetos personales de Yeats en el Yeats Memorial Building, Sligo, Irlanda (3)
Busto de Yeats, un tanto siniestro
Posee también una pequeñísima librería donde sin embargo se pueden adquirir algunas joyas editadas con un gusto exquisito, una cafetería con los poemas de Yeats escritos a modo de mural en las paredes, y una terraza encantadora con vistas al río. La visita es absolutamente recomendable.

Estatua de Yeats, de dudoso gusto, en las calles de Sligo, Irlanda
Murales con fragmentos de la obra de Yeats en Sligo, Irlanda (1)
Murales con fragmentos de la obra de Yeats en Sligo, Irlanda (2)
Murales con fragmentos de la obra de Yeats en Sligo, Irlanda (3)

Murales con fragmentos de la obra de Yeats en Sligo, Irlanda (4)

Yeats estaba tan enamorado de su tierra que escribió un poema, "Under Ben Bulben", en el que hablaba del lugar donde querría que estuviese situada su tumba por el resto de los tiempos, bajo el monte Ben Bulben en la parroquia de Drumcliff. Así pues, aunque murió en Francia en 1939, sus restos fueron repatriados a Irlanda años más tarde (existe controversia al respecto, no está claro que realmente esto se llevase a cabo). Y allí está.

La lápida de Yeats con el famosísimo epitafioCast a cold Eye On Life, on Death. Horseman, pass by! 

Under Ben Bulben

(…)
Under bare Ben Bulben’s head
In Drumcliff churchyard Yeats is laid.
An ancestor was rector there
Long years ago, a church stands near,
By the road an ancient cross.
No marble, no conventional phrase:
On limestone quarried near the spot
By his command these words are cut:
Cast a cold eye
On life, on death.
Horseman, pass by!

Estas palabras confirman mi opinión acerca de los cementerios, lugares de un valor incalculable por los que conviene pasear de cuando en cuando porque están llenos de energía positiva que te llena de ganas renovadas de seguir viviendo.

Aunque murió en Francia en 1939, los restos de Yeats fueron trasladados hasta este lugar siguiendo sus deseos. Drumcliff es ahora un pequeño lugar que atrae a curiosos, una capilla pequeña y humilde rodeada de un precioso cementerio de tumbas ya viejas, una tiendecita-café a pocos metros y nada más: la presencia del Ben Bulben cercano presidiendo todo.

La visita puede completarse visitando el lago Glencar, cuya impresionante cascada sorprende al llegar (está oculta por la vegetación y se accede por un camino que se aleja del lago). Este sitio sirvió de inspiración al poeta para escribir uno de sus poemas más representativos, Stolen Child. Si tienen suerte, su guía lo recitará con la solemnidad y musicalidad que solo los irlandeses, al más puro estilo hobbit, pueden otorgarle a un poema: su gusto y su facilidad para transmitir historias es maravilloso, y allí se hace palpable.

Cascada junto al lago Glencar, Sligo, Irlanda
The Stolen Child

(…)
Where the wandering water gushes
From the hills above Glen-Car.
In pools among the rushes
That scarce could bathe a star.
We seek for slumbering trout
And whispering in their ears
Give them unquiet dreams:
Leaning softly out
From ferns that drop their tears
Over the young streams.
Come away, O human child!
To the waters and the wild
With a feary, hand in hand,
For the world’s more full of weeping than you can understand

En Sligo también está enterrada la madre de Bram Stoker, pero el acceso al lugar está prohibido y sólo pude imaginarla: si se hubiera tratado de la tumba del escritor, saben los leprechauns que me hubiera atrevido a saltar la verja a medianoche armada con una linterna y la cámara de fotos.

Los escritos de Yeats están plagados de referencias feéricas, en más ocasiones he citado el maravilloso volumen “Mitologías” que publicó hace unos pocos años la editorial Acantilado, aunque también se pueden encontrar otras ediciones de estos cuentos de hadas de tradición oral transcritos por Yeats. Estas historias siempre tienen un componente divertido por lo irreal, pero a la vez solemne y respetuoso puesto que todos estamos hechos de las historias que nos han dado forma, y en el caso de Yeats había algo profundamente real en los cuentos que había escuchado desde niño.

Lago Gill rodeado de niebla y montes, Sligo, Irlanda
Es cierto que leer mucho llega a desarmarte ante la difícil tarea de discernir entre realidad y ficción llegado el caso. Predisposición, sugestión, hechizo, embeleso: puede explicarse de cualquiera de estas formas pero uno se queda atónito cuando la Naturaleza se impone, y entonces se entiende que a partir de ese entorno se hayan dado forma durante siglos a las historias y a las criaturas feéricas más inexplicables.

Cliffs of Moher, Doolin, Ireland
Los acantilados de Moher, las geométricas formaciones rocosas de las costas, los montes planos erosionados, la vegetación exuberante, los lagos con oleaje, las islas encantadas, los pueblos plagados de locales con música tradicional en directo y, cómo no, la amabilidad infinita y las ganas de reír que habitan en los ojos de los irlandeses.

Formaciones rocosas geométricas en los alrededores de Doolin, con los acantilados al fondo
Hay una cita de Oscar Wilde, que se encuentra en la desgarradora obra “De Profundis”, y que dice así:
Society, as we have constituted it, will have no place for me, has none to offer; but Nature, whose sweet rains fall on unjust and just alike, will have clefts in the rocks where I may hide, and secret valleys in whose silence I may weep undisturbed. She will hang the night with stars so that I may walk abroad in the darkness without stumbling, and send the wind over my foot prints so that none may track me to my hurt: she will cleanse me in great waters, and with bitter hebs make me whole.

Pues bien, un mural con un precioso poema de Yeats que no conocía, me hizo recordarlo de pronto desde el primer verso, e instantáneamente se convirtió en mi favorito y de alguna manera le dio sentido a todo:

The Song of Wandering Aengus

I went out to the hazel Wood,
Because a fire was in my head,
And cut and peeled a hazel wand,
And hooked a berry to a thread:
And when white moths were on the wing,
And moth-like stars were flickering out,
I dropped the berry in a stream
And caught a little silver trout.

When I had laid it on the floor
I went to blow the fire aflame,
But something rustled on the floor,
And some one called me by my name:
It had become a glimmering girl
With apple blossom in her hair
Who called me by my name and ran
And faded through the brightening air.

Though I am old with wandering
Through hollow lands and hilly lands,
I will find out where she has gone,
And kiss her lips and take her hands;
And walk among long dappled grass,
And pluck till time and times are done
The silver apples of the moon,
The golden apples of the sun.

Retazos de Yeats también en la playa de Strandhill, Sligo, Irlanda

De todas las fotografías en este post: 
© Todos los derechos reservados - Mar López, 2016 

martes, 7 de junio de 2016

ALANE


Descuelgo con cuidado las palabras
que se balancean delante de mi boca
las atrapo con los dedos
explotan como pompas de jabón

Sonreiré al vértigo cuando venga
le daré también la bienvenida al frío:
porque la poesía es cuando no tienes miedo
y cuando aparezca le cambiaré el nombre
como se voltea la página de un libro
o como quien cambia los ojos de color

Vestigios de Prehistoria en el aeropuerto
gente anulada por la tecnología:
miembros de mi tribu corrompidos

Cuando llegue sentiré que he regresado
no sabré si es ella o si soy yo
entonces volveré la vista atrás
y la encontraré dormida,
la bondad desbordando de sus ojos
del color del agua del Loch Ness
la historia más oscura oculta en la otra orilla
y un ejército de estrellas jóvenes
dispuestas a devolver el calor
a todos los corazones muertos

Del texto: 
© Todos los derechos reservados - Mar López, 2016
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